Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte II)

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Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte II)
Pixabay CC0 Public Domain. Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte II)

Las caídas que han sufrido los mercados de renta variable en las últimas semanas por el impacto del coronavirus han llevado a comparar la situación actual con la crisis financiera mundial del 2008. Tras estudiar las similitudes, la deuda de los hogares y las condiciones de los préstamos bancarios, esta segunda parte del análisis se centra en el mercado laboral y la respuesta de autoridades políticas y monetarias.

Patrimonio: ¿fuerza o debilidad?

Así como clasificamos el exceso de deuda como un factor negativo para el consumo, tendemos a tratar la riqueza como un motor positivo. Sin embargo, como aprendimos durante la crisis financiera, cuando hay una sobrevaloración de los activos (y por lo tanto una sobreestimación de la riqueza), este catalizador positivo puede convertirse rápidamente en una vulnerabilidad.

De hecho, la posición de riqueza de los hogares era en general mejor antes de la crisis del coronavirus que antes de la gran crisis financiera. Esto es evidente tanto en términos de la tasa de crecimiento de la riqueza como de la relación entre riqueza y producción económica.

La reciente caída en los precios de los activos cambiará fundamentalmente ese panorama en los próximos meses, en particular en países como Estados Unidos y el Reino Unido, donde la exposición al mercado de renta variable es especialmente elevada.

Gráfico - Aberdeen

 

Tiempos más difíciles para el mercado laboral

A pesar de las tasas de desempleo históricamente bajas de las economías desarrolladas, el crecimiento del empleo y los salarios ya era más moderado en el primer trimestre de 2020 que en 2007. Aunque todavía es pronto, los datos recientes apuntan a un aumento del desempleo en las economías en las que es más fácil prescindir de los trabajados (por lo general, los países de habla inglesa).

Sin embargo, la duración de la actual crisis y sus efectos más duraderos determinarán en qué medida dicho aumento del desempleo se revertirá y con qué rapidez. Incluso aunque sea posible retirar de forma rápida las medidas de contención, la reactivación del mercado laboral puede llevar algún tiempo. Además, es posible que muchos de los que recuperen el empleo no lo hagan con el salario que ganaban antes de la crisis.

En muchos países europeos (incluida Alemania), los esquemas de trabajo temporal facilitan a las empresas la absorción de las disrupciones de corta duración de la actividad sin necesidad de despedir a los trabajadores. Sin embargo, estos esquemas son más difíciles de mantener durante períodos de tiempo más largos. El desempleo también puede aumentar dado que las tasas de vacantes y de contratación también están descendiendo. Por lo tanto, parece poco probable que se vaya a producir un rápido regreso a los bajos niveles de desempleo de los últimos años.

Los bancos centrales, con menos arsenal

Otra diferencia llamativa entre los dos episodios es la política monetaria de los bancos centrales. Antes de la gran crisis financiera mundial, los tipos de interés reales (es decir, después de tener en cuenta la inflación) estaban en niveles restrictivos. Cuando ha surgido la actual crisis, la postura de los bancos centrales era bastante más neutral.

Pero, incluso con el paquete de medidas monetarias no convencionales que se está poniendo en marcha y que cada vez es más amplio, la capacidad de los bancos centrales para amortiguar la crisis del COVID-19 se verá muy limitada. Con los tipos de interés mundiales ya en niveles muy bajos (negativos en algunos países), la munición restante es escasa.

Salvavidas procedentes de los gobiernos

Todo esto sirve para subrayar la importancia de los programas fiscales que los gobiernos y las autoridades están poniendo en práctica con el fin de atenuar el impacto de las medidas de contención. Estos van desde inyecciones de efectivo, ampliación de las prestaciones por desempleo y subsidios salariales hasta moratorias en las deudas para los ciudadanos. El objetivo es mantener a flote a las empresas y los hogares mientras duren las disrupciones en el mercado de trabajo, para que puedan reanudar fácilmente la actividad una vez que se levante el confinamiento.

Es probable que los países que más intensifiquen estas políticas y que las mantengan en vigor el tiempo necesario salgan de la crisis actual más fuertes en términos relativos, especialmente en los casos en que el sector doméstico ya era fuerte antes de la crisis.

Tribuna de Sree Kochugovindan, economista senior de Aberdeen Standard Investments

Cambios sin precedentes perfilan un nuevo paisaje global

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Cambios sin precedentes perfilan un nuevo paisaje global
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Desde los mínimos del 23 de marzo, los mercados de valores se han recuperado en torno al 20%, impulsados por el reequilibrio de los fondos de pensiones y la desaceleración de la tasa de crecimiento de la infección en los países de la UE más afectados. Además, los mercados de crédito se han recuperado hasta tal punto que las empresas están refinanciando la deuda existente a un ritmo rápido en los mercados de bonos corporativos de Estados Unidos.

En relación con esto último, uno de los principales desencadenantes fue el anuncio de la Fed de que destinará 30.000 millones de dólares del Fondo de Estabilización del Tesoro para comprar bonos corporativos con grado de inversión. Todavía no se ha decidido si también debe reducir los costes de financiación de los emisores de high yield, ya que esto podría sentar un precedente peligroso.

Asimismo, la Fed ha seguido el camino del Banco de Japón al desdibujar las líneas entre la política monetaria y la fiscal, financiando directamente parte del paquete de 2 billones de dólares de la ley CARES, liberando más de 450.000 millones de dólares del Fondo de Estabilización. La norma se dirige principalmente a personas o familias de ingresos medios (30% del paquete) así como a grandes (25%) y pequeñas (19%) empresas. Incluso se habla de un paquete económico adicional de 1 billón de dólares destinado a inversiones en infraestructura.

En Europa, las medidas fiscales adoptadas a nivel nacional han sido de una magnitud impresionante (en porcentaje del PIB), aunque varían entre países. Igual que en EE.UU., superan con creces los esfuerzos realizados durante y después de la gran crisis financiera. El talón de Aquiles del proyecto europeo sigue siendo la falta de solidaridad fiscal. De hecho, la mayoría de los países miembros están a favor de la emisión de «coronabonos», mientras que otros prefieren recurrir al Mecanismo Europeo de Estabilidad.

Como suele ocurrir, esperamos que los ministros de Finanzas de la UE lleguen a un compromiso para aplicar un paquete fiscal en toda la Eurozona. El sentido de urgencia es elevado y todos deberían darse cuenta de que la carga de la crisis de la COVID-19 debe ser compartida por todos. Este es un momento decisivo para el proyecto europeo.  

Además de estas medidas, se han ido desplegando cada vez más planes de acción de distanciamiento social y hay indicios alentadores de que la epidemia se está controlando en algunos países. Aun así, consideramos que todavía no estamos fuera de peligro por las siguientes razones:

  • Esperamos que las estrategias de salida de las cuarentenas sean muy graduales, ya que los epidemiólogos advierten del riesgo de una segunda oleada de la enfermedad en otoño o de su reimportación si se levantan las restricciones de viajes.
  • Con la temporada de resultados del primer trimestre a la vuelta de la esquina, una mayor claridad sobre el (desagradable) impacto real de esta crisis en los beneficios y pérdidas de las empresas y en los balances podría hacer que el mercado adoptara una postura más cautelosa.
  • Por el lado positivo, las tasas de hospitalización en Nueva York se han reducido antes de lo esperado, pero, dada la falta de medidas a nivel nacional, puede que esta evolución positiva no sea un reflejo de EE.UU. en su conjunto.
  • La confianza de los consumidores se verá gravemente afectada por la combinación de una alarma sanitaria con un menor poder adquisitivo, este último causado por la grave recesión del sector servicios.
  • Todavía hay áreas de evidente tensión, como el high yield o las divisas de los mercados emergentes. Sin un acuerdo global entre la OPEP+ y EE.UU. sobre las restricciones al suministro de petróleo, más de 100.000 millones de dólares en bonos energéticos high yield podrían emprender un viaje salvaje.

