Planeación y presupuesto, el peligro de «estabilizar» el endeudamiento mexicano

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Planeación y presupuesto, el peligro de "estabilizar" el endeudamiento mexicano
. Planeación y presupuesto, el peligro de "estabilizar" el endeudamiento mexicano

A grandes rasgos, en el ejercicio de la política económica, un gobierno puede aplicar dos tipos de medidas: procíclicas o contracíclicas. Las políticas procíclicas son aquellas que siguen la tendencia del ciclo económico, es decir, en una expansión económica el gobierno gasta más y baja los impuestos; mientras que en una recesión reduce el gasto y sube impuestos. Por otro lado, las políticas contracíclicas son aquellas que intentan limitar la tendencia del ciclo económico, es decir, en una expansión económica el gobierno gasta menos y sube impuestos; mientras que en una recesión aumenta el gasto y baja impuestos.

Históricamente se ha demostrado que las medidas procíclicas no son muy recomendables ya que tienden a incrementar el tamaño del ciclo económico, sobre todo en épocas recesivas. Específicamente, México abandonó la aplicación de medidas procíclicas como herramientas convencionales de política económica durante la Gran Depresión de 1929 bajo la mano del entonces Secretario de Hacienda Alberto J. Pani, cuando tomó el cargo en marzo de 1932. Utilizando medidas “no convencionales” para la época, como incrementar el gasto público en épocas recesivas, abandonar el patrón oro y una emisión masiva de billetes y monedas, logró un desempeño económico importante que hizo que la recuperación en México fuera incluso más rápida que en Estados Unidos. Desde entonces, las medidas contracíclicas han sido, en menor o mayor medida, los instrumentos base de la política económica del país.

Otro ejemplo histórico (1958-1970) es el periodo denominado “Desarrollo Estabilizador”. Nombrado así por el Secretario de Hacienda que fungió en el periodo, Antonio Ortiz Mena, fue un lapso de baja inflación y alto crecimiento. En este periodo, el crecimiento promedio fue de 6.8% y la inflación promedio de 2.5%, con un déficit del sector público promedio de 2.6%. A pesar de que fue uno de los periodos expansivos más grandes en la economía mexicana, el gobierno mantuvo un déficit bajo y controlado y reformó el sistema tributario (se implementó la tasa progresiva en el pago del ISR, y se allanó el camino para la implementación del IVA en 1980). Si bien, gran parte de la estabilidad macroeconómica de ese periodo se debe a factores externos (según la tesis de doctorado del MIT del Dr. Alejandro Reynoso, publicada en 1989, el cual encuentra que el 90% de la estabilidad económica en ese lapso puede ser explicada por factores externos), las políticas contracíclicas y la disciplina fiscal ayudaron a que la estabilidad se mantuviera. Un dato curioso de esta época es que de 1965 a 1970, derivado de la estabilidad macroeconómica que vivía el país, el peso mexicano fue usado por el FMI como parte de su canasta de monedas de reserva para respaldar otras monedas que así lo requerían. En cada uno de esos años se usaron el equivalente en pesos de 170 millones de USD para apoyar a 7 países distintos.

Pero está la otra cara de la moneda. Ken Galbraith, economista canadiense, decía que “el lado oscuro de la política macroeconómica Keynesiana es lo complejo que resulta reducir el déficit fiscal una vez que han llegado los buenos tiempos”. Y esto lo vimos claramente en el sexenio de Calderón y de Peña Nieto. Si bien el endeudamiento del país creció de manera justificada con Calderón pasando de 29% a 37% del PIB (medido por los Saldos Históricos de los Requerimientos Financieros del Sector Público, o SHRFSP, los cuales son la forma más amplia de medir el endeudamiento del país) al aplicarse déficits más altos con la finalidad de incrementar el gasto público y paliar los efectos de la recesión de 2009, la explicación del incremento en el endeudamiento en el sexenio de Peña Nieto flaquea al momento de justificarla.

El endeudamiento en el periodo de Peña Nieto subió de 37% a 46% del PIB sin que existiera recesión alguna. Bajar el déficit fiscal no es tarea fácil, al menos, políticamente hablando. Todo esto nos lleva a la coyuntura actual y al Presupuesto 2019. Uno de los grandes temores que azotó los mercados globales en diciembre 2018 fue la posibilidad de que el ciclo económico en EE.UU. empezara a llegar a su fin, es decir, una posible desaceleración económica o recesión. Estos temores contagiaron a muchos otros mercados, incluyendo México. Si bien, yo no creo que el fin de ciclo sea inminente, sí creo que la economía de EE.UU. y la de México está en la parte madura del ciclo, es decir, probablemente veamos una desaceleración o contracción en los próximos 2-3 años.

Sin embargo, el Presupuesto 2019 no está tomando en cuenta este riesgo potencial. Específicamente, en la deuda (medida como SHRFSP), el Presupuesto asume cierta estabilidad: en 2018 quedaría en 45.3% del PIB, mientras que en 2024 quedaría en 44.9% (una reducción mínima), aunado a un crecimiento mediocre (2.6% anual real promedio en el sexenio) y a una inflación y tipo de cambio controlada y estable. Es decir, no hay mucho margen de maniobra por si un escenario negativo llega a cristalizarse.

¿Esto cómo podría impactar el nivel de endeudamiento del país? La respuesta es que mucho va a depender del tipo de medidas que el gobierno aplique cuando la debacle económica llegue. Analicemos esto a la luz de los dos tipos de medidas discutidos anteriormente:

  • Medidas procíclicas: El gobierno se mantiene en la idea de tener un déficit reducido para emular las variables macroeconómicas observadas durante el “desarrollo estabilizador”. Esto genera una ralentización aún mayor en las actividades económicas, prolongando la recesión por mayor tiempo. Esto podría presionar el tipo de cambio al alza, y aumentar la deuda externa por la simple depreciación cambiaria. Si bien, la estructura de la deuda actualmente está mucho más cargada a la moneda local (37% deuda en moneda extranjera / 63% deuda en moneda local), la depreciación sí aumentaría el nivel de deuda general, aunque en menor medida a lo observado en épocas pasadas (cuando la deuda en moneda extranjera representaba casi el 100% de la deuda gubernamental). Dado esto, la parte recesiva del ciclo se alargaría, el tipo de cambio se depreciaría, y la deuda como proporción del PIB aumentaría.
  • Medidas contracíclicas: El gobierno aplica medidas ortodoxas de política económica, y aumenta el déficit a niveles similares a los vistos con Calderón. Esto ayudaría a incentivar la actividad económica, reduciendo la parte recesiva del ciclo. Sin embargo, con un crecimiento del PIB negativo o bajo, aunado a una depreciación del tipo de cambio (más moderada a si se usaran medidas procíclicas), la deuda como proporción del PIB aumentaría aún más que usando medidas procíclicas.

Entonces, en término de endeudamiento, ¿qué podemos esperar cuando el ciclo económico llegue a su fin (y todos, tarde o temprano, llegan a su fin)? De manera general podríamos esperar un aumento en la deuda, mayor inflación y menor crecimiento. Un modelo de proyección para la deuda del país puede armarse de manera muy simple incluyendo las variables importantes (crecimiento del PIB, inflación, tipo de cambio, déficit fiscal, porcentaje de la deuda en moneda extranjera y porcentaje de la deuda en UDIS). El modelo predice lo siguiente bajo 4 escenarios distintos:
 

Si bien no creo que pueda existir un episodio económico como el vivido en la época del “desarrollo estabilizador” debido a factores tanto externos como internos, lo incluyo en el análisis para ver los efectos positivos que podría tener en el endeudamiento del país.

