Global Sustainable Equity: navegar en la tormenta

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Hamish Chamberlayne, director de renta variable sostenible global en Janus Henderson Investors. Hamish Chamberlayne, director de renta variable sostenible global en Janus Henderson Investors

Hamish Chamberlayne, gestor de cartera de la estrategia Global Sustainable Equity de Janus Henderson Investors, analiza la actual incertidumbre del mercado como consecuencia del brote de coronavirus y cómo un enfoque sostenible puede ayudar a navegar la tormenta. 

“Buenos días a todos. Como podéis ver, estoy trabajando desde casa y sí, estoy contento por poder decir que estoy bien, que mi familia está bien. El equipo está bien, las familias del equipo están todas bien, y realmente espero lo mismo para todos ustedes y sus familias en estos tiempos difíciles.

La transición hacia el trabajo desde casa ha sido relativamente sencilla para nosotros porque tenemos un equipo internacional. Tenemos miembros del equipo con base en Denver y Boston. Es decir, Aaron Scully, el cogestor de la cartera está basado en Denver y el gestor de nuestra cartera de clientes, Steve Weeple, está basado en Boston. Así que hemos tenido que comunicarnos a través de medios digitales desde hace muchos años. Por lo tanto, la transición al trabajo desde casa ha sido muy fluida y continuamos operando del mismo modo al que nos hemos acostumbrado en los últimos dos años, con actualizaciones regulares con el equipo, con videoconferencias y con simples llamadas telefónicas y llamadas en conferencia. 

Y es realmente interesante pensar en el mundo en el que vivimos hoy porque la tecnología es un elemento facilitador fenomenal de las cosas y hace tan solo diez años la idea de que todos tuvieran que dejar su oficina y trabajar desde casa como se habría considerado extremadamente disruptiva. Y, sin embargo, no es solo nuestra industria, sino que escucho muchas industrias sobre cuan efectiva ha sido su transición y cómo en realidad no ha sido tan disruptiva como se podría pensar. Por lo tanto, nos gustaría asegurarle que el mundo continúa moviéndose por nosotros y que seguimos trabajando como normalmente lo hacemos. Estamos teniendo discusiones de equipo muy efectivas. Continuamos operando nuestro proceso de inversión de manera normal, como de costumbre. Y nos sentimos muy seguros de poder continuar de este modo durante el tiempo que sea necesario.

Y, solo para avanzar, pasar a la forma en la que está funcionando la cartera y las acciones que hemos estado tomando. Entonces, el titular que lo resume es que no hemos estado haciendo una gran cantidad de cambios en la cartera. Fuimos muy afortunados de que al entrar en el reciente periodo de volatilidad del mercado tuvimos una cartera muy sólida y (creemos) que está bien posicionada para las recientes turbulencias y que hay algunas cuestiones detrás que voy a explicar a continuación. Como saben, la sostenibilidad está integrada en nuestro proceso de inversión. Tenemos esta gran convicción de que los mejores rendimientos serán generados por empresas que están pensando cuidadosamente en los grandes problemas de sostenibilidad, grandes problemas de medioambientales y megatendencias sociales. Esa es la base de nuestra filosofía de inversión. Esta idea de que queremos encontrar empresas resilientes que sean capaces de acumular riqueza con el tiempo y navegar periodos de incertidumbre y hasta ahora la cartera se ha comportado exactamente de esa manera. 

Y si pudiera resaltar algunas cuestiones, quiero decir en primer lugar, en el lado positivo, hemos tenido una asignación significativa a las compañías de tecnología y entre éstas, realmente las empresas de software son las grandes heroínas dentro de la reciente volatilidad del mercado, permitiendo que los equipos puedan seguir trabajando de forma remota, permitiendo que las personas puedan continuar dirigiendo sus vidas sin demasiada disrupción. Y nos preguntamos si esta crisis seguirá acelerando esta enorme tendencia de digitalización. Son estas compañías de software en las que hemos estado invirtiendo. Tienen unos altos niveles de ingresos recurrentes en sus modelos de negocio. Son… lo que consideramos que tienen características parecidas a empresas de utilidad. Y, ciertamente, la evidencia reciente sugiere que se está comportando exactamente así. También hemos estado invirtiendo en otras áreas de tecnología como las relacionadas con la salud (telehealth), que ha visto un gran aumento de la demanda en el transcurso de esta crisis y una vez más creemos que esta crisis podría conducir a un punto de inflexión en el nivel de adopción general por parte de los consumidores. Y esa ha sido un área de rendimiento muy fuerte para nosotros en la cartera.     

Ahora, el rendimiento de la cartera se basa tanto en lo que no invierte como en lo que sí invierte, y con nuestro enfoque en sostenibilidad hemos estado y estamos siendo muy cuidadosos en evitar áreas que causen daños medioambientales y sociales. Y así, naturalmente tenemos muy poca exposición a partes de la economía que han sido más sensibles o se han visto más afectadas por las recientes medidas gubernamentales con relación a esta pandemia. Por lo tanto, no tenemos ninguna inversión en empresas de industria de viajes, que obviamente es muy intensa en carbono, muy contaminante. No tenemos ninguna inversión en la industria energética, en la industria del petróleo y el gas, que nuevamente se ha visto muy afectada por la fuerte disminución de la actividad económica en todo el mundo. Por lo tanto, esto realmente ha sido muy beneficioso para nuestro desempeño, al no tener exposición a estos sectores. 

Y, es por esto, que creo que cuando retrocedemos y miramos a lo que estamos haciendo en nuestra estrategia y en lo que creemos, tenemos una alta convicción de que conseguiremos salir de esta situación y que llegaremos al otro lado mucho más fuertes. Que, en muchos sentidos, muchas de las cuestiones en las que estamos centrados pueden acelerarse por esta crisis. La tendencia hacia la digitalización, cómo organizar nuestras economías de manera eficiente, pensando cuidadosamente cómo impactamos en los recursos, todas las estas cuestiones están capturadas en nuestras carteras y creemos que nos ayudarán a seguir invirtiendo en empresas con características de crecimiento resilientes y que van a acumular riqueza con el tiempo.

Entonces, lo dejaré en este punto. Y como dije al principio, les deseo a todos ustedes y a sus familias la mejor salud, y espero que puedan navegar estos tiempos desafiantes de la mejor manera posible. Gracias”.

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Información importante:

Este [documento] está destinado únicamente para ser utilizado por profesionales, definidos como contrapartes elegibles o clientes profesionales, y no está dirigido al público en general. Las llamadas telefónicas pueden ser grabadas para protección mutua, para mejorar el servicio al cliente y para mantener registros con fines regulatorios.

Emitido por Janus Henderson Investors. Janus Henderson Investors es el nombre bajo el cual se proporcionan los productos y servicios de inversión por parte de Janus Capital International Limited (reg. n.º 3594615), Henderson Global Investors Limited (reg. n.º 906355), Henderson Investment Funds Limited (reg. n.º 2678531), AlphaGen Capital Limited (reg. n.º 962757), Henderson Equity Partners Limited (reg. n.º 2606646), (cada uno registrado en Inglaterra y Gales en 201 Bishopsgate, Londres EC2M 3AE y regulado por la Financial Conduct Authority) y Henderson Management S.A. (reg n.º B22848 en 2 Rue de Bitbourg, L-1273, Luxemburgo, y regulado por la Commission de Surveillance du Secteur Financier).

