La revolución tecnológica: ¿incertidumbre u oportunidad?

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La revolución tecnológica: ¿Incertidumbre u oportunidad?
Foto cedida. La revolución tecnológica: ¿Incertidumbre u oportunidad?

El mundo está en constante evolución, lo que propicia una innovación tecnológica sin precedentes. Con tanto potencial de disrupción, ¿deberían los inversores abrazar la revolución?

Panta rei, “todo fluye”, dijo el filósofo griego Heráclito, inmortalizando el concepto de una necesidad de cambio aplicable a todas las cosas. El cambio permite la supervivencia, la evolución y el progreso, tanto para el ser vivo más pequeño como para cualquier país, economía o empresa.

La transformación es inevitable. Mirar hacia adelante es condición humana, y la demanda de bienes o servicios mejores, más eficientes, asequibles y fiables lleva a las empresas a mejorar lo existente y a inventar lo que no existe. El cambio es donde se hacen y se pierden fortunas, y es bastante impredecible.

En este contexto, y especialmente en la era de la Gran Inestabilidad, cuando las variables políticas, económicas y sociales están más interconectadas que nunca, ¿cómo pueden los inversores enfocar con éxito un mundo en constante cambio?

Pasos e hitos

El ritmo de innovación de mano de la tecnología ha sido imparable, y el mundo tiene un aspecto muy diferente al de hace tan solo una década. A medida que evoluciona el equipamiento y el software, también lo hace nuestra capacidad para aprovechar su potencial para mejorar más aspectos de nuestras vidas.

Al mismo tiempo, muchas empresas no se limitan a superar las expectativas del cliente, sino que siguen investigando para inspirar toda una nueva generación de avances. En áreas como el transporte, la energía y la sanidad, la innovación y la inteligencia artificial están propiciando desarrollos previamente inimaginables, rompedores para nuestra sociedad.

Definiendo la nueva normalidad

La crisis climática ya exigía una transformación significativa antes del COVID-19. A raíz de la pandemia y la respuesta de las autoridades, muchos sectores se plantean cómo adaptarse a las nuevas normas y pautas de comportamiento. Transporte, ocio, sanidad, energía, educación, e incluso finanzas e inversión… Todos se enfrentan a la perspectiva de cambio disruptivo a medida que la recuperación va cobrando forma.

Por consiguiente, los próximos meses podrían ser cruciales para el futuro de mucha gente y brindar a los innovadores una oportunidad para sacar partido a unas necesidades en pleno cambio. Por otra parte, tal como nos enseñó Isaac Newton, “a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud y de sentido contrario”. Cuando el cambio crea margen para la innovación, quienes no se mueven en esa dirección se quedarán atrás.

Un juego tentador…

El cambio no es siempre positivo o negativo. Al mismo tiempo, alinear la oferta de una empresa con lo que quieren y necesitan los consumidores no es tarea fácil. La innovación requiere una buena dosis de sangre fría y no siempre está claro lo que conlleva en términos de inversión y riesgo. Para los que tienen éxito, las recompensas son altas, pero a menudo breves, ya que la gente busca continuamente la “versión 2.0” de una idea. ¿Te acuerdas de Blackberry, Blockbuster y Kodak? Otrora gigantes e innovadores en sus respectivos campos, vieron cambiar sus fortunas cuando sus rivales irrumpieron en los sectores que dominaban.

…con ganadores inciertos

Así, la innovación se está convirtiendo en una arena competitiva en casi todos los sectores, con muchas empresas arriesgándose a perder terreno y quedar obsoletas. No obstante, este temor es también el que empuja a muchas otras a abrazar cambios significativos. Conseguir lealtad es más difícil hoy en día, y los consumidores cuentan con más herramientas para expresar su decepción. De este modo, se está prestando una gran atención a los datos de consumo.

Este es un lujo caro y prolongado que no todas las empresas pueden permitirse. Comprender y acceder a tendencias y opiniones de distintas fuentes, y no solo a la retroalimentación de los clientes propios, es el combustible de la innovación en cualquier sector. Sin embargo, no son siempre las firmas de mayor tamaño o mejor financiadas las que realizan avances cruciales. Una empresa pequeña podría ver una oportunidad y aprovecharla, creciendo a un ritmo significativo (como Zoom).

Puntuaciones probables

Pese al cambio constante, todavía es posible realizar suposiciones razonables, especialmente debido al impacto de la pandemia. Los consumidores se han visto obligados a abandonar o a reducir sus hábitos de hacer compras, comer en restaurantes o viajar. La mayor parte del gasto se ha trasladado a internet, tal como demuestra el crecimiento del comercio electrónico en abril y mayo: un 60% respecto al mismo periodo de 2019. Incluso ante la relajación de las medidas de confinamiento en muchos países, la pandemia ha acelerado la penetración del comercio electrónico el equivalente a dos años, y los nuevos hábitos podrían dar lugar a un giro permanente hacia los mercados online.

Los millennials (y los consumidores familiarizados con la tecnología en general) son cada vez más influyentes y exigen una experiencia online personalizada. Así, toda empresa que quiera tener éxito en esta nueva realidad dominada por el distanciamiento social tendrá que ofrecer opciones de compra y ocio sin contacto y poco concurridas, combinando experiencias físicas y digitales de maneras originales y personalizadas.

La inestabilidad crea oportunidades

Como siempre, nos hallamos ante un panorama complejo. El ritmo de cambio y la amplitud de sectores a cubrir pueden plantear riesgos y oportunidades, representar trampolines transitorios o éxitos duraderos. Los desarrollos capaces de revolucionar un sector para siempre no son siempre fáciles de identificar.

La inversión en innovación requiere dedicación y una profunda comprensión de las dinámicas relevantes, lo cual encaja a la perfección con la filosofía de BNP Paribas Asset Management de investigar antes de invertir. Nuestro equipo de expertos ha creado dos fondos para invertir específicamente en tecnología disruptiva (BNP Paribas Disruptive Technology) y en innovación de consumo (BNP Paribas Consumer Innovators).

Se trata de carteras concentradas que pueden beneficiarse del enorme cambio que está experimentando el mercado de acciones de consumo a nivel global. Con ellos queremos ayudar al inversor a navegar por la bruma de incertidumbre e inestabilidad que atravesamos y a identificar los faros que brillarán con más fuerza en el futuro.

Tribuna de Ramón Esteruelas, especialista sénior de inversiones de renta variable global y temática de BNP Paribas AM

Los inversores, demasiado seguros ante las elecciones presidenciales en EE.UU.

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Pixabay CC0 Public DomainGage Skidmore. Gage Skidmore

La teoría de los mercados eficientes sostiene que los precios de mercado reflejan toda la información disponible. Ahora bien, dichos precios reflejan expectativas, no hechos. Por lo tanto, los precios de los activos sintetizan menos qué sabe el mercado y más cómo ven el futuro los inversores.

En realidad, el mercado es solo una agregación de probabilidades y rangos de resultados posibles sobre lo que está por llegar. Históricamente, la volatilidad se ve amplificada cuando las hipótesis del mercado resultan ser falsas. Por ejemplo, al decretarse el cierre de las economías en marzo, los precios de los activos no reflejaban las crecientes probabilidades de una recesión. Evidencia de esto es la oscilación sísmica del índice de volatilidad del CBOE (VIX), que pasó de unos mínimos casi históricos a unos niveles máximos récord en cuestión de un mes. Habitualmente, a medida que la confianza de los inversores mejora lentamente (o a una velocidad histórica en el caso de 2020), las primas de riesgo descienden conforme la convicción del mercado en torno al riesgo/rentabilidad y las probabilidades se fortalece.

