Por qué preferimos el crédito europeo frente al estadounidense

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Por qué preferimos el crédito europeo frente al estadounidense
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En un entorno caracterizado por una incertidumbre radical, creemos que los inversores deben mantener exposición a activos de mayor calidad, incluidos los bonos gubernamentales y la deuda corporativa con calificación de grado de inversión. A pesar de que los rendimientos se encuentran en mínimos históricos o cercanos a ellos, el crédito con grado de inversión ofrece una fuente de ingresos relativamente estable, aunque modesta.

Durante la corrección del mes de septiembre (impulsada por el sector tecnológico en EE.UU.), la rentabilidad total de la deuda con grado de inversión y la high yield con más riesgo, se han mantenido estables, con diferenciales crediticios en la misma línea. El desempeño relativamente sólido del crédito corporativo durante el último brote de volatilidad del mercado de valores global refleja en parte el apoyo continuo de las políticas a los mercados de crédito.

¿Por qué preferimos el crédito europeo frente al estadounidense? Hay cuatro argumentos principales:

1. El Banco Central Europeo está comprando entre 10.000 y 12.000 millones de euros de bonos corporativos con grado de inversión al mes, además de miles de millones de euros de deuda pública en el marco de sus compras de emergencia pandémica (PEPP) y otros programas de compra de activos (QE). Por otra parte, la Fed está comprando muy pocos bonos corporativos a pesar de los préstamos récord a través de sus líneas de crédito, para así evitar el colapso en los mercados crediticios de EE.UU. El mayor activismo del BCE en los mercados crediticios en comparación con la Fed es una de las razones por las que creo que el agregado del euro y las estrategias de grado de inversión están especialmente bien situadas para afrontar un panorama de inversión caracterizado por una incertidumbre y un riesgo sin precedentes.

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2. En mi opinión, una fuente clave de riesgo a la baja para los activos estadounidenses en general en comparación con los activos en euros son las próximas elecciones presidenciales y al Congreso. La fiebre electoral se apodera ahora de Washington y hace que sea cada vez más difícil llegar a un acuerdo sobre el apoyo adicional del gobierno federal a la recuperación.

Por el contrario, Europa está demostrando una mayor solidaridad y cohesión política en respuesta a la crisis; muestra de ello son el acuerdo sobre el Fondo Europeo de Recuperación de 750.000 millones de euros, la ampliación de los planes de empleo y el apoyo a la política fiscal, así como una enorme liquidez del BCE. Aunque la recesión económica de la zona euro fue más profunda que en EE.UU., las previsiones de consenso sugieren que Europa crecerá más rápidamente hasta 2021.

Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, la incertidumbre política seguirá lastrando los activos estadounidenses, incluido el dólar.

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3. El endeudamiento récord de empresas estadounidenses se ha asociado en parte con un aumento del apalancamiento y una extensión en el vencimiento y la tasa de interés o riesgo del Tesoro en la deuda corporativa de EE.UU., especialmente los bonos corporativos de alta calidad. La duración media del crédito con grado de inversión estadounidense es de 8,7 años en comparación con los 5,2 años del crédito corporativo con grado de inversión en euros.

Los fundamentales corporativos estadounidenses se han deteriorado más drásticamente que en Europa a pesar de una recesión menos severa. En parte, esto se debe a que los gobiernos europeos han brindado un mayor apoyo al sector empresarial a través de subsidios laborales, garantías de préstamos bancarios y apoyo financiero directo a sectores y empresas con problemas. La tasa de impagos de 12 meses para los bonos high yield en euros calificados por debajo del grado de inversión se encuentra actualmente por debajo del 4%, en comparación con casi el 8% para los bonos de alto rendimiento de EE.UU. según los últimos datos de la agencia de calificación crediticia Moody’s.

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4. El menor riesgo de impago en Europa también se debe al menor endeudamiento de los prestatarios corporativos europeos, algo que se refleja en su mayor calidad crediticia. Dos tercios del alto rendimiento en euros tienen la calificación BB, frente a cerca de la mitad para los prestatarios estadounidenses. Más de 120.000 millones de dólares de deuda corporativa estadounidense han perdido su calificación de grado de inversión y la han visto reducida a high yield: el doble de la deuda que representan los llamados «ángeles caídos» en Europa. Otros 100.000 millones de dólares de deuda corporativa con grado de inversión de EE.UU. están en riesgo de degradación en comparación con solo 20.000 millones de euros en Europa.

Los menores riesgos a la baja para los mercados crediticios del euro se reflejan, al menos en parte, en márgenes crediticios y rendimientos más bajos que los de la deuda corporativa estadounidense, especialmente en los bonos de alto rendimiento. Los costes de cobertura de divisas han caído drásticamente desde principios de año, ya que la Fed ha recortado los tasas de interés en 150 puntos básicos. Pero la recuperación del rendimiento en el grado de inversión estadounidense sobre el de euros es solo del 0,5% después del coste de cobertura del riesgo cambiario euro-dólar. En mi opinión, medio punto en rendimiento ofrece una compensación adicional relativamente pequeña por los riesgos a los que se enfrentan los inversores europeos en renta fija y crédito estadounidenses.

Si bien en el futuro próximo hay poco riesgo a la baja por una mayor inflación y por los rendimientos de la deuda soberana europea, sí que existen riesgos e incertidumbres por el reciente repunte de casos de coronavirus. Las medidas de distanciamiento social más estrictas obstaculizarán la recuperación de la actividad económica, el empleo y los beneficios empresariales. Con el tiempo, habrá que reducir el apoyo fiscal, aunque los responsables de la formulación de políticas en Europa parecen haber aprendido la lección de la crisis financiera mundial de no endurecer la política fiscal demasiado pronto.

Creo que el mayor desafío para los inversores en deuda pública en euros y en crédito son los rendimientos extraordinariamente bajos. A pesar de ello, hay margen para que caigan los diferenciales crediticios a medida que los inversores pasen de los bonos gubernamentales europeos a la deuda corporativa de mayor rendimiento, especialmente con grado de inversión.

En lugar de perseguir rendimientos modestamente más altos en el crédito de EE.UU. y asumir mayores tasas de interés y riesgo crediticio, los inversores deberían, en mi opinión, buscar complementar los bajos rendimientos aprovechando las oportunidades de valor relativo y llevando a cabo un análisis que permita una buena selección crediticia desde la perspectiva de los fundamentales de cada emisor.

En un mundo caracterizado por una incertidumbre sin precedentes, los inversores europeos deberían permanecer más cerca de la liquidez del banco central, buscando estrategias que sean lo suficientemente ágiles para mejorar los rendimientos a través de la inversión activa.

Tribuna de David Riley, jefe de estrategia en BlueBay Asset Management

Continúa la diversificación de las afores en inversiones alternativas globales

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Photo:Pxhere CC0. Foto:

En los primeros nueve meses del año 7 GPs han emitido 20 vehículos de capital privado que están listados en las dos bolsas de valores que hay en México (BMV y BIVA). En total se han emitido 3 CKDs que invierten en México en los sectores de infraestructura, capital privado y crédito; mientras que 4 GPs han emitido 17 CERPIs para invertir globalmente en el sector de fondo de fondos.

