Tres razones que apoyan la inversión ESG a través de la gestión pasiva

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Pixabay CC0 Public Domain. Tres razones que apoyan la inversión ESG a través de la gestión pasiva

Cuando se ha tomado la decisión de invertir de acuerdo con consideraciones climáticas o bajo criterios ESG, el inversor se enfrenta a una importante elección: ¿Gestión activa o fondo indexado?

Algunos sostienen que los gestores activos son los más indicados para aplicar estrategias sostenibles, como las de inversión ambiental, social y de gobernanza (ESG) o de cambio climático, porque pueden tomar decisiones de compra o venta de empresas basándose en comportamientos observados. Otros sostienen que los fondos indexados pueden alcanzar los mismos objetivos de manera transparente y basada en normas por una fracción del coste.

A medida que aumenta el dinero invertido en estrategias relacionadas con el clima y criterios socialmente responsables, se hace más importante investigar qué enfoque funciona mejor para lograr determinados objetivos de inversión. Sobre esta cuestión dependen importantes flujos de capital que podrían contribuir de manera significativa a un futuro sostenible para el planeta. En este artículo, esbozamos tres factores que creemos que apoyan un enfoque basado en índices para la inversión ESG y en el clima, en el año 2020 y en las décadas posteriores.

Razón #1: Mejores datos significan que los índices ahora coinciden incluso con los objetivos de sostenibilidad más avanzados

Gracias a las mejoras en la calidad de los datos, hoy en día los índices de inversión pueden ser construidos para reflejar todo tipo de políticas climáticas y de ESG, y luego hacerlos accesibles a los inversores a un bajo coste.

Entre las innovaciones en esta área se incluyen los criterios de exclusión que filtran, por ejemplo, las empresas que consumen o extraen grandes cantidades de carbón térmico. Incluyen la aplicación de valores específicos como la igualdad de género, o la selección de acciones basada en las clasificaciones de carbono, o la alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG) de las Naciones Unidas. Todos estos diversos objetivos y otros más están ahora codificados en índices, lo que significa que la mayoría de los objetivos de inversión sostenible pueden alcanzarse ahora utilizando un enfoque basado en índices.

La variedad de nuevos índices sostenibles significa que podrían utilizarse de diversas nuevas formas. Por ejemplo, como elementos nucleares de la cartera, que podrían sustituir a los tradicionales índices ponderados por capitalización de mercado por otros que ponderen por las puntuaciones ESG, con un limitado tracking error. Algunos índices de sostenibilidad, tanto aquellos orientados a determinados valores, como otros más amplios, pueden utilizarse como diversificadores siempre que la aplicación de esas convicciones justifique un tracking error mayor.

En general, mejores datos significan mejores índices y más formas de invertir con un enfoque basado en índices, de manera transparente, de bajo coste y basado en normas, todas ellas consideraciones importantes para los inversores que buscan generar resultados sostenibles a largo plazo.

Razón #2: La indexación hace que la inversión sostenible sea escalable

Gran parte de las prácticas de inversión sostenible se centran en el «impacto», lo que significa evaluar el efecto social o ambiental de una inversión junto con su rendimiento financiero. La inversión de impacto se asocia a menudo con préstamos privados y capital privado, en los que los fondos activos están claramente bien situados para desempeñar un papel. Sin embargo, los mismos principios que respaldan la inversión en activos privados -intencionalidad, adicionalidad, mensurabilidad- también se reflejan en los activos que cotizan en bolsa y que generalmente son objeto de seguimiento por parte de los ETFs.

Y dado que los activos que cotizan en bolsa tienen mayor liquidez que los que no lo hacen, un inversor en un índice puede movilizar mayores cantidades de capital y hacer que funcione para alcanzar sus objetivos de ESG.

Algunos ejemplos de cómo los ETFs de Lyxor ayudan a los inversores a desplegar capital hacia importantes objetivos sostenibles incluyen nuestros fondos que contribuyen a los SSE (Sustainable Stock Exchanges) de la ONU, que invierten para apoyar la acción climática, el agua, la energía limpia y asequible y la igualdad de género. Nuestra gama de ESG Trend Leaders invierte en empresas con una tendencia creciente de mejoría de sus puntaciones ESG, no sólo las mejor calificadas, ya que creemos que tiene más impacto el recompensar a las empresas que realizan cambios activamente.

Razón #3: Los buenos gestores pasivos tienen una voz activa

Una de las preocupaciones de los inversores que comparan las estrategias activas y las basadas en índices para la inversión sostenible es la participación de los accionistas: ¿Puede un inversor pasivo hacer que las empresas de la cartera rindan cuentas? 

Algunos gestores pasivos, entre ellos Lyxor, han abordado esto estableciendo políticas de voto como un gestor activo. Estas políticas y registros de votación son públicos y el gestor es responsable ante los titulares de los fondos. En la política de participación de los accionistas de Lyxor también se incluye un diálogo directo con las empresas para comunicar las expectativas, por ejemplo, con respecto a la gobernanza.

En nuestra política de votación actualizada para 2020, hemos aumentado la apuesta por la participación de las empresas, en la que las consideraciones sobre el cambio climático, en particular, adquieren un papel más destacado. Ahora podemos negarnos a conceder la aprobación de la gestión de una junta directiva o no aprobar la renovación del nombramiento de los miembros en caso de controversias ambientales o de falta de transparencia en relación con las emisiones de gases de efecto invernadero. A partir de 2021, también podemos negarnos a la reelección del presidente de cualquier junta en la que la empresa se niegue a cumplir las recomendaciones del Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima (TCFD), un marco diseñado para ayudar a las empresas y a los inversores de ESG a gestionar mejor su exposición a los riesgos y oportunidades climáticos.

Además, Lyxor podrá votar en contra de las resoluciones relativas a la remuneración de los ejecutivos si las medidas extra financieras no han sido suficientemente consideradas dentro de las políticas de remuneración.

Esto demuestra que es posible fomentar una práctica empresarial sostenible con la inversión en índices, si dicha inversión se realiza con un gestor pasivo «activo» responsable.

Más opciones significa más formas de alcanzar los objetivos de inversión sostenible

La combinación de mejores datos sobre sostenibilidad, la escalabilidad de la inversión basada en índices y el poder del compromiso de las empresas por parte de los principales gestores pasivos significa que los inversores pueden utilizar con confianza las estrategias basadas en índices para lograr objetivos de inversión sostenibles.

En Lyxor hemos hecho nuestra la misión de proporcionar a los inversores todo tipo de productos de índice que aumenten las opciones de inversión climática, ESG y basada en valores. Nuestro pionero ETF de Bonos Verdes invierte sólo en bonos verdes aprobados por la organización independente Climate Bonds Initiative, asegurando que el uso de la financiación obtenida se destina estrictamente a proyectos y activos pro-clima.

Del mismo modo, cuando el histórico Acuerdo de París comprometió a los países del mundo a limitar el calentamiento global a «muy por debajo» de 2°C y a «proseguir los esfuerzos para limitarlo» a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, las investigaciones están demostrando que existen grandes diferencias en el resultado de +2°C frente a +1,5°C para la sostenibilidad de los ecosistemas humanos1, y que se pueden diseñar índices basados en normas para alcanzar este objetivo tan ambicioso.

Nuestros ETFs de transición climática lanzados este año están diseñados para ayudar a los inversores a cumplir este objetivo, permitiéndoles dar inicio a sus planes de transición climática ahora mismo, utilizando los índices de acciones core construidos por S&P y MSCI. Estos índices de referencia otorgan una mayor ponderación a las empresas con capacidad para gestionar y contribuir a la transición climática mediante la reducción de las emisiones de carbono.

De la misma manera que la industria de ETFs de 6,7 billones2  de dólares causó un incuestionable cambio en el panorama de inversiones, nos complace ver un cambio de alcance similar hacia carteras mejores y más ecológicas3. Las opciones abundan ahora para los inversores a largo plazo que buscan invertir de manera sostenible, y la inversión en índices tiene muchos beneficios en la lucha contra el cambio climático que hacen que valga la pena tomarla en serio.

Tribuna de Pedro Coelho, responsable para Société Générale de Lyxor ETF para España, Portugal y Latinoamérica.

 

1Fuente: Intergovernmental Panel on Climate Change, Special Report, octubre 2018, https://report.ipcc.ch/sr15/pdf/sr15_spm_final.pdf

2Fuente: ETFGI, a septiembre 2020.

3Fuente: GSIA, 2018 Global Sustainable Investment Review.

