Actuar ya contra el cambio climático

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Foto cedidaJulien Bras, gestor del fondo Allianz Green Bond, y Christine Clet-Messadi, gestora del fondo Allianz Climate Transition . Allianz

En Allianz Global Investors entendemos que el cambio climático es el mayor reto al que nos enfrentamos en el siglo XXI. Estamos comprometidos a buscar soluciones a este problema y a impulsar la transición hacia un modelo energético y económico que sea compatible con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Contamos ya con una serie de mandatos a medida para clientes institucionales y con varios vehículos alternativos que invierten directamente en energías renovables o en el desarrollo de infraestructuras que contribuyen a la transición hacia una economía baja en carbono.

En cuanto a fondos de inversión abiertos y disponibles para inversores particulares, en España tenemos registrados dos vehículos que invierten con el objetivo de, por un lado, conseguir una rentabilidad financiera atractiva para los clientes y, por otro, generar un impacto positivo que permita mitigar y revertir el cambio climático y contribuir a financiar la transición hacia una economía baja en emisiones de CO2.

Uno de los fondos es el Allianz Green Bond, un producto que invierte en el segmento de los bonos verdes. Se trata de una estrategia que busca financiar la transición hacia modelos de negocio y de producción de energía con menos emisiones de carbono. Afirmar que una inversión determinada tendrá un impacto positivo en la transición energética y climática no es suficiente. El impacto se debe demostrar o, mejor aún, cuantificar. Aunque existe un amplio consenso acerca de los indicadores más relevantes, especialmente para el cálculo de las emisiones de CO2 evitadas, no hay un indicador único aplicable a todos los tipos de proyectos y en todos los contextos.

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El fondo, que busca tener exposición total de su cartera a bonos verdes, favorece la inclusión de emisores corporativos frente a gubernamentales y también de lo que denomina modelos de transición, es decir, empresas que pueden aún no ser líderes de su sector en materia ambiental pero que están haciendo un esfuerzo demostrable y creíble hacia la transformación de su negocio para reducir de manera significativa sus emisiones y su impacto ambiental. Con esto se busca dar un impulso y acelerar el paso hacia una economía capaz de cumplir con los objetivos marcados en el Acuerdo de París. Nuestro objetivo es promover un futuro sostenible para la economía.

El 50% de la cartera está en emisores corporativos y, por tipo de proyecto financiado, los vinculados con las energías renovables son los que tienen mayor peso, ya que representan el 48% del total. Les siguen los relacionados con la eficiencia energética en edificios y construcciones (con un 17,5%), las soluciones de transporte menos contaminantes (con un 14%) y las de eficiencia energética (con casi un 9%).

El otro producto dedicado por entero a la lucha contra el cambio climático es el fondo Allianz Climate Transition, un producto de renta variable europea que se centra en apoyar a las empresas europeas que más y mejor contribuyen a solucionar el problema del calentamiento global. El fondo, además de aplicar el análisis financiero tradicional y ASG (ambiental, social y de buen gobierno corporativo), clasifica a las compañías según su perfil climático (a partir de un modelo de análisis propio) e invierte en tres tipos de empresas: las mejores soluciones (compañías que desarrollan y ofrecen respuestas innovadoras para contribuir a reducir los niveles de CO2); las mejores prácticas (los valores que son líderes de su sector en términos ambientales); y los mejores esfuerzos (empresas comprometidas con cambiar de modelo para reducir el impacto negativo que su actividad tiene sobre el clima).

Invertimos en compañías europeas comprometidas con la transición climática. Tenemos que luchar contra el cambio climático y queremos dar apoyo a las empresas que lideran esta transformación, bien porque están ya evolucionando hacia modelos de negocio de bajas emisiones de CO2 o porque ofrecen soluciones al problema.

La búsqueda de soluciones y el premiar a las empresas que están haciendo los mayores esfuerzos contribuye a que la cartera tenga un peso mayor que el índice en empresas de mediana y pequeña capitalización. En cuanto a sectores, no excluimos a priori a ningún sector concreto, porque entendemos que necesitamos que todas las actividades económicas se comprometan con el cambio. Lo que sí hacemos es excluir a las empresas con peor comportamiento ambiental dentro de cada sector y a las que no muestran disposición a cambiar.

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Resultados

En ambos casos, se trata de una temática de inversión que, por su propia naturaleza, invita a adoptar una visión de largo plazo. Los resultados de las dos estrategias, de momento, son muy alentadores. El fondo Allianz Green Bond, que cuenta ya con cuatro años de historia, obtiene una rentabilidad del 2,73% anualizada desde su lanzamiento (con datos a cierre de octubre para la clase institucional) y del 8% en lo que va de año. El fondo Allianz Climate Transition, creado hace más de cinco años, obtiene una rentabilidad del 8,89% anualizada en los últimos cinco para su clase institucional, frente al 6,01% del índice de referencia (MSCI Europe TR), con datos a cierre de agosto. En lo que va de año, el fondo obtiene una rentabilidad superior al 19% (con datos a cierre de octubre).

Los dos fondos siguen el proceso de inversión socialmente responsable de Allianz Global Investors. Se aplica un filtro previo de respeto de los derechos humanos (siguiendo los principios del Global Compact de Naciones Unidas) y algunas exclusiones generales (en actividades como armas, tabaco o extracción y uso de carbón).

Después, se utiliza una metodología interna de análisis a partir de más de 240 indicadores, con la que se otorga un rating propio en materia de sostenibilidad (para aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo) a unas 8.000 compañías y 175 emisores soberanos. A partir de este análisis, se elige a los mejores de cada sector (teniendo en cuenta siempre que se exige un rating mínimo para cada uno de los dominios o criterios ASG) y se deja un espacio también para los mejores esfuerzos, empresas que sin ser aún las mejores de su clase, muestran un compromiso creíble de mejora. En todas nuestras estrategias, el diálogo activo con las compañías y la política activa de voto son dos palancas adicionales en todo este proceso.

