Pixabay CC0 Public Domain. Un año de ‘carry’ positivo y baja volatilidad
El mercado de bonos corporativos de alto rendimiento (high yield) ha registrado una rentabilidad excepcional durante los últimos diez años, al beneficiarse de la reducción de los diferenciales y la fuerte caída de los tipos. Actualmente, el principal factor sigue siendo el efecto de los bancos centrales en los mercados de crédito.
Este mercado ofrece un rendimiento atractivo si tenemos en cuenta las perspectivas de impago en un año del mercado y el bajo nivel de volatilidad de los mercados. Hoy por hoy, cabe destacar el interesante nivel de los rendimientos que ofrece la categoría B en comparación con la deuda de calificación BB. En efecto, algunos bonos con calificación B presentan rendimientos muy elevados (más del 7%), teniendo en cuenta su correspondiente solvencia crediticia.
Si bien el mercado de high yield ofrece excelentes oportunidades, existen riesgos que hay que tener en cuenta. Los dos riesgos principales son una ralentización económica mayor de lo esperado y la vuelta de la inflación. Aunque, de momento, la inflación sigue siendo modesta, podría experimentar un aumento inesperado.
Teniendo esto en cuenta, hace un año se lanzó el fondo ODDO BHF Global Credit Short Duration en un contexto de mercado de incertidumbre, en el que los inversores buscan al mismo tiempo un carry positivo y una volatilidad baja. En un entorno de rendimientos negativos, nuestro fondo puede ofrecer un rendimiento positivo y una escasa exposición a ciertos factores de riesgo, como los tipos o el crédito. Además, el enfoque de gestión global es una fuente de diversificación real.
ODDO BHF Global Credit Short Duration es, ante todo, un fondo “puro” de corta duración. Invertimos en bonos con un vencimiento final residual máximo de cinco años. En segundo lugar, el fondo posee una verdadera diversificación geográfica, mientras que muchos competidores se centran en el mercado estadounidense (más del 50% de media).
El equipo, que ya venía utilizando una estrategia similar para Europa, está integrado por gestores analistas con una amplia trayectoria fuera del Viejo Continente. Esto nos permite ofrecer una cobertura del universo global que nos ha hecho llegar a más de 100 títulos no europeos. Gracias a nuestro equipo compuesto por 11 gestores analistas, hemos sido reconocidos como un actor de referencia, tanto por los recursos asignados al análisis como por los activos gestionados (6.000 millones de euros a 30 de noviembre de 2019).
Para 2020, esperamos un rendimiento positivo de entre el 1% y el 2%, para lo cual mantenemos un posicionamiento defensivo. El rendimiento actuarial es del 1,73%, con una sensibilidad a los tipos del 2,29. Aunque la estabilización mundial se confirme, podríamos vernos obligados a aumentar esa sensibilidad, el riesgo de crédito y el componente cíclico de la cartera. Por ahora, nos sentimos cómodos con el posicionamiento de la cartera: un 34% en América, un 46% en la región EMEA y un 20% en Asia. Preferimos sobreponderar Europa de forma táctica, ya que ofrece un rendimiento ajustado al riesgo que consideramos más equilibrado que la región asiática.
Tribuna de Alexis Renault, director global de high yield de ODDO BHF AM
Pixabay CC0 Public Domain. El tiempo para hablar ha llegado a su fin
Asistí a la 50ª reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, un evento de líderes globales tanto gubernamentales como de compañías, y destacados actores sociales. La conclusión de este encuentro es que tendremos que trabajar juntos para construir un mundo sostenible. Y los inversores tienen un papel crucial: la forma en que invirtamos hoy determinará el mundo en el que viviremos mañana.
Los factores ASG, a un primer plano
Las cuestiones ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) siempre han estado en la agenda de Davos, pero históricamente estos debates se han celebrado al margen. Este año, sin embargo, pasaron a un primer plano.
Antes del evento, el Foro Económico Mundial publicó su informe anual sobre los riesgos mundiales en el que destacaba que «el cambio climático está golpeando más fuerte y más rápido de lo esperado». Las cuestiones ambientales representan los cinco riesgos más probables y tres de los cinco principales según su impacto: aumento del nivel del mar, incremento de los fenómenos meteorológicos y pérdida de hábitat. En efecto, los inversores tendrán que desarrollar nuevas herramientas para medir el éxito que trasciendan las métricas de riesgo y rentabilidad. Esto creará incentivos e impulsará un cambio en los comportamientos.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU proporcionan un marco ampliamente aceptado para esta agenda. Incluyen una serie de indicadores para medir el progreso de los gobiernos. Además, un grupo de organizaciones desarrolla medidas similares de impacto para empresas e inversores. Estas monitorizan el capital humano, social y natural, complementando las medidas de capital financiero, y pueden ayudar a configurar las decisiones de inversión.
El presidente de Aberdeen Standard Investments, Sir Douglas Flint, fue el anfitrión del lanzamiento del informe de The Economist Intelligence Unit sobre «El futuro del gasto público». El documento concluye que el uso de medidas correctas es vital para impulsar el desarrollo. Esto puede alentar la innovación necesaria para alcanzar esos objetivos.
Invertir en un mundo de bajas emisiones
El contexto económico crea desafíos para los inversores e incentiva la financiación de la transición a un mundo con bajas emisiones de carbono.Consideramos que seguiremos asistiendo a un entorno de débil crecimiento con una baja inflación, aspectos que llevan a un escaso retorno de la inversión, lo que ha derivado en un entorno de tipos de interés a largo plazo en niveles nunca vistos antes (y todo apunta a que estos tipos ultra bajos permanecerán así durante mucho tiempo). Esto hace que la decisión de ahorrar para la jubilación se convierta en un reto para los ciudadanos.
Como resultado, los inversores tienen un poderoso incentivo para buscar fuentes alternativas de rentabilidad. Los beneficios previstos procedentes de las energías limpias son atractivos frente a muchas otras inversiones. Además, ofrecen la oportunidad de diversificar las fuentes de retorno. Esto permite a los inversores asignar capital de manera responsable -ajustándose a sus valores- sin sacrificar los posibles beneficios o aumentar el riesgo.