Por qué la adopción de los criterios ESG puede marcar la diferencia en un contexto ‘risk off’

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Por qué la adopción de los criterios ESG puede marcar la diferencia en un contexto ‘risk off’
Pixabay CC0 Public Domain. Por qué la adopción de los criterios ESG puede marcar la diferencia en un contexto ‘risk off’

La pandemia y sus principales consecuencias en la economía mundial han demostrado que las empresas «sostenibles» son más resistentes desde una perspectiva contable y financiera. Además, superan a los mercados, un rendimiento superior que no solo se ha reflejado en su mayor rentabilidad, sino también en su perfil de riesgo.

La inversión sostenible y responsable ha asumido ahora un enfoque de impacto: hoy en día, se pide a los inversores que consideren sus acciones desde una perspectiva global y holística y que demuestren su impacto. La regulación está haciendo que asuman su responsabilidad social y fomenten la reducción de su huella de carbono. Los valores y convicciones personales de los inversores pueden empujarlos a ir más allá de sus obligaciones legales y a contribuir proactivamente al medioambiente (inversión ISR).

¿Por qué se compromete DPAM con las empresas?

1. Para comprender mejor el perfil sostenible de las empresas: Entablamos un diálogo con las empresas en las que invertimos para aclarar las preocupaciones en materia de ESG, fortalecer nuestras convicciones de inversión e identificar nuevas oportunidades.

2. Compromiso para defender nuestros valores y convicciones: DPAM tiene como objetivo reducir el posible impacto perjudicial de sus actividades de inversión. Por ello, revisa las controversias sobre ESG a las que se enfrentan sus inversores y se compromete con ellos para animarles a encontrar soluciones a estos problemas y a adoptar las mejores prácticas de ESG.

También nos comprometemos con las empresas participadas en relación con sus actividades de votación: DPAM ha adoptado un proceso para informar e influir en las compañías mediante la sensibilización acerca de los cuatro principios que rigen su política de voto, a saber:

– La protección de los accionistas con el objetivo de crear valor a largo plazo y lograr igualdad de trato y la protección de los accionistas minoritarios;

– La buena gestión empresarial, relacionada con sistemas de gestión y supervisión eficientes e independientes;

– La transparencia e integridad de la información, que debe ser fiable, clara, completa y comunicada de manera oportuna;

– La responsabilidad social y medioambiental de una empresa sostenible, asegurando que su capital humano se sitúe en el centro de sus intereses y que se respete el entorno mundial en el que opera.

Algunas estrategias de DPAM se han convertido en sostenibles, ¿qué cambios han experimentado?

El proceso de inversión de las estrategias de real estate, small cap y dividendos de EE.UU. que se han transformado incorpora la dimensión ESG a través de varios instrumentos:

1. Un análisis normativo de ESG: DPAM evalúa el cumplimiento por parte de las empresas de los 10 Principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas. Las que no los cumplen son excluidas del universo de inversión elegible.

2. Controversias ESG: las empresas con exposición a las controversias más severas en materia de ESG están excluidas. Para ello, DPAM colabora con Sustainalytics y el resultado del análisis se presenta al Grupo Directivo de Inversión Responsable, que determina si las empresas deben ser excluidas o no.

3. Actividades controvertidas: las empresas con una exposición material a las siguientes actividades están excluidas del universo de inversión: armamento controvertido (como minas antipersonas), armas nucleares, tabaco, juegos de azar, pornografía, alcohol, extracción térmica de carbón, extracción de petróleo y gas no convencional, extracción de petróleo y gas convencional, generación de electricidad a partir de combustibles fósiles y energía nuclear.

4. Tarjeta de puntuación ESG (enfoque cualitativo): DPAM lleva a cabo un análisis ESG detallado de las empresas, calificando su perfil sostenible. Este enfoque permite centrarse en las cuestiones materiales más relevantes de la ESG y en las tendencias de sostenibilidad. El resultado es una puntuación general de ESG para cada empresa, que tiene en cuenta tanto su exposición a las oportunidades de sostenibilidad como su gestión eficaz de los riesgos ESG.

DPAM se compromete con las empresas que tienen una mala calificación en materia de ESG con el fin de alentarlas a mejorar sus políticas y desempeños en este sentido. Aquellas que no logran una calificación suficiente y no muestran una voluntad clara y tangible de mejorar son excluidas del universo de inversión.

¿Por qué tiene sentido invertir en un fondo cotizado sostenible de real estate?

Los aspectos ESG, y especialmente los relacionados con el cambio climático, están impactando cada vez más en el sector inmobiliario. En un sentido amplio (es decir, los edificios), se encuentra entre los mayores emisores de gases de efecto invernadero en todo el mundo, mientras que la construcción de edificios de bajo consumo energético y la rehabilitación energética están entre las soluciones más rentables para aliviar sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero.

Esto coloca al sector inmobiliario en el primer lugar de la agenda de los reguladores, lo que da lugar a normas cada vez más estrictas y a (des)incentivos fiscales en muchos países. Mediante el análisis del rendimiento energético y de los gases de efecto invernadero de las carteras de las empresas de real estate, la estrategia se anticipa tanto a los riesgos como a las oportunidades relacionadas con el cambio climático.

Además, el enfoque de sostenibilidad analiza otros criterios medioambientales, sociales y de gobernanza que son pertinentes para las compañías inmobiliarias en función de su actividad. En concreto, da prioridad a los criterios ESG que presentan una gran materialidad financiera, aunque puede incluir algunos sobre una base más ética. En definitiva, el objetivo es detectar mejor los riesgos ESG e identificar las oportunidades con el fin de anticiparse a las tendencias de sostenibilidad que perturban cada vez más el sector del real estate.

Tribuna de Florent Griffon, especialista de inversión responsable en DPAM

Renta fija: no bajemos la guardia

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Pixabay CC0 Public Domain. Renta fija: no bajemos la guardia

La crisis sanitaria mantiene en vilo a ciudadanos, gobiernos y mercados. Las altas tasas de contagio de las últimas semanas en Europa han llevado a imponer de nuevo restricciones a la movilidad con un enfoque más limitado a determinadas áreas, pero que afectan a un elevado número de ciudadanos. Un ejemplo de ello es el Reino Unido, donde 22 millones de personas -un tercio de la población- han visto sus movimientos limitados. Los ciudadanos están empezando a tomar conciencia de la situación y de cómo afecta a su estilo de vida y economía. Una consecuencia directa de las políticas restrictivas es el retraso en la recuperación económica debido a los cambios en el consumo. 

El indicador ZEW alemán que destaca que la confianza de los inversores sobre sus expectativas en los próximos meses ha caído hasta el 56,1 -el índice más bajo en 5 meses- desde el 77,4 de septiembre. La zona euro también se está viendo afectada por esta tendencia a la baja como confirman los informes de Bloomberg. Por el contrario, desde Oriente soplan vientos más positivos. La pandemia parece estar controlada por China y Corea del Sur, lo que permite a su economía volver a la senda de la normalidad. Su experiencia nos anima a pensar que podemos estar en el pico máximo de esta segunda ola.

Un mercado optimista en cuanto al riesgo

Al margen de la ansiada vacuna, el principal motor de los mercados financieros son las expectativas de estímulos. Las elecciones en Estados Unidos y la «Blue Wave», a la que los mercados han comenzado a ponerle precio, también son una palanca importante si bien no se ha producido una ampliación significativa de los bonos del Tesoro, lo que sería de esperar dado el nivel de riesgo actual. Nuestras previsiones apuntan a que no se anunciarán nuevos paquetes de estímulo hasta las elecciones, lo que podría presionar el riesgo a corto plazo. Por su parte, el oro mantiene su línea ascendente, si bien esta tendencia al alza puede deberse a la reciente presión sobre el dólar.

El FMI también ha pronosticado una desaceleración económica mundial menos profunda en 2020: una contracción del 4,4% frente a la estimación del 5,2% en junio. Esto refleja un segundo trimestre mejor de lo esperado. Para 2021, la previsión es de un crecimiento del 5,2%. Las estimaciones de China han sido revisadas al alza: – 1,9% de crecimiento en 2020 y 8,2% en 2021. En EE.UU., los datos son positivos: -4,3% en 2020 y 3,1% en 2021, al igual que en la zona euro -8,3% en 2020 y +5,2% en 2021. Las importaciones de China han crecido un 13% anual frente a las expectativas de 0,4%, según Bloomberg. El comercio se ha recuperado mucho más rápido de lo esperado, reforzando a la industria y a las cadenas de suministro asiáticas. 

Hay más datos positivos que animan a los inversores. El mes pasado, el IPC de EE.UU. registró una subida de un 0,2%, la menor en cuatro meses, por lo que la inflación es positiva pero apenas genera preocupación en el mercado de bonos. Además, si nos centramos en el primer conjunto de resultados de los grandes bancos, los del tercer trimestre de JP Morgan confirman que no se está produciendo un tsunami de impagos: el aumento de 611 millones de dólares en la provisión para préstamos incobrables del tercer trimestre no se acercó a los 2.380 millones de dólares que predijeron los analistas. Además, los préstamos de tarjetas de crédito no se vieron muy impactados.