Impacto medible

En el caso del Allianz Green Bond, por cada millón de euros invertido en el fondo, se calcula que se logra generar 397 megavatios-hora de energía renovable o evitar la emisión de 969 toneladas de CO2 durante un año.  En el fondo Allianz Climate Transition, por su parte, la emisión de CO2 de las compañías en cartera es aproximadamente tres veces más baja que las del índice general, y eso se logra sin excluir de entrada a ninguno de los sectores más contaminantes. Es importante recalcar, en cualquier caso, que el objetivo del fondo no es optimizar la cartera para tener una baja huella de carbono de forma inmediata, sino generar un impacto positivo a largo plazo. 

Los fondos son solo parte de nuestra estrategia global de lucha contra el cambio climático. Allianz Global Investors es miembro fundador de la “Iniciativa para el liderazgo en materia de Financiación Climática”, impulsada por la ONU, cuyo objetivo es movilizar el capital privado para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. Esta iniciativa, liderada por Michael Bloomberg, Enviado Especial para el Clima del secretario general de la ONU, trabaja para impulsar la transición hacia un modelo energético más limpio.

El grupo ha presentado su primer informe el mes pasado a las Naciones Unidas. En él se recogen los principales retos a los que se enfrenta la financiación de la transición energética, se destacan casos de buenas prácticas y se hacen recomendaciones para alcanzar el objetivo de reducción de gases de efecto invernadero, con el foco puesto en ayudar, particularmente, a la transición en los países emergentes.

Allianz Global Investors promueve también la búsqueda de soluciones de inversión para financiar la transición energética a través de diversas iniciativas en las que participa, como son el Grupo de Inversores Institucionales contra el Cambio Climático (IIGCC, por sus siglas en inglés); el Carbon Disclosure Project; los Principios de Inversión Responsable (PRI, por sus siglas en inglés, en los que, por tercer año consecutivo, ha obtenido la máxima calificación de A+); el grupo Climate Action 100+; o la Red Global para la Inversión de Impacto (GIIN, por sus siglas en inglés), entre otras. Por su parte, nuestra matriz, Allianz SE, forma parte del grupo ‘Net-Zero Asset Owner Alliance’, que establece el compromiso de que, para 2050, todas sus carteras de inversión sean neutrales en cuanto a emisión de gases de efecto invernadero.

Allianz Global Investors (al igual que todo el grupo Allianz) es una empresa 100% neutral en emisiones de carbono desde 2012. No sólo compensa sus emisiones, sino que ofrece también a los clientes la posibilidad de ayudarles a compensar las suyas mediante la inversión en proyectos como el de la reserva forestal de Rimba Raya en la parte indonesia de la isla de Borneo, que es además un importante refugio de orangutanes.

Otro frente importante desde el punto de vista corporativo es la lucha contra la contaminación por plástico de los océanos. Por eso ha cerrado un acuerdo de colaboración para los próximos cinco años con la ONG The SeaCleaners, con el objetivo de contribuir a la limpieza de los mares.

 

Tribuna de Christine Clet-Messadi, gestora del fondo Allianz Climate Transition y de Julien Bras, gestor del fondo Allianz Green Bond

¿Recoger beneficios o mantener la inversión?

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Pixabay CC0 Public Domain. ¿Recoger beneficios o mantener la inversión?

Cuando los mercados de renta variable han avanzado un 20% de media en todo el mundo y todas las clases de activos registran rentabilidades positivas, surge la eterna pregunta: ¿Y ahora qué? ¿Recoger beneficios o mantener la inversión?

Mientras que los indicadores de actividad parecen estabilizarse tanto en China como en Estados Unidos o en Europa, los mercados podrían tener dificultades para afrontar lo que parece ser el fin de un ciclo de relajación monetaria sin precedentes. El mercado tendrá que lidiar con las persistentes disparidades de relajación en los países desarrollados y emergentes (30 puntos básicos adicionales de la Fed, 10 puntos básicos del BCE, etc.) y la realidad de las decisiones de los bancos centrales. Una vuelta a cero de las previsiones probablemente provocaría un repunte de los tipos a largo plazo y, por tanto, pérdidas de capital en la deuda pública.

La solidez del mercado laboral y la subida del índice ISM industrial constituyen una prueba adicional de que la economía estadounidense mantiene su buena forma. Si, como prevemos, el crecimiento mundial se estabiliza o incluso se acelera ligeramente (entre un 3% y un 3,4%) ya no será necesario bajar los tipos oficiales. Además, los bancos centrales están sin aliento y consideran que la política monetaria ya no puede seguir respaldando el crecimiento como en el pasado. Por tanto, en caso de dificultades, habrá que accionar las palancas de la política fiscal o presupuestaria. Es lo que podría suceder en 2020.

Por otra parte, a nivel microeconómico, en EE.UU. los resultados del tercer trimestre sorprendieron al alza (4,86% de sorpresas positivas). En Europa, en general se cumplieron las expectativas, bien es verdad que después de una importante revisión a la baja. Las empresas deberían beneficiarse de las mejores perspectivas de crecimiento, la relajación monetaria y la reducción de las tensiones comerciales.  

Las empresas sensibles a las variaciones cíclicas y los valores de mediana capitalización deberían ser los principales beneficiarios de esta tendencia a corto plazo. No obstante, las previsiones de los analistas siguen siendo mucho más elevadas y deberían frenar las rentabilidades resultantes del crecimiento del beneficio por acción. Por tanto, más que una gran dinámica de resultados, cabe esperar un crecimiento de los múltiplos de valoraciones (es decir, una reducción de la prima de riesgo) y unos índices de dividendos más elevados.

Con respecto a los flujos, el hecho es evidente: nunca antes un rally así había venido acompañado de tantas salidas de capitales de los fondos de renta variable. En caso de repunte de los indicadores económicos y una nueva reducción de los riesgos políticos, la subida podría sustentarse en una vuelta de los inversores, especialmente los institucionales.

Para las valoraciones, lo más fuerte es la incertidumbre. Por eso no resuelve la incógnita sobre lo caros o lo baratos que están los activos. Entre los valores cotizados, solo las acciones contienen valor, con unos rendimientos implícitos de casi un 7% en un entorno de tipos nulos o incluso negativos. El crédito puede ser una alternativa de carry interesante, aunque las primas parecen ofrecer menos valor absoluto y relativo.