En resumen, no esperamos una recuperación en forma de V, sino posiblemente en U, y no suscribimos las opiniones de quienes hacen paralelismos con la crisis del 2008. Esta crisis no es de naturaleza sistémica, los bancos están mejor capitalizados y las autoridades competentes han estado más atentas a sus políticas monetarias y fiscales.

Como es obvio, la crisis del COVID-19 ha sido el catalizador de la introducción de medidas fiscales radicales que se inclinan hacia las políticas de izquierda en el mundo occidental. Estas medidas no convencionales podrían ayudar a afrontar la creciente desigualdad, un fenómeno que se vio en parte reforzado por la inflación de los precios de los activos después de la gran crisis financiera. Ahora, las recompras de acciones y los pagos de dividendos se están posponiendo, ya que la presión social está aumentando para redirigir una mayor cantidad de flujos de caja de las empresas lejos de los accionistas.

Y probablemente no se detendrá ahí. La justicia fiscal y el salario justo para un mayor número de trabajadores son temas que obtendrán un mayor apoyo. Los gobiernos taparán el agujero fiscal dejado por el impacto del coronavirus aumentando los impuestos a las empresas e incrementarán el gasto en atención médica para afrontar mejor futuras emergencias sanitarias. En consecuencia, el papel de las autoridades gubernamentales aumentará y esta dinámica debe tenerse en cuenta a la hora de invertir en empresas a largo plazo. Existe una oportunidad para DPAM como gestora activa, sostenible y basada en la investigación.

Tribuna de Alexander Roose, responsable de renta variable internacional de DPAM

Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte I)

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Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte I)
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En las últimas semanas, los mercados bursátiles han sufrido las caídas más pronunciadas desde 2008. Esto ha dado lugar a comparaciones con la crisis financiera mundial, el acontecimiento que ha definido los últimos 12 años. ¿Es válida la comparación? ¿Qué es diferente esta vez, y cómo se podría reconfigurar a la economía mundial una vez que la pandemia haya pasado?

¿Similitudes?

Históricamente, los períodos de reducción del gasto de los consumidores o de recesión han estado precedidos por una combinación de factores: una política monetaria restrictiva, la debilidad de los balances de las empresas o un aumento de la aversión al riesgo que impulsaba a los hogares a ahorrar más. Los orígenes y los motores de la actual conmoción mundial son, en cierto modo, únicos. No obstante, es probable que tenga un calibre similar al de la crisis financiera mundial de 2008, por lo que sigue siendo útil comparar las causas y las vulnerabilidades existentes al comienzo de cada uno de estos episodios.

Por regla general, las recesiones profundas suelen provocar que se pongan de manifiesto los grandes desequilibrios. Estos pueden ser, por ejemplo, un mercado inmobiliario sobrecalentado o niveles excesivos de deuda doméstica o corporativa. A su vez, esto limita la velocidad de cualquier recuperación una vez que la conmoción inicial ha pasado. A este respecto, hay varias diferencias claras entre los dos últimos períodos de crisis.

Los hogares están menos endeudados

En todo el mundo, la deuda de los hogares es, por lo general, menor que en 2007, incluyendo Estados Unidos y la zona euro, las dos economías más importantes desde un punto de vista sistémico. Por el contrario, el mayor aumento de la deuda se ha producido en las economías desarrolladas más pequeñas, como Australia, Canadá, los países nórdicos y Suiza. Estas regiones sufrieron menos durante la gran crisis financiera y, posteriormente, aprovecharon la barata y abundante oferta mundial de dinero durante los años siguientes.

Dentro de la zona euro, Francia sobresale ahora como una de las economías más vulnerables: el endeudamiento de los hogares se ha disparado, mientras que en muchos otros países ha disminuido o se ha estabilizado desde la crisis financiera mundial.

Los préstamos bancarios se están reduciendo

Es interesante observar que las condiciones de los préstamos (según las encuestas realizadas a los proveedores de préstamos) habían empezado a deteriorarse en varios países en 2007. En el caso de España, donde los desequilibrios relacionados con la burbuja inmobiliaria fueron especialmente importantes en 2007, tanto la oferta como la demanda de préstamos se habían deteriorado de forma considerable. De hecho, la economía española había empezado a entrar en recesión antes que otras economías de mercados desarrollados, y los datos relativos a ingresos y empleo ya se habían contraído con anterioridad al resto del ciclo mundial. España sufrió entonces una profunda y prolongada recesión de doble caída.

El endeudamiento de los hogares en España ha mejorado drásticamente desde esa fecha y no había grandes desequilibrios evidentes en el momento en el que ha emergido el brote de COVID-19. Ahora, al ser uno de los epicentros de la pandemia, probablemente experimentará una severa recesión. La esperanza es que el mejor estado de las finanzas domésticas permita una recuperación más fuerte de esta crisis actual.

Para la mayoría de los países, las condiciones de concesión de préstamos estaban en niveles neutrales durante el primer trimestre de 2020. Sin embargo, se espera que durante el próximo mes se deterioren, ya que los bancos reaccionan al descenso de la actividad y la demanda de préstamos se contrae. Esto ocurre a pesar de las medidas destinadas a alentar a los bancos a que apoyen más a las empresas y los particulares.

Cabe señalar que estas encuestas sobre las condiciones de los préstamos han actuado en el pasado como indicador principal del gasto de los hogares. Por lo tanto, vale la pena vigilarlas durante la futura fase de recuperación.

Tribuna de Sree Kochugovindan, economista senior de Aberdeen Standard Investments

La primera fase de la crisis del coronavirus ha terminado

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Pixabay CC0 Public Domain. La primera fase de la crisis del coronavirus ha terminado

Después de las caídas verticales del 5 al 23 de marzo de 2020, parece que, finalmente, los mercados han encontrado su primer suelo y empezaron un rebote técnico. Desde el inicio de esta crisis, los mercados han reflejado el impacto que ha tenido el cierre decretado por los gobiernos de sectores completos de la economía en una velocidad récord. 

Sin embargo, el movimiento ha sido clásicamente magnificado por las ventas forzadas de los inversores que se enfrentan a las llamadas de búsqueda de margen. Esta fase de desapalancamiento parece que ha tocado a su fin. Gracias a las decisivas intervenciones de los bancos centrales, que se benefician de lo que aprendieron durante la crisis de 2008, los mercados han sido capaces de continuar desempeñando sus principales funciones hasta la fecha. La esfera financiera está estabilizada por ahora, con el objetivo de que la crisis en la economía real sea gestionada de forma efectiva. 