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El capital comprometido para invertir globalmente suma 1.924 millones de dólares (mdd), mientras que los recursos que se invertirán en México suman 882 mdd para dar un total de 2.806 mdd que representan el 9% de los 31.538 mdd de capital comprometido total. Desde 2018 que se permitieron las inversiones globales a través de los CERPIs la tendencia ha sido por la diversificación global de ahí que predomine la emisión de CERPIs que CKDs. Del Capital comprometido, el capital llamado representa 57% donde domina el capital llamado de los CKDs respecto a los CERPIs. 

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Todas estas emisiones se hicieron antes del 7 de septiembre, fecha en la que la CONSAR publicó cambios a la regulación de las AFOREs a través de la denominada Circular Única Financiera también conocida como CUF (https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/576397/cuf_07_sept_20.pdf), 

De manera particular, la regulación busca, que los CKDs y CERPIs incorporen elementos que ofrezcan certidumbre en términos de políticas de administración de riesgos, inversiones y gobernanza y, sobre todo, garantizar que este tipo de inversiones no representen un costo excesivo para los trabajadores.  Por lo anterior, se espera que estos cambios frenen el ritmo de emisiones en los próximos meses.

Se tienen identificados a un total de 25 CKDs y CERPIs en el pipeline.

  • Desde 2017 al 30 de septiembre, 14 iniciaron su proceso legal de emisión en 2019; 6 en 2020 y 5 entre 2017 y 2018. Por lo general el proceso de emisión se lleva dos años y son excepciones los que logran salir en un año de haber iniciado el proceso de emisión.
  • 14 están haciendo su trámite en BIVA y 11 en la BMV.
  • 9 son CERPIs y 16 CKDs
  • 10 son emisores recurrentes de CKDs y CERPIs y 15 son nuevos.
  • Hay 12 que quieren emitir en el sector de bienes raíces (4 CERPIs), 6 en capital privado (4 CERPIs); 2 de deuda; 2 de infraestructura; 2 en otros sectores y 1 fondo de fondos (CERPI).
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Las AFOREs tienen 201.089 mdd de activos en administración al 31 de agosto de los cuales 11.804 mdd son inversiones en CKDs, CERPIs y estructurados (5.9% de la cartera). Actualmente las inversiones en CKDs representan el 4.8% de los activos en administración y apenas 1.1% son inversiones en alternativos globales (CERPIs). Si se considera el capital llamado los porcentajes se van a 6.7% en inversiones locales (CKDs) y 4.8% en inversiones globales (CERPIs) para representar con el valor actual de los activos en administración el 11.5%.

La diversificación que buscan las AFOREs llevará a que continúe creciendo la emisión de CERPIs.

Columna de Arturo Hanono

Cómo invertir en educación

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Pixabay CC0 Public Domain. Cómo invertir en educación

Alcanzar cualquiera de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas —en especial, el ODS 4 (educación de calidad)— exigirá una inversión significativa de los sectores público y privado. Afortunadamente, el sector privado está dando pasos adelante, ofreciendo más formas para que los inversores ayuden a mejorar el sistema educativo, reducir la pobreza y fomentar un crecimiento sostenible, aspirando al tiempo a obtener rentabilidades atractivas.

La educación es esencial para reducir la pobreza y fomentar un crecimiento económico sostenible: cada año adicional de educación está asociado a un PIB per cápita un 13%-35% mayor. Sin embargo, no todo el mundo tiene acceso a una educación de calidad. Más de 262 millones de jóvenes en edad escolar no van a la escuela, seis de cada diez niños no adquieren capacidades básicas de lectura, escritura y cálculo tras varios años en la escuela y 750 millones de adultos son analfabetos. Este es el motivo por el cual los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas incluyen la «educación de calidad» como una de las 17 máximas prioridades, lo cual apunta a la función clave que pueden desempeñar los inversores.

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Los inversores pueden contribuir a ampliar las oportunidades educativas para todos. Se estima que el gasto anual en educación en todo el mundo en 2018 fue de 5,9 billones de dólares y que podría alcanzar los 10 billones de dólares para 2030. En este mercado, diversos subsegmentos muestran un potencial de crecimiento prometedor:

  • Se prevé que el gasto en educación digital, en que las clases se imparten a través de Internet, crezca un 12,5% al año de ahora a 2025
  • En China, los centros de formación profesional (también conocidos como «escuelas comerciales» o «técnicas») podrían registrar un crecimiento superior al 10% en los próximos años
  • Los ingresos de los centros de enseñanza superior de todo el mundo que imparten clase a través de Internet van camino de alcanzar los 7.700 millones de dólares para 2025, lo cual supone un significativo avance desde los 3.300 millones de dólares de 2019

La perspectiva de crecimiento para el mercado educativo cuenta con el respaldo de una sólida demanda global, pero existen diferencias entre regiones. Los países en vías de desarrollo precisan de un mejor acceso a la educación para satisfacer las necesidades de una creciente clase media, potenciar el crecimiento urbano y promover un giro hacia sectores de mayor valor añadido. En los países desarrollados, el acceso a la educación no es en gran medida el problema, sino el aumento de los costes y la «brecha de habilidades» entre lo que se imparte en los centros de educación superior y lo que las empresas necesitan.

No obstante, existen algunas cuestiones relevantes relacionadas con la educación en múltiples regiones, en particular, el acceso a la educación y a la tecnología aplicada. Los inversores que asignen fondos a estos ámbitos pueden contribuir hacia la consecución de diversos ODS de las Naciones Unidas, entre los que se encuentran el ODS 4 (educación de calidad), el ODS 1 (fin de la pobreza), el ODS 8 (trabajo digno y crecimiento económico) y el ODS 10 (reducción de las desigualdades), aspirando al mismo tiempo a obtener atractivas rentabilidades financieras.

Por ejemplo, el sector privado de China está desempeñando un importante papel en la mejora del acceso a la educación en el país. Aunque China ha elevado el nivel educativo medio de su población en los últimos años, aún no es capaz de encajar a todo aquel que quiere acceder a una educación superior a la secundaria. Esto puede medirse mediante una estadística llamada «tasa bruta de matriculación en la enseñanza superior», que en China era solo del 48% en 2018, frente al 88% de Estados Unidos. Dado que la financiación pública de la educación es limitada en China, los centros privados de educación superior están contribuyendo a cerrar la brecha. Las tasas académicas están reguladas, pero las empresas cuentan con amplio margen para generar beneficios razonables, lo cual contribuye a mantener relativamente bajo el coste de la educación superior en China, tanto pública como privada.

También existen emocionantes avances en el ámbito de la tecnología para la educación, que puede contribuir a abordar dificultades acuciantes como la asequibilidad y la accesibilidad. Sin embargo, hoy por hoy, menos del 3% del gasto global en educación se destina al ámbito digital. Para cerrar esta brecha, las empresas de educación privada están dando un paso al frente, por ejemplo, trabajando con las universidades para ayudarlas a desarrollar e impartir programas de grado a través de internet. Este ámbito creciente de «gestión de programas online» reduce el coste del aprendizaje, al tiempo que facilita el acceso. Otras empresas de tecnologías educativas están mejorando la eficiencia y la eficacia del aprendizaje mediante inteligencia artificial, por ejemplo, con nuevas soluciones de software capaces de analizar el trabajo en casa del estudiante y ajustar automáticamente las siguientes tareas para abordar problemas específicos. 