¿A dónde nos lleva todo esto? Dado el poco margen que presenta el Presupuesto para reducir el endeudamiento, ante una debacle económica, un aumento en la deuda parece inevitable. Hay que recordar que hace muy poco tiempo, las 3 calificadoras más importantes a nivel global nos tenían con perspectiva negativa debido a la tendencia de la deuda (alrededor de 49% del PIB). Esto podría implicar que si el endeudamiento reinicia su tendencia alcista podría haber, en un futuro no muy lejano, una baja de calificación al país (actualmente en BBB+ global).

Si bien un Presupuesto en línea con la disciplina fiscal observada en las administraciones anteriores fue recibido positivamente, e incluso agradecido por el público inversionista, creo que es importante, ante épocas de incertidumbre, una disciplina aún más férrea, un esfuerzo fehaciente para bajar el endeudamiento (y no solo estabilizarlo, que es lo que plantea el Presupuesto 2019) y una mayor planeación a plazos más largos para evitar que lo logrado en materia de estabilidad económica los últimos 18 años se mantenga y para evitar que nos bajen la calificación BBB+ (la más alta que ha tenido el país en su historia) que tanto trabajo nos ha costado conseguir y mantener.

Columna de Franklin Templeton escrita por Luis Gonzalí, CFA

Tres razones para invertir en deuda de países africanos

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Tres razones para invertir en deuda de países africanos
Pixabay CC0 Public DomainFoto: HowardWilks. Tres razones para invertir en deuda de países africanos

Teniendo en cuenta el flujo de información que llega desde los países asiáticos y latinoamericanos, ha llegado el momento de que los inversores en renta fija emergente tomen en consideración las emisiones de algunos países que no forman parte de los índices, y que ofrecen oportunidades que continuamente pasan desapercibidas.

Hay tres razones para considerar algunos países africanos muy seleccionados en 2019, en particular Senegal y Costa de Marfil:

1. Perspectivas económicas sólidas. Había mucha preocupación sobre el endeudamiento del África subsahariana, aunque, en cualquier caso, la deuda de Senegal no es tan alta. Por el contrario, en estos momentos está instalada en una tendencia descendente. Costa de Marfil ha mantenido durante los últimos 10 años un porcentaje constante de deuda sobre el PIB del 40%. Además, cuando hablamos de Senegal, nos referimos a una democracia que funciona bien. Costa de Marfil también podría serlo, aunque en este caso habría que esperar. Ambos países son unas economías relativamente bien diversificadas y muestran una tendencia de crédito positiva. Incluso han recibido mejoras de rating en los últimos cinco años. Tras el descubrimiento de una cantidad sustancial de reservas de petróleo, Senegal podría convertirse en un productor importante a partir de 2023. Podría producir 140.000 barriles al día, lo que es una gran cantidad para un país tan pequeño. Esto podría ser un catalizador muy positivo para Senegal.

2. Acceso al mercado y valoraciones atractivas para la renta fija. En 2018, los países africanos aumentaron sus emisiones en euros, abriendo una nueva fuente de bonos en el continente. Este atractivo mercado frontera es más barato que el denominado en dólares y uno de los que nos gustan.

3. Previsiones políticas interesantes: En 2019, la mayor noticia del continente serán las elecciones generales en Sudáfrica (en mayo) y las presidenciales de Nigeria (febrero). Los dos países son, con mucho, los líderes por tamaño de sus economías, pero quizás es más importante que lo son en la configuración de los patrones políticos y económicos en el espacio subsahariano. Ambas elecciones serán difíciles de predecir y, potencialmente, tendrán mucho impacto para sus países. En Sudáfrica, ha habido un cambio de era después de que el presidente Zuma fuese reemplazado a finales de 2017 por Cyril Ramaphosa, más del gusto del mercado. Los comicios, en estos momentos, son cruciales para él, ya que tendrá que consolidar su poder con el voto del pueblo si quiere deshacerse de los restos del gobierno de Zuma (es decir, sus compinches) y ser capaz, así, de continuar con la difícil reforma de la economía. En Nigeria, el presidente Buhari será desafiado por la oposición a causa de una situación de seguridad aún difícil y un entorno macro inestable.

Creemos que el continente africano sigue siendo una zona inexplorada con propuestas de valor decente que a menudo están menos correlacionadas con los mercados globales.

Tribuna de Luc D’hooge, director de renta fija emergente de Vontobel Asset Management

¿Cuándo será el momento más propicio para invertir en los mercados emergentes?

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¿Cuándo será el momento más propicio para invertir en los mercados emergentes?
Pixabay CC0 Public DomainUlleo. ¿Cuándo será el momento más propicio para invertir en los mercados emergentes?

Durante los últimos meses, los mercados emergentes registraron un periodo de creciente aversión al riesgo al verse afectados por la suma de varios factores: el incremento de los tipos de interés en Estados Unidos, la apreciación del dólar y las importantes tensiones políticas que enfrentan a Estados Unidos con China, Rusia y Turquía.

La guerra comercial emprendida por la Casa Blanca durante los últimos meses no da indicios de remitir, y su repercusión sobre el crecimiento es ya patente en Asia, donde las encuestas de los índices de gestores de compras PMI —especialmente de los índices de nuevas exportaciones— mostraron un descenso. Estados Unidos mantiene su postura mercantilista hostil, imponiendo cada vez más barreras arancelarias al comercio bilateral. Además, habida cuenta de que ni Washington ni Pekín han efectuado ningún gesto encaminado a relajar las tensiones, sería imprudente esperar cualquier tipo de mejora en las relaciones entre ambos países llegados a este punto. De hecho, la cuestión de los aranceles ha enmascarado el hecho de que el ciclo económico global no deja de perder dinamismo.

Este fenómeno resulta especialmente visible en China, donde los últimos datos macroeconómicos fueron decepcionantes. Pekín está tratando de apuntalar la economía con políticas anticíclicas, que seguramente surtirán efecto en 2019. Sin embargo, la flexibilidad del gigante asiático es cada vez menor, dado que ya no registra un superávit por cuenta corriente y esta financiación a largo plazo en forma de inversión extranjera directa ha caído drásticamente, lo que lastra la balanza de pagos del país. Todo ello reduce el margen de maniobra del Gobierno chino e implica que los estímulos presupuestarios o monetarios —que impulsarían de forma artificial la demanda de materias primas y metales vinculados a China— se han convertido en un recurso cada vez menos eficiente. Esta coyuntura incierta seguramente se mantenga en 2019, y los mercados emergentes seguirán experimentando dificultades hasta que se resuelvan estas incógnitas en el plano macroeconómico, el Banco Popular de China adopte medidas de relajación monetaria más tangibles y se reduzca la tensión en la disputa comercial entre Washington y Pekín.