Amanda Young, nuestra Responsable Global de Inversiones Responsables, y yo lideramos un debate con destacados académicos sobre la importancia de la asignación de capital para un mundo sostenible. En dicho debate se destacó que la lucha contra el calentamiento global va más allá de la inversión en infraestructuras físicas, como las turbinas eólicas y los automóviles eléctricos.
Momento de actuar
Es fundamental que este año aumentemos nuestras ambiciones para hacer frente al cambio climático. Su impacto físico se está sintiendo en todo el mundo; con temperaturas récord, graves inundaciones e incendios devastadores. La presión pública para actuar nunca ha sido tan grande. Lo que nos comprometamos a hacer este año determinará la vida en este planeta durante décadas.
Las gestoras tienen un papel fundamental que desempeñar en esta tarea. En Aberdeen Standard Investments, consideramos los riesgos y oportunidades del ASG como una parte integral de cada decisión de inversión. Buscamos influir en la estrategia corporativa a través de nuestro compromiso con la gestión. Y nos hacemos oír sobre la necesidad de desarrollar políticas más contundentes en materia de cambio climático.
En términos generales, la industria de la inversión necesita actuar -y ser vista actuando- por el bien común. Los inversores no pueden ser observadores pasivos del impacto de sus actividades. La base de nuestra industria es su deber fiduciario de cuidar a los clientes. Dicho deber ha de incluir la gestión activa de este impacto en la sociedad.
La nueva gestión activa cambiará el enfoque de la inversión, alejándose de la obsesión por los rendimientos relativos. Nuestra industria necesitará proveer soluciones de inversión acordes con los resultados financieros para nuestros clientes. Sin embargo, la inversión responsable significa gestionar también los resultados ambientales y sociales. Invertir para un futuro mejor es el propósito de nuestra empresa. Queremos predicar con el ejemplo y por eso, entre otros factores, nos hemos comprometido a ser neutrales en carbono de ahora en adelante.
El camino futuro no está claro, pero llegamos a un consenso sobre una cosa: debemos actuar, actuar ahora y actuar juntos.
Tribuna de Keith Skeoch, CEO de Aberdeen Standard Investments
Pixabay CC0 Public Domain. Si quieres retornos, asume más riesgos
Desde el punto de vista de un inversor en renta fija, 2019 fue mucho más emocionante de lo esperado. Hace un año asumíamos que la Fed ejecutaría otras dos subidas de tipos y que el BCE rebajaría unos cuantos puntos básicos su tipo de depósito negativo. Las cosas fueron bien distintas: El presidente de la Fed, Jerome Powell, redujo los tipos tres veces, y el BCE aflojó la política de forma significativa.
El cambio de rumbo de la Fed resultó ser explosivo en los mercados. La rebaja de la tensión política también pudo ser un factor, al dejar de empeorar la disputa comercial entre EE.UU. y China. Los resultados fueron claros: subidas en los mercados de bonos y acciones, impulsadas, más que nada, por una política monetaria relajada.
Pero tras este año dramático y sorprendente la pregunta es qué puede pasar en 2020. Después de tomar lo que podría considerarse un importante paso preventivo para evitar la debilidad económica, la Fed puede ser ahora más dependiente de los datos. Dada la evolución económica que esperamos, es probable que esto signifique que los tipos de interés permanecerán estáticos en EE.UU. y probablemente también en Europa, aunque no descartamos completamente movimientos al alza o a la baja.
Un aumento significativo de la inflación en EE.UU., que podría ser generado por aranceles (más altos) sobre las importaciones chinas, llevaría a un aumento de los tipos. Un recorte o recortes de los tipos podría seguir a otros signos de debilidad económica. Y los riesgos a la baja están ahí.
Los líderes corporativos están nerviosos. Si se detienen en las inversiones de capital y el ímpetu fiscal se desvanece -como es de esperar-, el crecimiento puede sufrir. Los comicios que se acercan no harán dudar a la Fed, ya ha actuado en años electorales en varias ocasiones en el pasado. Sin embargo, la propia campaña podría causar grandes fluctuaciones en el mercado.
En general, el entorno de bajos tipos de interés parece listo para continuar. Los bancos centrales probablemente continúen brindando apoyo a través de sus renovados programas de compras y no esperamos una recesión, ni una escalada en la disputa comercial entre EE.UU. y China, ni un Brexit duro. Tampoco esperamos que los rendimientos de los bonos gubernamentales vuelvan a sus mínimos de 2019. Cualquiera que desee generar retornos en 2020 debe estar preparado para asumir riesgos.
¿Qué puede significar esto concretamente para las distintas regiones y tipos de bonos? Esperamos poco de los bonos gubernamentales. En Europa y Japón, prevemos que los rendimientos totales se aproximen a cero; después de todo, ya no deberíamos esperar que los precios de los bonos suban como lo hicieron en 2019. Incluso los del Tesoro estadounidense solo parecen atractivos para los inversores en dólares.
Sin embargo, los mercados emergentes, donde creemos que el rendimiento total de los bonos gubernamentales podría superar el 5% en dólares, se están volviendo más interesantes. Se están beneficiando de los tipos de interés más bajos de EE.UU. y de la perspectiva de que el dólar no se fortalezca más. Además, sus bancos centrales todavía tienen margen de maniobra para apoyar las economías si es necesario.
Grado de inversión frente a high yield
Los bonos corporativos con grado de inversión de Europa y EE.UU. se han movido de manera similar: prácticamente nada. En high yield, sin embargo, ha habido algunos movimientos astutos a medida que los inversores se diferencian más.
Para los bonos corporativos, un crecimiento económico moderado y una baja inflación son beneficiosos: no hay alternativa a ellos dado que los rendimientos de los bonos gubernamentales son bajos o incluso negativos; y el miedo a perder oportunidades hace que los inversores sigan acudiendo a ellos con la esperanza de otro repunte de los bonos.
Ajustados al riesgo, actualmente consideramos que los bonos corporativos en euros con grado de inversión son particularmente atractivos. Además, vemos oportunidades en otros sub-segmentos, como en el high yield europeo, en Estados Unidos y en mercados emergentes. Los bonos europeos deberían ser respaldados por las compras del BCE, mientras que en EE.UU. las preocupaciones previas sobre la calidad de los balances no se han visto confirmadas.
