¿Hay vida en Tokio?

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¿Hay vida en Tokio?
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Moyan Brenn. ¿Hay vida en Tokio?

Tras la elección de Emmanuel Macron el pasado mes de mayo y su éxito en las elecciones generales que se celebraron el mes siguiente, el mercado parece haber desarrollado un gran entusiasmo por todo lo europeo. Las expectativas de recuperación económica y de un renacimiento del euro en una Unión de “dos velocidades” se han intensificado.

Los beneficios previstos para los próximos 12 meses del índice MSCI Europa ex UK han aumentado un 17% desde octubre de 2016, y la rentabilidad en el periodo fue superior al 20%. Mientras tanto, al otro lado del mundo, Japón ha experimentado una gran recuperación a nivel doméstico, en gran medida sin la participación de inversores extranjeros. Los beneficios esperados en Japón han aumentado un 18% en los últimos 12 meses, y el índice MSCI Japón acumula una subida del 25%1. Sin embargo, pese a la similitud en términos nominales, existen diferencias significativas entre las dos tendencias.

La mejora interanual de los beneficios esperados en Europa se ha visto impulsada por los sectores financiero, de consumo discrecional, industrial y de materiales, que aportan más de la mitad del crecimiento, mientras que el 90% de la mejora de los beneficios japoneses procede de los sectores industrial, de consumo discrecional y tecnológico.

Las perspectivas de los beneficios europeos dependen en gran medida, por tanto, de larecuperación cíclica de la demanda de materias primas, así́ como de las esperanzas puestas en la subida de los tipos de interés. Por otro lado, Japón se ha bene ciado de la recuperación de la demanda de sus productos, así́ como de una mejora significativa de los márgenes, apoyada por las fluctuaciones de su divisa.

Con el índice MSCI Word cotizando a 16,8 veces beneficios previstos para los próximos 12 meses y EE.UU. a 18,2 veces, resultan sin duda atractivas para los inversores globales las valoraciones de las acciones de Europa (ex Reino Unido) cotizando a 15,5 veces y las de Japón a 14,7 veces beneficios previstos.

Brecha amplia

Sin embargo, cabe destacar que la delta entre Europa y Japón se amplia todavía más si se tiene en cuenta la distribución sectorial. Con la excepción de los sectores de consumo básico y de atención sanitaria, que son mucho más pequeños en Japón, los demás segmentos cotizan en su mayoría por debajo de las valoraciones europeas, y en el caso del sector industrial muy por debajo de las mismas.

Tras la reciente reelección de Sino Abe, Japón se ha convertido en uno de los pocos países del G7 con un gobierno electo respaldado mayoritariamente por un partido tradicional. En la zona euro, Francia está gobernada por un presidente y por un partido que aun no han sido puestos a prueba, mientras que a Alemania le cuesta crear un nuevo gobierno e Italia celebra elecciones el próximo ano. Mientras tanto, Reino Unido enfrenta las dificultades del Brest y Estados Unidos está intentando encontrar un modus operandi con su nuevo presidente. Esto deja a Canadá́ como único miembro del G7 con un entorno político “tradicional”.

A menudo, nuestro equipo se ha mostrado escéptico con respecto a Japón, sobre todo porque las decisiones de asignación de capital de los equipos directivos de compañías japonesas con frecuencia han sido difíciles de entender.

La rentabilidad sobre el capital de las compañías japonesas cotizadas sigue rondando la mitad del nivel del mercado global. Hay varias razones para ello, pero estas normalmente incluyen unas adquisiciones caras —a veces compran compañías en sectores en los que tienen poca experiencia—, grandes participaciones cruzadas con poco o ningún fundamento económico, reservas de efectivo innecesariamente grandes, falta de disciplina de precios, una alta tolerancia a las ineficiencias y un gobierno corporativo débil.

Como siempre, nuestro enfoque de inversión es ascendente, centrado en identificar oportunidades a nivel compañía y basado en los fundamentales, pero seguimos muy de cerca los esfuerzos del gobierno japonés para introducir cambios, y estamos empezando a ver cierta mejora en las rentabilidades del mercado japonés. Por ahora no tenemos compañías japonesas en la cartera.

Francamente, nos parece que la calidad escasea en Japón, con solo un 12% del mercado capaz de cumplir con los per les de rentabilidad, de márgenes y de balance que buscamos. Todo esto antes de evaluar la calidad del negocio o de la gestión, que también hace que descartemos muchas otras compañías, dejando muy pocas en la lista.

Además, esta escasez tiene un precio. En Japón la calidad, cuando se encuentra, es la más cara del mundo desarrollado, cotizando en promedio a rentabilidades sobre el flujo de caja del 3,3%, cerca de un 50% más cara que nuestras carteras de calidad, que cotizan con una prima de tan solo el 10% respecto al mercado en su conjunto con una calidad significativamente más alta. Así́ que, por ahora, esperaremos pacientemente a que las valoraciones se vuelvan más atractivas, y a que los directivos de las compañías japonesas se orienten más hacia los accionistas y hacia la rentabilidad.

Opinión de William Lock, Bruno Paulson y Dirk Hoffmann-Becking, del equipo de International Equity de Morgan Stanley Investment Management.

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Elecciones en Cataluña y el mercado de renta fija: la incertidumbre política puede tener más efectos negativos en los países vecinos que en las empresas españolas

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Elecciones en Cataluña y el mercado de renta fija: la incertidumbre política puede tener más efectos negativos en los países vecinos que en las empresas españolas
Foto: Aranjez1404, Flickr, Creative Commons. Elecciones en Cataluña y el mercado de renta fija: la incertidumbre política puede tener más efectos negativos en los países vecinos que en las empresas españolas

Es increíble pensar que una región tan pequeña como Cataluña pueda atraer la atención de los inversores de renta fija en todo el mundo, pero como vivimos en un mundo de baja volatilidad histórica, los inversores buscan constantemente oportunidades que puedan mover el mercado, y Cataluña es ciertamente una de ellas.

La región ya ha asustado a los inversores varias veces en los últimos seis años. Cataluña no solo se vio afectada por la burbuja inmobiliaria española que se expandió entre 2008 y 2013, sino que también provocó crisis propias al exigir reiteradamente la independencia de España.

