La tecnología ha tenido una influencia positiva pero disruptora en muchas industrias, y a menudo estas innovaciones se han aceptado sin cuestionarse. Un área que llega tarde a este desfile de la disrupción es la agricultura. Hay quien afirma que la estructura de cadenas de suministro complejas y los altos niveles de regulación propios de este sector dificultan su verdadera disrupción, pero si profundizamos un poco es fácil ver que las innovaciones tecnológicas impulsan cambios en muchas áreas diferentes de la agricultura. Es cierto que hasta ahora estas alteraciones se han producido a una escala relativamente pequeña, pero una serie de tendencias más allá de la agricultura propiamente dicha pueden imponer cambios profundos e inminentes en el sector.
El cambio es inevitable
El período de gran inestabilidad que ha atravesado el mundo en los últimos años y que ha culminado con la pandemia ha provocado cambios inmediatos en varios sectores de actividad, entre ellos la agricultura. Sin embargo, también existen fuerzas que van camino de apuntalar una transformación del sector mucho más a largo plazo.
El calentamiento global ya está cambiando las pautas agrícolas en todo el mundo. Los agricultores del sur de Europa han pasado a cultivar frutas tropicales, como los aguacates, mientras que zonas del norte de Europa se están convirtiendo en terruños preferidos para cultivar viñas. Pero un clima más cálido no es la única chispa que provoca este cambio. La agricultura es una de las industrias que emite más carbono, con lo que la producción de alimentos debe transformarse para que el mundo alcance el objetivo de cero emisiones netas.
La agricultura también es una gran explotadora del capital natural del planeta. Muchas prácticas actuales dañan la biodiversidad a través de la deforestación, la erosión del suelo, la contaminación (por el mal uso de productos químicos y fertilizantes) y el uso excesivo de agua. Aunque los temores en torno a estas áreas no son nuevos, la pandemia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las cadenas de abastecimiento de alimentos, que a menudo abarcan grandes distancias y no tardaron en verse interrumpidas por las restricciones de los confinamientos.
Hay destacar que los consumidores más conscientes ya no están dispuestos a tolerar estas prácticas y se muestran abiertos a probar innovaciones alimentarias. Su deseo de estar mejor informados sobre el trayecto de la granja a la mesa podría ser el factor final que imponga una transformación de gran calado en la industria agrícola.
Agricultura 4.0: una nueva revolución agrícola
Es fácil olvidar que la agricultura ha sido desde siempre una de las primeras industrias en adoptar nuevas tecnologías; al fin y al cabo, fue una de las pioneras en la revolución industrial. De hecho, la agricultura ha mantenido esta mentalidad abierta, pero a menudo se aplica a una escala mucho más pequeña.
Hoy en día existen tecnologías que ofrecen soluciones innovadoras y respetuosas con el medio ambiente, tanto en relación a lo que comemos como a la manera en que llega a nuestro plato. No obstante, la adopción generalizada de tales innovaciones todavía no ha cambiado la forma en que operan los agricultores a gran escala, y la gran pregunta es si tales cambios se podrán implementar a tiempo para evitar daños climáticos y medioambientales irreversibles, sobre todo en los países más pobres.
Un desafío de altura para los agricultores
La agricultura vertical tiene el potencial de solucionar muchos problemas agrícolas. Concebida en 1999 por el profesor Dickson Despommier1, de la Universidad de Columbia, esta práctica de cultivar en capas verticales apiladas busca optimizar el crecimiento de las plantas y minimizar el uso de suelo. Quienes la practican suelen reaprovechar grandes edificios de varios pisos en áreas urbanas, donde el terreno es demasiado escaso y costoso para utilizarse con fines agrícolas. Al controlar el entorno (que al ser interior no depende del clima), la agricultura vertical puede generar una amplia gama de cultivos durante todo el año.
Sus detractores suelen poner de relieve sus grandes costes iniciales y su uso de energía. Aunque los primeros son básicamente inevitables, las mejoras en la tecnología LED y la aplicación de fuentes de energía renovables están reduciendo los costes de consumo energético. Además, las emisiones de carbono asociadas con el transporte de productos se reducen, al ser consumidos a menudo por las comunidades locales, y el uso de agua ha resultado ser un 95% más bajo que el de la agricultura tradicional2. Estos cultivos también tienen mucha menos necesidad de herbicidas y pesticidas, ya que el producto se cultiva en un ambiente cerrado3.
Si bien existen muchas granjas verticales funcionando en todo el mundo, no existe ningún actor dominante en el segmento y todavía no se ha aprovechado su verdadero potencial comercial. Dicho esto, el tamaño del mercado superó los 4.500 millones de dólares en 2020, y se anticipa que crecerá a un ritmo anual del 23% entre 2021 y 20274.
Soluciones tecnológicas
El uso agrícola de productos químicos y fertilizantes suscita preocupación sobre su impacto en el medioambiente, por lo que los biólogos buscan nuevas soluciones para avanzar en la seguridad medioambiental, mejorar el rendimiento y elevar la resistencia de las plantas a enfermedades y plagas.
El cruce y la creación de hibridaciones no son nada nuevo, pero los científicos están aplicando nuestros conocimientos avanzados de ingeniería genética, microorganismos y demás para mejorar la producción de cultivos. Por ejemplo, una empresa utiliza actualmente organismos naturales (como bacterias y hongos) para recubrir las semillas de los cereales y ayudarlos a crecer, mejorar el rendimiento y protegerlos contra situaciones de desgaste, como las sequías5.
Aparte de la biotecnología, también se utilizan robots, drones y nanosensores para proporcionar mejores datos para la agricultura cotidiana, haciéndola menos laboriosa y ayudando a reducir el uso de fertilizantes. Aun así, estas tecnologías solo se utilizan a una escala muy pequeña, suelen ser caras y deben demostrar su valía antes de adoptarse plenamente.
La red agrisocial
En medio de tanta innovación y desarrollo, la comunicación de la comunidad agrícola debe transformarse para que todo el mundo esté al día. Se han establecido centros sociales en línea, no solo para apoyar la agricultura cotidiana, sino también para compartir ideas sobre temas importantes, como una agricultura menos intensiva en mano de obra, la eficacia de las nuevas tecnologías y el desarrollo de cultivos, entre otros.
Este intercambio de ideas, comentarios y datos es especialmente importante para una industria que a menudo se ha desarrollado en pequeños nichos, donde campesinos aislados tienen poco acceso a datos comparables y los precios de los materiales pueden ser opacos. Así, los foros de este tipo aportan una claridad muy necesaria sobre la eficacia de los diferentes cultivos y su rendimiento potencial en distintos tipos de suelos o regiones. Tal intercambio de conocimientos agrícolas es fundamental para mejorar la eficiencia general de la industria.
La era de la agrotecnología
Aunque ahora mismo quizá no esté en el punto de mira de muchos, la transformación de la agricultura no ha escapado a la atención de los inversores astutos, acostumbrados a identificar innovaciones tecnológicas con potencial de cambiar las reglas de juego. Este interés ha hecho que las inversiones en agrotecnología alcancen los 22.300 millones de dólares en 20206, lo cual ha proporcionado una financiación muy necesaria para el desarrollo y e implementación más generalizada de estas nuevas tecnologías, pero también podría inflar las valoraciones y dificultar la búsqueda de oportunidades genuinas.
En BNP Paribas Asset Management adoptamos una mentalidad investigadora a la hora de analizar la abundancia de oportunidades agrotecnológicas, para separar el trigo de la paja e identificar qué empresas liderarán el mercado en el futuro. Creemos que el mundo se halla a las puertas de una nueva revolución agrícola impulsada por el ámbito digital. En los próximos 20 años se producirá una transformación en la forma en que cultivamos, transportamos y consumimos alimentos, lo cual ofrecerá oportunidades atractivas a los inversores. Además, estas oportunidades están en consonancia con la transición hacia una economía mundial más sostenible.
Tribuna de Ulrik Fugmann gestor del BNP Paribas Energy Transition
Pixabay CC0 Public Domain. Oficinas europeas: ¿Están preparadas para la evolución digital?
El COVID-19 ha actuado como catalizador para acelerar tendencias que estaban en marcha mucho antes de que surgiera la pandemia. Las modalidades de trabajo híbridas y la digitalización de las prácticas laborales ya habían sido adoptadas por muchas organizaciones, en algunos casos desde hace varias décadas. Los avances tecnológicos de los últimos cinco años nos han permitido a todos adoptar una forma de trabajo más ágil, al tiempo que se mantienen niveles significativos de conectividad y productividad fuera de la oficina.
Como consecuencia del COVID-19 y los confinamientos, se ha acelerado la tendencia a flexibilizar el lugar de trabajo. No esperamos que esta tendencia se revierta del todo, incluso cuando la crisis sanitaria haya terminado. Aunque las empresas inevitablemente reevaluarán sus necesidades de espacio en las oficinas a la luz de acuerdos de trabajo más flexibles, es probable que esta sea una tendencia a medio y largo plazo. Las empresas más grandes necesitarán tiempo para evaluar exhaustivamente estas necesidades.
Las encuestas indican que los empleados que trabajan en oficinas buscan una mayor flexibilidad en un mundo post pandémico. La mayoría de los trabajadores quieren trabajar desde casa dos o tres días a la semana, lo que implica que el trabajo híbrido está aquí para quedarse. La presión de los costes y el ahorro de eficiencia significan que muchas empresas acogerán con agrado un nivel reducido de dependencia de la oficina.
