La teoría que hay tras el estilo de inversión value es muy simple: se compran acciones que están infravaloradas y se mantienen hasta que el mercado reconoce su valor inherente y ofrece un precio más alto por ellas. Muchos de los inversores más famosos de todos los tiempos son conocidos por invertir siguiendo este estilo. Este grupo incluye a personas como Benjamin Graham, John Templeton, Bill Miller y, por supuesto, Warren Buffett. Una variante de este método, que es la que practica el famoso inversor de valor Mario Gabelli, es comprar acciones de valor que tengan un catalizador. Gabelli y su equipo de analistas buscan compañías infravaloradas que adquirirán reconocimiento en el mercado gracias a un próximo evento potencial.
Históricamente, el valor ha superado al crecimiento, lo que justifica el estilo de inversión elegido por los mencionados titanes de las finanzas. Sin embargo, en estos últimos once años las cosas han ido de una manera bastante diferente, ya que el crecimiento ha superado con creces al valor.
¿Cuáles son los motivos de la larga racha de bajo rendimiento del value?
Si nos fijamos en la última década, veremos que empieza con la Gran Recesión y las medidas adoptadas por la Reserva Federal durante la recuperación. En primer lugar, la Reserva Federal bajó los tipos hasta prácticamente cero, lo que neutralizó uno de los principios de la inversión de valor: elegir empresas con un sólido balance financiero. Puesto que las empresas podían endeudarse a unos tipos históricamente bajos, las que optaron por no apalancar sus balances financieros fueron penalizadas por los inversores, mientras que las que sí lo hicieron con una deuda barata pudieron invertir en oportunidades de crecimiento, tanto a través de la expansión orgánica como de adquisiciones. Lo mismo puede decirse de la inversión en empresas con un sólido perfil de flujos de efectivo. Históricamente, los inversores de valor acudían en masa a las empresas con un flujo constante de efectivo, pero nuevamente este atributo perdió importancia a los ojos del mercado.
El segundo problema fue la flexibilización cuantitativa de la Fed (es decir, la inundación del mercado con dinero en efectivo), que hizo que los inversores fueran mucho menos exigentes con su dinero. Durante la última década, una gran cantidad de dinero ha estado persiguiendo un número finito de inversiones, lo que ha hecho que los inversores dejen de preocuparse por su valoración. Si no lo cree, solo tiene que echar un vistazo a la valoración de empresas tan importantes como Tesla o Netflix. Así pues, ¿tal vez el problema es que hemos tenido un ciclo de tipos de interés realmente largo?
Posiblemente, y los dos problemas mencionados están perdiendo fuerza a medida que la Fed va subiendo los tipos y su balance deja de crecer. No hay que olvidar que desde1928 el valor ha superado al crecimiento siempre que han subido los tipos.
La consecuencia del prolongado ciclo de tipos de interés es que el sector financiero ha sido el peor a lo largo de la última década, y por desgracia para los inversores de valor éste es el sector con mayor ponderación en los índices de valor. Solo hay que fijarse en las principales posiciones de cualquier fondo de estilo value de gran capitalización para ver una combinación de JP Morgan, Wells Fargo, Citibank y Bank of America. El tercer sector más grande en la mayoría de los índices de valor es la energía, que hasta hace poco había presentado un mal rendimiento durante años. Las finanzas y la energía se combinan para obtener un asombroso 43% del índice de valor Russell 1000. La tecnología, por otro lado, solo representa el 9% del índice de valor, pero representa un tercio del índice de crecimiento.
¿La inversión value ha abandonado su trono o quizás debamos reconsiderar su definición?
En 1992, el premio Nobel Eugene Fama, conocido como el «padre de las finanzas modernas», y el profesor Kenneth French crearon el modelo de tres factores, que predice que las acciones de valor superan a las acciones de crecimiento.
Una de las proporciones clave usadas por Fama y French para discriminar entre acciones de valor y de crecimiento es la relación precio-valor contable (P/B). En esta relación, «precio» es simplemente el valor de mercado de la empresa, mientras que «valor contable» es los activos menos los pasivos. Una relación P/B baja se ha considerado históricamente como un indicador de una empresa infravalorada, pero ¿sigue siendo cierto? La metodología utilizada para seleccionar los componentes del índice de valor Russell 1000 está muy ponderada hacia unas relaciones P/B bajas. Esta es la razón por la que el índice está repleto de compañías financieras y por la que también sobrevalora a las empresas industriales de la vieja economía que poseen muchos activos físicos. En cambio, ignora a la mayoría de las empresas tecnológicas, ya que normalmente no tienen muchos activos. Un gran ejemplo de este problema es Apple. El fabricante del iPhone parece ser una acción de valor por su rentabilidad, flujo de caja y balance financiero, entre otros, pero debido a su P/B relativamente alto queda situada dentro del índice de crecimiento. Warren Buffett parece estar de acuerdo en que Apple es una acción de valor, ya que recientemente la convirtió en la mayor posición de Berkshire Hathaway.
Tal vez el valor no ha tenido un rendimiento tan malo como habíamos creído. Quizás debamos cambiar nuestra manera de entender la inversión de valor, igual que ya lo hecho Warren Buffett.
Foto: doug8888, Flickr, Creative Commons. 10 millones de euros y una ciudad donde invertir: ¿Nueva York, Madrid, Londres o Hong Kong?
Si mañana usted recibiera 10 millones de euros con la condición de hacer una inversión inmobiliaria que le ofreciera una renta estable y la potencialidad de que los precios fueran crecientes en el largo plazo, ¿por qué ciudad del mundo se decantaría?
Quizás la respuesta sea una ciudad como Nueva York, Madrid, Londres o Hong Kong. Seguro que ni se ha parado a pensar en lugares como Guangzhou, Seattle o Cape Town, ciudades con las rentabilidades anuales más elevadas de los últimos años.
Que usted baraje estos nombres se basa en una teoría que todos hemos interiorizado en los últimos años. La intuición de que el crecimiento de las ciudades con altos niveles de riqueza crea un exceso de demanda por los activos inmobiliarios, lo que a su vez implica que las rentabilidades de los inmuebles de las urbes más grandes superen siempre a las ciudades medias o rurales. Por lo tanto, siempre que la oferta de viviendas no pueda aumentar rápidamente, los precios en las llamadas «ciudades prime» se desacoplan de las rentas, los ingresos y el nivel de precios nacional respectivo y, en consecuencia, los precios vuelan.