Un número creciente de empresas de educación cotizadas

Alcanzar cualquiera de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas será un reto que requiere una participación decidida de los sectores público y privado; lo mismo sucede con el ODS 4 (educación de calidad). Afortunadamente, el sector privado está dando pasos al frente, pues ofrece a los inversores un número cada vez mayor de maneras de participar. Fijémonos en el número de empresas de educación cotizadas con un valor superior a 1.000 millones de dólares: en 2015, había unas 10 empresas con estas características, pero el número creció a 30 en 2018 y se espera que se superen las 100 para 2025.

El capital riesgo también está desempeñando una importante función: en 2018 y 2019, las inversiones de capital riesgo en educación en todo el mundo ascendieron a 8.200 millones de dólares y 7.000 millones de dólares, respectivamente, lo cual supone un importante aumento desde los 4.400 millones de dólares de 2017. Siendo el capital riesgo el factor impulsor de numerosas salidas a bolsa, cada vez más empresas de educación hacen lo propio, lo cual brinda a los inversores un conjunto de oportunidades más amplio.

Existen numerosas lecciones de gran importancia sobre la inversión en educación que los inversores deben aprender —desde mejorar el acceso a la educación hasta explorar nuevas tecnologías—, pero la de mayor valor puede que también sea la más sencilla: invertir en educación permite a los inversores aspirar a resultados financieros atractivos siempre de acuerdo con los ODS.

Tribuna de Andreas Fruschki, CFA. Responsable de renta variable global temática en Allianz Global Investors y gestor del fondo Allianz Thematica.

De las tres crisis recientes, ¿cuál conllevaría una mayor devaluación en México?

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Foto:Pixist CC0. Foto:

En vez de hacerlo en bloques de tiempo, lo adecuado es comparar las variaciones cambiarias de este año con las de crisis previas, la de 2008-2009 y la de 2014-2016. El dólar subió en las tres ante el desplome de los precios del crudo. La primera, recordemos, fue la debacle bancaria global y la ruina de varios países. La segunda, el derrumbe petrolero sumado al factor “Trump”. ¿Qué balance queda de la devaluación actual contra las anteriores? ¿Qué desempeño puede esperarse?

2008-2009: colapso financiero global (crisis subprime)

El dólar se encareció 56%, de $9,86 en agosto de 2008, hasta $15,35 en febrero de 2009. La moneda mexicana se devaluó 36%. El crudo perdió 77% desde el máximo de US$ 141, en junio de 2008, a US$ 33 en febrero de 2009; la caída fue solo equiparable a la de los años ochenta (la década perdida para México). Véase la similitud lineal WTI-peso en la gráfica de StockCharts:

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Pasado lo peor, el peso avanzó en función del crudo, que rebotó 234% en poco más de dos años, a US$ 113 el barril, en abril de 2011. Con eso, el nuevo mínimo interbancario se marcó en $11,49 (máximo del peso: $0,87 según se ve enseguida). La apreciación acumulada del dólar se moderó dos años y medio después a 16,52% sobre el mínimo pre-crisis y, de ahí, vuelta rápida al alza y constantes subibajas con máximo de $14,20 en mayo de 2012 y nuevo “piso” fugaz de $12,06, en abril de 2013.

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2014-2017: El sueño de la reforma energética. Lecciones no aprendidas

A partir de agosto de 2013 el tipo de cambio osciló en una serie de vaivenes y cotizaciones mínimas de $12,80 – $12,85. La última vez que tocó ese rango fue a fines de mayo de 2014. Era cuando se hablaba de los frutos de la reforma energética como si ya se tuvieran. Se repetía la historia de los años ochenta, con menos consecuencias malas, por suerte.

El peso se debilitaría por la baja de 76% del precio del petróleo (igual de drástica que la de 2008), de US$ 107 en junio de 2014 a US$ 26 en febrero de 2016; en ese mes, el interbancario avanzó sin respiro desde $12,85 hasta $19,14 acumulando 49% de alza y 33% de devaluación.

Al tiempo, en abril de 2016, a la par del nuevo rebote del crudo a casi 50 por barril, el tipo de cambio descendió a $17,17, lo más bajo de cuatro años y medio a la fecha. En adelante, mientras el petróleo seguía subiendo, el peso se demolía por la irrupción de Trump: la divisa se encareció a $19,88, previo a las elecciones americanas, y hasta a $21,90 antes de la toma de posesión. En suma, el dólar se incrementó 71% entre mayo de 2014 y enero de 2017, y la devaluación a 41%.

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A junio de 2018 el petróleo subiría en un año 73%, a 75 el barril. El interbancario parecía acoplarse al bajar a $17,55 – $17,65 entre julio y septiembre de 2017; pero no, porque de ahí comenzó a zigzaguear en canal, entre $18,55 y $20,30, con algún repunte menor, sin sufrir daños adicionales (ya estaban dados) en el octubre negro de 2018, cuando el crudo cayó a US$ 45.

2020: el mundo en vilo. La crisis más grande jamás imaginada

La tendencia cambiaria bajista se consolidaba en el último cuatrimestre de 2019, cuando el peso osciló arriba del precio promedio de los últimos 200 días (PM 200) la línea azul de la gráfica siguiente, a la izquierda. El dólar bajó a $18,55, lo mínimo en año y medio, reforzado, sí, por la recuperación del crudo, que subía a US$ 63, 40% en doce meses, a diciembre de 2019. La historia a partir de entonces es de sobra conocida, no así las cifras comparativas:

  • Del precio pre-covid, el dólar subió de golpe 37%, a $25,33. La devaluación fue de 27%. El petróleo, mientras tanto, se desplomó a lo inverosímil: digamos que a US$ 8,91, como muestra la gráfica, para no hacer cuentas contra el precio de entrega a futuro que resultó negativo. Es decir, perdió 86% de su valor. Nunca en la historia.

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Con esas condiciones, considerando que esta crisis se define como la más grave en tiempos de paz, más aguda que la Gran Depresión y mucho más dura que la de 2008-2009, nuestra moneda habría de haber caído más que en los otros casos. Diríase que el porcentaje de alza del dólar fue moderado. Se entendería que hubiera sido peor y es positivo que haya bajado pronto y atravesado otra vez el PM 200 (en la gráfica, el peso hacia arriba, superando la línea azul). El regreso a $20,85, en apenas seis meses, reduce la apreciación a 13% y la devaluación a 11%. El aumento se va a 19% y la devaluación a 16% con el rebote intempestivo y cierre en septiembre en $22,10. Tolerable, tanto en contraste con los porcentajes de las crisis pasadas como en función de la magnitud del hundimiento del PIB al segundo trimestre y teniendo en cuenta que el tipo de cambio refleja lo que se espera. En resumen:

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¿Interbancario más alto o recuperación del peso?

En cada regreso después de máximos, el dólar marcó “pisos” un poco más abajo del PM 200, para rebotar enseguida. Por tanto, caben tres posibilidades:

  1. Si la dinámica que se ha visto luego de las crisis precedentes se cumpliera ahora, el precio de $20,89 sería el menor de la era post-covid. El objetivo, a mediano plazo, pudiera ser al menos $23,50
  2. La velocidad del regreso del dólar ha sido mayor ahora que en las ocasiones anteriores. Eso sugiere espacio para bajas adicionales, tal vez a $21,20 – $21,40
  3. En caso de que el precio del barril de crudo se recupere a más de US$ 65 (pasaba de US$ 63 a inicio de año), el cambiario podría tender otra vez al rango de $20,90 o menos ¿Volvería a estar abajo de 20,00? Es muy difícil.

