Pixabay CC0 Public DomainAlexandra_Koch. ETFs: ¿Cómo ponderar los factores y rebalancear un índice multifactorial?
La inversión en acciones basada en factores, conocida comúnmente como smart beta, continúa experimentando un rápido crecimiento con la aparición de nuevos índices en el mercado y con la entrada de grandes flujos de capitales. Algunos productos invierten en factores únicos y otros combinan diversos factores. De hecho, la inversión multifactorial se ha convertido en la estrategia más popular, representando en Europa el 45% de todos los flujos en ETFs de smart-beta durante 2016.
No en vano, mientras que los índices de smart-beta (value, low volatility, yield etc.) pueden integrarse en las carteras con un objetivo específico (por ejemplo, reducir el riesgo o aumentar el rendimiento), las estrategias multifactoriales tienen como objetivo diversificar las primas de riesgo de varios factores. Este enfoque evita la problemática del timing a la hora de invertir en un único factor.
En nuestra opinión, la implementación más sólida de un ETF multifactorial pasa por la construcción de una cartera equiponderada entre los seis factores más reconocidos (value, quality, yield, low volatility, size y momentum) y con rebalanceo trimestral. De esta forma, se aprovecha la diversificación y se maximiza el intercambio entre los costes de transacción y el potencial retorno.
Pero, ¿cómo ponderar los factores y rebalancear un índice multifactorial? Existen dos alternativas. El primero es el enfoque de «lego» (también conocido como mixto), que se basa en una asignación top-down a exposiciones individuales (autónomas) de smart-beta. El segundo es el enfoque de «soup» (también conocido como integrado) que trata de seleccionar valores que al mismo tiempo obtienen puntuaciones altas en diferentes criterios factoriales.
El enfoque de «lego» tiene algunas ventajas clave. Es más simple y más transparente, y permite una atribución directa de los retornos a los factores individuales. Además, la inversión smart-beta nació de la literatura académica que proporciona numerosas evidencias de que los índices de factores obtienen rendimientos por encima del mercado y esto es así a lo largo del tiempo y de diferentes geografías. Es por tanto una extensión directa de la combinación de factores en carteras, la que se realiza en el planteamiento «lego». En cambio, el enfoque de «soup» como inversión multifactorial está respaldado únicamente por algunos estudios basados en un conjunto limitado de universos de títulos y períodos de tiempo. Por lo tanto, estos resultados son menos robustos y deben ponerse en perspectiva debido a los problemas de data-mining.
Por último, el enfoque de «lego» ofrece una mayor flexibilidad en la incorporación de factores individuales, que potencialmente proceden de diferentes universos. Sin embargo, al final, la selección del enfoque entre «lego» vs. «soup» es, en gran parte, una pregunta empírica: ¿qué enfoque tiene más posibilidades de comportarse mejor?
Tribuna de Pedro Coelho, director de UBS ETF para España.
Pixabay CC0 Public Domain. Continúa la escalada de las bolsas
El mercado de renta variable ha mostrado en las últimas semanas cómo las bolsas prosiguen con las alzas, sobre todo en Estados Unidos y Europa, donde los índices coquetearon con sus máximos en octubre dentro de un contexto de volatilidad en mínimos históricos; no había estado tan baja desde 1980.
Este avance se explica principalmente por la buena temporada de resultados del tercer trimestre, que dejó, en general, tasas de crecimiento de los beneficios y las ventas superiores a lo previsto. Por otro lado, la economía continuó creciendo y los indicadores adelantados sugieren que el consumo y la inversión deberían acelerar durante el último trimestre.
Sin embargo, desde una perspectiva histórica, las bolsas siguen estando caras, y podría desatarse una corrección si se producen decepciones en los datos económicos y las cifras de beneficios. Por ese motivo, y a la vista del buen comportamiento registrado este año y el coste relativamente bajo de los instrumentos de protección, en Mirabaud hemos optado por cubrir un tercio de la exposición a estos dos mercados.
Un hecho interesante es que, tras la votación del presupuesto federal para el ejercicio 2018 en el Congreso estadounidense, los republicanos están centrándose ahora en el proyecto de rebaja del impuesto de sociedades. Aunque somos prudentes en cuanto a los efectos de esta reforma para el crecimiento a medio plazo, sí creemos que algunas empresas se pueden beneficiar mucho con esta medida, sobre todo en aquellos sectores cuyos tipos marginales se encuentren entre los más elevados. Incluirlas en la estrategia de inversión generó importantes ganancias a finales del año pasado y hemos reorientado una parte de nuestra exposición a renta variable estadounidense hacia esta temática.
Si nos centramos en la asignación sectorial dentro del mercado de renta variable, creemos que será exitosa la segmentación del sector de las empresas de comercio minorista entre dos áreas: operadores tradicionales y negocios de comercio electrónico, sobreponderando esta última categoría, donde los beneficios siguen tendiendo al alza, mientras que el comercio tradicional está viendo cómo sus márgenes menguan por los cambios estructurales en la industria de la distribución. Otra de nuestras resoluciones ha sido infraponderar los sectores mass media e inmobiliario, este último especialmente afectado por la subida de los tipos de interés en Estados Unidos.
Gestión activa y selección cuidada de compañías para crear carteras de convicción, este a nuestro entender es el modo de enfrentarse a estos mercados de renta variable, como nuestro fondo Mirabaud Pan-Europe Small&Mid Caps, centrado en la búsqueda de grandes oportunidades de inversión en la Europa de las pequeñas y medianas compañías, menos “cubiertas” por el mercado pero con gran potencial de crecimiento y negocios muy saneados.
Raimundo Martín es director general de Mirabaud Asset Management para España, Portugal y Latinoamérica.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Moyan Brenn. La apreciación de las divisas emergentes ayudará a impulsar las carteras en medio de un endurecimiento de las políticas monetarias
Los inversores de renta fija deben preparar sus carteras para competir en el contexto más desafiante que llegará con los ajustes de las políticas monetarias y el aumento de los tipos de interés en los próximos años.
La buena noticia es que tiene ante sí una oportunidad ganadora: en la última de nuestra serie de artículos que analizan las opciones para los inversores de renta fija, analizamos cómo añadir impulso a las carteras con la deuda de los mercados emergentes y, en particular, cómo el potencial de apreciación de las divisas locales de los emergentes puede poner más combustible en el tanque.
De cara al futuro, NN IP prevé dos escenarios económicos. En el primer escenario el crecimiento global supera el nivel de 3,5%, que ha actuado como un techo en los últimos seis años. En el segundo, el crecimiento continúa limitado dentro de un rango estrecho.