Bono del gobierno catalán, vencimiento 2020:

 

 

El gráfico anterior muestra el rendimiento de la deuda regional de Cataluña (vencimiento 2020) desde 2012 hasta la actualidad. Como puede observarse, hay tres momentos clave en los que el rendimiento de Cataluña aumentó: a principios de 2012, en marzo de 2016 y finalmente en octubre de este año.

A principios de 2012, el rendimiento del bono del gobierno catalán aumentó un 116% debido a una situación angustiosa en el sistema financiero español. En ese momento, España no pudo rescatar a su sector financiero y tuvo que solicitar un paquete de rescate a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad. Al mismo tiempo, la deuda regional de Cataluña por sí sola representaba el 38% de la deuda total de las comunidades autónomas españolas. Los inversores comenzaron a vender bonos soberanos españoles y papeles regionales porque temían enfrentar un default.

En julio del mismo año, sin embargo, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, anunció en Londres que el BCE estaba «listo para hacer lo que sea necesario para preservar el euro», reforzando su declaración diciendo «y créanme, será suficiente». Sólo una semana después, el BCE anunció un programa para comprar bonos del gobierno de los países europeos en dificultades, lo que redujo los rendimientos en toda la zona del euro, ya que los intercambios especulativos contra los países más débiles de la UE fueron desalentados. Después de esto, las cosas en la periferia comenzaron a estabilizarse.

En 2016, sin embargo, Cataluña sufrió otro golpe, ya que la región se enfrentó a 4.600 millones de euros en amortizaciones de bonos ese mismo año y reclamaba su independencia de España para arrancar. Como consecuencia, España amenazó con cortar el suministro financiero de Cataluña. Los inversores entraron en pánico una vez más y vendieron, tanto la deuda española, como la catalana.

Las facciones independentistas podrían sentirse decepcionadas al saber que el referéndum celebrado en octubre de este año no asustó tanto a los inversores como los eventos mencionados anteriormente. De hecho, aunque el rendimiento de los bonos de Cataluña aumentó 80 puntos básicos durante la crisis de 2017, se revirtió una vez que el gobierno español tomó el control de Cataluña, disolvió el parlamento regional y anunció nuevas elecciones.

Elecciones sin ganador

De cara a las elecciones que se celebrarán el próximo día 21, las encuestas indican que los partidos proindependentistas de Cataluña (PdeCat, ERC y CUP) no pueden obtener los 68 escaños necesarios para lograr el monopolio parlamentario, pero se mantienen mejor organizados que los partidos pro unidad. Los partidos antiindependentistas son ideológicamente muy diferentes, siendo uno izquierdista, uno liberal y el tercero conservador. Por lo tanto, es un desafío para ellos mostrar un frente unido en cualquier tema, salvo la soberanía misma.

Por lo tanto, nos enfrentamos a unas elecciones que podrían terminar sin ganador. Si los partidarios pro-independencia ganan la mayoría, continuarán con su impulso hacia la soberanía catalana; si los partidos antiindependentistas ganan, no podrán gobernar la región, y el movimiento separatista tomará el ejemplo de su incompetencia y continuará con su intento de independencia.

En este punto, ¿qué pueden esperar los inversores de tal resultado? La respuesta es que no pueden esperar nada diferente de lo que han experimentado en los últimos años: la situación se prolongará con subidas y bajadas durante más tiempo, y la volatilidad aumentará.

Se podría pensar que, en esta situación, los grandes perdedores serían los bonos de empresas con exposición a Cataluña. Sin embargo, si miramos los bonos subordinados (normalmente son los instrumentos más sensibles a los cambios de mercado) de los bancos catalanes Sabadell y CaixaBank, se observa que los rendimientos aumentaron 60 y 30 puntos básicos respectivamente tras el referéndum de octubre… pero luego rápidamente cayeron, tocando nuevos mínimos cuando el gobierno español restauró el orden.

Al mismo tiempo, los bonos subordinados de BBVA (que adquirió Catalunya Banc en 2015) no se inmutaron en absoluto mientras se intensificaba la crisis constitucional.

La razón por la cual los bonos corporativos españoles vieron una reacción marginal es porque la mayoría de los ingresos de estas empresas en realidad provienen de fuera de España. Según la Bolsa de Madrid, solo el 36% de los ingresos del Ibex de 2016 provinieron de España … BBVA, por ejemplo, emplea a más personas en México que en toda España.

Es importante señalar que la incertidumbre política en Cataluña puede tener más efectos negativos en los países vecinos que en las empresas españolas. El apoyo a los partidos independentistas en España puede interpretarse como un fortalecimiento del sentimiento nacionalista en Europa, algo que también podría influir en las elecciones italianas de mayo de 2018. Si ese es el caso, Europa tal como la conocemos, puede estar bajo amenaza.

Tribuna de Althea Spinozzi, analista de renta fija de Saxo Bank

Es esa época del año… para la cosecha de pérdidas patrimoniales

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Es esa época del año… para la cosecha de pérdidas patrimoniales
Foto cedida. It’s That Time of Year…For Tax Loss Harvesting

Diciembre ha sido históricamente un mes muy favorable para los mercados de renta variable de Estados Unidos. Aunque nunca sabremos realmente si eso se debe a que los grandes gestores de fondos institucionales están muy incentivados para ayudar a que el mercado acabe el año en positivo, o simplemente viene del empuje psicológico de las vacaciones.

Lo que sí sabemos es que las dos últimas semanas del año pueden traer presiones adicionales de venta en acciones que han tenido fuertes caídas durante el año. Muy fácil; esto viene provocado por las ventas que buscan la compensación de pérdidas y ganancias patrimoniales, un proceso en el que los inversores que están sujetos a las leyes fiscales de los Estados Unidos «cosecharán» (es decir, venderán) posiciones que tengan pérdidas para recoger así un beneficio fiscal. Para aquellos que tengan posiciones susceptibles de venta para compensar pérdidas patrimoniales esto puede ser como echarse sal en la herida, pues las posiciones que no han tenido un buen comportamiento este año son desechadas en Navidad.

Este año puede que experimentemos una versión exagerada de este efecto por varios motivos. El principal es que los inversores esperan que la reforma fiscal esté firmada, sellada y entregada en 2018. Aunque todo lo demás se quedara igual, los inversores preferirían vender una posición con pérdidas ahora en diciembre –cuando les da el máximo beneficio– antes que venderla unos meses después a cambio de una recompensa más baja.