Tomado de forma aislada, una mayor proporción de los trabajadores de oficina que trabajan desde casa implicaría una reducción significativa de la ocupación de la oficina. Un factor compensatorio importante será la menor tendencia a la densificación a largo plazo, ya que los ocupantes de oficinas han estado absorbiendo menos espacio por empleado. La creación de un entorno de trabajo óptimo, en el que los factores de bienestar son fundamentales para maximizar la productividad, tendrá prioridad sobre el aumento de las mesas de escritorio. Esto implica que habrá más espacio asignado por empleado con menos trabajadores en la oficina en un momento dado. Creemos que la menor densificación del espacio de oficina sólo compensará parcialmente el impacto del trabajo desde casa, lo que llevará a una reducción de la demanda de oficinas de entre el 15 y el 20% a largo plazo en algunos mercados. Los activos de menor calidad y menos adecuados para su uso en las ubicaciones más débiles se llevarán la peor parte de la caída de la demanda. Curiosamente, también podría aumentar la competencia por aquellos edificios que cumplen todos los requisitos para los ocupantes.
El enfoque en los hechos (FACTS)
La oficina seguirá cumpliendo una función importante para la gran mayoría de las organizaciones, pero sin duda la función que cumple cambiará. Es más probable que las empresas se centren en entornos menos densos, con más espacios de colaboración. Este es el caso, sobre todo, de las empresas que operan en sectores de servicios, donde la generación de ideas, el intercambio de conocimientos y la atracción y formación de talentos son cruciales para sus modelos de negocio. No todo el espacio de oficinas será adecuado para permitir a los ocupantes alcanzar estos requisitos futuros, y esperamos que estén dispuestos a pagar un alquiler relativamente más alto por metro cuadrado para el espacio adecuado en el futuro.
Para asegurarnos de que tenemos o compramos oficinas adecuadas para el futuro, creemos que hay que centrarse en la flexibilidad, la comodidad, la conectividad, la tecnología y la sostenibilidad (FACTS). Las oficinas que reúnan las siguientes características serán las más adecuadas para atraer y retener a los inquilinos a largo plazo: espacio adaptable; acceso inmediato a los servicios locales; servicios de alta calidad en el propio lugar; excelente acceso a los principales servicios de transporte; que ya cuenten con una infraestructura de construcción inteligente, o que puedan instalarla; y, fundamentalmente, que cuenten con sólidas credenciales medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG).
La oficina del futuro
Las diferencias serán inmediatamente evidentes al entrar en las oficinas del futuro. Los empleados, sus invitados o sus clientes serán recibidos por zonas de vestíbulo amplias y bien diseñadas. Estos ofrecerán instalaciones más accesibles y la posibilidad de conectarse física y digitalmente con las áreas del edificio a las que necesiten acceder. La dotación de ascensores será materialmente mayor que antes, mientras que los pasillos contiguos y otras zonas auxiliares deberán ofrecer mayor espacio para que las personas se muevan y circulen por el edificio con seguridad.
Sin lugar a dudas, la mayor eficiencia energética y los criterios generales ESG serán fundamentales para los inquilinos y los inversores. Sin embargo, puede que los mayores requisitos para las oficinas del futuro no sean visibles en absoluto: estar totalmente conectadas digitalmente. Esto significa que el espacio de escritorio, las salas de reuniones, las clases de ejercicio y otros servicios in situ se reservarán a través de una aplicación. Esto también proporcionará un acceso sin contacto a la oficina y permitirá al personal pedir previamente café y comida en las instalaciones. Los sensores ajustarán la calefacción y la refrigeración en función del número de personas que haya en una sala de reuniones o en la oficina en general. También informarán al personal y a los gestores del edificio sobre la calidad del aire. En resumen, la oficina será el lugar preferido para aprender, colaborar y socializar, con excelentes instalaciones para todos los empleados, tanto dentro como en los alrededores de la oficina.
Tribuna elaborada por Craig Wright, jefe de análisis de inversiones inmobiliarias europeas de Aberdeen Standard Investments, y David Scott, analista senior de inversiones inmobiliarias de Aberdeen Standard Investments.
Pixabay CC0 Public DomainImagen de Gerd Altmann. ASI
El temor a que la variante Delta haga fracasar el crecimiento mundial parece impulsar la toma de decisiones de inversión, a pesar de que en nuestra opinión el principal riesgo en el que deben centrarse los inversores es la inflación.
Ahora que los países han superado las fases iniciales del ciclo de recuperación, los inversores se preocupan por los datos macroeconómicos en busca de posibles señales que adviertan de una reversión del crecimiento.
Sospechamos que los cambios que permiten percibir datos como las nóminas y el desempleo en EE.UU. impulsarán las asignaciones de los inversores y las ventas del mercado basadas en el temor a una mayor propagación de la variante Delta. Sin embargo, el mayor riesgo para los mercados es que las presiones inflacionistas no sean transitorias, como piensa la mayoría de los expertos. Una inflación persistente pesaría sobre los beneficios de las empresas al aumentar los costes y perjudicar los salarios, lo que haría que los bancos centrales subieran los tipos de interés y afectaría negativamente a los mercados de renta variable.
También existe el riesgo de que los bancos centrales reaccionen a la inflación demasiado tarde y suban los tipos con demasiada rapidez, lo que podría provocar una corrección en los múltiplos de las acciones y las valoraciones. Además, si el tipo del impuesto de sociedades en EE.UU. vuelve a subir al 28%, como se ha propuesto, también supondría un lastre para las expectativas de beneficios de las empresas.
Sin embargo, los fabricantes de vacunas de todo el mundo han estado muy ocupados analizando la mejora de sus productos, lo que refuerza nuestra creencia de que serán capaces de incrementar la protección contra las mutaciones del virus.
Por eso, en nuestra opinión, es más probable que la variante Delta retrase el crecimiento mundial a que lo haga descarrilar, prolongando el ciclo de recuperación existente, ya que algunas economías tardan más en recuperarse que otras. La reapertura gradual de la economía está aliviando las restricciones en las cadenas de suministro y es probable que los gobiernos sean estrictos en lo que respecta a los confinamientos, ya que buscan contener los brotes de virus.
Además, los bancos centrales ya están atentos a los cambios en la inflación y dispuestos a actuar para prevenir los problemas antes de que se produzcan por completo. De cara al futuro, esperamos que la renta variable obtenga mejores resultados a medio plazo, gracias al entorno macroeconómico favorable y al sólido crecimiento de los beneficios de las empresas.
Aun así, los inversores deberían adoptar un enfoque equilibrado, ya que prevemos que los mercados de renta variable fluctuarán entre fases que favorezcan a los valores de crecimiento, valor, cíclicos y defensivos de forma intermitente. En los meses en los que los datos macroeconómicos son decepcionantes, los valores de crecimiento (tecnología, servicios de comunicación) y defensivos (sanidad) deberían ir bien; en los meses en los que los datos superan las expectativas, el valor (sectores financieros, materias primas) y los valores cíclicos (industriales) deberían salir beneficiados.
Mantenemos una infraponderación en renta fija a nivel de cartera. Sin embargo, si el ciclo de recuperación se prolonga, como esperamos, esto pondría un límite suave a la subida de los rendimientos de los bonos. Esto proporcionaría un argumento de inversión para la renta fija en determinados mercados y en diferentes niveles de calidad.
Nos inclinamos por los bonos de alto rendimiento en dólares, donde los diferenciales ofrecen un amortiguador contra un aumento de los rendimientos, especialmente teniendo en cuenta nuestra expectativa de que las materias primas se mantendrán firmes, con potencial alcista.
Creemos que el dólar estadounidense superará a la mayoría de las divisas asiáticas a corto plazo, dada la difusión de la variante Delta y las bajas tasas de vacunación en países asiáticos como Tailandia, Malasia y Filipinas.
Prevemos que la Reserva Federal de EE.UU. anunciará una reducción de las compras de bonos de alguna manera a finales de este año, para comenzar a principios de 2022. Esto elevaría el diferencial de tipos de interés entre Estados Unidos y el resto del mundo, lo que también impulsaría al dólar.
Por el contrario, de cara al futuro a medio plazo, las divisas asiáticas podrían ponerse al día, ya que esperamos que los bancos centrales de la región (es decir, Corea, India y Singapur) suban los tipos de interés en 2022, antes que la Fed en 2023.
Dentro de Asia, nos parecen atractivos algunos mercados de deuda soberana en moneda local. Nos gustan los bonos del Estado en los que el carry es elevado, la moneda es estable y el roll-down de la tenencia de bonos es atractivo. Un mercado que resulta atractivo es China. Allí, el banco central se muestra dovish y utiliza sus herramientas políticas para apoyar el crecimiento. El recorte del coeficiente de reservas obligatorias (RRR) de China en julio envió señales de relajación al mercado. Además, el RMB es estable, y el gobierno desconfía tanto de una moneda débil que provoque salidas como de una moneda fuerte que perjudique las exportaciones.
Lo que queda por ver es qué harán los responsables políticos en lo que queda de año para apoyar el crecimiento, ya que se empeñan en conciliar sus objetivos de reforma estructural a largo plazo y sus objetivos de crecimiento a corto plazo. Las decisiones que tome China (o que no tome) tendrán diferentes implicaciones para las acciones y los bonos del país. Si los responsables políticos se centran en garantizar la liquidez, es probable que los rendimientos de los bonos chinos se compriman aún más, impulsando el crecimiento de la renta variable y beneficiando a las empresas de calidad con finanzas sólidas y buena gobernanza. Si la agenda de reformas estructurales supera los objetivos de crecimiento para 2021 y los responsables políticos siguen endureciendo la regulación en los sectores de Internet, educación e inmobiliario, es probable que el sentimiento negativo afecte a estos sectores.