En cualquier caso, no ha tenido un lugar el paso de los bonos BBB al segmento high yield. Lo que vemos desde el verano, sin embargo, es una ampliación de la brecha entre los bonos high yield con calificaciones más bajas (CCC) y aquellos con mejor rating. Esto se debe a la representación desproporcionada de los títulos energéticos en el high yield estadounidense y a que los bonos emitidos por empresas con modelos de negocio difíciles (por ejemplo, la venta minorista clásica) se están rechazando más que en el pasado. Esperamos que el diferencial entre los emisores aumente todavía más.
Somos conscientes de que nuestros pronósticos de rendimiento son poco emocionantes. Sin embargo, coinciden con nuestras perspectivas económicas y políticas para 2020. Sabemos que las elecciones presidenciales en EE.UU., el Brexit o incluso puntos calientes de la política como Irán o Hong Kong pueden hacer que nuestro escenario central no se produzca. Pero, como refleja el gráfico, históricamente, solo en épocas de política monetaria restrictiva o de una inflación en fuerte aumento, los bonos gubernamentales estadounidenses han registrado rendimientos negativos. Tampoco esperamos que eso suceda.
Tribuna de Joern Wasmund, jefe de renta fija en DWS
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El año ya va cogiendo ritmo y, una vez más, todos los expertos nos recuerdan que Europa afronta dificultades, con muchos retos políticos que sortear y con el riesgo de inestabilidad política en países como España e Italia. Sin embargo, vemos que la confianza de los inversores ha comenzado a mejorar a medida que se han ido despejando dudas sobre el Brexit y la guerra comercial, lo que puede ayudar a volver a atraer flujos de inversión hacia Europa, una región con valoraciones más atractivas que las de otras zonas. Después de un periodo prolongado de salida de capitales, las bolsas europeas pueden volver a captar la atención de los inversores.
No debemos dejar que el entorno macro o los episodios de aversión al riesgo, que muy probablemente se volverán a registrar a lo largo del año, nos distraigan. En nuestro caso, como inversores fundamentales con una visión de largo plazo, hemos visto cómo, en 2019, el temor a las tensiones entre EE.UU. y China, al futuro político de Reino Unido o a la actuación de los bancos centrales ha castigado a los mercados europeos en distintas oleadas, de forma más aguda en mayo, julio y agosto. En esos momentos, lo mejor es mantener un curso firme y no dejarse llevar por las turbulencias.
El ser fieles a nuestro proceso y a nuestro estilo de inversión es la mejor receta. Así lo hemos comprobado, una vez más, en 2019, que se ha cerrado como uno de los mejores años de nuestra historia. Nuestro buque insignia, el fondo Allianz Europe Equity Growth, obtuvo una rentabilidad en el año del 36,63% (con datos de la clase institucional de acumulación en euros), superando ampliamente al índice MSCI Europe[1]. La semilla de estos buenos resultados la plantamos ya en el último trimestre de 2018 cuando, en plenas caídas del mercado, tomamos posiciones en algunas nuevas ideas que cotizaban a niveles atractivos y elevamos el peso en valores castigados de nuestra cartera en los que teníamos una alta convicción. Varias de estas posiciones han sido las que han impulsado la rentabilidad de los últimos meses. Mantenerse fiel a la estrategia y a las convicciones del equipo es un valor seguro en momentos de incertidumbre. Una prueba de ello es que, a pesar de todo el ruido de los últimos doce meses, la rotación de nuestra cartera ha sido de sólo un 14%.
En el año que comienza, las valoraciones ajustadas en los segmentos de compañías de calidad y de crecimiento y la posibilidad de que los datos macroeconómicos muestren signos de debilidad representan amenazas para nuestras estrategias, sobre todo si se vuelven a registrar momentos de aversión al riesgo generalizada por parte de los inversores. Sin embargo, encontramos razones para un cierto optimismo. A partir de los datos que hemos recogido de nuestras conversaciones con los directivos de empresas en las que invertimos, creemos que podremos ver, en nuestras carteras, valores que se beneficien de la tendencia a reducir costes en ciertos sectores (así, por ejemplo, en soluciones innovadoras de software para la banca); otros que saquen partido al lanzamiento de nuevos productos (o que cuentan con una visibilidad clara en lo que a nuevas ventas se refiere); compañías que empiezan a experimentar los beneficios de operaciones corporativas anunciadas en el último año; e incluso empresas que se pueden beneficiar de una posible recuperación en actividades como la fabricación de semiconductores.
Y merece la pena recordar que, más allá de todo el ruido, las buenas empresas, con modelos de negocio sólidos, barreras de entrada y capacidad de fijación de precios, tienen capacidad de obtener buenos resultados incluso en entornos desfavorables. Más que apostar por sectores tradicionalmente etiquetados como “defensivos”, entendemos que la verdadera “defensa” la ofrecen esas buenas compañías. Es algo que hemos podido comprobar, una vez más, en 2019. Entre los valores que más han contribuido a la rentabilidad de las carteras teníamos, por ejemplo, una empresa de logística que fue capaz de crecer a pesar de la guerra comercial.
En el arranque de este nuevo año, mantenemos nuestra sobreponderación en valores del sector de las tecnologías de la información y en ciertas compañías del sector industrial que ofrecen una buena visibilidad de resultados. Seguimos buscando empresas con modelos de negocio robustos y capaces de hacer crecer sus beneficios de forma estable y continuada. Y todo ello lo hacemos teniendo en cuenta no sólo la información financiera de las empresas, sino que también incorporamos criterios de sostenibilidad a nuestro análisis, por medio de nuestro proceso de integración ASG, una metodología que ha demostrado ya no sólo no estar reñida con una buena rentabilidad, sino que además aporta una información valiosa para anticipar y valorar el impacto que ciertos riesgos extra financieros pueden tener sobre las cuentas de las compañías en las que invertimos.
Tribuna de Thorsten Winkelmann, gestor del fondo Allianz Europe Equity Growth, en Allianz GI.
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1. La rentabilidad pasada no es un indicador fiable de resultados futuros.
