¿Acudirán una vez más al rescate los bancos centrales en 2019?

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¿Acudirán una vez más al rescate los bancos centrales en 2019?
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Hace aproximadamente diez años, la mayoría de los gobiernos occidentales asumió la deuda de sus bancos nacionales en un intento por salvarlos de las nefastas consecuencias de la Gran Recesión. Con esta pesada carga sobre los hombros, los gobiernos dejaron en manos de sus bancos centrales la tarea de encarrilar de nuevo la economía.

Estos últimos hicieron lo que mejor saben hacer: inyectar liquidez en el sistema financiero en aras de, al menos, evitar el colapso absoluto del mismo y la entrada en barrena de la economía. Sin embargo, los bancos centrales también esperaban algo más: que la nueva liquidez que inundaba los mercados impulsara los precios de los activos financieros —desde la deuda pública a la renta variable, pasando por los bonos corporativos y los activos inmobiliarios— de cara a generar un efecto “riqueza”. Se trata de un concepto con el que los economistas están muy familiarizados y que se cimienta sobre la teoría de que la revalorización de los activos de las personas impulsa la confianza de los consumidores y su predisposición a comprar, reavivando así la demanda en la economía.

No obstante, este efecto riqueza ha arrojado resultados dispares durante los últimos años. Su influencia en Europa resultó nimia, debido a un subempleo generalizado y a la reducida proporción de ahorros que los europeos destinan a la inversión en renta variable. En Estados Unidos, donde las personas invierten mucho más en activos financieros, el aumento de los precios de las acciones contribuyó considerablemente a una recuperación del consumo.

Con todo, en ambos casos, el efecto riqueza dio lugar a una brecha —que no tardó en ampliarse hasta convertirse en un profundo abismo— entre los afortunados titulares de activos financieros y los trabajadores asalariados que carecían de ellos, que vieron como sus rentas se estancaban como resultado de un crecimiento económico anémico y de unas restrictivas políticas presupuestarias.

La heterogeneidad de los resultados no solo generó un creciente descontento entre los estratos sociales más perjudicados por las políticas monetarias adoptadas en respuesta a la Gran Recesión, sino que también desacreditó a los gobiernos sucesivos, que se mostraron incapaces de aportar soluciones presupuestarias a los problemas en cuestión debido a la falta de margen de maniobra suficiente para implementar sus políticas.

Hoy, diez años después, las principales consecuencias políticas de esta disonancia resultan evidentes. En las principales democracias occidentales, hemos asistido al surgimiento de plataformas alternativas de corte radical y populista que han cosechado importantes éxitos electorales, en función del nivel de frustración económica que han experimentado los segmentos de la población que menores rentas perciben. Si bien esta tendencia se puede atribuir principalmente a factores concretos sociológicos e incluso claramente políticos, resulta casi inevitable pensar que la elección de Donald Trump, el referéndum que se saldó con el voto a favor del Brexit y la llegada al poder de Matteo Salvini en Italia se deben, en gran parte, a los efectos colaterales de la decisión de hacer frente a la Gran Recesión con una combinación de inflación del precio de los activos financieros y austeridad presupuestaria. Asimismo, cabe recordar que incluso Emmanuel Macron se alzó con la victoria en Francia con la promesa de romper con la «política económica tradicional» (por mucho que fuera un candidato reformista).

A medida que 2018 toca a su fin, los inversores tienen sobrados motivos para preocuparse, habida cuenta de que las políticas monetarias con las que tan buenos resultados han obtenido se encuentran en fase de normalización en todo el mundo. Para colmo, el crecimiento económico sigue dando muestras de inestabilidad y la hoja de ruta de las políticas económicas resulta incierta. Un análisis general de la coyuntura nos permite afirmar que nos hallamos inmersos en una triple colisión entre los ciclos monetario, macroeconómico y político.

El generoso programa de gasto público de Trump podría haber alimentado la ilusión de que la política presupuestaria puede solucionar nuestros problemas. Además, a pesar de financiarse mediante deuda (el déficit presupuestario del país se encuentra en vías de representar un 6 % del PIB este año), su política presupuestaria solo ha logrado, en parte, generar su propio antídoto, esto es, provocar un aumento de los tipos de interés. No obstante, incluso a pesar del estatus privilegiado que ostenta EE. UU. en los mercados financieros, solo es cuestión de tiempo que esos mismos efectos colaterales se materialicen también en su propio territorio. La excesiva carga de la deuda a nivel mundial nos condena a seguir creciendo ad eternum —un objetivo inalcanzable—, dado que esta intensificará las ralentizaciones económicas y amenaza con convertir cualquier recesión en un colapso devastador.

Llegados a este punto, cabe destacar que la economía estadounidense ya ha empezado a ralentizarse, y cuesta imaginar de qué forma podrían Italia y Francia liberarse de los grilletes que representan sus niveles de endeudamiento. Por tanto, el primer riesgo al que se enfrentan los inversores en 2019 es la continuación de la deflación de los precios de los activos financieros. Sin embargo, esa deflación también podría tener efectos cruentos en la economía real al provocar la reversión del efecto riqueza: unos precios de activos inferiores lastrarían aún más la confianza de los consumidores en un momento en que los responsables políticos carecen del margen de maniobra necesario para adoptar programas de estímulo adecuados. ¿Acudirán una vez más al rescate los bancos centrales?

Tribuna de Didier Saint-Georges, miembro del Comité de Inversión de Carmignac.

Las claves que rodean a los distintos mercados en el comienzo de año

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Las claves que rodean a los distintos mercados en el comienzo de año
Pixabay CC0 Public DomainKcssm. Las claves que rodean a los distintos mercados en el comienzo de año

Dejamos atrás un 2018 muy negativo para la renta variable. De hecho, el mes de diciembre pasará a la historia después de que el índice S&P 500 registrara su peor rendimiento mensual (un -9,2%), en casi una década. El declive de diciembre cobró impulso después de que la Reserva Federal de Estados Unidos elevase los tipos de interés y sugiriera que en 2019 habrá dos subidas adicionales.