Independientemente del camino que tomen los responsables políticos, vemos importantes oportunidades alfa en China para los ganadores de estas decisiones políticas. En nuestra opinión, es preferible tener una asignación amplia a la renta variable y a la renta fija chinas, o a ambas. Ofrece ventajas de diversificación a una cartera multiactiva global.
Tribuna de Irene Goh, Head of Multi-Asset Solutions, Asia Pacific, de Aberdeen Standard Investments
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En multitud de ocasiones, los individuos toman decisiones irracionales, movidos por el miedo, la euforia, la envidia, la tristeza, el ruido mediático o la presión social. Esa irracionalidad soslaya aspectos técnicos, de valoración de los activos, gestión de riesgos y disciplina, y es ahí donde las emociones toman el protagonismo con consecuencias casi siempre negativas.
Las burbujas financieras que emergen cada cierto tiempo surgen de estas emociones. En este artículo, explicamos cómo surgen y cómo podemos detectarlas para evitar vernos envueltos en ellas.
¿Qué es una burbuja?
En términos de mercados financieros, una burbuja se produce cuando existe un fuerte incremento de demanda en un activo, en un periodo de tiempo breve, teniendo como consecuencia un importante incremento de precios. El enriquecimiento de los que van adquiriendo el activo actúa de efecto llamada para aquellos que no quieren “perderse la fiesta”. En este punto, aparece la sensación general de que esto seguirá subiendo eternamente, pues siempre habrá alguien dispuesto a comprarlo. La codicia es peligrosa, como ha ido sucediendo a lo largo de la historia con las burbujas.
Lamentablemente, cuando se invierte pensando solo en la rentabilidad es fácil olvidarse de los riesgos, como la concentración en pocos activos, mezclar historias que “suenan” bien con inversiones sobrevaloradas. Y como en el cuento de Andersen, del Rey Desnudo, en algún momento alguien alza la voz para desengañar a fieles clientes que es toda una ilusión, y se produce una caída brusca de los precios del activo. Pero el ser humano cada cierto tiempo tropieza en la misma piedra.
Fases de las burbujas en los mercados financieros
Según el economista Hyman Minsky, las fases de las burbujas del mercado son:
Comienzo: los inversores se dejan llevar por un escenario que promete ser un cambio de paradigma para el entorno económico. Cuidado con la frase “esta vez es diferente”
Boom: el precio del activo empieza a atraer la atención de gran parte de los inversores. Cuidado: cuando todos hablan de lo mismo, es bueno incluso incrementar la precaución
Euforia: cuando la burbuja alcanza su máximo apogeo, con valoraciones muy alejadas de lo que dictan los fundamentales.
Toma de beneficios: algunos inversores empiezan a darse cuenta de la irracionalidad que sustenta los precios del activo.
Pánico: llega el final de la burbuja, con los inversores sufriendo un agresivo desplome de los precios del activo inflado irracionalmente. Al caer el precio los inversores van vendiendo el activo en función de su aguante emocional.
La historia que siempre se repite
De las grandes burbujas económicas y financieras, se considera pionera la de los tulipanes de los Países Bajos en el siglo XVII durante la cual los precios de estos bulbos experimentaron subidas exponenciales en menos de cinco años, llegando a valer más que una casa, cuando el bulbo del tulipán es de por sí un producto perecedero. Su final fue abrupto y produjo una grave crisis económica en una de las potencias de la época.
Desde entonces, no han sido pocos los fraudes que han desembocado en burbujas, generadas, una vez más, por dejarse llevar por las historias fantásticas, pero que no están respaldadas desde el punto de vista técnico, ni de la gestión de riesgos. Por ejemplo,la célebre estafa piramidal de Bernard Madoff, la inversión en sellos o, salvando las distancias, el éxtasis colectivo que produjeron las primeras compañías de internet (por ejemplo, Terra, del Grupo Telefónica, que llego a valer más que BBVA y que, una vez vista la falta de contenido, terminaron de forma abrupta con la crisis bursátil puntocom). En España, la crisis inmobiliaria, también dejó en posición delicada a muchas familias y empresas que pensaban que había encontrado la manera de hacer dinero fácil, rápido y sin riesgo de manera continuada.
Cómo evitarlas
Las burbujas no cesarán, pues la irracionalidad y la codicia están presentes en el comportamiento humano. Ahora bien, para aquellos que tengan la capacidad de aprender de la historia, podrán emplear las siguientes herramientas, para navegar seguros durante los momentos de histeria colectiva.
La inversión es lo contrario que la especulación. Especular es invertir sin criterio para “forrarnos”. Como dice Warren Buffett, “si te sientas a jugar al póker y no sabes quién es el pardillo, el pardillo eres tú”.
Nunca invertir en nada que no se entienda en cinco minutos o que no está clara la forma de subir de valor de manera fundamental en términos económicos.
Diversificar las inversiones para minimizar las consecuencias de posibles contagios en los mercados financieros, incluso si no se cuenta con posiciones en activos sobrevalorados. Cualquier alejamiento de este principio de la inversión acarrea mucho dolor en el medio y largo plazo.
No invertir buscando maximizar la rentabilidad per se, sino ponderando los riesgos. Es bien conocida la Ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá.
Separar las historias del proceso inversor. Las historias emocionan, las valoraciones de los activos han de ser racionales.
Nunca invertir en nada que se base en “te lo estás perdiendo”. Como dicen los castizos, “el último duro que se lo lleve otro”.
Tribuna de Borja Durán, socio fundador de Wealth Solutions y Finletic.
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) nos ha dejado un crítico recordatorio este 9 de agosto. Su último informe nos confirma la verdadera dimensión de la emergencia climática a la que nos enfrentamos: un código rojo para la humanidad.
A menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan rápidamente y a gran escala, limitar el calentamiento global a 1,5 ºC será un objetivo inalcanzable. Los expertos nos advierten que tal incremento en la temperatura podría alcanzarse ya en 2040, si no antes.
En tal escenario, fenómenos meteorológicos y climáticos extremos afectarán a todas las regiones del mundo sin excepción. Desde Cancún, afectado por 2 huracanes en 2020, Turquía, recientemente asolada por incendios y la vecina Texas, donde las tormentas invernales provocaron la crisis energética de febrero.
Las empresas de bienes raíces vivimos estos riesgos de manera directa, puesto que afectan nuestra operación y los ingresos que de ella derivan. Nuestro portfolio de 661 propiedades y 10 millones de metros cuadrados, no se escapa a la adversidad de los fenómenos meteorológicos extremos y tenemos identificados los riesgos a los que nos enfrentamos que son riesgos físicos y riesgos de transición.
En estos diez años de existencia hemos visto muchos cambios en nuestra industria. Hemos comprobado en nuestra propia piel que la ciencia climática no se equivoca. Sin embargo, en México no siempre se cae en la cuenta de que todo riesgo climático también ofrece oportunidades.
Así nos lo demuestran las recomendaciones del TCFD, creado en el seno del Financial Stability Board y con el apoyo de Michael Bloomberg. Si las empresas de Bienes Raíces alineamos nuestro reporte financiero al marco conceptual del TCFD podrán identificar qué bienes de su portfolio están bajo más presión y priorizar qué medidas deben emplear al respecto.
De este modo, no solo podemos mitigar los impactos climáticos en el portfolio sino también cuantificar y monetizar otros riesgos derivados como la reparación o el lucro cesante por potenciales cierres de actividad económica.
El sector de las FIBRAS, aparte de riesgos físicos, está sometido también a riesgos de transición o regulatorios. La infraestructura que ya está construida, es responsable del 40% de las emisiones globales, lo cual implica una mayor presión regulatoria para mejorar la eficiencia energética y la huella de carbono de los edificios. Tales riesgos pueden gestionarse mejor con la ayuda del TCFD.
Entre las oportunidades que ofrece el reporte alineado con el TCFD está el análisis de vulnerabilidades. Por ejemplo, cuando adquirimos nuevas propiedades. El TCFD puede beneficiar el proceso de decisión y negociación de forma crítica, pues ayuda a entender mejor el precio y valor en la compraventa de bienes.
Inicialmente han sido los inversionistas internacionales quienes han hecho más hincapié en el uso del TCFD para integrar la cuestión climática en los estados contables de las empresas. No obstante, los actores nacionales también han empezado a incrementar su nivel de exigencia, incluidos los organismos supervisores.
El proceso de adopción e implementación del TCFD no está exento de desafíos, pero la perseverancia acaba por traer recompensas, al ser la empresa de bienes raíces más grande de Latinoamérica, tenemos inversionistas que evalúan nuestras prácticas de sostenibilidad y TCFD nos ha permitido responder a sus necesidades y lo que a ellos les interesa en términos de cambio climático. Durante este proceso, nuestra experiencia nos dice que los equipos de sostenibilidad y los equipos financieros suelen tender puentes y crear un lenguaje común que cohesiona internamente a las organizaciones.
Las empresas de bienes raíces estamos inmersas en la década de la acción climática y para estar a la altura de las circunstancias una estrategia empresarial alineada con el TCFD puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Por Ana Karen Mora, directora de Sostenibilidad, FIBRA UNO
Pixabay CC0 Public Domain. El ‘Objetivo 55’ de la UE y la inversión en infraestructuras
Acelerar el objetivo cero emisiones netas: El 14 de julio, la Comisión Europea propuso una reforma destinada a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030, en comparación con los niveles de 1990, y a lograr la neutralidad climática para 20501. La reforma propuesta, denominada «Objetivo 55», define una hoja de ruta de medidas legislativas que impulsarían una aceleración de la descarbonización en Europa, y podría tener un amplio impacto en varios sectores de infraestructuras. Con la expectativa de que el sector privado contribuya materialmente al programa, prevemos que la cartera de oportunidades de inversión en infraestructuras se amplíe en los próximos años.
