A veces, las historias de impacto social no comienzan con grandes inversiones ni titulares. Empiezan con una necesidad urgente, una comunidad vulnerable y una alianza basada en la confianza. Así nació la colaboración entre la Fundación Benéfica San Martín de Porres (Madrid) y Santander Asset Management, después de que su fondo Santander Responsabilidad Solidario realizase una aportación de más 10.000 euros para su proyecto. Desde entonces, ambas entidades han demostrado que el sector financiero y el compromiso humano, juntos, pueden convertirse en agentes de transformación social.
“El apoyo recibido ha sido fundamental para atender a personas que quedan fuera de los circuitos tradicionales de empleo y formación: adultos con responsabilidades familiares, trayectorias marcadas por la exclusión y necesidades especiales de acompañamiento”, explica Elena Gil Bartolomé, directora de Programas de Inserción Laboral de la Fundación. Este proyecto, impulsado por la Fundación Benéfica San Martín de Porres, obra social de los Padres Dominicos y miembro de la CONFER (Conferencia Española de Religiosos), se basa en un modelo de intervención integral, centrado en la persona como eje del proceso.
La persona, en el centro
El proyecto apoyado por Santander Asset Management es una iniciativa de continuidad cuyo propósito es promover la inserción sociolaboral de 35 personas sin hogar y/o en riesgo de exclusión social, con baja cualificación y en profesiones en declive.
El proyecto apoyado por Santander Asset Management es una
iniciativa de continuidad cuyo propósito es promover la inserción
sociolaboral de 35 personas sin hogar y/o en riesgo de exclusión
social, con baja cualificación y profesiones en declive
Su actuación se estructura abarcando desde la orientación laboral hasta el acompañamiento social, así como competencias básicas y sociolaborales transversales, lingüísticas y digitales, formación técnica y prospección y sensibilización empresarial. Los itinerarios incluyen desde formación básica (como castellano o alfabetización digital) hasta cursos profesionales como, por ejemplo, “Conserjería y mantenimiento de edificios” o “Limpieza con maquinaria en locales y superficies”, y todos incluyen prácticas reales en empresas y siguen una orientación laboral específica.
“Buscamos que las personas no solo accedan a un empleo, sino que puedan mantenerlo y que ese paso sea un cambio estructural en sus vidas”, destaca. Según la Fundación, el éxito de este programa reside en una metodología basada en el vínculo humano, ya que trabajan de forma individualizada, adaptando cada itinerario a las circunstancias personales. Pero también de manera participativa, promoviendo la autonomía, la autoestima y el compromiso de cada persona con su proceso. “Muchos llegan con la autoestima completamente destruida. Pero a medida que se sienten escuchados, que ven avances, que recuperan pequeñas rutinas, empiezan a tomar decisiones, a organizar su tiempo, a planificar su vida.
Desde la primera entrevista se trabaja con un enfoque competencial, construyendo itinerarios de inserción personalizados que abordan no solo la empleabilidad, sino el bienestar emocional, la salud, la situación familiar y las habilidades sociales”, añade Gil. Este modelo ha permitido detectar y trabajar problemas estructurales como la falta de homologación de estudios, la desconexión de las personas mayores del mercado laboral, el desconocimiento de los procesos de selección actuales o la escasez de habilidades digitales. Además, el acompañamiento juega un papel clave que se canaliza a través de sesiones individuales, dinámicas grupales y trabajo en red con otros actores del territorio. “Las personas que atendemos están muy lejos de la realidad laboral actual, pero con el acompañamiento adecuado, muchas logran reincorporarse con éxito”, afirma con gran convicción Gil.
Nuevas realidades sociales
Desde la pandemia, reconocen que el perfil de los beneficiarios ha cambiado. Además, la Fundación ha identificado tres grandes impactos: emocional, organizativo y económico. Esto supone que las personas llegan con mayores niveles de ansiedad, dificultad para tomar decisiones cotidianas y menor capacidad para estructurar sus días, lo cual limita su asistencia a formaciones, su participación en entrevistas o su preparación técnica. “El empleo existe, pero a menudo es precario, mal remunerado o incompatible con la vida familiar. Y muchas veces el miedo a perder ayudas sociales les empuja a aceptar trabajos en economía sumergida, lo que retrasa su salida real de la exclusión”, reconoce Gil.
Elena Gil Bartolomé (Fundación San Martín de Porres): “Buscamos
que las personas no solo accedan a un empleo, sino que puedan
mantenerlo y que ese paso sea un cambio estructural en sus vidas”
A todo ello se suman enormes dificultades de acceso a la vivienda, con familias que comparten pisos pequeños, sin privacidad ni condiciones dignas para criar a sus hijos: “En algunos casos, hay tres núcleos familiares en un mismo piso de 65 metros cuadrados. Esto afecta no solo a los adultos, sino especialmente a los menores, que no tienen espacios adecuados para estudiar ni desarrollarse”. Desde el proyecto de la Fundación dan respuesta, y con cierto éxito, a estas realidades. Muestra de ello es que el 46% de los participantes ha logrado insertarse laboralmente, y más del 68% ha completado con éxito la formación técnica. Pero el impacto va más allá de las cifras.
“Hemos visto mejoras sustanciales en la autoestima, la motivación y la capacidad de autogestión. También en las relaciones familiares, en la toma de decisiones, en la seguridad con la que se enfrentan al día a día”, destacan desde la Fundación. Visto desde la experiencia de Santander AM, estos resultados refuerzan el valor y espíritu de su fondo solidario. “Detrás de cada porcentaje hay una historia de superación, un cambio de vida. Apoyar proyectos así nos permite conectar el capital con causas que generan dignidad y oportunidad. Esto es hacer banca con impacto”, afirma Arantxa López Chicote, directora de Producto, Inteligencia de Mercado y Digital de Santander Asset Management. Inversión responsable con impacto directo En opinión de la experta, este proyecto representa una oportunidad concreta para canalizar su compromiso con la inclusión, desde una perspectiva transformadora.
“La Fundación fue elegida por su enfoque integral y su profunda experiencia en la atención a personas sin hogar o en riesgo de exclusión social”, explica. Esta colaboración se enmarca dentro del fondo Santander Responsabilidad Solidario, una iniciativa de inversión con propósito promovida por el banco desde hace más de 20 años. El fondo, constituido en 2003 y alineado con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, combina la búsqueda de rentabilidad con un fuerte compromiso ético.
En 2023, destinó más de 875.000 euros a iniciativas sociales de distintas ONG, beneficiando directamente a casi 9.400 personas. Además, el fondo cuenta con la supervisión de un Comité Ético independiente, integrado por representantes de Cáritas, Manos Unidas, Fundación Pablo VI, Banco Santander y Santander AM, que vela por el cumplimiento de criterios ambientales, sociales y de buen gobierno (ESG). Esta historia va más allá del fondo solidario de Santander, ya que ambas entidades han señalado que su colaboración continuará en el tiempo con nuevos proyectos. “Queremos seguir adaptándonos a las nuevas realidades, reforzar la innovación en la formación e incorporar herramientas como la inteligencia artificial para mejorar el aprendizaje”, concluye Gil.