En el mercado de renta fija, los tipos de los bonos soberanos USA descendieron el mes pasado. Las tasas de los bonos a 10 años cerraron el 2018 en el 2,75% en comparación con un máximo del 3,25% de noviembre, que sigue siendo más alto que el 2,40% alcanzado a principios de año. El mal comportamiento de las bolsas en el último mes del año llevó a los inversores a adquirir bonos soberanos como refugio. Este mercado también se vio apoyado por la desaceleración esperada del crecimiento en los EE.UU. en 2019 y la reducción prevista en el ritmo de las subidas de tipos de la Fed. Los bonos a 10 años alemanes terminaron el año con un rentabilidad por debajo de lo que lo habían iniciado, a diferencia de sus comparables estadounidenses. Por lo tanto, esta es una de las tendencias más llamativas del año que acabamos de terminar. El crecimiento más lento de lo esperado en la eurozona y las incertidumbres políticas son las principales explicaciones, aunque, una de estas incertidumbres se disipó en diciembre, cuando el gobierno italiano llegó a un acuerdo con la UE para reducir el déficit presupuestario de 2019.

Por otro lado, los diferenciales de los bonos corporativos han aumentado significativamente en las últimas semanas, continuando así la tendencia de los meses anteriores. Los bonos corporativos high yield, en particular, vieron aumentar los niveles de diferencial en un contexto general de aversión al riesgo, y debido a las expectativas de que un crecimiento económico más lento deteriorará la calidad de este segmento de mercado.

En el campo de los bancos centrales el programa de compra de bonos del Banco Central Europeo se suspenderá este mes de enero. De ahora en adelante, solo los bonos que alcancen el vencimiento serán reinvertidos. El BCE espera continuar estas reinversiones durante un tiempo considerable después de la primera subida de tipos. La Fed, por su parte, asume que en este 2019 habrá dos alzas de tipos (una por semestre) en lugar de tres.

En el mercado de divisas, el movimiento más destacado lo observamos en la libra esterlina que, tras caer por el sentimiento optimista que vimos en noviembre, se mantiene dentro del rango en el que ha estado moviéndose frente al euro durante más de un año, mientras que continúa la incertidumbre sobre el Brexit a la espera de la votación en parlamento británico sobre el acuerdo de salida.

Para finalizar, en el ámbito de las materias primas, aunque en lo que llevamos de año los precios del petróleo se han recuperado cerca de un 10%, el crudo arrastra caídas desde el pico de los 85 dólares/barril alcanzado a principios de octubre. Este mes entrará en vigor el recorte de 1,2 millones de barriles al día acordado el 7 de diciembre por la OPEP y Rusia.

Sin embargo, los mercados aún no están convencidos de que esto sea suficiente para restablecer el equilibrio del mercado. De hecho, los suministros siguen siendo abundantes y la producción de petróleo de esquisto está en niveles récord. Además, el embargo contra Irán se ha compensado en parte con exenciones de varios países. Esto debe verse en el contexto de una demanda incierta resultante de un crecimiento económico generalizado más suave.

Tribuna de Johan Gallopyn, Investment Desk Analyst, Bank Degroof Petercam.

La debilidad de Pemex puede ser un mecanismo de transmisión para la baja de la calificación de México

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La debilidad de Pemex puede ser un mecanismo de transmisión para la baja de la calificación de México
Foto: GABIEGUIN. La debilidad de Pemex puede ser un mecanismo de transmisión para la baja de la calificación de México

Las agencias calificadoras tienen un largo historial en el mercado. Empezaron calificando la calidad crediticia de los bonos ferrocarrileros en EE.UU. a mediados del siglo XIX, y no fue sino hasta 1949 cuando Moody’s decidió emitir su primera calificación soberana: Estados Unidos como Aaa (o AAA en escala homologada). En el caso de Latinoamérica, uno de los primeros países en ser calificados fue Venezuela, con un flamante Aaa por Moody’s (actualmente en default selectivo). México tuvo que esperar casi 15 años para recibir, en 1990, su primera calificación crediticia, también por Moody’s: Ba2 (o BB en escala homologada). Esta calificación ha sido la más baja que ha tenido el país, y desde que alcanzamos el estatus de “Investment Grade” en 2000 (BBB-) no la hemos perdido.

Sin embargo, con la baja de calificación de Pemex por parte de Fitch el 9 de enero de BBB+ a BBB-, los temores de baja de calificación soberana se empezaron a esparcir. ¿Qué tan importante es PEMEX en las finanzas gubernamentales y como podría contagiar al país?

Primero hay que poner en contexto el sector petrolero en la economía mexicana. En las cuentas nacionales, la extracción de petróleo y gas ha representado, en promedio de los últimos 25 años, 5% del PIB. Sin embargo, los últimos 4 años esa cifra ha estado por debajo del 3%. Asimismo, en los últimos 10 años, el sector petrolero le ha costado al PIB mexicano alrededor de 0.20% anual, es decir, es un sector en contracción.

La otra cara de la moneda tiene que ver con los ingresos que la industria petrolera representa para el gobierno. El porcentaje del ingreso que el sector petrolero aporta al presupuesto anual ha sido 30% en promedio los últimos 23 años y dicho porcentaje ha sido muy dependiente del precio del petróleo. Sin embargo, las cifras han ido decayendo desde 2008 cuando representaban el 44% a tan sólo 19% en 2018

La pregunta obvia es, ¿Por qué si el sector petrolero representa tan poco del PIB, genera casi una quinta parte del ingreso del gobierno? La respuesta se encuentra en la carga fiscal que le cobra el gobierno a Pemex. Históricamente, la carga fiscal promedio (20 años) de Pemex ha sido 61% sobre las ventas de la paraestatal (incluyendo impuestos directos e indirectos). Asimismo, en los últimos años, esa carga fiscal ha llegado a niveles cercanos al 70%. Es decir, el gobierno ordeña de manera excesiva a Pemex, elimina su rentabilidad, y hace que el sector se contraiga de manera importante.

En el pasado esto funcionaba debido a que México tenía una de las reservas petroleras más grandes del mundo: Cantarell. Este petróleo de “fácil extracción” hizo que el gobierno y Pemex se volvieran complacientes, y se rezagaran en términos tecnológicos y de exploración, de tal forma que, cuando Cantarell empezó a mermar (alrededor de 2008), Pemex no tenía nuevos pozos (o tecnología) para evitar la caída en la plataforma de producción. De hecho, en la (Gráfica 2) se muestra como en la época de bonanza (antes de 2008) el gasto de inversión presupuestal del gobierno en Pemex se mantuvo prácticamente sin cambios en 5% de los ingresos de la petrolera, es decir, cuando hubo dinero, no se reinvirtió en mejorar a la paraestatal. Además, a pesar de esta caída en la plataforma y de la tecnología desactualizada, la carga fiscal a Pemex no se redujo, de hecho, el promedio histórico de los últimos 10 años aumentó a 65% de las ventas.