Tribuna de Laurent Denize, co- CIO de ODDO BHF Asset Management.

Mirabaud Global Strategic Bond acumula una rentabilidad anualizada del 2,6% y una volatilidad del 1,8% desde su creación en 2014

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Pixabay CC0 Public Domain. Mirabaud Global Strategic Bond acumula una rentabilidad anualizada del 2,6% y una volatilidad del 1,8% desde su creación en 2014

Entramos en la recta final de un año en el que hemos visto cómo el inversor que ha conseguido mantener la templanza y escapar de decisiones precipitadas, apostando por una cartera de renta fija bien diversificada globalmente, ha conseguido recoger sus frutos. De cara a 2020, seamos sinceros, los inversores más conservadores no se encuentran en un escenario fácil, pero habrá buenas oportunidades si se apuesta por estrategias muy selectivas con fondos formados por activos de calidad.

En este contexto, en Mirabaud Asset Management nos gustaría detenernos en la estrategia liderada por Andrew Lake, gestor principal del Mirabaud – Global Strategic Bond I cap. USD. El fondo está basado en la selección especializada, sigue los criterios ESG, detecta las mejores oportunidades del mercado de renta fija allá donde se encuentren, e incluye todas las tipologías de activo: bonos soberanos, bonos corporativos investment grade, high yield, deuda de mercados emergentes y bonos convertibles.

A grandes rasgos, podemos definir el fondo Global Strategic Bond como una herramienta total return que persigue la diversificación del riesgo y la preservación del capital, pero sin dejar atrás áreas clave como son la liquidez y la transparencia. Un modus operandi que ha hecho al fondo merecedor de cuatro estrellas Morningstar y clasificación Citywire +. A 31 de octubre de 2019, la estrategia contaba con más de 564 millones de dólares bajo gestión.

Gracias a su flexibilidad y a la alta diversificación de sus 190 posiciones, el fondo arroja muy baja volatilidad y un importante track record. La rentabilidad anualizada de esta estrategia en dólares desde su creación en julio de 2014 es del 2,64%, con una volatilidad del 1,8%. Y cumple el objetivo de preservación del capital, una máxima que siempre nos marcamos en Mirabaud.

El objetivo que Andrew Lake y Fatima Luis, cogestora del fondo, persiguen con él es generar una rentabilidad positiva con una volatilidad menor que la de sus competidores a lo largo de varios ciclos. Para lograrlo, el equipo parte de un enfoque “top down” y trabaja con un modelo de gestión activa de la duración y la exposición crediticia a lo largo del ciclo económico. Es precisamente esta gestión la que se erige como principal impulsor del rendimiento del fondo.

Con esta estrategia, el equipo gestor del fondo logra aprovechar las ineficiencias en los mercados de renta fija y los períodos de volatilidad. Por ejemplo, la duración a la que nos referimos ha jugado su parte este año: la gran exposición a los bonos del Tesoro de los Estados Unidos ha funcionado muy bien. 

Una de las áreas en las que también me parece importante incidir es en que el riesgo de la cartera lo gestiona un grupo muy especializado de expertos que trabaja estrechamente con el equipo de Lake y, a la vez, reporta directamente y de forma independiente al CEO de Mirabaud Asset Management, lo que aporta un punto altamente diferenciador y de gran valor añadido frente a otras herramientas del mercado de renta fija global.

El equipo aprovecha además las oportunidades de valor relativo de distintas regiones geográficas, sectores y componentes del universo de renta fija. En este sentido, y como siempre ha defendido Lake, es fundamental invertir de forma totalmente flexible, ya que eso le permite definir la duración y los posicionamientos del fondo, tanto geográficos (los ciclos son distintos según la zona) como de tipo de activo, en función del ciclo económico y de la macroeconomía. Invertir en distintas zonas y sectores dentro del universo de renta fija proporciona flexibilidad y permite alcanzar las mejores opciones disponibles.

En un territorio económico desconocido y cada vez menos predecible como en el que nos encontramos, la clave del éxito reside a menudo en la capacidad de realizar cambios rápidos en la asignación de activos. Una vez más, los resultados, en este caso del Mirabaud – Global Strategic Bond, avalan la apuesta de Mirabaud Asset Management por un modelo de gestión activa, flexible y sin restricciones, que permite a nuestros gestores de renta fija global poner el foco en implementar las mejores ideas y extraer valor real en cualquier momento del ciclo de mercado.

Tribuna de Elena Villalba, directora general de Mirabaud Asset Management para Iberia y Latinoamérica

Inversión indexada y multiactivo para reducir los riesgos

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Pixabay CC0 Public Domain. “La inversión indexada mitigará los vaivenes del mercado actual para los inversores al rebajar el riesgo de volatibilidad”

No todas las crisis que ponen fin a un periodo expansivo del ciclo económico tienen la misma intensidad ni el mismo origen, pero históricamente los datos muestran como denominador común un exceso en la toma de riesgo y en la deuda generada. De hecho, un grado de apalancamiento elevado formaba parte del ADN de muchas instituciones financieras que después de una década de excesos culminó en su derrumbamiento durante la crisis financiera de 2007/2008.

Generalmente a nivel global, a día de hoy, los bancos se encuentran mejor capitalizados que en el pasado debido a la introducción de una regulación diseñada para reducir el riesgo de instituciones con importancia sistémica. Los bancos globales están actualmente obligados a retener un mayor capital en su balance acorde al riesgo de sus actividades. Al mismo tiempo, los datos indican que el sector de la banca ahora es más seguro para el sistema, pero menos rentable para los inversores.

El estudio de los ciclos económicos nos demuestra que las fuerzas que provocan las fases de expansión y contracción son inherentes al sistema. Ahora bien, su mejor entendimiento para mitigar sus efectos negativos a través de una efectiva política monetaria y fiscal por parte de gobiernos e instituciones es crucial para una mejor gestión del ciclo.

Es indudable que, desde el inicio del 2018, los mercados han experimentado unos niveles crecientes de volatilidad, causados por una serie de factores donde podemos destacar, entre otros, la guerra comercial entre EE.UU. y China, la desaceleración económica global y el cambio de rumbo en la política monetaria por parte de los bancos centrales de mayor importancia.