Una cosa es la teoría reciente y otra la práctica o los datos históricos. A finales de los años ochenta, el mercado inmobiliario de Nueva York tardó 20 años en recuperarse en relación con los precios en todo Estados Unidos. Un comprador de una vivienda en Londres en 1988 tuvo que esperar 25 años, es decir, hasta 2013, para que su inversión superase el promedio del Reino Unido. Desde el final de la II Guerra Mundial hasta la década de los noventa Japón era una gran potencia mundial, se decía que el Palacio Imperial de Tokio valía más que todo el estado de California. Casi 30 años después su economía continúa estancada. Un inversor que compró una vivienda en Madrid en el año 2007, a día de hoy, 11 años después no ha conseguido obtener una rentabilidad positiva de su inversión.
La economía y los mercados financieros están en permanente evolución. Las circunstancias cambian y también las fuentes de riesgo y las oportunidades de generar rentabilidad. El sector inmobiliariodebe ser siempre un activo más a tener en cuenta, pero no el único. Como dijo en 2015 Larry Fink, consejero delegado de BlackRock, la mayor gestora de activos financieros del mundo, “el inmobiliario es el nuevo oro”. Es decir, se ha convertido en un mecanismo de mantener riqueza.
El valor de una adecuada diversificación por clases de activos a lo largo del tiempo:
La finalidad de este artículo no es tratar de descubrirle un boom inmobiliario, ni augurar crisis venideras, sino todo lo contrario: aprender del pasado. Aprender a no acumular un excesivo porcentaje de nuestro patrimonio en activos inmobiliarios porque las rentabilidades sean atractivas en el corto plazo. Aprender a no apostar todo al rojo cuando podemos utilizar toda la paleta de colores. Aprender que la diversificación por activos resulta fundamental para una adecuada gestión de un patrimonio, incluso dentro del propio sector inmobiliario conviene hacerlo.
Para poder realizar la inversión de forma directa necesitaríamos un patrimonio muy elevado y así adquirir inmuebles en diferentes países, con la iliquidez, el conocimiento y los costes que requeriría. Existen otras alternativas para invertir de forma indirecta a través de REITs/socimis (sociedades de inversión que son dueñas de activos inmobiliarios y cuyos ingresos proceden fundamentalmente de los alquileres de los mismos, cotizan en bolsa y tienen que repartir dividendos todos los años)y, por último, fondos de inversión inmobiliarios que pueden invertir tanto en las mencionadas REITs/socimis como en otras compañías cotizadas del sector inmobiliario.
La diversificación está al alcance de todos y ya que ninguno tenemos la “bola de cristal”, es la única forma a nuestro alcance para reducir el riesgo sin entrar en costes excesivos. Por ello, un patrimonio verdaderamente diversificado debería componer además de activos financieros (renta fija, renta variable y liquidez), activos reales (divisas, materias primas e inmobiliario) y activos de capital riesgo (acciones en empresas no cotizadas). De esta forma conseguiremos la verdadera diversificación.
Un caso práctico
Hablemos de un caso real y práctico: a comienzos de 2017, el comité de inversiones de Acacia Inversión estudió la posibilidad de invertir en el sector inmobiliario americano para beneficiarse de su ciclo económico. Según la teoría previa, podríamos haber invertido a través de REITs, pero consideramos que tenían valoraciones excesivas, o en fondos de inversión inmobiliaria a través de compañías del sector, pero los índices de Wall Street se encontraban cerca de máximos.
Del laboratorio de ideas de Acacia Inversión surgió entonces la posibilidad de participar del sector inmobiliario de Estados Unidos a través de un ETF de madera. El estilo de construcción norteamericano tradicional utiliza este recurso natural del mismo modo que hacemos en Europa con el hormigón, es el pilar de la construcción. En octubre del mismo año se cierra la posición con más de un 20% de beneficio. Ideas diferenciadoras que hacen una gestión diferente.
La madera del árbol de la acacia posee un sistema de defensa que es considerado como único en el reino vegetal, ahí es donde se encuentra el verdadero valor añadido.
Tribuna de Beatriz Franganillo, gestora de patrimonios en la oficina de Madrid de Acacia Inversión
Pixabay CC0 Public DomainFoto: thedigitalway. ¿Por qué crece más rápido la “E” que la “P” en los ratios “P/E” de la bolsa estadounidense?
2018 ha sido un año especial porque, por primera vez en los últimos cinco o seis años, los beneficios por acción han crecido más rápidamente que los precios de mercado, disminuyendo los elevados ratios precio-beneficio (P/E). En la actualidad, a pesar de que en cierta medida sigue mostrando unas altas valoraciones con respecto a su histórico en el largo plazo, la renta variable de gran capitalización estadounidense cotiza a precios más atractivos que a finales de 2017, cuando lucían unos múltiplos de beneficio por acción adelantados de 18,5x, -los múltiplos adelantados o forward son aquellos que se basan en el consenso de los estimados para los siguientes 12 meses. En lo que va de año, creo que gran parte del salto experimentado por los beneficios es atribuible a la introducción de la reforma fiscal y laboral que entró en vigor en diciembre.
Para dar algo de perspectiva, el pasado 10 de julio, el índice S&P había alcanzado aproximadamente un 4,4% en lo que va de año. Desde principios de año, los beneficios estimados han sido revisados al alza en un 14%. Como resultado, el múltiplo P/E adelantado ha disminuido en un 12%, a 16 veces.
¿Pero, por qué la desviación del reciente patrón de los beneficios está teniendo problemas para seguir el ritmo de la subida de precios? Creo que el mercado nos está diciendo que no cree que estos elevados niveles de beneficios, inducidos por la bajada de impuestos, tengan poder de permanencia. Mi miedo es que mucho de este ahorro fiscal está siendo recogido por las empresas de menor calidad y puede que nunca lleguen a beneficiar a los inversores. Creo que el ahorro fiscal será eliminado. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, los centros comerciales físicos están gastando millones en sistemas de comercio electrónico que tienen pocas probabilidades de poder cerrar la brecha que les separa de los grandes competidores del comercio en línea.
En mi opinión, una vez que el aumento de los beneficios que la reforma fiscal ha introducido vaya desapareciendo en los próximos trimestres, creo que veremos un incremento en la dispersión de los ingresos. Y, esta es una razón más para que los inversores sean selectivos a la hora de elegir en qué acciones invierten.