Janus Henderson, Janus, Henderson, Perkins, Intech, Alphagen, VelocityShares, Knowledge. Shared y Knowledge Labs son marcas comerciales de Janus Henderson Group plc o de una de sus filiales. © Janus Henderson Group plc.

Los “espíritus animales” impulsarán el rebote del mercado tras el crash del COVID-19

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Pixabay CC0 Public Domain. Los “espíritus animales” impulsarán el rebote del mercado tras el crash del COVID-19

El COVID-19 está causando estragos en los mercados mundiales. Los inversores han estado vendiendo en masa activos de riesgo por temor a las consecuencias económicas derivadas de la pandemia. Ahora, la pregunta para la que los inversores necesitan una respuesta urgente es cuándo llegará el momento adecuado para volver al mercado. La contestación es simple: una vez que el virus haya sido contenido y los espíritus animales keynesianos revivan y empiecen a impulsar la reacción de los precios. Es probable que esto ocurra antes de que termine el año y depende casi exclusivamente de las políticas gubernamentales.

El primer trimestre de 2020 ha registrado el peor comportamiento del mercado de renta variable desde 1987, y el mundo parece haber alcanzado el lúgubre consenso de que en el primer semestre de este año nos enfrentaremos a una recesión. Obviamente, todo el mundo quiere saber cuándo va a terminar esta situación y cuál va a ser el grado de las caídas. Para que una crisis termine, deben cumplirse dos condiciones: la causa de la crisis debe estar bajo control (y esto debe ser creíble) y los espíritus animales de los inversores deben despertar. 

La transparencia diferencia esta crisis de la de 2008

Si bien la comparación con la crisis financiera de 2008 podría venir a la mente con facilidad, sus características son diametralmente opuestas a las de la crisis actual. En 2008, las hipotecas subprime en Estados Unidos y los complejos instrumentos financieros derivados de ellas precipitaron la desaparición de Lehman Brothers, lo que sacudió el sistema financiero mundial hasta sus cimientos. La causa del desastre podría haber salido a la luz con bastante rapidez, pero el camino hacia la mejora mediante la estabilización de los bancos en dificultades era opaco y desordenado, lo que provocó sentimientos de desconfianza y temor entre los inversores y la población en general durante un largo período. Sólo una acción decisiva de los bancos centrales y la aplicación de estrés test exhaustivos para evaluar la salud financiera de las instituciones financieras sistémicas pudieron convencer gradualmente a los participantes en el mercado de que la causa de la crisis estaba finalmente firmemente controlada. Esas pruebas se aplicaron en el primer semestre de 2009, casi dos años después de que se produjera la crisis.

La palabra clave que diferencia la crisis actual de la de 2008 es transparencia. Esta vez nos ha golpeado una amenaza a la salud mundial, lo que hace que la causa y la trayectoria de la crisis sean muy claras. Aunque sus consecuencias son horribles, la ventaja del COVID-19 es que las métricas alrededor del virus nos ofrecen una perspectiva directa de la evolución futura, lo que nos permite hacer suposiciones seguras sobre cuándo estará bajo control el origen de la crisis. Si China es un buen indicador, la crisis habrá terminado para junio de 2020 en Europa. Es probable que EE.UU. tenga unas pocas semanas de retraso. Por lo tanto, la primera condición para la recuperación de la crisis, controlar la causa, debería ser fácil de evaluar y puede considerar que se ha cumplido cuando se reduzca el número de nuevas infecciones.

Si en 2008 la atención se centró en la regulación, ahora debe enfocarse en la reactivación  de los «espíritus animales»

Eliminar la causa de la crisis podría ser más sencillo que en 2008, pero la segunda condición para que la crisis termine, la reactivación de los espíritus animales de los inversores, podría resultar más difícil y merece una atención especial. Los espíritus animales keynesianos se describen como un optimismo espontáneo que insta a los inversores a actuar. Surgen de la premisa de que los inversores tienden a tomar decisiones basadas en el instinto más que en el razonamiento racional. Cuanto más fuerte sea la confianza de los inversores en la evolución económica, más dispuestos estarán a correr riesgos. Al mismo tiempo, los niveles de confianza están inversamente relacionados con la racionalidad. Cuanto más confianza tienen los inversores, más emocional es su proceso de toma de decisiones. La confianza, o la falta de ella, se propaga por medio de relatos que son «contagiosos», de manera que penetran fácil y rápidamente en un gran número de participantes en el mercado que luego empiezan a actuar en conjunto dando forma a los eventos del mercado.

La pandemia del COVID-19 ha puesto un freno a los espíritus animales de los inversores. Eso hace que requieran una cuidadosa mezcla de medidas fiscales y monetarias, así como incentivos psicológicos que promuevan su vuelta. Esto se debe a que nos enfrentamos a una crisis que se encuentra ante una encrucijada; por un lado, ante los temores irracionales en torno a la vida humana y por otro lado, ante las necesidades económicas racionales, lo que pone al descubierto las tensiones y contradicciones que surgen de la búsqueda de un equilibrio entre la salud pública y las políticas económicas. El distanciamiento social se impone como un virus, pero perjudica a la economía. Se trata de un acontecimiento que no tiene precedentes y, como es lógico, los inversores están luchando por conseguir estructuras analíticas capaces de evaluar el impacto de la crisis actual. Sin embargo, los modelos tradicionales de análisis económico tienden a basarse en el supuesto de un comportamiento racional de los inversores, mientras que la crisis de COVID-19 está impulsada en gran medida por el sentimiento con fuertes corrientes emocionales que rozan la irracionalidad.

El peligro de que la economía mundial se quede atascada en un atolladero de incertidumbre y pesimismo incluso después de que el virus haya sido contenido, depende de la capacidad de los inversores de volver a encontrar la confianza. Como los bancos centrales ya han hecho en gran parte su trabajo, esto está esencialmente en manos de nuestros gobiernos.

Los mercados de renta variable se recuperarán a finales de año con una orientación adecuada

Hasta ahora, los bancos centrales y los responsables gubernamentales han inundado los mercados con liquidez y crédito, aunque esto ha tenido un efecto moderado en los mercados de renta variable. Para que se produzca un rebote total, los reguladores tecnócratas deben dar paso a economistas pragmáticos capaces de proporcionar una orientación adecuada en el futuro.

En primer lugar, es necesario evitar un confinamiento prolongado y paralizante mediante un cambio a medidas de cuarentena en función de los casos. Esto debería permitir, esencialmente, que las personas sanas y curadas vuelvan a trabajar. Esto sólo será posible si los gobiernos orquestan pruebas rigurosas sobre una base amplia de la población.