En EE.UU., las cotizaciones bursátiles han superado sus máximos previos a la crisis, en tanto que los diferenciales crediticios han caído casi hasta sus exiguos niveles anteriores a la crisis del COVID. Dejando de lado la posibilidad, o al menos nuestra creencia, de que esta recuperación sea un efecto inducido por la financiación de los bancos centrales, ¿qué están señalando los inversores? Certeza. Eso es incontestable. Con independencia de cuál sea mi postura, los inversores están mostrando confianza y convicción sobre el futuro.

Con todo lo que hemos pasado en 2020, lo que yo me pregunto es lo siguiente: ¿Se sienten ustedes seguros? Podemos echar un vistazo a las encuestas y a las apuestas en busca de pistas sobre las preferencias de los votantes. Ambos datos se decantan ligeramente por la opción de que el anterior vicepresidente Joe Biden gane la presidencia de EE. UU. frente a que el actual presidente Trump salga reelegido. Pero el mercado también está votando constantemente. Emite su voto con cada operación ejecutada a lo largo de la sesión bursátil. ¿Otorgan también los inversores mayores probabilidades de victoria a Biden?

Como existen muchos entresijos a tener en cuenta, trataré de simplificar mi argumentación. En el supuesto de una victoria de Biden, hay dos hechos probables en lo que respecta a las políticas. El primero, una derogación parcial o total de la reforma tributaria (Tax Cuts and Jobs Act) de 2017, que rebajó el tipo de gravamen del impuesto sobre sociedades estadounidense del 35% al 21%. Si suponemos una derogación del 50%, un cálculo orientativo sugiere que la renta neta disminuiría en varios puntos porcentuales. Un segundo resultado probable es un aumento del salario mínimo federal desde los actuales 7,25 dólares la hora hasta cerca de 15 dólares.

Tomadas por sí solas, ambas políticas potenciales supondrían un lastre para los beneficios, especialmente de las compañías de pequeña capitalización donde hay una menor maniobrabilidad fiscal debido al menor porcentaje de sus ingresos que se generan fuera de EE.UU. o bien porque los costes laborales representan en ellas una mayor proporción de los gastos de explotación y hay poco donde cortar. No obstante, el buen comportamiento de la renta variable de pequeña capitalización y de los bonos con calificación inferior a investment grade durante las últimas semanas jugaría a favor del presidente Trump, puesto que esos activos tienen una mayor exposición a estos riesgos.

Ambos candidatos intentarían impulsar el regreso de un mayor número de plantas productivas y de negocios a Estados Unidos. Durante años, las empresas estadounidenses han extraído valor económico y una mayor rentabilidad sobre el capital presionando a sus proveedores y extendiendo las cadenas de suministro hasta los cuatro puntos cardinales del mundo. Ausente la capacidad de contrarrestar este aumento de los costes a través de unos mayores precios medios de venta o de recortes de costes en otros ámbitos, lo más probable es que los márgenes se vean presionados.

Desconozco quién saldrá elegido presidente de EE.UU. y el impacto a corto plazo que su elección tendrá en los mercados financieros. Desde el punto de vista de la inversión, lo que más me preocupa es la trayectoria a largo plazo de los beneficios en relación con el precio del activo. Básicamente, cuál es el coste hoy de los flujos de caja futuros. Mi función como gestor de carteras y estratega en MFS me da la posibilidad de observar los mercados a través de los ojos de más de 100 analistas fundamentales de renta variable y de renta fija corporativa en todo el mundo.

Resumiendo, he aquí lo que veo:

  • Los márgenes de beneficios habían tocado techo y empezado a descender antes de la pandemia.
  • La respuesta de los bancos centrales y los mercados de deuda permitieron a las empresas cubrir enormes huecos de ingresos con más endeudamiento, forzando los balances de una manera nunca vista.
  • Todo negocio debe cubrir sus costes fijos antes de dar beneficios, y esos costes son ahora más elevados debido a que las empresas tratan de mantener a sus clientes y empleados seguros y a salvo del coronavirus. Los ingresos han disminuido en general.
  • Por último, el precio que los inversores están dispuestos a pagar por unos beneficios futuros más bajos es ahora mayor que antes de la pandemia. Comparado con 2019, están pagando mucho más por mucho menos.

Volviendo al tema de las elecciones, si bien nos centramos en los fundamentales a largo plazo más que en las consecuencias políticas a corto plazo, no escondemos nuestra cabeza en la arena. Los analistas de MFS han estado remodelizando su cobertura a la luz de los múltiples resultados posibles para los beneficios, dependiendo de si sale elegido Biden o Trump. Una victoria de Trump ampliaría el abanico de consecuencias posibles para algunos activos, pero no para otros.

Lo mismo sucedería con una victoria de Biden. Además, observamos los cambios de las políticas gubernamentales a través de una lente de sostenibilidad. Aunque una política determinada podría dañar los beneficios a corto plazo, podría revelarse favorable para la sostenibilidad de esos mismos beneficios a largo plazo.

Algunas empresas podrían descubrir que, por ejemplo, tratar a sus empleados como partes interesadas (stakeholders) genera beneficios no fácilmente reflejables en una cuenta de resultados trimestral. Este tipo de consideraciones son la manera que tenemos de incorporar el riesgo electoral en nuestro proceso de inversión. 

 

Tribuna de Robert M. Almeida, gestor de carteras y estratega de inversión mundial en MFS Investment Management

 

Información importante:

El índice de volatilidad del CBOE (VIX) es un índice de mercado en tiempo real que representa las expectativas del mercado sobre volatilidad en los próximos 30 días.

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Todas las inversiones implican riesgos, incluidas las fluctuaciones del mercado, y los inversores pueden perder el capital invertido. Los inversores deben obtener y leer cuidadosamente el folleto y/o el documento establecido en el artículo 37-3 de la Ley de Instrumentos Financieros y Bolsas de Valores antes de realizar cualquier inversión.

La atención sanitaria en una pandemia

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Hans Reiners lab tubes glass
Pixabay CC0 Public DomainHans Reiners. Hans Reiners

En un GEO anterior (en el sector de la atención sanitaria de septiembre de 2019), escribíamos sobre algunas de las virtudes del sector de la atención sanitaria, una de ellas, su previsibilidad. Vender productos esenciales no discrecionales implica que las compañías de atención sanitaria sean relativamente inmunes a las turbulencias económicas, a diferencia de la mayoría de las empresas.

La crisis actual ha puesto a prueba el sentido común de multitud de maneras, también qué cabe esperar de las compañías de atención sanitaria. En general, el sector ha demostrado su resiliencia, particularmente en relativo. De hecho, los beneficios de consenso para 2020 del sector han descendido solo un 3,8% desde comienzos de marzo, frente al -26,7% del índice MSCI World. Sin embargo, por debajo de las cifras de los titulares existen variaciones inusualmente amplias. Algunas compañías han demostrado ser bastante previsibles, mientras que otras han anunciado resultados recientemente que apenas podían imaginarse hace tan solo unos pocos meses, tanto al alza como a la baja.