Hay que dar tiempo a que la nueva normalidad se asiente. Y calibrar la dimensión y forma de la recuperación económica.

Una vez que el mundo declare haber vencido el virus, como China, se podrán hacer nuevas evaluaciones. En todo caso, habremos de asimilar que el dólar vuelva a subir, poco a poco, a partir del nuevo mínimo al que llegue.

Columna de Arturo Rueda

La atención sanitaria en una pandemia

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Pixabay CC0 Public DomainHans Reiners. Hans Reiners

En un GEO anterior (en el sector de la atención sanitaria de septiembre de 2019), escribíamos sobre algunas de las virtudes del sector de la atención sanitaria, una de ellas, su previsibilidad. Vender productos esenciales no discrecionales implica que las compañías de atención sanitaria sean relativamente inmunes a las turbulencias económicas, a diferencia de la mayoría de las empresas.

La crisis actual ha puesto a prueba el sentido común de multitud de maneras, también qué cabe esperar de las compañías de atención sanitaria. En general, el sector ha demostrado su resiliencia, particularmente en relativo. De hecho, los beneficios de consenso para 2020 del sector han descendido solo un 3,8% desde comienzos de marzo, frente al -26,7% del índice MSCI World. Sin embargo, por debajo de las cifras de los titulares existen variaciones inusualmente amplias. Algunas compañías han demostrado ser bastante previsibles, mientras que otras han anunciado resultados recientemente que apenas podían imaginarse hace tan solo unos pocos meses, tanto al alza como a la baja.

Los obstáculos a corto plazo, como las medidas de distanciamiento social, -anulan algunas oportunidades

El principal aspecto negativo al que se ha enfrentado el sector es que las cirugías en hospitales se han evitado en todos los casos salvo en los más urgentes y esenciales. El resultado ha sido un entorno especialmente complicado para los fabricantes de dispositivos médicos. Para compañías tradicionalmente previsibles que venden, por ejemplo, prótesis, obtener resultados un 30% menores con respecto a sus estimaciones de beneficios para 2020 no es inusual, sorprendentemente. Incluso categorías de productos que antes se considerarían en absoluto discrecionales, como los marcapasos, han resultado ser vulnerables al descenso de las ventas (la división de estos aparatos de cierta compañía líder decreció orgánicamente un 25,7% en el segundo trimestre). Los hospitales también se han visto claramente afectados por esta dinámica, así como las compañías que suministran pruebas diagnósticas. Por otra parte, las compañías de ciencias de la vida han acusado la inactividad de los investigadores y el distanciamiento social ha limitado la capacidad de instalar nuevos equipos.

Las farmacéuticas han evolucionado mejor, en general, si bien determinados productos que deben ser administrados por médicos han acusado la situación. En general, la historia en lo que va de año ha sido la marcada solidez de la demanda en el primer trimestre al cundir el pánico sobre la disponibilidad de medicamentos, seguido por un segundo trimestre más débil impulsado por la reducción de existencias al resultar el pánico algo excesivo.

La crisis también ha servido para recordar el propósito de las compañías de atención sanitaria. Si bien el sector es criticado con frecuencia por los políticos, en especial, en la antesala de las elecciones, y los analistas no tardan en apuntar los riesgos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo, a veces parece que se olvida que estas compañías ofrecen productos y servicios que mejoran y a menudo salvan la vida. Son estas compañías las que se encuentran en primera línea en la búsqueda de soluciones para la crisis actual. El tiempo dirá si los vientos que vendrán de la esfera política serán algo más favorables, pero unas pocas compañías altamente innovadoras ya se están beneficiando de la dinámica actual, en particular, aquellas capaces de ofrecer pruebas precisas de COVID-19, así como las que se encuentran en disposición de ayudar a las farmacéuticas a investigar y desarrollar tratamientos y vacunas. Una de las posiciones del equipo en el sector de la atención sanitaria ofreció unas orientaciones iniciales sobre sus resultados del segundo trimestre que apuntaban a entre un crecimiento orgánico plano y una caída del 15%, si bien terminó anotándose un avance del 11% e indicando un crecimiento del 15% para el tercer trimestre.

De cara al futuro

En última instancia, la pregunta que nos hacemos es si las compañías lastradas por la COVID-19 han sufrido daños permanentes en sus beneficios o si 2020 no será más que una gran anomalía. En el caso de aquellas que han salido beneficiadas de la situación relacionada con la COVID-19, estamos tratando de establecer en qué medida serán duraderos sus nuevos ingresos.

En cuanto a si habrá un tratamiento o una vacuna eficaces y, en su caso, cuándo y qué compañías serán las que más se beneficiarán, generalmente consideramos que estos tipos de predicciones están plagados de riesgo. Sin embargo, confiamos razonablemente en que las compañías de nuestras carteras participen del éxito, pues cualquier avance satisfactorio requerirá la asistencia de las compañías del ámbito de las ciencias de la vida líderes del mundo y puede que del fabricante de agujas y jeringuillas líder a escala global. Además, dada la dificultad de fabricar vacunas a gran escala, no resulta escandaloso sugerir que los dos fabricantes de vacunas líderes del mundo podrían tener un papel que desempeñar al respecto.

Impacto en nuestras carteras

En general, no podemos afirmar que la parte correspondiente a atención sanitaria de nuestras carteras globales haya demostrado estar completamente protegida de las consecuencias negativas de la pandemia, pero sí que determinadas partes de ellas han salido muy beneficiadas y, en general, consideramos que están ofreciendo la resiliencia a la que aspiramos; los beneficios de consenso para 2020 de nuestras posiciones en atención sanitaria han caído entre un 2% y un 6% en el caso de nuestras carteras globales desde marzo, frente al -4% del índice MSCI World Health Care y el -27% del índice MSCI World (1), esto a pesar de una exposición mínima a los subsectores farmacéutico y biotecnológico, especialmente defensivos, pero de menos calidad. Es clave destacar que, dada la naturaleza esencial de los productos y los servicios que ofrecen las compañías de la cartera, confiamos en que los segmentos más afectados se recuperen con relativa rapidez, de forma que no haya efectos sustanciales para los beneficios o el «compounding» a largo plazo que estas compañías pueden ofrecer.

 

Columna de Marcus Watson, Executive Director y gestor de carteras en el equipo International Equity de Morgan Stanley Investment Management.

 

Anotaciones:

(1) Fuente: FactSet, agosto de 2020. El índice MSCI World Health Care mide el rendimiento de acciones de compañías de atención sanitaria de mediana y gran capitalización de 23 países de mercados desarrollados.

 

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“¿Atrapados entre sesgos…?”

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Seguramente durante tantos meses en pandemia habremos leído repetidamente alusiones a nuestro entorno global como VUCA, acrónimo que refiere a entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo. Recientemente encontré una nueva definición ya más ajustada a nuestro tan especial 2020, que refiere y nos describe un entorno común como BANI (acrónimo acuñado por el futurólogo Jamais Cascio), esto es:

Brittle: por quebradizo, en medio de tanta fragilidad.

Anxious: por la ansiedad entre nosotros generada por tanta sorpresa y desorientación.

Non linear: no observamos un devenir lineal, incluso sin relación causa-efecto.