En este contexto, una inversión con exposición a distintas clases de activos, apropiadamente diversificada a nivel global tal y como permite la inversión indexada mitigará los vaivenes del mercado actual para los inversores al rebajar el riesgo de volatibilidad. Así, encontramos en el mercado estrategias como la gestión pasiva que, según el Barómetro de Gestión Pasiva elaborado por Finizens, posee una cuota de mercado del 33% en EE.UU. y de un 19% ya en Europa, lo que refleja la maduración de la industria de la gestión de inversiones.

También, la liquidez comienza a ser un factor prioritario para la apropiada gestión del riesgo especialmente cuando el sentimiento general pasa a ser más negativo. Es precisamente en momentos de elevada volatilidad que el inversor tiende a realizar retiradas, y como consecuencia la liquidez de los productos financieros afectados tiende a contraerse, causando que los precios de los activos tiendan a caer aún más rápidamente de lo habitual.

Tribuna de Kevin Koh Maier, responsable de asignación de activos de Finizens

La reducción de las tensiones comerciales y la mejora de los indicadores suavizan el riesgo de recesión

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Pixabay CC0 Public Domain. La reducción de las tensiones comerciales y la mejora de los indicadores suavizan el riesgo de recesión

El escenario macroeconómico global en el corto plazo continúa dominado por las incertidumbres. En el tercer trimestre, el crecimiento de la economía mundial cayó al 3%, continuando la tendencia de desaceleración de todo 2019. Por zonas geográficas, los grandes bloques se encuentran en los niveles más bajos de los últimos tres años: Estados Unidos crece un 1,9%, Europa un 0,8% y China un 6%.

La relajación de la tensión comercial entre China y EE.UU. y el acuerdo entre el Reino Unido y la UE para una salida ordenada alimentaron en el mercado la expectativa de estabilización y aceleración del crecimiento de cara a 2020. Perspectiva reforzada por el agotamiento en el deterioro de los indicadores adelantados industriales: los PMIs manufactureros globales mejoraron en septiembre y octubre, con el componente de nuevas órdenes dando señales de recuperación.

Sin embargo, para consolidar la aceleración del crecimiento en 2020, deberían materializarse una serie de factores, como la cancelación de aranceles en diciembre, la recuperación del sector industrial (gracias a la mejora sostenida de los PMIs y el ascenso del capex de las empresas y de la producción industrial) y el crecimiento del empleo y el consumo.

La combinación de estos factores con estimaciones del consenso favorables, el crecimiento de los ingresos de las empresas, y el mantenimiento de los márgenes, produciría un aumento de los beneficios empresariales entre el 5 y el 10%, que, si no hay cambios en los múltiplos, se acompañaría de subidas similares en las bolsas.

¿Se sostiene el escenario positivo?

Pese a la mejora de los riesgos y la estabilización macro, no vemos motivos que justifiquen un escenario positivo. Lo más sorprendente ha sido el cambio de posición de la administración estadounidense en la guerra comercial, que ahora busca un acuerdo de mínimos y está dispuesta a estudiar la cancelación de aranceles. Sorprende, porque este acuerdo sería para el presidente Trump un enorme fracaso difícil de disfrazar y un lastre de cara a las elecciones.

¿Es posible un camino intermedio? ¿Se sostendría el acuerdo de mínimos y una tregua duradera pese a la implementación parcial o completa del tercer tramo de aranceles? Desde el inicio del conflicto, la exigencia de China fue la cancelación de la subida de tarifas, pero en los dos últimos años subieron de forma paulatina, con más fuerza desde mayo.

En resumen, todavía existen obstáculos importantes como para pensar en una tregua duradera. Creemos que el mercado está descontándola, algo que debe confirmarse, ya que una potencial decepción anularía la base de un escenario de aceleración en 2020.

Expectativas de crecimiento

Por todo ello, en los próximos meses no vemos un cambio sustancial en el ritmo de crecimiento, que seguirá débil y con riesgos a la baja. La economía mundial crecerá por debajo del 3%, y solo con una total resolución de la guerra comercial veríamos una aceleración hacia su potencial a mediados de 2020.

Indicadores

En EE.UU., los indicadores adelantados siguen anticipando un menor crecimiento. El consumo tendrá que mantener tasas de crecimiento muy elevadas (superiores al 2,5%) para compensar la contribución negativa del resto de componentes. Las cifras del PIB del tercer trimestre (1,9%) son una buena muestra de ello.

En la Eurozona, los PMIs, los ESI o el Eurocoin siguen muy deprimidos, anticipando tasas de crecimiento del PIB del 0,1%-0,2% intertrimestral. La demanda interna se desaceleró en 2019 y el contagio del sector industrial a los servicios es más visible. El consumo crece, pero también a menor velocidad, pasando del 0,4% del cuarto trimestre del 2018 al 0,2% intertrimestral en el segundo de 2019. Mientras, el sector exterior sigue muy afectado por la caída del comercio mundial y la debilidad del sector del automóvil.

Una hipótesis de aceleración del crecimiento en 2020 requeriría una mejora del sector exterior y el sostenimiento de la demanda interna en la Eurozona. No vemos mejora del sentimiento que impulse las exportaciones si no se resuelve la guerra comercial, y la desaceleración del empleo no augura una mejora del consumo.

Escenarios de inversión

Para lo que resta de 2019 y principios de 2020, planteamos tres escenarios que nos servirán para adaptar nuestra exposición a mercado y la composición de la cartera.

1. Vuelta al crecimiento potencial de USA y Europa: la administración de EE.UU. reduciría las tarifas a niveles previos a septiembre y la Fed se mantendría “on hold” con sesgo expansivo. Se soportaría una subida de beneficios empresariales (entre el 5-10%) y la Bolsa tendría una subida similar. Elevaríamos la exposición neta del fondo Global Strategy al 30%, con un balance 65%/35% en favor de las cíclicas sobre las defensivas. En todo caso, aún no tenemos evidencias suficientes que validen este escenario, que ya descuenta en gran medida el mercado. Por tanto, optamos por la cautela y la flexibilidad.