Pixabay CC0 Public Domain. Bloomberg y Rockefeller AM lanzan índice de mejora de ESG
Puede parecer que la inversión sostenible y responsable empezó sólo hace unos pocos años, pero las raíces se remontan al menos unos 200 años atrás, con las prácticas de gestión del capital de la Iglesia Metodista. O incluso antes aún, si consideramos las reglas de inversión defendidas por la Sharia.
La reciente crisis financiera global sin duda ha contribuido a dar una mayor importancia a los criterios de gobernanza defendidos por la inversión ESG, que considera asimismo factores ambientales y sociales al seleccionar los activos a incluir en una cartera.
El aumento de la población y la consecuente escasez de recursos han potenciado la fortaleza de la sostenibilidad en el uso de los recursos disponibles. El uso intensivo de energías contaminantes y las emisiones de CO2 han creado una intensa preocupación sobre un calentamiento global, que está empezando ya a crear dificultades en algunas regiones. Las desigualdades sociales, por su parte, han creado una conciencia de la necesidad de distribuir la riqueza generada para ayudar a los que más lo necesitan.
Conscientes de estas necesidades y de la importancia de tomar parte activa en su satisfacción, Kames Capital lanzó ya su primer fondo ético de renta variable en 1989. Desde entonces, han ampliado sus capacidades de inversión responsable para incluir bonos corporativos éticos, gestionados con prudencia, y soluciones de renta variable sostenible.
Una de ellas está representada por el fondo Kames Global Sustainable Equity, que en su clase B de acumulación en euros es el más rentable de la categoría VDOS de ETICO, con una revalorización del 45,78%.
Su objetivo de inversión es maximizar el rendimiento total (ingresos más capitales) invirtiendo directamente en una cartera diversificada de valores de renta variable global que cumplen con los criterios de sostenibilidad predefinidos del fondo. La selección de valores no está limitada por la ponderación de ningún índice ni por la inversión en ningún sector en particular. Tampoco tiene limitaciones por divisa o zona geográfica.
Su enfoque de inversión global es activo, sin restricciones e impulsado por la selección bottom-up de empresas que cumplen con los criterios de sostenibilidad de la gestora. Operan sin límites explícitos regionales o de país, con el objetivo de mantener una ratio elevada de active share dentro de un marco disciplinado de gestión de riesgo. Por sectores, tampoco tienen un objetivo mínimo de infra o sobre ponderación.
Su inversión se orienta a empresas de estilo crecimiento, buscando identificar predominantemente empresas pequeñas y medianas, aun no descubiertas, con escasa cobertura de análisis o mal entendidas.
Kames Capital es una gestora británica, con oficinas en Edimburgo, Londres y La Haya, con 37.000 millones de libras esterlinas (aproximadamente 43.626 millones de euros) en activos bajo gestión. Entre sus clientes se encuentran fondos de pensiones, instituciones financieras, instituciones de caridad, gestores de patrimonio, family offices e inversores individuales.
Ofrecen una amplia gama de productos en renta fija, renta variable, activos inmobiliarios y multiactivos, con estilos de inversión de crecimiento, rentas periódicas, retorno absoluto y retorno total. Kames Capital forma parte de Aegon Asset Management, la marca global de gestión de activos del Grupo Aegon, uno de los principales proveedores mundiales de servicios financieros.
El fondo está cogestionado por Craig Bonthron, Mark Peden, Douglas Scott y Neil Goddin. Craig Bonthron es gestor de inversiones del equipo de renta variable, responsable de cogestionar activamente carteras de renta variable global de alta convicción. Craig se centra en el análisis de tendencias disruptivas y sostenibles dentro de los sectores de tecnología, salud, industria y consumo, con el fin de identificar ideas de inversión específicas en acciones de alta convicción.
Se incorporó a Kames Capital en 2014 desde SWIP, donde fue director de inversiones de renta variable global. Antes de SWIP, fue gestor de cartera en Kleinwort Benson Investors. Craig se licenció con honores en Topografía de edificios y cuenta con un Máster con distinción en Sistemas de Tecnologías de la Información por la Strathclyde Business School. Tiene 18 años de experiencia en la industria de gestión.
El fondo aplica un número limitado de “exclusiones” en compañías de entretenimiento de adultos y productoras o comercializadoras de cosméticos probados con animales, así como de combustibles fósiles, apuestas, productos agrícolas modificados genéticamente o que no cumplen con los derechos humanos y compañías de energía nuclear, tabaco y armas. Esto supone típicamente la exclusión de alrededor de un 15% del universo del MSCI ACWI.
A continuación, el análisis de sostenibilidad evalúa tres dimensiones: la sostenibilidad de los productos y servicios de cada compañía, la sostenibilidad de sus prácticas operativas y sus estándares y la mejora de su sostenibilidad a lo largo del tiempo. La sostenibilidad de cada empresa se analiza en base a los siete pilares de sostenibilidad de Kames, asignándose a cada uno de los pilares en base al análisis de los productos, las prácticas y la tasa de mejora en su sostenibilidad para cada compañía.
Los pilares ambientales son cambio climático, soluciones ecológicas y eficiencia en la utilización de recursos. Los pilares sociales cubren salud y bienestar, inclusión y crecimiento sostenible. El séptimo pilar es el de gobernanza (protección de accionistas y empleados, transparencia de la compañía).
El análisis cualitativo bottom-up de sostenibilidad sirve para determinar los riesgos y oportunidades clave de sostenibilidad de la compañía. El análisis considerará la naturaleza de los productos y servicios de las compañías, sus prácticas operativas y estándar y si tiene un historial de mejoras en cuanto a sostenibilidad. Como resultado de este análisis, las empresas se clasificarán en líderes, con potencial (que muestran mejoras significativas en el tiempo) y rezagadas. Solo se incluyen en la cartera las incluidas en los grupos de líderes o con potencial.
Este análisis se complementa con calificaciones de fuentes externas: MSCI ESG Manager – company ESG research platform, ISS Quickscore – Corporate governance research, Empirical Research – ESG ratings data y Bloomberg ESG.