Los obstáculos a corto plazo, como las medidas de distanciamiento social, anulan algunas oportunidades

El principal aspecto negativo al que se ha enfrentado el sector es que las cirugías en hospitales se han evitado en todos los casos salvo en los más urgentes y esenciales. El resultado ha sido un entorno especialmente complicado para los fabricantes de dispositivos médicos. Para compañías tradicionalmente previsibles que venden, por ejemplo, prótesis, obtener resultados un 30% menores con respecto a sus estimaciones de beneficios para 2020 no es inusual, sorprendentemente. Incluso categorías de productos que antes se considerarían en absoluto discrecionales, como los marcapasos, han resultado ser vulnerables al descenso de las ventas (la división de estos aparatos de cierta compañía líder decreció orgánicamente un 25,7% en el segundo trimestre). Los hospitales también se han visto claramente afectados por esta dinámica, así como las compañías que suministran pruebas diagnósticas. Por otra parte, las compañías de ciencias de la vida han acusado la inactividad de los investigadores y el distanciamiento social ha limitado la capacidad de instalar nuevos equipos.

Las farmacéuticas han evolucionado mejor, en general, si bien determinados productos que deben ser administrados por médicos han acusado la situación. En general, la historia en lo que va de año ha sido la marcada solidez de la demanda en el primer trimestre al cundir el pánico sobre la disponibilidad de medicamentos, seguido por un segundo trimestre más débil impulsado por la reducción de existencias al resultar el pánico algo excesivo.

La crisis también ha servido para recordar el propósito de las compañías de atención sanitaria. Si bien el sector es criticado con frecuencia por los políticos, en especial, en la antesala de las elecciones, y los analistas no tardan en apuntar los riesgos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo, a veces parece que se olvida que estas compañías ofrecen productos y servicios que mejoran y a menudo salvan la vida. Son estas compañías las que se encuentran en primera línea en la búsqueda de soluciones para la crisis actual. El tiempo dirá si los vientos que vendrán de la esfera política serán algo más favorables, pero unas pocas compañías altamente innovadoras ya se están beneficiando de la dinámica actual, en particular, aquellas capaces de ofrecer pruebas precisas de COVID-19, así como las que se encuentran en disposición de ayudar a las farmacéuticas a investigar y desarrollar tratamientos y vacunas. Una de las posiciones del equipo en el sector de la atención sanitaria ofreció unas orientaciones iniciales sobre sus resultados del segundo trimestre que apuntaban a entre un crecimiento orgánico plano y una caída del 15%, si bien terminó anotándose un avance del 11% e indicando un crecimiento del 15% para el tercer trimestre.

De cara al futuro

En última instancia, la pregunta que nos hacemos es si las compañías lastradas por la COVID-19 han sufrido daños permanentes en sus beneficios o si 2020 no será más que una gran anomalía. En el caso de aquellas que han salido beneficiadas de la situación relacionada con la COVID-19, estamos tratando de establecer en qué medida serán duraderos sus nuevos ingresos.

En cuanto a si habrá un tratamiento o una vacuna eficaces y, en su caso, cuándo y qué compañías serán las que más se beneficiarán, generalmente consideramos que estos tipos de predicciones están plagados de riesgo. Sin embargo, confiamos razonablemente en que las compañías de nuestras carteras participen del éxito, pues cualquier avance satisfactorio requerirá la asistencia de las compañías del ámbito de las ciencias de la vida líderes del mundo y puede que del fabricante de agujas y jeringuillas líder a escala global. Además, dada la dificultad de fabricar vacunas a gran escala, no resulta escandaloso sugerir que los dos fabricantes de vacunas líderes del mundo podrían tener un papel que desempeñar al respecto.

Impacto en nuestras carteras

En general, no podemos afirmar que la parte correspondiente a atención sanitaria de nuestras carteras globales haya demostrado estar completamente protegida de las consecuencias negativas de la pandemia, pero sí que determinadas partes de ellas han salido muy beneficiadas y, en general, consideramos que están ofreciendo la resiliencia a la que aspiramos; los beneficios de consenso para 2020 de nuestras posiciones en atención sanitaria han caído entre un 2% y un 6% en el caso de nuestras carteras globales desde marzo, frente al -4% del índice MSCI World Health Care y el -27% del índice MSCI World (1), esto a pesar de una exposición mínima a los subsectores farmacéutico y biotecnológico, especialmente defensivos, pero de menos calidad. Es clave destacar que, dada la naturaleza esencial de los productos y los servicios que ofrecen las compañías de la cartera, confiamos en que los segmentos más afectados se recuperen con relativa rapidez, de forma que no haya efectos sustanciales para los beneficios o el «compounding» a largo plazo que estas compañías pueden ofrecer.

 

Columna de Marcus Watson, Executive Director y gestor de carteras en el equipo International Equity de Morgan Stanley Investment Management.

 

Anotaciones:

(1) Fuente: FactSet, agosto de 2020. El índice MSCI World Health Care mide el rendimiento de acciones de compañías de atención sanitaria de mediana y gran capitalización de 23 países de mercados desarrollados

 

 

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Perspectivas sobre Europa: en busca de gigantes en nichos

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Perspectivas sobre Europa: en busca de gigantes en nichos
Pixabay CC0 Public Domain. Perspectivas sobre Europa: en busca de gigantes en nichos

Una de las actividades que más me gustan de las vacaciones de verano es la oportunidad de ponerme al día con los libros que me he perdido en la vorágine del día a día durante todo el año. Este verano, uno de los libros más interesantes que leí fue «The Ride of a Lifetime», de Robert Iger, CEO de la compañía Walt Disney.

La obra es un recorrido de su trayectoria en la empresa. De particular interés son los recuerdos de tres adquisiciones importantes: Pixar, Marvel y Lucasfilm. En el momento de las compras, Disney se enfrentaba a importantes dificultades estratégicas. Sin embargo, asumió el gran contenido que producía cada una de las compañías y, usando sus capacidades de distribución, rápidamente expandió el tamaño del mercado. El resultado fue un conjunto de franquicias enormemente rentables. Las perspectivas de Disney se transformaron desde ese momento.

Como inspiración para estas exitosas decisiones, Iger mencionó un consejo de uno de sus principales mentores, Dan Burke. Le dijo «evita meterte en el negocio de lubricantes para trombones; puede que seas el mayor fabricante, pero ¡se consume muy poca cantidad en todo el mundo!». ¿Cuál es la lección?  Hay que concentrarse en los negocios que tienen, en la lengua vernácula de los negocios de hoy en día, importantes mercados potenciales. Es decir, en las áreas donde los esfuerzos pueden tener el mayor impacto en el resultado final.

Vivimos en un mundo en el que las empresas de plataformas y de contenido cada vez más accesible dominan la atención de los inversores y el valor de mercado. El enfoque en los mercados potenciales y en su, valga la redundancia, potencial de crecimiento se ha convertido en el motor de inversión clave detrás de numerosas empresas. Pero, sin estar en desacuerdo con Burke, en determinados casos es posible que las empresas adopten una estrategia diferente. Siguiendo con su ejemplo, estas compañías no solo fabrican lubricante para trombones, sino para todos los instrumentos de la banda en todos y cada uno de los países. A la vez, también controlan la distribución y el suministro.

Encontrar un nicho

Cuando analizamos empresas buscamos una serie de dinámicas. Una de ellas es identificar aquellas que ofrecen bienes o servicios que representan solo una pequeña parte de la base de costes de sus clientes, pero que son absolutamente críticos para su éxito. Lo ideal sería que estuvieran bien protegidos por efectos de red, procesos patentados y/o conocimientos técnicos de los productos, características que tienden a dar una gran resistencia a los ingresos y dotan a la empresa de poder de fijación de precios. A su vez, pueden permitir el dominio de pequeños nichos para crear empresas altamente rentables, de rápido crecimiento y contra las que es difícil competir.