En segundo lugar, la política fiscal debe abordar de manera creíble las principales cuestiones económicas que están en el centro de la crisis. Esto es: alto desempleo, menores beneficios y mayor apalancamiento. Con respecto a esto, algunos países, incluidos EE.UU. y China, parecen estar en el buen camino mientras que Europa todavía parece estar en medio del debate. Es imperativo que los responsables políticos de todo el mundo cumplan sus promesas de crédito y que el «dinero puente» se arraigue en el sistema de manera amplia, hasta el punto de que se alivien las preocupaciones generalizadas en torno a la solvencia y la rentabilidad a corto y medio plazo.

La buena noticia es que los espíritus animales de los inversores tienen un sueño ligero y, si se les estimula con el cóctel adecuado, podrían despertar con un fervor sorprendente impulsando una fuerte recuperación del mercado de valores en la segunda mitad de este año. Una vez que la mayoría de la gente se convenza de que puede reanudar la libre circulación sin ninguna amenaza mortal para la salud y una vez que se recupere el empleo, especialmente en los mercados laborales menos rígidos como el de los Estados Unidos, veremos que los mercados de valores se recuperan en todo el mundo y no debería sorprendernos ver ganancias sustanciales a finales de 2020.

Tribuna de Daniel Seiler, director de Multiactivos en Vontobel Asset Management

Deuda subordinada: esto no vuelve a ser 2008

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Deuda subordinada: esto no vuelve a ser 2008
Pixabay CC0 Public Domain. Deuda subordinada: esto no vuelve a ser 2008

¡Esto no es 2008 otra vez! Nos encontramos en un momento muy diferente porque los bancos pueden ser parte de la solución y no la causa de los problemas. Las autoridades necesitan un sistema financiero fuerte, ya que será el verdadero mecanismo de transmisión para todas las políticas monetarias y los planes de estímulos fiscales puestos en marcha para apoyar la economía.

Los bancos entraron en recesión con balances sanos: el ratio Tier 1 (que se utiliza para medir la fortaleza de una entidad bancaria) estaba en su nivel más alto históricamente (14,5% de media, que puede compararse con el 6% que alcanzó al comienzo de la crisis financiera mundial). En los non-performing loans, las tasas de provisiones se encontraban en sus niveles más bajos en años, mientras que el perfil de financiación de los bancos también estaba mucho más equilibrado.

Además, se han implementado importantes medidas desde que la propagación del virus hizo que los Estados de todo el mundo decidieran adoptar decisiones drásticas de contención que impactaron de forma negativa en el crecimiento económico. De este modo, los requisitos de solvencia se han reducido considerablemente liberando capital y, lo que es importante para nosotros, bajando el umbral de las restricciones potenciales a la distribución de cupones.

El BCE ha puesto en marcha una financiación mayor y más barata (el famoso TLTRO) y los bancos europeos podrán pedir prestado hasta 2,5 millones de euros a una tasa negativa de 75 puntos básicos. Incluso se han modificado temporalmente las normas contables relativas a las provisiones de los créditos para dar flexibilidad a los bancos y evitar demasiadas por adelantado. El mensaje es claro: no se preocupe por el pasivo y céntrese en el lado activo, continúe dando préstamos a la economía real y apoye a su cliente cuando tenga problemas.

Aunque tanto las acciones de los bancos como los bonos subordinados vieron sus precios descender bruscamente durante la caída de los mercados, consideramos que se está haciendo una clara distinción entre ambos productos. En primer lugar, el principal impacto para los bancos será el menor nivel de rentabilidad: las tasas serán más bajas y por periodos más largos, las comisiones se verán afectadas por la falta de operaciones de M&A y OPV, y el coste de riesgo aumentará, por lo que es poco probable que el ROE aumente a corto plazo.

En segundo lugar, como Mecanismo Único de Supervisión (MUS), el BCE pidió la suspensión de todos los dividendos y recompras de acciones hasta finales de octubre, lo cual supone otro impulso en términos de capital, reforzando los colchones para los deudores subordinados. Además, Andrea Enria, director del MUS, fue claro sobre que estas restricciones de las distribuciones no se aplican a los cupones de deuda subordinada y varios bancos confirmaron que, aunque seguirán las directrices sobre dividendos, tienen la intención de seguir pagando cupones en sus AT1.

Los reguladores están incluso permitiendo a los bancos liquidar parte de su deuda subordinada. Por ejemplo, LLoyds y Crédit Agricole han lanzado ofertas de licitación sobre bonos heredados y Unicredit ha liquidado un Tier2 el mismo día que se permitía ejecutarlo.

Como en la base de la inversión de deuda subordinada están también involucrados los bonos senior, enviar una mala señal a la deuda subordinada probablemente conduciría a mayores costes de financiación, y se reduciría así la capacidad de los bancos para dar préstamos, lo último que las autoridades desean en estos momentos.

Después de una liquidación significativa e indiscriminada, ahora el mercado se ha beneficiado de las intervenciones del BCE que ayudaron a encontrar un nivel de compensación y a estabilizar los precios. En nuestra opinión, los diferenciales de la deuda subordinada ya compensan las malas noticias potenciales. Los diferenciales de los CoCos son ahora 600/650 puntos básicos de media, un nivel no visto en años, y los de Tier2 son tres veces más altos que en febrero (300/500 puntos básicos de media).

Desde Tikehau Capital miramos nuestras inversiones con un horizonte de 3 a 5 años y, en nuestra opinión, el perfil de riesgo/beneficios de la deuda subordinada es probablemente el más interesante en el mercado de crédito en estos momentos. En nuestra firma, el fondo que invierte en esta clase de activos es Tikehau Sub Fin, gestionado por Thibault Douard desde su lanzamiento en 2011. Este fondo tiene un largo y consistente track record, así como una relación equilibrada retorno-riesgo.

Tribuna de Thibault Douard, gestor de Tikehau Capital

Un nuevo fenómeno: un movimiento bajista provocado por una pandemia

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Un nuevo fenómeno: un movimiento bajista provocado por una pandemia
Pixabay CC0 Public Domain. Un nuevo fenómeno: un movimiento bajista provocado por una pandemia

Los mercados financieros detestan la incertidumbre y en estos momentos nos adentramos en un territorio inexplorado en el que encontramos muchas más preguntas que respuestas. Los activos que son considerados más seguros en tiempos de tensiones, como el oro y algunos títulos de deuda pública, están registrando ventas, lo que podría ser un indicio de ventas forzosas. Entonces, ¿qué va a ocurrir ahora?

Estos días cuesta encontrar buenas predicciones, pero la historia nos ofrece al menos un marco de referencia. Goldman Sachs ha realizado un análisis exhaustivo de los anteriores mercados bajistas en el S&P 500. La entidad ha llegado a la conclusión de que estos se dividen en tres categorías:

Mercados bajistas estructurales: causados normalmente por desequilibrios estructurales y burbujas financieras. Algunos ejemplos recientes son la gran crisis financiera de 2007-2009 y el periodo posterior a la explosión de la burbuja puntocom en 2000-2002.

Mercados bajistas cíclicos: desencadenados generalmente por las subidas de la inflación y los tipos de interés y los descensos de los beneficios empresariales. Asistimos a episodios de estas características a comienzos de la década de 1980 y 1990.