Una reforma compleja: La propuesta de reforma deberá ahora ser validada por el Parlamento Europeo y el Consejo antes de convertirse en ley; se prevé que las negociaciones se prolonguen hasta 2022 y que algunas partes de la reforma puedan ser objeto de modificaciones. La reforma se basa en un complejo paquete de nuevas directivas y reglamentos, pero también modifica la normativa existente, la cual ha demostrado su eficacia para apoyar la transición energética en Europa durante la última década. La normativa que forma parte de la reforma incluye principalmente modificaciones del Régimen comunitario de comercio de derechos de emisión (RCDE), de la Directiva de Eficiencia Energética (DEE) y Energías Renovables (DER), de la Directiva relativa a la implantación de una infraestructura para los combustibles alternativos y de la normativa sobre normas de emisión de CO2 para los vehículos de carretera. También incluye nuevas propuestas para la regulación de «ReFuelEU Aviation», «FuelEU Maritime» y para un Fondo Social para el Clima destinado a reducir las desigualdades sociales.
Una oportunidad para los inversores: El marco político propuesto puede estimular la innovación tecnológica en las infraestructuras y crear una serie de nuevas oportunidades de inversión, en particular para las infraestructuras básicas y de valor añadido de los mercados pequeños y medianos. Prevemos que los sectores de infraestructuras emergentes, como los combustibles alternativos y las infraestructuras de repostaje relacionadas, el hidrógeno verde, así como las oportunidades de desarrollo en sectores de infraestructuras ya establecidos – como las redes, el material rodante, las energías renovables y la eficiencia energética -, proporcionarán un mayor flujo de proyectos a lo largo del tiempo, atrayendo el capital institucional especialmente a los sectores en los que la regulación apuntala la visibilidad de los flujos de caja y el crecimiento.
Ampliación del régimen de comercio de derechos de emisión: La propuesta incluye una ampliación del actual régimen de comercio de derechos de emisión de la UE. El actual RCDE, un sistema de comercio con fijación de límites máximos, se centra principalmente en los sectores energético, siderúrgico y químico, que tienen que pagar por aquellas emisiones que superen la cantidad asignada. A lo largo de la última década, el RCDE ha contribuido a un relevo parcial del carbón por el gas en la producción de energía, con una tarificación de las emisiones de carbono que ha superado recientemente los 55 euros/tonelada en julio de 20212, impulsando los precios de la electricidad y la rentabilidad de las energías renovables. La propuesta pretende ampliar el ámbito de aplicación del RCDE al sector del transporte marítimo de manera gradual a partir de 2023, y eliminar paulatinamente las asignaciones gratuitas para el sector de la aviación de aquí a 2026. La Comisión Europea también tiene previsto regular las emisiones del transporte por carretera y de los edificios mediante un nuevo sistema de comercio independiente centrado en los proveedores de combustible, cuya entrada en vigor está prevista para 2026. La conversión de residuos en energía fue reconocida como un instrumento para el tratamiento de residuos no reciclables y para la reducción de las emisiones de metano de los vertederos, concentrando los esfuerzos políticos en el apoyo a la captura y almacenamiento de carbono para las plantas de conversión de residuos en energía. En consecuencia, la conversión de residuos en energía no se incorporó a la revisión del RCDE, sino que se mantuvo en el marco del Reglamento de Reparto del Esfuerzo (RRE), cuyos objetivos de reducción de emisiones se fijan a nivel nacional.
Aumento del precio de las emisiones: La Comisión propone que las emisiones de los sectores actualmente incorporados al RCDE, incluida la ampliación al sector marítimo, se reduzcan en un 61% hasta 2030, en comparación con los niveles de 2005. Esto representa un aumento del 18% en comparación con el objetivo actual del 43%. La propuesta también prevé que la cantidad de permisos de emisión que entran en el mercado de carbono de la UE cada año se reduzca a un ritmo más rápido, e incluye el fortalecimiento de la «reserva de estabilidad del mercado» del RCDE, un mecanismo diseñado para evitar la acumulación de un exceso de permisos y la consiguiente reducción de los precios del carbono. Gracias a las medidas propuestas, la Comisión Europea espera que los precios del carbono aumenten hasta unos 85 euros/tonelada en 2030, lo que acelerará materialmente el ritmo de descarbonización3. Se espera que un nuevo Fondo Social para el Clima contribuya a abordar los retos sociales a los que pueden enfrentarse los grupos vulnerables de la sociedad como consecuencia del aumento de los costes asociados a la reforma del RCDE.
Combustibles alternativos para la aviación y el transporte marítimo: La Comisión Europea pretende reducir las emisiones en los sectores de la aviación y el transporte marítimo. En el caso de la aviación, además de la eliminación progresiva de las asignaciones gratuitas de emisiones para 2026, la reforma propone incorporar también un recargo a los combustibles para los vuelos de pasajeros dentro de la UE. Se prevé que esta medida, junto con las iniciativas propuestas ReFuelEU Aviation y FuelEU Maritime, impulse un aumento de la oferta de mezclas y combustibles sostenibles en los sectores de la aviación y el transporte marítimo, y acelere la innovación tecnológica para los combustibles de emisiones cero. Además, puede haber nuevas obligaciones que empujen a los aeropuertos de la UE a proporcionar la infraestructura necesaria para la entrega, el almacenamiento y el aumento de los combustibles de aviación sostenibles. 4
Emisiones de vehículos, infraestructura de carga y repostaje: La reforma pretende endurecer las normas de emisión del transporte por carretera, incluidos los turismos y los vehículos comerciales ligeros, e incentivar el crecimiento de los vehículos de bajas emisiones. Según la propuesta, a partir de 2030, las emisiones medias anuales de los vehículos nuevos deberán ser un 55% inferiores a las de 2021, y un 100% inferiores a partir de 2035, lo que supondrá la prohibición de los motores de combustión interna para los vehículos nuevos. Se prevé que los vehículos híbridos y eléctricos acaparen con diferencia la mayor parte del crecimiento previsto del mercado de vehículos de bajas emisiones, y que el hidrógeno sólo represente una alternativa económicamente viable a medida que mejore progresivamente la economía de la producción de hidrógeno ecológico. La directiva sobre el establecimiento de infraestructuras de combustibles alternativos establece que los Estados miembros de la UE deben garantizar la existencia de estaciones de recarga eléctrica en las principales carreteras cada 60 km y de estaciones de repostaje de hidrógeno cada 150 km5.
Impulsar las energías renovables: La propuesta de la UE «Objetivo 55» modifica la Directiva sobre energías renovables y contribuye a una agilización adicional de las mismas. La Comisión Europea propuso aumentar el objetivo de las energías renovables hasta el 40% en 2030, frente al 32%, con objetivos específicos para el transporte, la calefacción, la refrigeración, los edificios y la industria, y con mayores criterios de sostenibilidad para la bioenergía6. Para alcanzar estos ambiciosos objetivos, la UE necesitaría duplicar su capacidad anual de instalación de energías renovables en toda Europa, lo que incluye un aumento sustancial de la capacidad eólica, especialmente en el mar, y de los proyectos de energía solar fotovoltaica. La reforma propuesta también contribuiría a definir el hidrógeno verde como combustible renovable, y se prevé un aumento gradual de su producción durante la próxima década. Teniendo en cuenta que se espera que los precios de la electricidad aumenten en la próxima década, prevemos que las energías renovables vayan alcanzando cada vez más la paridad de red en toda Europa. Este factor, junto con el continuo crecimiento del mercado europeo de acuerdos de compra de energía a largo plazo, debería apoyar el crecimiento de la capacidad de las energías renovables en Europa y el continuo interés de los inversores institucionales.
Objetivos de eficiencia energética: La reforma incorpora una reelaboración de la Directiva de Eficiencia Energética, que establece objetivos vinculantes de reducción del consumo de energía. La propuesta puede llevar a duplicar las obligaciones de ahorro anual para los distintos Estados miembros, lo que se traduce en una mayor reducción del consumo de energía para 2030 a nivel de la UE. La reforma identifica medidas específicas para acelerar las renovaciones de edificios que contribuyan a la eficiencia energética. Además, el paquete incorpora la obligación de que el sector público reduzca el consumo de energía de los servicios públicos, como el transporte público, el agua y la gestión de residuos, y exige al sector público que renueve los edificios gubernamentales a un ritmo anual del 3%7. Como resultado de estas medidas, esperamos un mayor crecimiento del sector de los servicios de eficiencia energética, y un mayor volumen de licitaciones públicas y asociaciones público-privadas centradas en la mejora de la eficiencia energética entre las infraestructuras relacionadas con el Gobierno.
Tribuna de Gianluca Minella, director de análisis de infraestructuras, alternativas, en DWS, y Aizhan Meldebek, analista de infraestructuras, alternativas, en DWS.
1. Comisión Europea, «Pacto Verde Europeo: la Comisión propone transformar la economía y la sociedad de la UE para alcanzar los objetivos climáticos», 14 de julio de 2021.
2. Según Bloomberg, julio de 2021.
3. Bloomberg Green, «Europe CO2 Prices May Rise More Than 50% by 2030, EU Draft Shows», 29 de junio de 2021.
4. Comisión Europea, «Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo para garantizar la igualdad de condiciones en el transporte aéreo sostenible», 14 de julio de 2021.
5. Comisión Europea, «Revisión de la Directiva relativa a la implantación de una infraestructura para los combustibles alternativos», 14 de julio de 2021.
6. Comisión Europea, «Modificación de la Directiva sobre energías renovables para aplicar la ambición del nuevo objetivo climático para 2030», 14 de julio de 2021.