El patrimonio industrial de Europa y la variedad de zonas culturales y políticas han convertido a la región en un hogar natural para esas empresas. Como resultado, muchas disfrutan de una cuota de mercado dominante en sectores especializados. El término operativo es «gigantes en nichos». Se trata de grupos familiares o negocios en los que gran parte del capital está en manos de sus fundadores. Son capaces de adoptar una visión a muy largo plazo sobre cómo construir un mercado, lo que les permite expandirse sobre una base global. Estas entidades han ido sumando importantes nichos de mercado o han combinado muchos nichos nacionales para crear oportunidades de ingresos.

En particular, la ingeniería industrial es una esfera en la que las compañías europeas han prosperado gracias a su enfoque en nichos, compitiendo con jugadores mundiales de bajo coste. Dos empresas alemanas me vienen a la cabeza cuando pienso en estas historias de éxito: Knorr-Bremse y Rational. Ambas están caracterizadas por la presencia en el capital de una familia y han construido pacientemente sus franquicias durante muchas décadas.

Frenar a tiempo

Knorr-Bremse es líder mundial en el suministro de sistemas de frenado para trenes y camiones, que están hechos a medida y por encargo. Cuenta con un importante liderazgo tecnológico y el producto es fundamental para la seguridad y la eficiencia del material rodante, pero constituye una parte muy pequeña del coste total. La capacidad de proporcionar un servicio continuo para los frenos es un activo clave para proteger la posición en el mercado. Es importante destacar que la empresa está bien posicionada en una industria que esperamos se beneficie a largo plazo de un cambio hacia opciones de transporte más respetuosas con el medioambiente.

Algo se está cocinando

Rational es líder mundial en la fabricación de hornos combinados para cocinas profesionales. El argumento principal de venta es el significativo ahorro de costes que el horno le da a la cocina. Según informes recientes, Rational tiene más del 50% de cuota en este segmento, cinco veces más que su competidor más cercano. Debido al COVID-19, tanto Rational como el sector de la hostelería en general, se enfrentan a algunos vientos en contra a corto plazo. Sin embargo, en nuestra opinión, las perspectivas a largo plazo para la comida cocinada fuera de casa siguen siendo sólidas.

En conclusión…

Quizá la fabricación de lubricante para trombones no es un mal plan después de todo. La próxima vez que su tren llegue a la estación y se detenga con precisión, piense en Knorr Bremse. Y cuando vaya a su restaurante favorito, eche un vistazo a la cocina y trate de ver qué marca de horno tienen. Hay una probabilidad del 55% de que, si tienen un horno combinado, sea uno Rational.

Son solo dos ejemplos de «gigantes en nichos» europeos que están ayudando a impulsar la vida cotidiana. Estos son los tipos de empresas que seguiremos buscando para nuestras carteras de inversión.

Tribuna de Ben Ritchie, responsable de renta variable europea de Aberdeen Standard Investments

Las empresas han sido seleccionadas solo con fines ilustrativos para demostrar el estilo de gestión de las inversiones que se describen en el presente documento y no como una recomendación de inversión o una indicación de los resultados futuros.

Por qué preferimos el crédito europeo frente al estadounidense

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Por qué preferimos el crédito europeo frente al estadounidense
Pixabay CC0 Public Domain. Por qué preferimos el crédito europeo frente al estadounidense

En un entorno caracterizado por una incertidumbre radical, creemos que los inversores deben mantener exposición a activos de mayor calidad, incluidos los bonos gubernamentales y la deuda corporativa con calificación de grado de inversión. A pesar de que los rendimientos se encuentran en mínimos históricos o cercanos a ellos, el crédito con grado de inversión ofrece una fuente de ingresos relativamente estable, aunque modesta.

Durante la corrección del mes de septiembre (impulsada por el sector tecnológico en EE.UU.), la rentabilidad total de la deuda con grado de inversión y la high yield con más riesgo, se han mantenido estables, con diferenciales crediticios en la misma línea. El desempeño relativamente sólido del crédito corporativo durante el último brote de volatilidad del mercado de valores global refleja en parte el apoyo continuo de las políticas a los mercados de crédito.

¿Por qué preferimos el crédito europeo frente al estadounidense? Hay cuatro argumentos principales:

1. El Banco Central Europeo está comprando entre 10.000 y 12.000 millones de euros de bonos corporativos con grado de inversión al mes, además de miles de millones de euros de deuda pública en el marco de sus compras de emergencia pandémica (PEPP) y otros programas de compra de activos (QE). Por otra parte, la Fed está comprando muy pocos bonos corporativos a pesar de los préstamos récord a través de sus líneas de crédito, para así evitar el colapso en los mercados crediticios de EE.UU. El mayor activismo del BCE en los mercados crediticios en comparación con la Fed es una de las razones por las que creo que el agregado del euro y las estrategias de grado de inversión están especialmente bien situadas para afrontar un panorama de inversión caracterizado por una incertidumbre y un riesgo sin precedentes.

Gráfico 1 Bluebay

 

2. En mi opinión, una fuente clave de riesgo a la baja para los activos estadounidenses en general en comparación con los activos en euros son las próximas elecciones presidenciales y al Congreso. La fiebre electoral se apodera ahora de Washington y hace que sea cada vez más difícil llegar a un acuerdo sobre el apoyo adicional del gobierno federal a la recuperación.

Por el contrario, Europa está demostrando una mayor solidaridad y cohesión política en respuesta a la crisis; muestra de ello son el acuerdo sobre el Fondo Europeo de Recuperación de 750.000 millones de euros, la ampliación de los planes de empleo y el apoyo a la política fiscal, así como una enorme liquidez del BCE. Aunque la recesión económica de la zona euro fue más profunda que en EE.UU., las previsiones de consenso sugieren que Europa crecerá más rápidamente hasta 2021.

Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, la incertidumbre política seguirá lastrando los activos estadounidenses, incluido el dólar.

Gráfico 2 Bluebay

 

3. El endeudamiento récord de empresas estadounidenses se ha asociado en parte con un aumento del apalancamiento y una extensión en el vencimiento y la tasa de interés o riesgo del Tesoro en la deuda corporativa de EE.UU., especialmente los bonos corporativos de alta calidad. La duración media del crédito con grado de inversión estadounidense es de 8,7 años en comparación con los 5,2 años del crédito corporativo con grado de inversión en euros.

Los fundamentales corporativos estadounidenses se han deteriorado más drásticamente que en Europa a pesar de una recesión menos severa. En parte, esto se debe a que los gobiernos europeos han brindado un mayor apoyo al sector empresarial a través de subsidios laborales, garantías de préstamos bancarios y apoyo financiero directo a sectores y empresas con problemas. La tasa de impagos de 12 meses para los bonos high yield en euros calificados por debajo del grado de inversión se encuentra actualmente por debajo del 4%, en comparación con casi el 8% para los bonos de alto rendimiento de EE.UU. según los últimos datos de la agencia de calificación crediticia Moody’s.

Gráfico 3 Bluebay

 

4. El menor riesgo de impago en Europa también se debe al menor endeudamiento de los prestatarios corporativos europeos, algo que se refleja en su mayor calidad crediticia. Dos tercios del alto rendimiento en euros tienen la calificación BB, frente a cerca de la mitad para los prestatarios estadounidenses. Más de 120.000 millones de dólares de deuda corporativa estadounidense han perdido su calificación de grado de inversión y la han visto reducida a high yield: el doble de la deuda que representan los llamados «ángeles caídos» en Europa. Otros 100.000 millones de dólares de deuda corporativa con grado de inversión de EE.UU. están en riesgo de degradación en comparación con solo 20.000 millones de euros en Europa.