Mercados bajistas provocados por acontecimientos: motivados por choques externos, como una guerra, una crisis petrolera o una crisis en los mercados emergentes. Algunos ejemplos recientes son el Lunes Negro de 1987 y la crisis de los mercados emergentes de 1998.

La clave reside en que los diferentes mercados bajistas presentan claras divergencias en lo que respecta a la magnitud de las caídas, la duración del movimiento bajista y cuánto se tarda en volver al punto de partida.

El profesor Robert Shiller de la Universidad de Yale ha recopilado datos de 27 mercados bajistas diferentes registrados por el índice S&P 500 desde 1835 y ha llegado a las siguientes conclusiones: los mercados bajistas estructurales presentan descensos medios del 57%, duran 42 meses y tardan 111 meses en volver al punto de partida; los mercados bajistas cíclicos muestran descensos medios del 31%, duran 27 meses y tardan 50 meses en volver al punto de partida; y los mercados bajistas provocados por acontecimientos registran descensos medios del 29%, duran solo 9 meses y tardan 15 meses en volver al punto de partida. Creemos que puede suponerse que estamos ante un mercado bajista provocado por un acontecimiento, en este caso una crisis externa.

Eso explica la rapidez de las caídas y hace presagiar una recuperación más rápida cuando el virus remita. Como demuestra este estudio, un mercado bajista provocado por un acontecimiento vuelve al punto de partida generalmente al cabo de un año, frente a los cuatro años que tarda un mercado bajista cíclico y los casi diez años que tarda un mercado bajista estructural.

¿Qué puede provocar un giro al alza de los mercados?

Sin embargo, existen varios puntos adicionales que es necesario considerar. Nunca hemos visto un mercado bajista provocado por un acontecimiento como una pandemia. Tampoco hemos visto nunca un mercado bajista donde los tipos de interés estuvieran tan bajos (lo que reduce el efecto de la política monetaria como instrumento).

Además, la combinación de una crisis en la oferta y en la demanda a causa de la pandemia con un derrumbe del 60% del precio del petróleo genera importantes tensiones en los mercados internacionales de deuda corporativa.

En nuestra opinión, existen tres posibles catalizadores que podrían propiciar un giro al alza del mercado: el brote emite señales claras de estacionalidad o simplemente toca techo; aparecen indicios de que las contundentes medidas fiscales pueden mantener a flote la economía sin excesivos daños; y las cotizaciones reaccionan en exceso durante una recesión larga y prolongada.

Pensamos que seguiremos asistiendo durante las próximas semanas a unos mercados volátiles que probablemente sigan cayendo a medida que se hunden las previsiones de beneficios. Muchos analistas pronostican ahora un crecimiento prácticamente nulo del PIB mundial en 2020, lo que generalmente conlleva una caída de los beneficios del 30%-40% frente a los niveles actuales.

DNB Asset Management es una de las mayores gestoras de activos de los países nórdicos y ofrece productos en clases de activos nórdicos y una selección de temáticas. Es una filial al 100 % de DNB ASA Group, entidad que cotiza en la Bolsa de Oslo y una de las empresas de servicios financieros más exitosas de Escandinavia.

Tribuna de Mikko Ripatti, gestor senior de carteras en DNB Asset Management

Dólar e incertidumbre en Argentina: el análisis de Diego Falcone, de Cohen

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Los mercados caen cuando crece la incertidumbre sobre el rumbo de la economía, y suben cuando las dudas se disipan. Pero la suba se dará independientemente de si las noticias son buenas o malas, porque a los inversores sólo les interesa tener certezas: no hay aspectos morales o éticos en los vaivenes de la bolsa. Esto explica la razón por la cual el índice de acciones americanas – S&P 500 – subió el mismo día que se conoció el récord de 6,6 millones de pedidos de subsidio por desempleo en EE.UU.

En la Argentina, el mercado funciona de forma similar a pesar de sus defectos: menor liquidez o profundidad, cambio sistemático de las reglas de juego y falta de transparencia. Pero a diferencia de los EE.UU., donde los ahorros se canalizan en acciones de compañías americanas o bonos del Tesoro, en la Argentina el activo financiero por excelencia demandado por los inversores para preservar su ahorros es el dólar. 

“Cuando el dólar te la devuelve, te la da toda junta”

En las semanas previas a que el contado con liquidación (tipo de cambio de referencia para el dólar libre) se ubicara por encima de los $100, los inversores fueron testigos de cómo se gestaban las condiciones para que esto sucediera. Algunas de estas condiciones fueron:

-baja de tasas: desde principios de febrero, el BCRA se dedicó a reducir la tasa de interés de referencia (LELIQs) desde 48% al 38% actual.

-crecimiento exponencial de la base monetaria: sólo en el mes de marzo el Central expandió la base en 700 billones de pesos, en parte explicado por la reducción del stock de LELIQs (medida que revirtió parcialmente en la licitación del día 14/4) en 450 billones de pesos para inundar la plaza de pesos y “forzar” a los bancos a prestarle al sector privado a tasas del 24%.

-adelantos al Tesoro “sin límites de cantidad o plazo”: la imposición de la cuarentena el día 20 de marzo tuvo consecuencias devastadoras sobre el déficit primario, obligando al Tesoro a pedir adelantos transitorios al BCRA para poder financiar no sólo el gasto corriente establecido en el presupuesto, sino el incremento necesario para paliar el drama de 14 millones de personas que viven en la marginalidad. Este financiamiento, sumado a lo que ya había realizado el BCRA en febrero, implicó una emisión de más de 300 billones de pesos en menos de dos meses.

Toda esta información la conocía el mercado a la perfección, sin embargo el contado con liquidación promedio durante el periodo fue de “sólo” 85 pesos, con picos de 95 (23/3) y piso de 80 (fines de febrero). Sin embargo, como dice un viejo dicho de mercado: “cuando el dólar te la devuelve, te la da toda junta”; eso es lo que pasó entre el 13 y 14 de abril, cuando el dólar libre cruzó los 100 pesos y tocó máximos, brevemente, de 115 pesos.

El dólar arriba de los 100 pesos: ¿caro o barato?

Un dólar arriba de100 pesos implica una brecha respecto del oficial de más del 50%, niveles que sólo observamos en los peores momentos de incertidumbre durante el segundo mandato de Cristina Kirchner (expropiación de YPF o conflicto con los Holdouts). Incluso, desde el punto de vista del Tipo de Cambio Real Multilateral (es decir, comparado con el poder adquisitivo de nuestros socios comerciales) los 100 pesos nos ubican en un nivel por encima del equilibrio de largo plazo de Argentina. Sin embargo, al cierre del mercado del 14 de abril, el contado cerró en 108 pesos, lo que implica una brecha del 65% respecto del oficial -65,50-.