Incomprehensible: en lo inmediato incomprensible y muy difícil de predecir.

Dadas las características de contexto BANI, podríamos estar tentados a asumir una actitud personal y colectiva rígida/robusta, frágil o antifrágil. Es Nassim Nicholas Taleb quien nos aporta su peculiar mirada respecto a lo antifrágil y así lo expresa textualmente en su libro Antfrágil, “no existe palabra que designe exactamente lo contrario de frágil, lo llamaremos antifrágil. La antifragilidad es más que resiliencia y robustez. Lo resiliente aguanta los choques y sigue igual; lo antifrágil mejora”.

No cabe la menor duda que todos estos meses del año convivimos con una clara visión de fragilidad sanitaria y también fragilidad expresada en la actividad económica, en los frentes fiscales de los estados, en las finanzas de empresas y corporaciones, impacto en el empleo y obviamente en nuestras propias finanzas personales. No es menester abordar aquí lo referido a la emergente fragilidad sanitaria motivada y expresada por el Covid19, sí en cambio reconocernos frágiles o antifrágiles en nuestro modo de gestionar nuestras finanzas personales.

Quizás lo primeo sea reconocer nuestra fragilidad y nuestro apego a errores, a conductas que a modo de piloto automático repetimos y quedan enmarcadas por gastos, consumos, propensión a endeudarnos, manejo de tarjetas de crédito, manejo de financiaciones, muchas veces nuestros propios sesgos  nos llevan a repetir las mismas conductas y el mismo modelo de toma de decisiones. Todo ello nos puede llevar a resultados concretos en costos que deben ser asumidos. En la gestión de nuestras finanzas personales, todo relato perece frente al dato concreto y taxativo. El storytelling de repente se debe convertir y reconvertir en storydoing, y ello será asumiendo costos vía desahorro o incremento de endeudamiento.

Hersh Shefrin, experto en finanzas conductuales, en su muy buen libro “Más allá de la codicia y el miedo”, hace mención al término heurística, “se refiere al proceso por medio del cual la gente averigua cosas por sí misma, generalmente por ensayo y error. El método de ensayo y error  a menudo lleva a la gente a establecer reglas generales, pero suele ocurrir que este proceso también conduce a otros errores”.

Uno de nuestros sesgos más comunes es el de la postergación o procrastinación respecto a la prevención de contingencias, a la protección familiar y personal a través de un seguro de vida, otro tanto referido a nuestra etapa de retiro. Claudio Fernández Aráoz en su libro “Grandes decisiones, grandes líderes”, así lo expresa: “¿estás dedicando tanto tiempo como deberías a manejar tus inversiones financieras?¿estás planificando adecuadamente tu propia jubilación? Si eres como la mayor parte de las personas, probablemente no lo estás haciendo. Las investigaciones demuestran que tendemos a postergar nuestra acción al tomar este tipo de decisiones”.

En la gestión de nuestras finanzas personales podemos asumir actitudes de:

Rigidez – seguir como venimos, sin analizar ninguno de nuestros sesgos, y en cada exceso de gastos/consumos agotar nuestro flujo de ingresos o incluso bajar stock de ahorros.

Fragilidad – reconocer nuestros sesgos y repetidas conductas respecto al manejo de dinero, quizás con inclinación a sentirnos víctimas de las circunstancias que nos dominan, nos determinan y paralizan. Esperando que sea por necesidad y no por convicción asumir decisiones.

Antifragilidad – sentirnos plenamente responsables. Establecer una hoja de ruta para nuevos y mejores hábitos, se estima que nos puede llevar promedio de unos 20 meses incorporar nuevos y mejores hábitos. Antifragilidad también es interactuar dentro de nuestro creciente entorno digital aprovechando las herramientas que nos provee para administrar nuestras finanzas personales y para consolidar nuestro hábito del ahorro.

La fórmula emocional del ahorro es, A=V+P-r+O

Donde A es ahorro. V es voluntad y también virtud. P es paciencia, como gestión activa del tiempo sin r, por resignación. O es optimismo, somos capaces de gestionar y mejorar nuestras finanzas personales.

Hace pocos días nos dejó un gran intelectual, experto en el desarrollo de potencial humano, me estoy refiriendo a Ken Robinson (1950-2020), en su libro “El Elemento” expresaba que: “ El Elemento tiene dos características principales, y hay dos condiciones para estar en él. Las características son: capacidad y vocación. Las condiciones son: actitud y oportunidad. La secuencia es más o menos así: lo entiendo; me encanta; lo quiero; ¿dónde está?”.

Podemos trazar analogía con el Elemento de Ken Robinson y  hacernos plenamente responsables de gestionar y administrar nuestras finanzas personales, como medio de bienestar y construcción para etapa de retiro, ahorrando para ello, sin quedar atrapados en sesgos inhibitorios, ya que los sesgos del presente, serán las excusas del mañana….

 

Ernesto Scardigno.

Coaching en Finanzas Personales, Asesoramiento en protección familiar y ahorro para etapa de retiro. Productor Asesor de Seguros matriculado SSN ICF Membership. Magíster en Políticas Públicas.

 

 

Una nueva forma de pensar en la asignación sectorial con criterios ESG

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Pensar en la asignación sectorial ESG de una nueva manera
Pixabay CC0 Public Domain. Pensar en la asignación sectorial ESG de una nueva manera

En este artículo, examinamos algunos de los posibles riesgos y oportunidades de diferentes subsectores para las dimensiones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Los resultados de nuestras metodologías ayudan cada vez más a impulsar nuestras decisiones de asignación de activos, así como a explicar el rendimiento de las empresas, sectores y subsectores.

Nuestra evaluación normativa busca mostrar si la conducta de una corporación cumple las normas internacionales, como el Pacto Mundial de las Naciones Unidas. Determinamos la gravedad y la frecuencia de incidentes relacionados con las operaciones, los productos o servicios, y las prácticas de gobernanza. Nuestra evaluación de riesgo de transición climática (CTRR) evalúa qué empresas tienen más probabilidades de gestionar con éxito la transición a un mundo libre de carbono. Por último, nuestra evaluación ODS estudia la contribución neta de las empresas a los ODS definidos por la ONU y aplica un mecanismo de control de riesgo para identificar a los «verdaderos» líderes.

A través de estas evaluaciones, tratamos de identificar los sectores y subsectores que se enfrentan a mayores riesgos y/o oportunidades de acuerdo con estas tres dimensiones. Desde 2018, hemos integrado las tendencias globales de ESG en nuestra visión CIO con el fin de reducir nuestro riesgo de inversión, explorar áreas de negocio con una demanda creciente y poner en marcha flujos de inversión para obtener un rendimiento financiero al tiempo que contribuimos a la sociedad.

Considerar los impactos ESG en nuestra asignación de activos y construcción de la cartera nos permite, entre otras cosas, optimizar una cartera que no solo reduce los riesgos de transición climática, financieros y de reputación, sino que también inclina las inversiones hacia entidades que promueven la transición a un bajo nivel de emisiones de carbono y contribuyen positivamente a los ODS.

Nuestro análisis sectorial basado en los riesgos combinados de estos tres criterios revela que los subsectores que presentan los mayores riesgos son los de consumo discrecional, energía y materiales. Los tres tienden a tener el mayor número de verdaderos rezagados en CTRR y a menudo violan las normas internacionales. Por el contrario, la mayor proporción de «verdaderos líderes en materia de desarrollo sostenible» y «proveedores de soluciones climáticas» se encuentra en los sectores tecnológicos, industriales y de energías renovables.

