Pixabay CC0 Public DomainSteven Wright. Steven Wright
Uno de los ámbitos que estamos analizando actualmente, y que resulta muy relevante para la era posterior a la COVID-19, es la transición de la tendencia que nosotros denominamos Digital 3.0 a la Digital 4.0. La tendencia Digital 3.0 gira en torno las grandes plataformas de consumidores que se han consolidado en la última década, mientras que Digital 4 se centra más en la forma en que la siguiente oleada tecnológica conllevará un mayor uso de los datos, de la inteligencia artificial, del Internet de las Cosas, la conectividad de todo y el 5G como tecnología potenciadora.
Creo que en la actual era de la COVID-19, los mercados se han centrado en gran medida en las empresas que se benefician directamente de esta situación, como las empresas que ofrecen soluciones de teletrabajo, por lo que, en cierto modo, se han dejado de lado firmas más nuevas que, en mi opinión, parecen interesantes, en sectores como el industrial, el tecnológico, el sanitario o el de fintech.
A medida que nos adentramos en la era posterior a la COVID-19, creo que debemos pensar en las posiciones en algunas de las empresas de megacapitalización más populares, como Google, Amazon, Apple, Microsoft y Facebook en concreto. Estas posiciones están incluidas en muchísimas estrategias, algunas de ellas ni siquiera relacionadas directamente con la tecnología o el crecimiento.
Existe el riesgo de que, conforme el mercado pase a centrarse en la realidad posterior a la pandemia, estas firmas de megacapitalización empiecen a protagonizar un periodo de rentabilidad inferior, dado que observamos un movimiento cíclico hacia empresas que tal vez se beneficien en mayor medida de la era poscoronavirus. Un buen ejemplo de ello pueden ser las empresas de viajes online, que se han visto extremadamente afectadas estos últimos cuatro o cinco meses.
Los analistas prevén ahora que el sector de los viajes necesitará de tres a cinco años para recuperarse y alcanzar los niveles anteriores a la pandemia, pero yo creo que es una previsión muy pesimista. También considero que, en el seno del segmento de empresas dedicadas a soluciones para el teletrabajo, existe un grupo de firmas más pequeñas que se han revalorizado de forma extrema tanto por la aceleración de su crecimiento impulsada por la COVID-19 como por el frenesí de los inversores minoristas.
En mi opinión, también debemos ser conscientes de ello: entre estas empresas, podrían estar aquellas dedicadas al software de colaboración y de distribución online que han registrado un sólido crecimiento porque no era posible ir a las tiendas físicas. Esta situación probablemente cambie, y podríamos ver cómo algunas de las empresas de comercio electrónico empiezan a registrar un descenso en sus ingresos. Por tanto, creemos que es momento de empezar a centrar nuestra atención más allá de los beneficiarios de la pandemia para empezar a hacerlo en los vencedores de la era poscoronavirus.
Columna de Mark Hawtin, responsable de inversión de GAM Investments
Información legal importante La información que figura en el presente documento se ofrece a título informativo únicamente y no constituye un asesoramiento en materia de inversiones. Las opiniones y evaluaciones contenidas en este documento pueden cambiar y reflejar el punto de vista del GAM en el actual entorno económico. No se aceptará ninguna responsabilidad por la exactitud e integridad de la información. El rendimiento pasado no es un indicador de la evolución actual o futura. La referencia a un valor específico no es una recomendación para comprar o vender ese valor.
Pixabay CC0 Public Domain. Elecciones en EE.UU.: Sostenibilidad e impacto en la renta variable
Después de dos debates presidenciales turbulentos y un período previo caótico en medio de una pandemia mundial, las elecciones presidenciales tendrán lugar hoy. Tanto Joe Biden como Donald Trump han pregonado abiertamente sus opiniones -muy diferentes- sobre las posibles soluciones a los desafíos de 2020, con efectos potencialmente muy contrastados para Estados Unidos y su crecimiento futuro. Analizamos de cerca las principales políticas de ambos candidatos presidenciales, su impacto sobre la sostenibilidad, el crecimiento económico y el mercado de renta variable estadounidense.
En cuanto a inversión sostenible, parece que el Gobierno de EE.UU. ha adoptado un enfoque más cauto que en Europa. De hecho, bajo la presidencia de Trump, hemos sido testigos de un impulso general contra las inversiones sostenibles, ya que el presidente estadounidense siempre ha negado el cambio climático, como demostró al sacar a su país del Acuerdo de París.
Por su parte, el Departamento de Trabajo ha intentado limitar la inclusión de fondos ESG en los fondos de pensiones. Quiere hacer hincapié en el interés financiero como principal prioridad y reducir la influencia de cualquier factor externo que pueda perjudicar la rentabilidad de un fondo. Un argumento cuestionable, ya que los fondos ESG en general han demostrado superar a sus competidores (especialmente durante la crisis del COVID-19). El enfoque crítico del Departamento de Trabajo podría terminar por volverse en su contra, ya que actualmente más del 60% de los estadounidenses considera que las empresas deberían incluir criterios de sostenibilidad.
En materia fiscal, el recorte de Trump en el impuesto de sociedades pretendía promover la economía y favorecer el empleo y, en consecuencia, las condiciones de los trabajadores. A corto plazo, esto podría haber sido una medida positiva, que mejorase las condiciones de trabajo y fomentara la gobernanza empresarial. Lamentablemente, los ahorros de esta exención tributaria no han logrado filtrarse hasta abajo. La liberalización ha ayudado a algunos sectores a corto plazo, pero ha sido un tanto electoralista y corta de miras, menos eficaz a largo plazo.
También se suponía que la guerra comercial de Trump contra China beneficiaría a la economía estadounidense, ya que el presidente quería nivelar el terreno de juego. Esto también ha resultado ser más costoso de lo previsto inicialmente (que asciende aproximadamente al 0,5% del PIB de EE.UU.).
Es importante destacar que los criterios ESG y la sostenibilidad nunca han sido componentes clave de la campaña de Trump. En vez de ello, su agenda se centra principalmente en el crecimiento de la economía estadounidense y la creación de empleo. Dos conceptos que, según él, son totalmente incompatibles con la sostenibilidad. En cambio, la presidencia de Obama tuvo un énfasis mucho mayor en la sostenibilidad, priorizando intensamente la reducción de las emisiones de carbono. Biden planea adoptar un enfoque similar.
La mirada sostenible, pero imprecisa, de Biden
Biden tiene un plan electoral claro. Trata de introducir su opinión sobre el acuerdo ecológico de la UE y revolucionar el enfoque de Estados Unidos hacia la sostenibilidad y el medioambiente. Quiere establecer una infraestructura moderna y sostenible, un futuro equitativo y de energía limpia. De hecho, quiere eliminar completamente la dependencia de Estados Unidos de combustibles fósiles para 2050.
Por ejemplo, ha declarado que quiere sustituir o reformar los autobuses escolares estadounidenses (los 500.000 que hay) para volverlos libres de carbono. No obstante, los detalles continúan siendo imprecisos. Biden ha dedicado poco tiempo a preparar los aspectos prácticos o la viabilidad real de este proyecto, y eso tiene un precio. La campaña calcula que una transición sostenible con éxito costaría aproximadamente dos billones de dólares, que es más o menos el 12% del presupuesto estadounidense en los próximos cuatro años.
Está claro que los enfoques de Biden y Trump sobre sostenibilidad, y la economía en su conjunto, son muy diferentes. Sin embargo, las elecciones presidenciales solo muestran una parte del panorama. El Congreso también juega un papel fundamental.
¿Cómo reaccionarán los mercados?
Si Biden se convierte en el próximo presidente de EE.UU. y el Congreso tiene mayoría demócrata, lo primero que veremos es, seguramente, una venta. Los mercados podrían caer en picado a corto plazo debido a posibles aumentos del impuesto de sociedades. Algunos sectores -como el farmacéutico o las grandes tecnológicas- también podrían enfrentarse a una mayor regulación.
Si Trump ganara y el Congreso tuviera mayoría republicana, esto sería muy positivo para los mercados gracias a la desregulación, pero no tanto a largo plazo. Sin embargo, puede que las empresas sigan impulsando la sostenibilidad si tiene sentido y sigue habiendo argumentos a su favor, como en un ejemplo del sector energético: la mayor empresa estadounidense de servicios públicos es la que tiene más energías renovables, lo cual no solo llevará a una mayor rentabilidad, sino que también será el camino más fácil hacia la sostenibilidad.
Por último, los resultados de las elecciones podrían terminar siendo impugnados. Este sería el peor resultado posible, ya que la incertidumbre y el conflicto podrían tener un efecto muy negativo en los mercados, con una gran venta.