Los menores riesgos a la baja para los mercados crediticios del euro se reflejan, al menos en parte, en márgenes crediticios y rendimientos más bajos que los de la deuda corporativa estadounidense, especialmente en los bonos de alto rendimiento. Los costes de cobertura de divisas han caído drásticamente desde principios de año, ya que la Fed ha recortado los tasas de interés en 150 puntos básicos. Pero la recuperación del rendimiento en el grado de inversión estadounidense sobre el de euros es solo del 0,5% después del coste de cobertura del riesgo cambiario euro-dólar. En mi opinión, medio punto en rendimiento ofrece una compensación adicional relativamente pequeña por los riesgos a los que se enfrentan los inversores europeos en renta fija y crédito estadounidenses.

Si bien en el futuro próximo hay poco riesgo a la baja por una mayor inflación y por los rendimientos de la deuda soberana europea, sí que existen riesgos e incertidumbres por el reciente repunte de casos de coronavirus. Las medidas de distanciamiento social más estrictas obstaculizarán la recuperación de la actividad económica, el empleo y los beneficios empresariales. Con el tiempo, habrá que reducir el apoyo fiscal, aunque los responsables de la formulación de políticas en Europa parecen haber aprendido la lección de la crisis financiera mundial de no endurecer la política fiscal demasiado pronto.

Creo que el mayor desafío para los inversores en deuda pública en euros y en crédito son los rendimientos extraordinariamente bajos. A pesar de ello, hay margen para que caigan los diferenciales crediticios a medida que los inversores pasen de los bonos gubernamentales europeos a la deuda corporativa de mayor rendimiento, especialmente con grado de inversión.

En lugar de perseguir rendimientos modestamente más altos en el crédito de EE.UU. y asumir mayores tasas de interés y riesgo crediticio, los inversores deberían, en mi opinión, buscar complementar los bajos rendimientos aprovechando las oportunidades de valor relativo y llevando a cabo un análisis que permita una buena selección crediticia desde la perspectiva de los fundamentales de cada emisor.

En un mundo caracterizado por una incertidumbre sin precedentes, los inversores europeos deberían permanecer más cerca de la liquidez del banco central, buscando estrategias que sean lo suficientemente ágiles para mejorar los rendimientos a través de la inversión activa.

Tribuna de David Riley, jefe de estrategia en BlueBay Asset Management

Continúa la diversificación de las afores en inversiones alternativas globales

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En los primeros nueve meses del año 7 GPs han emitido 20 vehículos de capital privado que están listados en las dos bolsas de valores que hay en México (BMV y BIVA). En total se han emitido 3 CKDs que invierten en México en los sectores de infraestructura, capital privado y crédito; mientras que 4 GPs han emitido 17 CERPIs para invertir globalmente en el sector de fondo de fondos.

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El capital comprometido para invertir globalmente suma 1.924 millones de dólares (mdd), mientras que los recursos que se invertirán en México suman 882 mdd para dar un total de 2.806 mdd que representan el 9% de los 31.538 mdd de capital comprometido total. Desde 2018 que se permitieron las inversiones globales a través de los CERPIs la tendencia ha sido por la diversificación global de ahí que predomine la emisión de CERPIs que CKDs. Del Capital comprometido, el capital llamado representa 57% donde domina el capital llamado de los CKDs respecto a los CERPIs. 

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Todas estas emisiones se hicieron antes del 7 de septiembre, fecha en la que la CONSAR publicó cambios a la regulación de las AFOREs a través de la denominada Circular Única Financiera también conocida como CUF (https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/576397/cuf_07_sept_20.pdf), 

De manera particular, la regulación busca, que los CKDs y CERPIs incorporen elementos que ofrezcan certidumbre en términos de políticas de administración de riesgos, inversiones y gobernanza y, sobre todo, garantizar que este tipo de inversiones no representen un costo excesivo para los trabajadores.  Por lo anterior, se espera que estos cambios frenen el ritmo de emisiones en los próximos meses.

Se tienen identificados a un total de 25 CKDs y CERPIs en el pipeline.

  • Desde 2017 al 30 de septiembre, 14 iniciaron su proceso legal de emisión en 2019; 6 en 2020 y 5 entre 2017 y 2018. Por lo general el proceso de emisión se lleva dos años y son excepciones los que logran salir en un año de haber iniciado el proceso de emisión.
  • 14 están haciendo su trámite en BIVA y 11 en la BMV.
  • 9 son CERPIs y 16 CKDs
  • 10 son emisores recurrentes de CKDs y CERPIs y 15 son nuevos.
  • Hay 12 que quieren emitir en el sector de bienes raíces (4 CERPIs), 6 en capital privado (4 CERPIs); 2 de deuda; 2 de infraestructura; 2 en otros sectores y 1 fondo de fondos (CERPI).
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Las AFOREs tienen 201.089 mdd de activos en administración al 31 de agosto de los cuales 11.804 mdd son inversiones en CKDs, CERPIs y estructurados (5.9% de la cartera). Actualmente las inversiones en CKDs representan el 4.8% de los activos en administración y apenas 1.1% son inversiones en alternativos globales (CERPIs). Si se considera el capital llamado los porcentajes se van a 6.7% en inversiones locales (CKDs) y 4.8% en inversiones globales (CERPIs) para representar con el valor actual de los activos en administración el 11.5%.

La diversificación que buscan las AFOREs llevará a que continúe creciendo la emisión de CERPIs.

Columna de Arturo Hanono

Cómo invertir en educación

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Pixabay CC0 Public Domain. Cómo invertir en educación

Alcanzar cualquiera de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas —en especial, el ODS 4 (educación de calidad)— exigirá una inversión significativa de los sectores público y privado. Afortunadamente, el sector privado está dando pasos adelante, ofreciendo más formas para que los inversores ayuden a mejorar el sistema educativo, reducir la pobreza y fomentar un crecimiento sostenible, aspirando al tiempo a obtener rentabilidades atractivas.

La educación es esencial para reducir la pobreza y fomentar un crecimiento económico sostenible: cada año adicional de educación está asociado a un PIB per cápita un 13%-35% mayor. Sin embargo, no todo el mundo tiene acceso a una educación de calidad. Más de 262 millones de jóvenes en edad escolar no van a la escuela, seis de cada diez niños no adquieren capacidades básicas de lectura, escritura y cálculo tras varios años en la escuela y 750 millones de adultos son analfabetos. Este es el motivo por el cual los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas incluyen la «educación de calidad» como una de las 17 máximas prioridades, lo cual apunta a la función clave que pueden desempeñar los inversores.

Gráfico educación

Los inversores pueden contribuir a ampliar las oportunidades educativas para todos. Se estima que el gasto anual en educación en todo el mundo en 2018 fue de 5,9 billones de dólares y que podría alcanzar los 10 billones de dólares para 2030. En este mercado, diversos subsegmentos muestran un potencial de crecimiento prometedor:

  • Se prevé que el gasto en educación digital, en que las clases se imparten a través de Internet, crezca un 12,5% al año de ahora a 2025
  • En China, los centros de formación profesional (también conocidos como «escuelas comerciales» o «técnicas») podrían registrar un crecimiento superior al 10% en los próximos años
  • Los ingresos de los centros de enseñanza superior de todo el mundo que imparten clase a través de Internet van camino de alcanzar los 7.700 millones de dólares para 2025, lo cual supone un significativo avance desde los 3.300 millones de dólares de 2019

La perspectiva de crecimiento para el mercado educativo cuenta con el respaldo de una sólida demanda global, pero existen diferencias entre regiones. Los países en vías de desarrollo precisan de un mejor acceso a la educación para satisfacer las necesidades de una creciente clase media, potenciar el crecimiento urbano y promover un giro hacia sectores de mayor valor añadido. En los países desarrollados, el acceso a la educación no es en gran medida el problema, sino el aumento de los costes y la «brecha de habilidades» entre lo que se imparte en los centros de educación superior y lo que las empresas necesitan.