2. Crecimiento por debajo de la tendencia: la guerra comercial entraría en una fase de pausa, con las partes no ejerciendo presión adicional en el corto/medio plazo. La Fed tendría que seguir bajando los tipos para soportar la expansión y elevar las expectativas de inflación, y el crecimiento en beneficios empresariales sería raquítico, propio de una fase tardía del ciclo. Nuestro posicionamiento actual es acorde a este escenario, con un sesgo cíclico del 60%/40% y una exposición a renta variable del 20%,para poder capturar el mejor comportamiento relativo de la cartera.

3. Deterioro adicional del ciclo con aumento del riesgo de recesión: la guerra comercial aceleraría la tendencia de ralentización del ciclo, llevando al crecimiento mundial cerca del 2%. En este entorno, los índices deberían corregir entre un 15% y un 20%, y mantendríamos una exposición corta a renta variable con sesgo claramente defensivo.

Tribuna de Jorge Nuño, gestor Global Strategy en Fidentiis Gestión SGIIC

Más allá del ruido

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Pixabay CC0 Public Domain. Más allá del ruido

Las idas y venidas en torno al Brexit, por un lado, y las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China a golpe de tuit, por otro, se han tornado tan habituales en el panorama de inversión que ahora resulta difícil distinguir los acontecimientos significativos de las poses y el ruido. Consideramos que los acontecimientos de octubre se enmarcan en la primera categoría, y que se han despejado dos importantes riesgos de caídas de cara a los próximos meses. 

Seamos claros: no somos tan ingenuos como para creer que el capítulo del Brexit ya está cerrado o que la estabilidad política y la armonía volverán a reinar en el Parlamento británico. Lo único que nos atrevemos a afirmar es que, tras haberse descartado un Brexit sin acuerdo el 31 de octubre y acordado una prórroga con la UE, el problema del divorcio ya no plantea el posible riesgo sistémico que conllevaba antes. Con las elecciones generales a la vista, ahora se trata fundamentalmente de un problema político interno para el Reino Unido, que sin duda seguirá generando ruido y tendrá consecuencias para las perspectivas económicas a largo plazo del país, si bien no amenaza con la interrupción repentina de unas relaciones comerciales que se desarrollan desde hace mucho tiempo y las cadenas de suministro entre la isla y el continente. 

La rivalidad entre EE.UU. y China probablemente durará incluso más que la saga del Brexit y, aquí también, sería absurdo interpretar la reanudación de las negociaciones como el principio del fin de la guerra comercial. Sin embargo, se trata de un paso importante, ya que, como mínimo, revierte la espiral de aranceles y represalias del verano. Nadie puede prever el grado de éxito, exhaustividad y sostenibilidad de estas negociaciones. Pero, de hecho, el Gobierno estadounidense ya ha suspendido algunas subidas de aranceles, China ya ha aumentado sus importaciones de productos agrícolas estadounidenses y ambas partes convienen ahora en avanzar paso a paso en lugar de intentar resolver todas las cuestiones de largo alcance a la vez. Objetivamente, esta situación es mejor de la que teníamos a principios de septiembre. 

Entretanto, el entorno económico mundial no ha cambiado en exceso: el consumo en los hogares y la actividad del sector servicios continuaron registrando un crecimiento del PIB anémico aunque positivo frente a la ralentización continuada de la actividad industrial. El riesgo continúa orientado a la baja mientras la actividad industrial no repunte. Con todo, el mero hecho de que los riesgos extremos de un Brexit sin acuerdo y las escaladas de la guerra comercial hayan disminuido considerablemente garantiza una visión más positiva sobre los activos de riesgo de cara a finales de año. Especialmente en un contexto en el que los bancos centrales están manteniendo o acentuando sus políticas monetarias acomodaticias y respaldan el valor relativo de los mercados bursátiles.

Tribuna de Adrien Pichoud, economista jefe de SYZ AM.

Los índices siguen subiendo, ¿y después?

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Pixabay CC0 Public Domain. Los índices siguen subiendo, ¿y después?

Tras el fuerte aumento de 2019, los mercados se encuentran en una encrucijada. Si bien la precaución sigue siendo necesaria, queremos seguir invirtiendo. Por tercera vez en 2019, los mercados bursátiles se acercan a su máximo histórico.

La mayoría de los índices han recuperado con creces sus pérdidas del último trimestre de 2018 y, una vez más, están registrando rendimientos cercanos al 20%. Por su parte, los bonos también continúan su tendencia, con un crecimiento ejemplar este año tanto en términos de precios como de número de valores que ofrecen rendimientos negativos. Incluso el oro parece haber salido de su apatía y ha subido un 15%. Es difícil lograr un mal rendimiento en 2019.

Si bien el desempeño del año en curso es similar al de 2017, existen grandes diferencias. Así, por ejemplo, hay un aumento de la volatilidad, una mayor sensibilidad al flujo de noticias y una inversión más frecuente de las tendencias, tanto en los mercados de valores como en las políticas monetarias de los principales bancos centrales.

Falta de alternativas

Las noticias contradictorias relacionadas con el Brexit, las negociaciones comerciales entre EE.UU y China o la inestable situación en Oriente Medio han tenido un impacto en el estado de ánimo de los inversores al crear situaciones de pánico, pero, en última instancia, han tenido relativamente poco impacto a nivel de los índices.

Cada corrección ha conducido a un rápido retorno a los niveles más altos, los cuales, sin embargo, tienen grandes dificultades para ser superados de manera sostenible. Los bancos centrales han desempeñado un papel importante en estos rebotes al relajar sus políticas monetarias (en 2019 se produjeron cerca de 100 recortes de tipos de interés en todo el mundo). También hay que decir que la demanda de acciones sigue siendo estructuralmente fuerte debido a la falta de alternativas. La rentabilidad de los dividendos de la renta variable se mantiene muy por encima de la rentabilidad de los bonos en la mayoría de las regiones. Por lo tanto, las correcciones son oportunidades de compra.