En el lado de la pandemia, las noticias desde Lombardía e Italia son alentadoras. Los primeros signos del efecto positivo del confinamiento comienzan a confirmarse. El precio es astronómico, pero el efecto es evidente. Sin embargo, los países que primero se vieron afectados, desafortunadamente, no volverán a la normalidad económica de forma inmediata. De hecho, las medidas de restricción en las fronteras seguirán en vigor hasta que el virus haya remitido en los países y regiones más afectados. Aparte de eso, el contagio acaba de comenzar en África, por ejemplo. 

En resumen, hay luz al final del túnel, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Al mismo tiempo, la investigación para encontrar una droga y una vacuna está muy avanzada en China y en los países desarrollados. Es una carrera contra el tiempo, y con cada día que pasa de contención, el probabilidad de que el método de contención como en La Edad Media parece ser la única solución para aliviar sistemas de salud tensos.

Medidas loables, pero contraproducentes

La conmoción del sector privado en las economías condenadas a la contención requiere una respuesta de política monetaria coordinada y con las medidas de apoyo fiscal. Las empresas y los trabajadores por cuenta propia deben recibir una compensación, al menos, parcial por los ingresos perdidos como resultado de las medidas de cierre tomadas por los gobiernos. Esto puede considerarse como un seguro de daños tras un desastre natural. En ausencia de este apoyo al sector privado por parte del Estado, éste se verá permanentemente cargado con deudas adicionales que frenarán considerablemente la recuperación después de la contención. En otras palabras, el sector privado no puede apoyarse en transferencias forzadas o voluntarias, por muy bien intencionadas que sean, del sector privado al privado

Reducir o regalar temporalmente algunos alquileres, por ejemplo, puede aliviar situaciones individuales. Pero colectivamente, a nivel nacional, añadiría combustible al fuego deflacionario. Sin embargo, en interés general, es mejor asegurar el pago de los alquileres mediante medidas de apoyo puntuales, transfiriendo las cantidades necesarias del balance del Estado al de los agentes privados interesados. Este ejemplo ilustra dos aspectos. En primer lugar, el riesgo de que se adopten políticas bien intencionadas pero contraproducentes es elevado en los próximos meses. En segundo lugar, sin el respaldo del balance de los gobiernos no habrá salvación. El consenso neoliberal nacido en los años 80 con Ronald Reagan y Margaret Thatcher ha muerto para siempre esta vez. Ahora, nos dirigimos hacia un capitalismo de estado similar al que se practicó durante la guerra en los años 40. Como consecuencia, estamos perdiendo inexorablemente los mercados libres. El control de la curva de rendimiento, como en Japón, corre el riesgo de extenderse pronto a Europa y a los Estados Unidos.

Una nueva prueba de cohesión para Europa

Los criterios de Maastricht y el Pacto de Estabilidad en la zona euro fueron diseñados para prevenir el deslizamiento inflacionario en un momento en que los déficits públicos estaban generando inflación. El coronavirus ha sido su sentencia de muerte. La cohesión europea se pondrá a prueba tras el fin de la pandemia.

Cuando la conmoción de la tragedia sanitaria se calme, se planteará muy pronto la cuestión de la elección entre el retorno a la austeridad fiscal o el paso a un enfoque macroeconómico poco ortodoxo destinado a orientar el producto interior bruto (PIB) nominal a través de la política monetaria en conjunción con la política fiscal. Europa del Norte no se dejará influenciar sin luchar y Europa del Sur no tendrá elección. La cohesión europea está cerca de una nueva prueba. Reiteramos nuestro anuncio de dar preferencia a los países que puedan imprimir la moneda en la que emiten su propia deuda.

El papel del oro

Constantemente recibimos preguntas sobre el comportamiento del metal amarillo. De hecho, su papel es a menudo mal entendido. La característica más notable del oro es que protege contra el riesgo sistémico. En la crisis actual, los bancos son una parte esencial de la solución, a diferencia de 2008. Los Estados los necesitan para prestar abundantemente y a bajo interés con garantías gubernamentales. Por esta razón, el incumplimiento de los bancos está prácticamente descartado en un futuro próximo. 

Sin embargo, si las medidas para apoyar y estimular la economía real son insuficientes, incompletas o erróneas, la esfera real podría contaminar el sistema financiero dentro de unos meses. El oro se beneficiaría entonces de su característica de protección contra el riesgo de contrapartida. Mientras tanto, fluctúa con los vagabundos de los tipos de interés reales de los EE.UU., en un rango entre unos 1.500 y 1.700 dólares.

Los mercados de renta fija y de acciones reflejan ahora la «recesión exógena» que acaba de comenzar. Como resultado, los activos de calidad se están negociando a niveles récord de valoración en relación con los activos de tipo value. Sin embargo, creemos que es prematuro sumergirse en esta oportunidad. La oportunidad del value parece ópticamente muy convincente, pero debe evaluarse a la luz del actual conjunto de circunstancias sin precedentes.

Para que los activos value rindan y su ventaja de valoración se lleve a cabo, necesitamos que se cumplan dos condiciones. En primer lugar, la política macroeconómica debe formularse de manera que refleje eficazmente la economía. En segundo lugar, en la nueva era de rápido crecimiento de los controles gubernamentales, algunas decisiones de política podrían perjudicar gravemente a los activos value. Por ejemplo, las autoridades ya están interfiriendo en las políticas de dividendos. Si bien en el caso de los sectores o empresas que probablemente recurran a la ayuda estatal esto está perfectamente justificado, la tentación de extirpar esas intervenciones de manera más amplia podría ser difícil de resistir para los políticos. Cuidado con el value!

Inicio del segundo trimestre

Tras el análisis, hemos llegado a la conclusión de que mantendremos nuestras asignaciones actuales, sin reequilibrar mecánicamente nuestras carteras hacia una asignación estratégica de activos, como suele recomendarse en la práctica institucional. Mantenemos esa opción abierta para más adelante. También mantenemos el sesgo hacia las empresas de calidad que nos ha servido bien en esta crisis hasta ahora. 

La primera fase de la crisis ha terminado y estamos entrando en la segunda fase, el fin de la pandemia. Técnicamente, los mercados deberían volver a probar los recientes mínimos durante el segundo trimestre antes de recuperarse a medida que la actividad económica se recupera durante la segunda mitad del año. El camino a seguir sigue siendo volátil y, sobre todo, depende de las decisiones políticas.

Para concluir, quisiera compartir una reflexión basada en la experiencia adquirida durante crisis anteriores como las de 1987, 1998 o 2008. La disminución de algunos precios de los activos en esta crisis es ciertamente impresionante a corto plazo. Sin embargo, siguen contenidas en los mercados de valores, dado el remedio prescrito a la economía real para absorber esta pandemia. Dentro de 12 a 18 meses, podríamos sorprendernos en retrospectiva al ver el potencial de recuperación de los mercados. Todavía estamos en un mercado alcista secular. Parece difícil de creer, pero era igual de difícil de imaginar en el otoño de 1987.

Tribuna de Yves Bonzon, CIO de Julius Baer.

¿Cómo comprender el comportamiento de los mercados bursátiles frente a la crisis del coronavirus?

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¿Cómo comprender el comportamiento de los mercados bursátiles frente a la crisis del coronavirus?
Pixabay CC0 Public Domain. ¿Cómo comprender el comportamiento de los mercados bursátiles frente a la crisis del coronavirus?

Al preguntarnos por la reacción de los mercados ante la crisis del coronavirus, sin duda, debemos citar el temor a una recesión. No obstante, resulta imposible comprender el desplome tan repentino como marcado de los mercados sin analizar primero unos catalizadores de índole más psicológica.