Actualmente estamos en un punto crítico en la vida de la petrolera, y la disyuntiva que se le presenta al gobierno es entre intentar sanear a la gallina de los huevos de oro, o buscar fuentes alternativas de ingreso. Ahora bien, según las señales que ha dado el gobierno actual, todo parece indicar que intentarán regresar a Pemex a sus años de gloria, pero ¿Qué consecuencias podría traer esta decisión?

En primer lugar, como se anunció hace unos días, el gobierno inyectará alrededor de US$5 mil millones durante 2019. Si bien, la cifra suena impresionante, se queda muy corta para pensar que se trata de un saneamiento (hay que considerar que Pemex tiene alrededor de US$80 mil millones negativos de capital). Asimismo, ese dinero saldrá del presupuesto y representará alrededor del 2% de los ingresos presupuestarios. Por otro lado, también anunciaron que la carga fiscal de Pemex bajará, por lo que los ingresos provenientes del petróleo también bajarán. Es decir, el gobierno tendrá un aumento en el gasto (para inyectar capital a Pemex) y una disminución en el ingreso (debido a la menor carga fiscal que cobrará). La conclusión es obvia: el gobierno tendrá menor margen de gasto, lo cual impactará a proyectos productivos y, por lo tanto, al crecimiento. Asimismo, un menor crecimiento tenderá a aumentar la proporción de la deuda total del país como porcentaje del PIB, lo cual podría detonar la baja en la calificación soberana (ver comentario del mes de enero 2019, “Planeación y Presupuesto: El peligro de “estabilizar” el endeudamiento mexicano”).

Esto podría desencadenar un problema de confianza que podría permear en otros sectores, como es el caso del sector manufacturero. El sector manufacturero es, en promedio, 4 veces más importante en el PIB que el sector petrolero y ha crecido alrededor de 3 veces más en los últimos 25 años.

Ahora bien, ese problema de confianza empieza por los mercados financieros. En los últimos días han estado rondando gráficas y encuestas en donde se muestra que México está cotizando a niveles similares a bonos basura (calificación debajo de BB+), y que la mayoría de los inversionistas piensa que México perderá su grado de inversión. En lo personal no creo que México pierda su grado de inversión, aunque no descarto una posible baja en los próximos años. Lo que definitivamente creo inaceptable es el pánico inducido por la desinformación. Graficas que “demuestran” que los bonos soberanos de México están cotizando a niveles basura son falsos, y sólo ayudan a generar desconfianza en el país. Me he dado a la tarea de “replicar” esas gráficas, y el resultado es bastante distinto (Gráfica 3). Si bien los bonos mexicanos están castigados, cotizando en los mismos niveles que un bono BBB (México es BBB+), no están cerca de estar cotizando en niveles de bonos basura. No es el caso para Pemex, el cual sí cotiza en niveles similares a los bonos calificados como BB.

Por último, una posible solución a la debacle de los ingresos petroleros es una reforma fiscal de fondo con la finalidad de aumentar la base gravable y las eficiencias en recaudación. De hecho, México es el país con menor nivel de recaudación tributaria entre los miembros de la OECD. Sin embargo, una reforma fiscal de este calado generalmente no es popular, y no se vislumbra que el gobierno actual vaya a llevarla a cabo.

Si bien Pemex puede ser una carga para México, Pemex no es México. La gran falacia es decir que México es un país petrolero, cuando no lo es. México es un país manufacturero (17% del PIB) y de servicios (60% del PIB). No hay que dejar que un mito histórico arrastre la estabilidad y diversificación económica que tanto trabajo nos ha costado lograr a lo largo de los años.

Columna de Franklin Templeton por Luis Gonzalí, CFA

Midcaps europeas con crecimiento de calidad, con Comgest

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Las compañías de pequeño y mediano tamaño son importantes impulsoras del crecimiento, la innovación y el empleo en Europa. Representan un 99% de las empresas de la Unión Europea y emplean a dos tercios de la población activa.

El universo de empresas europeas de pequeña y mediana capitalización tiende a tener una mayor ponderación hacia sectores cíclicos y una mayor exposición al mercado doméstico europeo. Considerando además sus atractivas valoraciones, este segmento se posiciona como una propuesta de inversión convincente. Por otra parte, su cobertura es inferior por parte de los analistas, una circunstancia que brinda una excelente oportunidad de inversión a los gestores activos.

Aunque el comportamiento de la renta variable global fue el peor de las últimas décadas durante diciembre pasado, dejando a las midcaps europeas con un pobre resultado al final de 2018, este universo de compañías está bien considerado por los inversores y ofrece un amplio rango de oportunidades de inversión de empresas nicho, idiosincráticas, innovadoras y de crecimiento.

La gestora Comgest AM Internacional Ltd. ha capturado la oportunidad que ofrecen las compañías europeas de mediana capitalización con su fondo Comgest Growth Mid-Caps Europe, que se posiciona como el más rentable en lo que va de año en la categoría VDOS de Renta Variable Internacional Europa Small/Mid Caps, con una revalorización del 14,43% en su clase I de acumulación en euros.

Dirigido a inversores con un horizonte temporal a largo plazo, el objetivo del fondo es crear una cartera de empresas de calidad, con perspectivas de crecimiento a largo plazo, que o bien están basadas en Europa o concentran su actividad económica en la región.

El equipo gestor cree que, a largo plazo, los fundamentales prevalecen y el alza de las cotizaciones converge hacia el crecimiento de beneficios por acción (BPA). Sin embargo, los mercados con frecuencia no evalúan correctamente el valor de los negocios con ventajas competitivas sólidas y sostenibles y con crecimiento de beneficios superior a la media. Por otra parte, el crecimiento sostenido de los BPA, junto con un retorno sobre capital invertido (ROIC, por sus siglas en inglés) lleva hacia retornos sobre inversión por encima de la media, con un riesgo inferior a la media.