¿Cuál fue el disparador de esta corrección en el dólar? Creemos que el anuncio por parte del presidente, el pasado viernes 9 de abril, de prolongar la cuarentena hasta finales de mes, se convirtió en la gota que hizo derramar el vaso. ¿Por qué? La política monetaria y fiscal argentina es una olla a presión: faltan dólares y confianza para sostener la expansión del gasto público que desea el gobierno. Pero es la incertidumbre sobre la dimensión de ese aumento la clave para que se dispare el dólar de 95 pesos hasta los 115. Al no saber cuándo terminará la cuarentena, es imposible determinar cuánto aumentará la emisión de pesos para cubrir la caída en la recaudación. Pensemos que en los EE.UU., el índice de acciones S&P 500 detuvo su caída el 23 de marzo porque tanto el Tesoro como la Reserva Federal demostraron, con anuncios y medidas, su compromiso para estabilizar la crisis económica producto de las medidas de distanciamiento social por el COVID-19. Desde ese día, el índice avanzó un 27% porque la publicación sistemática de datos sobre el números de infectados, testeos, fallecidos y pacientes en terapia intensiva por el virus, sirvió para que los inversores pudieran percibir que la cuarentena estaba funcionando. Esto a su vez, les permitió deducir que independientemente de los malos datos económicos que se conocerían en las próximas semanas, el fin estaba cerca.

Aquí, por el contrario, se especuló desde el principio con toda la situación, desde la metodología para realizar los test, hasta la inexplicable decisión de no repatriar a miles de argentinos varados en el extranjero, y lo más grave, se modificó en varias oportunidades cuál sería la fecha en que tendríamos el pico máximo de infectados.

¿Por qué es tan importante saber si estamos o no cerca del fin de la cuarentena para la cotización del dólar? La prolongación de las medidas de distanciamiento social afecta negativamente los ingresos fiscales de un gobierno que, a diferencia de otros países emergentes, no cuenta con acceso a los mercados internacionales de deuda, forzándolo a emitir sin límite. ¿Cuántos pesos imprimirá el BRCA para financiar el Tesoro? No lo sabemos, y aquí no vale la máxima de Mario Dragui “whatever it takes”; porque en la Argentina la palabra “lo que sea necesario” nos remite a la hiperinflación de 1989.

El gobierno además alimenta la incertidumbre postergando de manera incomprensible el anuncio del plan de reestructuración de la deuda en dólares, y solo alimenta el miedo con declaraciones poco felices sobre la “dureza” de la misma. Es preferible anunciar que le daremos a los bonistas cuasi-monedas inconvertibles como parte de pago que seguir escondiendo la oferta bajo siete llaves.

¿Tasas bajas o tasas altas?

Por último, la tasa en pesos. La política monetaria expansiva del BCRA redujo la tasa de referencia del mercado, la BADLAR, desde el 35% hasta el 21% de la semana pasada. Sin embargo, mientras la mayoría de inversores hunde sus pesos entre 20 y 30 puntos debajo de la inflación, existe una amplia oferta de instrumentos cuyas tasas reales son, cuando menos, del 50%. En promedio, la TNA de las LECAPs, LEBADs o LECERs supera el 100%. Incluso existen títulos públicos como el Boncer 20 (TC20) próximo a vencer que promete, de ser honrado, ganancias directas del 40%. ¿Por qué entonces los inversores no demandan pesos para arbitrar entre una tasa de caución a 7 días del 9-10% y una Letra que paga el 150%? Porque no saben si al vencimiento esta Letra será honrada por el Tesoro. Así de simple, así de grave. Esta incertidumbre destruye la posibilidad de que se ofrezcan dólares a un tipo de cambio muy por encima del nivel de equilibrio de largo plazo para hacerse de pesos y colocarlos a tasa.

Una decisión político económica

Bajar el dólar desde estos niveles tendría un costo mínimo porque bastaría con dar certidumbre sobre los siguientes puntos:

-asegurar el pago en tiempo y forma de todos los instrumentos en pesos;

-establecer un programa monetario de absorción de pesos (via LELIQs) mientras dure la asistencia al Tesoro por el periodo especial de la cuarentena;

-explicar con números claros cuándo será la fecha estimada para el máximo nivel de nuevos infectados y cómo será el día después;

-presentar la propuesta de reestructuración; mala o buena es mejor que nada, y

-despejar cualquier ruido referente a la propiedad privada.

Desde el punto de vista de su programa económico, esto no implicaría ningún cambio a los objetivos planteados por el gobierno el pasado 10 de diciembre. Desde el punto de vista comunicacional, el presidente cuenta hoy con alto nivel de popularidad y visibilidad, por lo que resultaría sencillo hacer creíble el mensaje. Nunca en nuestra historia reciente con tan poco se podría lograr un beneficio tan grande.

 

 

 

Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte II)

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Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte II)
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Las caídas que han sufrido los mercados de renta variable en las últimas semanas por el impacto del coronavirus han llevado a comparar la situación actual con la crisis financiera mundial del 2008. Tras estudiar las similitudes, la deuda de los hogares y las condiciones de los préstamos bancarios, esta segunda parte del análisis se centra en el mercado laboral y la respuesta de autoridades políticas y monetarias.

Patrimonio: ¿fuerza o debilidad?

Así como clasificamos el exceso de deuda como un factor negativo para el consumo, tendemos a tratar la riqueza como un motor positivo. Sin embargo, como aprendimos durante la crisis financiera, cuando hay una sobrevaloración de los activos (y por lo tanto una sobreestimación de la riqueza), este catalizador positivo puede convertirse rápidamente en una vulnerabilidad.

De hecho, la posición de riqueza de los hogares era en general mejor antes de la crisis del coronavirus que antes de la gran crisis financiera. Esto es evidente tanto en términos de la tasa de crecimiento de la riqueza como de la relación entre riqueza y producción económica.

La reciente caída en los precios de los activos cambiará fundamentalmente ese panorama en los próximos meses, en particular en países como Estados Unidos y el Reino Unido, donde la exposición al mercado de renta variable es especialmente elevada.

Gráfico - Aberdeen

 

Tiempos más difíciles para el mercado laboral

A pesar de las tasas de desempleo históricamente bajas de las economías desarrolladas, el crecimiento del empleo y los salarios ya era más moderado en el primer trimestre de 2020 que en 2007. Aunque todavía es pronto, los datos recientes apuntan a un aumento del desempleo en las economías en las que es más fácil prescindir de los trabajados (por lo general, los países de habla inglesa).

Sin embargo, la duración de la actual crisis y sus efectos más duraderos determinarán en qué medida dicho aumento del desempleo se revertirá y con qué rapidez. Incluso aunque sea posible retirar de forma rápida las medidas de contención, la reactivación del mercado laboral puede llevar algún tiempo. Además, es posible que muchos de los que recuperen el empleo no lo hagan con el salario que ganaban antes de la crisis.

En muchos países europeos (incluida Alemania), los esquemas de trabajo temporal facilitan a las empresas la absorción de las disrupciones de corta duración de la actividad sin necesidad de despedir a los trabajadores. Sin embargo, estos esquemas son más difíciles de mantener durante períodos de tiempo más largos. El desempleo también puede aumentar dado que las tasas de vacantes y de contratación también están descendiendo. Por lo tanto, parece poco probable que se vaya a producir un rápido regreso a los bajos niveles de desempleo de los últimos años.