Un contexto global benigno
La economía mundial en general ha visto una tendencia al alza lenta y constante en los últimos años, con muy pocas señales de sobrecalentamiento. Si bien las condiciones financieras pueden haberse reducido un poco, todavía estamos inmersos en un territorio expansivo, particularmente en los mercados desarrollados.
Cada escenario crea tanto riesgos como oportunidades para los inversores, particularmente en términos de medir el impacto de la evolución de la respuesta política de los principales bancos centrales del mundo.
Bajo el primer escenario, las expectativas de inflación probablemente subirían rápidamente, provocando una respuesta más rápida y más grande de los bancos centrales a través del ritmo de alzas de las tasas de interés. En el segundo escenario, veríamos que la inflación se mantuviera por debajo del objetivo y, en consecuencia, la política monetaria expansiva se mantendría.
Para los inversores que buscan posicionar carteras para beneficiarse de cualquiera de estos escenarios, la deuda emergente en moneda local ofrece una propuesta atractiva. Desde NN IP creemos que las altas tasas de interés reales y nominales, las valoraciones atractivas y los fundamentales sólidos deberían conducir a un rendimiento relativo para esta clase de activos.
Aún se puede encontrar valor
Los mercados de deuda local de los mercados emergentes tuvieron un buen desempeño el año pasado y en lo que va de 2017. Para los inversores en bonos en moneda local, esto se tradujo en ganancias de capital del 5,25%, además del rendimiento y las contribuciones de la apreciación del tipo de cambio, entre enero de 2017 y octubre de 2017. El rendimiento medio del índice está casi perfectamente en línea con el spread promedio a largo plazo, que se traduce en aproximadamente 415 puntos básicos sobre el rendimiento de los bonos a cinco años de Estados Unidos.
Sin embargo, antes de la crisis financiera mundial, el diferencial alcanzó niveles inferiores a 200 puntos básicos, por lo que todavía hay una distancia considerable respecto de lo que consideramos valoraciones estiradas, al menos sobre la base del ‘spread’ del Tesoro.
En términos de rendimiento en cada uno de los dos escenarios centrales planteados es probable que el primer escenario tenga un rendimiento algo menor para las curvas de rendimiento locales de lo que esperaríamos en el segundo. Los tipos más altos en los mercados desarrollados, estima, probablemente compensarían la compresión del diferencial, dejando rendimientos en línea con los rendimientos promedio.
Pero los rendimientos de la deuda de los mercados emergentes probablemente se mantendrían elevados. Con un vencimiento promedio relativamente más corto en comparación con otras clases de activos de renta fija, el rendimiento total seguiría siendo relativamente atractivo. En el escenario dos, NN IP espera que los bancos centrales de los mercados emergentes reduzcan más los tipos y que las curvas se aplanen aún más, mejorando el rendimiento total esperado.
Hay espacio para que las divisas se aprecien
La imagen para las divisas locales de los mercados emergentes es algo más complicada que para los tipos, dada la influencia abrumadora de los movimientos del dólar estadounidense en el mercado.
Después de las elecciones presidenciales estadounidenses del año pasado, el dólar subió por las expectativas de estímulos fiscales y medidas para impulsar la inversión y el crecimiento del PIB. Con la recuperación constante de la economía de Estados Unidos y su acercamiento al pleno empleo, se esperaba que esto elevara las tasas de interés y la inflación convergiera más rápidamente hacia el objetivo del 2% de la Reserva Federal.
Sin embargo, con la inflación persistentemente baja a lo largo de 2017 y con la reforma fiscal reduciendo su alcance, el dólar ha revertido las ganancias anteriores, cayendo casi un 7,5% frente a las principales monedas mundiales.
En el futuro, las entradas de capital deberían continuar en un escenario macroeconómico favorable en nuestros dos escenarios de crecimiento, lo que permite a la deuda emergente en moneda local cerrar la brecha con las principales divisas y apreciar aún más frente al dólar estadounidense.
Baja correlación con deuda de Estados Unidos
Dado el entorno macroeconómico que esperamos de cara a los próximos meses, los tipos al alza podrían reducir el potencial de rentabilidad de las carteras de renta fija. Una forma de proteger una cartera de estos riesgos es diversificar las exposiciones geográficas agregando deuda de los mercados emergentes en moneda local.
Las cualidades de diversificación de la deuda de los mercados emergentes en moneda local se ilustran por la tradicionalmente baja correlación que tiene con los bonos del Tesoro de Estados Unidos, que ha oscilado entre 0,13 y -0,02 en los últimos 11 años. Esto la convierte en una clase de activos atractiva en un entorno macroeconómico como ese.
En los próximos trimestres, este tipo de deuda debería seguir teniendo un buen rendimiento en una base de rendimiento total, tanto a partir de las tasas como de las perspectivas cambiarias. Los fundamentos sólidos, el carry atractivo, las monedas infravaloradas y un entorno mundial propicio deben seguir impulsando las entradas de capital.
Además, los vencimientos promedio más cortos de deuda de los mercados emergentes en moneda local deberían proporcionar cierta protección en relación con otras clases de activos de renta fija si las tasas de interés aumentan globalmente o si los mercados desarrollados ajustan las políticas de manera agresiva.
Lewis Jones es senior portfolio manager del equipo de deuda de mercados emergentes de NN Investment Partners.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Spencer Means. ¿En qué partes del mundo hay inflación?
A medida que las economías de todo el mundo empiezan a recuperarse y empiezan a regirse por las normas previas a la crisis, sigue faltando una pieza en el rompecabezas: la inflación.
La curva de Phillips es un modelo utilizado por los bancos centrales que describe la relación inversa entre la tasa de desempleo y la inflación de los precios al consumo. La teoría es la siguiente: a menor tasa de paro, mayor inflación (al aumentar los salarios). No obstante, esta teoría económica ha quedado en entredicho por la prolongada baja inflación, junto a unos niveles muy bajos de desempleo: lo más insólito que los mercados y los bancos centrales han observado en los últimos tiempos.
La Reserva Federal (Fed), el Banco de Inglaterra (BoE) y el Banco Central Europeo (BCE) han creado comisiones de expertos para estudiar las causas de esta relación inesperada y no deseada entre el crecimiento y la inflación, y para investigar las implicaciones que esto tendrá en la regulación; hasta ahora, han identificado una combinación de factores a corto y a largo plazo. Los precios de las materias primas y los tipos de cambio causan estragos en la inflación a corto plazo, pero con el tiempo suelen compensarse.