De acuerdo con estas consideraciones, la integración de criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) en el análisis de compañías permite una evaluación más precisa de la calidad. El equipo gestor cree que es beneficioso para diversificar una cartera, sin diluir las ideas. Su experiencia les ha demostrado que pueden crear valor focalizándose en análisis fundamental bottom-up de empresas que consideran que son capaces de mantener un crecimiento de BPA superior a la media. Como parte central de esta filosofía está la creencia de que el análisis fundamental y la habilidad del equipo para mantener una estrecha relación con las compañías y participantes importantes del sector, construida a lo largo de los años, lleva a un conocimiento profundo de las empresas.

La selección de compañías a incluir en la cartera del fondo es independiente de índices de referencia y asignaciones sectoriales, focalizándose en selección individual (stock picking) fundamental bottom-up. El equipo gestor se propone construir carteras capaces de ofrecer un crecimiento regular de BPA de doble digito anual, con un horizonte de cinco años.

Eva Fornadi, Rebecca Kaddoum y Alistair Wittet son los tres integrantes clave del equipo gestor en cuanto a la toma de decisiones en la estrategia del fondo. Todos los gestores del fondo son también analistas. Eva Fornadi se incorporó a Comgest en 2005 y es gestora de Carteras y analista especializada en estrategias de Oportunidades en Compañías Europeas de Crecimiento de Pequeña Capitalización. Se licenció con honores en Negocios por la Oxford Brookes University y en Administración de Empresas por la Escuela Internacional de Negocios de Budapest.

El proceso inversor parte de un universo de compañías basadas en Europa o con una capitalización de mercado entre 300 millones y 10.000 millones de euros. Estas compañías han de tener un modelo de negocio transparente, con ingresos recurrentes y capacidad de imponer precios, analizándose asimismo la concentración de clientes y proveedores; deben haber demostrado su habilidad para obtener un fuerte aumento de beneficios, superior al 10% -tanto por BPA como por dividendos–, un rendimiento del capital superior al 15%, con una fuerte generación de flujos de caja, y un balance saneado, con reducido apalancamiento. Asimismo deben mostrar crecimiento orgánico, disfrutar de barreras de entrada, cumplir con los criterios de sostenibilidad y contar con un equipo directivo de calidad.

Las compañías que superan este primer filtro se someten a un análisis fundamental, que incluye análisis de competencia y de cumplimiento de criterios ASG, evaluándose su potencial de crecimiento en base a análisis tanto cualitativo como estimaciones propietarias de BPA a cinco años. En esta etapa se toman también en consideración las informaciones recibidas en las entrevistas con las compañías, los competidores, los proveedores, los clientes y los expertos del sector, así como las conclusiones resultantes de un debate interno sobre los resultados de este análisis en las reuniones semanales del equipo de análisis.

El equipo mantiene un universo de unas 80 acciones, con potencial inversor según los anteriores criterios, representando una lista de compañías con crecimiento de calidad, rigurosamente seleccionadas. En esta fase se analizan las compañías en profundidad, para una valoración final de crecimiento y calidad, siendo necesaria la decisión unánime del equipo para incluirlas en el universo de candidatas. La integridad del equipo directivo de las compañías, el respeto mostrado hacia los accionistas minoritarios y la confianza y transparencia de su información, son objeto de un escrutinio particularmente detallado.

En una etapa siguiente de valoración, el equipo construye modelos conservadores de beneficios y descuentos de dividendos a cinco años. Los resultados pasan nuevamente a ser comentados por el equipo, que toma sus decisiones de forma consensuada, y son actualizados regularmente por el analista o gestor responsable de la cobertura de cada compañía.

Basándosle en los comentarios del equipo, el gestor principal selecciona las compañías a incluir en la cartera, a partir del universo de inversión, para crear carteras concentradas en las que la asignación de ponderaciones se basa en el atractivo relativo de cada compañía, llegándose a una cartera concentrada de entre 25 y 30 valores. Es una cartera sin limitaciones, en la que los tamaños de las posiciones típicamente oscilan entre el 1 y el 8% y pueden también tomar en consideración el impacto sobre la liquidez del fondo y la ratio de propiedad de acciones.

Los tres componentes clave para que una compañía resulte atractiva y, por tanto, influyan en su ponderación en la cartera son calidad/visibilidad, valoración y crecimiento. El análisis ASG se utiliza para complementar el análisis fundamental realizado por el analista o gestor del fondo, que al evaluar la calidad del negocio considera temas como gobernanza o trato dado a los accionistas minoritarios, clientes y empleados.

La cartera resultante incluye entre las mayores posiciones acciones de Straumann Holding AG (6,10%), Edenred SA (5,90%), MTU Aero Engines AG (5,60%), B&M European Value Retail SA (5,10%) y SimCorp A/S (4,50%). Por sector, salud (31,80%), consumo discrecional (18,10%), industrial (16,40%), tecnologías de la información (12,30%) y liquidez (7,40%) representan los mayores pesos en la cartera, mientras que por país corresponden a Reino Unido (23,90%), Francia (20,80%), Alemania (14,90%), Dinamarca (10,40%) y Suiza (9,80%).

Tomando como referencia el índice MSCI Europe Mid Cap – Net Return, la evolución histórica del fondo por rentabilidad lo posiciona en el grupo de los mejores de su categoría, en el primer quintil, durante 2017, 2018 y 2019. A tres años registra un dato de volatilidad del 18,45% y del 18,2% a un año, con un ratio Sharpe en este último periodo de -0,19 y un tracking error, respecto al índice de su categoría, del 8,71%. La inversión en la clase I de acumulación en euros de Comgest Growth Mid-Caps Europe requiere una aportación mínima de 750.000 euros, aplicando a sus participes una comisión fija de hasta el 1% y de depósito de hasta 0,0105. El fondo cuenta también con una clase para inversores individuales, con una aportación mínima de 50 euros y comisiones fija y de depósito del 1,50% y 0,01% respectivamente.

El equipo gestor estima que las fricciones en el comercio global, la ralentización de la economía china, la finalización del efecto del estímulo fiscal en Estados Unidos y la debilidad en los índices de confianza empresarial y del consumidor en Europa, han tenido como consecuencia valoraciones más atractivas para la renta variable europea.

Como continuación de la debilidad en los beneficios obtenidos por las compañías durante el tercer trimestre del pasado año y la reciente debilidad de los indicadores económicos, las expectativas de consenso de beneficios se han comenzado a revisar a la baja para las empresas europeas para el conjunto de 2018. Para 2019, las estimaciones se han rebajado también sustancialmente a la baja, con la expectativa de mercado de un crecimiento de beneficios de un solo dígito.