En primer lugar, la propagación de la epidemia: en cada país, sigue una curva clásica denominada “epidémica” en forma de campana que comienza por una fase de crecimiento exponencial. Sin embargo, a pesar de este dato estadístico objetivo, todo el mundo parece seguir mostrándose sorprendido -incluidos los mercados financieros- ante las cifras que se dan a conocer a diario.

Contra toda lógica, su aceleración constituye motivo de sorpresa, y este sentimiento parece seguir produciéndose en Estados Unidos en la actualidad, lo que explica que presenciemos unas reacciones tardías, en ocasiones cercanas al pánico, y, en cualquier caso, siempre ineficientes.

En segundo lugar, tenemos la evolución de la confianza: desde siempre, la confianza es el elemento que convierte las previsiones económicas en valoraciones de mercado. Desde hace más de una década, los inversores podían, con razón, depositarla en unas economías estables a largo plazo y en unos tipos de interés objeto de recortes periódicos, puesto que los propios bancos centrales, símbolo de la credibilidad, se encargaban de garantizar que así fuera.

De este modo, las valoraciones de absolutamente todos los activos financieros habían alcanzado máximos históricos pocos días antes de que se identificase la amenaza que planteaba el coronavirus. Y mejor aún, o más bien peor: esta visibilidad había permitido a los más audaces -y habían llegado a ser numerosos- beneficiarse de esta ganga endeudándose para posicionarse en estos activos.

No hay término más idóneo para resumir esta situación que el de fragilidad: este contexto podría perfectamente haber perdurado aún durante un largo tiempo, con la condición expresa de no ser objeto de una perturbación violenta. Pero, ¿existe acaso una perturbación más violenta que el confinamiento de cerca de la mitad de la población mundial?

Tribuna de Didier Saint-Georges, miembro del Comité de Inversiones Estratégicas de Carmignac

La segunda ola

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RogerMosley Olas Waves
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Roger Mosley. Foto: Roger Mosley

Cuando el COVID-19 apareció en diciembre de 2019, la mayoría de los observadores lo consideró un problema de China. La reacción de los mercados globales fue, primero, de inquietud ante la posibilidad de disrupciones en el suministro y, posteriormente, de tranquilidad cuando China adoptó medidas agresivas de cuarentena en Hubei, la provincia en la que el virus se originó.

Más de dos meses después del cierre de Hubei, la economía mundial se encuentra en una situación precaria. En el momento de redactar este informe, se están notificando 40.000 nuevos contagios diarios, y se han puesto en marcha medidas de confinamiento extremas para impedir la propagación del virus y aliviar la sobrecarga de los sistemas sanitarios nacionales. La reducción del 14% al 11% (en el momento de escribir este texto) en el número de nuevos contagios diarios respecto a la semana anterior hace pensar que las medidas comienzan a surtir efecto poco a poco.

Ante la ausencia de precedentes modernos de confinamientos de esta magnitud, tan solo podemos tomar a Italia y China —dos de los países más afectados— como escenarios base sobre la evolución que podría darse en el resto del mundo. Por desgracia, ninguno de estos países se ha recuperado completamente del virus. La historia de la recuperación china es posiblemente la más importante a examinar en este momento, ya que el país está comenzando a volver a la normalidad. Cuando China suavice sus restricciones y reabra su economía doméstica podremos estudiar la probabilidad de una segunda oleada de contagios.

En este momento, China está reportando unos 35 casos nuevos al día, lo que supone una notable reducción respecto a sus niveles máximos. La gripe española evolucionó inicialmente de una forma similar: apareció en marzo de 1918 y fue descendiendo durante el verano. No obstante, retornó con una fuerza mortífera a finales de agosto de ese año. Según el consenso generalizado, esta segunda ola, que los soldados embarcados en naves militares propagaron por todo el mundo, vino provocada por una cepa mutada del virus original. A lo largo de dos meses, el virus mutado mató a millones de personas de todo el mundo.

A comienzos de 1919 surgió una tercera cepa mutada, pero la escasa circulación de personas entre países a causa de la guerra evitó que esta última ola se propagara tanto como la segunda. Vemos muy probable que el COVID-19 mute de forma similar cuando se levanten las cuarentenas.

Esto viene a sumarse a los múltiples factores que dificultan el desarrollo de una vacuna, que tendría que garantizar la inmunidad ante futuras cepas. Mientras tanto, los países deberán supervisar estrechamente los desplazamientos interiores y exteriores de sus ciudadanos conforme las medidas de confinamiento se vayan relajando durante los próximos meses.

Aunque el presidente Trump ha sugerido que EE.UU. podría reabrirse a principios de mayo, un final tan abrupto y prematuro de las iniciativas de confinamiento podría resultar devastador tanto para la economía como para el sistema sanitario de producirse una segunda ola.

Desde el punto de vista de los activos de riesgo, creemos que el caso de la recuperación tras el COVID-19 plantea tres riesgos principales: la capacidad de la política presupuestaria para evitar que los shocks de oferta y demanda se agudicen aún más; el impacto del virus sobre el crecimiento del PIB en los mercados desarrollados durante el segundo trimestre, y la posibilidad de que se produzca una segunda ola. A nuestro juicio, los dos primeros riesgos palidecen en comparación con el surgimiento de una segunda ola. Incluso sin una mutación, el COVID-19 ha demostrado que puede propagarse y provocar muertes a gran velocidad. Antes de que la economía global pueda plantearse llevar a cabo una recuperación, es necesario confirmar que podremos contener una segunda ola del virus.

 

Columna de opinión de Charles Hepworth, director de inversiones en el equipo Managed Fund Solutions de GAM Investments.

 

Advertencias legales importantes: 

Los datos contenidos en este documento tienen simplemente el objetivo de la información y no constituyen asesoramiento de inversión. Por la veracidad y exactitud del contenido de esta información se declina toda responsabilidad. Cualquier recomendación u opinión contenida en este documento puede cambiar y refleja el punto de vista de GAM en las actuales condiciones económicas. Se declina toda responsabilidad por la veracidad y exactitud de los datos. La rentabilidad pasada no es un indicador de la rentabilidad actual o futura.

Global Environmental Opportunities: transformando la inversión sostenible

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Pixabay CC0 Public DomainGabor Molnar. Gabor Molnar

Gracias a la aparición de una próspera industria de productos medioambientales, invertir en la protección del planeta ya no implica renunciar a la rentabilidad.

A la hora de invertir en una industria que evoluciona con rapidez, como la de los productos y servicios medioambientales, identificar las oportunidades más prometedoras no es tarea fácil.

Por eso los gestores de nuestra estrategia Global Environmental Opportunities (GEO) han desarrollado un proceso que combina una metodología científica basada en normas y la investigación tradicional de cada una de las empresas para construir su cartera.

La primera etapa del proceso consiste en identificar a las empresas con mejores credenciales medioambientales. Es decir, empresas que no consumen materias primas en exceso ni generan cantidades desproporcionadas de residuos. A continuación, de entre este grupo seleccionamos empresas especializadas en el desarrollo de productos o servicios concebidos para mitigar los daños causados al medio ambiente.