Los bancos centrales, con menos arsenal

Otra diferencia llamativa entre los dos episodios es la política monetaria de los bancos centrales. Antes de la gran crisis financiera mundial, los tipos de interés reales (es decir, después de tener en cuenta la inflación) estaban en niveles restrictivos. Cuando ha surgido la actual crisis, la postura de los bancos centrales era bastante más neutral.

Pero, incluso con el paquete de medidas monetarias no convencionales que se está poniendo en marcha y que cada vez es más amplio, la capacidad de los bancos centrales para amortiguar la crisis del COVID-19 se verá muy limitada. Con los tipos de interés mundiales ya en niveles muy bajos (negativos en algunos países), la munición restante es escasa.

Salvavidas procedentes de los gobiernos

Todo esto sirve para subrayar la importancia de los programas fiscales que los gobiernos y las autoridades están poniendo en práctica con el fin de atenuar el impacto de las medidas de contención. Estos van desde inyecciones de efectivo, ampliación de las prestaciones por desempleo y subsidios salariales hasta moratorias en las deudas para los ciudadanos. El objetivo es mantener a flote a las empresas y los hogares mientras duren las disrupciones en el mercado de trabajo, para que puedan reanudar fácilmente la actividad una vez que se levante el confinamiento.

Es probable que los países que más intensifiquen estas políticas y que las mantengan en vigor el tiempo necesario salgan de la crisis actual más fuertes en términos relativos, especialmente en los casos en que el sector doméstico ya era fuerte antes de la crisis.

Tribuna de Sree Kochugovindan, economista senior de Aberdeen Standard Investments

Cambios sin precedentes perfilan un nuevo paisaje global

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Cambios sin precedentes perfilan un nuevo paisaje global
Pixabay CC0 Public Domain. Cambios sin precedentes perfilan un nuevo paisaje global

Desde los mínimos del 23 de marzo, los mercados de valores se han recuperado en torno al 20%, impulsados por el reequilibrio de los fondos de pensiones y la desaceleración de la tasa de crecimiento de la infección en los países de la UE más afectados. Además, los mercados de crédito se han recuperado hasta tal punto que las empresas están refinanciando la deuda existente a un ritmo rápido en los mercados de bonos corporativos de Estados Unidos.

En relación con esto último, uno de los principales desencadenantes fue el anuncio de la Fed de que destinará 30.000 millones de dólares del Fondo de Estabilización del Tesoro para comprar bonos corporativos con grado de inversión. Todavía no se ha decidido si también debe reducir los costes de financiación de los emisores de high yield, ya que esto podría sentar un precedente peligroso.

Asimismo, la Fed ha seguido el camino del Banco de Japón al desdibujar las líneas entre la política monetaria y la fiscal, financiando directamente parte del paquete de 2 billones de dólares de la ley CARES, liberando más de 450.000 millones de dólares del Fondo de Estabilización. La norma se dirige principalmente a personas o familias de ingresos medios (30% del paquete) así como a grandes (25%) y pequeñas (19%) empresas. Incluso se habla de un paquete económico adicional de 1 billón de dólares destinado a inversiones en infraestructura.

En Europa, las medidas fiscales adoptadas a nivel nacional han sido de una magnitud impresionante (en porcentaje del PIB), aunque varían entre países. Igual que en EE.UU., superan con creces los esfuerzos realizados durante y después de la gran crisis financiera. El talón de Aquiles del proyecto europeo sigue siendo la falta de solidaridad fiscal. De hecho, la mayoría de los países miembros están a favor de la emisión de «coronabonos», mientras que otros prefieren recurrir al Mecanismo Europeo de Estabilidad.

Como suele ocurrir, esperamos que los ministros de Finanzas de la UE lleguen a un compromiso para aplicar un paquete fiscal en toda la Eurozona. El sentido de urgencia es elevado y todos deberían darse cuenta de que la carga de la crisis de la COVID-19 debe ser compartida por todos. Este es un momento decisivo para el proyecto europeo.  

Además de estas medidas, se han ido desplegando cada vez más planes de acción de distanciamiento social y hay indicios alentadores de que la epidemia se está controlando en algunos países. Aun así, consideramos que todavía no estamos fuera de peligro por las siguientes razones:

  • Esperamos que las estrategias de salida de las cuarentenas sean muy graduales, ya que los epidemiólogos advierten del riesgo de una segunda oleada de la enfermedad en otoño o de su reimportación si se levantan las restricciones de viajes.
  • Con la temporada de resultados del primer trimestre a la vuelta de la esquina, una mayor claridad sobre el (desagradable) impacto real de esta crisis en los beneficios y pérdidas de las empresas y en los balances podría hacer que el mercado adoptara una postura más cautelosa.
  • Por el lado positivo, las tasas de hospitalización en Nueva York se han reducido antes de lo esperado, pero, dada la falta de medidas a nivel nacional, puede que esta evolución positiva no sea un reflejo de EE.UU. en su conjunto.
  • La confianza de los consumidores se verá gravemente afectada por la combinación de una alarma sanitaria con un menor poder adquisitivo, este último causado por la grave recesión del sector servicios.
  • Todavía hay áreas de evidente tensión, como el high yield o las divisas de los mercados emergentes. Sin un acuerdo global entre la OPEP+ y EE.UU. sobre las restricciones al suministro de petróleo, más de 100.000 millones de dólares en bonos energéticos high yield podrían emprender un viaje salvaje.

En resumen, no esperamos una recuperación en forma de V, sino posiblemente en U, y no suscribimos las opiniones de quienes hacen paralelismos con la crisis del 2008. Esta crisis no es de naturaleza sistémica, los bancos están mejor capitalizados y las autoridades competentes han estado más atentas a sus políticas monetarias y fiscales.

Como es obvio, la crisis del COVID-19 ha sido el catalizador de la introducción de medidas fiscales radicales que se inclinan hacia las políticas de izquierda en el mundo occidental. Estas medidas no convencionales podrían ayudar a afrontar la creciente desigualdad, un fenómeno que se vio en parte reforzado por la inflación de los precios de los activos después de la gran crisis financiera. Ahora, las recompras de acciones y los pagos de dividendos se están posponiendo, ya que la presión social está aumentando para redirigir una mayor cantidad de flujos de caja de las empresas lejos de los accionistas.

Y probablemente no se detendrá ahí. La justicia fiscal y el salario justo para un mayor número de trabajadores son temas que obtendrán un mayor apoyo. Los gobiernos taparán el agujero fiscal dejado por el impacto del coronavirus aumentando los impuestos a las empresas e incrementarán el gasto en atención médica para afrontar mejor futuras emergencias sanitarias. En consecuencia, el papel de las autoridades gubernamentales aumentará y esta dinámica debe tenerse en cuenta a la hora de invertir en empresas a largo plazo. Existe una oportunidad para DPAM como gestora activa, sostenible y basada en la investigación.

Tribuna de Alexander Roose, responsable de renta variable internacional de DPAM

Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte I)

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Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte I)
Pixabay CC0 Public Domain. Paralelismos con la crisis financiera: ¿será diferente esta vez? (Parte I)

En las últimas semanas, los mercados bursátiles han sufrido las caídas más pronunciadas desde 2008. Esto ha dado lugar a comparaciones con la crisis financiera mundial, el acontecimiento que ha definido los últimos 12 años. ¿Es válida la comparación? ¿Qué es diferente esta vez, y cómo se podría reconfigurar a la economía mundial una vez que la pandemia haya pasado?