En este contexto, cabría preguntarse cuándo será el momento más propicio para invertir en los mercados emergentes. En Carmignac, siempre hemos apostado por invertir en los mercados emergentes debido al potencial de crecimiento a largo plazo que presenta esta clase de activos. Buscamos invertir en compañías que se convertirán en las principales beneficiarias de las tendencias a largo plazo y que operan en sectores infrapenetrados, lo que nos aportará crecimiento estructural a largo plazo independientemente de las fluctuaciones de los mercados. Intentamos identificar qué sectores se están desarrollando, en qué fase de desarrollo se encuentran y cuáles son sus perspectivas de cara al futuro. Posteriormente, seleccionamos empresas pertenecientes a estos sectores que disponen de una estrategia fiable, hacen gala de disciplina y cuentan con los medios financieros necesarios para lograr su objetivo.

El mejor ejemplo que podemos dar para ilustrar nuestra visión sobre los mercados emergentes es el sector tecnológico. Durante los últimos veinte años, el universo emergente ha pasado de ser un modelo para la inversión en materias primas e infraestructuras a convertirse en una esfera más innovadora y orientada a la industria tecnológica. Hace diez años, los valores tecnológicos representaban únicamente un 14 % del índice MSCI Emerging Markets, mientras que los de energía y materiales constituían un 20 %. En la actualidad, las firmas tecnológicas representan un 27 % del índice, mientras que las materias primas (energía y materiales) suponen menos del 15 %. Resulta difícil pronosticar cómo evolucionará el índice en diez años, pero su composición actual está mucho más orientada hacia las temáticas que, a nuestro juicio, resultan idóneas de cara a invertir en los mercados emergentes: el crecimiento de la clase media, el aumento del consumo, la innovación y las tecnologías disruptivas.

La tecnología es un ámbito muy amplio pero, durante los últimos tres años, la atención se ha centrado en la oleada de digitalización que hemos vivido. Por tanto, muchos inversores han priorizado los gigantes del comercio electrónico y las redes sociales como Tencent, Amazon o Facebook. Sin embargo, existe otra importante tendencia que suele pasar desapercibida: la evolución de la infraestructura tecnológica. En 2012, la media mensual de uso de datos per cápita era de 500 MB, mientras que a día de hoy, esta se sitúa en 10 GB. Para 2025, se espera que esta cifra ascienda hasta los 62 GB.

No cabe duda de que los valores de Internet y similares serán los principales beneficiarios de esta tendencia, aunque no solo, dado que también conlleva un importante crecimiento para las empresas de hardware, como los fabricantes de chips, los proveedores de almacenamiento de datos, etc. Además, existe un gran número de empresas en la esfera emergente que muestran una gran disciplina y que se convertirán en importantes beneficiarias de esta tendencia estructural en los próximos diez a veinte años, y es justamente en esas firmas donde estamos posicionados.

Tribuna de Xavier Hovasse, responsable de renta variable emergente de Carmignac.

 

Fuente: Carmignac, Bloomberg, CEIC, 21/11/2018

La referencia a ciertos valores e instrumentos financieros se presenta a efectos meramente ilustrativos con el fin de destacar títulos que se incluyen o se han incluido en nuestras estrategias. No tiene por objeto fomentar la inversión directa en dichos instrumentos ni constituye un asesoramiento de inversión.

Estrategias multifactoriales como solución para reducir el riesgo

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Estrategias multifactoriales como solución para reducir el riesgo
Pixabay CC0 Public DomainFoto: TeroVesalainen. Estrategias multifactoriales como solución para reducir el riesgo

En los últimos años, los inversores institucionales han adaptado la asignación de activos a unas condiciones de mercado cambiantes. Los tipos de interés persistentemente bajos y la volatilidad de los mercados de renta variable han tenido un impacto en la evaluación de los riesgos asociados con las estrategias de inversión pasivas y de fundamentales. En este sentido, si bien las estrategias pasivas inevitablemente aumentan el riesgo en tiempos de creciente volatilidad de los mercados, para los gestores de activos que basan sus análisis en los fundamentales se ha convertido en un desafío cada vez mayor para superar constantemente sus índices de referencia. Aunque ambos enfoques continuarán teniendo su lugar en las carteras de inversores profesionales, es probable que el papel de las estrategias basadas en factores como un tercer pilar crezca para contribuir a generar un rendimiento superior constante y predecible.

Las estrategias de inversión basadas en factores se centran en las características de los activos que explican las diferencias en los rendimientos. Entre los factores que han demostrado conseguir una mayor rentabilidad ajustada al riesgo de la media del mercado se incluye el tamaño de la compañía, la valoración del mercado, las tendencias recientes de los precios de una acción (momentum) y los altos dividendos. A través de la selección de activos basados en estos factores, los inversores buscan superar a los mercados en el largo plazo. De esta manera, los gestores de activos que utilizan un enfoque basado en factores no se dejan guiar por su propia opinión ni por especulaciones de un stock específico, sino que sus decisiones de inversión siempre están basadas en hechos y datos cuantificables.

Las estrategias multifactoriales, que ODDO BHF Asset Management ha ofrecido con éxito durante más de 14 años, contribuyen a la diversificación de la cartera y, por lo tanto, a la reducción de riesgos. Sin embargo, para muchos inversores, esto plantea preguntas: ¿en qué factores debemos centrarnos? ¿Cómo de estables son las correlaciones negativas entre los diferentes factores? ¿Las estrategias factoriales pueden generar alfa de forma sostenible?

Un modelo sistemático de selección de valores en primer lugar debe identificar los factores que representan los estilos de inversión cuyo análisis sistemático ayuda a generar un desempeño activo positivo frente al mercado. Algunos factores que nos permiten determinar las acciones son el valor: cuando las acciones tienen precios fundamentalmenteatractivos; el momentum: cuando presentan una trayectoria sólida de rendimiento a medio plazo; la revisión: acciones con tendencias positivas en previsiones de analistas; el crecimiento: acciones con buenos indicadores fundamentales de crecimiento; y el riesgo, las que presentan bajos indicadores de riesgo, tales como volatilidad y beta.

Cada factor está sustentado por varios indicadores que representan este estilo de inversión. El valor, la revisión y el crecimiento son factores fundamentales basados en indicadores como las ganancias corporativas o las previsiones de los analistas. Por su parte, el momentum y el riesgo son técnicos y se basan en el historial de precios de las acciones, mientras que el factor de valor toma en cuenta los múltiplos, como la relación precio/ganancias y el rendimiento del dividendo, entre otros. En este sentido, cuanto mayor es el número de indicadores analizados, más estable es el rendimiento del factor.

A la hora de invertir muchos inversores tienden a centrarse en ciertos factores. Por ejemplo, los enfoques de valor han sido durante mucho tiempo uno de los enfoques de inversión favoritos, a pesar de que esto requiere la aceptación de fases de bajo rendimiento significativo. Las carteras de estilo puro, como los denominados productos «smart-beta», ofrecen un valor agregado solo a los inversores orientados a muy largo plazo, que están dispuestos a soportar largos periodos de debilidad.

Sin embargo, muchos inversores no están dispuestos a hacerlo y venden o reducen su exposición después de una fase de debilidad, perdiendo así el rally posterior. Este es un buen argumento para los enfoques de múltiples factores, que combinan varios de ellos. El factor «valor» invierte en acciones infravaloradas y, por lo tanto, también en «historias de cambio» que han sufrido grandes pérdidas. Por el contrario, la tendencia que sigue el factor «momentum» invierte en acciones que tienen un historial de rendimiento especialmente sólido. En consecuencia, los factores de «valor» y «momentum» seleccionan acciones más volátiles, y el factor de «riesgo» elige deliberadamente las acciones que son menos volátiles.