A fin de identificar las empresas que presentan estas características, realizamos una auditoría ecológica que determina la huella medioambiental de más de 100 subindustrias. Esta auditoría incorpora dos nuevas herramientas de medición: el marco de referencia de los Límites Planetarios (LP) y el Análisis del Ciclo de Vida (ACV).[1]

El marco de los LP es un modelo que define el “espacio operativo seguro” ecológico dentro del cual deberían llevarse a cabo las actividades humanas.[2]

Desarrollado por un equipo de científicos y economistas eminentes, el marco de los LP establece umbrales ecológicos para nueve de los fenómenos medioambientales antrópicos más perjudiciales (véase el gráfico). El modelo cuantifica un conjunto de límites que, en caso de superarse, pondrían en peligro las condiciones medioambientales que han contribuido decisivamente a la prosperidad humana durante miles de años. Por ejemplo, para que el suministro mundial de agua dulce se mantenga estable, el consumo total de agua de la humanidad debe mantenerse por debajo de un nivel de entre 5.000 y 6.000 kilómetros cúbicos al año. El modelo de los LP también especifica que, para que las emisiones de dióxido de carbono se mantengan en niveles aceptables, la proporción de CO2 en la atmósfera no debe superar las 350 partes por millón.

Fig. 1: Límites Planetarios

Pictet AM

Fuente: Stockholm Resilience Centre, Pictet Asset Management, a 29/12/2019

El ACV, por su parte, es una metodología que se utiliza para calcular las emisiones de residuos y el consumo de recursos de cada una de las industrias que conforman la economía global. Este modelo analiza todas las actividades de la producción de un bien o servicio: la extracción de materias primas, los procesos de fabricación, la distribución y el transporte, la utilización de los productos, los desechos y el reciclaje.2

En nuestro proceso, combinamos el ACV con los LP para crear una lente que pueda identificar con precisión las industrias cuya huella medioambiental es menor.

He aquí un ejemplo de cómo funciona el proceso:

Los Límites Planetarios establecen que la capa de ozono debe tener un espesor de 276 milímetros. Para que el agujero en la capa de ozono comience a cerrarse, las emisiones totales mundiales de sustancias que reducen la capa de ozono deberían mantenerse por debajo de los 6.600 millones de toneladas al año. A nivel empresarial, esto significa que el umbral de emisiones de dichas sustancias se establece en 2,48 kg por cada millón de USD de ingresos al año. Solo las empresas cuyas emisiones totales, según el ACV, se mantengan dentro de los Límites Planetarios serán aptas para su inclusión en nuestro universo de inversión.[3]

Este análisis es necesario porque creemos que la mayoría de los informes sobre el medio ambiente que se elaboran hoy en día son demasiado restringidos o demasiado subjetivos. La mayoría de los modelos de huella medioambiental se centran exclusivamente en los procesos de fabricación, pero no tienen en cuenta el resto del impacto ecológico que generan, por ejemplo, los proveedores o los productos y servicios a lo largo de toda su vida útil. Tomemos la industria automovilística como ejemplo. Las emisiones de un automóvil durante su vida útil son de cuatro a cinco veces más altas que las derivadas solamente de su fabricación. Limitarse a medir el nivel de emisiones durante el proceso de producción automotriz no basta para calcular la verdadera huella ecológica total de los fabricantes de automóviles.

Una vez finalizada la auditoría ACV-LP, la segunda etapa del proceso consiste en examinar más a fondo la actividad principal de cada una de las empresas identificadas en la primera etapa. En este punto nuestro objetivo es determinar qué empresas desarrollan productos y servicios que logran verdaderos avances en la reversión de la degradación del medio ambiente. Asignamos a cada empresa un valor de “pureza temática”, un indicador de concepción propia que cuantifica qué porcentaje del valor de empresa (VE), los ingresos o el EBITDA se deriva de productos y servicios medioambientales en cada compañía. Para que una empresa pueda ser incluida en la cartera, su valor de pureza debe ser de al menos el 20%.[4]

Estos filtros reducen nuestro universo de inversión a unas 400 empresas. A continuación, realizamos otro análisis para determinar qué empresas del universo cumplen los criterios definidos por los LP. Después llevamos a cabo una minuciosa investigación de cada una de las empresas para encontrar aquellas cuyas características de riesgo-rentabilidad son más atractivas. Utilizamos un sistema de calificación propio que incluye indicadores de la solidez del modelo de negocio, la calidad de la gestión, la valoración y el dinamismo operativo. El análisis ASG también se integra sistemáticamente en esta etapa.

El resultado es una cartera concentrada de aproximadamente 50 títulos –en la que cada inversión combina un atractivo perfil de riesgo-rentabilidad con un escaso impacto medioambiental.

Medición de la huella medioambiental: Límites Planetarios y Análisis del Ciclo de Vida

Pictet AM

Fuente: Stockholm Resilience Centre, Pictet Asset Management

Pero nuestro proceso de inversión no termina ahí. Nuestro objetivo es ser propietarios activos de las empresas en las que invertimos. Para ello, ejercemos los derechos de voto a través de una plataforma de votación por delegación e interactuamos con las empresas para asegurarnos de que cuentan con la mejor estructura de gobierno corporativo posible. A nuestro juicio, esta forma de capitalismo responsable no solo mitiga los riesgos sino que también genera rentabilidades del capital sostenibles a largo plazo.

Durante mucho tiempo los inversores han reconocido la necesidad de proteger el planeta, pero también han albergado recelos sobre los sacrificios financieros que podía implicar el hacerlo. Ahora, gracias a la aparición de una próspera industria de productos medioambientales, estas preocupaciones deberían desaparecer rápidamente.  Proteger el medio ambiente e invertir para obtener plusvalías han dejado de ser dos conceptos incompatibles.

Fig. 2 Interacción activa

Ejemplo de cómo hemos interactuado con una empresa de servicios públicos medioambientales con sede en el Reino Unido

Pictet AM

Fuente: Pictet Asset Management

 

Tribuna de Luciano Diana, director de inversión temática ambiental de Pictet Asset Management y gestor de Pictet Global Environmental Opportunities.

 

Anotaciones:

[1] Utilizamos la base de datos “Economic Input-Output Life Cycle Assessment (EIO-LCA)” de la Universidad Carnegie Mellon para cuantificar el impacto medioambiental de 157 subindustrias empresariales, definidas por MSCI y S&P Global en su metodología Global Industry Classification Standard.  Para más información, véase http://www.eiolca.net/ and https://www.msci.com/gics

[2] Steffen et al, Stockholm Resilience Centre, septiembre de 2009

[3] Retiramos del universo de inversión las empresas que figuran en nuestra “lista negra” –compuesta por empresas que comercializan armas controvertidas, como minas antipersona, armas químicas o municiones de racimo

[4] La cartera tiene una calificación media de pureza de al menos el 60%

 

Mas información sobre nuestra estrategia tematica

 

 

Notas importantes

Este documento comercial es una publicación de Pictet Asset Management (Europe) S.A.. No va dirigido ni deberá ser distribuido a, ni utilizado por ninguna persona o entidad que sea ciudadano o residente de un Estado o que esté domiciliado en algún lugar, Estado, país o jurisdicción en el que dicha distribución, publicación, disponibilidad o uso sea contrario a las leyes o normativas vigentes. A efectos de la toma de decisiones de inversión, sólo podrán considerarse publicaciones del fondo las últimas versiones publicadas del folleto, del KIID (Datos fundamentals para el investor), del reglamento y de los informes anual y semestral del fondo. Estos documentos están disponibles en assetmanagement.pictet o en Pictet Asset Management (Europe) S.A., 15, avenue J. F. Kennedy, L-1855 Luxemburgo.