Sin embargo, el posicionamiento en el mercado es defensivo y pocos son los que promueven una sobreponderación en renta variable. Hay que decir que las razones de un posicionamiento defensivo están totalmente justificadas, ya que estamos asistiendo a una ralentización del crecimiento mundial. Los sectores manufactureros están sufriendo. Incluso existe el riesgo de que puedan provocar un declive del sector servicios, el motor económico chino se está desacelerando y las incertidumbres geopolíticas siguen siendo elevadas y crean una clara falta de visibilidad. Por lo tanto, existe una cierta dicotomía entre las condiciones económicas y el rendimiento de los mercados bursátiles.

¿Mejorar la visibilidad?

Sin embargo, estos elementos son ya conocidos y se reflejan en los precios. La gran pregunta es saber qué podría revitalizar las perspectivas de crecimiento y, por lo tanto, hacer que la renta variable suba aún más de forma sostenible. El primer punto sería una mejor visibilidad sobre las perspectivas económicas que tranquilizara tanto a las empresas como a los inversores.

Otro punto importante sería llegar a una solución entre la Unión Europea y el Reino Unido o la ratificación de un acuerdo comercial parcial entre China y los Estados Unidos, aunque no sería suficiente. Por último, también sería necesaria una política de estímulo fiscal, especialmente en Europa, o incluso en China, que diera más peso a las políticas monetarias, que pueden ser acomodaticias, aunque se están quedando sin fuerza. Con todo, parece improbable que a corto plazo se produzca un anuncio decisivo sobre una política fiscal europea, por no hablar de su aplicación.

Por lo que respecta al Banco Central Europeo, no hay razón para esperar que su política monetaria sea aún más acomodaticia de lo que era en vísperas de la partida de Mario Draghi. Por otro lado, la probabilidad implícita de una disminución de los tipos de interés del -0,25% en el próximo FOMC es del 90% dependiendo del mercado de futuros. Publicaciones económicas menos alentadoras, por ejemplo sobre las ventas al por menor, podrían justificar un tercer descenso consecutivo para contrarrestar una desaceleración económica que se está afianzando.

Entre los elementos negativos que pueden hacer que los índices bursátiles se corrijan, se incluyen una posible continuación de las revisiones a la baja del crecimiento económico, en particular de China, los principales indicadores que seguirían deteriorándose, o un impacto más fuerte de lo esperado de los aranceles en los resultados y las perspectivas de las empresas. Un simple tweet también podría desafiar los frágiles y aún no formalizados beneficios de una resolución parcial de la disputa comercial entre China y Estados Unidos. Por lo tanto, no somos inmunes a las sorpresas.

Seguir invirtiendo

Al final, los mercados son frágiles y se encuentran en una encrucijada, mientras que los índices bursátiles coquetean con sus niveles más altos. La reducción de su asignación a acciones puede parecer razonable para cosechar los beneficios del ejercicio, pero en vista de lo anterior, puede representar un coste de oportunidad. A falta de una alternativa a las acciones, queremos seguir invirtiendo. La diferencia estará en el posicionamiento sectorial o temático y en la gestión activa del riesgo de corrección, en particular mediante la utilización de derivados y productos estructurados, o de estrategias opcionales.

Tribuna de Gilles Prince, CIO en Edmond de Rothschild.

​​​​​​​El boom del capital riesgo es la nueva versión privada de la era de las punto.com

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Pixabay CC0 Public Domain. ​​​​​​​El boom del capital riesgo es la nueva versión privada de la era de las punto.com

El efecto que la incertidumbre comercial y las tensiones políticas han producido en los mercados resulta paradójico: han extendido el ciclo alcista de la renta variable en el tiempo, aunque no necesariamente en el precio. La confianza de los inversores ha mejorado y esto, en cierta medida, los ha llevado a corregir su posicionamiento cauteloso. 

Fuentes estadounidenses y chinas confirman que se está avanzando en las negociaciones comerciales. La perspectiva de un acuerdo comercial parcial entre Pekín y Washington ha sido suficiente para que los factores endógenos hayan recuperado el primer plano y ello ha conducido los índices bursátiles a nuevos máximos. Si bien puede estar a punto de firmarse un acuerdo en la primera fase, aún se desconoce si se realizarán mayores avances. De algún modo la posición demasiado cautelosa de los inversores ha retrocedido un poco. A largo plazo, las tensiones entre China y los EE.UU. conducirán a un mundo bipolar, con un ciclo económico disociado entre ambos gigantes, así como ecosistemas tecnológicos separados.

US vs China

Tras 20 años de objetivos de inflación fallidos, que nos han llevado a la aparición de burbujas financieras, los bancos centrales de los países desarrollados están empezando a revisar los fundamentos de sus políticas monetarias. Bruselas insiste en criterios presupuestarios estrictos y se niega con obstinación a invertir el superávit estructural de sus ahorros del sector privado. Por su parte, la Reserva Federal de EE.UU. ha llevado a cabo la esperada reducción de los tipos de interés, aunque parece tener poco interés en darle continuidad a esta tendencia.

Una de las consecuencias no deseadas de los tipos de interés nulos o negativos es el fomento de un boom del capital de riesgo. Pero este es un juego de escasez de capital, y no de abundancia. En muchos sentidos, el actual frenesí de las startups refleja la burbuja de las punto.com del periodo 1998-2000.

Dado que el coste de la renta variable se mantiene muy por encima del de la deuda, la renta variable pública en circulación (el número de acciones) se está reduciendo de forma implacable. Los dividendos y recompras de acciones del S&P 500 suman aproximadamente 1,4 billones de dólares. Se trata de un rendimiento en efectivo de más del 5%. Los bancos de gran capitalización de EE.UU. (según la definición de una capitalización de mercado superior a 50.000 millones de dólares) tienen, en la actualidad, un rendimiento medio en efectivo de un 12%. Uno de los grandes enfoques que han marcado nuestra estrategia de inversión ha sido el hecho de que los mercados de renta variable pública han pasado de ser un mecanismo de captación de efectivo a un mecanismo de devolución de efectivo.

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Tribuna de Yves Bonzon, CIO de Julius Baer

Financiación comercial: nuevas oportunidades en una vieja industria

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La financiación comercial es una de las formas de crédito más antiguas. Los investigadores históricos han encontrado unas tabillas de arcilla babilónicas, que datan aproximadamente del año 3.000 a. C. y muestran ejemplos de las primeras cartas de crédito. Se sabe que floreció durante varios milenios, impulsada por los prestamistas italianos, que financiaban las expediciones al Levante en busca de especias y otros bienes. Para después desaparecer ampliamente hasta el siglo XV, tras la caída del Imperio Romano.