La preocupación principal es entender qué podría estar causando la depresión a largo plazo de la inflación, y así, resolver el rompecabezas de la ruptura de la curva de Phillips. El motivo más ampliamente aceptado de esta divergencia es la globalización, aunque nada sucede de manera aislada en el mundo real, hay que tener en consideración otros muchos factores.
La globalización es una dinámica estructural clave que mantiene la inflación reducida en las economías desarrolladas. Los estudios han demostrado que «a medida que las cadenas de valor mundiales se amplían, la competencia directa e indirecta entre las economías aumenta, haciendo que la inflación doméstica sea más susceptible a la brecha de producción global. Esto puede afectar a los pros y contras a los que se enfrentan los bancos centrales al gestionar la inflación.
La curva de Phillips se creó cuando las economías estaban más orientadas a sus mercados internos y el reducido nivel de desempleo llevaba, lógicamente, a aumentos salariales e inflación de precios. Sin embargo, con el progresivo crecimiento de la globalización, los salarios se mantienen bajos debido a la competencia del mercado laboral mundial.
Este hecho ha sido destacado por la Fed y el BoE en discursos recientes e indica que las economías han pasado a una curva de Phillips mundial tras haberse extrapolado de las nacionales. Entonces, ¿por qué nos empeñamos en volver a los niveles de tipos de interés e inflación previos a la crisis, cuando los mercados eran distintos?
El carácter transformador de la tecnología
La economía colaborativa es otro de los cambios que han tenido un efecto deflacionista y que no están recogidos en los indicadores tradicionales de la inflación. Los consumidores de hoy buscan las mejores ofertas y las empresas como Uber y Airbnb son ejemplos perfectos de las nuevas formas de consumo de bienes y servicios. Sencillamente, ¿por qué comprar un producto cuando puede alquilarse o incluso compartirse con otra persona por una fracción del precio?
Este cambio ha mantenido los precios bajos mientras se ha producido un cambio en la demanda. La rapidez en la aparición y el crecimiento de las empresas de economía colaborativa aumenta a diario debido a que los avances tecnológicos permiten que nuevos participantes se introduzcan en el mercado y trastornen las «empresas tradicionales», haciendo posibles una serie de cosas que creíamos imposibles.
Los bancos centrales tendrán que encontrar la manera de seguir el ritmo de estos cambios si quieren entender realmente el creciente de información imperfecta que está afectando a la inflación. De hecho, el desarrollo de nuevas tecnologías se suma a las presiones deflacionistas existentes en numerosos sectores.
Cambios en el empleo y los sindicatos
El cambio en la manera en que la gente entiende el trabajo se ha denominado ‘ocasionalidad’ (casualisation en inglés): el paso a trabajos menos estructurados y más orientados a las funciones. Cada vez hay más gente que trabaja a tiempo parcial o que tiene un trabajo compartido, lo cual forma parte de la evolución de la ‘economía colaborativa’. Se ha apuntado que ‘este cambio repercute en la calidad del trabajo existente en la economía, incluso cuando la cantidad llega a unos niveles que no se habían registrado desde hacía muchas décadas’.
En este sentido, todo ello explica en gran medida por qué los niveles de desempleo no reflejan la situación real del empleo y, por lo tanto, retrasan el aumento de los salarios. En el Reino Unido, por ejemplo, en torno a un 43% de la mano de obra trabaja por cuenta ajena, a tiempo parcial o con contratos temporales o con contratos de cero horas; estos trabajadores son los que ejercen presión sobre los salarios de la mano de obra en general, junto con los sindicatos.
Como cada vez menos gente se afilia a sindicatos en los EE. UU., el Reino Unido y Europa, los salarios han ido menguando hasta unos niveles mínimos, lo que ha contribuido a la falta de inflación salarial. Esta dificultad de los trabajadores para incrementar los salarios se ve agravada por la globalización, que reduce la capacidad de fijación de precios de la mano de obra a escala nacional, debido a la competencia y a la amenaza de relocalización de las empresas a un lugar más barato.
La política desempeña su papel
La inflación en EE. UU. se ha visto afectada por la apreciación del dólar tras la elección del presidente Trump y la decepción de que sus políticas no estén materializándose con la facilidad prometida. Además, se ha visto acentuada por la bajada de los precios de las materias primas, consecuencia de la política económica china, que han añadido presión a la inflación.
Para que se observe un repunte de la inflación, Trump tendría que cumplir sus promesas políticas en la forma de un estímulo fiscal considerable, lo que parece cada vez menos probable dado que la derogación de Obamacare está retrasando la reforma fiscal.
Mientras esperamos con impaciencia que los políticos lleguen a un acuerdo, la inflación seguirá cayendo y alejándose del objetivo del 2%, aunque tenemos esperanza en que la escurridiza inflación salarial aparezca. Cada vez que la inflación no llega al 2%, se debilita la credibilidad del Comité de Mercado Abierto de la Fed, algo que, según Janet Yellen, podría ‘provocar que las expectativas inflacionistas cambien e inflación real y actividad económica sean más volátiles’.
Conclusión
En conjunto, poco importa realmente si el largo periodo de baja inflación se debe a la globalización, a la tecnología, al declive de los sindicatos o a la necesidad de cambiar la medición del desempleo. La cuestión crucial es que unos niveles de inflación reducidos continuados por debajo de los objetivos podrían implicar que cualquier conmoción negativa requiera que los bancos centrales adopten más medidas de estímulo, cuando los tipos están ya cerca del límite inferior de cero.
En un mundo de incertidumbres, la gestión activa es, posiblemente, la mejor manera de desenvolverse en estos mercados cuando podemos ver claramente que los modelos tradicionales no logran interpretar qué está sucediendo en la economía. Nuestra ventaja de disponer de una perspectiva mundial nos permite identificar y captar las ineficiencias económicas y del mercado, y gestionarlas adecuadamente para nuestros clientes.
Mark Burgess es vice-director Global de Inversiones de Columbia Threadneedle.
Foto: Ramsha Darbha. ¿Qué puede afectar a este entorno de tibieza?
Resulta fundamental saber identificar los acontecimientos futuros de la política monetaria y la política propiamente dicha que predominarán en los debates. Nuestro trabajo consiste en separar el grano de la paja y determinar qué signos, eventos o asuntos de verdad pueden impactar de forma notable en los mercados.
Ahora parece especialmente pertinente, cuando el entorno macroeconómico mundial en su conjunto puede caracterizarse por su tibieza, con un decente crecimiento económico mundial y unas discretas subidas de la inflación. El escenario económico mundial no está ni lo suficientemente caldeado para justificar un endurecimiento monetario de rigor, ni tan frío como para avivar los monstruos de una recesión económica. Es importante saber lo que puede alterarlo.