El impacto más obvio de la reforma fiscal es la reducción del tipo marginal más elevado. Esto incentiva a los inversores para que recojan sus pérdidas en 2017 mientras éste siga todavía en el 39,6%. Las plusvalías a corto plazo (inferiores a 1 año) se gravan al propio tipo marginal y no al 20% utilizado para las plusvalías a largo plazo. La versión del Senado de la reforma fiscal dará a los más ricos un ligero beneficio al recortar ese tipo marginal máximo hasta el 38,5%. Además, una de las características de la reforma fiscal propuesta es la eliminación de la capacidad del inversor para decidir qué lote vender. Actualmente, si un inversor ha comprado una acción en diferentes momentos (creando así múltiples “lotes”) y quiere después vender una porción de su posición, puede seleccionar qué lote le es más ventajoso desde una perspectiva fiscal.

Esto suele significar la venta del lote con la mayor pérdida. La reforma fiscal propuesta incluye una provisión que eliminaría la capacidad para realizar esta práctica y forzaría a los inversores a vender el lote más antiguo primero, con el método FIFO (first in first out: primero en entrar, primero en salir), sin importar la ganancia o pérdida que se acumule, lo que en la práctica implica un aumento encubierto del impuesto de plusvalías. Aunque todavía no sabemos si esto pasará a la versión final de la reforma fiscal, es muy probable que los inversores tomen medidas y vendan las posiciones afectadas antes de 2018.

Al haber subido el S&P 500 un 18% este año, la mayoría de inversores descansan sobre ganancias considerables, y en la medida en que se recogen beneficios, la presión para contrarrestar el impacto fiscal aumenta. No obstante, las ventas puede que no se limiten a los perdedores de este año. El sector tecnológico ha tenido ganancias increíbles este año y podría llevar a algunos fondos institucionales a rebalancear sus carteras antes de que acabe el año. Esto incluso podría llevar a un cierto círculo vicioso, ya que si los inversores intentan alinear sus carteras para beneficiarse de la reforma fiscal (especialmente de la rebaja en el impuesto de sociedades), venderán las acciones de sectores con bajas tasas impositivas, como el tecnológico, y rotarán hacia sectores que suelen pagar altas tasas impositivas (financiero, consumo y telecomunicaciones). Cuantas más ventas haya de acciones tecnológicas con grandes ganancias, más demanda habrá para cosechar algunos de esos perdedores.

Muchos de esos grandes perdedores que pueden ver ventas adicionales están agrupados en los sectores de consumo discrecional y energía. Dentro del consumo discrecional, los grandes almacenes tradicionales han sido uno de los peores grupos en el mercado, pues sus negocios luchan contra el movimiento hacia el comercio electrónico. Aun con las recientes subidas de estas acciones en noviembre, muchas de ellas permanecen muy por debajo de sus niveles de 2016. Por ejemplo, JC Penney, Sears Holding y Signet Jewelers han bajado un 61%, un 54% y un 43%, respectivamente. Incluso el líder de los minoristas, Macy’s, baja un 27% este año.

Fuera del sector minorista tradicional, el distribuidor de ropa deportiva Under Armour baja un 53%. En el sector energía, bastantes compañías de servicios subieron después de la elección del presidente Trump en los dos últimos meses de 2016. No obstante, 2017 ha sido otra historia, pues US Silica ha bajado un 41% y Hi-Crush Partners ha caído un 46%. Los grupos de comercio minorista y energía no son los únicos donde podemos encontrar a candidatos potenciales para las ventas de compensación de pérdidas patrimoniales, pues el fabricante de medicamentos genéricos Teva Pharmaceuticals cayó un 55%.

Tribuna de Charles Castillo, senior portfolio manager en Beta Capital Wealth Management. Crèdit Andorrà Financial Group Research.

Tendencias globales que actúan en conjunto: ¿oportunidades? ¿Qué se espera del futuro CFO? ¿Qué habilidades son las requeridas para enfrentar los nuevos retos?

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Tendencias globales que actúan en conjunto: ¿oportunidades? ¿Qué se espera del futuro CFO? ¿Qué habilidades son las requeridas para enfrentar los nuevos retos?
Foto: Pxhere CC0. Tendencias globales que actúan en conjunto: ¿oportunidades? ¿Qué se espera del futuro CFO? ¿Qué habilidades son las requeridas para enfrentar los nuevos retos?

Es común escuchar que el mundo está cambiando aunque, para muchos el mundo ya cambió. La evolución de la tecnología, la telefonía, internet, apps, son parte de la vida de las personas y organizaciones. Todos los días aparecen nuevos participantes que están tomando el rol de intermediación en los negocios, ofreciendo servicios en una forma distinta y generando valor al usuario. El mundo está en constante transformación y los profesionales de las finanzas, no pueden estar ajenos a ellos. Deben evolucionar e incorporar las habilidades requeridas en el nuevo entorno de los negocios.

Los planteos más frecuentes involucran cambios demográficos, en el poder económico, con escasez de recursos y un avance tecnológico feroz. Y, en virtud de ello, los datos son el elemento crítico en el éxito de los negocios. 

Por un lado, los cambios demográficos que transforman a países desarrollados en los más longevos, desafían a los planes de pensiones y a sus inversiones. Por otro, desafía a las compañías en la capacitación y desarrollo de nuevas habilidades, así como a la deslocalización geográfica de recursos humanos para cubrir las nuevas necesidades en distintas posiciones. 

Se plantea una pérdida de influencia de los mercados maduros por ser menos atractivos para el talento y los negocios. La competencia generada por nuevas geografías crea distintos perfiles de competidores, que los profesionales de las finanzas deben entender. 

En esta línea, se identifica como punto crítico para los negocios y las economías, la necesidad de contar con recursos domésticos e internacionales a través de relaciones estratégicas. A su vez, asistimos al incremento en el nivel de regulación vinculada con cambios ambientales, transparencia de la información y prevención del lavado de dinero. Este impacto, nos toca en impuestos y en costos extra por cumplimiento con la regulación y/o el reporte que los reguladores imponen. Hay absoluto consenso en que el ritmo de estos cambios se acelerará con las nuevas tecnologías.