La información y los datos presentados en este documento no deberán considerarse como una oferta o una incitación para comprar, vender o suscribir títulos u otros instrumentos o servicios financieros.

La información, las opiniones y las estimaciones expresadas en este documento reflejan un juicio emitido en su fecha original de publicación y están sujetas a cambios sin previo aviso. Pictet Asset Management (Europe) S.A. no ha tomado ninguna medida para asegurarse de que los valores mencionados en el presente documento son adecuados para un determinado inversor, y este documento no deberá utilizarse como sustituto del ejercicio de un juicio independiente. El tratamiento fiscal depende de las circunstancias particulares de cada inversor y puede cambiar en el futuro.

Antes de tomar una decisión de inversión, se recomienda a todo inversor que verifique si la inversión en cuestión es apropiada, teniendo en cuenta en particular sus conocimientos y su experiencia en materia financiera, sus objetivos de inversión y su situación financiera, o que obtenga asesoramiento profesional cualificado.

El valor y la renta de cualquiera de los títulos o instrumentos financieros mencionados en este documento puede aumentar o disminuir y es posible que los inversores recuperen un importe inferior al que invirtieron originalmente.

Las rentabilidades pasadas no son una garantía ni un indicador fiable de los futuros resultados. Los datos relativos a la rentabilidad no incluyen las comisiones y los gastos cobrados en el momento de la suscripción o reembolso de las participaciones. Este material comercial no pretende sustituir la documentación completa del fondo ni ninguna información que deban obtener los inversores de los intermediarios financieros que intervengan en relación con su inversión en participaciones o acciones de los fondos mencionados en el presente documento.

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Los cisnes negros

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Pixabay CC0 Public Domain. Los cisnes negros

El cisne negro es un animal extraño. Algunos, incluso, dirían que no existe. En los mercados financieros, la expresión se utiliza para describir un acontecimiento inesperado que aparece por sorpresa, tiene un impacto importante y, a menudo, no se entiende bien por los  participantes en el mercado. 

Son, por definición, difíciles de predecir y están más allá del ámbito de las expectativas normales en base a lo acontecido en el pasado. A estos eventos se les suele dar una probabilidad de que se produzcan cercana a cero, aunque se reconoce que el impacto es potencialmente grande. En Estadística nos referiríamos a ellos como un valor atípico. Es importante señalar que la aparición de un cisne negro suele ir acompañada de un sentimiento de pánico en los mercados, ya que los inversores pensaban que esos acontecimientos eran «imposibles» que se produjeran. 

Con la rápida caída a plomo del precio de los activos financieros, se pierde el marco de referencia, lo que conduce a que los activos tengan cotizaciones muy castigadas ya que los inversores buscan activos refugio. Ganancias acumuladas que tardaron años en alcanzarse se evaporan en horas, días o semanas. «Los precios suben por las escaleras y bajan con el ascensor…», suele decir el aforismo en inglés (“Prices go up the stairs and down with the lift…”).

Impredecible, perturbador, pero temporal

Los cisnes negros son impredecibles y generan pérdidas rápidas y contundentes. Los inversores con posiciones concentradas y carteras apalancadas podrían verse expulsados del mercado o, incluso, llevar a una bancarrota.

En términos más generales, estos acontecimientos pueden perturbar los mercados, ya que la ausencia de compradores perjudica la liquidez del mercado. Se utilizan aquellos más activos líquidos para financiar los  activos “invendibles” y menos líquidos, lo que provoca olas de pánico en los mercados y siembra una crisis financiera. Es posible que los Bancos Centrales tengan que intervenir como prestamistas de última instancia para garantizar el buen funcionamiento de los mercados y, por tanto, evitar que se produzca una crisis. Una vez que se restablezca la confianza y la liquidez, los inversores vuelven a evaluar racionalmente el valor razonable de los activos financieros.

En esta cadena de acontecimientos  es importante señalar que las ventas por sentimiento de pánico conducen a precios bajos injustificados, es decir, a la sobreventa. Una vez que los inversores empiezan a comportarse racionalmente de nuevo -por ejemplo, después de que el Banco Central haya proporcionado respaldo de liquidez- los activos financieros es cuando pueden empezar a converger de nuevo hacia un valor razonable. A partir de ese momento, un cisne negro empieza a representar una oportunidad de compra. El reto es, por supuesto, comprender el momento exacto en que los mercados dejan de reaccionar ante el miedo. 

Es importante comprender la psicología del mercado y los sesgos de comportamiento de los inversores. A las condiciones de sobreventa (oversold) suelen seguir  una última fase de capitulación, en la que los inversores no pueden soportar las pérdidas y sienten que deben actuar. En esa última ola de ventas, los partícipes quieren salir a cualquier precio del mercado. Desde ese momento, los inversores con poder adquisitivo y cierta paciencia y templanza pueden intervenir y empezar a construir la rentabilidad futura de su cartera. Aunque teóricamente esto parece fácil, comprar en el punto más bajo del ciclo  es psicológicamente difícil ya que todos los inversores se precipitan. Reconocer los activos de calidad de los que pueden estar seriamente deteriorados también es un reto. Dicho esto, tener una visión a largo plazo y una asignación estratégica de activos puede ayudar.

Los cisnes negros no son creados iguales

No todos los cisnes negros son iguales. Algunos pueden ser de corta duración, otros limitados a una clase de activos, o ser globales con consecuencias de eventos de gran alcance. Los acontecimientos del 11 de septiembre tuvieron un impacto de mercado bastante efímero, ya que los precios se recuperaron antes de finales de 2001, pero implicaron el cierre de los mercados. La caída de 1987 provocó una reacción muy rápida de los precios, en torno a una caida fulgurante del -25%, que posteriormente desencadenó muchos interrogantes sobre el funcionamiento de los mercados y la estrategia para asegurar las carteras. El índice S&P 500 tardó casi dos años en recuperarse completamente tras el varapalo inicial. En 2008 lo que se produjo fue totalmente diferente, o, mejor dicho, una cadena de acontecimientos que  desembocó en una crisis financiera mundial. La quiebra de Lehman Brother podría considerarse probablemente el shock que condujo finalmente all estrés de los inversores. Los mercados tardaron años en recuperarse, aunque 2009 es recordado como un año duro para la mayoría de las clases de activos afectados.

Los acontecimientos mencionados anteriormente como ejemplo tienen diferentes causas y provocan diversas reacciones por parte de las autoridades. Por ejemplo, durante los atentados terroristas del 11 de septiembre, la respuesta fue el cese de las actividades en los mercados. El lunes negro de 1987 llevó a la Reserva Federal a proporcionar liquidez inmediata a los mercados, pero también la introducción de cortafuegos que todavía se utilizan hoy en día. Por último, la reacción de las autoridades a la crisis de 2008 es bien conocida y sigue vigente hoy en día, es decir, las políticas expansivas QE de los bancos centrales y el endurecimiento de la regulación bancaria.