No obstante, existen algunas cuestiones relevantes relacionadas con la educación en múltiples regiones, en particular, el acceso a la educación y a la tecnología aplicada. Los inversores que asignen fondos a estos ámbitos pueden contribuir hacia la consecución de diversos ODS de las Naciones Unidas, entre los que se encuentran el ODS 4 (educación de calidad), el ODS 1 (fin de la pobreza), el ODS 8 (trabajo digno y crecimiento económico) y el ODS 10 (reducción de las desigualdades), aspirando al mismo tiempo a obtener atractivas rentabilidades financieras.

Por ejemplo, el sector privado de China está desempeñando un importante papel en la mejora del acceso a la educación en el país. Aunque China ha elevado el nivel educativo medio de su población en los últimos años, aún no es capaz de encajar a todo aquel que quiere acceder a una educación superior a la secundaria. Esto puede medirse mediante una estadística llamada «tasa bruta de matriculación en la enseñanza superior», que en China era solo del 48% en 2018, frente al 88% de Estados Unidos. Dado que la financiación pública de la educación es limitada en China, los centros privados de educación superior están contribuyendo a cerrar la brecha. Las tasas académicas están reguladas, pero las empresas cuentan con amplio margen para generar beneficios razonables, lo cual contribuye a mantener relativamente bajo el coste de la educación superior en China, tanto pública como privada.

También existen emocionantes avances en el ámbito de la tecnología para la educación, que puede contribuir a abordar dificultades acuciantes como la asequibilidad y la accesibilidad. Sin embargo, hoy por hoy, menos del 3% del gasto global en educación se destina al ámbito digital. Para cerrar esta brecha, las empresas de educación privada están dando un paso al frente, por ejemplo, trabajando con las universidades para ayudarlas a desarrollar e impartir programas de grado a través de internet. Este ámbito creciente de «gestión de programas online» reduce el coste del aprendizaje, al tiempo que facilita el acceso. Otras empresas de tecnologías educativas están mejorando la eficiencia y la eficacia del aprendizaje mediante inteligencia artificial, por ejemplo, con nuevas soluciones de software capaces de analizar el trabajo en casa del estudiante y ajustar automáticamente las siguientes tareas para abordar problemas específicos. 

Un número creciente de empresas de educación cotizadas

Alcanzar cualquiera de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas será un reto que requiere una participación decidida de los sectores público y privado; lo mismo sucede con el ODS 4 (educación de calidad). Afortunadamente, el sector privado está dando pasos al frente, pues ofrece a los inversores un número cada vez mayor de maneras de participar. Fijémonos en el número de empresas de educación cotizadas con un valor superior a 1.000 millones de dólares: en 2015, había unas 10 empresas con estas características, pero el número creció a 30 en 2018 y se espera que se superen las 100 para 2025.

El capital riesgo también está desempeñando una importante función: en 2018 y 2019, las inversiones de capital riesgo en educación en todo el mundo ascendieron a 8.200 millones de dólares y 7.000 millones de dólares, respectivamente, lo cual supone un importante aumento desde los 4.400 millones de dólares de 2017. Siendo el capital riesgo el factor impulsor de numerosas salidas a bolsa, cada vez más empresas de educación hacen lo propio, lo cual brinda a los inversores un conjunto de oportunidades más amplio.

Existen numerosas lecciones de gran importancia sobre la inversión en educación que los inversores deben aprender —desde mejorar el acceso a la educación hasta explorar nuevas tecnologías—, pero la de mayor valor puede que también sea la más sencilla: invertir en educación permite a los inversores aspirar a resultados financieros atractivos siempre de acuerdo con los ODS.

Tribuna de Andreas Fruschki, CFA. Responsable de renta variable global temática en Allianz Global Investors y gestor del fondo Allianz Thematica.

De las tres crisis recientes, ¿cuál conllevaría una mayor devaluación en México?

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En vez de hacerlo en bloques de tiempo, lo adecuado es comparar las variaciones cambiarias de este año con las de crisis previas, la de 2008-2009 y la de 2014-2016. El dólar subió en las tres ante el desplome de los precios del crudo. La primera, recordemos, fue la debacle bancaria global y la ruina de varios países. La segunda, el derrumbe petrolero sumado al factor “Trump”. ¿Qué balance queda de la devaluación actual contra las anteriores? ¿Qué desempeño puede esperarse?

2008-2009: colapso financiero global (crisis subprime)

El dólar se encareció 56%, de $9,86 en agosto de 2008, hasta $15,35 en febrero de 2009. La moneda mexicana se devaluó 36%. El crudo perdió 77% desde el máximo de US$ 141, en junio de 2008, a US$ 33 en febrero de 2009; la caída fue solo equiparable a la de los años ochenta (la década perdida para México). Véase la similitud lineal WTI-peso en la gráfica de StockCharts:

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Pasado lo peor, el peso avanzó en función del crudo, que rebotó 234% en poco más de dos años, a US$ 113 el barril, en abril de 2011. Con eso, el nuevo mínimo interbancario se marcó en $11,49 (máximo del peso: $0,87 según se ve enseguida). La apreciación acumulada del dólar se moderó dos años y medio después a 16,52% sobre el mínimo pre-crisis y, de ahí, vuelta rápida al alza y constantes subibajas con máximo de $14,20 en mayo de 2012 y nuevo “piso” fugaz de $12,06, en abril de 2013.

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2014-2017: El sueño de la reforma energética. Lecciones no aprendidas

A partir de agosto de 2013 el tipo de cambio osciló en una serie de vaivenes y cotizaciones mínimas de $12,80 – $12,85. La última vez que tocó ese rango fue a fines de mayo de 2014. Era cuando se hablaba de los frutos de la reforma energética como si ya se tuvieran. Se repetía la historia de los años ochenta, con menos consecuencias malas, por suerte.

El peso se debilitaría por la baja de 76% del precio del petróleo (igual de drástica que la de 2008), de US$ 107 en junio de 2014 a US$ 26 en febrero de 2016; en ese mes, el interbancario avanzó sin respiro desde $12,85 hasta $19,14 acumulando 49% de alza y 33% de devaluación.

Al tiempo, en abril de 2016, a la par del nuevo rebote del crudo a casi 50 por barril, el tipo de cambio descendió a $17,17, lo más bajo de cuatro años y medio a la fecha. En adelante, mientras el petróleo seguía subiendo, el peso se demolía por la irrupción de Trump: la divisa se encareció a $19,88, previo a las elecciones americanas, y hasta a $21,90 antes de la toma de posesión. En suma, el dólar se incrementó 71% entre mayo de 2014 y enero de 2017, y la devaluación a 41%.

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A junio de 2018 el petróleo subiría en un año 73%, a 75 el barril. El interbancario parecía acoplarse al bajar a $17,55 – $17,65 entre julio y septiembre de 2017; pero no, porque de ahí comenzó a zigzaguear en canal, entre $18,55 y $20,30, con algún repunte menor, sin sufrir daños adicionales (ya estaban dados) en el octubre negro de 2018, cuando el crudo cayó a US$ 45.