Por otra parte, descontando sucesos imprevistos, no hay razón alguna para esperar un mayor deterioro sustancial en el crecimiento de beneficios económicos y corporativos.  Tanto las corporaciones europeas como los consumidores se muestran financieramente sólidos. Además, la posibilidad de una política monetaria restrictiva, por parte del Banco Central Europeo, parece bastante improbable, al igual que cualquier aumento significativo de los rendimientos de los bonos, que disminuiría el atractivo de la renta variable europea. Sin embargo, considerando los varios nubarrones en el horizonte, los mercados probablemente continúen siendo volátiles.

En este entorno, el desarrollo dinámico de las compañías de crecimiento de calidad incluidas en el fondo, así como su visibilidad en cuanto a sus relativamente elevados beneficios, debería hacerlas más atractivas. Especialmente después de la marcada corrección en su valoración. La mayoría de las compañías incluidas en la cartera tiene una baja sensibilidad a incertidumbres macro y políticas, y todas ellas continúan invirtiendo en crecimiento a largo plazo, bien vía innovación o por expansión geográfica o de productos. El equipo gestor se muestra convencido de que el crecimiento de los beneficios a largo plazo, antes o después, se trasladará a retornos atractivos para los inversores.

Su evolución por rentabilidad en los últimos tres años, respecto al resto de fondos de su categoría, respecto a la volatilidad incurrida en el mismo periodo, hacen a este fondo merecedor de la calificación cinco estrellas de VDOS.

Tribuna de Paula Mercado, directora de Análisis de VDOS

¿Quiere comprar bonos?: exija su compensación

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¿Quiere comprar bonos?: exija su compensación
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: 401k 201 . ¿Quiere comprar bonos?: exija su compensación

Los inversores en los mercados financieros suelen comparar las valoraciones actuales con el valor histórico del índice de referencia. Pero los índices pueden evolucionar con el tiempo, un ejemplo de ello es el comportamiento del índice Bloomberg Barclays US Corporate Bond, en los últimos años. La calidad del crédito se ha erosionado, la duración se ha extendido y la liquidez es menos profunda para cada emisión individual de bonos.

Para tener en cuenta esta evolución, cuando se realiza una comparación del índice con los bonos del Tesoro estadounidenses, los inversores deberían considerar restar entre un 0,1% y un 0,15% al diferencial promedio de 1,5% que existe hoy en día para tener en cuenta la caída en el conjunto de la calidad crediticia, el riesgo de duración y la liquidez.

Para ilustrar el deterioro generalizado en la calidad del crédito en el mercado corporativo de la deuda estadounidense, hay que tener en consideración que el peso de la deuda con calificación BBB en el índice, o la parte del mercado corporativo de grado de inversión con menor calidad, ha incrementado de un 37% de media en los últimos 25 años a cerca de un 50% en la actualidad. Los diferenciales actuales del índice deberían reflejar el incremento del impacto de las acciones de menor calidad en la clase de activo.

Por el contrario, la ponderación en el índice de las emisiones con una calidad crediticia relativamente alta, entre AAA y AA, ha caído desde una media del 17% en conjunto en los últimos 25 años a solamente el 10% actual. Esto afecta al diferencial del índice de manera que cerca del 0,1% de este índice debería ser atribuido únicamente a la degradación de la calidad del crédito.   

De forma similar, se debería realizar un ajuste por el riesgo de duración que tuviera en cuenta el incremento del plazo a vencimiento en esta clase de activo a lo largo del tiempo. Conforme los tipos de interés caían y las empresas emitían deuda con menores cupones y extendían el perfil de vencimiento de su deuda, la sensibilidad de los bonos a las tasas de interés tiene a incrementar. Y así lo ha hecho recientemente: en promedio, el índice tiene un 28% de exceso de duración sobre los 10 años comparado con el 16% que el índice tendía en los últimos 25 años.

Una duración de 10 años sugiere que un inversor perdería el 10% del valor de su inversión en el caso en el que las tasas de interés aumentaran de forma inmediata en un punto porcentual. Ese incremento en la sensibilidad en los tipos de interés requiere por lo general una compensación adicional, los bonos a mayor vencimiento suelen proporcionar por lo general un mayor diferencial de compensación que los bonos del Tesoro con una sensibilidad a los tipos de interés comparable. Este volumen de compensación incremental representa otro par de puntos básicos en el diferencial de la clase de activo.  

Un examen en los efectos conjuntos de los cambios en la calidad y la sensibilidad a las tasas de interés del índice de referencia sugiere que los inversores deberían requerir un diferencial adicional entre un 0,1% y un 0,15% en diferenciales de compensación de la deuda en comparación con la historia para calibrar por la degradación de la calidad y la extensión de la duración.

Como resultado de las regulaciones impuestas tras la crisis financiera global, que ha hecho que los creadores de mercados se sientan menos inclinados a comprometer capital para facilitar el comercio con los clientes, la liquidez en todo el mercado de bonos ha disminuido, incluyendo la liquidez del crédito corporativo de grado de inversión. Esto conduce, en nuestra opinión, a unos diferenciales que garantizan una mayor prima de liquidez en comparación con el pasado. Sin embargo, mientras la liquidez en las emisiones individuales ha disminuido en los últimos años, se ha incrementado en los ETFs y en otros vehículos de inversión que proporcionan una amplia exposición a la clase de activo. En general, los inversores deberían tener en cuenta esta “transferencia de la liquidez” en la clase de activo y considerar cómo van a obtener la liquidez en el futuro.  

En general, los inversores deben exigir un incremento entre un 0,1% y un 0,15% de compensación en la deuda corporativa de de grado de inversión en comparación con el diferencial demandado en promedio por la generación anterior, dado el deterioro de la calidad de crédito, la extensión en la duración y los desafíos de liquidez. Los compradores de bonos no deberían solo saber que es lo poseen en cartera desde una perspectiva fundamental, sino que también deben ser compensados adecuadamente por los riesgos que toman en un mercado que es muy diferente de lo que sugieren los índices de referencia históricos.  