En consumo discrecional, el sector del automóvil adolece de algunos casos de mala ética comercial, legado del escándalo del «Dieselgate» y del alto riesgo de transición climática a través de los modelos tradicionales de vehículos con motor de combustión interna. Sin embargo, a largo plazo, creemos que el sector ofrece oportunidades para soluciones climáticas gracias a su creciente énfasis en los coches eléctricos, que contribuyen al ODS número 13 (acción climática).

En el sector energético, encontramos que todos los subsectores tienen una alta proporción de rezagados climáticos y que las empresas están expuestas a controversias normativas, normalmente relacionadas con el riesgo ambiental y los abusos de los derechos humanos. Por último, dentro de los materiales, los metales y la minería, así como los materiales de construcción poseen riesgos excesivos de transición climática, así como graves violaciones normativas relacionadas con las emisiones y los residuos, el estrés hídrico y las comunidades locales.

Para mejorar nuestro proceso de asignación de activos a la luz de su continuo riesgo de revalorización, nos proponemos reducir la exposición al riesgo normativo y de transición climática, así como capturar las oportunidades de inversión de bajo carbono y de ODS.

Hemos descubierto que esas oportunidades se concentran en los sectores industriales, las tecnologías de la información y los servicios públicos. Dentro de las TIC, los tres subsectores tienen una alta proporción de líderes ODS. Además, estos productos se suelen desplegar con fines de eficiencia energética y se asocian con el SDG 13 (acción climática); algo que también sucede con ciertos dispositivos del subsector de los semiconductores.

En servicios públicos, identificamos entidades de abastecimiento hídrico y una pequeña parte de las compañías energéticas independientes que se centran en los parques renovables; mientras que, en industriales, los subsectores de equipos eléctricos, productos de construcción y ferrocarriles están bien posicionados.

En el marco de este análisis concluimos que estas tres facetas han mostrado un rendimiento superior al mercado hasta agosto de 2020. Al construir las carteras como subconjuntos del MSCI AC World EUR Index según la clasificación de riesgo de transición climática, la evaluación de normas y la clasificación ODS, vemos que es posible obtener algunos resultados indicativos.

Como ejemplo, descubrimos que el rendimiento superior ha sido mayor con respecto a la transición climática, donde la cartera de soluciones climáticas ha superado a la cartera de riesgos climáticos en un 73% en lo que va de año. Esta última estaba compuesta principalmente por empresas de energía, servicios públicos y materiales, mientras que la cartera de oportunidades climáticas estaba muy expuesta a las TIC y los industriales.

Entonces, ¿qué significa todo esto? Nuestro análisis muestra que los inversores globales están integrando cada vez más los criterios ESG en sus decisiones de inversión. Esto, a su vez, puede haber apoyado el rendimiento de diferentes sectores y subsectores durante los primeros ocho meses de 2020. Además, creemos que ilustra la utilidad de un marco formal al evaluar a los emisores en función de un conjunto coherente de criterios para generar una perspectiva global de cara a una asignación sectorial. Mediante la integración de la información ESG general y la transición climática, las normativas y la información sobre los ODS en particular, nos proponemos reducir nuestros riesgos de inversión, aprovechar las oportunidades y facilitar los esfuerzos para mejorar los desafíos medioambientales y sociales a los que se enfrenta el mundo.

Tribuna de Petra Pflaum, CIO de inversión responsable de DWS

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¿Dotcom 2.0? ¡De ninguna manera!

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Pixabay CC0 Public Domain. Las soluciones tecnológicas, aliadas en la gestión y el desarrollo de la inversión sostenible

El 2020 podría pasar a los libros de récords como un año de superlativos. En marzo, en el momento de mayor venta, casi nadie habría apostado por nuevos máximos del mercado. Sin embargo, los precios de las acciones han compensado con creces la caída. 

En algunos casos incluso subieron a nuevos máximos. La principal fuerza impulsora es el mercado de valores de EE.UU., en particular el sector de la tecnología. Los inversores se rascan la cabeza con asombro. A veces recuerdan la burbuja de las puntocom en el cambio de milenio. ¿Hay una nueva burbuja 2.0 ahora que amenaza con estallar? Hay varias buenas razones para creer que no será así. Incluso el reciente contratiempo, en el que el Nasdaq se corrigió en pocos puntos porcentuales en tan sólo dos días de negociación, no ha cambiado esto.

Agosto de 2020 ha sido un mes excepcionalmente bueno para el Nasdaq 100, el barómetro del mercado de valores dominado por gigantes de la tecnología como Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft. El índice funcionó como un reloj, alcanzando un máximo histórico de 12.420 puntos el 2 de septiembre. Por supuesto, esto también despierta opiniones escépticas y voces de cautela que ven que el final de este rally se aproxima. Absolutamente no. Hay varias razones por las que la teoría de la burbuja de las puntocom 2.0 es incorrecta.

Cualquiera que analice el desarrollo de los beneficios de muchas empresas tecnológicas llegará a la conclusión de que los beneficios son reales y no una ilusión, como fue el caso de la burbuja de las puntocom en el cambio de milenio. El subyacente Nasdaq, por ejemplo, ha registrado el mejor resultado de los beneficios desde 2008, con una ganancia acumulada de más del 280% (a julio de 2020). A modo de comparación, el principal índice alemán sólo pudo registrar un «cero negro» en términos de rendimiento de los beneficios durante este período (2008 – 2020). Ahora surge la pregunta de cómo de sostenibles son esos beneficios.

La sociedad, más digital y moderna

A medida que la digitalización de nuestra sociedad avanza trae consigo numerosos trastornos, no sólo es concebible, sino incluso probable que los beneficios de las empresas tecnológicas dominantes y de las empresas líderes en crecimiento continúen aumentando. 

En este sentido, la pandemia es un catalizador. «A medida que el COVID-19 impacta en todos los aspectos de nuestro trabajo y vida, hemos visto el valor de dos años de transformación digital en dos meses», señalaba recientemente el CEO de Microsoft Satya Nadella. Y, por supuesto, el número de aplicaciones se ha incrementado aún más a medida que las medidas de bloqueo han aumentado la necesidad de comprar y trabajar desde casa y/o virtualmente.

La era de la economía de “plataforma”

Otro aspecto relacionado se opone a una nueva burbuja 2.0. En contraste con la situación a principios del milenio, los gigantes del growth de hoy en día tienen barreras muy altas para entrar en el mercado. En aquel entonces, los llamados «pioneros» no tenían ninguna garantía para el éxito a largo plazo de su modelo de negocio.

La situación es diferente hoy. Desafiar a Apple, Amazon o Microsoft como una plataforma viable es casi impensable. El auge de los procesos de negocios digitales, en particular, conduce a grandes economías de escala debido a la tecnología subyacente. 

En otras palabras: las plataformas básicamente saben de antemano lo que el comprador realmente necesita. Por lo tanto, estas plataformas son capaces de tomar una posición dominante en el mercado y explotar plenamente sus ventajas competitivas sobre las empresas tradicionales. Esto a su vez conduce a una mayor rentabilidad y a un fuerte crecimiento de los beneficios – también debido a las inversiones realizadas en I+D.