La variedad de factores se manifiesta matemáticamente en la baja o incluso negativa correlación de los rendimientos relativos de las carteras de factores.Siempre hay fases de mercado en las que un cierto estilo de inversión no funciona. Además, una cartera de un solo factor puede enfocarse muy de cerca en ciertos sectores al elegir una importante proporción de acciones del mismo sector, renunciando de esta manera a una correcta diversificación.

En definitiva, la combinación de varios factores puede reducir el riesgo de la cartera a través de la diversificación ya que cuando uno de los factores no funciona, otros factores pueden compensarlo. En particular, una combinación de factores fundamentales (valor, revisión y crecimiento) y técnicos (momentum y riesgo) ha demostrado ser ventajosa.

No obstante, a pesar de tener una larga experiencia en los mercados, ningún inversor profesional ha encontrado la piedra filosofal o la fórmula secreta para invertir en las acciones adecuadas para superar el mercado. Aun así, los modelos cuantitativos de selección de valores, a través de su enfoque sistemático, hacen posible identificar oportunidades de inversión prometedoras con un bajo riesgo, posicionarse activamente y tomar decisiones de inversión en el futuro, basadas exactamente en las mismas reglas.

Tribuna de Carsten Grobe-Knetter, director global de Quantitative Equity en Oddo BHF AM, y Thierry Misamer, gestor de cartera en Quantitative Equity

México tendrá un menor crecimiento en 2019

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México tendrá un menor crecimiento en 2019
Foto: clinker. México tendrá un menor crecimiento en 2019

El crecimiento de la economía mexicana en 2019 será menor al registrado en 2018 debido a que existen muchos elementos de incertidumbre que lo inhiben.

Por un lado, falta la aprobación del acuerdo T-MEC por parte de los congresos y en el caso de los Estados Unidos la relación entre el ejecutivo y el Congreso es muy tirante por lo que la aprobación no va a ser rápida.  Incluso, existe el riesgo que se lo rechacen y en ese escenario es difícil prever la reacción del presidente Trump, quien podría llegar a salirse del TLCAN. Otra interrogante que afecta a la inversión es la forma en que instrumentará la nueva administración su programa económico. Este contexto provoca que se pospongan decisiones de inversión hasta que esas incertidumbres se disipen.

Por otra parte, es el inicio de una nueva administración y existe una curva de aprendizaje en cuanto a la forma de ejercer el presupuesto.  Además de ser un proceso normal, en esta ocasión varios de los funcionarios nunca habían tenido posiciones en el ejecutivo federal por lo que desconocen muchos de los procesos presupuestales.  Adicionalmente, la decisión de centralizar todas las contrataciones de personal y las adquisiciones en la Secretaría de Hacienda seguramente va a provocar cuellos de botella en dichos procesos y retrasará las compras del gobierno federal. También se debe de considerar que el gasto total del gobierno federal como proporción del PIB quedó muy similar al del año pasado por lo que tampoco será un elemento que aumente la demanda agregada.

La reducción del personal que se está registrando en el gobierno federal aunado a la incertidumbre laboral resultado del traslado de dependencias federales a otras ciudades va a provocar que la personas también pospongan su consumo y de esa manera afecten negativamente las ventas, generando un círculo vicioso relacionado con la incertidumbre laboral y el consumo.

El contexto externo tampoco resulta nada favorable, a pesar de que la economía norteamericana continúa creciendo, se espera un menor nivel de dinamismo, y en Europa también se espera menor crecimiento económico. Ante una menor actividad económica mundial el mercado petrolero también estará afectado y la menor demanda provocará una reducción del precio de crudo para 2019.  Por lo tanto, las exportaciones tampoco crecerán a un ritmo mayor al del año pasado.

En consecuencia, la demanda agregada crecerá a un menor ritmo en 2019 y por lo tanto el PIB crecerá alrededor del 1,5%, por debajo del 2,3% estimado para 2018 y muy similar al primer año de gobierno de EPN (1,35%). En la medida en que el crecimiento del PIB sea menor, permitirá reducir más la inflación, la cual se estima que se pueda disminuir de 4,85% en 2018 a 3,9% en 2019.

Columna de Francisco Padilla Catalán

Los acuerdos de fusiones y adquisiciones en 2018 superaron los cuatro billones de dólares

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Los acuerdos de fusiones y adquisiciones en 2018 superaron los cuatro billones de dólares
Pixabay CC0 Public DomainPhoto: MichaelGaida. Worldwide M&A Activity Totaled 4 Trillion Dollars During 2018

La actividad de fusiones y adquisiciones en todo el mundo alcanzó los cuatro billones de dólares (trillion en inglés) durante 2018, un aumento del 19% en comparación con 2017. Sólo en tres ocasiones se ha alcanzado esa marca. El crecimiento global ha sido un tema de la actual ola de fusiones y adquisiciones, y la actividad de acuerdos transfronterizos representó 1,6 billones de dólares durante el año, un 32% más que en 2017 y el año más fuerte para las fusiones y adquisiciones transfronterizas desde 2007. El total en Europa fue de 1 billón de dólares, el más alto en 11 años.

El universo del arbitraje de fusiones tuvo una serie de desarrollos positivos que ayudaron a aliviar los vientos en contra de la expansión de los diferenciales. Específicamente:

  • Tribune Media (TRCO-NYSE), una compañía de medios que posee estaciones de transmisión de televisión así como otros activos de medios, acordó ser adquirida por Nexstar Media Group por 46,50 dólares en efectivo por acción, o aproximadamente 7.000 millones de dólares. Anteriormente, en mayo de 2017, Tribune aceptó ser adquirido por Sinclair Broadcast. Se espera que el acuerdo de Tribune con Nexstar se cierre en el tercer trimestre de 2019, y los accionistas reciban un pago de 0,30 dólares por mes si la transacción no se cierra antes del 31 de agosto de 2019.
  • Shire plc (SHPG-NASDAQ) superó su último obstáculo en diciembre cuando los accionistas de la adquirente Takeda votaron para aprobar la adquisición de la compañía por parte de Takeda por 80.000 millones de dólares. La transacción cerró en enero de 2019.
  • Express Scripts (ESRX-NASDAQ) recibió todas las aprobaciones reglamentarias estatales restantes en diciembre y la adquisición por parte de Cigna se completó el 21 de diciembre. Los accionistas de Express Scripts recibieron 48,75 dólares en efectivo y 0,2434 acciones ordinarias de Cigna por acción de Express Scripts, que valoraron la transacción en alrededor de 70.000 millones de dólares.

Además, algunas ofertas notables anunciadas en diciembre incluyen:

  • Tesaro, Inc. (TSRO-NASDAQ), una compañía biofarmacéutica centrada en la oncología, aceptó ser adquirida por la farmacéutica británica GlaxoSmithKline por 75 dólares en efectivo por acción, o alrededor de 4.500 millones de dólares.
  • Belmond Ltd. (BEL-NYSE), propietario y operador de hoteles de lujo, trenes turísticos y restaurantes, aceptó ser adquirido por el grupo de productos de lujo LVMH Moet Hennessy Louis Vuitton por 25 dólares en efectivo por acción, o aproximadamente 4.000 millones de dólares.
  • MINDBODY, Inc. (MB-NASDAQ), un software de administración de negocios basado en la nube y una plataforma de pagos para la industria de servicios de bienestar, acordó ser adquirido por la firma de inversión en tecnología Vista Equity Partners por 36,50 dólares en efectivo por acción, o aproximadamente 2.000 millones de dólares.