La Blue Wave y la curva del Tesoro

La carrera presidencial en Estados Unidos se encuentra en un momento álgido. Los sondeos vaticinan el triunfo de Joe Biden, si bien el margen de error de las encuestas es todavía grande. Los mercados ya están asumiendo este potencial triunfo, como lo demuestra que la curva del Tesoro se incline a medida que la «Blue Wave» coge fuerza impulsada por el potente paquete de estímulos que llegaría a principios de 2021. La historia confirma que normalmente la Presidencia y el Congreso no son de dominio de un único partido, por lo que hay margen para la decepción si los republicanos se mantienen en el Senado. Si esta circunstancia se produjera, se reevaluaría el tamaño de cualquier paquete de estímulos. El peor escenario, desde nuestro punto de vista, sería un resultado de elección presidencial disputado y un Congreso dividido.

A tres semanas de la cita con las urnas, aumentan las posibilidades de que Biden gane las elecciones. Todos los observadores esperan el resultado de Florida, un estado clave para ver hacia dónde se inclina el país. Si finalmente Biden consigue la presidencia y el Congreso es controlado por los demócratas, es probable que la curva del Tesoro se incline y ensanche. Dado que la tasa de política neutral es del 2,5%, hay mucho espacio de movimiento para los próximos meses. La pregunta que nos hacemos es cuándo veremos a la Reserva Federal intervenir para controlarlo. ¿Al 2%? ¿Al 3%? Los 10 años podrían retroceder fácilmente hasta el 1% y más en los meses posteriores. Si se debilita el dólar americano, y estaríamos preparados para un rendimiento superior para que los bonos de mercados emergentes y high yield superen el rendimiento del año próximo.

Tribuna de Andrew Lake, director de Renta Fija de Mirabaud Asset Management

 

Lake es el gestor del fondo Mirabaud Global Strategic Bond I cap. USD. Fondo de Renta Fija Global Flexible, que permite detectar al equipo las mejores oportunidades logrando sacar provecho de estos cambios de ciclo en los mercados de renta fija. La variedad de tipologías de activo en las que invierte el fondo también es una protección frente a los movimientos de los mercados: bonos soberanos, bonos corporativos investment grade, high yield, deuda de mercados emergentes y bonos convertibles. A 30 de septiembre de 2020, la estrategia contaba con cerca de 600 millones de dólares bajo gestión y, a 9 de octubre, acumulaba una rentabilidad del 2,54%. El fondo cuenta con cuatro estrellas Morningstar y clasificación Citywire +.

Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Para más información sobre rentabilidades históricas y riesgos asociados a este Subfondo, consulte la Sección la web www.mirabaud.com/es 

Consideraciones a favor de la renta fija emergente

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Mientras la pandemia de coronavirus continúa pesando sobre el panorama económico global, el sentimiento hacia la renta fija de mercados emergentes se ha visto respaldado por un abanico de factores clave al avanzar 2020. Entre ellos figuran los considerables programas de estímulo económico lanzados en muchos países, que han brindado respaldo frente a la incertidumbre creada por la crisis del COVID-19.

En tal entorno, las TIR de la deuda soberana de mercados desarrollados (incluidos los treasuries estadounidenses) han disminuido hasta mínimos históricos, y permanecido en territorio negativo en partes de Europa y Japón. En nuestra opinión, esto ha puesto de relieve el atractivo de las mayores TIR que todavía ofrece la renta fija de mercados emergentes.

La flexibilidad tiene prioridad  

Durante el repunte de los mercados de renta fija emergente de comienzos de año, los segmentos de deuda soberana y corporativa denominada en divisa fuerte superaron a los bonos soberanos locales. En los mercados en divisa local también hubo diferencias regionales. Tal varianza de rentabilidad entre las distintas áreas del mercado respalda nuestra creencia de que un mandato flexible es vital a la hora de invertir en deuda emergente. El gráfico 1 muestra la varianza de rentabilidad a largo en la clase de activos. 

M&G

Herramienta de diversificación

En los últimos años, la fortaleza del dólar y el descenso de las TIR de la deuda soberana estadounidense han contribuido en gran medida a la evolución de la deuda emergente denominada en divisa fuerte. Pero con los mínimos alcanzados por las TIR de los treasuries este año y dada nuestra creencia de que muchas divisas emergentes parecen infravaloradas, hemos seguido muy de cerca la posibilidad de que la deuda local cierre la brecha con los bonos en divisa fuerte.

Consideramos que la libertad de invertir en distintas áreas del mercado crea un mayor conjunto de oportunidades y nos permite buscar el mejor valor relativo dentro de cada región o país. Esto nos ayuda a construir una cartera más diversificada, dirigida a generar rentabilidad a través de la asignación por países (como otros fondos), pero también mediante la selección de valores. La deuda corporativa emergente ha registrado un crecimiento particularmente potente en el universo de renta fija en la última década. El gráfico 2 compara el tamaño de esta subclase de activos con el de la renta fija de mercados desarrollados.

M&G

Gestionando la crisis

Además de la necesidad de evaluar los riesgos relacionados con la geopolítica y la desglobalización, la pandemia ha elevado la presión sobre países emergentes ya vulnerables y frágiles, aunque el FMI ha brindado un respaldo considerable a través de enormes programas de asistencia financiera e iniciativas de alivio de deuda, que han ayudado a muchas economías emergentes a gestionar el impacto a corto plazo de la crisis.

De cara al futuro, y aunque cabe esperar volatilidad a corto plazo, seguimos pensando que la clase de activos de renta fija emergente es actualmente más diversificada y más sólida que en el pasado.

Palancas de divisa, duración y riesgo de crédito

Al sopesar oportunidades y riesgos en el universo emergente, tratamos de determinar la combinación adecuada de emisiones soberanas y corporativas denominadas en divisas «fuertes» (como por ejemplo el dólar y el euro) y en moneda local. Esto se suplementa con una selección cuidadosa de países y de valores.

Nosotros preferimos mantener una exposición global diversificada a la deuda emergente, invirtiendo en varias docenas de emisores en los segmentos soberano y corporativo. Y además de una exposición considerable a deuda en divisa fuerte, nuestras posiciones en divisa local representan a todas las regiones de mercados emergentes a nivel global.

En general, seguimos pensando que la flexibilidad es crucial a la hora de invertir en renta fija emergente, al brindar libertad para posicionarse en aquellos bonos y divisas con el mayor valor relativo en base a nuestro análisis.

 

Columna de Claudia Calich, directora de renta fija de mercados emergentes en M&G Investments.

 

Información importante:

Invertir conlleva riesgos, incluido el de pérdida del capital invertido. De mencionarse cifras de rentabilidad, tenga presente que las rentabilidades pasadas no son indicativas de rentabilidades futuras.

El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. No puede garantizarse que el fondo alcance su objetivo, y es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

La inversión en mercados emergentes entraña un mayor riesgo de pérdida debido a la intensificación de los riesgos políticos, fiscales, económicos, cambiarios, normativos y de liquidez, entre otros. Por tanto, podrían presentarse dificultades a la hora de comprar, vender, custodiar o valorar las inversiones en tales países.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión.

Dirigido exclusivamente a inversores profesionales. Prohibida su posterior distribución. Ninguna otra persona o entidad debe utilizar la información contenida en este material. Los pareceres expresados representan las opiniones de M&G Investments, que pueden ser objeto de cambios y no se proporcionan como consejo o recomendación de inversión ni como pronóstico o garantía de resultados futuros. Dicha información se proporciona exclusivamente a efectos informativos, y procede de fuentes propias y de terceros cuya precisión o exhaustividad no se han verificado de forma independiente. Aunque M&G Investments considera que la información es precisa y fiable, no presume ni se hace responsable de la exhaustividad, exactitud o fiabilidad de la misma. Las declaraciones sobre futuras expectativas, estimaciones, proyecciones y otras afirmaciones a futuro se basan en la información disponible y en la opinión de los gestores en el momento de emitirlas. Por consiguiente, tales afirmaciones son inherentemente especulativas, al basarse en hipótesis que podrían implicar riesgos e incertidumbres conocidos y desconocidos. Los acontecimientos, resultados y rentabilidades registradas podrían diferir sustancialmente de los expresados o implicados por dichas afirmaciones. Esta promoción financiera es emitida por M&G International Investments S.A., con sede registrada en 16, boulevard Royal, L-2449, Luxemburgo.