El GRI (2016) plantea que el 90% de los datos existentes se han generado en los últimos dos años y que solo el 0.5% de los datos generados son analizados. La revolución que ha generado en los negocios, y en las finanzas en particular, tienen a los datos como uno de los factores críticos del éxito en los nuevos modelos empresariales. La clave no está en el dato en sí, sino en cómo se analiza, cómo se integra en la generación de experiencias de las personas, en el uso del teléfono celular y de internet para identificar rutinas y necesidades de clientes y en función a eso, ofrecer un producto –generador de experiencias- que atienda los nuevos comportamientos de las personas.

El acceso a sistemas e información permite modelos de gestión que cambian las estructuras organizacionales, hacia modelos más horizontales. La capacidad de recolectar y analizar datos en tiempo real se ha vuelto un requerimiento para hacer negocios, más que una ventaja competitiva. 

Las organizaciones se enfrentan a los nuevos desafíos económicos mundiales y el CFO es un elemento importante en dicho cambio organizacional. Las Finanzas hoy no sólo tienen la misión de contener los costos y llevar las cuentas. Buscan cambiar el juego al darle al negocio una visión basada en los datos sobre las mejores formas de promover la innovación y el crecimiento.

Lo relevante está en entender de qué manera los CFOs están usando la tecnología para satisfacer estas nuevas demandas. Los CFOs se han convertido en una pieza estratégica para las organizaciones. Entonces, ¿Por qué son una pieza estratégica?

El primer atributo necesario es la capacidad de mitigar y gestionar riegos. Esto se traduce en poder identificar futuros riesgos, mapeándolos y generando los cómo para –en entornos complejos- liderar áreas funcionales capaces de mitigarlos. Involucra desde los centros de servicios compartidos corporativos, hasta el concepto de gobierno corporativo.

No es novedoso que las empresas compiten y se obligan a diferenciarse en segmentos y geografías para crecer. Sin embargo, es costoso y, en ocasiones, se encuentran con restricciones de capital y decisiones relacionadas a la priorización de proyectos que generen valor para las organizaciones. El CFO curioso e innovador en la diversificación de portafolios, en la innovación y diferenciación de productos, entiende y prioriza los proyectos de inversión de capital, inversión en nuevas adquisiciones, y en la identificación de necesidades de transformación.

Para la toma de decisiones con alto nivel de incertidumbre se requiere el uso de modelos predictivos o estocásticos aprovechando información en tiempo real que demanda  capacidad analítica y manejo de la tecnología para reaccionar en consecuencia.

No hay duda que las Finanzas modernas buscan cambiar el juego al darle al negocio una visión basada en los datos sobre las mejores formas de promover la innovación y el crecimiento. La tecnología permite disminuir los principales costos de los procesos realizados en las operaciones financieras, facilitando oportunidades y nuevas visiones.

Los líderes financieros se posicionan como los más aptos para ser CEOs, dada su capacidad de gestión en crisis y experiencia analítica.

En este contexto, la ética en los negocios, no es retórica. Cada profesional de las finanzas debe posicionarse y ser reconocido como un profesional íntegro. Finalmente, el CFO con visión de largo plazo es muy valorado, pues sus decisiones involucran la sostenibilidad del negocio y esta trasciende el horizonte temporal inmediato. Cada vez menos, asistimos a negocios de una sola vez, y el largo plazo predomina en operaciones constantes que requieren de una reputación ética, crítica para la toma de decisiones del mercado.

Los profesionales de las finanzas tienen grandes desafíos para el 2018 y por qué no, para los próximos 10 años en un contexto complejo y cambiante, que exige constante actualización, capacidad analítica, gestión y mitigación de riesgos, innovación y ética profesional.

Columna de Norma Pontet Ubal

 

Perspectivas para 2018: moderación del crecimiento y contracción de los márgenes de beneficios

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Alcanzar los objetivos no será precisamente fácil
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Ian D. Keating. Perspectivas para 2018: moderación del crecimiento y contracción de los márgenes de beneficios

El contexto económico para los mercados en 2018 resulta menos favorable. Las tendencias monetarias y los análisis cíclicos sugieren que la economía global perderá dinamismo a medida que avance el año. Mientras tanto, los mercados laborales en Estados Unidos y otras economías principales se han ajustado hasta niveles que tradicionalmente se asocian a un repunte en el crecimiento de los costes laborales unitarios. La aceleración del crecimiento de los costes laborales ejercería una presión alcista en la inflación subyacente y los tipos de interés y una presión bajista en los márgenes de beneficios.

En el mismo análisis de hace un año, preveíamos que 2017 sería un año positivo para la economía mundial. El crecimiento del agregado monetario real a escala mundial, que generalmente precede al crecimiento económico en un periodo de seis a doce meses, aumentó considerablemente en el último tramo de 2016. Además, el ciclo de constitución de existencias estadounidense, que tiene una duración de entre tres y cinco años, había tocado fondo a principios de 2016 y se adentraba en una fase alcista. Los anteriores mínimos de este ciclo, registrados en 2009 y 2012, dieron paso a una sólida expansión económica en el país y a escala internacional durante el siguiente año que duró 18 meses.

Las tendencias monetarias

El crecimiento anual del agregado monetario real a escala mundial se ha moderado desde finales de 2016 y, en el momento de redacción del presente artículo, volvía a situarse en torno a su nivel medio de 2014-2015, tal y como muestra el siguiente gráfico.

El repunte del ciclo de existencias estadounidense todavía tiene recorrido —los niveles de inventario son reducidos en comparación con las ventas finales—, pero podrían alcanzar su máximo en el primer semestre de 2018. Teniendo en cuenta todo esto, sería razonable esperar que el crecimiento económico mundial mantendrá su solidez en 2018, pero se moderará más tarde durante el año.

¿Podría una pérdida de impulso traducirse en una recesión? Las tendencias monetarias actuales siguen siendo coherentes con un crecimiento económico considerable, aunque un incremento de la ralentización a principios de 2018 podría suponer una señal de alarma de cara al resto del año.

Según el análisis del ciclo, es improbable que se produzca una recesión en 2018, pero es una posibilidad realista para 2019-2020. Las recesiones generalmente tienen lugar cuando se produce de forma simultánea una desaceleración en el ciclo de constitución de existencias y un debilitamiento en uno de los otros dos ciclos clave o en ambos: el ciclo de inversión empresarial de siete a once años y el ciclo inmobiliario a más largo plazo (más de 15 años). Los tres ciclos tocaron fondo en 2009, lo que explica la gravedad de la recesión en EE. UU. y el resto del mundo ese año.