Se construye así una cartera de compañías sostenibles de elevada convicción, que incluye habitualmente entre 35 y 45 valores. Las mayores posiciones incluyen acciones de Amplifon Spa (4,60%), Everbridge Inc (4,20%), Keyence Corp (4,10%), Insulet Corp (3,80%) y Tesla Motors Inc (3,60%). Por sector, tecnologías de la información (28,20%), salud (25,80%), consumo discrecional (18%), industrial (14,50%) y materiales (4,40%) representan los mayores pesos en la cartera.
La historia de rentabilidades del fondo lo sitúa entre los mejores de su categoría por este concepto, en el primer quintil, durante 2019 y lo que llevamos de 2020, batiendo al índice de su categoría en 2018 y 2017. A tres años, su dato de volatilidad es del 18,86%, reduciéndose hasta un 13,51% a un año. En este último periodo, su Sharpe es de 3,54 y su tracking error, respecto al índice de su categoría, del 11,09%.
Con un patrimonio bajo gestión de 126 millones de euros la suscripción de la clase C de acumulación en euros de Kames Global Sustainable Equity requiere una aportación mínima inicial de 250 millones de euros, aplicando a sus partícipes una comisión fija del 0,40% y de depósito de hasta el 0,50%. El fondo tiene también disponible la clase B, que puede suscribirse por una aportación inicial de 500.000 euros y que aplica una comisión fija del 0,75% y de depósito del 0,50%.
Según la gestora, la economía mundial debería tener un buen comienzo en 2020. Las tensiones políticas dejadas atrás durante 2019 suponen un fuerte viento de cola y, si Estados Unidos y China pueden llegaran a un acuerdo duradero pronto, debería haber un enérgico repunte en el ciclo económico, a medida que se desbloquea la inversión latente. Los brotes verdes de un posible repunte del ciclo empresarial están empezando a aparecer y, por lo tanto, a menos que se produzca un nuevo “choque de los titanes”, dejaría de tener sentido hablar de una recesión inminente.
Con las opciones de política monetaria bastante agotadas, los gobiernos previsiblemente tendrán que asumir más responsabilidad para promover el crecimiento económico, independientemente de su nivel de deuda, por lo que puede estimarse un fortalecimiento de las políticas fiscales. La baja inflación, por ahora, alentará a los inversores a percibir esta situación no sólo como segura, sino como deseable.
La forma en que los bancos centrales reaccionen (si la inflación comienza a repuntar) es clave, pero, liderada por la Reserva Federal de Estados Unidos, el apetito por acomodar la presión al alza sobre los precios está creciendo. Fortalecidos por la creencia de que resulta más fácil ralentizar la economía que impulsar su crecimiento, los bancos centrales continuarán tratando de acomodarse al creciente apetito para acomodar la presión al alza sobre los precios. Por lo tanto, no esperan que los bancos centrales vayan a virar hacia una política monetaria restrictiva este año, lo que supone un escenario más favorable para la renta variable.
La positiva evolución tanto por rentabilidad como por volatilidad de Kames Global Sustainable Equity a lo largo de su historia, respecto al riesgo incurrido medido por volatilidad, especialmente en los últimos tres años, lo hace merecedor de la calificación cuatro estrellas de VDOS.
Tribuna de Paula Mercado, directora de Análisis en VDOS
Pixabay CC0 Public Domain. Buscando oportunidades en renta variable en el Año de la Rata
En el horóscopo chino, las ratas se caracterizan por ser unas ahorradoras cautelosas. A pesar de ello, prevemos que el nuevo año, dedicado a este animal, será un año enfocado al gasto. Además, se darán buenas oportunidades para los inversores inteligentes y con olfato para los negocios.
La mayoría de los expertos predicen que este será un periodo de consolidación para las acciones chinas clase A, después de que cerraran con sólidos beneficios el ejercicio anterior. Este mercado rebotó más de un 30% en los últimos 12 meses, durante el año del cerdo. Este es un símbolo de riqueza y prosperidad.
El pasado 25 de enero comenzó el de la rata, el primer animal del zodíaco chino. Las ratas son inteligentes y cautelosas en las finanzas y buscan salvar lo que tienen, lo cual puede parecer apropiado teniendo en cuenta los excesos del año del cerdo.
Sin embargo, hay una razón económica estructural para creer que el año de la rata se centrará más en el gasto que en el ahorro, tanto por parte de los consumidores chinos como del propio Gobierno. Los legisladores se han comprometido a aumentar la tasa de urbanización de China del 60% al 80% para ponerse al nivel de las economías avanzadas.
El PIB per cápita de Shanghái es de 20.000 dólares, frente a una media nacional de 7.500 dólares. Evidentemente, la población china está aumentando su nivel de riqueza. Hace una década, solo el 8% disfrutaba de ingresos familiares anuales superiores a 138.000 renminbi. Desde entonces, esa cifra ha aumentado hasta el 49%.
En particular, los millennials de clase media que ganan y gastan más que sus padres son los que están impulsando el consumo doméstico del país. Por ejemplo, se estima que los turistas chinos harán 160 millones de viajes fuera de su país en 2020, el equivalente a que toda la población de Rusia viajase a la vez. Si añadimos los viajes internos, la cifra se acerca a los 500 millones de personas. Esta tendencia tiene el potencial de generar beneficios en cadena para segmentos como los operadores de aeropuertos y las tiendas duty-free.
A su vez, el aumento de los niveles de riqueza ha puesto en marcha una tendencia hacia la «premiumización», con marcas de primera categoría que disfrutan de un crecimiento más rápido que sus homólogas de gama baja. Por ejemplo, la demanda de licor chino de gama alta Baiju es tan fuerte que la disponibilidad es ya escasa.
Además, el aumento de los ingresos disponibles está estimulando la demanda de productos de cuidado sanitario, así como de servicios de gestión de salud y de seguros. Esperamos que estos factores ofrezcan diversas oportunidades de inversión en el año de la rata.
También podríamos ver al Gobierno tomando nuevas medidas políticas. El año pasado relajaron las restricciones de derechos de residencia en todas las ciudades, excepto en las más grandes, y promovieron los servicios públicos para los residentes permanentes. Esto debería facilitar el éxodo hacia las ciudades de trabajadores migrantes y sus familias, aumentando el índice de urbanización de China y apoyando el consumo. Los habitantes se dirigen a las ciudades para encontrar mejores empleos y servicios de salud y educación.