A la vista de estos resultados tan dispares y sus posibles implicaciones financieras, los inversores han estado últimamente bastante nerviosos. Como inversores a largo plazo, estamos a favor de una cartera diversificada que se centre en empresas de alta calidad. Nos gustan especialmente las empresas que ofrecen dividendos. Las compañías con una política sólida de crecimiento de dividendos deberían ser capaces de mantener unos rendimientos constantes, incluso en mercados turbulentos. Al margen del sector al que pertenezca, siempre se debe evaluar si el flujo de caja de una empresa se ha invertido correctamente, ya sea como inversión en el crecimiento de la compañía o como pago de dividendos.
Columna de David Bui y Jonathan Graas, gestores de renta variable estadounidense en DPAM
Pixabay CC0 Public DomainPatrick Metzdorf. Patrick Metzdorf
Septiembre fue el mes más complicado para los mercados financieros desde marzo. La renta variable y el crédito registraron rendimientos negativos, mientras que la deuda pública evolucionó de manera solo moderadamente positiva. La falta de buenas noticias y las elevadas valoraciones fueron los principales factores que propiciaron esta evolución, con la deuda pública comportándose adecuadamente, como es de esperar, cuando los activos de riesgo atraviesan dificultades y los datos económicos / de política decepcionan. El flujo de noticias y datos fue muy poco estimulante en vista de las noticias positivas que hemos ido recibiendo desde abril. Entre la ausencia de un paquete de estímulos fiscales en Estados Unidos, una respuesta relativamente apagada al anuncio de la Reserva Federal de una nueva política monetaria y las malas noticias sobre el virus, no había mucho que celebrar.
Afortunadamente, tampoco hay mucho por lo que preocuparse, pero, dado el repunte al que hemos asistido en los precios de los activos (el S&P 500 subió un 8,9% en el tercer trimestre), era de esperar una pausa. Consideramos que la rentabilidad relativa negativa registrada recientemente por el crédito y los mercados emergentes no es más que una consolidación constructiva que puede crear un punto de entrada atractivo para incorporar riesgo. Las buenas noticias ya se han descontado. La volatilidad en los ámbitos normativo, político y de la pandemia ha aumentado, al tiempo que las valoraciones, en general, han repuntado. Dicho esto, los fundamentales siguen favoreciendo una recuperación económica, si bien más lenta con respecto a los trimestres tercero y cuarto. El empleo sigue repuntando, el comercio global y las manufacturas continúan recuperándose con fuerza y el consumo en particular mantiene la solidez, con las ventas minoristas evolucionando por encima de las cotas previas a la COVID-19 en numerosos países desarrollados.
Todo esto sugiere que nuestra posición de riesgo, moderadamente larga, es, en nuestra opinión, la mejor manera de posicionar las carteras entre datos y políticas decepcionantes (cualquier riesgo es demasiado) y las posibles sorpresas al alza en clave de política y la pandemia. Seguimos posicionados para aspirar al beneficio que nos podría brindar un rendimiento relativo positivo de los activos de renta fija de mayor riesgo y que la deuda pública de bajo riesgo tienda a una evolución lateral. Estas posiciones se adaptarán al dinamismo de los fundamentales según tengan que ver con la política monetaria y fiscal, los datos económicos, las novedades sobre las vacunas y, por supuesto, la persistente pandemia.
Aunque seguimos mostrándonos optimistas con respecto a la evolución de la economía y los diferenciales de crédito, persisten los riesgos. El aumento de las tasas de infección y los consiguientes confinamientos, más amplios y más agresivos, podrían fácilmente ralentizar las economías y dar un vuelco a nuestros puntos de vista. No pensamos que esto sea probable, pues todos los gobiernos parecen estar imponiendo confinamientos más selectivos y concretos para abordar la situación local. Mientras los problemas locales no se expandan y las tasas de hospitalización y mortalidad no aumenten demasiado, es de esperar que las economías evolucionen de manera positiva. Las vacunas siguen siendo el eje clave de una solución más amplia para que sectores de la economía como el turismo y el ocio recuperen cierta normalidad, lo cual podría permitir que los ingresos nacionales recuperaran los niveles previos a la COVID-19.
Hasta entonces, las políticas fiscal y monetaria desempeñarán un papel importante. La política fiscal estadounidense, en concreto, sigue siendo clave. La política fiscal debería endurecerse significativamente de manera pasiva el año próximo y se trata de un extremo que debe abordarse. El punto muerto de Washington no parece que vaya a resolverse antes de las elecciones. El crecimiento de los ingresos ha sido sólido y las elevadas tasas de ahorro de los hogares debería amortiguar el golpe siempre que las expectativas de un paquete de estímulos para el año próximo permanezcan intactas.
En caso de que la política fiscal se torne netamente de estímulo el año próximo (teniendo en cuenta el endurecimiento pasivo derivado de que expiren los programas existentes), es de esperar que el crecimiento continúe recuperándose. El aumento de las tasas de ahorro de los hogares en 2020 podría también impulsar el consumo en la medida en que este responda a la satisfacción de la demanda acumulada y los ingresos de los hogares sigan siendo sólidos. La claridad sobre cómo se implementará el nuevo marco de política monetaria de la Reserva Federal es crucial. Una cosa es decir que queremos que la inflación suba, pero ¿en qué medida? ¿Durante cuánto tiempo? El diablo está en los detalles.
La buena noticia es que la evolución de la situación podría traducirse en diferenciales más estrechos para las empresas y los mercados emergentes para finales de año o sin duda en 2021. Con la inflación muy por debajo de los objetivos de los bancos centrales y los riesgos económicos (crecimiento e inflación) todavía orientados a la baja, es probable que los bancos centrales mantengan un enfoque marcadamente acomodaticio en los próximos años. El descenso de la rentabilidad de la deuda pública implica carta blanca para que los gobiernos gasten más si consideran que deben hacerlo. Las compañías han podido reforzar sus balances a precios mínimos en términos históricos. Los datos económicos continúan apuntando una mejora y, en vista de los avances médicos en relación con la COVID-19, hay riesgos al alza y a la baja en torno a la pandemia. Todavía nos inclinamos por pensar que comprar en la parte baja es la estrategia adecuada.
Gráfico 1: Rendimiento de los activos desde el comienzo del año
Gráfico 2: Variaciones mensuales de divisas frente al USD
Gráfico 3: Variaciones mensuales considerables de las rentabilidades a 10 años y los diferenciales
Perspectiva para la renta fija
La corrección de septiembre de la renta variable probablemente se veía desde hacía tiempo. Los diferenciales de crédito, aunque se ampliaron durante el mes, evolucionaron mejor que en el caso de la renta variable y sus correlaciones históricas. Dicho extremo pone de manifiesto la capacidad de la liquidez de impulsar los mercados y la confianza en las capacidades de los responsables de política y su disposición a ofrecer estímulos suficientes para mantener un crecimiento de la economía superior a la tendencia en 2021. No hay duda de que estas creencias se pondrán a prueba en los próximos meses, concretamente, después de que conozcamos quién gana las elecciones en Estados Unidos.
En vista de que las tendencias a medio plazo no han variado, nuestra perspectiva de inversión también permanece en buena parte sin cambios. Mantenemos un cauto optimismo dados los buenos datos económicos (aunque el ritmo de cambio se esté ralentizando) y porque sí creemos que llegarán más estímulos de política monetaria, bien vía aclaración de las repercusiones de la nueva estrategia de política monetaria de la Reserva Federal, bien mediante una expansión cuantitativa mayor. Es de esperar que, en la mayoría de las hipótesis, lleguen nuevas medidas sustanciales de apoyo fiscal tras las elecciones de noviembre.
De hecho, las observaciones del presidente Powell, presidente de la Reserva Federal, a principios de octubre indican que el banco central respalda que se adopten nuevas medidas fiscales, pues considera que los riesgos que implica hacer demasiado poco son mayores que los de la situación contraria. El enorme impacto sectorial, que posiblemente dure largo tiempo, de la pandemia sobre la economía es otro argumento de peso para que se tomen más medidas fiscales. Sin embargo, las valoraciones de la mayoría de los ámbitos de la renta fija ya no se encuentran por debajo de sus niveles razonables, según nuestra estimación, ni siquiera con la corrección de septiembre; esta situación se traduce tan solo en una posición moderadamente larga en activos de renta fija de mayor riesgo.
Persisten considerables riesgos a la baja. El crecimiento económico sigue muy por debajo de su potencial, concretamente, en el sector de servicios. La demanda acumulada se está desvaneciendo, así como el respaldo fiscal. Numerosos países se están enfrentando a tasas de infección de COVID-19 cada vez mayores, tanto en términos localizados como en general, que se traducen en confinamientos y restricciones locales que pesan sobre el crecimiento. No podemos olvidar los riesgos geopolíticos que no se disiparán: las tensiones entre Estados Unidos y China, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, las tensiones entre Rusia y Europa y, por último, pero no por ello menos importante, las elecciones estadounidenses. Al mismo tiempo, prosiguen los avances hacia el desarrollo de posibles vacunas contra la COVID-19, lo cual podría llevar a una resolución más sostenida de la pandemia.