Podemos aprender algunas lecciones de esos acontecimientos pasados que pueden ser útiles para la situación actual:

  • Los mercados reaccionan con fuerza y rapidez ante un cisne negro, siempre que la conmoción esté relacionada con los mercados financieros o con la economía.
  • La reacción de los partícipes tiende a ser exagerada, lo que lleva a una sobreventa (oversold) y, posteriormente a la existencia de oportunidades de compra y rebotes.
  • Todos los cisnes negros son diferentes en naturaleza, tiempo y alcance. Pueden desencadenar diferentes reacciones de los mercados y en las autoridades, pero suelen ser puntos de inflexión decisivos.
  • El shock es temporal y los mercados se recuperan al final, aunque con mayor o menor rapidez. El tiempo es siempre un problema.

El cisne Covid-19

La situación con la aparición del coronavirus no es una excepción. Es un evento negativo que afecta profundamente a la economía global y que aún nos cuesta entender. Los mercados financieros han reaccionado de manera desordenada, lo que ha llevado a una crisis de liquidez que se extiende a una gran parte de clases de activos. Se han producido múltiples fases de capitulación y se ha desestabilizado a los potenciales  compradores. Sin embargo, los gobiernos están tomando estrictas medidas sanitarias para frenar la epidemia y proporcionando un gran apoyo financiero para limitar el impacto económico. Los bancos centrales están interviniendo masivamente para evitar que se produzca una crisis financiera. Estas acciones resultarán decisivas y aportarán estabilidad a los mercados. 

La crisis de Covid-19 es, por naturaleza, temporal, aunque su duración es incierta. No hay que subestimar el impacto económico, pero tan pronto como los inversores vean que la epidemia se controla y pueda estimarse mejor el impacto económico, los precios se alejarán de los niveles de la crisis. Como primer paso, la venta indiscriminada será reemplazada por la compra selectiva. Con los precios de las acciones que han bajado hasta niveles del 30% o 40%, se pueden encontrar ciertamente activos de calidad con claro descuento.

Tribuna de Gilles Prince, CIO en Edmond de Rothschild en Suiza.

COVID-19: las diez semanas que pararon el mundo

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Pixabay CC0 Public Domain. Covid-19: las diez semanas que pararon el mundo

En febrero, nos sorprendió que Wuhan, una ciudad china de 11 millones de habitantes, pudiera paralizarse en un esfuerzo por contener el coronavirus. Dos meses después, se estima que el 50% de la población mundial está viviendo bajo un bloqueo pandémico y la economía mundial está sufriendo debido a que el número de infecciones en Europa y los EE.UU. supera las registradas en China.

La pandemia del Covid-19 ha matado ya a casi 70.000 personas en todo el mundo y se han registrado más de 1,2 millones de infectados, de los cuales una cuarta parte están en Estados Unidos. Mientras tanto, las medidas de contención en todo el mundo se han intensificado y las nuevas infecciones registradas en China corresponden exclusivamente a nacionales que han regresado del extranjero. En el frente monetario, la respuesta de los bancos centrales no tiene precedentes en cuanto a su amplitud y alcance, pues continúan tranquilizando a los mercados con liquidez a corto plazo. Paralelamente, el gasto fiscal nunca visto está contrarrestando las tasas récord de desempleo en todas las economías y, afortunadamente, se produce en un momento en que los gobiernos pueden permitirse pedir prestado a tipos de interés bajos o incluso negativos.

Una lección positiva de los éxitos de China y Corea del Sur en el combate contra el Covid-19 es la necesidad de pruebas intensivas. Las capacidades y tecnologías de prueba están mejorando rápidamente, incluyendo pruebas de «serología» para detectar la inmunidad de los individuos. Esto ofrece cierta esperanza de que, con el tiempo, pueda ayudar a los gobiernos a poner en marcha de nuevo sus fuerzas de trabajo. El número de estas pruebas denominadas «reacción en cadena de la polimerasa de transcripción inversa» (conocidas como RT-PCR) ha aumentado a más de un millón, debido a que los Estados Unidos, China, Europa y Corea del Sur han ampliado significativamente sus capacidades de prueba en los últimos dos meses.

Los mercados reflejaron la congelación económica sin precedentes del primer trimestre del año con descensos brutales a medida que el virus reducía drásticamente la producción y el consumo. A medida que entraron en vigor medidas de contención más rigurosas en Estados Unidos y la pandemia mostró signos tempranos de desaceleración en Italia y España, los dos estados más afectados de Europa, los índices recuperaron algunas de sus pérdidas. El S&P500 terminó el trimestre un 20% más bajo y el Euro Stoxx 50 cayó un 28% en el período de tres meses.

La curva de la recuperación

La cuestión es si las economías del mundo pueden recuperarse tan rápido como se han estancado. Lamentablemente, las expectativas iniciales de una contracción severa en forma de «V», seguida de una recuperación igualmente rápida, empiezan a parecer demasiado optimistas. China ha demostrado que con la aplicación cuidadosa de las medidas de salud pública adecuadas, una economía puede recuperarse, incluso en forma de «V». El índice del gerente de compras del país la semana pasada fue de 52.0, mostrando una expansión inesperada en marzo desde el récord mínimo de 35,7 de febrero. Aun así, no podemos profundizar demasiado en esto todavía. Aunque la economía de China es ciertamente menos dependiente de las exportaciones que, digamos, hace 12 años, sigue siendo altamente dependiente del consumo en el resto del mundo, donde los mercados están más o menos congelados.

Las alternativas son, por un lado, que la economía mundial corra el riesgo de experimentar una recuperación en forma de «U» si las medidas contra el coronavirus se levantan gradualmente. Eso implicaría que las empresas, los empleos y el gasto de los consumidores pueden volver a la normalidad rápidamente después de una desaceleración prolongada. Por otro lado, una perspectiva menos optimista apunta a una caída en forma de «L» en una recesión persistente si las medidas de contención tienen que mantenerse. Incluso una recuperación-descenso-recuperación en forma de ‘W’ es discutible. Si las economías se reactivan demasiado pronto podrían verse golpeadas por una segunda ola de infecciones. Por ahora, ninguna de estas formas refleja nuestra hipótesis de trabajo.

En esta etapa, creemos que la curva de recuperación más probable se parecerá más a un tick, o una forma a veces comparada con el logo de Nike; un descenso brutal seguido de un rápido rebote que luego se reduce. Por supuesto, la recuperación puede no parecerse a ninguno de estos patrones, o ser más compleja y opaca. Pero esta inmensa variedad acentúa lo difícil que es predecir la forma de la economía mundial en los próximos meses.

Nuestra atención se centra en los indicadores coincidentes. En la crisis actual, dado que los mercados tienden a ser previsores, es útil vigilar el apetito por el  riesgo en todas las clases de activos, que a menudo refleja la tensión económica antes de que sea visible en los datos macroeconómicos oficiales.

Posicionamiento de las carteras

En un período tan volátil, es evidente que la clave está en mantener una cartera diversificada y líquida. Hemos ajustado sistemáticamente nuestra exposición a la renta variable en todas las carteras para tener en cuenta la deriva del mercado que experimentan en un entorno tan volátil y hemos vendido posiciones en deuda de mercados emergentes en moneda fuerte, manteniendo por ahora el efectivo en reserva.

Hasta que la efectividad de las medidas de salud pública de los Estados Unidos sea más evidente, vemos un mercado de acciones limitado al alza desde los niveles actuales. El rebote del mercado de los últimos tiempos se puede revertir a medida que las noticias negativas sobre los datos económicos, las advertencias sobre beneficios y las rebajas de la calificación crediticia se hagan notar. Por lo tanto, hemos comprado algunas protecciones de cartera basándonos en una estrategia “put spread”.