La esperanza verde

Y eso no es todo. Mirando hacia atrás: hace unos años, el uso de los llamados criterios ESG en la inversión de capital era un tema exótico. Hoy en día, aspectos como la amenaza del cambio climático, la igualdad y las cuestiones de gobernanza empresarial han acelerado la integración de los criterios ESG en los procesos de inversión. Las empresas deben ser sostenibles si quieren ser atractivas para el creciente número de inversores orientados a la sostenibilidad. En particular, porque las empresas con una mejor calificación de ESG tienen ciertamente (más) éxito en el mercado de valores. Y la presión regulatoria es enorme. La Comisión Europea está decidida a transformar la economía europea en la más sostenible del mundo (Green Deal).

Aquellos que se ocupan profesionalmente de los asuntos ESG son los claros beneficiarios de este desarrollo y seguirán siéndolo en el futuro previsible. Y en este momento, también, el péndulo se inclina a favor de las acciones growth que están actuando. A partir de 2022, por ejemplo, los materiales reciclados deberían integrarse en todos los productos made by Google. Y el Grupo está invirtiendo sustancialmente en energías renovables. Otros están siguiendo este ejemplo. En general, la actual regulación del ESG está llevando a una concentración de la cartera con muchos valores growth/tecnología a la cabeza.

Conclusión

Es indiscutible que los precios de las acciones de las grandes empresas de tecnología se han beneficiado de un mercado alcista impulsado por la liquidez, ya que el actual entorno de tipos bajos ha dado lugar a una explosión general de las valoraciones. Sin embargo, un examen más detenido revela que el aumento de los precios en el sector de la tecnología está fundamentalmente justificado. Además, no hay pruebas de una codicia generalizada, como en el cambio de milenio. Por el contrario, se observa una evolución de la concentración en unas pocas empresas (que dominan el mercado) que, en vista de sus modelos de negocio sostenibles (impulsores de tendencias estructurales), siguen teniendo valoraciones adecuadas. En este sentido, la situación actual tiene relativamente poco en común con la del cambio de milenio.

Nuestros fondos (el MainFirst Absolute Return Multi Asset, el MainFirst Global Equities Fund y el MainFirst Global Equities Unconstrained Fund) se centran en las tendencias de crecimiento estructural. Al mismo tiempo, sus resultados son convincentes, también en comparación con los índices de base amplia.

Tribuna de Adrian Daniel, gestor de carteras de MainFirst Absolute Return Multi Asset, de MainFirst Global Equities Fund y de MainFirst Global Equities Unconstrained Fund.

Las tres diferencias políticas que los inversores deberían vigilar en la carrera presidencial de Estados Unidos

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Pixabay CC0 Public Domain. Las tres diferencias políticas que los inversores deberían vigilar en la cerra presidencial de Estados Unidos

El presidente Donald Trump y el ex vicepresidente Biden tienen visiones notablemente diferentes sobre los impuestos, la energía y el comercio entre China y Estados Unidos. Estas visiones diferentes tienen un impacto sustancial en los mercados y las carteras de inversión. 

A medida que las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo 3 de noviembre se acercan, la carrera entre Trump y Biden se intensifica. Si bien es mucho lo que está en juego en este ciclo electoral, las tres esferas de política señaladas podrían tener un gran impacto en los mercados y en las asignaciones de las carteras. Los inversores deberían planificar el ajuste de sus carteras en función de la dirección de la política tras las elecciones, aunque la tecnología y la infraestructura emergentes pueden resultar ganadoras independientemente del resultado electoral. 

Política fiscal para las empresas

Mientras que las políticas sobre los impuestos para las empresas de Trump son ostensiblemente más “amigables” con el mercado, el plan de Biden puede ser compensado por otras iniciativas que busquen y apuesten por el crecimiento. Biden quiere revertir los recortes de impuestos de la administración Trump de 2017, elevando la tasa de impuesto corporativo del 21% al 28% (manteniéndola por debajo de la tasa del 35% anterior a 2017) y creando un impuesto mínimo del 15% para las compañías que ganen 100 millones de dólares o más. También planea duplicar la tasa de impuestos para las filiales extranjeras de empresas estadounidenses. 

Estas políticas probablemente perjudicarían las ganancias de los sectores que más se beneficiaron de los recortes impositivos de Trump (incluidos el sector financiero, los productos básicos de consumo y los servicios públicos), así como las grandes empresas multinacionales con operaciones en el extranjero. Sin embargo, Biden tiene previsto invertir en áreas de crecimiento como la energía limpia y la tecnología 5G. Además, la economía de los Estados Unidos se está recuperando de la recesión, por lo que es posible que Biden no haga de las subidas de impuestos una prioridad inmediata. Además, no hay garantías de que se aprueben, especialmente si el Congreso sigue dividido.

Por su parte, Trump quiere mantener el status quo. Los recortes de impuestos corporativos que implementó en 2017 fueron diseñados para ser permanentes, y también es probable que quiera convertir los recortes temporales de impuestos para las personas en permanentes. Sin embargo, gran parte depende de qué partido controle el Congreso de los EE.UU. después de las elecciones: un Congreso demócrata sería mucho menos receptivo a las propuestas de impuestos de Trump.

Política energética

Respecto a la política energética, con Biden como presidente se podrían crear oportunidades para la energía limpia, mientras que otro mandato de Trump apoyaría el régimen energético existente. En este sentido, Biden planea realizar importantes inversiones en áreas como la energía renovable y la protección del clima. Su política exige una inversión de 2 billones de dólares en energía solar, eólica y otras fuentes de energía limpia, así como incentivos para que los fabricantes produzcan vehículos eléctricos de cero emisiones y viviendas de bajo consumo energético.

El plan Trump se centra más en las fuentes de energía tradicionales como el petróleo, el gas natural y el carbón, que representan más del 80% del total de la energía utilizada en los Estados Unidos (frente al 10% de la energía renovable). El actual presidente proporcionaría un régimen fiscal y reglamentario más favorable para la energía tradicional, así como su apoyo al fracking (técnica de perforación utilizada para extraer petróleo o gas natural del subsuelo). La administración Trump cree que sus políticas energéticas han hecho que los EE.UU. sean menos vulnerables a las crisis de Oriente Medio o a las de la OPEP.

Política comercial con China

En este caso, los candidatos serían duros con China, ya que ambos pretenden fortalecer el liderazgo tecnológico de Estados Unidos frente a China. El presidente Trump ha hecho de las relaciones comerciales entre ambos países una prioridad para su administración, a menudo actuando unilateralmente o por orden ejecutiva. 

Los dos países llegaron a un acuerdo comercial en Fase 1 en enero, pero desde entonces y debido a la pandemia las tensiones entre ambos países se reanudaron, así como las prácticas comerciales de las empresas tecnológicas chinas. En un segundo mandato, es probable que Trump continuase con la misma retórica dura que ha llevado hasta ahora, así como su enfoque unilateral. Lo que tal vez genere volatilidad en el mercado durante los próximos años.