7. Comisión Europea, «Propuesta de Directiva sobre eficiencia energética (refundición)», 14 de julio de 2021.
Fuente: DWS, Comisión Europea, Bloomberg, julio de 2021. Los resultados pasados no son indicativos de la rentabilidad futura. Las previsiones se basan en supuestos, estimaciones, opiniones y modelos o análisis hipotéticos, que podrían resultar inexactos o incorrectos.
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Pixabay CC0 Public DomainImagen de Steve Buissinne. DPAM
El mercado de deuda ASG ha crecido rápidamente en los últimos años. 2020 fue un año estelar para esta clase de activo, con un crecimiento del 29%. El impulso de los bonos sociales, que coincidió con la expansión de la COVID-19 y los problemas sociales relacionados -desde cuestiones de salud y seguridad hasta un aumento de las cifras de desempleo-, facilitó este fuerte aumento. No obstante, en 2021 los bonos verdes siguen siendo el mayor impulsor de este mercado.
Pero aparte de los bonos verdes, ¿qué otros instrumentos se pueden encontrar en el mercado de deuda ESG? Los bonos vinculados a la sostenibilidad son un ejemplo de un nuevo tipo de emisión. En 2019 Enel, la empresa de servicios públicos, emitió el primero y han ganado una rápida tracción entre los inversores sostenibles, con la intención de seguir aumentando. Este nuevo tipo de emisión no debe confundirse con los bonos sostenibles, que mezclan intencionadamente proyectos verdes y sociales y funcionan con el mismo mecanismo que los bonos sociales o verdes.
Los bonos verdes pueden clasificarse como instrumentos de deuda vinculados con determinadas actividades, es decir, los ingresos de los bonos se dedican a proyectos claramente delimitados. Este instrumento permite a los inversores entender de forma transparente a qué se destinará la financiación, en el caso de los bonos verdes a soluciones a problemas medioambientales como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad.
Las estrictas directrices establecidas por la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA), los llamados Green Bond Principles (GBP), garantizan la máxima transparencia hacia los inversores.
La trayectoria de los bonos verdes ha demostrado claramente el valor añadido de este tipo de instrumentos para mover el capital hacia proyectos que generan un impacto medioambiental positivo. No obstante, la característica principal del instrumento también se enfrenta a una pequeña desventaja, y es que al tener un enfoque basado en el «uso de los ingresos», los sectores financiero y de servicios públicos están sobrerrepresentados entre los emisores corporativos de este tipo de bonos.
Sin embargo, es necesaria una transición en todos los sectores para hacer frente a los desafíos medioambientales. Una posible respuesta a este sesgo está en los bonos ligados a la sostenibilidad (SLB).
Bonos ligados a objetivos sostenibles
ICMA los describe como cualquier tipo de instrumento de renta fija cuyas características financieras y/o estructurales pueden variar en función de que el emisor alcance unos objetivos ASG predefinidos. La característica variable del bono suele consistir en un aumento de los tipos de los cupones si el emisor no alcanza los objetivos de sostenibilidad predefinidos.
Se trata de un instrumento orientado al futuro y basado en el rendimiento, por lo que, a diferencia de los bonos verdes, pueden clasificarse como un instrumento vinculado al comportamiento. Un instrumento en el que el inversor no sabe dónde se invertirán los fondos, pero puede tener una garantía razonable acerca del impacto que la empresa generará a través de uno o varios objetivos sostenibles predefinidos. Al dejar de lado las restricciones relacionadas con los proyectos, se permite que un mayor número de emisores utilicen este instrumento.
Es importante destacar que, a diferencia de los bonos verdes y sociales, no hay «asignación» del uso de los ingresos del bono a proyectos medioambientales o sociales específicos. El emisor tiene plena libertad sobre el uso de los ingresos. Esta flexibilidad adicional es a la vez una bendición (universo más amplio) y una maldición (más potencial para el greenwashing).
Las cifras del mes de abril, que se pueden ver en el siguiente gráfico, demuestran esta diversificación en los emisores corporativos gracias a la introducción de los bonos vinculados a la sostenibilidad.
Con el fin de estandarizar la configuración de este instrumento, ICMA también ha elaborado unas directrices voluntarias para las empresas que estén considerando la posibilidad de emitir un SLB, con cinco componentes clave:
– La selección de los KPI que se consideren básicos y relevantes para el emisor. Además, el KPI debe ser medible y, preferiblemente, verificable de forma externa. Un ejemplo puede encontrarse en el marco de SLB de H&M que, entre otros KPI’s, ha identificado la proporción de materiales reciclados sobre el total de materiales utilizados en sus productos comerciales como un KPI material para su industria.
– La definición de los objetivos de rendimiento de sostenibilidad para los KPI seleccionados debe ser ambiciosa, es decir, no tiene sentido que una empresa ponga el listón bajo en sus compromisos sostenibles.
– Las características financieras o estructurales del bono cambiarán en función de la consecución de los objetivos predeterminados. Por ejemplo, Klabin, una empresa papelera brasileña, ha definido un incremento de 12,5 puntos básicos en el cupón si un KPI (intensidad del consumo de agua) no alcanza el objetivo establecido para 2025.
– La forma en que el emisor informará sobre sus avances en los KPI pertinentes y garantizará la plena transparencia con los inversores.
– Cómo se verifican los objetivos de cada KPI en los plazos predeterminados.
El aumento de los bonos sociales a partir de 2020
Dentro de este mercado también encontramos los bonos sociales, instrumentos de deuda ligados a la actividad y que se centran en proyectos con un impacto social a la hora de utilizar los ingresos. Al margen de este distinto alcance, su mecanismo es similar al de los bonos verdes. El auge de este tipo de instrumento, que triplicó las emisiones en 2020 en comparación con el año anterior hasta alcanzar la asombrosa cantidad de 150.000 millones de dólares, puede asociarse a la pandemia de la COVID-19 (por ejemplo, en proyectos para aliviar las cifras de desempleo y aumentar el acceso a la vivienda social o a los servicios sanitarios).
Las emisiones de bonos sociales también están floreciendo en 2021, y las emisiones actuales casi igualan la cifra del año pasado. Confiamos en que esta tendencia se mantenga y esperamos que las emisiones por parte de las compañías ganen tracción (sólo representan el 17% de las emisiones del mercado en 2021).
Necesidad de evaluaciones cualitativas
Gracias al enfoque medioambiental del plan de infraestructuras de Biden, el despliegue de iniciativas de la Unión Europea en este aspecto y la proliferación de objetivos de emisiones netas cero anunciados por gobiernos y empresas de todo el mundo, las emisiones de bonos sostenibles no harán más que aumentar.
Habrá mayores garantías de calidad con las futuras regulaciones, como las normas sobre bonos verdes recientemente publicadas por la Comisión Europea. Por otro lado, las gestoras de activos tendrán un nivel adicional de escrutinio por parte de los inversores para demostrar un conocimiento profundo de los retosde sostenibilidad de los emisores cuando inviertan en bonos vinculados a la sostenibilidad.
Columna de Matthew Welch, especialista en inversión responsable en DPAM
Seth Meyer, gestor de carteras high yield en Janus Henderson Investors. Seth Meyer, gestor de carteras high yield en Janus Henderson Investors
En Estados Unidos, se contabilizaron 19.911 quiebras empresariales durante los doce meses anteriores a la finalización del primer trimestre de20211. Detrás de esa cifra hay enormes dramas individuales y colectivos. La pandemia del coronavirus ha sido especialmente cruel con algunos. Y sin embargo, ¿qué pensaríamos si nos dijeran que estas cifras cayeron respecto al trimestre anterior? ¿O que el número total de quiebras empresariales en 2020 fue inferior al del año precedente? ¿O que este fenómeno se repitió en otros países como Reino Unido, Francia o Alemania? ¿Es realmente el resultado que cabría esperar de una pandemia global y de las consiguientes perturbaciones económicas?
Si analizamos la tasa de incumplimientos de los bonos high yield o de alto rendimiento (también denominados de grado especulativo o sub-investment grade), se aprecia un nítido repunte de las compañías que en 2020 no pudieron hacer frente a sus obligaciones de pago para con los tenedores de sus bonos.
No obstante, incluso aquí se aprecia algo interesante. La tasa de incumplimientos alcanza su máximo a un nivel notoriamente más bajo que durante la crisis financiera global de 2007-2009.
En parte, esto es así porque los bancos estaban mejor capitalizados y no cerraron las líneas de crédito al ralentizarse la economía. Pero, en su mayor parte, es reflejo de las medidas adoptadas por los bancos centrales y gobiernos para mantener el flujo del crédito. La combinación de tipos de interés ultrabajos y compras de activos para anclar los costos de financiación a niveles más bajos parece haber funcionado. De forma similar, las ayudas públicas de emergencia como los ERTE, las subvenciones y los préstamos a bajo costo han ayudado a las empresas a sortear un periodo de escasez de ingresos debido al cierre parcial de la economía.
Perdonar, pero no olvidar
También ha existido una gran cantidad de indulgencia. Reconociendo lo extraordinario de las circunstancias, los gobiernos han reducido los impuestos o concedido moratorias para el pago de los mismos. Los propietarios de inmuebles han permitido a sus inquilinos aplazar temporalmente el alquiler y las empresas de leasing han permitido diferir los pagos de las cuotas. Los acreedores han otorgado mayor flexibilidad a los deudores permitiendo que la proporción del endeudamiento no destinada a fines específicos aumente y que los plazos medios de reembolso se alarguen. Hay un entendimiento de que las empresas reducirán sus niveles de endeudamiento una vez que se recuperen unas condiciones económicas normales.
Pero toda factura tiene su vencimiento. Los ERTE acabarán, y a medida que se retiren otras medidas temporales de apoyo, no cabe excluir nuevos reveses. Las insolvencias aún podrían registrar un efecto retardado.