El último mínimo en el ciclo de existencias se produjo en 2016, por lo que se espera que el siguiente tenga lugar en 2019-2021. El ciclo de inversión empresarial tocó fondo por última vez en 2009, por lo que se prevé que vuelva a marcar mínimos en 2020 como muy tarde. La tendencia al alza del ciclo inmobiliario a más largo plazo se mantendrá. Por tanto, la debilidad en los ciclos de inversión y de existencias podría coincidir y dar lugar a una recesión en 2019-2020. Cualquier recesión tendría una gravedad moderada, dado que contaría con el apoyo del ciclo inmobiliario y la naturaleza relativamente moderada del actual repunte de la inversión empresarial.

¿EE.UU. y Japón en vanguardia?

Las tendencias monetarias en todos los países en el momento de redacción del presente artículo sugieren que China y Europa encabezarán la moderación del crecimiento mundial en 2018, mientras que EE. UU. y Japón registrarán una evolución relativamente sólida.

El IPC subyacente mundial (es decir, excluyendo los sectores alimentario y energético) mostró un comportamiento estable en 2017 a pesar del sólido crecimiento económico. El consenso podría estar infravalorando los riesgos derivados de la inflación en 2018, al igual que sucedió con las perspectivas de crecimiento hace un año.

En EE.UU., la tasa de desempleo cayó al 4,1% en octubre de 2017, y la tasa de ofertas vacantes de empleo o disponibilidad se situó cerca del 4,0% en septiembre, tal y como muestra el gráfico siguiente.

La diferencia entre las dos tasas solo ha caído por debajo de los 0,5 puntos porcentuales en cuatro ocasiones desde principios de la década de 1950: 1955, 1965, 1972 y 1999. El crecimiento anual de los costes laborales unitarios repuntó considerablemente durante el año siguiente en las cuatro ocasiones. Los mercados laborales en Japón, Alemania y el Reino Unido también se muestran ajustados en términos históricos.

La aceleración del crecimiento de los costes laborales impulsaría la inflación subyacente y provocaría la contracción de los márgenes de beneficios. Los dos fenómenos resultarían perjudiciales para los mercados, pero el equilibrio entre ambos afectaría a la atracción relativa de la renta variable y la deuda pública. Una situación en la que los márgenes sufriesen una mayor presión, por ejemplo, conllevaría un deterioro de las perspectivas económicas y un aumento de los riesgos de recesión, lo que constituiría un apoyo para la renta fija a pesar de una inflación más elevada a corto plazo.

Una sencilla norma de inversión que habría funcionado bien en términos históricos consiste en rotar de renta variable a activos monetarios si el crecimiento del agregado monetario real del G7 se sitúa por debajo del 3% o si cae 3 puntos porcentuales o más a lo largo de seis meses. Si bien las tendencias monetarias se han moderado, ninguna de estas dos condiciones se ha cumplido todavía. Esta norma puede servir como referencia a la hora de determinar si resulta necesario adoptar una postura de inversión totalmente defensiva en 2018 y en qué momento hacerlo.

Simon Ward es economista jefe de Janus Henderson Investors.

El segmento de 3 a 5 años de la curva estadounidense puede proteger a los inversores de la normalización monetaria de la Fed

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El segmento de 3 a 5 años de la curva estadounidense puede proteger a los inversores de la normalización monetaria de la Fed
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Giuseppe Milo. El segmento de 3 a 5 años de la curva estadounidense puede proteger a los inversores de la normalización monetaria de la Fed

Desde comienzos de año, el diferencial entre los tipos de interés a diez y dos años se ha reducido más de la mitad hasta alcanzar los 60 puntos básicos, su nivel más bajo desde 2007. Históricamente, una inversión de la curva de rendimientos, algo que todavía queda lejos, ha dado paso a menudo a una recesión. No es de extrañar, así, que el aplanamiento de la curva de rendimientos en Estados Unidos preocupe, y no poco, a los inversores.

Sin embargo, desde nuestro punto de vista, el aplanamiento de la curva de rendimientos no augura una recesión en Estados Unidos. En este sentido, es importante detenerse a recordar que durante los seis últimos ciclos de endurecimiento de la política monetaria estadounidense se ha observado un aplanamiento de la curva de rendimientos debido, principalmente, a las fuertes subidas de los tipos de interés a corto plazo.

También esta vez, la subida de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a dos años explica en gran parte esta evolución y responde a las tres subidas de los tipos de referencia de la Reserva Federal desde el pasado mes de diciembre y las previsiones de normalización gradual de la política monetaria.

Dentro de la renta fija, la evolución de los rendimientos de los bonos a 10 años merece una atención especial. Durante los últimos doce meses han descendido cinco puntos básicos después de aumentar más de 100 puntos básicos de media durante los ciclos anteriores.

Exceso de ahorro

Sin embargo, esta evolución no se origina en una revisión a la baja de los tipos de referencia previstos durante los diez próximos años, lo que habría sido inquietante, sino que refleja sobre todo el exceso de ahorro a nivel mundial, que es, en definitiva, el persistente efecto de los programas de compra de activos y las bajas expectativas de inflación.

En este contexto, y dentro de la asignación a deuda pública estadounidense en nuestras carteras, preferimos posicionarnos en los vencimientos a tres-cinco años, entorno en que la curva permanece relativamente estable y actúa como bisagra desde comienzos de año. Tampoco olvidemos que el rendimiento de los bonos estadounidenses a diez años repuntó recientemente hasta superar el 2,40%.

Este posicionamiento debería protegernos en caso de que continúe la normalización de la política monetaria mediante la subida de los tipos cortos. Además, limitará el riesgo de duración en caso de repunte de los tipos largos a consecuencia de una revisión al alza de las perspectivas en torno al crecimiento, la inflación y la prima a plazo. Los bonos de alto rendimiento todavía podrían beneficiarse de un descenso de los diferenciales de tipos de interés, pero siguen siendo una clase de activos de alto riesgo en caso de corrección de los mercados.

En cualquier caso, seguimos creyendo que podemos encontrar valor en la renta fija, eso sí, con un enfoque de aproximación flexible, global, con un elevado control del riesgo y muy activo, que nos permita obtener las ventajas, en cada momento, de cada tipo de activo, en cada mercado. Esto es lo que hace con éxito el equipo de Andrew Lake en su fondo Mirabaud Global Strategic Bond, con más de un 6% en el último año y una volatilidad por debajo del 2%.