 

  

La relación entre el Reino Unido y la UE después de diciembre y las implicaciones para sus respectivas industrias de fondos

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Pixabay CC0 Public Domain. La relación entre el Reino Unido y la UE después de diciembre y las implicaciones para sus respectivas industrias de fondos

A menos de 100 días de que el Reino Unido abandone definitivamente la Unión Europea, vale la pena reflexionar sobre el impacto práctico del Brexit en la futura relación entre el Reino Unido y Luxemburgo en lo que afecta a la industria de la gestión de activos y fondos.

Londres y Luxemburgo son socios desde hace mucho tiempo. Con el 17,1% de activos bajo gestión, los gestores de activos del Reino Unido representan el segundo grupo más grande de iniciadores de los fondos de Luxemburgo. Estos fondos de inversión (OICVM y FIA) se benefician de los pasaportes de comercialización europeos. Se distribuyen en la UE en general, incluyendo el Reino Unido, y más allá. 

De hecho, el Reino Unido es un mercado de distribución muy importante, y Luxemburgo es claramente un líder entre los fondos de ultramar. Aproximadamente el 25% de los fondos distribuidos en el Reino Unido son fondos extranjeros. Al 31 de diciembre de 2019, había 8.862 fondos/subfondos distribuidos en el Reino Unido. De este total, 4.341 están domiciliados en Luxemburgo, lo que representa el 49% de todos los fondos extranjeros registrados en el Reino Unido.

La gran mayoría de los gestores de activos del Reino Unido (por ejemplo, HSBC, Invesco, Schroders, Aberdeen, M&G, por nombrar algunos) han establecido su propia sociedad gestora de OICVM o AIFM en Luxemburgo. Esto ya era así antes de Brexit, pero unas 30 empresas más han establecido entretanto su propia operación en Luxemburgo. Esto les permite beneficiarse del pasaporte de gestión europeo una vez que el Reino Unido haya dejado la UE. Este era un movimiento lógico si se considera que la Directiva OICVM y el AIFMD cuentan con un pasaporte de «producto», es decir, los propios fondos de inversión, y un pasaporte de «gestión» para las sociedades gestoras de OICVM y los AIFM que gestionan estos fondos. 

Otra posible forma de conservar el acceso a la distribución en la UE es establecer el fondo en Luxemburgo, nombrando al mismo tiempo una sociedad de gestión de terceros, en caso de que el gestor de activos del Reino Unido no tenga su propia operación en la UE.

En general, la visión de los miembros de ALFI es que prácticamente todas las empresas han tomado las medidas necesarias para anticiparse a un Brexit duro: ya sea estableciendo una presencia para los pocos que necesitaban una presencia en la UE como se acaba de mencionar, o domiciliando de nuevo  los fondos del Reino Unido en Luxemburgo, y haciendo los ajustes necesarios en la asignación de activos. 

A diferencia de lo que ocurre en otros segmentos del sector financiero, el concepto de equivalencia juega un papel poco o nada importante en la gestión y comercialización de los fondos de la UE y de fuera de la UE. De hecho, la directiva sobre los OICVM y el AIFMD ya ofrecían un marco relativamente claro antes de la entrada en vigor de la Directiva.

El impacto para Reino Unido y Luxemburgo

En la práctica, ¿qué significa esto para los fondos del Reino Unido? Cualquier fondo que no sea un OICVM es por definición y desde una perspectiva europea un FIA. Los OICVM domiciliados en el Reino Unido perderán su etiqueta de OICVM. Se calificarán como FIA no comunitarios a partir del 1 de enero de 2021. Podrán seguir siendo comercializados a los inversores europeos bajo las condiciones establecidas en el AIFMD, que son obviamente más restrictivas. Los FIA no comunitarios sólo pueden ser colocados sujetos a los términos de los Regímenes Nacionales de Colocación Privada, si los hubiera, de cada Estado miembro de la UE. Ya no se beneficiarán de un pasaporte de comercialización, ya que el pasaporte del tercer país del AIFMD no ha sido activado. 

¿Y para Luxemburgo? Cualquier OICVM luxemburgués que se comercialice hoy en día en el Reino Unido dejará de ser visto por el Reino Unido como un OICVM a partir de 2021. Dicho esto, hay un amplio consenso entre los responsables políticos y los gestores de activos de que es clave, desde la perspectiva de la elección del inversor, mantener el mercado del Reino Unido abierto a los fondos extranjeros, especialmente si se considera que los OICVM son productos minoristas con un alto grado de protección del inversor. Hoy en día, la mayoría de los fondos de mercado monetario y ETFs comercializados en el Reino Unido son fondos extranjeros, casi siempre domiciliados en Luxemburgo o Dublín.

Para evitar cualquier interrupción, el gobierno del Reino Unido y la FCA implementaron un Régimen de Permisos Temporales (TPR) que permite a las empresas y fondos pertinentes que tienen pasaporte en el Reino Unido, continuar operando en el país cuando el régimen de pasaportes deje de existir el 31 de diciembre de 2020. Todos los fondos de inversión luxemburgueses registrados para su distribución han hecho uso del mecanismo de TPR. La TPR es obviamente un mecanismo a corto plazo para salvar la brecha hasta que se apruebe y aplique efectivamente la nueva legislación en el Reino Unido. Se espera que esto tome dos o tres años más a partir de ahora. 

A la espera de 2021

A partir de enero de 2021, el Reino Unido se convertirá en un tercer país. El legislador puede imponer requisitos adicionales a los fondos extranjeros, como ocurre actualmente con los fondos de la UE distribuidos en otros terceros países como Suiza, Hong Kong, etc. 

El Gobierno del Reino Unido (HM Treasury) lanzó una Consulta Pública sobre el Régimen de Fondos en el Extranjero (OFR) post Brexit, a la que ALFI respondió a principios de mayo. ALFI está de acuerdo en general con el enfoque adoptado, en particular con los conceptos de equivalencia basada en los resultados que se exponen en esta consulta. El principal desafío para los fondos en el extranjero residirá obviamente en los requisitos adicionales (como el requisito de cumplir con la norma PS18/8 de la FCA sobre la evaluación del valor) que el legislador del Reino Unido, al no estar ya obligado por la legislación de la Unión Europea, puede imponer a los fondos en el extranjero. Esto puede generar costes adicionales, por lo que cada fondo extranjero deberá sopesar los costes y beneficios de continuar la comercialización en el Reino Unido.

Delegación de carteras

Un punto relevante en la relación entre el Reino Unido y la UE después del Brexit es la delegación de la gestión de la cartera. La delegación está explícitamente permitida en la Directiva OICVM y en la AIFMD. Los acuerdos de cooperación entre los Estados miembros de la UE y terceros países deben estar en vigor en caso de delegación.

La designación de los delegados dentro y fuera de la UE está sujeta a estrictos requisitos de due diligence inicial y continua, y a la supervisión de los delegados. Ya existe un marco con las protecciones y salvaguardias necesarias. En consecuencia, existe un amplio consenso en el sector en el sentido de que no hay motivos razonables para volver a examinar el marco de delegación en el contexto de las revisiones de la Directiva sobre los FIA y los OICVM.

Tribuna de Marc-André Bechet, director genera adjunto de Alfi (Association of the Luxembourg Fund Industry).

¿Y si la gestión de activos pudiera innovar tan rápido como Netflix?

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Foto cedida. Serm Tham

Vivimos en un mundo digital en el que nuestro día a día se ha visto impactado por la revolución digital. Pongamos como ejemplo la reproducción de vídeo en streaming: ahora tenemos una amplia variedad de elecciones en televisión y a la carta siempre que queramos, y damos por hecho que plataformas de reproducción de vídeo como Netflix son capaces de adaptarse al ritmo de nuestras demandas como consumidores. Verdaderamente, la razón por la que líderes tecnológicos como Netflix se han convertido en una parte ubicua de nuestras vidas es su capacidad para innovar constantemente su oferta y mejorar la experiencia del usuario. Lo que les diferencia es la rapidez con la que pueden lanzar constantemente nuevos productos y funcionalidades, sin interrumpir su servicio.  

Comparemos ahora este modelo con la forma de operar en el sector de la gestión de activos, donde a día de hoy las gestoras de fondos siguen necesitando semanas o incluso meses para desarrollar nuevos códigos con los que dar soporte al lanzamiento de un nuevo producto o cumplir con nuevas regulaciones. Mientras tanto, plataformas como Netflix consiguen hacerlo continuamente, al disponer de ingenieros que están desarrollando códigos cientos de veces al día, maximizando la agilidad y acelerando la innovación.

Una nueva era de innovación en la gestión

Al final, todo esto va de la gestión del cambio. Ahora estamos al comienzo de una nueva era de innovación en la gestión de activos que se verá impulsada de aquí en adelante por la transformación digital del sector gracias a la aparición de plataformas de tecnologías abiertas que permitirán un incremento masivo del ritmo de aplicación del cambio y la innovación. Es un proceso que ya está pasando en el mundo bancario, y revolucionará la manera en que se implementa la tecnología en la gestión de fondos.