Foto: titoalfredo, Flickr, Creative Commons. MiFID II y su impacto en la industria de los fondos de inversión
Como en la famosa fábula de Esopo (“El pastor mentiroso”), finalmente llegó el lobo y esta vez no se trata de ninguna broma. Las temidas siglas en inglés MiFID II (acrónimo de Markets in Financial Instruments Directive o Directiva sobre Mercados de Instrumentos Financieros en castellano) ya están aquí y han llegado para quedarse.
La llegada de un nuevo año es un arranque, un camino que recorrer y nuevas metas que alcanzar. El comienzo de este año 2018 nos trajo, tres días antes de la Epifanía del Señor – como si de una carta escrita por el inversor a S.S.M.M. los Reyes Magos de Oriente pidiendo protección y transparencia frente a entidades financieras se tratara – la Directiva MiFID II (desarrollada a través de la Directiva 2014/65/EU).
Se trata de una regulación espinosa que impacta de lleno a todos los intérpretes de la industria financiera, desde las entidades bancarias a gestoras, brókeres o EAFIs. El inversor, el principal agraciado. A día de hoy, sigue coleando, abriendo intensas y variadas controversias y siendo uno de los grandes debates en todos los “corrillos” de los negocios financieros de los estados miembros.
No es para menos. La nueva Directiva establece un mercado único y un régimen regulatorio común que sirve para armonizar la regulación sobre los mercados de valores y la negociación de los instrumentos en los 28 estados miembros de la UE, y en otros tres estados del Área Económica Europea (Islandia, Noruega y Liechtenstein).
Mientras el cambio legislativo y sus impactos están contenidos principalmente en la nueva Directiva Europea, el sector trabaja con las guías técnicas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), una nota de prensa del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad que difundió en diciembre del 2017, y el Real Decreto-ley 21/2017, de 29 de diciembre, de medidas urgentes para la adaptación del derecho español a la normativa de la UE y MiFIR (Reglamento UE 600/2014).
MiFID II se aprobó en 2014 y establecía que debía transponerse a la normativa interna de cada país antes de junio de 2017, entrando en vigor, tras un período de seis meses de asentamiento, en enero de 2018. Concluido el ecuador del año, podemos decir que en nuestro país aún no ha sido traspuesta en su totalidad, en palabras de la Comisión “España sólo ha notificado una transposición parcial”. Entre otras, no se han incorporado plenamente normas de requisitos de capital (facultad de las autoridades competentes para imponer sanciones administrativas a empresas de inversión responsables de infracción grave en la lucha contra el blanqueo de capitales), mecanismos de denuncia, normas sobre la integridad y la independencia de los miembros del órgano de dirección y la obligación de las autoridades españolas de ponerse en contacto con el supervisor para obtener la información.
Esta no transposición “perturba el mercado único” al no poder beneficiarse los inversores de la mayor protección que ofrece MiFID II, funcionando peor entre los estados miembros que no hayan transpuesto por completo la Directiva.
Incumplimos, por tanto, como estado esta obligación, acumulando casi siete meses de retraso, y esto ha llevado a la Comisión Europea a comunicar su decisión de llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la UE. Fuera de nuestras fronteras nos acompaña en esta “desgracia” Eslovenia, que no ha notificado a la UE ninguna medida al respecto. Aquí no vale el “mal de muchos, consuelo de tontos”.
En materia legislativa, el cambio de nuevo Gobierno y la marcada experiencia europea de la nueva titular en el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, Nadia Calviño, presuponen que habrá avances tanto en ésta como en otras directivas comunitarias que se encuentran en la misma situación (PSD 2, Prevención de Blanqueo de Capitales o la reforma de la ley hipotecaria, entre otras). De entrada y atendiendo a palabras de su antecesor en el cargo, se prevé la aprobación de estas nuevas normas este año, antes de otoño, lo que nos llevaría a su puesta real en marcha para principios de 2019.
Del mismo modo, la CNMV, parece que atendiendo a este malestar generalizado entre los afectados (por la falta de concreción y el impacto directo que esto deriva en la buena marcha del sector) y el aumento de poder de control que esta normativa le garantiza, acaba de abrir hasta el 27 de julio a consulta pública las modificaciones propuestas a la Circular 1/2010, de 28 de julio, de información reservada de las entidades que prestan servicios de inversión y la Circular 7/2008, de 26 de noviembre, sobre normas contables, cuentas anuales y estados reservados de información reservada de las Empresas de Servicios de Inversión, Sociedades Gestoras de instituciones de Inversión Colectiva y Sociedades Gestoras de Entidades de Capital – Riesgo. En estos textos, se prevé que el supervisor aumente su capacidad de control y seguimiento mediante la dotación de información más detallada.
¿Por qué resulta tan complicada esta adaptación a MiFID II? La nueva Directiva añade, al conjunto de normas definidas por su antecesora MiFID I, los grandes productos de inversión que quedaron en el baúl de los recuerdos en la anterior directiva: los fondos de inversión y la renta fija. Las medidas que sufren más impacto tienen que ver con la transparencia, información y protección al consumidor, las comisiones de los servicios de gestión y la formación de los profesionales. Podemos resumir diciendo que MiFID II es una refundición de MiFID I ampliado y con mejoras para el inversor.
El término transparencia, quizá el vocablo que más se recalca cuando se habla de MiFID II, se traduce en que, con la nueva Directiva, el partícipe de un fondo de inversión deberá conocer con todo lujo de detalle todos los conceptos por los que paga: comisiones de gestión, de administración, de custodia y el análisis de mercados.
Esta transparencia también obliga a ofrecer productos adecuados a cada tipo de inversor, mediante el establecimiento de un perfil de riesgo del cliente (resultado de los nuevos test de idoneidad y conveniencia); revisar la gestión contractual de los fondos; justificar la ejecución de sus operaciones en beneficio de sus clientes; actualizar la fiscalidad aplicable; definir el modelo de asesoramiento que cada interviniente ejecuta (independientes o no independientes) y asociarlo a la percepción de “incentivos y comisiones”; y formar a los asesores que llevan la relación con el cliente (y, por supuesto, poder demostrar dicha formación).
Parece que, en este sentido, vamos por buen camino. A nivel nacional y según datos de EFPA (siglas en inglés de European Financial Planning Association o Asociación Europea de Asesoramiento Financiero en castellano), España cerró el año 2017 con más de 25.000 asesores financieros certificados, suponiendo un incremento del 85% con relación al año 2016 y del 50% con relación a los dos últimos años, debido todo ello a la entrada en vigor de MiFID II.
MiFID II continúa con la senda de MiFID I también de cara a la información que se debe de facilitar tanto al consumidor como al regulador y lo reajusta una vez más. Requiere que el sector invierta en medios y medidas que garanticen que todos los costes repercutidos al cliente queden perfectamente delimitados y explicados en detalle, no solo antes de la contratación sino durante todo el proceso contractual.