Los mercados de divisas experimentaron cierta tensión en la financiación en dólares estadounidenses, que se ha visto aliviada por las intervenciones de la Reserva Federal. Sin embargo, hubo algunos problemas respecto a los metales preciosos, con unos márgenes de oferta y demanda que se ampliaron hasta 10 veces los niveles normales. La liquidez en el mercado de bonos continúa siendo complicada y las oportunidades de comprar buenas emisiones son limitadas.

Planificación patrimonial en tiempos de coronavirus

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Los patrimonios de las personas, como sucede con cualquier cosa, están sujetos a riesgos de diversa índole.  

Entre ellos, cabe destacar los siguientes:

  1. confiscación;
  2. devaluación;
  3. doble tributación;
  4. filtración o robo de información;
  5. inestabilidad política;
  6. inflación;
  7. inseguridad jurídica;
  8. intercambio de información;
  9. juicios y ataques por parte de terceros;
  10. problemas sucesorios; y
  11. voracidad fiscal.

Dependiendo del tipo de activo de que se trate y, fundamentalmente, del país de residencia del propietario de aquel, algunos de estos riesgos tendrán mayor relevancia que otros.

Es por esto, entre otras cosas, que la planificación patrimonial es algo muy personal y que una misma estructura fiduciaria puede ser muy eficiente para una familia determinada y ser una pésima idea para otra.

Al mismo tiempo, se trata éste de un campo muy dinámico en el cual hay que estar muy actualizado. Soluciones que eran eficientes hasta ayer pueden no serlo más hoy.

Lo importante es que una eficiente planificación patrimonial internacional puede eliminar, o al menos reducir, el impacto de muchos de estos riesgos, y de allí su creciente relevancia.

A todo esto, ¿qué es exactamente la planificación patrimonial?

De un modo sencillo, podemos decir que la planificación patrimonial consiste precisamente en determinar cual es la manera mas eficiente de poseer cada uno de los bienes que componen el patrimonio de una persona (o familia) y cual es el modo más eficiente de transferir dichos bienes a las siguientes generaciones de manera de cumplir con los objetivos del dueño original de los mismos y de mitigar los riesgos antes expuestos.

La situación actual

Situaciones de crisis como la que plantea actualmente el Covid19 se han visto pocas veces en la historia y el impacto que este tipo de situación tiene sobre la planificación patrimonial es tan grande como el que tiene en general en nuestra vida cotidiana.

A grandes rasgos, las crisis aumentan tanto la probabilidad de que se verifiquen los riesgos que mencionamos al comienzo de la presente columna, como la magnitud de sus consecuencias.

A modo de ejemplo, ningún país (salvo Venezuela) está actualmente analizando aumentar impuestos y, de hecho, son muchos los que los han bajado y/o han prorrogado el vencimiento de éstos.

Sin embargo, es en mi opinión altamente probable que – solucionado el tema del virus y enfrentados a una crisis económica sin precedentes – muchos países lo hagan.

Otra cosa que siempre vemos en situaciones de crisis es la restricción de las libertades de las personas.

En el caso de la planificación patrimonial, esto podría darse con un avance de los Estados sobre la privacidad de los individuos, algo que ya vimos luego del fatídico 9/11 y que no me sorprendería en absoluto que volviera a suceder.

Finalmente, toda crisis económica (máxime si es global) genera desempleo y aumento de los índices de violencia en las calles, lo cual implica una amenaza concreta para los patrimonios, sobretodo en regiones que ya eran violentas antes de la pandemia (como sucede con muchos países de América Latina).

En pocas palabras, es innegable que la crisis actual aumenta en forma considerable la importancia de una eficiente planificación patrimonial y, dado que casi todos contamos con más tiempo que antes de que se desatara la misma, me permito sugerir que coloquen este tema en vuestra “bucket list” de cosas para hacer durante la cuarentena.

¿Qué están haciendo los más ricos?

Las personas y familias con patrimonios más grandes fueron quienes mas rápidamente adaptaron sus acciones en este campo a la coyuntura actual.

Desde un punto de vista puramente financiero, las decisiones de este tipo de familias han venido apuntando a:

  1. re-balancear portafolios de inversión;
  2. aprovechar oportunidades de inversión (o prepararse para hacerlo); y/o
  3. preservar activos en el largo plazo.

Desde el punto de vista de la planificación patrimonial, esto es lo que han estado haciendo:

  1. aprovechan para transferir riqueza a la siguiente generación o a estructuras fiduciarias;
  2. revisan y actualizan sus estructuras fiduciarias; y/o
  3. trabajan en temas que han dejado pendientes (i.e. protocolo familiar, sucesión en los negocios, etc.)

Alternativas de planificación patrimonial para todos

Si bien no todas las herramientas de planificación patrimonial están a la mano de todas las personas (tal cual sucede con todos los bienes y servicios), la realidad es que todos podemos hacer algo para proteger lo que tenemos.

Ello es así porque la planificación patrimonial no solo se puede realizar a través de la incorporación de una o más vehículos jurídicos sino también a través de la compra de cierto tipo de activo.

Si, por ejemplo, el objetivo de una persona fuera exclusivamente de tipo impositivo, la planificación patrimonial podría basarse en la adquisición de activos financieros exentos de impuestos.

Si se buscara, en cambio, un mayor grado de privacidad, se podría invertir en activos no financieros y que por ende no estén sujetos al intercambio de información entre países (i.e. inmuebles, joyas, autos de colección, obras de arte y/o criptomonedas).

Obviamente, cuando el principal objetivo pasa por buscar una mayor seguridad jurídica o se quieren resolver cuestiones sucesorias o de protección de activos en sentido estricto, entonces la planificación debe necesariamente consistir en el armado de una o más estructuras jurídicas.

En este ultimo escenario, la clave pasa por elegir correctamente estructuras, jurisdicciones y proveedores.

Las herramientas legales existentes en materia de planificación patrimonial van desde la mera confección de un testamento hasta la mudanza internacional, pasando por la creación de sociedades, trusts, fundaciones y fondos de inversión familiares y/o la contratación de seguros de vida.

Algunas de estas herramientas van a permitir una sucesión mas ordenada, en tanto que otras van a ir mas allá, otorgando claras ventajas impositivas a quienes las utilicen. Tales son los casos del trust irrevocable y discrecional que, en la inmensa mayoría de los países de la región permite diferir el impuesto a la renta y evitar el impuesto a la riqueza, y del fondo de inversión familiar, que por lo general permite también diferir el impuesto a las ganancias y eventualmente pagar una alícuota menor a la hora de rescatar fondos.

Lo importante, a la hora de determinar cual es la mejor estructura patrimonial para un cliente en particular, es conocer sus objetivos y necesidades, analizar los riesgos a los que se enfrenta y estudiar en profundidad la legislación de su país de residencia fiscal.

En materia de planificación patrimonial internacional las soluciones deben adaptarse a los clientes y no viceversa.

 

Martín Litwak es fundador y CEO de la firma @UntitledLegal, una boutique de servicios legales especializada en fondos de inversión, finanzas corporativas, planificación patrimonial internacional, intercambio de información y amnistías fiscales y, a la vez, el primer “Legal Family Office” de América. Por otro parte, Martin es autor del libro “Como protegen sus activos los mas ricos (y por que deberíamos imitarlos)”.