La gestión de activos ha ido durante demasiado tiempo por detrás de otros servicios financieros, pero ahora está cambiando. En el centro de esta transformación digital está el movimiento de transición desde los antiguos sistemas tecnológicos propietarios, que requieren largos desarrollos y ciclos de actualizaciones, hacia una arquitectura moderna que permita metodologías más ágiles en las que se puedan desarrollar cambios continuamente, integrándolos y movilizándolos hacia las operaciones.

Los costes ascendentes de desarrollo y mantenimiento que generan los sistemas que han sido heredados por haber sido desarrollados in-house, junto con la necesidad de estar al día con las expectativas del consumidor, ya ha llevado a los bancos a demandar cada vez más soluciones innovadoras, flexibles y eficientes en costes. Ahora estamos a punto de ver una adopción mucho más extendida de este enfoque en la gestión de activos.

A este respecto, es clave la integración creciente de tecnologías en la nube, que permitirá a los administradores de fondos escalar rápidamente y con flexibilidad sus negocios, al tiempo que son capaces de transferir costes más bajos de tenencia, tiempos de respuesta más ajustados y un mejor acceso a datos. Los beneficios de volverse nativos de la nube son significativos, ya que se pueden ahorrar hasta diez veces más en infraestructura y generar respuestas cien veces más rápidas.

También se está acabando el tiempo de las migraciones complejas de TI, a medida que las gestoras de fondos van adoptando arquitecturas de microservicios, que construyen y entregan proyectos de TI como una serie de componentes pequeños e independientes. Cada componente tiene un propósito único y específico y encaja con otros componentes, como building blocks, para crear un proyecto mayor. Esto representa una transición desde las actualizaciones rígidas y monolíticas de TI a otras en las que los componentes individuales pueden ser reemplazados o actualizados individualmente, con lo que se consigue generar un ROI tangible en cada paso del proceso.

Otra tecnología clave para impulsar esta nueva fase de transformación digital es la adopción por parte de las gestoras de fondos de APIs (acrónico en inglés de interfaces de programación de aplicaciones), que sirven para conectar los servicios de la firma con un usuario externo o distribuidores terceros al permitirles el acceso controlado a datos. Uber es un buen ejemplo de uso de APIs: integra servicios de mapas y localizaciones de Google, junto con servicios de pago con tarjeta a través de APIs, y después usa más APIs para poder conectar a conductores y pasajeros. En el mundo de la banca, las APIs son tecnologías ya testadas, que han transformado la manera en la que compañías de este segmento proporcionan servicios a los clientes.

Adoptar APIs abiertas permitirá a la industria de gestión de activos conectar con un ecosistema más amplio de proveedores de tecnología financieros y no financieros y apalancar sus aplicaciones e innovaciones para crear nuevos productos y funcionalidades con los que acelerar el mercado. La compatibilidad está estandarizada, de manera que la colaboración con esta amplia comunidad de desarrolladores se puede hacer de forma más rápida, fácil y con menores riesgos.

La IA explicable es otra de las áreas que pueden revolucionar la gestión de activos, gracias a su capacidad para dar mayor transparencia y mejor entendimiento de las decisiones automatizadas de IA (Inteligencia Artificial) para automatizar procesos manuales y crear customer journeys sin interrupciones. Al mismo tiempo, la IA explicable reducirá el riesgo regulatorio, al proveer una ruta de auditoría clara a los reguladores.

Todos estos cambios en la tecnología moderna serán transformadores para la industria de gestión de activos. En el futuro próximo, las gestoras de fondos serán capaces de abandonar los tiempos rígidos de lanzamiento y ciclos lentos de producción para introducir múltiples cambios en respuesta a las peticiones de clientes sobre regulaciones en cuestión de horas, y para dar soporte al lanzamiento de nuevos productos en días, en vez de en semanas.

Esta transformación requería repensar con profundidad y perspectiva la forma en que las gestoras se apalancan en la tecnología. Hasta la actualidad, la atención se ha puesto principalmente en costes y eficiencias. Ahora, la pregunta clave que las gestoras necesitan empezar a hacerse es: “¿Cómo seré capaz de competir contra aquellos que sean capaces de generar la agilidad e innovación de un Netflix?”.

 

 

 

Tribuna de opinión de Sern Tham, Director de Producto de Temenos Multifonds.

 

 

 

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Exuberancia racional: argumentos a favor de una recuperación en forma de K

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Pixabay CC0 Public DomainRalph (Ravi) Kayden. Ralph (Ravi) Kayden

En un momento en el que las bolsas se mueven cerca de sus máximos históricos, algunos inversores se preguntan si hemos llegado a niveles que sería mejor calificar de “irracionales”. Sin embargo, los acontecimientos se sitúan dentro de los límites de la racionalidad. A tenor de las condiciones existentes en los mercados, se da una situación en la que los actores del mercado están comportándose lógicamente, hasta el punto de generar divergencias inusuales en el valor de las inversiones. Eso está creando una economía a dos velocidades con ganadores y perdedores: la recuperación “en forma de K”.

Exuberancia irracional con un toque novedoso

El expresidente de la Reserva Federal de EE.UU. Alan Greenspan se hizo famoso por describir las fuertes alzas de los mercados durante la burbuja puntocom de finales de la década de 1990 con el término “exuberancia irracional”. Una generación después, este concepto ha vuelto con un toque novedoso y, en este caso, alimentado por el propio banco central estadounidense.

Está íntimamente ligado a otro concepto asociado a Greenspan, la “put de la Fed”, que se acuñó por primera vez durante el hundimiento bursátil de 1987 pero volvió a cobrar protagonismo con su sucesor, Ben Bernanke. Durante el mandato de Bernanke, era sinónimo de una red de seguridad por la que el banco central compraría deuda pública a precios elevados con el fin de reducir el tipo de los fondos de la Fed.

Actualmente, los grandes bancos centrales de todo el mundo están comprando una amplia gama de activos a una escala casi inabarcable. Se puede observar un nivel similar de amplificación del gasto en el plano fiscal, donde en algunos casos los crecientes déficits presupuestarios han compensado con creces el impacto de la recesión derivada de la COVID-19. Un ejemplo es la gran cantidad de desempleados estadounidenses que han visto cómo sus rentas aumentaban durante el confinamiento, superando lo que ganaban en su anterior trabajo.

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De ZIRP a FOMO y de ahí a TINA: los motores de la recuperación en forma de K

Nos enfrentamos a una situación extraña en la que el pensamiento económico convencional no puede explicar muchas de las tendencias imperantes: políticas de tipos de interés cero y negativos (ZIRP y NIRP, por sus iniciales en inglés), rentas disponibles al alza, aumentos de los déficits comerciales durante la recesión y máximos históricos en los mercados que ocurren mientras los beneficios se contraen a tasas récord.

Algunos de estos acontecimientos son temporales mientras que otros serán más duraderos, pero en general no tienen precedentes y carecen de lógica. La coincidencia de este mercado alcista con la caída de los beneficios ha sido posible gracias al entorno de tipos de interés cero, que está tirando al alza de las valoraciones. Los inversores están sumándose a esta huida hacia adelante para beneficiarse de las alzas de los mercados movidos por el miedo a quedarse fuera de las ganancias (Fear of Missing Out o FOMO) y, a tenor de los rendimientos tan bajos que ofrecen los bonos, muchos inversores creen que no existe alternativa (There Is No Alternative o TINA) a la inversión en bolsa. Esos son los parámetros definitorios clave de este mercado y probablemente se mantengan así durante algún tiempo.

Aun a riesgo de abrumar al lector con acrónimos y letras, algunos piensan que estamos ante una recuperación “en forma de M”, donde el momentum está provocando un fuerte rebote. Por el contrario, yo creo que habrá dos desenlaces claramente diferenciados: los que saldrán bien parados de la COVID-19 y los que saldrán mal parados, lo que denomino la recuperación “en forma de K”.

Ganadores y perdedores de la pandemia

A medida que los inversores se fijen en lo que hay debajo del barniz de la intervención fiscal y monetaria, las corrientes subyacentes se volverán mucho más acusadas. Las recesiones son potentes vectores de cambio, capaces de invertir tendencias completamente o acelerarlas. Antes de esta crisis, la digitalización ya era una fuerza notable, pero ahora ha cobrado impulso rápidamente. Hay empresas que están beneficiándose por dos vías de la digitalización: primero, por tener ya la infraestructura lista para absorber el aumento de la demanda (por ejemplo, empresas con acceso a almacenamiento en la nube, la cual puede modular la capacidad con facilidad); y segundo, por la reducción de los costes, como el descenso de los gastos de viaje y representación o los ahorros derivados de la optimización de espacios gracias al trabajo en remoto.