Revisiones a la baja y migración de calificaciones
Desde las agencias de calificación crediticia, las empresas han sufrido revisiones a la baja, y algunas se han visto degradadas de la categoría de investment grade a la especulativa (los denominados “ángeles caídos”). Con todo, es probable que lo peor haya pasado. Morgan Stanley apunta que los “ángeles caídos” tienden a concentrarse en torno a shocks económicos como recesiones, puesto que la variación calificativa de investment grade a high yield es típicamente un evento involuntario.
En contraste, las revisiones a la baja de A a BBB ocurren regularmente fuera de recesiones. Esto es así porque la ventaja de conservar un rating A frente a uno BBB, en términos de unos costos de financiación menores, no suele ser tan grande como el coste de perder el estatus de investment grade que representa BBB y tener que pagar el mayor costo de capital asociado a la banda high yield. En otras palabras, los equipos directivos podrían estar dispuestos a tolerar transiciones dentro de la banda investment grade por motivos de dirección empresarial (como tomar un préstamo para financiar el crecimiento) pero son más reticentes a perder el estatus investment grade.
Lo llamativo es la velocidad a la que se está produciendo la recuperación. La primera parte de 2021 ya ha deparado el regreso de “estrellas nacientes”, es decir, empresas que son reconocidas por las agencias de calificación como poseedoras de balances y perspectivas financieras suficientemente sólidos como para ser ascendidas desde el peldaño high yield al investment grade. El grupo de automoción Fiat Chrysler, la empresa de envasado y embalaje Smurfit o el grupo de tecnología Verisign son solo tres ejemplos de empresas que han realizado el tránsito al estatus de investment grade desde comienzos de año.
Liquidez: de instrumento precautorio a arma depredadora
Las empresas han sido razonablemente eficaces en la gestión de la liquidez durante la crisis, lo que se ha basado fundamentalmente en dos líneas de actuación. Primero, en la reducción del gasto en bienes de equipo por parte de muchas empresas. Ello ofreció una rápida vía de conservar liquidez, pero a costa de empañar las perspectivas de crecimiento en el futuro, al dejar de acometer proyectos que hubieran generado retornos.
Es cierto que parte de la inversión de capital puede haber sido improductiva, pero probablemente no sea una coincidencia el que los gobiernos de todo el mundo se esfuercen en que las empresas vuelvan a invertir y recuperen terreno. Ya se trate de la Ley de Infraestructuras propuesta por el presidente de EE. UU. Biden, el desembolso de los fondos ligados al Next Generation European Union Recovery Fund o la superdeducción que el Reino Unido ofrece a las empresas para desgravarse la inversión en bienes de equipo contra impuestos, hay un énfasis general en la inversión productiva –y sostenible– de capital.
Segundo, las empresas se han recapitalizado. Si nos fijamos tan solo en Europa, Bank of America estima que las empresas no financieras de la zona euro captaron 949.000 millones de EUR de recursos ajenos entre marzo de 2020 y abril de 2021, con una proporción 55:45 entre emisiones de bonos y préstamos bancarios. Las empresas emisoras high yield han sido más activas que las investment grade en cuanto a oferta neta de bonos nuevos, plasmándose en un superior crecimiento neto, como porcentaje del tamaño inicial de sus respectivos segmentos, en los mercados en euros, dólares y libras esterlinas2.
La cuestión ahora es si esta liquidez, que el año pasado tuvo motivo precautorio, se convertirá en un “botín de guerra” para financiar futuros proyectos, incluyendo fusiones y adquisiciones, aumentos de dividendos o recompras de acciones (con efectos potencialmente adversos para los tenedores de bonos).
Recuperación fulgurante
Los programas de vacunación están permitiendo la reapertura de las economías en muchas partes del mundo. Se espera que los beneficios se recuperen con rapidez. Las empresas supieron sobreponerse relativamente bien al COVID mediante la reconfiguración de sus cadenas de suministro y la búsqueda de nuevas vías para llegar a los clientes. Sin embargo, con la reapertura de la economía, sectores más cíclicos como la energía y el ocio han visto dispararse los precios de los bonos en respuesta al encarecimiento de las materias primas y la retirada gradual de las restricciones a la movilidad.
Los flujos de caja ya habían empezado a restablecerse a finales del año pasado, y deberían subir aún más con la recuperación de los ingresos de explotación. Por supuesto, existirá cierta demanda de liquidez con fines de reposición de inventarios y capital circulante una vez que la actividad se intensifique, pero es de prever que las empresas emprendan el largo camino hacia la reducción del endeudamiento acumulado. Esto no es poca cosa, pues muchas de ellas han tenido que financiar un año de ingresos reducidos.
La buena noticia es que los banqueros centrales permanecen alerta a las dificultades. Pese a no formar parte de su misión el mantener a flote negocios no rentables, están decididos a aplicar una política monetaria de sesgo acomodaticio para permitir que la recuperación se consolide. De hecho, la volatilidad de mercado registrada este año tuvo que ver con el temor a que los bancos centrales estuvieran prestando demasiada atención a apoyar el crecimiento económico y no la suficiente a los riesgos de un repunte inflacionario. Por ahora, aprobamos la actuación de los bancos centrales. Actualmente, las tasas de variación de los datos económicos están distorsionadas, pero irán ralentizándose en lo que respecta tanto al crecimiento económico como a la inflación conforme los efectos de base cesen de dejarse notar en las cifras.
Todo esto perfila un panorama razonablemente optimista de beneficios al alza, de mejora en las calificaciones crediticias y de entorno de incumplimientos bajos. Pero, ¿cuánto de esto se halla ya incorporado a los precios? Después de todo, aquellos diferenciales de crédito que se ampliaron durante la crisis se han contraído de nuevo hacia sus valores mínimos.
En su reciente estudio anual sobre incumplimientos, Deutsche Bank señaló la paradoja de que, si bien la tasa de incumplimientos de las últimas dos décadas se ha vuelto estructuralmente más baja, los diferenciales de crédito se han mantenido en unos niveles medios similares (véase gráfico 4). Por tanto, los inversores están recibiendo la misma remuneración a cambio de un riesgo de incumplimiento mucho menor. O, dicho a la inversa, los inversores están recibiendo una compensación superior para un determinado nivel de riesgo de incumplimiento.
Indican que las empresas se están beneficiando no solo del entorno de tasas de interés bajas para mantener sus costos de financiación en niveles asequibles, sino también de una mayor cuota de participación de los beneficios en el producto interno bruto (PBI). Los beneficios empresariales estadounidenses han oscilado en torno al 11,6% del PBI desde 2004, frente al 7,7% de los años previos a 20043.
La negociación post-COVID
¿Pueden las empresas seguir capturando una proporción elevada del PBI? Esta es una cuestión clave que merece la pena seguir atentamente durante los próximos meses y años. Es probable que los gobiernos quieran recuperar los fondos inyectados con sus medidas de emergencia. EE.UU. y el Reino Unido se disponen a elevar su fiscalidad sobre las empresas, y existe un creciente consenso global a favor de un impuesto común que grave las ventas digitales. La pandemia también puso de manifiesto problemas relativos a la desigualdad, lo que está ejerciendo presión sobre los gobiernos y las empresas para que mejoren los salarios en la base de la pirámide retributiva. Igualmente, las consideraciones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) y la presión de consumidores e inversores impedirán que las empresas continúen eludiendo su responsabilidad en estas áreas.
Quizá el mercado esté siendo sensato al reconocer que, aunque las tasas de incumplimineto son estructuralmente más bajas, ello se ve contrarrestado por un nivel general de endeudamiento más alto y unas perspectivas todavía inciertas. Deberíamos, asimismo, observar con cautela los niveles de diferenciales, que representan el rendimiento adicional pagado por encima de la deuda pública con un vencimiento equivalente. Con los rendimientos de los bonos del Estado en niveles bajos, unos diferenciales estrechos implican que los rendimientos de los bonos corporativos son a su vez bajos. Los inversores piensan en términos absolutos pero también relativos. Así, la clave de un superior rendimiento relativo dentro de los mercados de crédito probablemente estribará más en la selección de empresas individuales con fundamentales en vías de mejora que en la compresión general de los diferenciales que ha caracterizado gran parte del último año.
Tribuna de Seth Meyer, gestor de renta fija high yield en Janus Henderson Investors.
Anotaciones:
(1) Oficina administrativa de los tribunales estadounidenses, a 28 de mayo de 2021. Tabla F-2: Casos de carácter mercantil y no mercantil iniciados, por capítulo del Código de quiebras. Datos para todos los capítulos durante el periodo de 12 meses terminado el 31 de marzo de 2021.
(2) Bank of America Global Research. “Credit Strategy – Europe: Dawn of the European credit upgrade cycle”, 19 de mayo de 2021.
(3) FRED, beneficios empresariales estadounidenses antes de impuestos en porcentaje del PBI de EE. UU., periodos del 1T de 2004 al 1T de 2021, y del 1T de 1988 al 4T de 2003.
Glosario:
Política monetaria: las políticas de un banco central, para tratar de influir en el nivel de inflación y crecimiento de una economía. Incluye el control de los tipos de interés y la oferta monetaria. estímulo monetario es cuando el banco central aumenta la oferta monetaria y reduce los costes de endeudamiento. La restricción monetaria se da cuando el banco central actúa para frenar la inflación y desacelerar el crecimiento de la economía, elevando las tasas de interés y reduciendo la oferta de dinero.
Diferencial/diferencial de crédito: la diferencia de rendimiento entre valores con un vencimiento similar, pero con una calidad crediticia diferente. Los diferenciales de amplitud creciente indican generalmente un deterioro de la solvencia de los prestatarios corporativos, y si se están estrechando indican una mejora.