Columna de Sean A. Cameron, analista de research y estratega de inversión para soluciones de renta fija en MFS Investment Management

La volatilidad reaparece tras años de letargo respaldando las estrategias de arbitraje

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La volatilidad reaparece tras años de letargo respaldando las estrategias de arbitraje
Pixabay CC0 Public DomainBluebudgie . La volatilidad reaparece tras años de letargo respaldando las estrategias de arbitraje

Las previsiones anuales no son una ciencia exacta, pero sí un ejercicio necesario e interesante. 2018 ha sido un año lleno de retos. Hemos sido testigos del choque entre fuerzas opuestas, de la subida de tipo de interés de la Fed en un contexto en el que crece la inflación con unos niveles bajos de desempleo y un crecimiento económico sólido, si bien la tormenta macroeconómica ha desencadenado reveses para los mercados y picos de estrés en varias ocasiones.

Las ventas masivas en las bolsas del mes de febrero se concentraron en un periodo de corta duración en comparación con las de octubre. Las estrategias beta de fondos de cobertura se han tambaleado desde entonces, lo que sirve para presagiar el comportamiento que podrían tener en 2019.

A pesar de las incertidumbres, existe consenso entre los gestores sobre la etapa de madurez en la que se encuentran los mercados. De hecho, se estima que los mercados estadounidenses están ya tocando techo, incluso tras las ventas de octubre, y también que los diferenciales crediticios están muy ajustados. En ambos casos, las previsiones aprecian poco potencial de crecimiento. Por eso, en los dos últimos meses se ha visto un mayor interés en los gestores de arbitraje, gracias a su capacidad para captar puntos básicos independientemente de la discrecionalidad de los mercados, los tweets de Trump, el Brexit y el nacionalismo italiano.

Un tema recurrente es la normalización de la renta fija y la volatilidad del entorno de arbitraje. En febrero, la volatilidad salió de su estado letárgico, tras años de inyecciones de capital en efectivo, y avanza progresivamente hasta posiciones de resistencia más altas, tanto implícitas como materializadas. Este contexto es ideal para la curva de rendimiento del arbitraje, así como para los diferenciales de swap y el arbitraje de la volatilidad.

Asimismo, este entorno de ciclo económico es atractivo a pesar de caracterizarse por un alto nivel de ruido. En estas circunstancias, la mejor apuesta puede ser la inversión a largo plazo, con preferencia por la asignación del riesgo a gestores macro discrecionales, en detrimento de los gestores sistemáticos. Esta preferencia responde a su capacidad para ejecutar operaciones con un valor relativo gracias a los tipos de interés y de los mercados de divisas, y deberían ser capaces de capitalizar las crecientes divergencias entre las políticas de los bancos centrales.

Otro argumento a favor de los gestores macro es su frecuente uso de futuros, lo que se traduce en mayores cantidades de efectivo libre de cargas, invertido en letras del tesoro con un rendimiento del 2,5%, libre de riesgos.

Por último, los productos con exposición reducida a la volatilidad han recibido un influjo masivo desde 2008, especialmente los fondos de paridad de riesgo y de prima de riesgo con reducción de la volatilidad. Estos instrumentos se basan en pronósticos sobre la volatilidad calculados en base a cálculos en vivo, pero solo desde la crisis, cuando la volatilidad se comprimió. Estos vehículos, que de forma agregada suman billones, se verán forzados a desapalancarse, lo que podría exponer a los mercados a un potencial impacto significativo. Consecuentemente, incluso al reducir la discrecionalidad y construir carteras con un perfil naturalmente defensivo, se debe considerar la posibilidad de recurrir a gestores de protección de cartera y de cobertura de riesgo de cola.

Tribuna de Christophe Campana, analista senior de SYZ Asset Management.

Escasez e importación de gasolina en México

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Escasez e importación de gasolina en México
Foto: Gamatzin / Twitter. Escasez e importación de gasolina en México

Diversas zonas geográficas de México registraron una escasez de gasolina durante los últimos días de diciembre del año pasado y los primeros dos meses de 2019.  La autoridad argumentó que la falta de gasolina se debía a que se había emprendido una lucha contra el robo de combustible y, como consecuencia, se habían registrado ataques a los ductos lo que complicaba la distribución de gasolina pero que existía suficiente cantidad, sin mencionar una sola cifra.

Debido a que se planteó que la falta de gasolina era consecuencia del combate al robo de la gasolina, no hubo protestas por la escasez, incluso el posicionamiento del presidente no disminuyó. Sin embargo, las cifras muestran que la escasez sí estuvo influenciada por menores importaciones y baja en la producción.

De acuerdo a información oficial de Pemex, la importación de gasolina en diciembre de 2018 disminuyó 14,4% respecto a diciembre de 2017 y fue 5,4% menor a lo importado en noviembre.  López Obrador, durante el periodo de transición criticó que se importara gasolina e inclusive artículos de la prensa comentaron, en su momento, que había enviado a emisarios a Pemex para decirles que redujeran las importaciones.  Las cifras fortalecen esa hipótesis. Por otra parte, la producción de gasolina de Pemex en el último trimestre de 2018 fue 20,5% menor a la del trimestre anterior. Según ClipperData, empresa estadunidense especializada en información del mercado petrolero, la reducción de las importaciones en diciembre fue 12,9%, cifra muy similar a la de Pemex y difieren porque Pemex incluye producto petroquímico para la formulación de gasolina.

A principios del año el Wall Street Journal, utilizando información de ClipperData, publicó una nota mencionando que la importación de gasolina se había reducido desde finales de diciembre y en los primeros 10 días de enero se habían importado en promedio 254.000 miles de barriles diarios, lo que reflejaba una reducción de 33% respecto a diciembre y 45% respecto a enero de 2018. El presidente López Obrador descalificó la noticia, aunque no presentó ninguna evidencia contraria.

ClipperData ya publicó la información completa de enero y resulta que las importaciones ascendieron a 383.000 miles de barriles diarios, lo que significa 27% por debajo de diciembre 2018 y 23,4% menos que enero de 2018. Si en los primeros 10 días el promedio fue 254.000, para llegar al promedio mensual de 383.000 se requiere que durante los 21 días restantes se haya importado en promedio 450.000 miles de barriles diarios. O sea que en la segunda parte del mes tuvieron que incrementar sustancialmente las importaciones para poder reducir la escasez.