En el otro extremo del espectro se encuentran aquellas empresas con modelos de negocio diseñados para el “viejo mundo”: establecimientos comerciales tradicionales, empresas de combustibles fósiles y un largo etcétera. Este elenco de empresas en fuera de juego explica por qué existe tal divergencia en las valoraciones bursátiles. Es algo más que un mero debate entre crecimiento e infravaloración; es un salto generacional del viejo mundo al nuevo. 

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La discriminación volverá a las valoraciones

En un entorno de crecimiento económico bajo y rendimientos en mínimos, el capital compite por el crecimiento y las rentas. Estas características son cada vez más escasas y probablemente siga siendo así, lo que empujará aún más a los inversores —de forma bastante racional— a buscar títulos que ofrezcan crecimiento y rentas, a veces con valoraciones desorbitadas.

A medida que el brote del virus va sacando a la luz las vulnerabilidades de las empresas y sectores, muchos de estos inversores ahora están aplicando un filtro de calidad a su selección de valores. Las empresas con elevadas calificaciones de sostenibilidad generalmente reúnen los requisitos. Estas empresas se dedican a buscar un crecimiento sostenible, lo que puede reducirse de forma efectiva a una combinación de factores de calidad y crecimiento.

Pero el gran problema es la valoración. Estas compañías con crecimientos sostenibles presentan efectivamente perfiles financieros sólidos, pero los inversores las están comprando casi a cualquier precio. A medida que empiece a reafirmarse el escenario en K, esta vez en las rentabilidades previstas, preveo que la discriminación de las valoraciones volverá al primer plano. A corto plazo, la abundante liquidez hará oscilar a los mercados, pero los beneficios serán la vara con la que se medirá la evolución a largo plazo.

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El escenario de recuperación en K también vale para las acciones infravaloradas: empresas que cotizan con múltiplos bajos y en estos momentos muestran descuentos históricos frente a los títulos de crecimiento. Están surgiendo dos grupos dentro del segmento de acciones infravaloradas: los que tendrán que luchar para sobrevivir y los que pueden prosperar.

Las empresas de combustibles fósiles y los bancos con importantes redes de oficinas están perdiendo relevancia y se encuentran en declive. Las empresas del sector industrial, los fabricantes de productos duraderos e incluso algunas aerolíneas de bajo coste podrían sorprender gratamente a los inversores con su recuperación, sobre todo a rebufo de las políticas fiscales y monetarias expansivas. Los estímulos fiscales ayudarán a reparar los daños económicos provocados por la pandemia, mientras que la relajación monetaria ayudará al mercado a seguir subiendo.

Han pasado 24 años desde que se acuñara el término “exuberancia irracional” y, aunque todavía no he agotado las 27 letras del abecedario con acrónimos y nuevas designaciones para la recuperación, lo que estamos experimentando se encuentra dentro de los límites de la racionalidad, por exagerada que parezca.

Columna de Romain Boscher, CIO global de renta variable en Fidelity International.

 

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El futuro de las oficinas en un mundo post-coronavirus

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Pixabay CC0 Public Domain. Jupiter AM nombra seis nuevos analistas para sus equipos de estrategias de inversión

A medida que los inversores empiezan a comprender el COVID-19, a muchos les preocupa que la reciente tendencia del teletrabajo reduzca la necesidad de espacios de oficinas. Ya hay informes de que varios negocios están reevaluando sus planes inmobiliarios a largo plazo.1 Incluso el presidente de la Fed, Jerome Powell, reconoció el pasado junio ante el Congreso que el COVID-19 ha acelerado los cambios que ya estaban ocurriendo en el espacio de trabajo.2 «La pandemia reveló cuántas oficinas estaban siendo gestionadas como reliquias del siglo 20», declaró recientemente The Economist.3

En este artículo, nos centramos principalmente en Estados Unidos, no solo por la importancia del país para los inversores en real estate, sino también por la abundancia de datos recientes sobre el espacio de oficinas en EE.UU. Sin embargo, sospechamos que algunas de nuestras visiones podrían ser trasladables a otros países.

Después de todo, la mayoría de los oficinistas del mundo se conectaron virtualmente durante el confinamiento. En Estados Unidos y en otros lugares, los empleados demostraron que el trabajo puede hacerse incluso en un entorno totalmente remoto gracias a los avances en la digitalización de las últimas décadas. La mayoría se adaptaron a los inconvenientes de la nueva rutina laboral, como las limitaciones de conectividad y las restricciones del espacio doméstico.

Usamos la palabra «rutina» deliberadamente. Según una influyente teoría sobre el cambio económico, las organizaciones aprenden y recuerdan haciendo4. Cuando el entorno empresarial es bastante estático, las rutinas mejoran, siguiendo un camino trillado de pequeños retoques. Las ganancias de eficiencia adicionales se exprimen de las prácticas de trabajo establecidas. Un buen ejemplo es que, en la última década, hemos visto aumentar sustancialmente la densidad de oficinas. Según nuestras estimaciones, el espacio medio utilizado por empleado disminuyó casi un 10% de 2009 a 2019. Las organizaciones han asignado cada vez menos metros cuadrados a los puestos de trabajo individuales.5

Una pandemia mundial es exactamente el tipo de acontecimiento inesperado que puede hacer que las organizaciones cambien repentinamente de dirección, con consecuencias duraderas. Una cuestión importante es si los trabajadores van a volver al entorno tradicional de la oficina o si preferirán un trabajo más remoto. Creemos que eso dependerá en gran medida de dos factores: su voluntad y su capacidad para trabajar a distancia. En nuestra opinión, esto guiará en última instancia las decisiones de las empresas sobre la asignación del espacio en los próximos años.

Por lo que estamos viendo, es probable que el teletrabajo se adopte solo parcialmente una vez que la pandemia haya terminado. Hay muchas encuestas recientes que han analizado los deseos de los empleados de EE.UU. Gensler, una firma de arquitectos, encuestó a más de 2.300 oficinistas a tiempo completo en compañías de 100 o más personas entre el 16 de abril y el 4 de mayo. Descubrió que solo el 12% quiere trabajar desde casa a tiempo completo y otro 18% quiere hacerlo tres o cuatro días. Antes de esta experiencia, solo uno de cada 10 oficinistas estadounidenses había teletrabajado regularmente, y menos de un tercio anteriormente tenía la opción de hacerlo. La investigación mostró que la gente quiere volver a la oficina de forma abrumadora, pero le gustaría ver cambios significativos.6

Una encuesta de GWL Realty Advisors reveló que el 40% de los oficinistas creen que el trabajo desde casa es menos productivo, y la mayoría desea volver a la oficina cuando se supere la crisis del COVID-19. Muchos han encontrado cosas que les gustan en los tiempos inusuales de la pandemia, ya sea evitar un viaje al trabajo, pasar más tiempo con la familia, o ser capaces de centrarse en su trabajo de forma más efectiva.

Sin embargo, el teletrabajo también ha creado desafíos de productividad7. Entre los problemas que se presentan cuando se trabaja desde casa, se encuentran la conectividad lenta y poco clara, la falta de equipos y la incapacidad de colaborar con los colegas. Según la encuesta de GWLRA, el 42% descubrieron que eran más productivos en casa, aunque a un precio. Además, el 22% de los que teletrabajaban hacían más, simplemente porque trabajaban más horas.7

La capacidad de trabajar a distancia también depende de la voluntad de las empresas y de las limitaciones funcionales que no permiten un trabajo sostenido desde el hogar (por ejemplo, las regulaciones de la SEC y las limitaciones de compliance). En algunos empleos, el teletrabajo puede aumentar el riesgo de fugas de datos y la seguridad.

Un análisis reciente revela que solo el 37% de los trabajos en los EE.UU. se pueden realizar completamente en casa, con una variación significativa entre ciudades e industrias8. Según la encuesta sobre el uso del tiempo en Estados Unidos de 2018, menos de una cuarta parte de los trabajadores a tiempo completo trabajaron en su totalidad desde casa en un día promedio. Hay una variación significativa entre las ciudades e industrias, como muestra la tabla.

DWS oficinas

 

Tribuna de Kevin White, co-director global de análisis y estrategia de alternativos, y Liliana Diaconu, responsable de análisis y estrategia de real estate, de DWS

Para leer su artículo completo, diríjase a este enlace.