2020: el mundo en vilo. La crisis más grande jamás imaginada

La tendencia cambiaria bajista se consolidaba en el último cuatrimestre de 2019, cuando el peso osciló arriba del precio promedio de los últimos 200 días (PM 200) la línea azul de la gráfica siguiente, a la izquierda. El dólar bajó a $18,55, lo mínimo en año y medio, reforzado, sí, por la recuperación del crudo, que subía a US$ 63, 40% en doce meses, a diciembre de 2019. La historia a partir de entonces es de sobra conocida, no así las cifras comparativas:

  • Del precio pre-covid, el dólar subió de golpe 37%, a $25,33. La devaluación fue de 27%. El petróleo, mientras tanto, se desplomó a lo inverosímil: digamos que a US$ 8,91, como muestra la gráfica, para no hacer cuentas contra el precio de entrega a futuro que resultó negativo. Es decir, perdió 86% de su valor. Nunca en la historia.

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Con esas condiciones, considerando que esta crisis se define como la más grave en tiempos de paz, más aguda que la Gran Depresión y mucho más dura que la de 2008-2009, nuestra moneda habría de haber caído más que en los otros casos. Diríase que el porcentaje de alza del dólar fue moderado. Se entendería que hubiera sido peor y es positivo que haya bajado pronto y atravesado otra vez el PM 200 (en la gráfica, el peso hacia arriba, superando la línea azul). El regreso a $20,85, en apenas seis meses, reduce la apreciación a 13% y la devaluación a 11%. El aumento se va a 19% y la devaluación a 16% con el rebote intempestivo y cierre en septiembre en $22,10. Tolerable, tanto en contraste con los porcentajes de las crisis pasadas como en función de la magnitud del hundimiento del PIB al segundo trimestre y teniendo en cuenta que el tipo de cambio refleja lo que se espera. En resumen:

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¿Interbancario más alto o recuperación del peso?

En cada regreso después de máximos, el dólar marcó “pisos” un poco más abajo del PM 200, para rebotar enseguida. Por tanto, caben tres posibilidades:

  1. Si la dinámica que se ha visto luego de las crisis precedentes se cumpliera ahora, el precio de $20,89 sería el menor de la era post-covid. El objetivo, a mediano plazo, pudiera ser al menos $23,50
  2. La velocidad del regreso del dólar ha sido mayor ahora que en las ocasiones anteriores. Eso sugiere espacio para bajas adicionales, tal vez a $21,20 – $21,40
  3. En caso de que el precio del barril de crudo se recupere a más de US$ 65 (pasaba de US$ 63 a inicio de año), el cambiario podría tender otra vez al rango de $20,90 o menos ¿Volvería a estar abajo de 20,00? Es muy difícil.

Hay que dar tiempo a que la nueva normalidad se asiente. Y calibrar la dimensión y forma de la recuperación económica.

Una vez que el mundo declare haber vencido el virus, como China, se podrán hacer nuevas evaluaciones. En todo caso, habremos de asimilar que el dólar vuelva a subir, poco a poco, a partir del nuevo mínimo al que llegue.

Columna de Arturo Rueda

La atención sanitaria en una pandemia

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En un GEO anterior (en el sector de la atención sanitaria de septiembre de 2019), escribíamos sobre algunas de las virtudes del sector de la atención sanitaria, una de ellas, su previsibilidad. Vender productos esenciales no discrecionales implica que las compañías de atención sanitaria sean relativamente inmunes a las turbulencias económicas, a diferencia de la mayoría de las empresas.

La crisis actual ha puesto a prueba el sentido común de multitud de maneras, también qué cabe esperar de las compañías de atención sanitaria. En general, el sector ha demostrado su resiliencia, particularmente en relativo. De hecho, los beneficios de consenso para 2020 del sector han descendido solo un 3,8% desde comienzos de marzo, frente al -26,7% del índice MSCI World. Sin embargo, por debajo de las cifras de los titulares existen variaciones inusualmente amplias. Algunas compañías han demostrado ser bastante previsibles, mientras que otras han anunciado resultados recientemente que apenas podían imaginarse hace tan solo unos pocos meses, tanto al alza como a la baja.

Los obstáculos a corto plazo, como las medidas de distanciamiento social, -anulan algunas oportunidades

El principal aspecto negativo al que se ha enfrentado el sector es que las cirugías en hospitales se han evitado en todos los casos salvo en los más urgentes y esenciales. El resultado ha sido un entorno especialmente complicado para los fabricantes de dispositivos médicos. Para compañías tradicionalmente previsibles que venden, por ejemplo, prótesis, obtener resultados un 30% menores con respecto a sus estimaciones de beneficios para 2020 no es inusual, sorprendentemente. Incluso categorías de productos que antes se considerarían en absoluto discrecionales, como los marcapasos, han resultado ser vulnerables al descenso de las ventas (la división de estos aparatos de cierta compañía líder decreció orgánicamente un 25,7% en el segundo trimestre). Los hospitales también se han visto claramente afectados por esta dinámica, así como las compañías que suministran pruebas diagnósticas. Por otra parte, las compañías de ciencias de la vida han acusado la inactividad de los investigadores y el distanciamiento social ha limitado la capacidad de instalar nuevos equipos.

Las farmacéuticas han evolucionado mejor, en general, si bien determinados productos que deben ser administrados por médicos han acusado la situación. En general, la historia en lo que va de año ha sido la marcada solidez de la demanda en el primer trimestre al cundir el pánico sobre la disponibilidad de medicamentos, seguido por un segundo trimestre más débil impulsado por la reducción de existencias al resultar el pánico algo excesivo.

La crisis también ha servido para recordar el propósito de las compañías de atención sanitaria. Si bien el sector es criticado con frecuencia por los políticos, en especial, en la antesala de las elecciones, y los analistas no tardan en apuntar los riesgos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo, a veces parece que se olvida que estas compañías ofrecen productos y servicios que mejoran y a menudo salvan la vida. Son estas compañías las que se encuentran en primera línea en la búsqueda de soluciones para la crisis actual. El tiempo dirá si los vientos que vendrán de la esfera política serán algo más favorables, pero unas pocas compañías altamente innovadoras ya se están beneficiando de la dinámica actual, en particular, aquellas capaces de ofrecer pruebas precisas de COVID-19, así como las que se encuentran en disposición de ayudar a las farmacéuticas a investigar y desarrollar tratamientos y vacunas. Una de las posiciones del equipo en el sector de la atención sanitaria ofreció unas orientaciones iniciales sobre sus resultados del segundo trimestre que apuntaban a entre un crecimiento orgánico plano y una caída del 15%, si bien terminó anotándose un avance del 11% e indicando un crecimiento del 15% para el tercer trimestre.

De cara al futuro

En última instancia, la pregunta que nos hacemos es si las compañías lastradas por la COVID-19 han sufrido daños permanentes en sus beneficios o si 2020 no será más que una gran anomalía. En el caso de aquellas que han salido beneficiadas de la situación relacionada con la COVID-19, estamos tratando de establecer en qué medida serán duraderos sus nuevos ingresos.