La reacción del mercado al anuncio de la Reserva Federal de una nueva estrategia de política monetaria y un marco objetivo fue, cuando menos, indiferente, en parte, porque no se trataba de nada nuevo. El presidente Powell ya había expuesto esos puntos, en esencia, en su discurso de Jackson Hole. Por tanto, dado que apenas se añadieron detalles en septiembre, el mercado se mostró indiferente. No hay duda de que ha cambiado la postura de la Reserva Federal sobre el modo en que variará los tipos de interés en respuesta al dinamismo de la situación económica (por ejemplo, el crecimiento, el desempleo y la inflación). Sin embargo, la pregunta es: ¿en qué medida? ¿Será un cambio moderado? ¿Será un cambio drástico?
La realidad es que la Reserva Federal no ha dado a conocer más datos y el lenguaje empleado es ambiguo. Además, el hecho de que hubiera disidentes y quizá más factores que desconozcamos sugieren que la Reserva Federal podría no haber tomado una decisión sobre los pormenores de su nuevo marco. Necesitamos más información. Lo que sin duda es cierto es que la Reserva Federal no cree que la economía esté fuera de peligro. La política fiscal sería la primera herramienta de política que desplegar (las observaciones del presidente Powell respaldan esta idea), si bien el banco central será el responsable político de último recurso si la economía no evoluciona según las expectativas y la política fiscal no sale al rescate. La situación de la Reserva Federal puede trasladarse también a la mayor parte de los demás bancos centrales. Los riesgos apuntan hacia una mayor flexibilización global en un intento por cumplir los mandatos de inflación y empleo. De manera similar, los datos económicos han sido mejores de lo esperado, pero las economías siguen funcionando tan por debajo de la normalidad que la mejora de los datos plantea una exigua amenaza para el sesgo acomodaticio.
Por tanto, percibimos un riesgo escaso de que las rentabilidades de la deuda pública suban significativamente a corto plazo. Creemos que los recientes aumentos de las rentabilidades han sido de una naturaleza más técnica o han tenido que ver con el giro en las probabilidades de victoria de cada uno de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Sin embargo, también parece improbable que sigan descendiendo los rendimientos, pues la mayoría de los bancos centrales ya han reducido los tipos de interés hasta el máximo en que se sienten cómodos. No obstante, podrían sucederse nuevas rebajas y otras medidas de política innovadoras si la situación empeora, por lo que todavía tiene sentido, en nuestra opinión, mantener deuda pública de calidad como cobertura frente a nuevos embates de tensión, aunque se trate de una situación en absoluto normal.
La percepción de que es probable que la Reserva Federal aplique una política monetaria excepcionalmente laxa con respecto a otros bancos centrales ha provocado un abaratamiento del dólar. Sin embargo, el aumento de la aversión al riesgo global en septiembre provocó que el dólar se recuperara en parte. Si bien seguimos mostrándonos moderadamente bajistas más a largo plazo en torno a dicha divisa, no creemos que haya suficiente certidumbre sobre la evolución económica relativa y el resultado de las presidenciales como para confiar en gran medida en que el dólar vaya a caer notablemente a corto plazo. Las monedas de mercados emergentes siguen a la zaga, pues el crecimiento de estos mercados es inferior al de las economías de mercados desarrollados. Hasta que esta dinámica cambie, resulta prematuro mostrarse demasiado optimistas sobre las monedas de mercados emergentes salvo en situaciones específicas.
Pensamos que el crédito corporativo, en particular el grado de inversión, también sigue contando con un muy buen respaldo de las medidas tomadas por los bancos centrales, concretamente, los programas de compras. Sin embargo, esta buena noticia se refleja cada vez más en los precios, pues los diferenciales de crédito se encuentran en sus promedios a largo plazo o por debajo de ellos a pesar de la perspectiva económica todavía complicada. El high yield también ofrece oportunidades razonables. La reciente ampliación de los diferenciales en septiembre ha mejorado su atractivo relativo. Si bien mantenemos una posición larga, venderemos cuando se produzcan alzas significativas, fijándonos al mismo tiempo en retrocesos sustanciales que pudieran darse en los diferenciales para ampliar las posiciones.
Los mercados emergentes siguen siendo una fuente atractiva para la posibilidad de mejorar la rentabilidad. La laxitud monetaria de los países desarrollados sigue siendo un factor muy positivo para esta clase de activos. Sin embargo, persisten riesgos macroeconómicos considerables, pues numerosas economías emergentes no están rindiendo mejor que sus homólogos de la esfera desarrollada. Las valoraciones también han subido, por lo que, si bien percibimos oportunidades en situaciones y países específicos, nos mostramos cautos hacia una exposición generalizada a esta clase de activos. Las oportunidades idiosincráticas siguen siendo la clave.
Los productos titulizados de alta calidad siguen rindiendo adecuadamente de forma silenciosa, ofreciendo el que consideramos un potencial alcista limitado, en vista de las bajas rentabilidades y el bajo riesgo de refinanciación, pero también un potencial a la baja asimismo limitado, en vista del respaldo de los bancos centrales. La perspectiva de baja volatilidad implica que esta clase de activos sigue siendo atractiva para las carteras, incluso aunque ello implique un menor nivel de rendimiento esperado. Existen oportunidades para obtener rentabilidades más altas en productos titulizados de menor calificación, cuyos diferenciales han cedido en menor medida, pero cuyos riesgos fundamentales son mayores. En general, los impagos han sido mucho menores de lo que se temía en un primer momento.
Tipos y monedas de mercados desarrollados
Análisis mensual
En septiembre, los mercados viraron a un enfoque de aversión al riesgo al registrar varios embates de volatilidad con motivo de las próximas presidenciales en Estados Unidos, el coronavirus y otros acontecimientos geopolíticos. Diversos bancos centrales de mercados desarrollados se reunieron a lo largo del mes y actualizaron a los mercados sobre qué esperar para el resto de este año en términos de datos económicos y política monetaria. La recuperación económica global pareció estancarse al expirar o agotarse las medidas de algunos paquetes de estímulo. La rentabilidad de la deuda pública a 10 años en los diferentes mercados desarrollados cayó, salvo en el caso de Estados Unidos, cuyos rendimientos permanecieron en gran medida sin cambios durante el mes.
Perspectiva
De cara al último trimestre de 2020, continuamos previendo que la política monetaria seguirá siendo acomodaticia y que los activos de riesgo gozarán de buenos soportes en los diferentes mercados desarrollados. A corto plazo, las elecciones estadounidenses y la tendencia al alza de los casos de coronavirus podrían causar que prosiga la volatilidad en los mercados financieros. Por otra parte, debe alcanzarse un acuerdo para la salida del Reino Unido de la Unión Europea para mediados de octubre si se pretende culminar el proceso para finales de año. Aunque unos datos económicos mejores de lo esperado también impulsarían las rentabilidades al alza, es probable que eso se produzca principalmente si aumentan las primas de riesgo de los tipos de interés, más que por la expectativa de que los bancos centrales eleven el precio del dinero. Prevemos que el dólar continuará debilitándose en los próximos meses frente a otras monedas del G-10 dado el carácter acomodaticio de las políticas financiera y monetaria.
Tipos y monedas de mercados emergentes
Análisis mensual
Las rentabilidades globales cedieron en septiembre: los rendimientos del Tesoro estadounidense a 10 años cayeron 2 puntos básicos (pb), al 0,68% y la curva de rentabilidades se aplanó en un entorno de aversión al riesgo. Septiembre fue el primer mes desde la primavera en que la aversión al riesgo dictó la evolución de los precios. Los datos económicos perdieron parte del dinamismo forjado durante el verano al avivar el aumento de las infecciones los temores a mayores restricciones y su consecuente daño económico. Esta evolución sometió a presión a los activos de riesgo e impulsó el USD al alza, creando un entorno desfavorable para los mercados emergentes. En cuanto al conjunto de los mercados, Venezuela, Surinam, Rumanía y Georgia fueron los que mejor rindieron en septiembre, si bien Venezuela y Surinam permanecen sumidos en territorio marcadamente negativo desde comienzos de año. Por su parte, los bonos de Sri Lanka, Argentina, El Salvador y Ecuador fueron los que peor evolucionaron. Por sectores, las compañías papeleras, de transporte y diversificadas lideraron el mercado, mientras que las de petróleo y gas, consumo y metales y minería quedaron a la zaga.