¿Similitudes?

Históricamente, los períodos de reducción del gasto de los consumidores o de recesión han estado precedidos por una combinación de factores: una política monetaria restrictiva, la debilidad de los balances de las empresas o un aumento de la aversión al riesgo que impulsaba a los hogares a ahorrar más. Los orígenes y los motores de la actual conmoción mundial son, en cierto modo, únicos. No obstante, es probable que tenga un calibre similar al de la crisis financiera mundial de 2008, por lo que sigue siendo útil comparar las causas y las vulnerabilidades existentes al comienzo de cada uno de estos episodios.

Por regla general, las recesiones profundas suelen provocar que se pongan de manifiesto los grandes desequilibrios. Estos pueden ser, por ejemplo, un mercado inmobiliario sobrecalentado o niveles excesivos de deuda doméstica o corporativa. A su vez, esto limita la velocidad de cualquier recuperación una vez que la conmoción inicial ha pasado. A este respecto, hay varias diferencias claras entre los dos últimos períodos de crisis.

Los hogares están menos endeudados

En todo el mundo, la deuda de los hogares es, por lo general, menor que en 2007, incluyendo Estados Unidos y la zona euro, las dos economías más importantes desde un punto de vista sistémico. Por el contrario, el mayor aumento de la deuda se ha producido en las economías desarrolladas más pequeñas, como Australia, Canadá, los países nórdicos y Suiza. Estas regiones sufrieron menos durante la gran crisis financiera y, posteriormente, aprovecharon la barata y abundante oferta mundial de dinero durante los años siguientes.

Dentro de la zona euro, Francia sobresale ahora como una de las economías más vulnerables: el endeudamiento de los hogares se ha disparado, mientras que en muchos otros países ha disminuido o se ha estabilizado desde la crisis financiera mundial.

Los préstamos bancarios se están reduciendo

Es interesante observar que las condiciones de los préstamos (según las encuestas realizadas a los proveedores de préstamos) habían empezado a deteriorarse en varios países en 2007. En el caso de España, donde los desequilibrios relacionados con la burbuja inmobiliaria fueron especialmente importantes en 2007, tanto la oferta como la demanda de préstamos se habían deteriorado de forma considerable. De hecho, la economía española había empezado a entrar en recesión antes que otras economías de mercados desarrollados, y los datos relativos a ingresos y empleo ya se habían contraído con anterioridad al resto del ciclo mundial. España sufrió entonces una profunda y prolongada recesión de doble caída.

El endeudamiento de los hogares en España ha mejorado drásticamente desde esa fecha y no había grandes desequilibrios evidentes en el momento en el que ha emergido el brote de COVID-19. Ahora, al ser uno de los epicentros de la pandemia, probablemente experimentará una severa recesión. La esperanza es que el mejor estado de las finanzas domésticas permita una recuperación más fuerte de esta crisis actual.

Para la mayoría de los países, las condiciones de concesión de préstamos estaban en niveles neutrales durante el primer trimestre de 2020. Sin embargo, se espera que durante el próximo mes se deterioren, ya que los bancos reaccionan al descenso de la actividad y la demanda de préstamos se contrae. Esto ocurre a pesar de las medidas destinadas a alentar a los bancos a que apoyen más a las empresas y los particulares.

Cabe señalar que estas encuestas sobre las condiciones de los préstamos han actuado en el pasado como indicador principal del gasto de los hogares. Por lo tanto, vale la pena vigilarlas durante la futura fase de recuperación.

Tribuna de Sree Kochugovindan, economista senior de Aberdeen Standard Investments

La primera fase de la crisis del coronavirus ha terminado

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Pixabay CC0 Public Domain. La primera fase de la crisis del coronavirus ha terminado

Después de las caídas verticales del 5 al 23 de marzo de 2020, parece que, finalmente, los mercados han encontrado su primer suelo y empezaron un rebote técnico. Desde el inicio de esta crisis, los mercados han reflejado el impacto que ha tenido el cierre decretado por los gobiernos de sectores completos de la economía en una velocidad récord. 

Sin embargo, el movimiento ha sido clásicamente magnificado por las ventas forzadas de los inversores que se enfrentan a las llamadas de búsqueda de margen. Esta fase de desapalancamiento parece que ha tocado a su fin. Gracias a las decisivas intervenciones de los bancos centrales, que se benefician de lo que aprendieron durante la crisis de 2008, los mercados han sido capaces de continuar desempeñando sus principales funciones hasta la fecha. La esfera financiera está estabilizada por ahora, con el objetivo de que la crisis en la economía real sea gestionada de forma efectiva. 

En el lado de la pandemia, las noticias desde Lombardía e Italia son alentadoras. Los primeros signos del efecto positivo del confinamiento comienzan a confirmarse. El precio es astronómico, pero el efecto es evidente. Sin embargo, los países que primero se vieron afectados, desafortunadamente, no volverán a la normalidad económica de forma inmediata. De hecho, las medidas de restricción en las fronteras seguirán en vigor hasta que el virus haya remitido en los países y regiones más afectados. Aparte de eso, el contagio acaba de comenzar en África, por ejemplo. 

En resumen, hay luz al final del túnel, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Al mismo tiempo, la investigación para encontrar una droga y una vacuna está muy avanzada en China y en los países desarrollados. Es una carrera contra el tiempo, y con cada día que pasa de contención, el probabilidad de que el método de contención como en La Edad Media parece ser la única solución para aliviar sistemas de salud tensos.

Medidas loables, pero contraproducentes

La conmoción del sector privado en las economías condenadas a la contención requiere una respuesta de política monetaria coordinada y con las medidas de apoyo fiscal. Las empresas y los trabajadores por cuenta propia deben recibir una compensación, al menos, parcial por los ingresos perdidos como resultado de las medidas de cierre tomadas por los gobiernos. Esto puede considerarse como un seguro de daños tras un desastre natural. En ausencia de este apoyo al sector privado por parte del Estado, éste se verá permanentemente cargado con deudas adicionales que frenarán considerablemente la recuperación después de la contención. En otras palabras, el sector privado no puede apoyarse en transferencias forzadas o voluntarias, por muy bien intencionadas que sean, del sector privado al privado

Reducir o regalar temporalmente algunos alquileres, por ejemplo, puede aliviar situaciones individuales. Pero colectivamente, a nivel nacional, añadiría combustible al fuego deflacionario. Sin embargo, en interés general, es mejor asegurar el pago de los alquileres mediante medidas de apoyo puntuales, transfiriendo las cantidades necesarias del balance del Estado al de los agentes privados interesados. Este ejemplo ilustra dos aspectos. En primer lugar, el riesgo de que se adopten políticas bien intencionadas pero contraproducentes es elevado en los próximos meses. En segundo lugar, sin el respaldo del balance de los gobiernos no habrá salvación. El consenso neoliberal nacido en los años 80 con Ronald Reagan y Margaret Thatcher ha muerto para siempre esta vez. Ahora, nos dirigimos hacia un capitalismo de estado similar al que se practicó durante la guerra en los años 40. Como consecuencia, estamos perdiendo inexorablemente los mercados libres. El control de la curva de rendimiento, como en Japón, corre el riesgo de extenderse pronto a Europa y a los Estados Unidos.