Raimundo Martín es director general de Mirabaud Asset Management para España, Portugal y Latinoamérica.

La deuda corporativa de los emergentes se están convirtiendo en una alternativa invertible más seria que los mercados desarrollados

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La deuda corporativa de los emergentes se están convirtiendo en una  alternativa invertible más seria que los mercados desarrollados
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Lawrence Wang. La deuda corporativa de los emergentes se están convirtiendo en una alternativa invertible más seria que los mercados desarrollados

Nuestra postura, desde hace tiempo positiva hacia la deuda corporativa de mercados emergentes, se ha sustentando en dos factores: un marco global benigno y un panorama de mejora macroeconómica para muchas de estas economías, sobre todo en términos de crecimiento. Acercándonos ya al 2018, mantenemos una visión positiva de la historia corporativa en mercados emergentes.

Es verdad que en el último mes se ha pasado por momentos difíciles, con alguna volatilidad, pero el espacio de deuda corporativa de mercados emergentes ha atravesado episodios similares en el pasado, y vemos esos retrocesos como buenas oportunidades para que los inversores compren este tipo de valores a precios atractivos. (Aunque obviamente no hay garantía de que esta tendencia de mercado continúe en el futuro).

De hecho, la clase de activo representada porJP Morgan Corporate Emerging Markets Bond Index Broad Diversified, subía, hasta el 30 de noviembre, un 7,6% en lo que va de año. Nuestro escenario base es que continúe la coincidencia de una recuperación global, un gap cada vez mayor entre economías emergentes y desarrolladas, y tipos de interés globales «más bajos durante más tiempo».

En cuanto a la mayor economía emergente del mundo, esperamos que el crecimiento de China continúe siendo fuerte. Los precios de las commodities han recuperado, sirviendo en términos generales de apoyo a los términos comerciales  (esto es, los precios de las exportaciones en relación con los precios de las importaciones) de las economías emergentes. El fuerte momentum cíclico de Europa también ayuda a las economías de mercados emergentes.

Ya hay señales de cambio en las dinámicas de mercado, incluyendo la falta de contagio y el impacto de los fondos de pensiones domésticos cada vez mayores, que actúan como colchón.

Si estos cambios son estructurales en lugar de transitorios, un desarrollo similar podría significar que los bonos corporativos de mercados emergentes, como clase de activo, se están convirtiendo en una  alternativa invertible más seria respecto a sus homólogos en mercados desarrollados. Eso sí, no hay que perder de vista que la inversión internacional conlleva riesgos, que a menudo son más elevados cuando se invierte en mercados emergentes/en desarrollo, o mercados de capitales más pequeños.

John Morton es responsable de contribuir a la gestión de las estrategias de renta  fija de Lord Abbett con un enfoque en valores de mercados emergentes.

 

Un cambio estructural para la renta fija

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Un cambio estructural para la renta fija
Pixabay CC0 Public DomainFoto: Unsplash. Un cambio estructural para la renta fija

La renta fija ha vivido un cambio estructural, este mercado ya no volverá a ser como antes de la crisis. ¿Qué ha sucedido? Uno de los hechos más relevantes que explican la situación es que las principales autoridades monetarias del mundo se han aplicado contra la crisis de una manera realmente extraordinaria.

No en vano, la Reserva Federal mantiene en su balance 4,23 billones de dólares (3,6 billones de euros) entre bonos del Tesoro de EE.UU. (los famosos Treasuries) y MBS (activos respaldados por hipotecas). Por su parte el BCE tiene anotados 2,35 billones de euros en activos de la eurozona adquiridos “con fines de política monetaria”, según su propia definición, es decir, comprados por el banco central con el propósito explícito de apoyar a la economía de la eurozona. En los últimos 10 años, EE.UU. ha emitido más deuda que en toda su historia. Nos encontramos en suma con unos niveles de liquidez sin precedentes y que probablemente tampoco volveremos a ver. Por eso, la expresión más repetida en el mercado, deseada y a la vez temida, es “vuelta a la normalidad” y ése parece ser el gran tema de cara a 2018.

Los bancos centrales están obligados a regresar a cotas más normales, entre otras cosas, para poder dotarse de un cierto margen de maniobra para poder reaccionar en caso de futuras crisis financieras o económicas. Sin embargo, las autoridades monetarias son plenamente conscientes de que a la normalidad hay que regresar de forma gradual y con pies de plomo, si no se quiere desencadenar un nuevo tsunami financiero. Así que, en nuestra opinión, tenemos por delante un camino que tardará años en recorrerse. En la eurozona no deberíamos empezar a pensar en subidas de tipos de interés, como mínimo, hasta 2019, aunque claramente la senda de retiro de estímulos ya se ha iniciado. Y es que estos estímulos de los bancos centrales han propiciado un escenario de tipos de interés tan bajos que han obligado a los players del mercado a asumir un mayor riesgo para obtener unas rentabilidades aceptables. 

Si hace 10 años la mayor parte de la oferta global de activos de renta fija ofrecía rendimientos superiores al 4%, hoy no es nada sencillo encontrar valores que den rentabilidades por encima del 3%. De hecho, se calcula que actualmente hay en circulación en el mundo financiero unos 8 billones de dólares en bonos soberanos con tipos de interés negativos. Y es también la aversión al riesgo la que hace que prácticamente un tercio del mercado europeo de renta fija ofrezca rendimientos negativos, a pesar de que tanto la UE como la eurozona vayan a cerrar su cuarto año consecutivo de crecimiento y que actualmente todos los grandes motores económicos mundiales se están expandiendo de forma sincronizada (el FMI pronostica que el año próximo la economía mundial crecerá un 3,7%, mientras que nuestra estimación de crecimiento para el PIB de España en 2018 es de un 2,5%).

Para añadir más complejidad a las circunstancias actuales, basta señalar que apenas se observan presiones inflacionarias de consideración en prácticamente ninguna economía avanzada (sí, en cambio, hay apreciaciones de activos reales con un protagonismo absoluto del sector inmobiliario), a pesar de que son varios los países que están alcanzando ya niveles de pleno empleo (en España la tasa de paro ha caído prácticamente 10 puntos porcentuales en cuatro años y esperamos que en 2018 se sitúe en el 15,2%, el nivel más bajo de los últimos 10 años). En la era del comercio digital, la regla de la inflación al 2% parece estar dejando de ser útil en términos de política monetaria o de estrategias de renta fija.