De igual manera, los profesionales del sector estarán obligados a levantar acta o grabar toda reunión que mantengan con el cliente, más si cabe si en ella se le ofrecen productos determinados, y deberán registrar las comunicaciones que se le realice -por cualquier canal- en las que se le esté asesorando. Éstas, además, deberán estar disponibles a petición de cliente en caso de lo que deseen.
Además de la ya mencionada transparencia, otro pilar fundamental es el fomento de la competencia y la protección al inversor. Ahora mismo existen, por ejemplo, diferentes modelos de cobro de comisiones funcionando de forma simultánea, que sería un problema si, por falta de una regulación clara, se entrelazaran entre sí, dificultando para el inversor saber cuál es la opción que más le conviene.
Un mercado bien regulado y basado en la sana competencia podría fomentar la simetría de información entre entidades y por tanto la bajada las comisiones de gestión al reducir el margen de intermediación. Con ello, el asesor deberá ajustar su operativa para, sin dejar de ser competitivo, mantener su nivel de ingresos, siempre adecuándose al nivel de riesgo que esté dispuestos a asumir.
En esta línea, desde el punto de vista del sector de los fondos de inversión, MiFID II establece que quién comercialice los fondos debe elegir su papel a la hora de interactuar con el inversor. El comercializador de fondos puede intervenir como puro emisor de órdenes, como asesor dependiente cobrando las retrocesiones de la gestora e informando debidamente al cliente, como asesor independiente asegurándose de haber evaluado distintos proveedores y recomendando lo más adecuado para el perfil del cliente, o como gestor de carteras.
De la elección que haga dependerá no sólo la obligación que contraiga con el inversor sino el tipo de comisiones que puede cobrar. Efectivamente, no es lo mismo actuar como mero transmisor de órdenes que como asesor, estando obligado por MiFID II a informar de dónde provienen sus ingresos. Este punto pone en un aprieto a la banca particularmente. Por ello, el sector comienza a lanzar al mercado productos como los fondos de fondos, que permiten introducir productos de terceros en su oferta.
En definitiva, la aplicación de todos estos conceptos y requerimientos no solo supone una inversión por parte de los implicados en materia de formación, información y aplicación tecnológica y operativa, sino que también impacta de manera directa, y particularmente, en las entidades bancarias (que, según datos de Inverco, acaparan el 90% de las ventas), en la fiscalidad (las entidades que realicen asesoramiento independiente deberán cobrar el IVA por su asesoramiento) y en los ingresos obtenidos por las comisiones que se perciben por estos servicios (principalmente, las llamadas retrocesiones) que suponen, en muchos casos, más del 60% de los ingresos.
Además del área de Negocio, dos áreas toman un papel relevante en el cambio: compliance y tecnología. En este sentido, los departamentos de compliance que, con la nueva normativa adquieren nuevas responsabilidades, juegan un papel fundamental a la hora de explicar cuáles son los cambios más importantes que trae consigo esta nueva Directiva y cuáles son los riesgos financieros y reputacionales a los que se expone la entidad o el profesional en caso de no cumplirlos. Siendo más precisos, destacamos el control, evaluación y seguimiento constante que deben ejercer estas áreas sobre el grado de adecuación y efectividad de las medidas y procedimientos implementados, así como los planes de acción definidos para mitigar o eliminar cualquier situación no deseada.
Y, en segundo lugar, los avances tecnológicos aparecen como herramienta crucial para adaptarse a este nuevo cambio de paradigma. En este sentido, el canal digital se vuelve esencial. De hecho, las grandes entidades financieras ya han iniciado el proceso de reinventar sus modelos de negocio lanzando al mercado sus propias plataformas digitales de comercialización de fondos de inversión. Y muchas gestoras de fondos independientes ya nacen con esta vocación digital.
Y qué decir que estos avances tecnológicos también impactan en las áreas de compliance, ya que para que haya una adecuada gestión en la valoración de los distintos riesgos de cumplimiento es necesario dotarse de sistemas electrónicos avanzados y preparados. Ya lo dijo Miguel de Unamuno: “El progreso consiste en renovarse”.
Aunque el optimismo marca la tendencia del sector, donde más del 90% espera un crecimiento del patrimonio gestionado en 2018, mucho queda aún por hacer, no solo porque la propia Directiva no sea efectiva en su totalidad en muchos países, sino porque son muchos los cambios que se producen en el sector financiero a una velocidad que no siempre consigue alcanzar la legislación. Los departamentos legales y normativos, en este sentido, tienen un papel fundamental para ayudar a las entidades a adaptarse a este nuevo escenario y evitar repetir errores históricos.
Tribuna de Jorge Jesús Martínez, responsable de Cumplimiento Normativo de CompliOfficer
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Nicholas A. Tonelli. Los inversores en bonos necesitan salir de carreteras trilladas
Hoy en día, una cartera bien administrada debe otorgar mayor peso a la teoría financiera y la macroeconomía: convexidad, arrastre, correlaciones entre valores y análisis de crédito para permitir una discriminación depurada entre los emisores en función de la calidad de su firma. Este tipo de enfoque requiere distanciarse del esclavismo de seguir los índices y trascender ciertas barreras, especialmente entre los segmentos del mercado.
Para los inversores en bonos, ahora es más necesario que nunca diversificar entre investment grade y high yield, entre emisores soberanos y corporativos, entre deuda subordinada y no subordinada, en lugar de tener una visión ‘núcleo’ de estos mercados diferentes, para obtener el máximo beneficio de su amplitud y mezcla. En un entorno cada vez más volátil, esto permite buscar curvas de rendimiento cuya valoración relativa es mucho más atractiva que la del bund alemán, y así recuperar la posibilidad de gestionar la duración en parte de sus carteras.
Los desarrollos macroeconómicos son una herramienta operativa esencial para los gestores de bonos: desde una perspectiva a futuro, deben enfocarse en países que demuestran un dinamismo real, como lo son actualmente Indonesia o Perú, por ejemplo.
Sobre todo, hay que alejarse de la división clásica entre los mercados desarrollados y emergentes. Tomando como ejemplo el Emirates Telecommunications Group: a pesar de ser una empresa de ‘mercados emergentes’, sus emisiones en monedas fuertes tienen una calificación AA- en Standard & Poor’s. Esto es suficiente como para que cualquier empresa FTSE 100 se ponga verde de envidia. Evidentemente, el factor clave que define la calidad de un emisor es la naturaleza de su flujo de efectivo en lugar de la ubicación de su oficina central.
