La visita anual al doctor para recibir la vacuna de la gripe podría pasar a la historia. Según un reciente estudio de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, una única vacuna universal contra la gripe capaz de protegernos de la mayoría de las cepas está más cerca de lo que pensamos.
La vacuna, testada en ratones, ha conseguido protegerlos de varias cepas de la gripe, algo que hasta ahora no se había conseguido. A pesar del uso generalizado de la vacuna estacional de la gripe, esta enfermedad infecta a millones de personas cada año, provocando cientos de miles de hospitalizaciones y miles de fallecimientos. La nueva vacuna objeto de estudio podría administrarse unas pocas veces a lo largo de la vida otorgando protección contra la gripe, de forma similar a la de la vacuna contra el tétanos.
La vacuna propuesta por la Universidad de Pensilvania no utiliza el procedimiento tradicional -proteínas virales sintéticas que provocan una respuesta inmune que protege al paciente de futuras exposiciones al virus-. Este sistema no ha funcionado bien en el pasado contra el virus de la influenza, ya que las proteínas HA del virus mutan cada temporada y las vacunas proporcionan una protección parcial contra la enfermedad.
La nueva vacuna utiliza moléculas ARNm que contienen el código de las proteínas HA para provocar la respuesta inmune. Cuando se inyectan en el receptor, las células inmunológicas dendríticas traducen el ARN en copias de la proteína HA mediante su sistema natural. La proteína vírica así generada mimetiza mejor la infección por influenza y genera una protección mucho más poderosa por los anticuerpos del receptor, que además se mantuvo e incluso se fortaleció durante toda la duración del experimento (30 semanas).
El experimento se ha repetido con éxito ya en conejos y hurones, receptores tradicionales en los estudios de vacunación contra la gripe. Ahora quedaría probarla en primates y por último en humanos.
La tecnología que utiliza el ARNm para crear vacunas es relativamente nueva pero ya ha sido utilizada con éxito contra el virus del zika, en un estudio que se publicó en la revista Nature en 2017 por el mismo laboratorio y que sigue su curso para ser aprobada.
Los autores originales de este estudio son Norbert Pardi y Kaela Parkhouse, de los laboratorios Weissman y Hensley respectivamente. Los restantes co-autores son Ericka Kirkpatrick, Meagan McMahon, Seth Zost, Barbara Mui, Ying Tam, Katalin Karikó, Christopher Barbosa, Thomas Madden, Michael Hope, y Florian Krammer.
Este estudio está financiado por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIH) de EE.UU. y por Takeda Pharmaceuticals.