En torno a esa fecha, la industria de la financiación comercial o “trade finance” resucitó, liderada por bancos e instituciones financieras europeas. Sin embargo, solo en los últimos años se ha vuelto accesible para inversionistas privados e institucionales.

En la actualidad, el término comercial ha tomado una connotación negativa. Desde que Donald Trump llegó a la presidencia de los Estados Unidos, se han visto muchas fricciones comerciales, en especial entre Estados Unidos y China. No obstante, el comercio mundial sigue representando una enorme porción de la economía mundial.

Si se mide el valor del comercio global a través de los volúmenes de exportación, en 2018, se superaron los 19 billones de dólares, alcanzando un nuevo máximo histórico. A su vez, el crecimiento anual compuesto en los últimos 3 años es del 6% y los volúmenes de comercio deberían continuar esta tendencia de crecimiento. Esto implica una oportunidad de financiación masiva.  

 Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), solo una pequeña parte del comercio internacional se paga en efectivo por adelantado, ya que los importadores generalmente desean esperar a recibir la mercancía para pagar, para poder verificar su integridad física, y los exportadores desean recibir el pago al momento de enviar la mercancía.   

Para cerrar la brecha entre exportadores e importadores, se requiere un crédito o una garantía de pago. La financiación comercial proporciona este crédito, las garantías de pago y el seguro necesario para facilitar la transacción y establecer los términos para que tanto el exportador como el importador queden satisfechos.

Lamentablemente, no existen estadísticas oficiales exhaustivas que muestren la composición y el tamaño exacto del mercado mundial de financiación comercial, pero el Banco de Pagos Internacionales (BIS) descubrió que, en su definición más amplia, el mercado es muy grande, muy por encima de los 12 billones de dólares anuales y cerca de un tercio de esta industria se dedica a financiar el comercio de materias primas.

Aún más importante, después de la Gran Crisis Financiera, los prestamistas tradicionales como los bancos comerciales han comenzado a retirarse de la actividad de financiación comercial, al verse afectados ​​por el aumento de la regulación y los costos de cumplimiento, factores que han causado una escasez de financiación.

Las pequeñas y medianas empresas (PYME), en especial aquellas que se encuentran ubicadas en los mercados emergentes son las que más sufren pues enfrentan grandes obstáculos para acceder a la financiación con unas condiciones asequibles. Según la OMC, esto es especialmente preocupante, ya que las PYME contribuyen a más del 60% del empleo total en los países desarrollados y al 80% en los desarrollados.

Actualmente, existe una necesidad de financiación comercial insatisfecha que está valorada en billones de dólares, y la brecha es mayor en los mercados emergentes. Al mismo tiempo, muchos inversores se han visto en una búsqueda desesperada por encontrar unos rendimientos atractivos en un mundo donde los instrumentos tradicionales de renta fija, como los bonos corporativos y soberanos, ofrecen unos rendimientos extremadamente bajos, y en algunos casos, incluso negativos. De hecho, el valor de mercado de los bonos que ofrecen rendimientos negativos está alrededor de los 12 billones de dólares.

Por lo tanto, es lógico que en los últimos años hayan surgido fondos dedicados a la financiación comercial que permitan a los inversores beneficiarse de la atractiva dinámica de la industria y al menos proporcionen algo de alivio a la escasez de financiación a la que se enfrentan los importadores y exportadores.

Del mismo modo, el perfil de rendimiento ajustado al riesgo de la industria de financiación comercial ha mejorado significativamente. Nuevas prácticas y convenciones han evolucionado para reducir el riesgo para los inversores. Por ejemplo, los financiadores comerciales toman los activos descritos en el contrato como garantía y contratan agentes locales para inspeccionar y revisar los productos a detalle. Asimismo, los contratos se han estandarizado, utilizando típicamente la ley de jurisdicciones desarrolladas, evitando así el riesgo de corrupción en los tribunales locales, en caso de que sea necesario recurrir a un proceso de litigación.

Además, la existencia y la seguridad de las garantías es revisada por especialistas en almacenes internacionales, que cuentan con experiencia y una buena reputación. Por último, las compañías de seguros multinacionales cubren el riesgo de accidentes, clima, terrorismo y fraude durante el periodo de envío.

Como resultado, el riesgo para los inversores se ha reducido significativamente. De hecho, en los últimos 20 años, las tasas de incumplimiento han sido aproximadamente de sólo un 0,1% por año. Y, dadas las altas tasas de recuperación en caso de incumplimiento, las tasas anuales de pérdidas esperadas son alrededor del 0.01%, que es un porcentaje mucho menor que el riesgo que contemplan los bonos corporativos.

Al mismo tiempo, los rendimientos esperados son más atractivos que los de la deuda corporativa. La mayoría de los fondos dedicados al comercio exterior tienen como objetivo rendimientos anuales de entre 5% y 8% en dólares, que dado el perfil de bajo riesgo y volatilidad y el hecho de que muchos fondos de financiación comercial ofrecen liquidez mensual o trimestral para los inversionistas, es un nivel bastante atractivo.  

Además, los fondos de financiación comercial son una fuente excelente de diversificación en la cartera, dada su baja correlación con otras clases de activos tradicionales y su baja sensibilidad al ciclo económico.

 

Columna de opinión de Pascal Rohner, CIO de Katch Investment Group  

No renuncie a la renta variable no estadounidense

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CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Alice Donovan Rouse. Foto: Alice Donovan Rouse

En las reuniones con los clientes nos expresan constantemente su frustración con la persistencia del menor desempeño de las acciones no estadounidenses en comparación con la renta variable de Estados Unidos en la pasada década. Los comités de inversión, consejos fiduciarios y demás están cansados de esperar a que los mercados no estadounidenses cierren la brecha de rendimiento.