Por ahora, prevemos la continuidad de esta coyuntura. Se ve reflejado un mejor crecimiento nominal en las previsiones de beneficios empresariales que, en marcado contraste con el pasado reciente, no han entrado en barrena por un acusado efecto de la gravedad, sino que se han mantenido y se encuentran en la senda de crecimiento. Las valoraciones de la renta variable se encuentran en sus niveles máximos, pero cuentan con el respaldo de las perspectivas de crecimiento y un ciclo de beneficios positivo.
En Europa y el Reino Unido, los mercados de renta fija ya no descuentan una desinflación. Se entiende que los diferenciales de crédito compensan adecuadamente el riesgo de incumplimiento corporativo subyacente, al menos en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, las compañías se aventuran cada vez más a actividades que suelen perjudicar a la renta fija, como las fusiones y las adquisiciones, por lo que las perspectivas del crédito son más discretas que en el pasado.
Peligros
Por tanto, ¿cuáles son los acontecimientos que podrían causar problemas? Desde el punto de vista de la política monetaria, entre los eventos mundiales de importancia se cuentan los siguientes: cambios en el tipo neutral, endurecimiento cuantitativo en Estados Unidos, los tipos de interés de la zona euro y la reducción gradual de los estímulos por parte del BCE.
Desde una perspectiva política, destacamos los siguientes: la guerra comercial con China; Corea del Norte; la renegociación del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de Norteamérica); el pulso futuro de las economías en Oriente Próximo; y la sostenibilidad fiscal y monetaria de esta última región.
También hemos analizado al detalle la «trinidad imposible» de China, o su trilema. El concepto económico del trilema establece que un país solo puede tener dos elementos del siguiente trío al mismo tiempo: el control de los tipos de cambio; el libre movimiento de capitales; y una política monetaria autónoma. En cierto modo, China ha estado persiguiendo, en los últimos años, estos tres objetivos al mismo tiempo; y nos tememos que este trilema puede desmontarse de manera incontrolada si persisten en su empeño. Por ejemplo, si el 2% de los activos bancarios salieran de las cuentas de capital de China, para los años 2020-2022 el gigante asiático podría perder casi la mitad de sus reservas de divisas.
Existen claros sobresaltos que pueden llevar el trilema a un primer plano en este país en los próximos cinco años, pero no creemos que se trate de un riesgo a corto plazo. Por ahora, el crecimiento chino sigue estable a un ritmo más lento y más sostenible y, junto con otros países, un aumento de la productividad económica permitiría expandir la frontera de la productividad, lo que evitaría un mal resultado financiero.
Otras previsiones
En cuanto a las divisas, hemos revisado a la baja nuestras perspectivas estratégicas en el dólar estadounidense de neutrales a negativas, mientras que la libra esterlina pasa de una categoría de aversión a una neutral, lo que deja el euro como nuestra moneda de preferencia. Ambos movimientos reflejan fluctuaciones en los mercados de tipos, especialmente en el tramo corto, así como un mayor apetito por el riesgo.
Por lo demás, Japón ha captado nuestra atención. Nos hemos decantado por la renta variable nipona desde marzo de 2013, periodo ligado a una buena rentabilidad absoluta y relativa de esta clase de activos. Sin embargo, en cierto modo, esta medida ha funcionado «por las causas equivocadas», puesto que en este periodo las acciones japonesas se han abaratado en lugar de revalorizarse con respecto al resto del mundo.
Hemos decidido mantener nuestra postura favorable. El gobierno corporativo está mejorando y las compañías, si lo desean, cuentan con medios para aumentar radicalmente la rentabilidad del accionista. La popularidad del presidente Abe vuelve a ser protagonista en 2018. También esperamos que Kuroda, el gobernador del Banco de Japón, siga al mando de esta institución, lo que dará continuidad pese al sesgo más agresivo.
Toby Nangle es co-director global de Asignación de activos y responsable de Multiactivos en la región de EMEA de Columbia Threadneedle.
Maya Bhandari es portfolio manager de Multiactivos de Columbia Threadneedle.
Pixabay CC0 Public DomainTheAndrasBarta. ¿Puede la política europea igualar a su economía?
Con la recuperación de la zona euro muy avanzada y el euro ganando terreno, estamos posicionando nuestras carteras para sacar el mayor provecho posible. Pero, ¿puede una nueva generación de líderes europeos convertir los beneficios económicos en reformas políticas?
La economía europea se está disparando a toda velocidad, creciendo a su mayor ritmo tras la crisis financiera. Incluso los rezagados tradicionales están ganando terreno: la confianza de las empresas italianas alcanzó en septiembre su máximo de los últimos diez años y Standard & Poor’s restituyó a grado de inversión el rating crediticio de Portugal.
Esta fortaleza se ha visto reflejada en el alza del euro, que se ha disparado frente a los diferenciales de tipos de interés: un 12% en comparación con el dólar en lo que va de año, más de la mitad del cual tuvo lugar tras haber aumentado en junio nuestra exposición al euro en determinadas carteras. Recientemente hemos aumentado estas posiciones, aprovechando lo que vimos como un retroceso temporal en el avance del euro, después del esperado anuncio de las reformas tributarias de Estados Unidos.
Incluso ahora observamos que el euro no parece muy fuerte tanto en base ponderada como histórica. Tampoco estamos excesivamente preocupados por sus efectos en el comercio o en la política monetaria. Un euro fuerte no debería atar las manos del Banco Central Europeo (BCE), dada la poca correlación entre la moneda y la inflación. El vínculo de la contribución del comercio al crecimiento también parece débil, excepto en periodos de sobrevaloración extrema.
Las acciones europeas han aumentado este año a pesar de la subida del euro, con las previsiones de beneficios descontando ampliamente una moneda más fuerte. Vemos que el crecimiento, la re-sincronización de la política monetaria y las dinámicas de la cuenta corriente favorecen futuras subidas del euro. Seguimos sobreponderados en Europa en comparación con las acciones estadounidenses, debido a las menores valoraciones, la situación del ciclo económico europeo en una fase más temprana y la fuerte demanda doméstica, favoreciendo sectores como la banca, industria, sanidad y tecnológicas.
Complicaciones políticas
A pesar de toda su fortaleza económica, Europa conserva una parte de adversidad política, el principal inconveniente en nuestra perspectiva positiva. Esto incluye la actual crisis migratoria, el alza de partidos de extrema derecha, el Brexit y el estancamiento de la expansión de la Unión Europea. Las recientes elecciones en Alemania son sólo un ejemplo de estos problemas.