Perspectiva
Mantenemos un cauto optimismo en torno a la deuda de mercados emergentes de cara al corto plazo por el persistente carácter acomodaticio de las políticas monetaria y fiscal a escala global. Que persista el repunte del crecimiento de China, en la medida en que se extienda a la economía global, también debería brindar un impulso adicional a los activos de riesgo, así como los posibles avances hacia tratamientos y vacunas contra la COVID-19. Por otra parte, nuestro relativo optimismo acerca de los activos de mercados emergentes a corto plazo se ve moderado por unas valoraciones menos atractivas, el aumento de la volatilidad ante las presidenciales estadounidenses y algunos reveses en la lucha contra la pandemia, tal y como evidencian las cifras de Europa y los confinamientos más estrictos impuestos en diversos países (aunque creemos que es improbable un regreso a confinamientos integrales).
Crédito
Análisis mensual
Los diferenciales se ampliaron en el mes. El factor impulsor clave de esta evolución fue el menor momentum positivo de los fundamentales y la abultada oferta tras el verano. Las mejoras de los datos económicos comenzaron a ralentizarse (y, en algunos casos, no alcanzaron las expectativas), no se desplegaron nuevos programas de respaldo monetario o fiscal, al contrario de lo que se preveía (en particular, se esperaba otro paquete fiscal en Estados Unidos) y las noticias sobre el coronavirus se centraron en el agravamiento de la segunda oleada sin noticias definitivas sobre una vacuna, todo ello combinado con las dudas acerca del resultado de las elecciones estadounidenses.
Perspectivas de mercado
De cara al futuro, creemos que la corrección de septiembre es una rotación adecuada del riesgo durante un periodo de oferta abundante. Nuestra hipótesis de referencia refleja la visión de consenso de que el coronavirus es una situación coyuntural y que la política monetaria es proclive al riesgo de crédito, lo cual podría estrechar los diferenciales a medio plazo, hasta un punto próximo a la media a largo plazo, lo cual podría ofrecer a los inversores carry, pero plusvalías limitadas.
Productos titulizados
Análisis mensual
Septiembre continuó la tendencia del tercer trimestre, en que los rendimientos de los bonos de titulización hipotecaria de agencia fueron mediocres, mientras que los diferenciales de crédito de los activos titulizados siguieron estrechándose. Los bonos de titulización hipotecaria de agencia se debilitaron ligeramente en septiembre y, en esencia, no registraron cambios en el tercer trimestre, respaldados por la continuada compra de estos activos por la Reserva Federal y restringidos por el riesgo de amortización anticipada. En función del sector y la calificación, los diferenciales de los bonos de titulización de activos estadounidenses no registraron cambios o se estrecharon en septiembre. Los diferenciales de los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales europeos en general no variaron en septiembre, pero casi han recuperado los niveles previos a la COVID-19. Los bonos de titulización de aeronaves, los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales con préstamos fallidos y los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles comerciales respaldados por hoteles y centros comerciales siguen rindiendo peor que los bonos de titulización de vehículos y tarjetas de crédito y los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles comerciales con alquiler unifamiliar.
Perspectiva
Los bonos de titulización hipotecaria de agencia parecen razonables en las valoraciones actuales y es de esperar que sigan contando con el respaldo de las compras de la Reserva Federal. Nos decantamos especialmente por valores to-be-announced (TBA) con cupones inferiores a 30 años (2% y 2,5%), pues ofrecen valor adicional debido a las compras de la Reserva Federal y las inquietudes acerca de su amortización anticipada son menos pronunciadas. Prevemos que el mercado estadounidense de la vivienda permanezca estable y que los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales no de agencia sigan evolucionando relativamente bien desde una perspectiva de crédito en el cuarto trimestre. Los estímulos monetarios y fiscales adicionales siguen contribuyendo a la situación y resultan muy positivos para numerosos activos titulizados.
Columna de Jim Caron, portfolio manager y miembro senior del equipo de Renta Fija Global de Morgan Stanley Investment Management.
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Con las elecciones estadounidenses dentro de unos pocos días, la atención de los inversores se centra cada vez más en las oportunidades y el riesgo a corto plazo creados por un evento tan binario. Si bien los mercados de valores de Estados Unidos suelen encontrar una volatilidad elevada tanto antes como inmediatamente después de una elección, las perspectivas para este año son aún más inciertas a medida que el mundo lucha por contener la expansión del virus COVID-19 en curso.
En Ninety One, nuestro equipo Quality cree que incluso en entornos de mercado más estables, es mejor que los inversores construyan su posicionamiento en acciones desde una perspectiva ascendente (bottom-up). Como tal, nos enfocamos en los méritos individuales de cada empresa desde un punto de vista fundamental, en lugar de fijarnos en factores políticos o macroeconómicos difíciles de predecir.
Respaldados por esa filosofía, buscamos construir carteras de negocios de alta calidad que puedan soportar un panorama político y económico cambiante y un valor compuesto para los accionistas a lo largo del ciclo del mercado.
Con las encuestas actuales, que obviamente están sujetas a fluctuaciones, apuntando hacia una victoria para el candidato demócrata Joe Biden, brindaremos una descripción general del posicionamiento en nuestra estrategia American Franchise en el contexto de algunos de los cambios potenciales que podrían ocurrir bajo una presidencia de Biden.
Una exposición en el sector salud muy selectiva
Como campo de batalla clave en el panorama político de los Estados Unidos, es probable que el sistema de salud estadounidense sea objeto de escrutinio en caso de que Biden ingrese a la Casa Blanca. Hemos estado preocupados por el potencial de reforma durante algún tiempo, particularmente dado que Estados Unidos gasta una mayor proporción de su PIB (17%) en atención médica que cualquier otro país del mundo (1).
En nuestra opinión, todo el sistema de salud de EE. UU. es una miríada de incentivos sesgados que dan como resultado una inflación constante de los costes en varios insumos clave, principalmente los productos farmacéuticos. Por esta razón, durante mucho tiempo hemos sido muy selectivos en la exposición a la salud que permitimos en la cartera. Si bien actualmente está sobreponderado en relación con el índice S&P 500 (16% frente al 14%), este posicionamiento se compone de solo seis participaciones individuales, todas con impulsores del mercado final muy diferentes.
Como resultado, la exposición de la cartera está muy diferenciada en relación con el índice de referencia (Figura 1), sin exposición a compañías farmacéuticas tradicionales, aseguradoras de salud o proveedores de atención administrada. Por su propio diseño, la exposición de la cartera es a empresas que reciben una mayor proporción de ingresos directamente del paciente y, por lo tanto, están protegidas de grandes pagadores como el gobierno de EE. UU. y las principales aseguradoras de salud.
En el mercado de la ortodoncia dental, por ejemplo, el paciente paga una gran parte de la factura en muchos casos. Dentro de ese espacio, Align Technology es un buen ejemplo de cómo estar protegido de los grandes pagadores puede ayudar a generar flujos de efectivo repetibles a través de ventajas competitivas duraderas. Si bien el costo del principal producto Invisalign de Align, que utiliza tecnología para enderezar los dientes, es de alrededor de 5.000 dólares por caja, la mayor parte de este precio de venta corresponde al dentista, que actúa como una forma de vendedor subcontratado. Invisalign tiene un precio similar al de los aparatos ortopédicos tradicionales, pero implica menos visitas al dentista, por lo que, si bien el costo total para el paciente es el mismo, los dentistas tienen una mayor capacidad para atender a más pacientes, lo que genera más ingresos para Align.
En el caso de reformas radicales en el sistema de salud de EE. UU., creemos que la industria de la ortodoncia de EE. UU. debería estar relativamente protegida, dado que es un nicho y, con 12.000 millones de dólares (2), muy pequeña en comparación con el gasto total en salud de EE. UU. de 3,6 billones de dólares (3) por año. Dada la penetración limitada de los alineadores transparentes en el mercado más amplio de la ortodoncia, tanto en los EE. UU. como a nivel internacional, creemos que la pista de crecimiento para este negocio sigue siendo sólida, independientemente de quién se sienta en el Despacho Oval.
Otro holding sanitario es la empresa de ciencias biológicas Agilent Technologies; las herramientas de cromatografía de líquidos y gases de la empresa, que separan los componentes de una sustancia, se utilizan en la prueba de medicamentos como parte del proceso de fabricación. Por tanto, los clientes de Agilent son las empresas farmacéuticas altamente rentables que tienden a centrarse menos en el precio de las herramientas y los consumibles de Agilent, que representan una pequeña proporción de la base de costes. Agilent se beneficia del volumen cada vez mayor de tratamientos farmacéuticos, a través de la prueba de lotes de productos individuales, en lugar del coste final para los pagadores desde el punto de vista del precio de los medicamentos.
Si bien hay una sola empresa «farmacéutica» en la cartera, como se ilustra en la Figura 1, no todo es lo que parece a primera vista. Esta exposición se produce en forma de Zoetis, la empresa de salud animal puramente lúdica más grande del mundo, cuyos medicamentos y vacunas para mascotas se venden a través de veterinarios. No hace falta decir que las preocupaciones sobre los precios suelen quedar en el camino cuando una mascota querida no se encuentra bien; una tendencia estructural que se puede observar en la «humanización» de los animales que conviven con muchos de nosotros en nuestros hogares. Con una interesante gama de productos en una amplia gama de categorías terapéuticas, incluido el tan esperado tratamiento para perros contra pulgas, garrapatas y gusanos «Simparica Trio», creemos que las perspectivas positivas para Zoetis deberían dar bastantes alegrías.