Estamos entusiasmados con nuestras perspectivas de generar rendimientos no correlacionados con el mercado en 2019. Históricamente, los períodos de volatilidad del mercado han sido terreno fértil para la inversión en arbitraje de fusiones, porque podemos comprar acciones de compañías objetivo a precios más baratos.

Columna de Gabelli Funds, escrita por Michael Gabelli


Para acceder nuestra metodología de inversión y cartera de arbitraje de fusión dedicada, ofrecemos los siguientes fondos UCITS en cada disciplina:

GAMCO ARBITRAJE DE FUSIÓN

GAMCO Merger Arbitrage UCITS Fund, lanzado en octubre de 2011, es un fondo abierto incorporado en Luxemburgo y que cumple con la regulación UCITS. El equipo, la estrategia dedicada y el registro datan de 1985. El objetivo del Fondo de Arbitraje de Fusión GAMCO es lograr un crecimiento de capital a largo plazo invirtiendo principalmente en transacciones anunciadas de fusiones y adquisiciones de acciones manteniendo una cartera diversificada. El Fondo utiliza un enfoque de inversión altamente especializado diseñado principalmente para beneficiarse de la finalización con éxito de las fusiones, adquisiciones, ofertas públicas, adquisiciones apalancadas y otros tipos de reorganizaciones corporativas propuestas. Analiza y supervisa continuamente cada transacción pendiente por posibles riesgos, incluidos: reglamentación, términos, financiación y aprobación de los accionistas.

Las inversiones de fusión son una alternativa altamente líquida, no correlacionada con el mercado, probada y consistente con los valores de renta fija y de renta variable tradicionales. Los retornos de fusión dependen de los diferenciales de oferta. Los diferenciales de oferta son una función del tiempo, la prima de riesgo de transacción y las tasas de interés. Por lo tanto, los rendimientos están correlacionados con los cambios en las tasas de interés a mediano plazo y no con el mercado de valores en general. La perspectiva de un aumento de las tasas implicaría un mayor rendimiento de las fusiones a medida que los diferenciales se amplíen para compensar a los arbitrajistas. A medida que disminuyen los mercados de bonos (aumentan las tasas de interés), los rendimientos de las fusiones deberían mejorar a medida que las decisiones de asignación de capital se ajustan a los cambios en los costos del capital.

La volatilidad del amplio mercado puede conducir a la ampliación de los diferenciales en las posiciones de fusión, que, junto con nuestras carteras de fusiones bien documentadas, ofrecen el potencial de TIR mejoradas. Las fluctuaciones diarias de la volatilidad de los precios junto con un capital menos propietario (la regla de Volcker) en los Estados Unidos han contribuido a mejorar los diferenciales de las fusiones y, por lo tanto, los rendimientos generales. Por lo tanto, nuestro fondo está bien posicionado como alternativa de sustitución de efectivo o renta fija.

Nuestros objetivos son acumular y preservar la riqueza a lo largo del tiempo, sin dejar de estar correlacionados con los amplios mercados globales. Creamos nuestro primer fondo de fusión dedicado hace 32 años. Desde entonces, nuestro rendimiento de fusión ha aumentado los activos de los clientes a una tasa anual de aproximadamente 10,7% bruto y 7,6% neto desde 1985. Actualmente, administramos activos en nombre de clientes institucionales y de alto patrimonio global en una variedad de estructuras de fondos y mandatos.

GAMCO ALL CAP VALUE

El Fondo UCITS GAMCO All Cap Value, lanzado en mayo de 2015, utiliza el PMV patentado de Gabelli con una metodología de inversión Catalyst ™, que funciona desde 1977. El Fondo busca rendimientos absolutos a través de la inversión de valores impulsada por eventos. Nuestra metodología se centra en la inversión con un enfoque fundamental y  bien investigado para conseguir las mejores oportunidades, con un enfoque en valores de activos, flujos de efectivo y catalizadores identificables para maximizar los rendimientos independientemente de la dirección del mercado. El fondo se basa en la experiencia de su equipo de cartera global y más de 35 analistas value.

GAMCO es un inversor activo de valores con enfoque bottom-up que busca lograr una apreciación real del capital (en relación con la inflación) a largo plazo, independientemente de los ciclos del mercado. Nuestro proceso de selección de valores orientado al valor se basa en los principios fundamentales de inversión articulados en 1934 por Graham y Dodd, los fundadores del análisis moderno, y aumentados por Mario Gabelli en 1977 con su introducción de los conceptos de Private Market Value (PMV ) con un Catalyst ™ en el análisis de la renta variable. PMV con Catalyst ™ es nuestra metodología de investigación única que se enfoca en la selección de acciones individuales identificando empresas que se venden por debajo del valor intrínseco con una probabilidad razonable de realizar sus PMV, que definimos como el precio que un comprador estratégico o financiero estaría dispuesto a pagar por la totalidad empresa. Los factores de valoración fundamentales es utilizada para evaluar valores antes de la inclusión / exclusión en la cartera, nuestro enfoque, impulsado por la investigación, considera el análisis fundamental como un enfoque de tres frentes: flujo de efectivo libre (ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización, o EBITDA, menos los gastos de capital necesarios para crecer / mantener el negocio); tendencias de ganancias por acción; y el valor de mercado privado (PMV), que abarca los activos y pasivos dentro y fuera del balance. Nuestro equipo llega a una valoración PMV mediante una evaluación rigurosa de los fundamentales de la información disponible al público y el juicio obtenido de la gestión de reuniones, que abarca empresas de todos los tamaños a nivel mundial y nuestro amplio conocimiento acumulado de una variedad de sectores. Luego identificamos negocios para la cartera con un margen adecuado de seguridad y respaldado por nuestra investigación profunda.

El hombre y la máquina

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El hombre y la máquina
Pixabay CC0 Public DomainFoto: geralt. El hombre y la máquina

Los mercados financieros han experimentado turbulencias durante las últimas semanas. Los datos macroeconómicos decepcionantes, las correcciones a la baja en las expectativas de beneficios de las empresas, las crecientes tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, el cierre del Gobierno de este último y una posible suavización de la postura de la Fed han sido algunos de los catalizadores clave de esta montaña rusa. Al mismo tiempo, parece que la propia estructura del mercado, con baja liquidez y la concentración de inversores, empujó ese salto en la volatilidad del mercado desde mediados de diciembre.

Pese a que muchos niveles del mercado no son muy diferentes de lo que eran hace un mes, han ocurrido muchas cosas desde entonces. En las semanas previas a la Navidad, las bolsas corrigieron fuertemente a la baja y después se recuperaron a niveles de sobrecompra, ayudados parcialmente por las últimas observaciones favorables del presidente de la Fed, Jerome Powell. A lo largo del camino, el índice de volatilidad VIX saltó por encima de 35, acercándose a su nivel más alto del último año. Otros índices sufrieron cambios drásticos diarios, como el S&P 500, que ganó 116,6 puntos el pasado 26 de diciembre.