Mientras que la canciller Angela Merkel se mantuvo en el poder, el partido anti-inmigrante AfD obtuvo un inquietante 13% de los votos, y el liberal Free Democrats probablemente entre en la coalición para formar gobierno – un partido fuertemente crítico con una mayor integración de la eurozona. La posición de Merkel se ha debilitado, complicando la ejecución de políticas y anunciando duras conversaciones de la coalición en las próximas semanas. Mientras tanto, la violencia en torno a la votación independentista de Cataluña el pasado 1 de octubre ha elevado también el tono político en España.
Un efecto importante de las elecciones alemanas es su posible impacto en Italia. Algunos inversores temen que el nuevo socio de la coalición, Free Democrats, pueda intentar imponer una mayor disciplina fiscal en Europa, frenando las ayudas a las naciones más endeudadas. Esto podría suponer problemas para Italia, donde la gran deuda pública y los préstamos incobrables de la banca podrían causar problemas una vez el BCE empiece a normalizar su política. Otros temen que las elecciones alemanas puedan presagiar un aumento populista en Italia, que debe celebrar elecciones antes de mayo de 2018. Los diferenciales entre los rendimientos de los bonos alemán e italiano a 10 años se han ampliado en los últimos meses, con un aumento de 2,7 puntos básicos el día después de los resultados electorales.
¿Está la política llegando a un punto de inflexión?
Europa ha progresado poco políticamente en el último decenio; una de las razones por las que creemos que ha pasado de una crisis a otra. Sin embargo, a pesar de sus muchos problemas, hoy vemos un incipiente renacimiento político, a medida que la “vieja guardia” es reemplazada por una nueva generación de líderes con ganas de hacer que el bloque sea más flexible y sensible a las preocupaciones populares.
El impresionante ascenso en 2014 de Mateo Renzi al poder de Italia (aunque ya ha terminado) fue una de las primeras señales. En los últimos 18 meses, Enmanuel Macron, de 39 años y sin prácticamente experiencia previa en política, logró fundar un nuevo partido y convertirse en presidente de Francia. En Austria, Sebastian Kurz, de 31 años de edad, está en posición de convertirse en Canciller en las elecciones de octubre según las encuestas. Mientras ambos tienen convicciones políticas muy distintas (Macron es un progresista liberal y Kurz un nacionalista conservador), comparten una ardiente visión pro-europeísta. Ambos favorecen una posición europea fuerte en las políticas extranjeras, de seguridad y de defensa.
De hecho, una cumbre especial en Bratislava, celebrada poco después del referéndum del Brexit en junio de 2016, inició un vibrante y continuo debate sobre nuevas formas de reformar el bloque. Esto se aceleró en septiembre con dos discursos de alto perfil por parte del presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker y Macron. El primero habló de combinar los papeles de Presidente del Consejo Europeo y de la Comisión y crear un ministro de finanzas de la eurozona. Macron, por su parte, expuso sus propias visiones para profundizar el proyecto europeo durante un vehemente discurso de casi dos horas en París.
Ambos presentaron algunos puntos excelentes y complementarios. Las sugerencias de Macron incluían el establecimiento de una fuerza militar de la UE, una agencia de inteligencia y policía fronteriza, así como la reducción del tamaño de la Comisión. Sus propuestas económicas se hicieron eco de los llamamientos de Juncker de nombrar un ministro de finanzas de la eurozona, así como de la revisión de la Política Agrícola Común y la armonización de los impuestos corporativos de Europa, en parte para financiar un mayor presupuesto europeo. Una integración mayor ayudaría ciertamente a la eurozona: un presupuesto común podría mejorar la convergencia de los rendimientos de los bonos y las tasas de interés.
A pesar de que Juncker y Macron no estuvieron a la altura de reclamar la plena unión fiscal (ni una mención a mutualizar las deudas), sus discursos volvieron a plantear el espectro de un «bono de la zona euro» común, un instrumento que podría haber reducido la crisis bancaria europea. Quizás los puntos más importantes en ambos discursos fueron los menos noticiables: defender una Europa de varias velocidades, una mejor facilitación de los mercados de trabajo transfronterizos y las maneras de garantizar que los compromisos individuales de cada país con respecto a las reformas estructurales se cumplan.
Por supuesto, muchas de las propuestas sin duda se encontrarían con una fuerte oposición. Tanto Finlandia como los Países Bajos se han opuesto en el pasado a una mayor integración fiscal. El partido alemán Free Democrats también lo hace. Pero Merkel, antes cautelosa, dio su señal más clara de apoyar esas reformas el 28 de septiembre, elogiando a Macron y afirmando que existe un “alto grado de consenso” entre los países más grandes de Europa. Y por la búsqueda pertinaz de Macron de la reforma laboral francesa y los recortes en impuestos y gastos, que los anteriores titulares han juzgado demasiado tóxicos, hay motivos para el optimismo de que al menos algunas de sus ideas europeas pueden materializarse.
Ahora o nunca para las reformas
Tras pasar gran parte de la última década luchando contra incendios, la economía europea está ahora en su mejor estado de los últimos tiempos, dándole al bloque una oportunidad única de cambiar. Los jóvenes políticos carismáticos podrían vender reformas y construir un bloque a varias velocidades más sensible a las demandas populares y menos propenso a futuras salidas, con medidas para aumentar la competitividad, la productividad y el comercio. El momento crucial para tales propuestas podría ser durante las discusiones del presupuesto de la UE el próximo año. Nada menos que el futuro de Europa puede depender de que sus líderes tomen la batuta.
Tribuna de Stéphane Monier, jefe de Inversiones de Lombard Odier.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Clint Mason. Los mercados emergentes cotizan con un descuento histórico frente a los desarrollados
Los mercados emergentes cotizan con un descuento del 30% frente a los mercados desarrollados, un porcentaje superior al descuento del 25% promedio de los últimos 15 años. Esto hace que veamos oportunidades de valoración atractivas en renta variable emergente en un momento en que muchos países emergentes han mejorado su situación económica y muchas empresas están realizando cambios significativos y positivos en sus modelos operativos.
La renta variable de mercados emergentes ha subido durante seis trimestres consecutivos debido a las perspectivas de crecimiento global y la recuperación de los precios de las materias primas. Con un ratio de 12,6 veces beneficio, creemos que las acciones de mercados emergentes siguen ofreciendo una atractiva valoraciónfrente a las empresas de mercados desarrollados, especialmente si las expectativas de beneficios continúan mejorando de manera sostenible.
Después de cinco años de crecimiento pobre o negativo del beneficio por acción, el BPA de mercados emergentes hizo suelo en 2015 y se prevé que crezca aproximadamente un 20% este año. Gran parte de la mejora de los beneficios viene por el sector de tecnología de la información, el sector con mejores resultados en los mercados emergentes este año y el mayor contribuyente a los retornos del índice MSCI EM.