La amenaza de la regulación sustenta la posición infraponderada de FAANG
Recientemente, las llamadas empresas de «gran tecnología» se han enfrentado a un escrutinio cada vez mayor. Facebook, Amazon, Apple y Google se han enfrentado a preguntas frente al Congreso de los Estados Unidos durante el verano. Luego, a principios de octubre, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes publicó los hallazgos de su investigación realizada durante 16 meses en un informe extenso que detallaba una amplia lista de preocupaciones. Un punto de especial atención fue el creciente dominio de estas empresas sobre sus respectivas cadenas de valor y el daño que las prácticas potencialmente anticompetitivas podrían tener en los consumidores a los que sirven.
Es difícil, quizás incluso imposible, gestionar de forma eficaz una cartera de acciones de EE. UU. ignorando por completo estas denominadas acciones FAANG (4); después de todo, estos son algunos de los negocios más rentables del mundo. Sin embargo, optamos por operar una posición infraponderada considerable en las acciones de FAANG dado que representan más del 15% de todo el S&P 500, lo que potencialmente inmoviliza capital que podría asignarse a oportunidades más atractivas.
Para reiterar, este posicionamiento no es el resultado de una visión específica sobre el resultado de las elecciones de EE. UU., sin embargo, visualizamos un entorno regulatorio cada vez más difícil para varias de estas empresas tecnológicas de gran tamaño. En cambio, hemos asignado la exposición tecnológica de la cartera para capitalizar algunas de las tendencias estructurales más interesantes que se desarrollaron dentro del sector durante la última década. En particular, el auge de los pagos digitales y la computación en la nube, a través de los cuales accedemos a través de nuestras posiciones en empresas como Microsoft, Visa, Mastercard, Intuit y Autodesk. Es importante destacar que los clientes/ usuarios finales de estas empresas son empresas, no consumidores, lo que en nuestra opinión reduce el riesgo de una intervención draconiana de una administración política más liberal.
Derogación de la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos
Una de las acciones más agresivas del presidente Trump en el transcurso de los últimos cuatro años ha sido la promulgación de la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos (TCJA). Introducido a fines de 2017, uno de los muchos resultados fue reducir la tasa legal de impuestos corporativos de EE. UU. del 35% al 21%, con la esperanza de que esto impulse la inversión nacional. De nuevo en 2020, Biden ha expresado su intención de aumentar la tasa del impuesto corporativo al 28%, además de introducir un impuesto mínimo del 15% sobre las ganancias contables, dirigido a empresas que reportaron ingresos netos de más de 100 millones de dólares en el Estados Unidos, pero que pagaron impuestos federales sobre la renta cero o negativos. Una medida de este tipo claramente crearía un viento en contra para la progresión de las ganancias interanuales de muchas empresas estadounidenses, particularmente perjudicial para aquellas con una rentabilidad tartamudeante y oportunidades de crecimiento limitadas a raíz de la pandemia.
En nuestra opinión, las empresas mejor situadas para afrontar un cambio de este tipo son aquellas con altos niveles de rentabilidad y múltiples palancas de crecimiento, donde el viento en contra probablemente represente poco más que un salto rápido para la progresión de las ganancias a largo plazo. Además, según nuestras propias estimaciones, consideramos la posición actual de la cartera de American Franchise como ganancias ligeramente infraponderadas en EE. UU., en relación con el S&P 500 (~ 50% (6) frente a ~ 60% (7)). Esto tiene sentido dada nuestra preferencia por empresas maduras y dominantes que habrán sido más capaces de invertir en la oportunidad de crecimiento internacional. Si bien medir el impacto prospectivo de un cambio tan complejo como la reelaboración de todo el sistema fiscal estadounidense es prácticamente imposible, creemos que nuestra cartera tiene al menos un sesgo relativo positivo dada su exposición internacional.
El cambio climático puede volver convertirse de nuevo en el foco
Lamentablemente, el presidente Trump ha sido demasiado obvio en su escepticismo hacia la urgencia de abordar la crisis del cambio climático. Estados Unidos se retiró del Acuerdo Climático de París en junio de 2017 y Trump ha seguido una política de independencia energética basada en el uso de combustibles fósiles. Por el contrario, nuestra filosofía de inversión se traduce en un enfoque en modelos de negocio de carbono ligero que tienen el potencial para la creación de valor sostenible para los accionistas a largo plazo. Esto posiciona la estrategia de franquicia estadounidense más en línea con el propio pensamiento de Biden sobre el cambio climático, que podría resultar en vientos en contra para los sectores pesados en carbono dentro del S&P 500, a los que no estamos expuestos.
Pensamientos finales
Dado que los inversores se centraron en empresas que creemos que pueden generar ganancias sólidas y un crecimiento del flujo de caja libre independientemente del contexto político, las elecciones de noviembre en Estados Unidos son un evento menos significativo en el contexto de nuestro horizonte temporal de 5 a 10 años. Dejaremos que otros inversores intenten beneficiarse de los cambios a corto plazo en los mercados antes y después del resultado de las elecciones. Nuestro enfoque en ventajas competitivas a largo plazo, motores de crecimiento estructural y un posicionamiento generalmente defensivo significa que estamos seguros de que la cartera de franquicias estadounidenses está bien ubicada, independientemente del resultado de la batalla por la Casa Blanca.
Columna de Paul Vincent, analista y gestor de carteras del equipo de inversiones Quality en Ninety One
Anotaciones:
1. Fuente: OCDE, a 1 de julio de 2020.
2. Informe de IBIS World sobre la industria de ortodoncistas en EE. UU., Mayo de 2020.
3. Centros de Servicios de Medicare y Medicaid de EE. UU. (CMS), diciembre de 2019.
4. FAANG = Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google.
5. «Otras tecnologías» definidas según el sistema de clasificación GICS.
6. Fuente: Ninety One al 30 de septiembre de 2020.
7. Fuente: S&P Global, agosto de 2019. 8 El cálculo del FCF excluye las empresas clasificadas en el Grupo de la Industria Bancaria según GICS.
9. La intensidad de carbono mide la eficiencia de carbono de una cartera y se define como las emisiones totales de carbono de la cartera por cada millón de dólares de ventas de la cartera.
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Pixabay CC0 Public Domain. Sostenibilidad: una oportunidad de inversión global
El mundo actual se enfrenta a importantes desafíos. El primero es el cambio climático. Muchas personas en todo el mundo habrán sido testigos o habrán experimentado de primera mano los efectos del aumento de las temperaturas. El segundo es la ampliación de la desigualdad social: la creciente brecha entre «ricos y pobres» del mundo. Esto ha provocado una ira generalizada que, en algunos casos, ha desatado la agitación social y política. El tercero es el hecho de que estamos consumiendo recursos naturales a un ritmo sin precedentes. Estos problemas solo empeorarán si no actuamos. La pandemia del COVID-19 ha planteado preguntas urgentes sobre cómo interactúan las personas con la naturaleza y sobre cómo se gestiona la producción de alimentos para los seres humanos.
Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU
La mayoría de los países han reconocido la necesidad de actuar. 193 países adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en septiembre de 2015. Hay 17 ODS que, en conjunto, constituyen 169 objetivos individuales. Todos ellos proporcionan orientación a los gobiernos, las empresas y la sociedad civil sobre cómo identificar y perseguir las prioridades del desarrollo sostenible. Los ODS probablemente guiarán las políticas públicas y la asignación de capital del sector privado, como mínimo, hasta 2030.
Los ODS de la ONU son ambiciosos y se estima que serán necesarias unas inversiones anuales de entre 5 y 7 billones de dólares1. En este contexto, los gestores de activos globales -con más de 80 billones de dólares de activos bajo gestión2– tienen un importante papel que desempeñar.
Acuerdo de París
La mayoría de los países aceptan que décadas de empleo de combustibles fósiles han dañado el medioambiente. Las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, vinculadas al consumo de petróleo y carbón, son una de las principales causas del aumento de la temperatura en todo el mundo. En 2015, más de 180 países alcanzaron el conocido como Acuerdo de París en la 21ª Conferencia de las Naciones Unidas (COP 21). Este es el tratado internacional sobre el clima más importante del mundo. Los firmantes coinciden en la necesidad de restringir los futuros aumentos de temperatura a «muy por debajo» de 2°C de los niveles preindustriales, con el fin de limitar los daños medioambientales y económicos.