Por su parte, Biden también ha prometido ser «duro con China», pero ha señalado que prefiere formar coaliciones, es decir, llevar a la mesa de negociaciones a los aliados de los Estados Unidos, los grupos empresariales y las organizaciones ambientales. Es probable que su administración también tenga una visión poco favorable sobre las empresas tecnológicas chinas. Por ello Biden propone una inversión de 300.000 millones de dólares en tecnología para Estados Unidos (incluidos los de 5G, AI y ciberseguridad) para seguir siendo competitivos con los chinos (véase el gráfico). El Presidente Trump probablemente también estuviera a favor de que Estados Unidos sea un líder en el ámbito de la tecnología, aunque no se ha comprometido con ninguna nueva medida política para apoyar esto.

Gráfico 1 

A pesar de sus muchas diferencias, Biden y Trump tienen la misma visión sobre algunas áreas, algo de lo que los mercados no se están percatando. Por ejemplo, ambos candidatos apoyan la necesidad de establecer una forma de bajar los precios de los medicamentos, están a favor de una mayor regulación para las grandes compañías tecnológicas estadounidenses y ambos esperan aprobar importantes paquetes de infraestructura de los EE.UU., apoyando áreas como ciudades, carreteras y aeropuertos inteligentes. Aunque, Biden apuesta por que todo este desarrollo se base en energías limpias. 

La pandemia mundial es el gran comodín en este año electoral. Históricamente, los mercados han tenido peores resultados en las semanas anteriores al día de las elecciones que en el período comprendido entre el día de las elecciones y el final del año (véase gráfico inferior). Esto se debe probablemente a que a los mercados no les gusta la incertidumbre: una vez que una elección ha terminado, los mercados son capaces de empezar a factorizar las políticas del próximo presidente.

Gráfico 2

Al mismo tiempo, la pandemia del COVID-19 hace que este sea un año electoral muy inusual para los mercados. Mientras los candidatos presidenciales discuten sobre cómo abordarían la pandemia, los mercados están procesando nuevos datos sobre brotes, vacunas, terapias con medicamentos y el ritmo de la recuperación económica, además del nivel de apoyo monetario y fiscal que ha proporcionado un suelo a los mercados hasta ahora.

Si la economía mundial se recupera en los próximos 12 a 18 meses, esperamos ver una participación sectorial y geográfica más amplia en el alza del mercado, más allá del liderazgo de la industria tecnológica de gran capitalización de Estados Unidos que ha tenido durante la crisis. Los inversores tal vez deseen tener esto en cuenta, junto con las propuestas de los candidatos, para considerar las asignaciones a determinados sectores. Los sectores cíclicos (como determinados industriales, energéticos y financieros), la tecnología emergente con potencial de crecimiento a largo plazo (como los 5G, la inteligencia artificial y la ciberseguridad), la infraestructura y la energía limpia pueden ser todos ellos posibles ganadores en una era electoral estadounidense posterior a 2020.

Tribuna de Mona Mahajan, Director, US Investment Strategist de Allianz GI

Desarrollo sostenible, con inteligencia artificial

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Pixabay CC0 Public Domain. ¿Se volverá su cartera artificialmente inteligente?

Ya hemos entrado en la cuarta revolución industrial que, dependiendo de cómo se mire, también se puede describir como la “Segunda Era de las Máquinas”. La «digitalización», la «disrupción» y la «inteligencia artificial» están moldeando cada vez más nuestra vida cotidiana, a veces de forma consciente y a veces sin buscarlo.

Las cuatro fases de estas revoluciones han generado niveles de riqueza hasta ahora sin precedentes para la humanidad. Comenzando en el siglo XVIII con la invención de la máquina de vapor por James Watt, siguiendo con la línea de montaje industrial (personificada por Henry Ford) y culminando a principios de la década de 1960 con la introducción de robots en las fábricas, que cada vez están siendo más «inteligentes» y aprenden de forma automática.

Hemos visto un crecimiento económico global a una escala que no se había dado en los dos siglos anteriores a la primera revolución industrial, y ha sido gracias a la combinación de la división del trabajo en los procesos de producción, creatividad, competencia y globalización.

Al mismo tiempo que la población mundial experimentó un crecimiento enorme, la proporción de personas que viven en extrema pobreza se redujo. Se hicieron progresos significativos en casi todos los aspectos de la vida, y como consecuencia, la desigualdad (mundial) disminuyó y la esperanza de vida aumentó.

A pesar de estas mejoras, siguen existiendo desafíos urgentes, entre los cuales los más importante son proteger el medioambiente y abordar el cambio climático. El concepto de «huella ecológica» lo explica de forma sencilla: ecológicamente hablando, hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades desde principios de la década de 1970 (a nivel mundial). Es decir, cada año consumimos más y más recursos de los que la naturaleza proporciona y es capaz de generar. Y esta tendencia va en aumento.

El objetivo es garantizar que la economía mundial crezca a un ritmo sostenible. Para lograrlo, las Naciones Unidas han definido 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que los países deben cumplir para el año 2030. No se trata solo de proteger el clima, crear ciudades y pueblos sostenibles o generar energía renovable y agua limpia. Se busca, además, alcanzar objetivos más ambiciosos, como erradicar la pobreza y el hambre, reducir la desigualdad, promover la innovación, invertir en infraestructuras, garantizar que las personas tengan acceso a un trabajo decente y fomentar el crecimiento económico. En otras palabras: los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU no pueden lograrse sin crecimiento, pero debe ser un crecimiento sostenible.

Gráfico 2

La inteligencia artificial tiene un papel fundamental para fomentar un crecimiento sostenible. Concretamente, por la capacidad que tienen las máquinas para reconocer patrones en los datos y poder tomar decisiones basadas en esos criterios. Enormes cantidades de datos combinados con un alto nivel de complejidad – un trabajo gratificante para los algoritmos “inteligentes”.

La inteligencia artificial se está implementando en los sectores de educación y salud, y también en logística y suministro de energía, lo que la convierte en un elemento muy importante para conseguir una gestión sostenible, es decir, cuando se trata de lograr una mayor eficiencia con menos recursos o consumo de energía y menores emisiones de CO2.

Desde 2017, por ejemplo, la población urbana ha superado en número a la población no urbana, y gestionar el tráfico de manera más inteligente se ha convertido en todo un reto. Principalmente, estaríamos hablando del suministro de energía y de bienes de todo tipo. El término «ciudades inteligentes» abarca no solo ciudades altamente interconectadas sino que también incluye ciudades que producen, distribuyen y consumen energía por sí mismas, en otras palabras, donde los edificios se convierten en mini centrales eléctricas para generar energía renovable. Además, incluye el concepto de ciudades que se convierten en espacios verdes con tejados donde poder cultivar alimentos. ¿Por qué deberíamos cultivar todo en campos fuera de la ciudad? Crear y producir recursos más cerca de la demanda reduce la necesidad de transportarlos y, por lo tanto, disminuye el consumo de energía.

La inteligencia artificial también está haciendo que la agricultura sea cada vez «más inteligente», más productiva y utilice menos recursos. Los agricultores ya están empleando drones para identificar sobre los campos qué plagas han infestado qué cultivos. De esta manera, pueden combatirlas con precisión milimétrica y conseguir una reducción del 90% del uso de insecticidas y pesticidas.

Los objetivos mundiales de desarrollo sostenible solo se pueden alcanzar a través del crecimiento. Y para conseguir un crecimiento sostenible, necesitamos inteligencia (artificial).

Grafico 1

Tribuna de Hans-Jörg Naumer, Global Head of Capital Markets & Thematic Research de Allianz GI.