A partir de esto, se puede cruzar un enfoque sectorial con un enfoque regional: por ejemplo, observe el diferencial entre valores en el sector asiático de telecomunicaciones y sus homólogos europeos. A través de un análisis crediticio detallado, que es la base para cualquier convicción en el universo de bonos, la identificación de las ineficiencias del mercado podrían ser una fuente de oportunidades.
Al dar la espalda a los benchmarks, podemos cultivar un enfoque más libre y más flexible. Más que nunca, la gestión de bonos necesita un enfoque mejorado, capaz de salir de los caminos trillados, o más bien la autopista que ha estado viajando durante varios años. Las leyes de análisis matemático y crediticio son correctas.
Columna de Jean-Philippe Donge es responsable de renta fija de BLI.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: 401(K) 2012. Tres factores clave que podrían determinar el rumbo de los mercados de deuda privada
¿Cuántas veces ha visto un gráfico parecido a este dando a entender que debemos estar cerca del final del actual ciclo crediticio? Esto nunca constituye una buena prueba del final de un ciclo crediticio. De hecho, lo único que el gráfico parece revelar es que la duración de los ciclos económicos y, por ende, la de los ciclos crediticios más amplios, ha variado considerablemente a lo largo del tiempo.
La duración no es lo único que varía en los ciclos, sino que también varían con respecto a los factores que los determinan, lo cual hace que sean extraordinariamente difíciles de predecir.
A nuestro juicio, existen tres factores que deben tenerse en cuenta a la hora de evaluar si nos encontramos en una encrucijada en deuda privada. Aunque cada ciclo es distinto, los auténticos cambios de rumbo en deuda privada siempre han precisado de tres elementos: un alto volumen de deuda; una trayectoria obstruida hacia el capital; y un shock exógeno en los flujos de efectivo o beneficios. Estos tres factores pueden plantearse como un semáforo, donde el rojo representa un elemento negativo, ámbar neutral y verde positivo.
1.- El volumen de deuda mundial: semáforo rojo
Mire por donde se mire, el volumen de deuda se ha incrementado notablemente en los últimos años. Los siguientes gráficos muestran el crecimiento del mercado de bonos corporativos investment grade, bonos corporativos «high yield», préstamos y bonos soberanos de mercados emergentes.
La mayoría de medidas de apalancamiento, como la ratio deuda / beneficios antes de intereses e impuestos, se sitúan en nuevos máximos. Las empresas funcionan a base de deuda, y ni siquiera los bajos tipos aplicados han bastado para detener el aluvión de facturas por intereses que pagan con respecto a sus beneficios.
También se ha ido acumulando deuda fuera del sector empresarial, según las cifras publicadas por el Banco de Pagos Internacionales. En países como China, Corea, Francia, Canadá y Suecia la deuda de las familias definida como porcentaje del producto interior bruto (PIB) ha aumentado considerablemente desde la crisis.
A pesar de cierto retroceso de la deuda en manos de familias en Estados Unidos y Reino Unido en los años siguientes a la crisis financiera, esto ha ido desvaneciéndose y los niveles de deuda se mantienen invariables o en aumento en los últimos tiempos. Solo en un número pequeño de países como Alemania, Países Bajos y España hemos asistido a un descenso de la deuda de las familias en los últimos años. Al representar el consumo de las familias un gran porcentaje de la demanda agregada de un país, el mayor stock de deuda de las familias supone que las economías son cada vez más sensibles a las subidas de tipos de interés.
El otro prestatario importante es el Estado. Las deudas nacionales, medidas como porcentaje del PIB, son casi todas más altas que el nivel marcado en 20072; de ahí que, si los gobiernos se enfrentasen a una contracción económica similar a la ocurrida en la Crisis Financiera Mundial (CFM) de 2008-2009, se encontrarían en una posición inicial más vulnerable.
La primera prueba que demuestra el final del ciclo crediticio (la deuda) es evidente que se ha cumplido.
2.- Acceso al capital: semáforo ámbar
La expansión cuantitativa, el entorno de tipos de interés ultra bajos y la mínima inflación mundial llevaron a los tipos de interés reales a entrar en terreno negativo. Para muchas empresas de alta calidad, el coste de financiación a través de los mercados de capitales y deuda ha sido bajo, concretamente entre 0 y 1,5% en el caso de emisores ubicados en Europa. A los emisores de bonos de categoría inferior a ‘investment grade’ les ha resultado fácil acceder al capital y refinanciar su deuda al vencimiento (normalmente a tipos más bajos), lo que contribuyó a crear un entorno de escasos impagos.
No obstante, en los últimos 18 meses la política monetaria ha experimentado un giro gradual con la revocación de las políticas híper acomodaticias aplicadas por los bancos centrales. La Reserva Federal estadounidense ya se ha embarcado en la labor de revertir la expansión cuantitativa, mientras que el Banco de Inglaterra ha dejado de expandir su balance y el Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado su intención de poner fin a su programa de compras de activos en diciembre de 2018.
Aunque la reducción de los balances sea gradual los mercados reaccionan al cambio y estamos ante un cambio de gran calado. La política de tipos de interés también está variando. En junio, la Fed subió los tipos por séptima vez en este ciclo hasta situarlos en el rango objetivo del 1,75 al 2%, y el mercado prevé otras dos subidas más este año y una tercera en 2019.
Sin embargo, Mario Draghi, presidente del BCE continúa en tono «dovish» con respecto a los tipo de interés, al declarar que no habrá subida de tipos hasta como mínimo el verano de 2019.
Puede que todavía no resulte difícil acceder al capital, pero es indudable que se irá complicando. El ciclo de liquidez ha dado un giro.
3.- Shock exógeno de beneficios: semáfoto ámbar en Europa y verde en Estados Unidos
Los shocks exógenos son, por definición, difíciles de predecir. Los «acontecimientos» como el Brexit, las elecciones en Italia y los tumbos experimentados por la política estadounidense han sido más benignos de lo que podrían haber sido. ¿Acaso el mundo se ha vuelto más inmune a la impredicibilidad (como reflejo de la «nueva normalidad»), o vivimos un periodo afortunado donde la relativa solidez de la economía mundial es capaz de absorber cualquier secuela?
La rebaja de impuestos en EE.UU. ha eliminado este riesgo de la lista por el momento, aplazando cualquier posible shock a 2019, en nuestra opinión. Sin embargo, estamos observando que, aunque los beneficios agregados podrían estar creciendo, existe una apreciable dispersión en ellos.