Principios de las Naciones Unidas para la Inversión Responsable
Los Principios de Inversión Responsable (PRI) son otra iniciativa apoyada por las Naciones Unidas. Los propietarios y gestores de activos de todo el mundo tienen un importante papel que desempeñar en el apoyo a la sostenibilidad. Estos principios se concibieron para promover la inversión responsable como una forma de aumentar los beneficios y gestionar el riesgo. Alientan a los inversores institucionales a adoptar y demostrar medidas en cuatro esferas: inversiones, participación empresarial, divulgación de información sobre los inversores y promoción de políticas.
¿Por qué deberían estar interesados los inversores?
La inversión responsable que canaliza el capital privado hacia estrategias de inversión sostenibles ya no es algo que se refiera a activos que sólo son «agradables de tener». El análisis ambiental, social y de gobernanza (ESG) debe ser una parte integral de todas las decisiones de inversión. Las generaciones más jóvenes no quieren que sus inversiones causen daños irreparables a la sociedad y al medioambiente. Quieren ver algo que genere un resultado positivo y un retorno financiero.
La tecnología es un elemento de disrupción. Las redes sociales han creado conciencia de los problemas ambientales vinculados a las empresas petroleras y de gas y de los problemas de acceso a la medicina vinculados a las empresas farmacéuticas. Las preocupaciones de ética empresarial relacionadas con la industria bancaria y financiera también han estado en el foco de atención de dichos canales.
Sin embargo, la búsqueda de soluciones no puede depender solo de los inversores. Estos necesitan un marco claro en el que operar, por lo que los gobiernos deben pensar en las regulaciones. La sociedad civil debe desempeñar un papel en el cuestionamiento de las prácticas que son insostenibles.
Oportunidades surgidas del cambio climático
El cambio climático tiene importantes repercusiones para los inversores. Es probable que las empresas y las economías incurran en grandes costes durante la transición de los combustibles fósiles a las fuentes de energía con bajas emisiones de carbono. Además, habrá costes significativos derivados de los crecientes daños físicos vinculados al cambio climático y de las cuantiosas inversiones necesarias para limitarlos.
Los inversores necesitan entender cómo esos cambios afectarán al valor de sus inversiones. Esto implica obtener una profunda comprensión de cómo cada empresa está expuesta a cuestiones materiales relacionadas con el cambio climático y cómo abordarán dichos desafíos. Pero también hay oportunidades. La transición a una economía con bajas emisiones de carbono requerirá grandes cantidades de capital privado para construir la infraestructura de energía renovable, el transporte sostenible y para mejorar la eficiencia energética. Los inversores desempeñarán un papel fundamental en la asignación de este capital.
También existe una creciente necesidad de hacer que las empresas, las ciudades y los países sean más resistentes a los efectos del cambio climático. Pensamos que hay importantes oportunidades de adaptación en materia de infraestructura, gestión del agua y el suelo, y tecnología.
Tribuna de Amanda Young, Global Head of Responsible Investment de Aberdeen Standard Investments
1. UNPRI, Los inversores y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, octubre de 2017
2. Aberdeen Standard Investments, Inversión de Impacto – Adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en la inversión, febrero de 2018
El ciclo electoral aumentará la volatilidad a corto plazo, pero no creemos que vaya a tener mucha influencia en las medias del mercado a largo plazo. Aunque todas y cada una de las elecciones presidenciales estadounidenses suscitan polémica, la carrera se antoja especialmente divisiva este año. La brecha entre los partidarios de ambos bandos es enorme, y Donald Trump y Joe Biden son polos opuestos en cuanto a enfoque, personalidad y comportamiento.
La retórica hostil podría aumentar la incertidumbre y el nerviosismo de los inversores a medida que se acerque el día de la votación. Recientemente constatamos este nerviosismo cuando el mercado reaccionó a la noticia de que el presidente Trump había dado positivo en el test de COVID-19. Pero, ¿qué significan realmente las elecciones para la economía, los mercados y los inversores?
En mi opinión, las elecciones provocan mucha volatilidad y nerviosismo antes de su celebración, pero no tienen una repercusión sustancial en la economía y los mercados financieros una vez celebradas. Gran parte de esa volatilidad temporal procede del hecho de que los políticos realizan declaraciones sobre medidas políticas y programas que en muy raras ocasiones podrán transformar enteramente en leyes. La dirección de la economía y del mercado a largo plazo responde a lo que sucede en la práctica, y, en este sentido, unas elecciones suelen ser casi irrelevantes para nuestra perspectiva a largo plazo.
Esto es así porque el comienzo de una nueva presidencia no suele traer consigo cambios de gran calado en la forma en la que funciona la economía estadounidense, incluso en casos de alternancia en el poder de un partido conservador a uno liberal, o viceversa. La preocupación de los inversores por un cambio radical era mayor cuando candidatos como Elizabeth Warren o Bernie Sanders parecían liderar las primarias del Partido Demócrata, si bien debemos precisar que desconocemos qué papel podrían desempeñar aún en la orientación de la política del partido.
En algunas cuestiones importantes, los dos partidos no se diferencian demasiado el uno del otro. La afirmación de que los republicanos son conservadores en materia de política fiscal, mientras que los demócratas son grandes gastadores, carece de fundamento real; ambos gastan con la misma convicción. Lo que ocurre, evidentemente, es que las fuentes de los ingresos tributarios y la asignación del gasto de cada uno son diferentes, pero el importe total de dinero que se destina a gasto no es, en mi opinión, sustancialmente diferente con un partido o con otro.
En lo que respecta a la rentabilidad del mercado, hemos visto a los mercados comportarse bien con presidentes republicanos y demócratas. De hecho, desde la presidencia de Truman justo después de la Segunda Guerra Mundial, solo Richard Nixon y George W. Bush experimentaron rentabilidades negativas durante sus mandatos. La reacción del mercado a esas administraciones tuvo menos que ver con la política económica y más con el escándalo del Watergate a principios de la década de los 70 y los terribles acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, respectivamente.
Este año, sin embargo, como elementos añadidos están la posibilidad de una demora en declarar al vencedor o de un resultado electoral no aceptado por el perdedor. Si el margen por el que cualquiera de los dos candidatos ganase fuese amplio, no creemos que haya base sólida para sustentar una impugnación en el momento de las elecciones. Es importante distinguir entre la puesta en entredicho de los recuentos de votos en general, o de la inclusión de algunos votos por correo en particular, y el rechazo frontal a ceder el bastón de mando o aceptar la derrota.
Existe una gran posibilidad de lo primero debido a los recursos jurídicos que podrían alargarse durante el tiempo requerido para certificar el resultado electoral, lo que crearía un periodo de incertidumbre. Los precios de las opciones sobre índices con vencimiento tras el día de las elecciones reflejan que los inversores del mercado de renta variable están descontando una mayor volatilidad asociada a esta incertidumbre. Aunque no es lo ideal, tampoco es algo inédito en la historia del país, que cuenta con salvaguardas constitucionales para hacer frente a resultados inconclusos.
Dicho de otro modo, existen remedios para las situaciones que algunos predicen alrededor de estas elecciones, y en otras ocasiones en las que los resultados electorales se han demorado o han sido puestos en entredicho, hemos sido capaces de seguir adelante sin una disrupción política —o económica— significativa. Pero aunque creemos improbable que las elecciones tengan un impacto en la dirección global de los mercados, sí existirá algo de incertidumbre a corto plazo, y ciertamente determinados grupos industriales y compañías podrían verse afectados. Además, en nuestra opinión, los inversores deberían prestar atención a determinados factores y deberían adoptar ciertas medidas.
Evaluación de los posibles impactos
Si Biden se alza con la victoria como presuponen las encuestas, es importante examinar detenidamente su plan fiscal, que constituye una pieza clave de su plataforma (gráfico 1).
Su plan de revertir las rebajas fiscales de Trump, aplicar una escala de gravamen diferente por encima de un determinado nivel de ingresos y gravar las plusvalías de capital al tipo general de las rentas del trabajo provocará una gran actividad de negociación por motivos fiscales antes de las elecciones.
Cuanto más convencido esté uno sobre la victoria de Biden, más debería prepararse para materializar ganancias de inversión en 2020, y no esperar a 2021, si se quiere ahorrar impuestos. Dependiendo de las normas, podría ser mejor guardar pérdidas para 2021 en lugar de compensarlas automáticamente con ganancias en 2020.
Si bien la optimización de pérdidas fiscales y la materialización de ganancias de capital en el segundo semestre del año es siempre intensa, prevemos que sea mucho más significativa este año. Y ello podría repercutir en los sectores que han tenido las mayores ganancias, como el de la tecnología. Ahora bien, vemos estos meramente como factores generadores de volatilidad, y no como anunciadores de ningún giro drástico. No tienen por qué significar un cambio importante en la dirección a largo plazo o en la salud fundamental de ese sector particular o de otros sectores que también pudieran verse afectados.