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Seth Meyer, gestor de carteras high yield en Janus Henderson Investors. Seth Meyer, gestor de carteras high yield en Janus Henderson Investors
En Estados Unidos, se contabilizaron 19.911 quiebras empresariales durante los doce meses anteriores a la finalización del primer trimestre de 20211. Detrás de esa cifra hay enormes dramas individuales y colectivos. La pandemia del coronavirus ha sido especialmente cruel con algunos. Y sin embargo, ¿qué pensaríamos si nos dijeran que estas cifras cayeron respecto al trimestre anterior? ¿O que el número total de quiebras empresariales en 2020 fue inferior al del año precedente? ¿O que este fenómeno se repitió en otros países como Reino Unido, Francia o Alemania? ¿Es realmente el resultado que cabría esperar de una pandemia global y de las consiguientes perturbaciones económicas?
Si analizamos la tasa de impagos de los bonos high yield o de alto rendimiento (también denominados de grado especulativo o sub-investment grade), se aprecia un nítido repunte de las compañías que en 2020 no pudieron hacer frente a sus obligaciones de pago para con los tenedores de sus bonos.
No obstante, incluso aquí se aprecia algo interesante. La tasa de impagos alcanza su máximo a un nivel notoriamente más bajo que durante la crisis financiera global de 2007-2009.
En parte, esto es así porque los bancos estaban mejor capitalizados y no cerraron las líneas de crédito al ralentizarse la economía. Pero, en su mayor parte, es reflejo de las medidas adoptadas por los bancos centrales y gobiernos para mantener el flujo del crédito. La combinación de tipos de interés ultrabajos y compras de activos para anclar los costes de financiación a niveles más bajos parece haber funcionado.
De forma similar, las ayudas públicas de emergencia como los ERTE, las subvenciones y los préstamos a bajo coste han ayudado a las empresas a sortear un periodo de escasez de ingresos debido al cierre parcial de la economía.
Perdón, pero no olvido
También ha existido una gran cantidad de indulgencia. Reconociendo lo extraordinario de las circunstancias, los gobiernos han reducido los impuestos o concedido moratorias para el pago de los mismos. Los propietarios de inmuebles han permitido a sus inquilinos aplazar temporalmente el alquiler y las empresas de leasing han permitido diferir los pagos de las cuotas.
Los acreedores han otorgado mayor flexibilidad a los deudores permitiendo que la proporción del endeudamiento no destinada a fines específicos aumente y que los plazos medios de reembolso se alarguen. Hay un entendimiento de que las empresas reducirán sus niveles de endeudamiento una vez que se recuperen unas condiciones económicas normales.
Pero toda factura tiene su vencimiento. Los ERTE acabarán, y a medida que se retiren otras medidas temporales de apoyo, no cabe excluir nuevos reveses. Las insolvencias aún podrían registrar un efecto retardado.
Revisiones a la baja y migración de calificaciones
Desde las agencias de calificación crediticia, las empresas han sufrido revisiones a la baja, y algunas se han visto degradadas de la categoría de investment grade a la especulativa (los denominados “ángeles caídos”). Con todo, es probable que lo peor haya pasado. Morgan Stanley apunta que los “ángeles caídos” tienden a concentrarse en torno a shocks económicos como recesiones, puesto que la variación calificativa de investment grade a high yield es típicamente un evento involuntario.
En contraste, las revisiones a la baja de A a BBB ocurren regularmente fuera de recesiones. Esto es así porque la ventaja de conservar un rating A frente a uno BBB, en términos de unos costes de financiación menores, no suele ser tan grande como el coste de perder el estatus de investment grade que representa BBB y tener que pagar el mayor coste de capital asociado a la banda high yield. En otras palabras, los equipos directivos podrían estar dispuestos a tolerar transiciones dentro de la banda investment grade por motivos de dirección empresarial (como tomar un préstamo para financiar el crecimiento) pero son más reticentes a perder el estatus investment grade.
Lo llamativo es la velocidad a la que se está produciendo la recuperación. La primera parte de 2021 ya ha deparado el regreso de “estrellas nacientes”, es decir, empresas que son reconocidas por las agencias de calificación como poseedoras de balances y perspectivas financieras suficientemente sólidos como para ser ascendidas desde el peldaño high yield al investment grade. El grupo de automoción Fiat Chrysler, la empresa de envasado y embalaje Smurfit o el grupo de tecnología Verisign son solo tres ejemplos de empresas que han realizado el tránsito al estatus de investment grade desde comienzos de año.
Liquidez: de instrumento precautorio a arma depredadora
Las empresas han sido razonablemente eficaces en la gestión de la liquidez durante la crisis, lo que se ha basado fundamentalmente en dos líneas de actuación. Primero, en la reducción del gasto en bienes de equipo por parte de muchas empresas. Ello ofreció una rápida vía de conservar liquidez, pero a costa de empañar las perspectivas de crecimiento en el futuro, al dejar de acometer proyectos que hubieran generado retornos.
Es cierto que parte de la inversión de capital puede haber sido improductiva, pero probablemente no sea una coincidencia el que gobiernos de todo el mundo se esfuercen en que las empresas vuelvan a invertir y recuperen terreno.
Ya se trate de la Ley de Infraestructuras propuesta por el presidente de EE. UU. Biden, el desembolso de los fondos ligados al Next Generation European Union Recovery Fund o la superdeducción que el Reino Unido ofrece a las empresas para desgravarse la inversión en bienes de equipo contra impuestos, hay un énfasis general en la inversión productiva –y sostenible– de capital.
Segundo, las empresas se han recapitalizado. Si nos fijamos tan solo en Europa, Bank of America estima que las empresas no financieras de la zona euro captaron 949.000 millones de euros de recursos ajenos entre marzo de 2020 y abril de 2021, con una proporción 55:45 entre emisiones de bonos y préstamos bancarios. Las empresas emisoras high yield han sido más activas que las investment grade en cuanto a oferta neta de bonos nuevos, plasmándose en un superior crecimiento neto, como porcentaje del tamaño inicial de sus respectivos segmentos, en los mercados en euros, dólares y libras esterlinas2.
La cuestión ahora es si esta liquidez, que el año pasado tuvo motivo precautorio, se convertirá en un “botín de guerra” para financiar futuros proyectos, incluyendo fusiones y adquisiciones, aumentos de dividendos o recompras de acciones (con efectos potencialmente adversos para los tenedores de bonos).
Recuperación fulgurante
Los programas de vacunación están permitiendo la reapertura de las economías en muchas partes del mundo. Se espera que los beneficios se recuperen con rapidez. Las empresas supieron sobreponerse relativamente bien al COVID-19 mediante la reconfiguración de sus cadenas de suministro y la búsqueda de nuevas vías para llegar a los clientes. Sin embargo, con la reapertura de la economía, sectores más cíclicos como la energía y el ocio han visto dispararse los precios de los bonos en respuesta al encarecimiento de las materias primas y la retirada gradual de las restricciones a la movilidad.
Los flujos de caja ya habían empezado a restablecerse a finales del año pasado, y deberían subir aún más con la recuperación de los ingresos de explotación. Por supuesto, existirá cierta demanda de liquidez con fines de reposición de inventarios y capital circulante una vez que la actividad se intensifique, pero es de prever que las empresas emprendan el largo camino hacia la reducción del endeudamiento acumulado. Esto no es poca cosa, pues muchas de ellas han tenido que financiar un año de ingresos reducidos.
La buena noticia es que los banqueros centrales permanecen alerta a las dificultades. Pese a no formar parte de su misión el mantener a flote negocios no rentables, están decididos a aplicar una política monetaria de sesgo acomodaticio para permitir que la recuperación se consolide. De hecho, la volatilidad de mercado registrada este año tuvo que ver con el temor a que los bancos centrales estuvieran prestando demasiada atención a apoyar el crecimiento económico y no la suficiente a los riesgos de un repunte inflacionista. Por ahora, aprobamos la actuación de los bancos centrales. Actualmente, las tasas de variación de los datos económicos están distorsionadas, pero irán ralentizándose en lo que respecta tanto al crecimiento económico como a la inflación conforme los efectos de base dejen de dejarse notar en las cifras.
Todo esto perfila un panorama razonablemente optimista de beneficios al alza, de mejora en las calificaciones crediticias y de entorno de impagos bajos. Pero, ¿cuánto de esto se halla ya incorporado a los precios? Después de todo, aquellos diferenciales de crédito que se ampliaron durante la crisis se han contraído de nuevo hacia sus valores mínimos.
En su reciente estudio anual sobre impagos, Deutsche Bank señaló la paradoja de que, si bien la tasa de impagos de las últimas dos décadas se ha vuelto estructuralmente más baja, los diferenciales de crédito se han mantenido en unos niveles medios similares (véase gráfico 4). Por tanto, los inversores están recibiendo la misma remuneración a cambio de un riesgo de impago mucho menor. O, dicho a la inversa, los inversores están recibiendo una compensación superior para un determinado nivel de riesgo de impago.
Indican que las empresas se están beneficiando no solo del entorno de tipos de interés bajos para mantener sus costes de financiación en niveles asequibles, sino también de una mayor cuota de participación de los beneficios en el producto interior bruto (PIB). Los beneficios empresariales estadounidenses han oscilado en torno al 11,6% del PIB desde 2004, frente al 7,7% de los años previos a 20043.
La negociación post COVID-19
¿Pueden las empresas seguir capturando una proporción elevada del PIB? Esta es una cuestión clave que merece la pena seguir atentamente durante los próximos meses y años. Es probable que los gobiernos quieran recuperar los fondos inyectados con sus medidas de emergencia. EE.UU. y el Reino Unido se disponen a elevar su fiscalidad sobre las empresas, y existe un creciente consenso global a favor de un impuesto común que grave las ventas digitales.