Las cifras lo que confirman es que desde el inicio del gobierno de López Obrador se redujo la importación de gasolina y que fue hasta que ya había una crisis que se incrementó la importación. Que la menor importación y la reducción en la producción de gasolina fueron factores que contribuyeron, en buena medida, a la escasez de la misma.  Que el plan para combatir el robo de combustible no tuvo una estrategia previamente definida, se debieron haber incrementado los inventarios y haber tenido listas las pipas para resolver los problemas de los ductos, lo cual no sucedió así, los inventarios eran muy bajos, por menor producción e importación, y el gobierno planteó la adquisición de las pipas una vez que existía la crisis de desabasto.

Columna de Francisco Padilla Catalán

Consolidación bancaria: ¿la mejor opción?

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Foto: TeroVesalainen. Consolidación bancaria: ¿la mejor opción?

Suntrust y BB&T han anunciado su intención de fusionarse. La noticia confirma la ola de consolidación que actualmente está en marcha en el sector bancario estadounidense.

Las instituciones bancarias tradicionales de mediano tamaño, que suelen operar a un nivel más regional, se encuentran con que cada vez es más y más difícil hacer crecer sus negocios de forma orgánica. Sus productos bancarios clásicos ofrecen baja rentabilidad frente a la mayor competencia de la “banca en la sombra”. Al mismo tiempo, el peso de la regulación y los requisitos de capital están aumentando cada año, ahogando todavía más sus márgenes de beneficio. Estos mismos bancos están estudiando ahora incrementar su huella económica y su rentabilidad a través de fusiones o adquisiciones.

No es la primera vez que el sector bancario estadounidense atraviesa una fase de consolidación: han tenido lugar en varias ocasiones por motivos económicos o a raíz de crisis financieras. Un buen ejemplo de 30 años de consolidación bancaria es JPMorgan Chase, que ha aglutinado a Bear Stearns, Chase Manhattan Bank, Chemical Bank, JPMorgan & Co, Manufacturers Hanover Trust, Washington Mutual, etcétera.

Sin duda, la tendencia actual producirá grandes instituciones bancarias americanas con una base de capital fuerte. El recorte de costes que normalmente se asocia a dichas fusiones debería incluso respaldar sus beneficios a corto plazo. Sin embargo, a medio y largo plazo, no está claro si esta tendencia generará el valor económico deseado.

Es probable que las plataformas de Internet traigan una competencia significativa para los bancos de aquí en adelante, sobre todo para estas nuevas entidades fusionadas, lo que podría hacer más accesible la “banca en la sombra”. Además, podrían abrir el camino a nuevos bancos online, instituciones con una estructura de costes muy baja.

Los bancos tradicionales medianos previamente mencionados deberían haber aprovechado el momento actual para reorganizar su modelo de negocio y adaptarlo al futuro. Sin embargo, han escogido el mismo camino, utilizado una y otra vez en el pasado, de fusionarse entre ellos. Sin una visión de negocio clara a medio plazo, es de esperar que estas entidades fusionadas terminen siendo solo “grandes”.

Tribuna de Ygal Cohen, presidente, director ejecutivo y fundador de ASG Capital, y Steven Groslin, socio e integrante del comité ejecutivo de la gestora

 

 

Nunca se debe desperdiciar una crisis y Asia ha seguido el consejo

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Nunca se debe desperdiciar una crisis y Asia ha seguido el consejo
Pixabay CC0 Public DomainSasint. Nunca se debe desperdiciar una crisis y Asia ha seguido el consejo

Nunca se debe desperdiciar una crisis y si hay una región en el mundo que ha seguido este consejo al pie de la letra, ha sido Asia emergente. Tras dos décadas de su crisis cambiaria, estas economías han prosperado, beneficiándose de reformas institucionales, regulatorias y de mercados de capitales, que han impulsado su competitividad internacional. Es ya la región de más rápido crecimiento del PIB del mundo, superior al 6% anual.  Además de este crecimiento vigoroso disfruta de una baja inflación, 2,4%, inferior a la de sus equivalentes de Latinoamérica y Europa Oriental y por debajo del resto de emergentes.

Con estos fundamentales los flujos transfronterizos de inversión en sus bonos, más amplios y diversos, se han quintuplicado hasta 1,6 billones de dólares en 15 años hasta 2016 y todo apunta a que pueden ser mayores a largo plazo. Merecen una posición estratégica para quienes deseen ingresos aceptables para diversificar carteras de renta fija global o emergente, así como inversiones en multiactivos. Efectivamente, a medida que más inversores internacionales se familiarizan con el papel de los bonos asiáticos en una cartera diversificada, por rentabilidad y baja volatilidad, su asignación, todavía muy inferior a la de otras regiones emergentes, debe aumentar.

Mientras el mercado de bonos de Asia se beneficia de una base de inversores nacionales numerosa y estable, principalmente instituciones, que tienen mayor horizonte temporal y tolerancia a las fluctuaciones de las divisas. En China los inversores extranjeros representan 2% del mercado de bonos en renminbi y más del 70% de nuevas emisiones en el mercado crediticio asiático es de inversores de la región -más del 80% de las carteras de inversores en Asia está bonos de su país o región según el Banco Asiático de Desarrollo-.

Además la inversión intrarregional en estos bonos se ha multiplicado por nueve en 15 años hasta 2016, habiendo llegado a 461.000 millones de dólares.  Este sesgo regional puede aumentar, pues los bancos centrales asiáticos, que albergan las mayores reservas de divisas del mundo, pretenden reinvertir en la región billones de dólares de ahorro acumulado.

A ello se añade que las autoridades monetarias asiáticas tienen gran interés en desarrollar sus mercados de renta fija para reducir dependencia de préstamos bancarios a corto plazo y afianzar la resistencia del sistema financiero, con proyectos como la Iniciativa para mercados de bonos asiáticos.

Hay que tener en cuenta que los bonos del Estado en moneda local o dólares, crédito y deuda “onshore” china en renminbi muestran rentabilidades ajustadas a volatilidad mejores que muchos equivalentes de emergentes y desarrollados. Los bonos chinos en renminbi, por ejemplo, se han comportado mejor que la media en todas las ventas masivas importantes de emergentes la última década. Además los bonos asiáticos rara vez fluctúan al unísono con activos tradicionales como la deuda desarrollada, renta variable y materias primas -no son especialmente sensibles a dichos precios, sobre todo su crédito, cuya exposición a petróleo, gas, metales y minería es menor que en otras regiones-.