La posible nueva estructura tributaria también repercutirá en las empresas
Con el plan de Biden, estimamos un descenso medio de los beneficios por acción de en torno al 5%, aunque no recaerá por igual sobre todos los sectores. En circunstancias más «normales», esto tal vez no parezca demasiado grave, pero superpuesto a una economía lastrada por la covid-19 en la que los beneficios son mucho más bajos que en 2019, deberíamos mantenernos atentos al impacto acumulado en los beneficios empresariales.
Este nivel de expectativas podría provocar una rotación en el mercado, pero no esperamos una debilidad generalizada. También es importante señalar que el plan fiscal que Biden ha preparado como parte de su campaña no es necesariamente el que se llevaría eventualmente a la práctica. En el actual entorno, una reforma fiscal profunda podría no ocurrir a corto plazo, sobre todo mientras el país siga teniendo que lidiar con el impacto de la pandemia. Habrá sectores ganadores y perdedores debido a cambios en la política económica. La energía, los servicios financieros y la atención sanitaria estarán probablemente entre los afectados.
El caso de la atención sanitaria es interesante: la expansión potencial de Medicare y Medicaid podría beneficiar al subsector de hospitales, pero las restricciones en los precios podrían pasar factura a los valores farmacéuticos. Otros sectores, tales como el de la energía o el financiero, se resentirán probablemente de cualquier aumento de la regulación, puesto que esta representa un coste para los negocios.
Podría ayudar a la seguridad de los productos y los lugares de trabajo, o a la conservación del medioambiente, pero lo que es indiscutible es que supone un mayor gasto para el balance de una compañía y podría afectar más a las pequeñas empresas que a las grandes que cuentan con los recursos para hacer frente a los requerimientos adicionales. Un mayor gasto para las compañías implica potencialmente menores rentabilidades para los accionistas. Así pues, acertar en la selección de valores y sectores concretos, en lugar de apostar por la dirección general del mercado, revestirá mucha importancia al invertir.
El comercio es otro importante factor económico y empresarial, y aquí las elecciones podrían tener cierto impacto. Si bien el Congreso posee la autoridad última para aprobar acuerdos en materia de comercio, el presidente tiene, en muchos casos, la facultad para gestionar las negociaciones y fijar aranceles y tasas. El papel personal del presidente es fundamentalmente diplomático, y es aquí donde los estilos de Trump y Biden entran en escena.
Aunque creo que la actual administración tiene muchos objetivos e intereses legítimos sobre la política comercial de EE.UU., el estilo negociador del presidente Trump ha generado tensión adicional, en particular con China. Un cambio de enfoque podría contribuir al establecimiento de relaciones globales más productivas, incluso si la esencia de las iniciativas y los objetivos en materia comercial no es en el fondo tan diferente.
El factor de la COVID-19: la incertidumbre política, agravada por la incertidumbre económica
Ya he comentado que los ciclos electorales no suelen tener una excesiva influencia en el comportamiento agregado de los mercados. Y en muchos sentidos, estas elecciones no son diferentes. Pero hay un sentido en el que no podrían ser más distintas: su celebración coincide con una pandemia mundial que ha hecho prácticamente parar en seco la actividad económica regular.
La volatilidad a corto plazo relacionada con las elecciones y los efectos estructurales en el mercado de la pandemia están, en la práctica, actuando a modo de amplificadores mutuos, y vivimos uno de los periodos más largos de volatilidad elevada continuada jamás registrados (gráfico 2).
La volatilidad implícita es una medida de cómo prevé el mercado que fluctúe anualmente el precio de los activos subyacentes. La volatilidad realizada es una medida histórica de la volatilidad observada utilizando un conjunto de datos para periodos consecutivos de tres meses.
Ahí es donde el compromiso con un apoyo fiscal adicional podría marcar una diferencia real. Pensemos en la actual crisis sanitaria como un abismo gigante. Al otro lado del precipicio no ocurre nada malo; allí, la actividad económica, de mercado y empresarial se ha reanudado. Pero hay que conseguir cruzar al otro lado sin caer en el pozo.
El estímulo fiscal a corto plazo es el puente, y cuanto mayor sea su duración, mayor será la probabilidad de suplir con éxito el bache de salud económica. Es aquí donde la composición de la Cámara y del Senado tienen un papel importante. Durante las primeras rondas de estímulo vimos una notable disposición al pacto por parte de los dos partidos, al que sucedió una mayor polarización partidista preelectoral que ha hecho descarrilar el apoyo continuado.
Una vez que las elecciones hayan pasado, será crucial que los líderes vuelvan a negociar programas capaces de apoyar a las personas, las compañías y los municipios más afectados por las restricciones de la covid-19. En la primera ronda, la velocidad fue crítica, pero el apoyo se distribuyó para demasiados fines. La segunda ronda deberá enfocarse de forma mucho más precisa, pero sigue habiendo una necesidad urgente de apoyo si deseamos que la recuperación sea sólida.
La economía y los mercados superarán este episodio
Durante las próximas semanas, el nerviosismo en torno a las elecciones irá sin duda en aumento, y las voces que alimentan la incertidumbre y la volatilidad se volverán cada vez más ruidosas. Las emociones están a flor de piel en ambos lados del arco político y la batalla por el próximo nombramiento para el Tribunal Supremo añadirá más leña al fuego.
Será importante que los inversores superen la tendencia inmediata a responder emocionalmente: aunque la volatilidad y la incertidumbre sean altas, tanto antes como después de las elecciones, la economía y los mercados conseguirán superar este episodio. Cuando cae una piedra en un estanque, se genera una primera onda muy grande pero luego las perturbaciones van remitiendo con bastante rapidez.
Columna de Colin Moore, director global de inversiones en Columbia Threadneedle Investments.
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En un mundo globalizado no se puede ir contra la corriente del mercado, las consecuencias tienden a ser muy costosas. Esto es verdad tanto para las empresas como para los países.
Uno de los ejemplos de enormes consecuencias por ir contra corriente lo registró México al inicio de la década de los ochentas. En aquel entonces, después de varios años de incrementos sostenidos del precio del petróleo y de haber alcanzado niveles nunca antes registrados, las condiciones del mercado se modificaron y se inició una baja en el precio del crudo. El presidente López Portillo, junto con su gabinete económico, decidieron ir contra corriente. En lugar de reducir el precio del petróleo que exportaba Pemex, en consistencia con las condiciones del mercado, decidieron incrementarlo, quien quisiera el petróleo mexicano tendría que pagar más por el. La medida provocó que le cancelaran todos los pedidos a Pemex, detonando y magnificando una grave crisis económica para el país. Considerar que se puede ir contra corriente del mercado cuando no se es el líder en el tema, terminó perjudicando más a Pemex y al país.
En estos momentos la política energética que está instrumentando el gobierno actual se encuentra en una situación similar, va en contra corriente con los acontecimientos mundiales. La empresa petrolera British Petroleum (BP), con presencia en 79 países, la tercera petrolera más importante en el mundo, solamente atrás de ExxonMobil y Royal Dutch Shell, y, de acuerdo a Forbes, la octava empresa mundial, anunció que para 2050 todas sus operaciones van a ser con cero emisiones de carbón.
BP se está transformando de una empresa petrolera y de gas a energías renovables. Para dentro de 10 años calcula reducir en 40% su producción de petróleo y sustituirlo por energías renovables. En 2020 está invirtiendo 6.5 millones de dólares en energías limpias, monto que irá incrementando anualmente hasta llegar a 5 mil millones de dólares en 10 años, cuando estima estar produciendo 20 veces más energía con cero emisiones de carbón. Promueve activamente la prohibición de automóviles de combustión interna en el Reino Unido a partir de 2035.
Esta no es la única empresa orientándose a la emisión cero de carbón. Amazon, líder en la venta por medios electrónicos, Mercedes Benz, Best Buy, Verizon, y Siemens, entre otras empresas, tienen como objetivo que en 2040 a lo largo de toda su cadena productiva se llegue a la emisión cero de carbón.
El mundo se está orientando a reducir la emisión de carbono, tanto los usuarios como los productores de energía. La tendencia mundial se orienta a las energías limpias, renovables, cada vez se aleja más del petróleo y del gas y se acerca más a la generación eólica y solar. Adicionalmente, el avance tecnológico permite que el costo de las energías limpias se vaya reduciendo y las vuelve financieramente más atractivas.
La política energética debe tener una visión de futuro, de largo plazo y ser la adecuada para las condiciones que prevalecerán en las próximas décadas, no basarse en lo que sucede hoy. Privilegiar las condiciones actuales o del pasado puede ser muy rentable electoralmente, pero muy perjudicial en el largo plazo. Nuevamente, ir en contra corriente genera grandes costos económicos y sociales en el tiempo. Es necesario adecuar la política energética del país a las circunstancias que prevalecerán en el futuro en el mundo.