Una nueva prueba de cohesión para Europa

Los criterios de Maastricht y el Pacto de Estabilidad en la zona euro fueron diseñados para prevenir el deslizamiento inflacionario en un momento en que los déficits públicos estaban generando inflación. El coronavirus ha sido su sentencia de muerte. La cohesión europea se pondrá a prueba tras el fin de la pandemia.

Cuando la conmoción de la tragedia sanitaria se calme, se planteará muy pronto la cuestión de la elección entre el retorno a la austeridad fiscal o el paso a un enfoque macroeconómico poco ortodoxo destinado a orientar el producto interior bruto (PIB) nominal a través de la política monetaria en conjunción con la política fiscal. Europa del Norte no se dejará influenciar sin luchar y Europa del Sur no tendrá elección. La cohesión europea está cerca de una nueva prueba. Reiteramos nuestro anuncio de dar preferencia a los países que puedan imprimir la moneda en la que emiten su propia deuda.

El papel del oro

Constantemente recibimos preguntas sobre el comportamiento del metal amarillo. De hecho, su papel es a menudo mal entendido. La característica más notable del oro es que protege contra el riesgo sistémico. En la crisis actual, los bancos son una parte esencial de la solución, a diferencia de 2008. Los Estados los necesitan para prestar abundantemente y a bajo interés con garantías gubernamentales. Por esta razón, el incumplimiento de los bancos está prácticamente descartado en un futuro próximo. 

Sin embargo, si las medidas para apoyar y estimular la economía real son insuficientes, incompletas o erróneas, la esfera real podría contaminar el sistema financiero dentro de unos meses. El oro se beneficiaría entonces de su característica de protección contra el riesgo de contrapartida. Mientras tanto, fluctúa con los vagabundos de los tipos de interés reales de los EE.UU., en un rango entre unos 1.500 y 1.700 dólares.

Los mercados de renta fija y de acciones reflejan ahora la «recesión exógena» que acaba de comenzar. Como resultado, los activos de calidad se están negociando a niveles récord de valoración en relación con los activos de tipo value. Sin embargo, creemos que es prematuro sumergirse en esta oportunidad. La oportunidad del value parece ópticamente muy convincente, pero debe evaluarse a la luz del actual conjunto de circunstancias sin precedentes.

Para que los activos value rindan y su ventaja de valoración se lleve a cabo, necesitamos que se cumplan dos condiciones. En primer lugar, la política macroeconómica debe formularse de manera que refleje eficazmente la economía. En segundo lugar, en la nueva era de rápido crecimiento de los controles gubernamentales, algunas decisiones de política podrían perjudicar gravemente a los activos value. Por ejemplo, las autoridades ya están interfiriendo en las políticas de dividendos. Si bien en el caso de los sectores o empresas que probablemente recurran a la ayuda estatal esto está perfectamente justificado, la tentación de extirpar esas intervenciones de manera más amplia podría ser difícil de resistir para los políticos. Cuidado con el value!

Inicio del segundo trimestre

Tras el análisis, hemos llegado a la conclusión de que mantendremos nuestras asignaciones actuales, sin reequilibrar mecánicamente nuestras carteras hacia una asignación estratégica de activos, como suele recomendarse en la práctica institucional. Mantenemos esa opción abierta para más adelante. También mantenemos el sesgo hacia las empresas de calidad que nos ha servido bien en esta crisis hasta ahora. 

La primera fase de la crisis ha terminado y estamos entrando en la segunda fase, el fin de la pandemia. Técnicamente, los mercados deberían volver a probar los recientes mínimos durante el segundo trimestre antes de recuperarse a medida que la actividad económica se recupera durante la segunda mitad del año. El camino a seguir sigue siendo volátil y, sobre todo, depende de las decisiones políticas.

Para concluir, quisiera compartir una reflexión basada en la experiencia adquirida durante crisis anteriores como las de 1987, 1998 o 2008. La disminución de algunos precios de los activos en esta crisis es ciertamente impresionante a corto plazo. Sin embargo, siguen contenidas en los mercados de valores, dado el remedio prescrito a la economía real para absorber esta pandemia. Dentro de 12 a 18 meses, podríamos sorprendernos en retrospectiva al ver el potencial de recuperación de los mercados. Todavía estamos en un mercado alcista secular. Parece difícil de creer, pero era igual de difícil de imaginar en el otoño de 1987.

Tribuna de Yves Bonzon, CIO de Julius Baer.

¿Cómo comprender el comportamiento de los mercados bursátiles frente a la crisis del coronavirus?

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¿Cómo comprender el comportamiento de los mercados bursátiles frente a la crisis del coronavirus?
Pixabay CC0 Public Domain. ¿Cómo comprender el comportamiento de los mercados bursátiles frente a la crisis del coronavirus?

Al preguntarnos por la reacción de los mercados ante la crisis del coronavirus, sin duda, debemos citar el temor a una recesión. No obstante, resulta imposible comprender el desplome tan repentino como marcado de los mercados sin analizar primero unos catalizadores de índole más psicológica.

En primer lugar, la propagación de la epidemia: en cada país, sigue una curva clásica denominada “epidémica” en forma de campana que comienza por una fase de crecimiento exponencial. Sin embargo, a pesar de este dato estadístico objetivo, todo el mundo parece seguir mostrándose sorprendido -incluidos los mercados financieros- ante las cifras que se dan a conocer a diario.

Contra toda lógica, su aceleración constituye motivo de sorpresa, y este sentimiento parece seguir produciéndose en Estados Unidos en la actualidad, lo que explica que presenciemos unas reacciones tardías, en ocasiones cercanas al pánico, y, en cualquier caso, siempre ineficientes.

En segundo lugar, tenemos la evolución de la confianza: desde siempre, la confianza es el elemento que convierte las previsiones económicas en valoraciones de mercado. Desde hace más de una década, los inversores podían, con razón, depositarla en unas economías estables a largo plazo y en unos tipos de interés objeto de recortes periódicos, puesto que los propios bancos centrales, símbolo de la credibilidad, se encargaban de garantizar que así fuera.

De este modo, las valoraciones de absolutamente todos los activos financieros habían alcanzado máximos históricos pocos días antes de que se identificase la amenaza que planteaba el coronavirus. Y mejor aún, o más bien peor: esta visibilidad había permitido a los más audaces -y habían llegado a ser numerosos- beneficiarse de esta ganga endeudándose para posicionarse en estos activos.

No hay término más idóneo para resumir esta situación que el de fragilidad: este contexto podría perfectamente haber perdurado aún durante un largo tiempo, con la condición expresa de no ser objeto de una perturbación violenta. Pero, ¿existe acaso una perturbación más violenta que el confinamiento de cerca de la mitad de la población mundial?

Tribuna de Didier Saint-Georges, miembro del Comité de Inversiones Estratégicas de Carmignac