En resumidas cuentas, ahora se paga un alto precio por la prima de liquidez y encontrar valor en los activos libres de riesgo va a suponer un verdadero desafío para cualquier gestor de carteras de inversión. Así, aunque el consenso global es de un endurecimiento progresivo y constante de la política monetaria, no parece que se vaya a producir en los próximos meses un cambio muy brusco en el panorama libre de riesgo.

Sin embargo, tampoco se puede olvidar que históricamente las correcciones de la renta fija no se han parecido ni remotamente a las que ha sufrido la Bolsa durante las diversas crisis que han tenido lugar a lo largo de las últimas décadas, por lo que los bonos siguen siendo considerados como un activo imprescindible en cualquier cartera diversificada.

En todo caso, el universo que se extiende más allá del muro del grado de inversión ofrece muchas oportunidades; con activos de gran calidad en el rango de las calificaciones BB y B, con una razonable relación rentabilidad/riesgo. En este sentido, uno de los caladeros que está llamando cada vez más la atención es el Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF). En sus cuatro años de vida, esta plataforma ha movilizado ya 6.700 millones de euros, emitidos por cerca de 40 compañías procedentes de los más diversos sectores de actividad, que han descubierto el mercado de capitales como una herramienta esencial en la necesaria diversificación de sus fuentes de financiación. En Axesor estamos orgullosos de haber participado activamente en este proceso, siendo la agencia de rating mayoritariamente elegida para evaluar la solvencia de las emisiones, tanto de largo como de corto plazo, que se han ido listando en el MARF.

En definitiva, en estos largos años de crisis el mundo ha cambiado radicalmente. Por ejemplo, algo tan cotidiano y extendido hoy como son las redes sociales, que ya no solo predominan en nuestras relaciones personales y en la forma de comunicarnos, sino que juegan un papel cada vez más relevante en la actividad económica, apenas estaban empezando a desarrollarse y eran unas grandes desconocidas en el año 2008. En definitiva, las nuevas tecnologías están derribando los paradigmas y fundamentos económicos que habían funcionado hasta ahora. El mercado de capitales ha construido su propio relato de esta transformación estructural y todos, inversores, emisores y demás participantes, deben aprender a desenvolverse en este nuevo mundo.

Tribuna de Adolfo Estévez, Managing Director de Axesor Rating

 

Japón encabeza las alentadoras perspectivas sobre la renta variable

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Japón encabeza las alentadoras perspectivas sobre la renta variable
Foto: Guwashi999. Japón encabeza las alentadoras perspectivas sobre la renta variable

Hemos mejorado nuestra opinión sobre la renta variable japonesa de «preferencia» a «gran preferencia», un cambio que nunca antes habíamos implementado en un mercado de renta variable. Las estrategias de asignación de activos han venido sobreponderando/invirtiendo en acciones niponas desde el verano de 2013, un periodo que se asocia con buena rentabilidad y descenso de las valoraciones relativas como consecuencia de la sólida generación de beneficios.

No obstante, hemos incrementado aún más nuestra asignación por cinco factores diferentes, entre los que se cuentan la mayor fortaleza de los beneficios corporativos (según un enfoque ascendente o «bottom up»); la confirmación de que se están acometiendo continuas reformas empresariales que se traducen en mejores remuneraciones para los accionistas; las robustas expectativas económicas; el menor riesgo político tras la victoria de Abe en las elecciones anticipadas; y el elevado apalancamiento operativo del universo empresarial japonés con respecto a las mejoras sincronizadas de la economía mundial.

Pese a la espectacular rentabilidad total del 20% registrada desde principios de años (superior a la rentabilidad de la renta variable mundial, expresada en dólares), los valores nipones siguen cotizando con descuento respecto de los índices bursátiles de todo el planeta. El triunfo electoral de Abe y su renovado mandato para proseguir con la «Abenomics» también deberían desembocar en un segundo mandato de Haruhiko Kuroda como gobernador del Banco de Japón, lo que, a su vez, seguirá respaldando los activos de riesgo japoneses en los meses venideros.

La mayor parte de nuestro optimismo actual se basa en nuestra preferencia por la renta variable con respecto a la renta fija y el efectivo (nuestro posicionamiento actual), así como en un entorno de continuo crecimiento mundial y un periodo de reflación. Nuestra exposición se concentra en las regiones más expuestas a los temas anteriores: sin duda alguna, Japón, aunque también Europa (excl. el Reino Unido) y los mercados emergentes asiáticos, ámbito en el que existen escasas perspectivas reales de que se produzca un endurecimiento monetario a corto plazo, y tampoco se vislumbran cambios fiscales en el horizonte.

Optimismo para 2018

En EE. UU., la administración de Trump parece cada vez más cerca de adoptar la reforma tributaria, aunque todavía se desconoce la envergadura de dicho paquete fiscal. Los fondos gestionados han venido infravalorando la renta variable estadounidense desde que revisamos a la baja nuestra opinión, de «neutral» a «aversión», en marzo de este año, si bien somos conscientes de que se están dando dinámicas positivas en Norteamérica.

La renta variable de EE.UU. se halla en buena posición para beneficiarse de las «megatendencias» seculares en la tecnología, y otros sectores, como el giro hacia la informática en la nube, la inteligencia artificial, los coches conectados y las redes inalámbricas 5G. En la actualidad, el sector de los semiconductores está valorado en unos 350.000 millones de dóalres, y se prevé que crezca en otros 100.000 millones de dólares durante el próximo lustro gracias a estas tendencias. En muchos casos, los beneficiaros directos son entidades monopolistas. Además, la actual valoración del sector tecnológico estadounidense, en términos del ratio precio/valor contable, señala que el mercado no resulta barato ni mucho menos, aunque tampoco presenta una extrema sobrevaloración. También es cierto que, en términos del ratio precio/beneficio (PER) previsto, el sector sigue siendo barato desde una perspectiva histórica.