Las compañías de tecnología siguen arrebatando cuota de mercado a los sectores tradicionales, y debemos confiar en que la empresa siga existiendo para pagar el cupón de sus bonos durante varios años. Para muchos, los beneficios no hacen más que mantenerse a flote.
¿Motivo de preocupación?
Por consiguiente, ¿deberíamos estar preocupados? En cuanto a la pila de deuda acumulada, la situación sí es preocupante, dado que hace a los prestatarios más vulnerables a una subida de los costes de financiación. El aumento de los tipos de interés podría inducir a las familias y empresas a tomar más conciencia de sus gastos, lo que a la postre enfriaría los ánimos del mercado.
Los inversores también tenderán a demandar una prima por rendimiento más altaal aumentar el atractivo relativo de la tesorería. En cuanto al aumento de la deuda pública, nuestra preocupación es menor, ya que podría desempeñar un papel estabilizador útil cuando se repliegue el sector privado.
Por el momento, sigue siendo relativamente fácil acceder al capital. El mundo continúa repleto de ahorros excedentes que buscan un destino en activos mejor remunerados, aunque la reducción de los balances de los bancos centrales está eliminando del mercado a un número considerable de compradores de bonos relativamente insensibles al precio.
Como el precio viene determinado por la interacción entre la oferta y la demanda, la ausencia de un componente de demanda clave (compras de los bancos centrales) debería llevar, si no intervienen otros factores, a una menor liquidez y a una mayor rentabilidad de los bonos corporativos. En lo que llevamos de 2018, hemos visto una ampliación de los diferenciales de crédito junto con una subida general de las rentabilidades de la deuda pública.
Las varias décadas de ciclo alcista que experimentamos en deuda pública por lo visto terminaron en 2016 y ahora parece probable que el ciclo crediticio también esté llegando a su fin. Aunque no todos los indicadores emiten señales de alerta, las tendencias son claras, lo que significa que los pilares más importantes del mejor rendimiento arrojado por la deuda privada en los últimos años se están esfumando. Los inversores de renta fija deberían andar con mucho más cuidado en su búsqueda de rentabilidad.
Jim Cielinski es director global de Renta Fija en Janus Henderson Investors.
Pixabay CC0 Public Domain Michaelmep
. El Rock'n Rolls de La Financière de l’Echiquier
Si bien no creemos necesariamente que el automóvil represente “el equivalente bastante aproximado de las grandes catedrales góticas”*, este sector ofrece a menudo un buen resumen de las aventuras y los desafíos industriales de una nación. Así pues, podríamos preguntarnos, por ejemplo, si Phantom, Ghost o Continental, los nombres de míticos modelos de Rolls-Royce y Bentley, no estaban predestinados, de algún modo, a evocar el advenimiento del Brexit el 29 de marzo de 2019.
Hace dos años, el 23 de junio de 2016, el 51,9% de los súbditos de su Graciosa Majestad votó a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Cuando apenas quedan nueve meses para la fatídica fecha, muy pocos cabos han sido atados. Existe una falta de visibilidad, como resumió Stephan Freismuth, responsable de aduanas y tránsito en BMW, respecto de la producción de Rolls-Royce: “Si, al final, la logística se detiene en la frontera, entonces no podremos fabricar nuestros productos en el Reino Unido”.
Ya en 1998 los británicos deberían haberse decidido a tragar la ‘píldora amarga’ (o la «bitter pill», como ellos dirían) y dejar marchar sus joyas hacia tierras sajonas, ya que la marca caracterizada por el radiador tipo Partenón coronado por la célebre figura del ‘Espíritu del Éxtasis’ se incorporó a BMW, mientras que Bentley acabó en manos de Volkswagen.
La situación actual se presenta aún más extrema, ya que resulta obligatorio prever la producción de Rolls-Royce en el continente. No se trata de una decisión de índole política, sino de naturaleza puramente pragmática: el 90% de los componentes utilizados en la fábrica Rolls-Royce de Goodwood, situada a 200 km de la salida del túnel del canal de la Mancha, procede de Europa continental. Lo mismo ocurre con BMW, cuya planta de Hams Hall, cerca de Birmingham, fabrica cada minuto un motor de gasolina de tres o cuatro cilindros, que se utilizan en el conjunto de la gama del constructor.
Honda es otro ejemplo que refleja los problemas que se avecinan. Sus dos emplazamientos cerca de Swindon gestionan dos millones de piezas de recambio que alimentan las cadenas de montaje de su única fábrica europea. Se necesitan entre cinco y 24 horas para que el suministro proveniente del continente llegue a sus almacenes. Basándose en su experiencia en las aduanas estadounidenses y en los gigantescos atascos a la salida del túnel del canal de la Mancha, el fabricante nipón contempla la vía marítima para transportar sus piezas de recambio. Esto supone que se deberían almacenar el equivalente a nueve días de producción. Dicho nivel de almacenamiento exigiría una superficie de 300.000 metros cuadrados, es decir, una de las más grandes del mundo después de la fábrica de Tesla en California, y tres veces más grande que el mayor almacén de Amazon en Estados Unidos.
Por lo tanto, Brexit y just in time no hacen buena pareja si no se alcanza un acuerdo aduanero. Se trata de una amenaza que se cierne sobre toda la industria automovilística del Reino Unido, un sector primordial para la economía británica, con un volumen de negocio de 93.000 millones de euros en 2017 (1,1% del PIB; 9% del valor añadido).
En un momento en el que la administración de Trump amenaza con gravar las importaciones de automóviles europeos, esta industria necesita urgentemente visibilidad sobre las modalidades del Brexit. Con el fin de rescatarla de la bancarrota, Rolls-Royce fue nacionalizada en 1971, para luego ser adquirida por los alemanes en 1998… ¿Se convertirá este tesoro de los años 30 de una flamante Gran Bretaña en el emblema de una Unión Europea finalmente vencedora?
* Mythologies (Mitologías), Roland Barthes, 1957
Tribuna de Didier Le Menestrel, presidente de La Financière de l’Echiquier.
Foto: SpaceRitual, Flickr, Creative Commons. ¿Quieres ser consejero de una entidad financiera? ¿Eres idóneo?
Desde hace apenas unos días son de aplicación las Directrices conjuntas de la EBA y la ESMA (EBA/GL/2017/12) sobre la evaluación de la idoneidad de los miembros del órgano de administración y de quienes desempeñan funciones clave en las entidades del sector financiero.