La pandemia también puso de manifiesto problemas relativos a la desigualdad, lo que está ejerciendo presión sobre los gobiernos y las empresas para que mejoren los salarios en la base de la pirámide retributiva. Igualmente, las consideraciones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) y la presión de consumidores e inversores impedirán que las empresas continúen eludiendo su responsabilidad en estas áreas.
Quizá el mercado esté siendo sensato al reconocer que, aunque las tasas de impagos son estructuralmente más bajas, ello se ve contrarrestado por un nivel general de endeudamiento más alto y unas perspectivas todavía inciertas. Deberíamos, asimismo, observar con cautela los niveles de diferenciales, que representan el rendimiento adicional pagado por encima de la deuda pública con un vencimiento equivalente.
Con los rendimientos de los bonos del Estado en niveles bajos, unos diferenciales estrechos implican que los rendimientos de los bonos corporativos son a su vez bajos. Los inversores piensan en términos absolutos pero también relativos. Así, la clave de un superior rendimiento relativo dentro de los mercados de crédito probablemente estribará más en la selección de empresas individuales con fundamentales en vías de mejora que en la compresión general de los diferenciales que ha caracterizado gran parte del último año.
Tribuna de Seth Meyer, gestor de renta fija high yield en Janus Henderson Investors.
Anotaciones:
(1) Fuente: Oficina administrativa de los tribunales estadounidenses, a 28 de mayo de 2021. Tabla F-2: Casos de carácter mercantil y no mercantil iniciados, por capítulo del Código de quiebras. Datos para todos los capítulos durante el periodo de 12 meses terminado el 31 de marzo de 2021.
(2) Fuente: Bank of America Global Research. “Credit Strategy – Europe: Dawn of the European credit upgrade cycle”, 19 de mayo de 2021.
(3) Fuente: FRED, beneficios empresariales estadounidenses antes de impuestos en porcentaje del PIB de EE. UU., periodos del 1T de 2004 al 1T de 2021, y del 1T de 1988 al 4T de 2003.
Glosario:
Política monetaria: las políticas de un banco central, para tratar de influir en el nivel de inflación y crecimiento de una economía. Incluye el control de los tipos de interés y la oferta monetaria. estímulo monetario es cuando el banco central aumenta la oferta monetaria y reduce los costes de endeudamiento. La restricción monetaria se da cuando el banco central actúa para frenar la inflación y desacelerar el crecimiento de la economía, elevando los tipos de interés y reduciendo la oferta de dinero.
Diferencial/diferencial de crédito: la diferencia de rendimiento entre valores con un vencimiento similar, pero con una calidad crediticia diferente. Los diferenciales de amplitud creciente indican generalmente un deterioro de la solvencia de los prestatarios corporativos, y si se están estrechando indican una mejora.
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Pixabay CC0 Public DomainSylwia Bartyzel. Sylwia Bartyzel
Los mercados se asustaron a mediados de mes cuando la incidencia de la variante delta del virus de la COVID-19 repuntó en numerosas partes del mundo. Esto hizo que el período fuera agitado, aunque los mercados recuperaron la compostura antes de final de mes. El índice S&P 500 aún logró alcanzar un máximo histórico en la segunda mitad, logrando un rendimiento del 2,4% (en dólares) (1). Estados Unidos superó en rendimiento a Europa; el EuroStoxx 50 rindió un 0,8% (en euros) (1).
A pesar de que Japón, el anfitrión olímpico, ha ocupado un puesto destacado en el medallero, no se puede decir lo mismo de su mercado: el índice Nikkei 225 cayó un 5,2% (en yenes) (1), y se mantiene casi sin cambios desde el inicio del año. Sin embargo, este mes, el país menos rentable entre los principales mercados fue China. Tras registrar un rendimiento relativo negativo a lo largo de 2021, la depresión del mercado durante el periodo hizo que el índice MSCI China (en dólares) bajara un 13,8% (1). Las relaciones entre Estados Unidos y China se deterioraron y China aprobó medidas regulatorias enérgicas, que incluyó al sector de tecnología del propio país, así como a empresas privadas de educación. El índice VIX permanece bajo en 18,22 y solo alcanzó el nivel de 22,22 durante la agitación del mediados acontecida a mitad de mes (2).
El camino futuro de los tipos de interés en Estados Unidos
La rentabilidad del bono a 10 años del Tesoro estadounidense continuó bajando, desde un 1,5% aparentemente bajo (3) a finales de junio hasta el 1,2%1 a 31 de julio de 2021. Esto es contradictorio porque el diagrama de puntos de la Reserva Federal del mes pasado para 2023 ahora incluye dos aumentos de tipos. Además, en julio, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) continuó sugiriendo que la Reserva Federal se está moviendo para anunciar planes de retirada de los estímulos para finales de 2021 (4).
Una explicación de la caída de las rentabilidades es el descenso estacional habitual de las emisiones de bonos del Tesoro estadounidense en julio/agosto. Además, este año, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos se ha beneficiado de haber recaudado fondos sustanciales el año pasado, no todos los cuales se han gastado, lo que reduce aún más la emisión requerida ahora.
Al mantener las compras de bonos al mismo nivel mientras la emisión es baja, la Reserva Federal está flexibilizando temporalmente la política monetaria. Esto ejerce una presión a la baja significativa sobre las rentabilidades. Una vez que se normalice la emisión y, por lo tanto, la escasez de oferta, esperamos que los tipos reanuden su senda alcista.
Sin embargo, es importante destacar que la escasez de deuda estadounidense puede verse agravada a corto plazo por el techo de deuda que entró en vigor el 1 de agosto, que limita la emisión total de deuda estadounidense a su nivel agregado con fecha de 31 de julio de 2021. Es muy probable que se elevará el techo de la deuda. Hasta entonces, es probable que la emisión de deuda estadounidense sea moderada y que los tipos tengan dificultades para subir ante la continua compra de bonos por parte de la Reserva Federal.
¿El inicio de un nuevo ciclo de inversiones?:
Estamos asistiendo a un aumento de la inversión en inmovilizado que esperamos que continúe. Tanto la encuesta CEO Confidence Survey (5) en Estados Unidos (adelantado, cuarto trimestre) como el Índice de Clima de Negocio (BCI) de la zona euro (adelantado, primer trimestre) (6) han subido. Un vigoroso ciclo de inversiones en inmovilizado en este entorno de tipos de interés bajos podría tener un efecto multiplicador significativo, aumentando la productividad y el crecimiento económicos hasta ahora estancados.
Además, un aumento de las inversiones en inmovilizado normalmente ha provocado un repunte en la demanda de préstamos. Los bancos podrían decidir financiar estos préstamos aprovechando las reservas que actualmente se encuentran inactivas en las cuentas del banco central e inyectándolas en la economía real. Es probable que esto aumente la «velocidad del dinero» con una presión alcista simultánea tanto sobre la inflación como sobre los tipos de interés.
Repercusiones para la inversión
Seguimos siendo optimistas en relación con el crecimiento global. Dado el reciente entorno de baja volatilidad, hemos ajustado nuestras carteras elevando ligeramente la ponderación de renta variable para asegurarnos de que nuestras carteras se mantengan en línea con sus respectivos objetivos de volatilidad.
Dicho esto, ante el optimismo del consenso, estamos considerando cuánto tiempo es probable que persista el entorno de baja volatilidad. Como se analizó en nuestra última perspectiva, estamos atentos a cualquier catalizador. Estos abarcan desde la inflación y la política antimonopolio hasta las tensiones entre Estados Unidos y China y las variantes del virus de la COVID-19, cualquiera de los cuales puede incidir sobre la baja volatilidad actual y desencadenar un repunte.
En julio, desde un punto de vista táctico, recortamos nuestra asignación a valores financieros; a continuación, detallamos la justificación de este cambio:
Valores financieros
Seguimos sobreponderados en el sector financiero y lo hemos estado desde noviembre de 2020, de acuerdo con nuestro tema cíclico y nuestro sesgo al valor. Sin embargo, recortamos nuestra posición en julio para recoger beneficios. Implementamos la posición en noviembre pasado, anticipándonos a un retorno sincronizado del crecimiento global, al presentar el sector bancario una de las mayores beta de beneficios frente al crecimiento del PIB global. En ese momento, las valoraciones también estaban deprimidas en términos absolutos. No obstante, ahora el sector está en niveles ligeramente caros.
Posicionamiento táctico
A continuación, proporcionamos nuestras opiniones tácticas más recientes:
Tribuna de Andrew Harmstone, gestor sénior en el equipo Global Multi-Asset y responsable de la estrategia Global Balanced Risk Control (GBaR), y Manfred Hui,codirector de cartera global y analista de investigación en el equipo Global Balanced Risk Control (GBaR) de Morgan Stanley Investment Management.
Anotaciones:
(1) Bloomberg, rentabilidad 1 mes, 31 de julio de 2021
(4) La Reserva Federal publica la declaración del FOMC. Nota de prensa. 28 de julio de 2021. www.federalreserve.gov/newsevents/pressreleases/monetary20210728a.htm
(5) Oficina de Análisis Económico (BEA) de Estados Unidos, Conference Board, datos a 9 de julio de 2021.
(6) Banco Central Europeo (BCE), Macrobond, datos a 9 de julio de 2021.
La rentabilidad de los índices se facilita con fines meramente ilustrativos y no pretende describir el rendimiento de una inversión concreta. Rentabilidades pasadas no son garantía de resultados futuros. Consulte el apartado Información importante para conocer las definiciones de los índices.
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