Hasta cierto punto, estos hechos no deberían ser sorprendentes. El fenómeno frecuente de eventos inesperados en los mercados financieros ofrece una pista de la propia naturaleza del sistema. Los mercados pueden ser arriesgados, irracionales e impredecibles, ya que están repletos de irregularidad, retroalimentación y fricción. Los componen participantes que están constantemente explorando, aprendiendo y adaptándose, pero que también se encuentran subordinados a sesgos de comportamiento; tienen distintos objetivos, habilidades y racionalidad; y cuentan con una influencia en la conducta del mercado que varía con el tiempo. Como resultado, los mercados consisten en sistemas complejos adaptables que muestran este tipo de comportamiento con frecuencia, pero no de una forma regular o predecible. Además, su complejidad no está reduciéndose, sino que más bien está aumentando con las nuevas tecnologías, los flujos de información acelerados y unos participantes que cambian constantemente.

Por ello, cada vez más administradores de fondos se están centrando en las oportunidades de las nuevas tecnologías y están explorando la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data para comprender mejor el entorno del mercado y progresar en sus decisiones de inversión. Dado el drástico aumento de la digitalización en nuestras comunicaciones sociales y de negocios, es natural que las decisiones de inversión dependan cada vez más de la información que puede ser extraída del espacio digital.

Hacen falta unos pasos básicos para poder tomar cualquier decisión de inversión: un análisis de la información relevante, una predicción de lo que (muy probablemente) ocurrirá en el futuro y una compra de valores que saldrá beneficiada. Obviamente, es más fácil decirlo que hacerlo, especialmente con esta cantidad de información relevante en crecimiento exponencial.

Durante los dos últimos siglos, ha aumentado significativamente el uso de “máquinas” para captar datos de forma sistemática y extraer ideas imparciales de ellos. Hasta hace algunos años, la mayor parte de la información que se recolectaba de esa manera eran, sobre todo, datos económicos y/o de los precios y el volumen del mercado. Con la erupción de la revolución digital en los últimos años, el tipo de información que puede ser capturada a través de los nuevos canales de Big Data se ha expandido enormemente. Las estadísticas tradicionales de los fundamentales, como los ingresos, el PIB o la inflación, pueden enriquecerse con datos de cosas como el volumen de compras online y los precios, imágenes por satélite, flujos de tráfico, gastos de publicidad o el uso de tarjetas de crédito.

Además, hemos ganado mucho más conocimiento sobre cómo pensamos y cómo nos sentimos; qué opiniones tenemos (y cuáles compartimos) a través de los canales digitales, las redes sociales o los medios de comunicación online; qué sentimientos expresamos en relación a la actividad empresarial o a las decisiones de gestión; y cuánto nos fiamos de los gobiernos y los actores políticos. Dejamos rastros de estas opiniones y emociones en todos los medios digitales que utilizamos y los patrones que generan pueden ayudarnos a captar el ánimo de los inversores, identificar las fuerzas de comportamiento que empujan a los mercados hacia arriba o hacia abajo y agudizar nuestra evaluación de los riesgos a corto plazo de nuestras inversiones.

La disponibilidad de todas estas nuevas fuentes de datos, sin embargo, también fuerza a los inversores a adaptar su enfoque de inversión. Además de mejorar la precisión del análisis y la previsión de los fundamentales subyacentes, ahora podemos realizar una evaluación en profundidad de las fuerzas de comportamiento que empujan a los mercados hacia delante. Las especies de cualquier tipo de ambiente deben entender el entorno en el que operan y adaptarse a él más rápido que sus pares. Esto también se aplica al universo dinámico y competitivo de los mercados financieros globales, lo que significa que es más crucial que nunca incorporar previsiones de comportamiento y de fundamentales en tu método de inversión.

Asimismo, el aumento exponencial de datos disponibles significa que debemos utilizar técnicas más sofisticadas, diversas y adaptables para poder recopilar toda la información importante que pueda encontrarse. El análisis estadístico tradicional requiere un complemento con la mejor IA y las mejores técnicas de aprendizaje automático, como el deep learning, redes neuronales o procesamiento del lenguaje natural. Esto no sirve solo para mejorar las previsiones, sino también para crear un proceso continuo de mejoras en los pronósticos – igual que nuestros cerebros aprenden de los errores que cometemos (al menos de vez en cuando). Además, el Big Data y la IA pueden empoderar la gestión de riesgos: ayudan a identificar patrones, conexiones y dependencias en los factores de riesgo que son difíciles de identificar con herramientas de un solo factor (volatilidad). Por ende, para adaptarse del todo, los inversores deben explorar formas de moverse hacia diagnósticos de riesgo más multi-dimensionales.

Con la explosión de datos, los humanos serán cada vez menos capaces de extraer información relevante de manera oportuna. Con el aumento de la complejidad del mercado y los cambios de régimen ocurriendo con mayor frecuencia, la adaptabilidad o habilidad limitada de aplicar perspectivas históricas en distintos contextos generará cada vez más dificultades para las estrategias cuantitativas. Los problemas que atravesaron las estrategias de renta variable de bajo volumen en 2018 son un ejemplo de esto.

Por ello, ahora más que nunca, el hombre y la máquina deben jugar juntos. La Inteligencia Artificial y el Big Data aumentan las fortalezas y la creatividad del ser humano para analizar lo extraño, lo distinto, lo nuevo o lo inédito. La diversidad de ideas fortalece el razonamiento y la toma de decisiones en los equipos humanos y la diversidad de habilidades tiene el mismo efecto en equipos de inversiones tecnológicos. Hacer que estos equipos se complementen bien requiere una mentalidad y una cultura diferentes, y todos tendremos que adaptarnos para llegar hasta allí, pero aquellos que avancen más en 2019 tendrán más probabilidades de ganar en el complejo futuro que nos espera.

Tribuna de Valentijn van Nieuwenhuijzen, jefe de inversiones en NN Investment Partners

La renta variable recorta su distancia con el crédito a finales de 2018

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La renta variable recorta su distancia con el crédito a finales de 2018
Pixabay CC0 Public DomainFoto: clarenceford. La renta variable recorta su distancia con el crédito a finales de 2018

Los mercados de capitales implican una parte de ciencia social, lo que significa que nunca se puede determinar qué está moviendo el mercado en cortos periodos de tiempo con precisión. Con esta restricción, en términos simples, creo que la nueva narrativa del mercado cuenta que los inversores están descontando una disminución en los beneficios empresariales que es mayor de lo esperada.

Un incremento en los gastos operativos, tanto por unas condiciones financieras más ajustadas como por un mercado laboral más ajustado junto con la escalada de las tensiones comerciales han generado incertidumbre sobre cómo serán los beneficios en 2019. Como resultado, la renta variable se ha rebajado en todas las regiones. Si bien los ajustes realizados por los fondos de pensiones, las ventas con pérdidas fiscales y el bajo volumen al cierre del año pueden haber añadido volatilidad, sospecho que los múltiplos de la renta variable han estado en última instancia tratando de alcanzar las señales enviadas por los inversores de bonos desde principios de 2018. Los diferenciales en todo el espectro crediticio, desde el grado de inversión europeo a la deuda high yield estadounidense, han puesto fin a su peor año en el calendario desde 2008.  

En nuestra plataforma global de research, hemos incrementado la preocupación por la complacencia del mercado que rodea la sostenibilidad de los márgenes y el apalancamiento financiero. A raíz de la crisis financiera mundial, las empresas aumentaron el flujo de caja libre emitiendo deuda en anticipación de un mayor crecimiento en las ventas y unos menores costes en los insumos. En términos generales, ninguno de los dos terminó cumpliendo con las expectativas. Mientras el apalancamiento a día de hoy es gestionable cuando se ve a través de la lente de la cobertura de intereses tradicional, puede que deje de serlo a medida que los costes de los insumos se aceleren contra un crecimiento de los ingresos menor de lo esperado, una disminución del apetito por el riesgo de los inversores en deuda corporativa, o ambos.