Una justificación que se escucha con frecuencia para mantener la exposición fuera de los Estados Unidos es la “valoración”. Si bien las valoraciones deprimidas pueden ser una razón para poseer acciones no estadounidenses, rara vez esto es una tesis de inversión viable. La valoración en la ausencia de fundamentales y durabilidad en los flujos de caja típicamente proporciona muy poco apoyo a los precios de los activos en tiempos de estrés en el mercado. La historia está repleta de inversores que compraron activos, porque los seleccionaron baratos, solo para continuar viendo como se abarataban.        

Teniendo en cuenta lo que sigo escuchando a los inversores, quiero proporcionar una nueva tesis para la exposición a la renta variable no estadounidense, una tesis basada en los fundamentales en lugar de fundarse sobre las heurísticas de inversión ya conocidas como son la valoración y la diversificación.   

Una mirada fresca

Volviendo a los básicos, hay tres factores pertinentes que impulsan la valoración de la renta variable:

  • Los rendimientos esperados del negocio
  • Una tasa de crecimiento anticipada en el negocio
  • El riesgo del negocio

Invertir es sencillo, pero difícil. Simplemente, los fundamentales impulsan los márgenes, el crecimiento del flujo de caja libre y en última instancia, el riesgo. Estos son los factores que impulsan el precio de los activos. La parte difícil es discernir cómo evolucionará el margen o el rendimiento de una empresa y cómo se verá dentro de cinco años. ¿Cuáles son los motores de crecimiento de una industria? ¿Cuáles son las barreras de entrada para los nuevos competidores? ¿Existe el riesgo de disrupción tecnológica y cómo podría afectar eso a los márgenes y las tasas de crecimiento? Los negocios raramente son lineales y el futuro es siempre incierto.  

¿Por qué las acciones estadounidenses han superado tan dramáticamente al resto del mundo en este ciclo? Por lo general, la respuesta a esta pregunta son los fundamentales. En el gráfico 1 se muestra los ingresos netos para los dos universos, indexado a 100. La brecha es asombrosa. Los rendimientos de los negocios y las tasas de crecimiento para las empresas estadounidenses fueron muy superiores.  

 

Gráfico MFS IM

¿Cómo deberían pensar los inversores al respecto?

Históricamente ha habido una brecha de rendimiento y de crecimiento que ha favorecido a las empresas estadounidenses que en conjunto se benefician de unas leyes laborables más flexibles y una mayor movilidad de capital. Con menos fricción, han podido cambiar los recursos más rápidamente para maximizar el retorno o financiar áreas de crecimiento. Pero ¿explica la eficiencia operativa por sí sola la enorme brecha de ganancias en este ciclo? Y lo más importante, ¿es sostenible?

Ante la ausencia de un crecimiento económico y en los ingresos a nivel global en este ciclo, las empresas estadounidenses, en particular, han tirado de palancas únicas como deshacerse de la mano de obra, la deslocalización, el arbitraje fiscal y el factoring de cuentas por cobrar/pagar para impulsar los rendimientos y los precios de las acciones. Sin embargo, lo más notable fue el préstamo de capital para aumentar el apalancamiento financiero y reducir el número de acciones. El gráfico 2 ilustra las recompras (indexadas a 100) para las compañías estadounidenses y el resto del mundo en este ciclo.

Gráfico MFS IM

Si bien la recompra de acciones no puede actuar directamente sobre el margen o el ingreso neto, el apalancamiento aumenta indirectamente a través de un mayor gasto por intereses. Más importante aún, la reducción de los recursos propios en el balance contable impulsa las ganancias reportadas por acción y otras métricas financieras al mismo tiempo que desinfla la volatilidad de los rendimientos (riesgo comercial, en el marco de valoración ya mencionado). En otra palabras, no solo fue la actuación de los bancos centrales la que suprimió el riesgo. Las empresas, al reducir el número de acciones en circulación desinflaron la variabilidad (el riesgo) de los beneficios y ganancias.

La vida no es lineal

Regresando al gráfico 1, los ingresos netos de las empresas estadounidenses crecieron en un ángulo de aproximadamente 45 grados. Pero ¿es la vida así de lineal? A menudo ocurren eventos inesperados que obligan a un cambio de rumbo. Todos hemos visto nuestro día interrumpido por un atasco, un retraso en un vuelo o mal tiempo. En términos financieros, estos eventos impredecibles alteran nuestros planes originales. El apalancamiento financiero introduce un mayor riesgo. Aumenta las probabilidades de un resultado no lineal. Los inversores de renta fija lo llaman convexidad.

La beta del mercado, como hace por lo general entre mediados y finales de ciclo, está enviando falsos positivos (1). A mi modo de ver, el beneficio neto, el margen y el potencial de ganancias han sido exagerados y el riesgo está subestimado para muchas empresas estadounidenses. Lo contrario es cierto para muchas empresas del resto del mundo, dados los niveles más bajos de alquimia financiera.

El rendimiento del mercado financiero en última instancia proviene de los rendimientos de las empresas, la tasa de crecimiento y el riesgo. ¿Cuál será la función de reacción de los modelos dependientes de datos, algoritmos e inversores cuando las empresas estadounidenses proporcionen métricas financieras decepcionantes en relación con el resto del mundo en cualquiera de estos tres pilares? Si el pasado es un prólogo, será una que cambie rápidamente.

Históricamente los mercados alcistas se revierten cuando se agota el suministro de palancas únicas disponibles y las valoraciones se vuelven excesivas. Creo que el suministro de palancas que no representan una parte fundamental en el negocio está llegando a su fin.

Sin embargo, en cualquier universo, creo que los futuros rendimientos de la cartera dependerán más de la selección de valores que de la asignación de la beta. Lo que se posea o no se posea en cartera -independientemente de dónde estén situada la sede central de la empresa- será la clave.

Columna de Robert M. Almeida, gestor de carteras y estratega global de inversiones en MFS Investment Management.

 

 

(1) Beta es una medida de la volatilidad de una cartera en relación con el mercado general. Una beta inferior a 1.0 indica un riesgo menor que el mercado; una beta mayor que 1.0 indica un riesgo mayor que el mercado. Es más confiable como medida de riesgo cuando las fluctuaciones de rendimiento de la cartera están altamente correlacionadas con las fluctuaciones de rendimiento del índice elegido para representar el mercado.