Asimismo, es posible que este año el Gobierno acelere el ritmo de las reformas dando prioridad al estímulo fiscal. Ya está desarrollando centros urbanos, como la zona de Greater Bay, que conecta las ciudades del sur de China, y podría impulsar este proceso, entendiendo que el mejor seguro contra las incertidumbres mundiales es reforzar la economía nacional.
En resumen, vemos un potencial de revalorización en el año de la rata. Aunque las ratas son representadas como cautelosas, también son adaptables, instintivas y selectivas. Ser selectivo será útil a los inversores en este nuevo ejercicio. Por ello, nosotros favorecemos las compañías líderes, bien gestionadas y con balances saneados. Estas empresas estarán mejor posicionadas para aumentar la cuota de mercado a expensas de sus rivales más débiles.
En cuanto a las valoraciones, los inversores pueden seguir adquiriendo empresas rentables a un nivel razonable. Se espera que el crecimiento medio de los beneficios de las acciones chinas clase A sea de entre el 15% y el 20% este año, según las perspectivas del consenso. En cuanto al PER a 12 meses, el MSCI China A Onshore Index tiene una valoración inferior a la de los índices MSCI World y MSCI Emerging Markets.
En resumen, confiamos en que será el gasto, no el ahorro, lo que definirá el año de la rata. Los inversores inteligentes y con olfato para las oportunidades deberían ser capaces de aprovechar las ventajas.
Tribuna de Nicholas Yeo, director de renta variable china en Aberdeen Standard Investments
El economista jefe de BNY Mellon Investment Management, Shamik Dhar, comparte los diez riesgos y oportunidades que, en su opinión, podrían resultar determinantes para los mercados en los próximos 12 meses.
Es posible que muchos de estos acontecimientos finalmente no sucedan, pero si lo hacen…
Riesgo – La Fed mantiene el tipo (10% de probabilidades de que ocurra). La inflación estadounidense aumenta. Ahora, la Reserva Federal (Fed) tiene una justificación para no rebajar nuevamente los tipos de interés. Los mercados lo interpretan como un desacoplamiento con respecto a la postura de otros bancos centrales. Vuelven las expectativas de subidas de tipos y se produce una huida de los activos de riesgo (por ejemplo, de la deuda de mercados emergentes en divisa extranjera).
Riesgo – China aplica mano dura en Hong Kong. El gobierno chino toma medidas enérgicas contra los manifestantes prodemocráticos, lo que presiona el tipo de cambio entre el dólar hongkonés (HKD) y el estadounidense, que suele actuar como indicador adelantado de la salud de la economía de la ciudad estado. El principio de «un país, dos sistemas» se debilita y los gobiernos de Europa y EE.UU. imponen sanciones. China pierde su principal puerto de entrada de las finanzas internacionales. Las cadenas de suministro mundiales se resienten. Se produce una recesión mundial.
Riesgo – China se estanca (30% de probabilidades de que ocurra). La debilidad de la demanda interna acaba provocando el estancamiento de la economía china. Aumenta el desempleo y los disturbios en Hong Kong se intensifican a medida que las fábricas paralizan su actividad. Los inversores empiezan a preguntarse si la globalización ha sido un intento fallido.
Riesgo – Inestabilidad en Oriente Próximo (5% de probabilidades de que ocurra). Se intensifica el conflicto entre Irán y sus aliados e Israel y Arabia Saudí (y sus respectivos aliados). Se produce un enfrentamiento militar que interrumpe el suministro de petróleo y aumenta el riesgo de que el conflicto acabe extendiéndose por toda la región.
Riesgo – el libre comercio de tambalea (30% de probabilidades de que ocurra). La Casa Blanca usa los subsidios de la UE a Airbus como excusa para abrir otro frente en la actual guerra comercial. Esta vez, el sector automovilístico europeo se encuentra en el punto de mira. El presidente Trump no cede para enviarle una señal firme a China.
Riesgo/oportunidad: Brexit sin acuerdo (30% de probabilidades de que ocurra). El Brexit duro acaba siendo mucho menos disruptivo para la economía británica de lo que se temía. Los activos en libras esterlinas arrojan rentabilidades superiores gracias a la fuerte depreciación que experimenta la divisa.
Oportunidad/riesgo – Pulso presidencial (60% de probabilidades de que ocurra) La Cámara de Representantes inicia un proceso de destitución (impeachment) contra Trump. El Senado lo absuelve. La campaña electoral gana protagonismo. Los mercados hacen caso omiso de las maquinaciones políticas hasta noviembre. Una vez conocido el resultado, y en ausencia de cambios radicales o anticapitalistas, es probable que tracen un rumbo estable.
Riesgo/oportunidad – Estímulos fiscales (20% de probabilidades de que ocurra). Alemania desata un Sturm und Drang (Tormenta e Ímpetu) fiscal, es decir, una política de estímulos fiscales en toda regla, por indicación de Christine Lagarde, ex ministra de finanzas de Francia y actual presidenta del BCE. Los rendimientos de los bunds se disparan, las tires mundiales repuntan con fuerza y el apetito por el riesgo se recupera, provocando pérdidas en las carteras de bonos. ¡El mercado alcista sigue vivo!
Oportunidad – Tregua comercial (60% de probabilidades de que ocurra). Trump firma un acuerdo comercial con China antes de las elecciones generales de EE.UU. Aunque se trata de un acuerdo «de mínimos», los mercados están tan aliviados que los sectores cíclicos viven un rally. Los bancos registran un excelente comportamiento.
Oportunidad – Los beneficios sorprenden (50% de probabilidades de que ocurra). Los beneficios de las empresas estadounidenses sorprenden positivamente tras la excesiva prudencia mostrada en sus previsiones para 2019. EE.UU. mantiene su puesto como líder de la economía mundial. En general, los precios del mercado sugieren que sigue vigente el régimen posterior a la crisis financiera mundial y que los bonos y las acciones mantendrán una correlación negativa, lo que actuará como una cobertura natural dentro de las carteras.