Corea, China y Brasil
Además, se espera que los ingresos crezcan más de un 20% a cierre de este año, aunque este crecimiento no puede distribuirse uniformemente en todos los países, sectores y compañías de los mercados emergentes. La mayoría delos beneficios provienen de empresas del sector de la información, tecnología, energía, materias primas y finanzas,y de Corea, China y Brasil. Las empresas asiáticas ofrecen los mayores retornos sobre capital, con un promedio del 11,4%, comparado con el 10,5% de las compañías en Latinoamérica y EMEA.
Los gastos de las empresas han disminuido principalmente debido a la finalización de proyectos considerables y la bajada de los precios de muchas materias primas. Esto, combinado con la recuperación económica mundial, ha impulsado el flujo de caja libre, lo que permite a las compañías pagar deudas, desapalancar sus balances y abonar mayores dividendos a los accionistas, un componente importante del rendimiento total a largo plazo.
Por último, el crecimiento mundial se está acelerando y supone un viento de cola para las empresas de mercados emergentes, ya que podría favorecer el aumento de la demanda de sus bienes y servicios. Según el FMI, las economías emergentes crecerán entre un 4% y un 5% anual en los próximos cinco años. Esto es aproximadamente un 3% más que las economías de los mercados desarrollados.
Foto: Zaneology. El gobierno y la incertidumbre económica
Todas las economías enfrentan incertidumbre porque es imposible conocer con certeza lo que va a suceder en el futuro. Hay acontecimientos en el tiempo que afectan a diversas variables económicas, políticas y sociales, que no se pueden conocer con antelación, por ello se toman decisiones con la información disponible en ese momento y considerando los posibles escenarios futuros. Por tal razón, los agentes económicos reúnen la mayor cantidad de información disponible y procuran conocer el posible comportamiento de ciertas variables que consideran relevantes para el futuro de la economía.
Hay muchas variables que están fuera del control de la autoridad. Por ejemplo, es muy difícil, e incluso casi imposible, que las autoridades puedan influir en el comportamiento futuro de los precios del petróleo en el mercado internacional, o de las tasas de interés en el mercado de Londres o las cotizaciones futuras de las acciones en la bolsa de valores de Nueva York. En estos momentos es imposible determinar con certeza los resultados de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte o cuáles serán las implicaciones económicas exactas del conflicto que existe con Corea del Norte o el impacto de los conflictos políticos del medio oriente sobre el mercado petrolero.
Lo que la autoridad si tiene que hacer es generar certidumbre a través de clarificar la política económica que va a seguir en el futuro con el propósito de generar elementos que permitan evaluar la forma en que se respondería ante escenarios negativos y la forma de amortiguar sus impactos en la economía. A partir de establecer un posible escenario internacional, se requiere dar a conocer las políticas fiscal, de endeudamiento, cambiaria y monetaria a seguir. Hasta el momento el gobierno mexicano ha realizado esta labor razonablemente bien al presentar el presupuesto a ejercer el año entrante y el conjunto de políticas económicas a instrumentar con el mismo.
Sin embargo, no está cumpliendo con toda su responsabilidad de proveer elementos para reducir lo más posible la incertidumbre. Al final de este mes sale el Gobernador del Banco de México y hasta el momento el Presidente de la República no ha propuesto quien lo va a reemplazar. La figura del Gobernador del banco central es relevante para los mercados financieros, porque ello refleja la tendencia que seguirá la política monetaria en el futuro, lo cual influye en la inflación, el comportamiento de las tasas de interés y el mercado cambiario. Todas esas variables influyen en el crecimiento económico y en el nivel de bienestar de las familias. Esto contrasta con que tres meses antes de que termine el periodo de la actual Presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, ya se conoce el nombre de su sucesor, de tal manera que los agentes económicos pueden tener una idea de la tendencia futura de la política monetaria de ese país. Es urgente que se conozca quien va a ser el nuevo Gobernador del Banco de México y sobre todo que no vaya a quedar temporalmente vacante dicha posición, pues ello es una mala señal para los mercados porque refleja falta de certidumbre en la conducción de la política monetaria y en el extremo del rumbo de la economía. La autoridad debe de cumplir a la brevedad con su función de reducir la incertidumbre lo más posible, sobre todo que esa decisión sí está bajo su control.
Pixabay CC0 Public DomainCourtesy photo. Inflation Is Unusually Dormant… For The Moment
Los datos siguen apuntando a la expansión sincronizada más amplia que el mundo ha experimentado en más de una década, pues los mercados avanzados y emergentes siguen ganando momentum.
Los mercados laborales se recuperan a buen ritmo, y aunque la tasa de desempleo en Europa sigue por encima de los mínimos pre-crisis, en los Estados Unidos ha alcanzado un mínimo del 4,1% y en Japón se encuentra solo en el 2,8%. Y aun así, la inflación sigue extrañamente apagada. De hecho, la tasa de inflación media en los países de la OCDE es del 1,5%, por debajo del 2,2% de 2012 y muy por debajo del objetivo oficial de los bancos centrales del 2%. ¿Cómo es esto posible, teniendo en cuenta también que los balances de los cuatro mayores bancos centrales se han disparado hasta los 14 billones de dólares en activos?
La primera explicación podría ser que la recuperación ha sido lenta. Las tasas de crecimiento siguen estando por debajo de los niveles pre-crisis mientras la inversión, el comercio y, en menor medida, el consumo se han visto rezagados.
Respecto a los mercados laborales, en los Estados Unidos por ejemplo, una razón de por qué el mercado laboral tensionado no ha llevado a una pronunciada aceleración del crecimiento de los salarios es que la caída de la tasa de desempleo es el resultado de un cambio en la oferta de empleo, pues un gran número de baby boomers se han jubilado y, por lo tanto, se ha reducido la tasa de participación. Esto también ha impactado en el crecimiento de los salarios porque las nóminas de los jubilados seguramente eran más altas que las de los trabajadores entrantes.
Además, lo que realmente impacta sobre la inflación son los costes laborales unitarios, y no el crecimiento real o nominal de los salarios. Las recientes mejoras en la productividad han permitido que se rebajaran los costes laborales unitarios a lo largo del último año. Finalmente, aunque la expansión cuantitativa (Quantitative Easing) y los tipos de interés ultra-bajos han tenido éxito a la hora de empujar hacia arriba los precios de los activos, han fracasado a la hora de levantar la inflación. Esto se debe a la importante capacidad ociosa que la crisis financiera causó en la economía. Capacidad ociosa que hoy es mucho menor, pues las economías se han recuperado.