Estas Directrices desarrollan y concretan los requisitos que deben concurrir en los miembros del órgano de administración, directivos y responsables de las funciones de control interno, para ser considerados idóneos de cara al ejercicio de sus cargos, en sintonía con las obligaciones que dimanan de las Directivas CRD IV y MiFID II.
Su ámbito de aplicación abarca tanto a entidades de crédito y empresas de servicios de inversión, como a sociedades gestoras de instituciones de inversión colectiva y sociedades de inversión “autogestionadas”.
Aunque el requisito de idoneidad, como es sabido, siempre ha sido un elemento indispensable para el acceso al ejercicio de la actividad de administradores y directivos, en los últimos años se han reforzado las evaluaciones de idoneidad realizadas por las autoridades a iniciativa de las entidades supervisadas, consecuencia, en gran medida, de la última crisis financiera que dejó al descubierto debilidades en este ámbito.
En esta línea se ha dejado atrás la tradicional regulación soft law, fundamentada en las buenas prácticas sometidas al principio de “cumplir o explicar”, para dar paso a normas jurídicas concretas y de obligado cumplimiento para todas las entidades partícipes del sector financiero.
Pues bien, las Directrices vienen a corregir las deficiencias puestas de manifiesto en el funcionamiento y buen gobierno de los órganos de administración, a la par que mejoran y armonizan las evaluaciones de idoneidad en todo el ámbito de la Unión Europea.
Hablar de idoneidad en puridad es cierto que nos acerca a la idea de que un candidato está cualificado para desempeñar su cargo, puesto que cuenta, entre otros atributos, con formación, experienciay profesionalidad; honorabilidad, honestidad e integridad personal; capacidad para dedicar tiempo suficiente y compatibilidad para el desempeño de sus responsabilidades.
Ahora bien, las Directrices van más allá, superando el planteamiento de las evaluaciones individualizadas, y proponen el análisis de la idoneidad también a nivel colectivo.
En este sentido, antes del nombramiento se deberá analizar la concurrencia de las citadas cualidades en el candidato, junto con su particular aportación al órgano de administración (evaluación ab initio). Para ello, se examinará cómo se acomoda el candidato en el seno del órgano de administración atendiendo al carácter, escala y complejidad de las actividades de la entidad. Por ejemplo, valorando la diversidad de perfiles, con la finalidad de enriquecer el diálogo constructivo entre sus miembros, etc.
Por tanto, para lograr un asiento en el seno del órgano de administración, ya no bastará con contar con el beneplácito de la Junta de Accionistas y reunir el conjunto de cualidades citadas, sino que el candidato tendrá que encajar adecuadamente en el consejo, a modo de un engranaje de precisión.
Una acertada selección de los consejeros, basada en este filtro, conlleva importantes ventajas, en tanto en cuanto se incorporan a las entidades personas holgadamente preparadas para asumir sus obligaciones y dirigir los designios de aquéllas, adoptando decisiones notables.
Adicionalmente, las Directrices destacan la importancia de que las entidades vigilen y supervisen a lo largo del periodo de desempeño, si sus directivos y miembros del órgano de administración, de manera individual y conjuntamente, poseen los conocimientos, cualificaciones y aptitudes necesarios para ser capaces de desarrollar una gestión adecuada y prudente, recomendando, a tal fin, reevaluaciones periódicas de la idoneidad (evaluación continuada).
Lejos de ser un inconveniente, la reevaluación debe entenderse como una oportunidad de mejora continua en el funcionamiento y eficacia de los órganos de gobierno, puesto que redunda en beneficio de la entidad e, indirectamente, en sus accionistas, clientes y demás grupos de interés.
Así que, antes de la pausa veraniega, las reglas de juego han quedado escritas y de nada “sirve sentarse y preguntarse el por qué”. Únicamente toca que las entidades las apliquen, bien directamente o bien con la ayuda de un experto independiente.
La idoneidad del consejero depende de ello.
Tribuna de Leovigildo Domene, director de Deloitte Legal, y Laura Hernando, asociada de Deloitte Legal.
Pixabay CC0 Public DomainFoto: Blickpixel. El estilo growth estadounidense: ¿algo más que las FAANG?
A pesar de sus elevadas valoraciones en comparación con sus datos históricos y con otros mercados, la renta variable estadounidense sigue siendo competitiva gracias al fuerte impulso de los resultados que registran sus empresas, ingresos y beneficios que se ven soportados por la fortaleza de la economía y el paquete de estímulo fiscal lanzado por la administración Trump.
Además, en la última década, los rendimientos de las acciones estadounidense de estilo growth han superado ampliamente los rendimientos del estilo de inversión value. En lo que va de año, el sector tecnológico ha seguido liderando la renta variable estadounidense estilo growth, un liderazgo concentrado en un grupo relativamente pequeño de empresas de megacapitalización con plataformas dominante. Sin embargo, todavía siguen existiendo empresas innovadoras, disruptivas y con capacidad para generar flujos de caja fuera del selecto grupo de las FAANG (Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google/Alphabet).
En 2017, la inversión en growth estadounidense generó una excelente rentabilidad y, desde luego, en los últimos diez años. Las consabidas compañías FAANG han tenido mucho que ver en la excelente rentabilidad de los índices growth. Pero, al contrario de la opinión generalizada, el repunte de las acciones growth va mucho más allá de las FAANG: aparte de los cinco gigantes tecnológicos, hay muchas fuentes diversificadas de alfa si los inversores saben dónde mirar.
Las compañías FAANG han tenido éxito, porque son innovadoras y disruptivas, y porque en la práctica han cambiado cómo funcionan sus correspondientes sectores. Sin embargo, hay ejemplos de otras empresas growth que, según creemos, muestran características similares. Aunque queden algo fuera del radar, a continuación, ofrecemos ejemplos de aquellas que, en nuestra opinión, están bien posicionadas para conseguir una cuota importante de los mercados consolidados y generar sólidos flujos de caja libre.
Intuit (software)
Intuit es una compañía de software de declaración fiscal y de contabilidad para pequeñas empresas que está provocando disrupción en su sector. Su arquitectura tecnológica ha permitido a la compañía incrementar los servicios de suscripción en Internet en estos ámbitos ―que gustan y suelen retener a los clientes― con una necesidad de capital relativamente baja.