 

1. https://www.economist.com/briefing/2020/09/12/covid-19-has-forced-a-radical-shift-in-working-habits

2. https://www.federalreserve.gov/newsevents/testimony/powell20200616a.htm

3. https://www.economist.com/leaders/2020/09/12/is-the-office-finished

4. Nelson, R. and Winter, S., 1982, An Evolutionary Theory of Economic Change, Harvard University Press, pp. 96 – 136.

5. CBRE Group Inc. as of July 2020

6. Gensler Research Institute as of March 2020

7. GWL Realty Advisors Inc. Survey as of May 2020

8. https://brentneiman.com/research/DN.pdf

 

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Inteligencia artificial: una prometedora oportunidad de inversión a escala mundial

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Pixabay CC0 Public Domain. Rentamarkets amplía su gama de renta fija con Rentamarkets Pulsar FIL

«¿Puede una máquina pensar?» preguntó Alan Turing en 1950 (en su trabajo «Computing Machinery and Intelligence»). Esta es la primera aparición de la inteligencia artificial (IA) mucho antes de que se acuñara el término. Después de un largo período de decepciones, las condiciones hoy en día sí están maduras, al menos eso creemos, para que la IA cumpla con sus promesas iniciales gracias al tremendo aumento de la potencia de computación, la explosión de la generación y tratamiento de datos, los avances en la ciencia cognitiva y el significativo aumento de científicos de datos formados en universidades de todo el mundo.

Como resultado, las tecnologías actuales posibilitan que las máquinas desarrollen las funciones cognitivas de las sensaciones (por medio de sensores); el concepto (por aprendizaje profundo) y la intención (por inferencia). En pocas palabras, la inteligencia artificial es la ciencia de los algoritmos de software de autoaprendizaje que ejecutan tareas que hasta ahora eran típicamente realizadas por los humanos. Con el tiempo, estas máquinas estarán equipadas para tomar más decisiones, ayudándonos a dedicar más tiempo al pensamiento de orden superior.

La inteligencia artificial ya está a nuestro alrededor. A diario, la usamos sin pensar más en ella: algoritmos de búsqueda de Google, Alexa y Siri para dar órdenes de voz para ayudar en nuestra vida diaria, Netflix y Spotify para determinar nuestro gusto por el cine y la música. La inteligencia artificial ya está permitiendo una medicina más personalizada y planes de tratamiento en la atención sanitaria. El reconocimiento facial, de voz y de huellas dactilares también se están volviendo más comunes.

Incluso en el sector financiero, la inteligencia artificial evoluciona a estos niveles. Se han creado índices especiales para esta tendencia en curso: el STOXX AI ya ha generado un rendimiento superior significativo (frente al MSCI World) desde su lanzamiento a finales de 2013. Es notable que este rendimiento superior se ha ampliado desde mediados de 2016, coincidiendo con el momento en que fue posible identificar claramente algunas empresas basadas en el tema de la inteligencia artificial.

En el futuro, creemos que habrá una creciente comunicación de las empresas que cotizan en bolsa sobre la inteligencia artificial. Como inversores, vemos nuestro papel en la distinción entre el bombo y la realidad, y en el desarrollo y la comprensión de hasta qué punto la inteligencia artificial puede realmente contribuir al valor para el accionista.

En ODDO BHF Asset Management hemos creado una nueva forma de gestión: un nuevo fondo temático que integra la inteligencia artificial en su proceso de inversión a través de algoritmos basados en big data, supervisado y coordinado por un equipo dedicado de experimentados gestores de cartera. Este fondo representa una innovación revolucionaria en la gestión de activos.

Hemos establecido un proceso de inversión que combina la inteligencia artificial y nuestra larga experiencia en la gestión cuantitativa de acciones con el objetivo de proporcionar a nuestros clientes una solución innovadora para la generación de alfa a largo plazo. El algoritmo analiza el universo del fondo basándose en noticias, hechos y cifras, compilando una lista de más de 300 acciones. Los gestores reducen entonces esta preselección a 60 empresas aplicando un modelo cuantitativo propio y un control de la calidad.

Desde ODDO BHF invertimos no solo en empresas que se dedican a la digitalización, la automatización, la inteligencia artificial y la robótica, sino también en empresas que se benefician directamente de estos factores. El fondo no es puramente tecnológico: una parte de él se invierte en valores tecnológicos, pero también invierte en empresas de todos los sectores que utilizan esas tecnologías. Con las herramientas inteligentes, las empresas trabajan de manera más eficiente y a veces ahorran mucho dinero, lo que las hace interesantes para los inversores.

El ODDO BHF Artificial Intelligence ha generado una rentabilidad neta del 5,5% YTD gracias a su exposición a subtemas como el trabajo desde casa (tecnología estadounidense), la estancia en casa (videojuegos globales), la infraestructura de China (semicapitalización estadounidense), la resolución del COVID-19 (sanidad estadounidense) y 5G. Desde su creación, en diciembre de 2018, el fondo alcanzó un rendimiento del 16,8% frente al 10,9% de su benchmark. Los inversores deben tener un largo horizonte de inversión para minimizar el riesgo de pérdida de capital potencialmente presente en cualquier inversión.

Tribuna de Brice Prunas, gestor de renta variable en ODDO BHF

¿Qué cabe esperar en la inversión pasiva y el private equity?

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Dos fuerzas poderosas han dado forma al panorama de la renta variable global en los últimos años: la inversión pasiva y el private equity (PE). Una amplia gama de inversores ha recurrido a fondos de seguimiento de índices para una exposición de bajo coste al mercado en general. Mientras tanto, un grupo algo más pequeño, pero en crecimiento se ha inclinado hacia el private equity, atraído por sus beneficios de diversificación y retornos potencialmente más altos.

El crecimiento de la inversión pasiva y del private equity ha sido tal que, en conjunto, los activos gestionados por las «dos P» se han cuadriplicado durante la última década a unos 12 billones de dólares, superando al tradicional mercado de valores activos (situado en 11 billones de dólares).

En nuestra opinión, la inversión pasiva y privada podría tomar caminos diferentes en los próximos cinco años.

Cuando se trata de fondos pasivos, es posible que sus mejores días hayan quedado atrás. Los inversores y los reguladores son cada vez más conscientes de los riesgos que conlleva la expansión de los vehículos que replican índices y están preocupados por ellos. La investigación muestra que la inversión pasiva representa una amenaza para la estabilidad del mercado y la inversión sostenible.

Las perspectivas para el private equity parecen más prometedoras, aunque su capacidad de poder seguir aumentando su parte del pastel depende de que se vuelva más accesible y menos opaco.

  • Los inversores se han inclinado hacia el private equity, atraídos por sus beneficios de diversificación y retornos potencialmente más altos

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Históricamente, el private equity ha sido considerado un riesgo demasiado alto para todos, excepto para los inversores profesionales más experimentados. Pero ese ya no es el caso. Una de las razones es el enorme tamaño del mercado. Debido a que las empresas de propiedad de capital privado están proliferando mientras que el número de empresas que cotizan en bolsa disminuye, los argumentos para abrir el private equity a inversores individuales se han vuelto demasiado ruidosos para ignorarlos. Esto habla de la democratización de las finanzas.

Eso no quiere decir que la inversión pasiva se revertirá, solo que el ritmo de expansión puede ralentizarse a medida que los inversores y los reguladores descubran que las estrategias pasivas, aunque baratas y de fácil acceso, están lejos de estar libres de riesgos.

Volver a fijar el precio de los riesgos y beneficios

Si bien las bajas comisiones de la inversión pasiva pueden parecer atractivas en una era post pandemia en la que hay que apretar el cinturón, esta tiene un precio: los vehículos que replican un índice siguen todo el mercado, en lugar de elegir las mejores partes en un momento dado. Eso es un problema porque la mala fijación de precios que se ha producido durante los recientes episodios de volatilidad ha creado un terreno fértil para los selectores de acciones. La brecha entre acciones ganadoras y perdedoras solo se ampliará a medida que las empresas que adoptan la innovación y la tecnología prosperen y la solidez de los balances se vuelva cada vez más importante.

De manera más general, el aumento de la inversión pasiva amenaza la fijación de precios en un mercado eficientes. El mercado de valores depende de inversores activos para determinar un valor de equilibrio. Sin embargo, con el seguimiento de índices, las acciones de empresas con grandes ponderaciones atraen más capital independientemente de su desempeño financiero. Entonces, si el sistema está dominado por la inversión pasiva, el precio de un valor deja de funcionar como un indicador de las perspectivas subyacentes de una empresa, lo que lleva a una mala asignación de capital. Algo que podría empeorar las cosas es la concentración del mercado pasivo. Existe una creciente preocupación de que a medida que los fondos de seguimiento de índices continúen acumulando activos, la mayor parte de ese dinero fluirá a los tres grandes gestores de activos que controlan la industria pasiva.

En la actualidad, las tres principales casas de fondos pasivos ya poseen colectivamente más del 20% de las acciones de gran capitalización estadounidenses; también poseen el 80% de todo el dinero indexado. Si esas proporciones continúan aumentando, la concentración de participaciones resultante, conocida como propiedad común, podría reducir la competencia y amenazar el funcionamiento eficiente de los mercados. Existe un creciente cuerpo de investigación que da fe de estos efectos negativos.