Las perspectivas sobre los activos de renta fija se antojan menos halagüeñas, pues nos acercamos al final del ciclo de crédito vigente. Hemos sido testigos de una fase de expansión excepcionalmente prolongada, pues los mercados de renta variable han cosechado, todos los años desde 2012, una rentabilidad más elevada que los mercados de crédito (una típica señal de un periodo de expansión). El elevado nivel del apalancamiento corporativo suscita cierta preocupación; no obstante, nuestros análisis indican que esta situación es intencionada y no involuntaria: aun cuando se registran sólidos beneficios, el apalancamiento permanece en cotas elevadas porque, hoy en día, resulta más sensato para las empresas recomprar acciones que devolver las deudas. Algunas medidas de solvencia clave, como la cobertura de intereses, muestran una increíble fortaleza.

Nuestro grupo de asignación de activos realiza una asignación neutral a los bonos corporativos con calificación investment grade, mientras que nuestro equipo de renta fija mundial adoptó recientemente la decisión de revisar a la baja el crédito investment grade hasta terreno negativo. Por nuestra parte, salvo que se produzca una aceleración de las subidas de los tipos de interés oficiales o un deterioro de la salud económica mundial, hemos decidido mantener nuestra asignación neutral al crédito corporativo IG. Si bien el potencial alcista podría revelarse un tanto limitado, todavía no se observan las típicas señales de alerta de una inminente y brusca espiral de ventas.

 

 

Gestionando con el nuevo oro de la inversión: ¿criptodivisas?

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Gestionando con el nuevo oro de la inversión: ¿criptodivisas?
Foto: Copley, Flickr, Creative Commons. Gestionando con el nuevo oro de la inversión: ¿criptodivisas?

Retrocedamos unos cuantos años, a finales del siglo XX, cuando se produce la irrupción de Internet en nuestras vidas. En aquel entonces, las mayores incertidumbres venían de la mano de la regulación, de la seguridad y del recelo del público en general. Y pese a estas grandes incertidumbres, se crearon multitud de empresas que vieron la capacidad de generar un nuevo ecosistema de compañías en torno a Internet, lo que se acuñó con el nombre “empresas puntocom”. Estas empresas generaron unas increíbles expectativas en los mercados, que se materializaron en espectaculares revalorizaciones que hicieron, por ejemplo, que el índice bursátil Nasdaq multiplicase su valor en muy poco tiempo.

Pero, poco tiempo después, hubo un cambio drástico en las expectativas que habían generado este tipo de empresas: se subestimó la madurez del mercado para asimilar este tipo de tecnologías, las infraestructuras necesarias, su complejidad, el plazo de recuperación de las inversiones realizadas, etc. Y con ello, se produjo lo que se denominó la “crisis de la burbuja puntocom”, donde desaparecieron miles de empresas, bien por fusiones o quiebras. Esta crisis hizo que el índice Nasdaq mencionado anteriormente perdiese más de tres cuartas partes de su valor.

Sin embargo, hoy en día nadie puede negar que realmente Internet cambió nuestras vidas por completo: la forma de comunicarnos entre nosotros, con las empresas, incluso con las administraciones públicas, la forma de acceder a la información, la forma de trabajar, la forma de consumir, de producir…En definitiva, la irrupción de una nueva tecnología que podía cambiar la economía mundial creó, en pocos años, una estructura empresarial que se construyó a mayor velocidad de lo que la economía y la sociedad fueron capaces de asimilar.

¿Podemos estar viviendo algo similar con las criptomonedas? En primer lugar, debemos destacar los dos aspectos fundamentales que implica la irrupción de lo que denominamos “criptomonedas”: creación de monedas virtuales en competencia con las tradicionales y una nueva metodología contable de control de estas monedas (Blockchain), que le confiere una singularidad propia frente a aquellas.

Como primer aspecto debemos analizar la importancia que tiene la aparición de nuevas monedas no reguladas por los gobiernos ni emitidas por bancos centrales, sino auto controladas por una comunidad de usuarios. Lo que conocemos como monedas tradicionales (dólar, euro, libra, etc.) es el dinero declarado por un gobierno como moneda de curso legal y cuya emisión corresponde a un banco central. El valor de estas monedas es lo que se conoce como “fiduciario”, es decir, basado en dicha declaración de oficialidad por un Estado y por la confianza que sus usuarios tienen en ella como instrumento para efectuar transacciones económicas, pero no por su valor intrínseco o por tener un patrón de referencia (como lo fue el oro en su momento).

Frente a las monedas tradicionales, tenemos unas nuevas monedas virtuales con sus propias normas predefinidas, libres de manipulaciones e intervencionismos, totalmente digitales, sin un valor intrínseco más allá del que sus propios usuarios quieran concederles. Además, emplean un mecanismo de encriptación que les confiere anonimato, y un mecanismo de contabilidad que les otorga seguridad sin necesidad de un intermediario o fiduciario que les conceda valor.

A ambas modalidades las une un punto importante, y es el hecho de que, finalmente, su valor depende del crédito o valor que la sociedad o sus usuarios quieran concederles. Pero las diferencia, en favor de las tradicionales, que aquellas están declaradas oficialmente como legales y su valor, aunque fiduciario, es estable en el tiempo y su usabilidad está generalizada entre los agentes sociales y económicos. También las diferencia, en favor de las nuevas, que estas tienen mayor transparencia, rapidez, eficiencia e incluso seguridad en sus transacciones y, por último, mayor confidencialidad. En cualquier caso, sobre las nuevas monedas recae la carga de la prueba y son las que deben despejar dudas y demostrar que realmente serán capaces de romper las barreras de entrada. ¿Cuáles serán las claves que determinarán su éxito o su fracaso?

Una moneda triunfa si es aceptada y utilizada de forma generalizada. Sin estas dos premisas, la moneda no tiene futuro. Hoy en día, aún existe una gran incertidumbre regulatoria y aunque en aumento, pocas entidades aceptan estas monedas como pago. Por otro lado, los gobiernos no serán muy partidarios de que se generalicen monedas que no puedan controlar, legislar y, sobre todo, fiscalizar. Recordemos que el anonimato es una característica de las nuevas monedas y eso permite canalizar y ocultar todo tipo de operaciones. La aparición de este tipo de monedas es un riesgo para el sector financiero actual porque su rol de intermediario y garante sería totalmente marginal (y su poder como lobby está fuera de toda duda).

Columna de Igor Alonso, profesor del Master de Gestión de Carteras del IEB