El tipo de empresas más adecuadas para navegar el que creemos que será un entorno operativo más complicado serán aquellas cuyo producto o servicio es único. Empresas que se diferencian de la competencia, permitiendo traspasar unos costes más altos, ya sean de aranceles, laborales y otros factores, destacaran sobre el resto del mercado, que podría verse obligado a digerir un perfil menor de margen. Esta propuesta de valor difícil de convertir en una ‘commodity’ hace que estas empresas sean menos dependientes de la economía para crecer en sus ingresos. También hace que sean menos dependientes del mercado de deuda. Unas franquicias de mayor calidad, con un flujo de caja sostenible y por encima de la media, debería obtener en última instancia una prima de escasez en comparación con el grueso del mercado, mientras que aquellas empresas con unos mayores costes en sus insumos y sin capacidad para pasar esos costes al consumidor probablemente tendrán un descuento. 

Columna de Robert M. Almeida, estratega global de inversiones de MFS Investment Management.      

      

La propuesta de AllianceBernstein en el sector salud

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La propuesta de AllianceBernstein en el sector salud
. La propuesta de AllianceBernstein en el sector salud

El sector salud no es sólo un sector defensivo al que los inversores recurren en etapas de mercado difíciles, sino que mantiene la fortaleza de los principales impulsores de su crecimiento: cambios demográficos, globalización e innovación en todos sus subsectores.

Las oportunidades de inversión a largo plazo abundan en este sector, particularmente en el área de terapias génicas, una nueva clase de medicamentos biotecnológicos. Pero también en los dispositivos médicos que facilitan o posibilitan intervenciones quirúrgicas o en las diversas tecnologías aplicables a la cadena de valor del sector sanitario, como puede ser el diagnóstico y prescripción remota desde el móvil del paciente.

Durante 2018, la categoría sectorial VDOS de Salud, de fondos de inversión que invierten en este sector consigue la mayor revalorización de todas las categorías, con un 7,55%. De esta categoría, uno de los fondos de mayor calificación con mayor rentabilidad durante el pasado año es la clase S1 en euros de AB Sicav I-International Health Care Portfolio, que obtiene una rentabilidad del 9,25%.

Con el objetivo de buscar el crecimiento del capital, invierte al menos el 80% de sus activos totales en títulos emitidos por empresas relacionadas principalmente con las industrias de la salud y la atención médica.

Sigue un estilo de inversión bottom-up puro, de selección individual de compañías. El equipo gestor cree que no es posible predecir los resultados de ensayos científicos y desarrollar un proceso de inversión que sea repetible a lo largo del tiempo, por lo que se focalizan en los negocios de las compañías en las que invierten. La mayor parte de los inversores utilizan el crecimiento de beneficios por acción (BPA) como referencia, pero el equipo gestor del fondo cree que el Retorno sobre Capital Invertido (ROIC) es un indicador más veraz del valor que una compañía está creando para sus accionistas. Cuando se mira al sector salud a través de esta lente, se pueden identificar muchas empresas interesantes de dispositivos médicos, de tecnologías de la salud e incluso de desarrollo de medicamentos.

El gestor del fondo es Vinay Thapar, vicepresidente senior y gestor de los fondos de renta variable de crecimiento de Estados Unidos. Es también analista senior, responsable del sector de salud a nivel global. Antes de su incorporación a AllianceBernstein en 2011, Thapar fue analista senior de inversiones del sector de salud en American Century Investments durante tres años. Con anterioridad, trabajó en el equipo de Análisis de Biotecnología de Bear Stearns. Es licenciado en Biotecnología por la Universidad de Nueva York y cuenta con la certificación CFA.

Referenciado al MSCI World Health Care Index, el proceso inversor se apoya en un proceso riguroso de análisis fundamental bottom-up para identificar compañías con potencial de crecimiento a largo plazo, en diferentes condiciones de mercado. Se focaliza en empresas que muestran retornos históricos elevados sobre capital invertido, fortaleza de flujos de caja y valoraciones atractivas.

Muestra un especial interés por compañías con expectativas de atraer el interés de los consumidores del sector sanitario, generalmente a través de la introducción de nuevos tratamientos y terapias o bien ofreciendo oportunidades de reducción de costes a sus consumidores.

La cartera del fondo incluye entre sus mayores posiciones acciones de UnitedHealth Group (7,32%), Pfizer (7,31%), Roche (6,93%), GlaxoSmithKline (4,84%) y Medtronic (4,62%). Por subsector, las mayores ponderaciones en la cartera del fondo corresponden a farmaceúticas (40,42%), equipos y suministros sanitarios (23,57%), biotecnología (18,86%), proveedores de cuidados y servicios de salud (12,35%) y alimentación y consumo básico (2,46%). Estados Unidos (72,40%), Suiza (9,68%), Reino Unido (8,87%), Japón (2,62%) y Australia (2,09%) representan los mayores pesos por país.

La historia de rentabilidades del fondo lo posiciona entre los mejores de su categoría, en el primer quintil, durante 2017 y 2018. A tres años, registra un dato de volatilidad del 14,14% y del 15,85% a un año. En este último periodo, su sharpe es de 0,69 y su tracking error, respecto al índice de su categoría, del 3,02%. La suscripción del fondo requiere una aportación mínima de 20 millones de euros, adecuado para inversores institucionales, aplicando a sus suscriptores una comisión fija del 0,90%. Cuenta también con la clase A, más adecuada para inversores individuales, por la aportación mínima de 2.000 euros requerida para su inversión, y una comisión de gestión del 1,80%.

El equipo gestor estima que el sector de salud está pasando por una etapa difícil, en cuanto a que está sometido a una tremenda inflación en los precios pero a muy poca transparencia. En general, la gente no es consciente del coste real de los ensayos, las pruebas y los procedimientos que llevan a poner un medicamento o un tratamiento en el mercado. Y esto debería de cambiar.

Hay un par de subsectores que presentan algunos retos. El primero es el hospitalario, porque no hay transparencia de precios y el equipo gestor cree que, en última instancia, los protocolos saldrán del hospital a medida que las tecnologías progresan y los pacientes podrán ser atendidos en centros ambulatorios.

En el caso de los distribuidores de medicamentos, su modelo de precios es diferente de un distribuidor típico, como puede ser UPS o FedEx, que facturan en base a la distancia y al peso del paquete, sino que facturan en base al valor. Por eso, el equipo gestor cree que hay algunas áreas en la distribución de medicamentos que presentan también un reto y son aquellas compañías que han alcanzado importantes aumentos de precio en medicamentos antiguos y no han innovado. Algo que no parece sostenible en el tiempo.

Por lo tanto, creen que las compañías mejor posicionadas son las que sean capaces de manejar la tensión entre innovación y reducción de costes para el sistema sanitario. Creen que estas compañías existen y que se las puede identificar trabajando duramente.

Por su evolución por rentabilidad en el último periodo de tres años, respecto a la volatilidad en el mismo periodo, el fondo obtiene la calificación cinco estrellas de VDOS.