Un límite innegable de la inflación también viene de las variaciones en las divisas. El dólar, por ejemplo, tiene un impacto sobre la inflación general a través de su impacto directo sobre las materias primas, pero también afecta a la inflación subyacente, que excluye alimentación y energía. Una subida del dólar hace que los bienes extranjeros importados sean más baratos, aumentando así la competencia para los productores nacionales, que se ven presionados a reducir sus precios. La subida del 26% del dólar desde mediados de 2014 hasta finales de 2016 y la caída del 60% del precio del petróleo durante el mismo periodo fueron, por lo tanto, los grandes culpables del bajo nivel de precios.
Factores más estructurales como las tecnologías disruptivas y la globalización también han jugado un papel importante a la hora de limitar los precios. Las compañías de comercio electrónico, Airbnb y Uber han permitido más transparencia de precios además de una oferta adicional de bienes y servicios para clientes, lo que ha llevado a una inflación más lenta. La integración a nivel mundial ha dado a las empresas la posibilidad de mover sus instalaciones de producción más allá de sus fronteras a un bajo coste. No obstante, ¿esto beneficia a los consumidores o a los márgenes de beneficios de las empresas? Y aunque estos temas parecen razonables, la investigación ha demostrado que tienen un impacto reducido sobre la inflación.
Sorprendentemente, el motor más importante de la inflación son las expectativas de inflación. También, sorprendentemente, vemos que están basadas en el pasado reciente, pues parecen estar correlacionadas con la inflación reciente o coincidente.
Por lo tanto, el resultado más probable sigue siendo un nivel bajo de inflación. Pero no olvidemos que la inflación es un indicador retrasado. Mientras que la correlación entre el IPC y el crecimiento del PIB en los últimos veinte años es solo del 5%, cuando aplicamos un retraso de seis trimestres en la serie del crecimiento del PIB, la correlación salta hasta el 80%. El crecimiento más fuerte, que empezó en la segunda mitad de 2016, debería por lo tanto empezar a tener un impacto sobre la inflación en breve.
Además, una depreciación más profunda del dólar o una subida persistente en el precio del petróleo son riesgos posibles. Aunque la inflación ha seguido cayendo por debajo de las expectativas, podríamos estar llegando a un punto de inflexión y podríamos ver una tendencia de la inflación más al alza. ¡Esperemos que sea a un ritmo controlado!
Tribuna de Jadwiga Kitovitz es responsable de Renta variable y Clientes institucionales de Crèdit Andorrà Asset Management – Crèdit Andorrà Financial Group Research.
Pixabay CC0 Public Domain. Por qué la tecnología sigue siendo el futuro
La atención casi exclusiva de los inversores a un puñado de valores tecnológicos estrella está ensombreciendo lo que considero que es una oportunidad escasamente aprovechada para invertir en algunos negocios que ofrecen tecnologías empresariales innovadoras.
El mercado alcista actual es el segundo más largo en los anales y presenta similitudes claras con el mercado alcista más largo de la historia: el de la década de 1990. Entonces, como ahora, la tecnología aparece como el factor único más importante detrás de las rentabilidades superiores y los grandes nombres de esta industria dominan los primeros puestos de la tabla de mayores valores del S&P 500, copando las cinco primeras posiciones.
Este grado de representación de un único sector a la cabeza del índice general de la bolsa estadounidense no tiene precedentes y ha llevado a muchos a pensar que nos encontramos ante otra “burbuja” tecnológica que podría terminar en un hundimiento inminente. Sin embargo, está pasando algo mucho más grande en el plano fundamental; la verdad es que la tecnología está calando en todos los aspectos de nuestras vidas y el ritmo acelerado de la innovación tecnológica disruptiva que estamos observando actualmente no se parece a nada que hayamos vivido antes.
Nunca antes me habían ilusionado tanto las perspectivas del sector tecnológico a medio y largo plazo. Aunque un puñado de valores, los FAAMG (Facebook, Apple, Amazon, Microsoft, Google) han suscitado mucha atención, mi visión positiva se basa sobre todo en lo que estoy viendo bajo la estrecha y más visible cúspide de esta industria. Me resulta muy interesante que los ingresos de los FAAMG procedan principalmente de los consumidores, mientras que algunas de las nuevas ideas más innovadoras que estoy encontrando están dirigidas a las empresas.
Perfil riesgo-recompensa de los FAAMG
En la prensa se ha hablado largo y tendido sobre la impresionante evolución bursátil de los gigantes tecnológicos (FAAMG) en EE.UU. durante los últimos cinco años. Aunque representan el 12,4% del S&P 500, este porcentaje es reducido comparado con su peso de casi el 23% en el Russell Growth Index y del 42% en el Nasdaq 100. Por lo tanto, no sorprende que el Nasdaq 100 haya batido a más del 95% de los gestores de fondos y los fondos cotizados a 1, 3, 5 y 10 años.
Para aquellos que se han perdido la importante racha alcista de estos megavalores tecnológicos desde comienzos de año, por valoración no existen suficientes evidencias atractivas para justificar la inversión en ellos en estos momentos. Para conseguir una rentabilidad compuesta del 10% durante los próximos 6-7 años en Apple o Google, es preciso creer que su capitalización rondará los 6 billones de dólares en 2024 y que cotizarán ¡a unas 15-20 veces un flujo de caja libre de entre 300.000 y 400.000 millones de dólares!
Aunque podría suceder, las probabilidades son escasas. Dejando de lado los fundamentales, mi compañero Paras Anand, director de inversiones del área de renta variable de Fidelity en Europa, apunta en su artículo “¿Alguna vez ha habido tanto riesgo en la seguridad?” otras razones por las que estos megavalores lo han hecho tan bien y por qué podrían no ser tan seguros como el mercado los percibe.
Un camino duro
Si miramos más allá de estos megavalores, resulta evidente que las infraestructuras tecnológicas están evolucionando rápidamente y que nos encontramos en una etapa muy temprana de este proceso. En la década de 1990, el mundo pasó de los ordenadores centrales o mainframes a la era de la arquitectura cliente-servidor. Esta transición trajo consigo una debacle para algunos de los pesos pesados de la tecnología en la década de 1980, como DEC, ICL, BMC, Sun y la vieja IBM, y el nacimiento de una nueva generación de empresas como Microsoft, Intel, Cisco y Oracle.