Tribuna de Shamik Dhar, economista jefe, BNY Mellon Investment Management
Pixabay CC0 Public Domain. La disrupción causada por el cambio climático no ha hecho más que empezar para los inversores
Los mercados financieros no están preparados para los grandes problemas que el cambio climático traerá consigo, según un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas. En septiembre, la organización de los Principios de Inversión Responsable de la ONU -compuesta por una red de inversores entre los que se incluyen 500 gestores globales- concluyó en su informe que los mercados no han puesto precio aún al cambio climático. Más importante aún es que la organización aseguró que los inversores deben esperar una respuesta para 2025 «que será contundente, abrupta y desordenada a causa del retraso».
Por lo general, los mercados financieros perciben más fácilmente los cambios más pequeños y rápidos con una repercusión a corto plazo, pero les cuesta más tener en cuenta factores como la incertidumbre, los puntos de inflexión o la disrupción que conllevan cambios más profundos. El cambio climático representa una de estas situaciones a las que los mercados se enfrentan con más dificultades. Hoy en día es posible pensar en una descarbonización completa de industrias como la del automóvil y todo gracias al desarrollo tecnológico. Aun así, muy pocos inversores pueden apreciar el cambio y la oportunidad que supone.
La disrupción sectorial del cambio climático
Hasta hace poco, la mayor parte de la atención del mercado sobre los activos afectados por el cambio climático se ha centrado en el carbón. Estos son los “activos inmovilizados”más obvios a medida que el mundo desarrollado abandona el carbón como fuente de energía. Los precios del carbón han caído a su nivel más bajo en varios años y cada semana se anuncian nuevos cierres anticipados de centrales térmicas de carbón.
Por ejemplo, Endesa anunció recientemente el cierre de sus dos últimas centrales térmicas de carbón en España, lo supondrá una pérdida de activos de 1,300 millones de euros. Sin embargo, se ha presta mucha menos atención a otros sectores económicos que se verán afectados por el cambio climático. El sector inmobiliario y el aeroespacial son dos ejemplos en los que los precios de los activos podrían sufrir las consecuencias del cambio climático.
Los activos de la industria aeroespacial (aeropuertos y aviones, sobre todo) tienen una larga vida útil por lo que, a futuro, las condiciones de la industria pueden ser críticas para su valor. A diferencia de la industria del automóvil, la aeroespacial comercial no ha llegado aún a ninguna solución tecnológica que sea viable y permita reducir sustancialmente sus emisiones. Así que, tras décadas de descensos en el coste del transporte aéreo, lo que ha promovido su crecimiento, habrá que subir las tarifas para reducir la demanda o simplemente para poner precio a los costes de las emisiones de CO2 producidas por la industria. Las emisiones de CO2 por pasajero y kilómetro en el transporte aéreo son muy elevadas.
Fuente Bernstein Research, septiembre 2019.
Un estudio de Sanford Bernstein sugiere que si las aerolíneas pagasen el coste de sus emisiones de C02 habría supuesto el 40% de sus beneficios del año pasado. En el futuro, el coste será aún mayor.
Al mismo tiempo, los sistemas de vídeo conferencia podrían sustituir una parte importante de los desplazamientos por negocios que se hacen en la actualidad. Los viajes de negocios son los que más beneficios reportan a las líneas aéreas y cada vez son más las empresas que se unen a planes para convertirse en negocios con cero emisiones, por lo que los viajes en avión están en el punto de mira. En la próxima década habrá cambios nada beneficiosos para las empresas de transporte aéreo.
Por otro lado, hasta hace poco, los efectos físicos del cambio climático en los activos inmobiliarios eran más una teoría a largo plazo, que algo tangible. En nuestros días, los episodios climáticos extremos se están incrementando y el nivel del mar está subiendo, todo esto está afectando a la opinión pública y es probable que repercuta en el valor de los activos. Por ejemplo, un reciente informe del grupo de inversión CLSA (Credit Lyonnais Securities Asia) y CWR (China Water Affairs) apunta a la vulnerabilidad de los activos inmobiliarios frente a las grandes tormentas y la posibilidad de que la crecida del nivel del mar pueda sumergir poblaciones.
Mientras, la industria de seguros reevalúa sus primas con relativa rapidez (anualmente) a medida que las incidencias de inundaciones y las pérdidas aumentan, los propietarios de viviendas tendrán que hacer frente al aumento de los costes de los seguros, los valores de los activos se verán sometidos a presión, e incluso es posible que sea necesario reubicar o reconstruir algunos de ellos.
Llegados a este punto, los factores climatológicos pueden tener un impacto dramático en las valoraciones de los activos. En este sentido, es probable que nos encontremos actualmente al principio de un período muy largo en el que los factores que impulsan el cambio climático tendrán un efecto creciente y significativo en los precios de los activos.
Tribuna de Simon Webber, gestor del fondo Schroder ISF Global Climate Change.
En la recta final del año 2019, mostramos una actitud sorprendentemente neutral en las diferentes clases de activos. Ahora bien, si nos atenemos a varias medidas de los flujos y del posicionamiento
del mercado observamos que no somos los únicos. En efecto, pese a las impactantes rentabilidades globales que algunos mercados han cosechado desde principios de año, la comunidad inversora presenta un posicionamiento cauto.
Dos elementos en cada dirección romperían el equilibrio en la balanza de la neutralidad general. La constatación de que el deterioro de las manufacturas se está propagando al consumo y/o una decepcionante relajación monetaria por parte de los bancos centrales de todo el mundo (con respecto a las expectativas actuales) augurarían una mayor precaución. En cambio, una mitigación de las tensiones geopolíticas (sobre todo el conflicto comercial y el Brexit) y/o nuevas pruebas de que el aumento de los índices de gestores de compras (PMI) asiáticos se está consolidando y expandiendo a otras regiones inspirarían una mayor confianza.
En la actualidad, estas cuatro fuerzas empujan en direcciones diferentes. El consumo en las economías desarrolladas se mantiene firme, pero varios indicadores de la demanda laboral se han debilitado hasta situarse en la banda inferior del rango del periodo posterior a la crisis financiera mundial. Aunque estos niveles no resultan lo suficientemente débiles como para hablar de recesión, el deterioro resulta palpable y se halla en el nivel esperado en esta fase del ciclo.