Tribuna de Paula Mercado, directora de Análisis de VDOS y quefondos.com

América Latina debe reinventarse

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América Latina debe reinventarse
. América Latina debe reinventarse

Es un tópico generalmente aceptado que América Latina es una región expuesta a una multitud de realidades complejas que a través de algunos parámetros transversales dan forma a la región: los más positivos, como el idioma, la relativa juventud de su población y el avance en la mejora de las instituciones, generan una sensación de unidad y de enorme potencial, que lamentablemente quedan neutralizados por los elevados niveles de desigualdad social y pobreza, la percepción de inseguridad, violencia y corrupción.

A Latinoamérica se la reconoce por mantener unos desafíos, perennes, de la misma manera que se valoran sus atributos y oportunidades. Pero esta óptica, que circunscribe los retos y desafíos a las fronteras de una región y se aíslan del resto del mundo, es una visión limitada de la realidad. El mundo se ha abierto y la globalización es un fenómeno imparable, por mucho que algunos líderes políticos se empeñen en frenar su avance. El comercio internacional, la conexión económica y social entre países y el avance tecnológico están dando lugar a unas tendencias económicas de las que América Latina no se puede sustraer.

En concreto, se están configurando algunas tendencias que condicionarán el futuro de esta región en los próximos años. Quizá, la más relevante sea el resurgir de Asia, pero también la demografía, la urbanización, el cambio climático, la disrupción digital, la escasez de los recursos naturales y el ímpetu de una nueva clase media, son y serán algunas tendencias que tendrán un fuerte impacto sobre la región. El impacto de estas tendencias será diverso y el cruce entre ellas conformará un espacio complejo que tenderá a girar alrededor de las economías emergentes más dinámicas, entre las que América Latina debiera aparecer con nombre propio.

Sin embargo, desde un punto de vista económico y, a pesar de algunos avances sociales de gran relevancia en estos últimos años, la región sigue defraudando a los inversores y a su propia población que ve con desánimo como la confianza en las instituciones públicas y en el futuro de la región se desvanece. Latinoamérica está llegando al final de su quinto año consecutivo de crecimiento económico anémico y desigual. Aunque desde 2014 al 2018, el crecimiento anual del PIB ha promediado sólo el 0,5%, la región cerraba el año 2017 con un crecimiento económico del 1,3% y un aumento de los flujos de la inversión extranjera directa del 8,3%, con lo que se sentaban las bases para que éste y los próximos años la economía latinoamericana pudiese registrar un crecimiento económico estable de alrededor del 2,5%. Sin embargo, la incertidumbre provocada por la deriva proteccionista estadounidense, la fortaleza del dólar frente a las principales monedas latinoamericanas, la firme decisión de la Reserva Federal de continuar con las alzas de los tipos de interés, así como el intenso ciclo electoral en la región durante el año 2018, ha propiciado que, en tan sólo seis meses, el crecimiento de la región se haya revisado a la baja hasta el 1,2% de acuerdo con las últimas estimaciones del FMI. Aun así, las previsiones económicas planteadas por el FMI tienden a mostrar un escenario razonablemente optimista.

A pesar de los disturbios sociales en Nicaragua y la victoria de López Obrador en México, el área que engloba a México y Centroamérica seguirá liderando la región con un crecimiento económico previsto para 2018 del 2,5%, las islas del Caribe crecerán a una tasa media del 1,5% y América del Sur se quedará por debajo de la media regional con un incremento del PIB del 0,6%, lastrado fundamentalmente por la grave crisis económica y humanitaria de Venezuela y por la desconfianza generada por la crisis  de deuda de Argentina, así como por el incierto futuro de Brasil, si bien la ayuda del FMI al Gobierno del Presidente Macri y la victoria de Bolsonaro en Brasil, pueden sentar las bases para un crecimiento más sólido y dinámico en los próximos años. Por su parte, Argentina está superando con esfuerzo los efectos de la sequía más violenta de las últimas décadas, así como la tormenta cambiaria iniciada a finales de abril que, en aquel momento, propició una devaluación del 65% del peso frente al dólar. Venezuela seguirá siendo el principal lastre de la región.

Ahora bien, más allá de entrar en el detalle y análisis de cada país, puede resultar más interesante caracterizar a América Latina como un espacio en el que se entrecruzan en el tiempo y en la geografía tres rasgos fundamentales: la vulnerabilidad de la región a impactos desfavorables o negativos, sean internos o procedan del exterior; el complejo espacio político, que dificulta la coordinación y el acuerdo entre países, y la carencia de una idea clara de cómo abrazar el futuro.

América Latina no puede seguir dependiendo de que se produzca un nuevo boom de commodities para resolver los problemas sociales que presenta la región, perdiendo competitividad y quedándose rezagada frente a otras regiones del mundo. Latinoamérica tiene un enorme potencial derivado de una fuerte identidad común, aún no explotada ni desarrollada, de una base educativa que ha mejorado en estos últimos años y de un notable tamaño representado por más de 600 millones de personas, ávidas de acercarse al bienestar obtenido por una creciente clase media.

Por ello, la región tiene la oportunidad de volver a ser atractiva y ocupar un espacio relevante en el mundo. Una mirada lateral hacia Asia y, en particular, hacia China, es una excelente oportunidad para la región a la vista del giro que el mundo va a dar en los próximos años. En este sentido, debería fortalecerse la Alianza del Pacífico. De la misma manera, la falta de interés del presidente Trump por América Latina abre una magnífica oportunidad para que la región vuelva a girar hacia Occidente y comience a construir, con la connivencia de la Unión Europea, el vínculo atlántico. Así, América Latina tiene la enorme ventaja de poder convertirse en el eje de estas relaciones. Es decir, la región estará en unas condiciones extraordinarias para capitalizar sus bondades y pasar de una unión aspiracional a otra real, en la que América Latina se articule como un sólido bloque frente al resto del mundo.

Adicionalmente, América Latina cuenta con cuatro activos fundamentales que debería explotar con determinación para volver a ser una región relevante: primero, la posibilidad de construir un bloque regional con la integración de MERCOSUR y la Alianza del Pacífico; segundo, el crecimiento de una clase media que tenderá a concentrarse, aún más, en grandes ciudades y demandará un creciente conjunto de servicios (financieros, salud, educación y ocio, fundamentalmente); tercero, la opción de capitalizar los esfuerzos que se han hecho hasta ahora por mejorar los niveles de educación y, cuarto, una elevada tasa de penetración tecnológica (América Latina está preparada para beneficiarse de la creciente cobertura de banda ancha y alfabetización digital por cuanto 9 de cada 10 latinoamericanos tiene, al menos, un teléfono móvil y el 44% un smartphone, es decir, el grado de penetración tecnológica es superior al 50%).

Esta base proporciona una idea clara de en qué dirección deben accionarse las palancas de valor y las políticas públicas para que Latinoamérica pueda reinventarse y volver, así, a convertirse en un actor relevante y atractivo en el tablero internacional. Ahora bien, será necesario que los líderes políticos y empresariales en América Latina vuelvan a alcanzar un pacto con una orientación estratégica encaminada a reducir la extrema sensibilidad de la región a shocks negativos, a minimizar las consecuencias de un complejo espacio político, siempre dividido, que dificulta la coordinación y el acuerdo entre países, y a elaborar una agenda sólida y creíble sobre cómo se debe abrazar el futuro.

(*) Este artículo es una versión reducida del artículo “América Latina debe prepararse para recibir el futuro”, el cual está pendiente de publicarse en el primer número de Geoeconomía.