En especial los bonos en moneda local deben beneficiarse del fortalecimiento de estas divisas a medio plazo -ha sido históricamente una fuente clave de rentabilidad, hasta una cuarta parte del total-. Actualmente las divisas asiáticas, según nuestros economistas, se cambian a mínimos desde la crisis financiera de 1997-1998, difícil de justificar dado el rápido aumento de la productividad en la región, especialmente en el caso del renminbi, cuyo proceso de internacionalización debe atraer mayor afluencia de inversión extranjera.

Nuestros economistas prevén un cambio de a seis renminbi por dólar los próximos cinco años, más si el crecimiento económico y la productividad sorprenden al alza.

Tribuna de Raymond Sagayam, CFA, director de inversiones en renta fija de Pictet AM.

Es más fácil saber cómo se hace una cosa que hacerla

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Es más fácil saber cómo se hace una cosa que hacerla
Pixabay CC0 Public Domain. Es más fácil saber cómo se hace una cosa que hacerla

Creo que todos compartimos que el sector financiero ha sido durante los últimos ejercicios el más denostado, tanto por parte del mercado como de la sociedad. Tras la crisis financiera, las medidas del BCE y los juicios, tanto legales como de opinión, la reputación del sector ha quedado hecha trizas.

En términos de valoración, si consideramos la evolución de los diferentes múltiplos que los analistas utilizan habitualmente (Precio sobre Valor Tangible, PER, etcétera) durante los últimos años, así como los beneficios obtenidos, comprobamos que todas las métricas han ido a la baja, lo que se refleja en ROTEs (retorno sobre el activo tangible), que han llegado a caer desde niveles del 20% en 2007 hasta niveles de alrededor del 5% en 2015. Si consideramos que el coste de capital sigue rondando el 10%, podemos inferir que la situación ha sido y es aún complicada para las entidades financieras y, sobre todo, para sus accionistas. En el caso europeo: además de sufrir diversos cambios regulatorios, el entorno de tipos de interés negativos implementado por el Banco Central Europeo no ha favorecido la recuperación, mermando la capacidad de generar beneficio operativo desde el margen de intereses, es decir, el negocio “tradicional” de los bancos.

Sin embargo, dentro de las distintas geografías existen notables diferencias. Bancos de diferentes tamaños, que operan en diferentes regiones y con diversos modelos de negocio, han conseguido, en algunos casos, mantener su viabilidad y ofrecer retornos positivos. Por tanto, y si tenemos en cuenta las consideraciones del párrafo anterior, de las que claramente podríamos inferir que existe valor en el sector, a medio plazo el sector financiero podría ofrecer un recorrido interesante para el inversor. La clave, por tanto, es ser capaz de diferenciar unas entidades de otras, invirtiendo en las de mayor potencial, y evitando las que, previsiblemente, puedan acarrear mayor castigo a los inversores.

Quedémonos entonces con dos conceptos: uno, que las cifras reportadas consisten en medias aritméticas, lo que indica que tenemos entidades financieras en mejor y peor situación; y dos, que podríamos asistir a una revalorización del sector en su conjunto a medio plazo, a partir de la revalorización de las entidades que lo integran.

Si, como inversores en el sector financiero, vemos la luz al final del túnel, se nos presentan distintas opciones para elegir el modo de aprovechar dicha recuperación. La primera, invertir en el sector en su conjunto. Es decir, “comprar” el índice, algo que podemos hacer de dos maneras. O bien invertimos en el propio índice directamente, en caso de que fuésemos un inversor con capacidad suficiente, o bien lo hacemos a través de un ETF que replique el índice financiero elegido, que en el caso europeo podría ser el Stoxx 600 Banks. Como resultado de ello, conseguiríamos un rendimiento igual a la evolución de dicho índice, tanto al alza como a la baja, del que forman parte las entidades financieras más grandes del sector, independientemente de cuál sea su balance, situación de negocio, carteras de riesgos… Lo que, en el caso de producirse alguna quiebra, afectaría a nuestra inversión. 

La segunda opción sería invertir a través de la compra de una opción financiera. De este modo, participaríamos de la subida del sector, reflejada a través del índice, pero limitando las pérdidas posibles al importe de la prima de dicha opción. Y, si hubiese alguna quiebra… Igualmente afectaría a nuestra inversión.

La tercera y última opción sería invertir a través de un fondo enfocado en el sector financiero, gestionado por un especialista que se dedique al escrutinio, el análisis y la selección de las compañías en las que invertir, y que, además, gestionase activamente la inversión de nuestros activos. Si bien es cierto que no conseguiríamos limitar la pérdida al coste de ninguna prima, sí podríamos esperar que el gestor, gracias a su expertise, limitase de forma relevante las posibles pérdidas. Además, un fondo nos permitiría participar notablemente de la subida del sector y, lo que es más importante, invertir en aquellas entidades financieras más sólidas, estables y atractivas seleccionadas por el gestor, aquellas que puedan encarar un nuevo escenario a medio plazo de forma más positiva.

Hasta aquí la teoría, sencilla de asumir. El problema se encuentra en su implementación. Las alternativas disponibles para invertir en activos de renta variable del sector financiero no son muchas (actualmente existen algo menos de 40 fondos de inversión especializados en valores europeos, siendo la mayoría globales con gran exposición al mercado americano). Además, suelen presentar una correlación elevada con los principales índices, bien por una encorsetada política de inversión (tracking error bajo) o bien por un análisis demasiado superficial de las compañías, lo que acaba provocando que el gestor se ciña a los principales nombres (active share bajo).

El Fidentiis European Financial Opportunities ofrece las ventajas de una gestión activa, basada en una selección de compañías a partir del análisis de sus balances como premisa fundamental. Análisis que comprende el estudio de posibles operaciones corporativas y se implementa en la gestión del capital de nuestros coinversores. El resultado de dicha gestión activa es una rentabilidad del 0,6% en positivo desde su lanzamiento, en marzo de 2017, frente al -20,7% del índice Stoxx 600 Banks en el mismo periodo. Todo ello convierte a este vehículo en una alternativa óptima para la inversión de todos aquellos inversores que ven potencial en el sector financiero a medio y largo plazo.

Tribuna de Enrique Parra, responsable de Desarrollo de Negocio en Fidentiis Gestión