El paso hacia la nube o las infraestructuras como servicio (IaaS) supone un cambio similar en ámbito y magnitud, y está empezando a tener profundas implicaciones en toda la cadena de valor de la tecnología. Una gran empresa cuenta actualmente con toda la pila de arquitectura tecnológica, desde los servidores hasta la capa de aplicaciones. En el entorno IaaS, los equipos y los ordenadores se convierten en un producto sin valor añadido gestionado por los proveedores de servicios en la nube (pensemos en las empresas que suministran electricidad), mientras que el foco de las empresas se desplaza hacia la capa de software y la conectividad.
Aunque la informática en la nube ha despertado cierta expectación, a día de hoy la transición real a la nube se encuentra todavía en pañales, ya que su penetración asciende a apenas el 5% de los 1,3 billones de dólares que suman los presupuestos tecnológicos de las empresas. Se prevé que este porcentaje crezca a razón de más del 25% anual hasta alcanzar una penetración de más del 15% en 2021. La bolsa ha supuesto que todo este crecimiento irá a parar a la nube pública y, por tanto, ha recompensado a los proveedores de la misma, como Amazon (AWS) y Microsoft (Azure).
Sin embargo, nuestros análisis sugieren que la mayor parte de clientes empresariales únicamente trasladarán las nuevas cargas de trabajo a la nube, en lugar de desmantelar y sustituir toda su infraestructura actual. Este hecho creará algo que se ha descrito de forma acertada con el término “nube híbrida”. En realidad, el proceso de pasar de una infraestructura in situ a un modelo puro en la nube tardará años (puede que décadas) y lo más probable es que la mayoría de las empresas utilicen ambas arquitecturas simultáneamente, del mismo modo que los mainframes siguen funcionando a pesar de haber quedado tecnológicamente obsoletos hace décadas.
Creo que existe una oportunidad de inversión escasamente aprovechada en empresas que pueden ayudar a otras empresas a gestionar la “nube híbrida”. Gigantes del software como VMWare y Red Hat, que pasan por ser negocios “convencionales”, cotizan actualmente a unas razonables 15 veces su flujo de caja libre en 2019, pero están presentando nuevos productos que permiten a las empresas gestionar sus necesidades de infraestructura en el nuevo mundo híbrido. VMWare se mantendrá en primera línea gracias a su alianza con AWS (Amazon Web Services) y su paquete SDN (Software-Defined Networking), mientras que Red Hat está beneficiándose de su plataforma de aplicaciones Openshift y de la transición a una “arquitectura sin servidores”. Ambas empresas pueden crecer durante años y el perfil de riesgo y recompensa continúa siendo atractivo en estos momentos.
Por el contrario, los grandes perdedores de todo ello son las empresas de hardware. De hecho, las perspectivas de los fabricantes de hardware han pasado a ser marcadamente deflacionistas. Esta circunstancia ya se ha manifestado en los diferentes retos a los que se enfrentan las empresas que prestan servicios empresariales de almacenamiento como EMC y Teradata, pesos pesados de los servidores como IBM, Dell y HP, y gigantes de la redes como Cisco y Juniper.
El software
El gran beneficiario del paso a esta nueva arquitectura es el software, que ahora pesa mucho más que el hardware dentro del gasto tecnológico total. Ahora que los directores de TI ya no tienen que lidiar con la gestión de infraestructuras, podrán invertir más tiempo y capital en pensar cómo modificar en profundidad los procesos de negocio mediante el uso del software. Sólo pagarán por lo que usan y grandes porcentajes de los presupuestos tecnológicos dejarán de destinarse a la inversión en inmovilizado para engrosar la partida de gastos de explotación corrientes.
El auge del software como servicio (SaaS) está cambiando cómo se implanta la tecnología y el enfoque “de dentro afuera” está dejando paso a un “de fuera a dentro”. Hasta ahora, el uso de la tecnología en las empresas ha sido un proceso gestionado por los departamentos de TI, que firman supercontratos para comprar grandes cantidades de software. Esto requiere un ejército de consultores para la instalación y el usuario empresarial sólo ve el resultado final cuando todo está terminado (de dentro afuera).
Con el modelo SaaS, el coste de ensayar nuevas tecnologías prácticamente ha desaparecido; el proceso comienza con los usuarios empresariales que evalúan las ventajas antes de que el software esté totalmente implantado en toda la empresa (de fuera a dentro). Hemos visto cómo este modelo triunfaba en empresas como Salesforce, Tableau y Atlassian, donde sus servicios empezaron a proliferar en las empresas, a veces sin que el personal informático lo supiese expresamente, antes de convertirse en irremplazables.
El modelo SaaS también permite a las empresas terminar con la pesadilla de las actualizaciones periódicas. Se acabó eso de esperar cinco años antes de pasar por un costoso ciclo de actualización para ponerse al nivel de la última tecnología. La mayoría de empresas SaaS publican actualizaciones continuas durante todo el año, del mismo modo que hacen las aplicaciones en nuestros teléfonos.
Me gustan varias empresas en este espacio, pero soy especialmente optimista sobre Salesforce como uno de los valores de gran capitalización que ganarán con el modelo SaaS. Salesforce está incrementando los ingresos a razón de más de un 20% y será una empresa de 20.000 millones de dólares dentro de los próximos cinco años. Cotiza con unos múltiplos en apariencia elevados porque está invirtiendo con decisión en su estrategia de crecimiento, pero no hay razón para pensar que no pueda presentar márgenes de explotación de más del 40%, como Oracle. Salesforce cotiza actualmente a 10 veces el flujo de caja libre sobre unos ingresos de 20.000 millones de dólares.
Suponiendo una banda de cotización entre 15 y 20 veces el flujo de caja libre, obtengo un recorrido alcista del 50-100% a cinco años, lo cual es muy atractivo. Entretanto, sigue siendo un excelente candidato a ser adquirido por las empresas de gran capitalización que tratan de conseguir crecimiento.
Conclusión
Asistimos a uno de los periodos empresarialmente más disruptivos de la historia económica. Al mismo tiempo, el contexto de bajas tasas de crecimiento anima a los inversores a premiar la certidumbre y el crecimiento allí donde lo encuentran. El liderazgo de los gigantes tecnológicos orientados al consumo ha acaparado titulares, pero en mi opinión es demasiado estrecho. Se avecina una segunda oleada de crecimiento, liderada esta vez por los negocios que ofrecen tecnologías a las empresas.
Ciertamente, la tecnología se mantiene como una de las áreas más atractivas a medio y largo plazo y, más allá de lo obvio, existen importantes oportunidades de inversión en diferentes segmentos que transformarán la forma en que las empresas gestionan sus actividades.
Tribuna de Aditya Khowala, gestor de fondos de renta variable estadounidense de Fidelity.