Red Hat (software)
Red Hat es una compañía de software de código abierto que ofrece un acceso eficiente a proveedores de servicios de almacenamiento de bases de datos locales y bases de datos en la nube. La inversión se fundamente en nuestra idea de que las empresas tendrían que mantener una presencia local y externa. Las empresas pueden elegir el proveedor de nube que desean utilizar, ya que el software de Red Hat puede utilizarse con la interfaz de AWS, Microsoft Azure y Google Cloud.
Stryker (equipos y dispositivos médicos)
Stryker es una empresa de salud innovadora especializada en cirugía de reemplazo de cadera y rodilla. Su posición de liderazgo en la impresión en 3D de caderas y rodillas de reemplazo y su producto de cirugía robótica están mejorando sustancialmente los resultados para los pacientes. La empresa se ha hecho con una enorme cuota de mercado, lo que ha generado un aumento de los beneficios.
Boeing (aeroespacial y defensa)
Puede que para el mercado Boeing no sea una compañía innovadora ni del estilo growth. Sin embargo, es precisamente esa percepción errónea lo que nos ha ofrecido una oportunidad de inversión. Creemos que Boeing es líder de un duopolio mundial y es un negocio menos cíclico de lo que cree el mercado. El tráfico aéreo está registrando una evolución favorable en todo el mundo, mientras que el avión 787 de Boeing, con su fuselaje compuesto, es el producto más innovador y de mayor eficiencia del combustible disponible, por lo que está registrando una fuerte demanda y generando un sólido flujo de caja libre.
Tenemos exposición a los valores FAANG y la estrategia T. Rowe Price US Large Cap Growth Equity lleva invirtiendo de forma importante en algunas de estas compañías desde hace tiempo. Sin embargo, para poner en contexto su contribución a la rentabilidad relativa, las acciones FAANG solo han supuesto el 21% de nuestra rentabilidad superior al índice de referencia en los últimos cinco años, mientras que la inmensa mayoría de la alfa generada ha provenido de fuentes distintas a las FAANG (gráfico 1).
Es evidente que estamos en las últimas fases del ciclo de mercado estadounidense. Sin embargo, las valoraciones de las acciones siguen pareciendo suficientemente respaldadas en los niveles actuales por el sólido crecimiento y una baja tasa de inflación. Las expectativas de beneficios corporativos han aumentado en 2018, gracias al impulso de las reformas fiscales de EE.UU. Incluso sin tener en cuenta esta contribución, desde el punto de vista fundamental, muchas empresas han mejorado el crecimiento de los ingresos y los beneficios, por encima de las expectativas de consenso en el último trimestre.
En este contexto, seguimos encontrando muchos ejemplos de este tipo de empresas innovadoras, disruptivas y generadoras de flujos de caja que buscamos, la mayoría de las cuales fuera del grupo de alto perfil de las FAANG.
Columna de Taymour Tamaddon, gestor de cartera e integrante del equipo de crecimiento de gran capitalización de renta variable estadounidense en T. Rowe Price
Riesgos principales: las transacciones con valores denominados en divisas pueden estar sujetas a fluctuaciones en los tipos de cambio, lo que puede afectar al valor de una inversión. La estrategia está sujeta a la volatilidad inherente a la inversión en renta variable y su valor puede fluctuar más que una estrategia que invierta en valores orientados a ingresos.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Kecko. Midcaps suizas y tecnología disruptiva marcan la diferencia en renta variable
Si algo ha definido al primer semestre del año es que las bolsas mantienen un movimiento en el que es imposible detectar una tendencia clara. Pese a que, en líneas generales, el crecimiento económico sigue siendo sostenido, y los beneficios se han revisado al alza, la incertidumbre generada por la guerra comercial abierta por la administración Trump lastra las valoraciones.
Un claro efecto de esto en Europa ha sido por ejemplo que el DAX, índice de referencia alemán, se viera especialmente tocado en junio por su exposición al sector automovilístico y al comercio mundial.
En un entorno de tan alta volatilidad como la que se aprecia actualmente, dentro de nuestra estrategia de renta variable despunta especialmente el buen comportamiento del fondode gestión activa de alta convicción Mirabaud – Equities Swiss Small and Mid Cap, liderado por Paul Schibli.
Con una estrategia centrada en un porfolio de alta calidad que incluye entre las 40 y 50 compañías suizas de pequeña y mediana capitalización más atractivas, el fondo está enfocado en el largo plazo y con el objetivo de que los inversores puedan beneficiarse del crecimiento económico de las empresas.
La estrategia arroja un rendimiento anualizado del 12,3% frente al 9,42% de su índice. A lo largo de su trayectoria, Mirabaud – Equities Swiss Small and Mid Cap ha sido reconocido con tres Thomson Reuters Lipper Fund Awards, tiene los reconocimientos Citywire Gold y + y tiene 5 estrellas Morningstar.
Más allá de la referencia a este fondo en concreto, que se sitúa entre los mejores en este momento, y analizando ya nuestra asignación sectorial global en renta variable, en los últimos movimientos hemos sobreponderado los bancos regionales estadounidenses.
Desde un punto de vista normativo, la situación para las entidades de tamaño medio ha mejorado con la flexibilización de ciertas normas puestas en marcha tras la crisis financiera, como la norma Volcker sobre la negociación por cuenta propia y el umbral de los bancos considerados “sistémicos”.
Por otro lado, y desde un punto de vista económico, la solidez del crecimiento estadounidense debería sostener los sectores cíclicos. Nos encontramos así en un contexto en el que la tendencia de los beneficios mejora y se prevé un crecimiento del 28% en 2018 y del 10% en 2019.
Por el contrario, infraponderamos el sector bancario europeo. A pesar de su reciente estabilización, la dinámica económica se ha ralentizado estos últimos meses en Europa, los riesgos políticos han aumentado, los beneficios se han revisado a la baja y la curva de tipos de interés se ha aplanado tras el comunicado de sesgo expansivo del BCE.
Finalmente, dentro de nuestra asignación temática, recomendamos la nueva aproximación de “tecnología disruptiva”, formada por las sub-temáticas de comercio electrónico, juegos online, seguridad electrónica y robótica.
Se trata de una inversión que apuesta por un enfoque diversificado por el crecimiento de los ingresos en el sector de los juegos online (el segmento más grande del sector de los medios de comunicación orientados al ocio) y, sobre todo, los deportes electrónicos; la expansión del comercio electrónico, sobre todo a través de los teléfonos móviles; el aumento del gasto en seguridad electrónica, con el crecimiento de los objetos conectados (Internet de las cosas); y el desarrollo de la robotización y la inteligencia artificial.
Elena Villalba es directora de Ventas de Mirabaud Asset Management para España, Portugal y Latinoamérica.