En cuanto a si habrá un tratamiento o una vacuna eficaces y, en su caso, cuándo y qué compañías serán las que más se beneficiarán, generalmente consideramos que estos tipos de predicciones están plagados de riesgo. Sin embargo, confiamos razonablemente en que las compañías de nuestras carteras participen del éxito, pues cualquier avance satisfactorio requerirá la asistencia de las compañías del ámbito de las ciencias de la vida líderes del mundo y puede que del fabricante de agujas y jeringuillas líder a escala global. Además, dada la dificultad de fabricar vacunas a gran escala, no resulta escandaloso sugerir que los dos fabricantes de vacunas líderes del mundo podrían tener un papel que desempeñar al respecto.

Impacto en nuestras carteras

En general, no podemos afirmar que la parte correspondiente a atención sanitaria de nuestras carteras globales haya demostrado estar completamente protegida de las consecuencias negativas de la pandemia, pero sí que determinadas partes de ellas han salido muy beneficiadas y, en general, consideramos que están ofreciendo la resiliencia a la que aspiramos; los beneficios de consenso para 2020 de nuestras posiciones en atención sanitaria han caído entre un 2% y un 6% en el caso de nuestras carteras globales desde marzo, frente al -4% del índice MSCI World Health Care y el -27% del índice MSCI World (1), esto a pesar de una exposición mínima a los subsectores farmacéutico y biotecnológico, especialmente defensivos, pero de menos calidad. Es clave destacar que, dada la naturaleza esencial de los productos y los servicios que ofrecen las compañías de la cartera, confiamos en que los segmentos más afectados se recuperen con relativa rapidez, de forma que no haya efectos sustanciales para los beneficios o el «compounding» a largo plazo que estas compañías pueden ofrecer.

 

Columna de Marcus Watson, Executive Director y gestor de carteras en el equipo International Equity de Morgan Stanley Investment Management.

 

Anotaciones:

(1) Fuente: FactSet, agosto de 2020. El índice MSCI World Health Care mide el rendimiento de acciones de compañías de atención sanitaria de mediana y gran capitalización de 23 países de mercados desarrollados.

 

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“¿Atrapados entre sesgos…?”

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Seguramente durante tantos meses en pandemia habremos leído repetidamente alusiones a nuestro entorno global como VUCA, acrónimo que refiere a entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo. Recientemente encontré una nueva definición ya más ajustada a nuestro tan especial 2020, que refiere y nos describe un entorno común como BANI (acrónimo acuñado por el futurólogo Jamais Cascio), esto es:

Brittle: por quebradizo, en medio de tanta fragilidad.

Anxious: por la ansiedad entre nosotros generada por tanta sorpresa y desorientación.

Non linear: no observamos un devenir lineal, incluso sin relación causa-efecto.

Incomprehensible: en lo inmediato incomprensible y muy difícil de predecir.

Dadas las características de contexto BANI, podríamos estar tentados a asumir una actitud personal y colectiva rígida/robusta, frágil o antifrágil. Es Nassim Nicholas Taleb quien nos aporta su peculiar mirada respecto a lo antifrágil y así lo expresa textualmente en su libro Antfrágil, “no existe palabra que designe exactamente lo contrario de frágil, lo llamaremos antifrágil. La antifragilidad es más que resiliencia y robustez. Lo resiliente aguanta los choques y sigue igual; lo antifrágil mejora”.

No cabe la menor duda que todos estos meses del año convivimos con una clara visión de fragilidad sanitaria y también fragilidad expresada en la actividad económica, en los frentes fiscales de los estados, en las finanzas de empresas y corporaciones, impacto en el empleo y obviamente en nuestras propias finanzas personales. No es menester abordar aquí lo referido a la emergente fragilidad sanitaria motivada y expresada por el Covid19, sí en cambio reconocernos frágiles o antifrágiles en nuestro modo de gestionar nuestras finanzas personales.

Quizás lo primeo sea reconocer nuestra fragilidad y nuestro apego a errores, a conductas que a modo de piloto automático repetimos y quedan enmarcadas por gastos, consumos, propensión a endeudarnos, manejo de tarjetas de crédito, manejo de financiaciones, muchas veces nuestros propios sesgos  nos llevan a repetir las mismas conductas y el mismo modelo de toma de decisiones. Todo ello nos puede llevar a resultados concretos en costos que deben ser asumidos. En la gestión de nuestras finanzas personales, todo relato perece frente al dato concreto y taxativo. El storytelling de repente se debe convertir y reconvertir en storydoing, y ello será asumiendo costos vía desahorro o incremento de endeudamiento.

Hersh Shefrin, experto en finanzas conductuales, en su muy buen libro “Más allá de la codicia y el miedo”, hace mención al término heurística, “se refiere al proceso por medio del cual la gente averigua cosas por sí misma, generalmente por ensayo y error. El método de ensayo y error  a menudo lleva a la gente a establecer reglas generales, pero suele ocurrir que este proceso también conduce a otros errores”.

Uno de nuestros sesgos más comunes es el de la postergación o procrastinación respecto a la prevención de contingencias, a la protección familiar y personal a través de un seguro de vida, otro tanto referido a nuestra etapa de retiro. Claudio Fernández Aráoz en su libro “Grandes decisiones, grandes líderes”, así lo expresa: “¿estás dedicando tanto tiempo como deberías a manejar tus inversiones financieras?¿estás planificando adecuadamente tu propia jubilación? Si eres como la mayor parte de las personas, probablemente no lo estás haciendo. Las investigaciones demuestran que tendemos a postergar nuestra acción al tomar este tipo de decisiones”.

En la gestión de nuestras finanzas personales podemos asumir actitudes de:

Rigidez – seguir como venimos, sin analizar ninguno de nuestros sesgos, y en cada exceso de gastos/consumos agotar nuestro flujo de ingresos o incluso bajar stock de ahorros.

Fragilidad – reconocer nuestros sesgos y repetidas conductas respecto al manejo de dinero, quizás con inclinación a sentirnos víctimas de las circunstancias que nos dominan, nos determinan y paralizan. Esperando que sea por necesidad y no por convicción asumir decisiones.

Antifragilidad – sentirnos plenamente responsables. Establecer una hoja de ruta para nuevos y mejores hábitos, se estima que nos puede llevar promedio de unos 20 meses incorporar nuevos y mejores hábitos. Antifragilidad también es interactuar dentro de nuestro creciente entorno digital aprovechando las herramientas que nos provee para administrar nuestras finanzas personales y para consolidar nuestro hábito del ahorro.

La fórmula emocional del ahorro es, A=V+P-r+O

Donde A es ahorro. V es voluntad y también virtud. P es paciencia, como gestión activa del tiempo sin r, por resignación. O es optimismo, somos capaces de gestionar y mejorar nuestras finanzas personales.

Hace pocos días nos dejó un gran intelectual, experto en el desarrollo de potencial humano, me estoy refiriendo a Ken Robinson (1950-2020), en su libro “El Elemento” expresaba que: “ El Elemento tiene dos características principales, y hay dos condiciones para estar en él. Las características son: capacidad y vocación. Las condiciones son: actitud y oportunidad. La secuencia es más o menos así: lo entiendo; me encanta; lo quiero; ¿dónde está?”.

Podemos trazar analogía con el Elemento de Ken Robinson y  hacernos plenamente responsables de gestionar y administrar nuestras finanzas personales, como medio de bienestar y construcción para etapa de retiro, ahorrando para ello, sin quedar atrapados en sesgos inhibitorios, ya que los sesgos del presente, serán las excusas del mañana….

 

Ernesto Scardigno.

Coaching en Finanzas Personales, Asesoramiento en protección familiar y ahorro para etapa de retiro. Productor Asesor de Seguros matriculado SSN ICF Membership. Magíster en Políticas Públicas.