Mientras tanto, los mercados están descontando nuevas medidas acomodaticias por parte de los principales bancos centrales, y también se prevé que los tipos de interés en el Reino Unido y Europa se mantendrán por debajo de la inflación en los diez próximos años. Si bien el considerable peso de la deuda corporativa en el último programa de compras de activos del Banco Central Europeo nos recuerda que las autoridades políticas todavía tienen algo de «munición» en la recámara, los riesgos están sesgados hacia una decepción en términos de relajación monetaria.
La evolución de las negociaciones comerciales y el Brexit ha sido favorable en los últimos tiempos. En el caso del Brexit, la perspectiva de una salida «dura» o desordenada ha desaparecido a corto plazo con la convocatoria de elecciones generales en el Reino Unido a principios de diciembre. En el caso del comercio, se han registrado avances en las negociaciones entre China y Estados Unidos sobre la llamada «Fase 1» y se ha disipado la probabilidad de que se impongan aranceles a los automóviles. Ahora bien, los desenlaces definitivos de ambos acontecimientos distan mucho de haberse esclarecido.
Entre todo este bullicio, Asia se ha recuperado sigilosa y constantemente, como ponen de manifiesto, por ejemplo, los PMI de Taiwán y China, que han marcado máximos de varios meses. Una notoria consecuencia de la guerra comercial ha sido la internalización de las cadenas de suministro: algunas compañías, como Huawei, han forjado cadenas de suministro para dos años, todas dentro del continente asiático. Los inventarios europeos también se están reponiendo y los indicadores adelantados apuntan a una mejora de los datos económicos hacia finales del año.
Nuestras opiniones sobre las diferentes clases de activos no se han alterado, y una postura más neutral con respecto al año pasado, por ejemplo, resulta sensata en la coyuntura actual. Ahora bien, conforme se afianza un miniciclo de los inventarios, hemos vuelto a aumentar nuestro apetito por el riesgo hasta «neutral» y estamos acumulando una mayor exposición a la renta variable asiática.
Columna de Maya Bhandari, gestora de carteras Multiactivos en Columbia Threadneedle Investments.
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Pixabay CC0 Public Domain. Los bonos ETF en emergentes, una apuesta ganadora
Los mercados emergentes han sido una de las áreas de inversión más emocionantes de la última década. Aunque hay buenas oportunidades para cosechar sólidos rendimientos, existen, sin embargo, riesgos asociados que pueden reducirse con una selección inteligente de bonos. En ese sentido, la deuda en mercados emergentes con grado de inversión (investment grade) destaca como una fuente de rendimiento de alta calidad para los inversores que están dispuestos a mirar más allá de los mercados desarrollados.
El hecho de añadir un componente emergente a una asignación de renta fija existente puede mejorar la diversificación de la cartera y ampliar en gran medida el conjunto de oportunidades disponibles. Visto en el contexto de una cartera, los inversores pueden mejorar sus rendimientos ajustados al riesgo.
Por otro lado, para los gestores activos que estén limitados por la calificación crediticia, (como las aseguradoras y los fondos de pensiones), o aquellos que deseen evitar los tramos más bajos de calidad crediticia, creemos que una asignación dedicada a la deuda investment grade en emergentes proporciona una buena fuente de rendimiento de alta calidad y diversificación. En este sentido, el índice JP Morgan USD EM Investment Grade ESG Diversified Bond podría considerarse como una opción de risk-off debido a su amplia y alta calidad crediticia y por su reducida sensibilidad a la duración.
Un capa de sostenibilidad
Los inversores buscan cada vez más fondos de inversión que coincidan con sus valores personales de forma que sus ahorros puedan influir potencialmente en el cambio global. El enfoque elegido de ESG (Environmental, Social, Governance) se basa en la metodología JP Morgan JESG y tiene como objetivo ofrecer un rendimiento/riesgo similar al índice estándar de JP Morgan USD EM (el índice sin criterios ESG).
Cabe señalar que numerosas publicaciones académicas han demostrado que los criterios ESG tienen una correlación significativa a los credit ratings; pueden servir para la estimación de la sensibilidad al riesgo. Analizando el movimiento histórico del índice J.P. Morgan USD EM Investment Grade ESG Diversified Bond, vemos que también respalda este argumento defendido desde el entorno académico.
La aplicación del filtro ESG después del filtro de investment grade apenas tiene impacto en el rendimiento. La explicación de este efecto es que los emisores de bonos de alto rendimiento son, en la mayoría de los casos, bajos en el percentil de puntuación ESG.
Existe un amplio mercado de bonos ETFs en emergentes. Cabría preguntarse, cuáles son las consideraciones estratégicas más importantes qué habría que tener en cuenta para invertir en bonos de mercados emergentes. En este sentido, se puede decir que, en términos generales, hay dos formas de conseguir una inversión racional.
En primer lugar, las economías de mercados emergentes están dejando una huella cada vez mayor en términos de importancia en el crecimiento del PIB mundial, en la cadena de valor y en la actividad comercial. Junto con un marco generalmente laxo a nivel político y monetario dentro de los países, estas economías deberían tener un impacto económico creciente a nivel mundial.
En segundo lugar, y en relación con los mercados desarrollados, el universo de bonos de mercados emergentes en grado de inversión (investment grade) se compara favorablemente tanto desde el punto de vista de valoración como de los fundamentales.
Además, los mayores diferenciales asociados a la deuda investment grade de los mercados emergentes han sido históricamente una mayor protección frente al incremento de los tipos de interés. Dado que las inversiones en dólares americanos para los inversores que no están físicamente en mercados de dólares puede tener un impacto significativo en sus carteras, los inversores deberían considerar la posibilidad de cubrir este riesgo cuando sea apropiado. UBS ofrece esta posibilidad. De hecho, el UBS ETF (LU) JP MORGAN EM Investment Grade ESG Diversified Bond UCITS ETF combina la deuda de emergentes investment grade con lo que son entre las mejores capacidades de UBS ETFs: sosteniblidad y cobertura de divisa.
Tirbuna de Nina Petrini, directora de Pasivo y ETF en UBS AM.