Por ejemplo, un estudio de 2018 (1) halló que cuando los grandes inversores institucionales eran los principales accionistas de empresas que producían tanto medicamentos de marca como genéricos, era menos probable que los fabricantes de medicamentos genéricos produjeran versiones sin marca. Esto aumentó los precios para los consumidores. Se han documentado tendencias similares en otras industrias donde la propiedad común es alta, como las aerolíneas y el sector bancario. Esto está causando alarma entre los reguladores en Europa y los Estados Unidos, – tanto la Comisión Federal de Comercio como la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. han dicho que están monitoreando de cerca estos desarrollos-.

La inversión pasiva tampoco ayuda necesariamente al desarrollo del capitalismo responsable. Los fondos pasivos, por su naturaleza, no eligen las empresas en las que invierten. Eso reduce el potencial de los inversores para comprometerse con las empresas y que las anima a adoptar modelos de negocio responsables y sostenibles alineados con los principios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Las carteras pasivas tienden a invertir en tantas empresas que hacen poco práctico el compromiso directo con ellas, y la pequeña participación de cada participación dentro de la cartera reduce el incentivo en una empresa individual.

El private equity, por supuesto, también está lejos de estar libre de riesgos, pero podríamos argumentar que muchos de sus problemas pueden entenderse mejor y reflejarse en los precios.

Primero, está el problema de la transparencia. El private equity tiene un historial irregular en ESG, por ejemplo, y los requisitos de transparencia y divulgación para las empresas privadas son mucho menos estrictos, incluso si algunas ahora están tratando de cambiar eso.

Luego, está la deuda. El private equity también tiene un alto nivel de apalancamiento (poco menos del 80% de las operaciones de compra en 2019 se llevaron a cabo a más de seis veces el EBITDA con relación al aproximadamente 60% de las operaciones realizadas en el pico anterior de 2007, según esta medida) (2). Las inversiones en private equity también se realizan principalmente en empresas pequeñas y medianas, cuyos modelos comerciales están menos establecidos. Estos factores podrían influir en la rentabilidad del private equity en un período de debilidad económica inducida por una pandemia.

Además, las empresas propiedad de private equity están excluidas de algunos esquemas de rescate del gobierno, mientras que las que están disponibles tienden a presentar condiciones complejas que pueden relegarlas a un último recurso. Sin embargo, a más largo plazo, el sector de las empresas cotizadas puede ayudar a financiar empresas en un período en el que los mercados bursátiles pueden estar menos abiertos.

Es posible que veamos que más empresas públicas se vuelven privadas, así como fondos de private equity que adquieren participaciones minoritarias en empresas que cotizan en bolsa, con miras a aumentarlas más adelante.

Liquidez (dry powder)

Fundamentalmente, el private equity tiene una gran cantidad de liquidez, unos 1,46 billones de dólares según los últimos datos disponibles (3). Eso se puede utilizar para apuntalar los balances y, más tarde, para realizar nuevas inversiones, complementadas con dinero adicional que los principales inversores han indicado que les gustaría asignar en private equity. (La brecha notificada entre las asignaciones reales y las previstas se sitúa en más del 2% de los activos totales de los fondos de pensiones del sector privado) (4).

Un potencial cambio de las reglas de juego será el impulso para democratizar las finanzas. Históricamente, el private equity ha sido el dominio exclusivo de inversores institucionales y ultra-ricos, una disparidad que los reguladores ahora buscan solucionar abriendo el mercado a inversores individuales. Estados Unidos ha liderado el camino, sentando las bases para que los ahorradores ordinarios inviertan en fondos de capital privado a través de cuentas de jubilación 401 (k) patrocinadas por el empleador, que los analistas pronostican que podrían generar 400.000 millones de dólares en nuevo efectivo (5). El Departamento de Trabajo de EE. UU., mientras tanto, sanciona el uso de private equity en vehículos de inversión de múltiples clases de activos gestionados de forma profesional, como fondos con fecha objetivo, riesgo objetivo o fondos equilibrados. Otros países, incluido el Reino Unido, están considerando movimientos similares.

El potencial atractivo para los inversores de private equity actual y futuro incluye los beneficios de diversificación y un conjunto de oportunidades más amplio, no porque las empresas de private equity sean de alguna manera inherentemente mejores, sino porque tienden a tener características diferentes a las acciones cotizadas.

Para empezar, son más jóvenes. La edad media de una empresa que cotiza en bolsa en EE. UU. ha pasado de un promedio de siete años en la década de 1980 a 11 años entre 2010 y 2018. El mercado privado también incluye un gran número de empresas pequeñas, pero de rápido crecimiento con importantes activos intangibles. Por lo general, estas empresas no quieren divulgar públicamente sus investigaciones iniciales y, por lo tanto, favorecen a un grupo cerrado de accionistas. Es más, al menos en EE. UU., el conjunto de inversiones privadas está incrementando. Las empresas privadas están proliferando mientras que las cotizadas están en declive. Desde 2000, el número de empresas que cotizan en bolsa ha caído de 7.000 a 4.000.

El private equity también ofrece la posibilidad de beneficiarse de las mejoras operativas en la forma en que se gestionan las empresas. Cuando se ejecuta bien, esto puede generar rendimientos impresionantes.

Sin embargo, elegir las inversiones de private equity adecuadas no es nada sencillo. Las comisiones son relativamente altas y las estructuras de inversión son complejas. Además, el sector carece de transparencia, por lo que abrirlo a inversores individuales con menos experiencia (como los titulares de 401 (K)) presenta desafíos para los reguladores. De hecho, la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. ha reprendido recientemente a los gestores de fondos de inversión y hedge funds por cobrar tarifas excesivas y parecer favorecer a algunos clientes sobre otros (6). Hay llamamientos para reformar la estructura de tarifas para hacer que la industria sea más sostenible, y algunas empresas ya han comenzado a moverse en esa dirección (7).

Los procedimientos de “due diligence” o de debida diligencia es mucho más importante en el private equity que en los mercados cotizados. Según nuestra investigación, en 2018 la diferencia de rendimiento entre el quinto y el nonagésimo quinto fondo con mejor rendimiento fue del 60% en el universo de private equity de EE. UU., frente a solo el 8,5 por ciento para los fondos de capital de pequeña/mediana capitalización de EE. UU. Los estudios también sugieren que la alta persistencia de los retornos de los gestores, que era una característica del private equity, ha disminuido, lo que significa que es menos probable que los ganadores de ayer encabecen las tablas mañana.

  • La debida diligencia es mucho más importante el private equity que en los mercados cotizados

Pictet

La debida diligencia es primordial: hay algunos indicios en los EE. UU. de que, en conjunto, la brecha de rentabilidad entre los valores cotizados y los de capital privado está empezando a reducirse. De hecho, durante los próximos cinco años, pronosticamos unos rendimientos globales de capital privado del 10,3 por ciento anual en términos de dólares, lo que representa una prima de solo 2,8 puntos porcentuales sobre las acciones públicas, casi la mitad de su promedio histórico a largo plazo. Eso se debe en parte al gran peso del capital que persigue oportunidades potenciales. Por supuesto, la alta dispersión significa que a algunos les irá mucho mejor mientras que a otros les irá mucho peor. Y, en un momento en el que los rendimientos de los bonos son muy bajos, incluso un exceso de rendimiento inferior al promedio puede resultar atractivo para muchos.

El private equity tiene el potencial de seguir capturando una participación cada vez mayor del mercado de valores, siempre que logre abrirse a una gama más amplia de inversores y demuestre su potencial para agregar valor. La inversión pasiva ya ha demostrado lo que se puede lograr con un enfoque democrático y seguirá haciéndolo bien, pero, habiendo crecido más rápido y durante más tiempo y atrayendo un mayor escrutinio de los reguladores, ahora puede estar más cerca de su meseta natural como proporción de activos bajo gestión en acciones.

Columna escrita por Supriya Menon, estratega sénior de Multiactivos en Pictet Asset Management.

 

Para acceder al informe de Perspectivas seculares de Pictet Asset Management que detalla las principales tendencias del mercado e ideas de inversión de los próximos 5 años, por favor haga click en este enlace.

 

Anotaciones:

(1) “Propiedad común y entrada al mercado: evidencia de la industria farmacéutica”, Newham, M., Seldeslachts, J., Banal Estanol, A., 2018 https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id = 3194394
(2) Informe de private equity de Bain 2020
(3) Preqin, a junio de 2019
(4) McKinsey Global Institute, «Una nueva década para los mercados privados»
(5) Evercore
(6) Comisión de bolsa y valores (SEC), junio de 2020
(7) “Un hecho inconveniente: rentabilidad de capital privado y la fábrica de multimillonarios”, L. Phalippou, 2020

 

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