Foto cedidaBlanca Comín, responsable de redes de distribución de Amundi Iberia. Calidad, convicción y crecimiento sostenible: tres “C’s” para invertir en los mejores negocios del mundo
Desde el regreso de las vacaciones, los inversores están lidiando con un aumento de la volatilidad en los mercados de renta variable y con las primeras señales de un descenso de la complacencia extrema experimentada durante los últimos meses. Pese a las fuertes políticas de apoyo por parte de los bancos centrales, que mantendrán sus posturas acomodaticias, la volatilidad seguirá sobre la mesa con la entrada del otoño; y el rumbo de la economía, y más aún de la pandemia, serán puestos a prueba. Esto significa que los inversores deberán ser muy selectivos y dar prioridad a la calidad al elegir las posiciones de su cartera en renta variable.
En este contexto; para aquellos inversores que busquen exposición a renta variable global a largo plazo, ofrecemos el Amundi Funds Polen Capital Global Growth; un fondo queinvierte en lo que considera los 25 a 35mejores negocios del mundo. Compañías de calidad gracias a sus balances sólidos, ventajas competitivas sostenibles y potencial de suministrar ganancias por encima de la media a largo plazo.
A través de un análisis fundamental que aplica filtros a modo de “barreras” o “guarda-raíles”, el equipo de gestión exige un ROE sostenido superior al 20%, márgenes de beneficio estables o crecientes, abundantes flujos libres de caja y un crecimiento real y orgánico de los ingresos. Se comprueba además la sostenibilidad de la fortaleza financiera de la compañía, descartando el posible impacto de tendencias o modas, o para afrontar entornos volátiles de mercado, como el provocado por la pandemia de la COVID-19. Se evalúa asimismo la dinámica y el crecimiento de la industria, valorando las ventajas competitivas frente a la competencia y potenciales cambios en la industria. Se analizan igualmente los equipos de gestión y su trayectoria y se aplica un análisis ESG. La convicción de Polen Capital es que una buena gobernanza es clave para respaldar la sostenibilidad financiera a largo plazo de una compañía y que las consideraciones sociales y medioambientales también son importantes.
Este proceso culmina en una cartera de “mejores ideas” que se mantienen a largo plazo y se vigilan constantemente con una mentalidad de “no perder” para preservar el capital. Las acciones se mantienen en cartera a largo plazo (5 años de media), con una escasa rotación y buscando generar ganancias compuestas a lo largo del tiempo.Las compañías se venden cuando la ventaja competitiva se ve amenazada, se deterioran los fundamentales o las previsiones, se identifica una mejor alternativa, se superan los límites por posición o sector; o bien se alcanza la rentabilidad esperada.
Como resultado, una estrategia que ha proporcionado una mayor rentabilidad con menor volatilidad frente al MSCI ACWI, y con cinco estrellas y cinco globos de sostenibilidad Morningstar1.
La estrategia Polen Capital Global Growth fue lanzada el año pasado por Amundi en formato UCITS en su sicav luxemburguesa Amundi Funds; gracias a la inversión estratégica de Amundi en la plataforma multi-boutique iM Global Partners. Polen Capital es una reconocida boutique de gestión en EEUU que lleva aplicando sistemáticamente la metodología de inversión desde hace más de 30 años.
Tribuna de Blanca Comín, responsable de redes de distribución de Amundi Iberia
Dirigido a inversores profesionales. No constituye asesoramiento ni recomendación de inversión; ni constituye oferta de compra ni venta en ningún país donde pudiera ser considerado ilegal. Sin garantía de capital ni de rentabilidad. Rentabilidades pasadas no garantizan resultados futuros. Material promocional a la atención del público general salvo de “US Persons”. Información a octubre 2020. Ver Folleto y DFI. Subfondo de Amundi Funds, registrado en CNMV nº 61. Comercializador principal en España: Amundi Iberia SGIIC registrada en CNMV nº 31 www.amundi.es. Los clientes pueden consultar el listado de todos los distribuidores en España en la página web de CNMV: www.cnmv.es.
Pixabay CC0 Public Domain. Cómo el COVID-19 ha impactado en las retribuciones de los ejecutivos
La pandemia está provocando una crisis económica marcada por la incertidumbre. La industria y los gobiernos se han visto obligados a reaccionar ante amenazas casi inimaginables e invisibles para la economía mundial.
En cuanto a las remuneraciones de los ejecutivos, las juntas directivas están más dispuestas a aceptar que a veces puede ser necesario recortarlas, algo que rara vez se consideraba aceptable en el pasado. En muchos países, los gobiernos han intervenido para pagar a los empleados, reduciendo la necesidad de despidos a corto plazo. Esos planes de apoyo al empleo han sido ampliamente aceptados por la industria y representan una intervención sin precedentes del gobierno en el mercado laboral.
Comparativa con la gran crisis financiera
Entre las dos crisis históricas, hay similitudes y diferencias significativas. Una de las semejanzas más claras es el dolor que se siente en la economía, aunque el cierre de industrias enteras este año no tiene precedentes y ha dado lugar a la reducción de personal, congelación o reducción de salarios, y despidos, con más en camino.
Desde el punto de vista de la gobernanza empresarial, una diferencia significativa con la gran crisis financiera es la forma en la que los comités de remuneración y los ejecutivos han reaccionado ajustando sus acuerdos salariales. La crisis del 2008 vio cómo un gran número de empresas de todo el mundo congelaban los salarios y limitaban el pago de incentivos. Sin embargo, muy pocas compañías fuera del sector bancario redujeron realmente las remuneraciones de los ejecutivos o de la alta dirección, algo que sí hemos visto durante la crisis actual. Si bien estos recortes son de naturaleza temporal y van acompañados de despidos en el resto de la fuerza de trabajo, el cambio de enfoque frente a la gran crisis financiera es notable.
Las retribuciones de los ejecutivos, bajo escrutinio
El nivel de las retribuciones de los ejecutivos en los últimos 30 años ha crecido exponencialmente, pero también lo ha hecho la atención prestada por parte de la fuerza de trabajo en general. Ahora, los coeficientes de remuneración de los ejecutivos se publican ampliamente y el nivel de escrutinio de estas cifras ha aumentado. La publicidad negativa no solo es analizada y provoca la reacción de los clientes, sino también de los empleados y otras personas relacionadas con la empresa.
A los pocos días del inicio del confinamiento, cuando se hicieron evidentes los posibles impactos en la fuerza de trabajo, los organismos de la industria y los inversores comenzaron a publicar orientaciones que proponían que las empresas debían «compartir el dolor» a nivel ejecutivo. Esto no cayó en saco roto. Poco después del confinamiento, muchas empresas comenzaron a anunciar recortes salariales a los altos directivos como parte de su campaña para preservar el efectivo. Muchos de los recortes fueron impulsados por la dirección, lo que muestra una empatía particularmente fuerte hacia la fuerza laboral en general.
Como resultado de las presiones sobre la retribución de los ejecutivos a medida que la pandemia golpeaba, fuimos testigos de cómo las empresas aplazaban cualquier aumento de sueldo hasta que la economía volviera a tener más certezas. Este enfoque se justifica por el posible impacto en la reputación del incremento de la remuneración de los ejecutivos mientras que los empleados pueden ser despedidos.
Además, en los últimos años, las empresas se han visto sometidas a una importante presión para reducirlos niveles de contribución a la pensión que reciben los altos directivos, a fin de equipararlos a los que recibe el resto de la fuerza de trabajo.
Los bancos recortan la retribución mientras los dividendos son golpeados
Dado el impacto del COVID-19 en la economía real, los reguladores actuaron para preservar los balances sanos en las industrias clave. El gobierno también pidió a los bancos del Reino Unido que suspendieran el pago de dividendos de 2019. En el resto de Europa:
– El Banco Central Europeo emitió orientaciones para que los bancos no pagasen dividendos para los ejercicios económicos de 2019 y 2020 hasta por lo menos el 1 de enero de 2021.
– La Autoridad Suiza de Supervisión del Mercado Financiero (FINMA) instó a las empresas domiciliadas en Suiza a que abandonaran las propuestas de dividendos. Estas medidas tenían por objetivo aumentar la capacidad de los bancos para absorber las pérdidas y respaldar los préstamos.
En este contexto, fue alentador -y sin precedentes- ver a un gran número de grandes bancos anunciar diversas medidas para reducir la retribución de los ejecutivos, como recortes salariales, recortes o renuncias a los bonus, y acuerdos para aplazar los aumentos de compensaciones previstos.
En conclusión, el papel de los inversores nunca ha sido tan importante como lo es hoy en día para transmitir un mensaje claro a los consejos de administración sobre las remuneraciones. Seguiremos involucrando a las empresas para asegurar que la retribución sea justa y apropiada según la coyuntura. Aunque las circunstancias actuales son, esperamos, limitadas en el tiempo, podemos tratar de aprovechar este año y las reducciones temporales como un catalizador para el cambio a largo plazo.
Tribuna de Daniel Jarman, vicepresidente y analista de inversión responsable en BMO
Pixabay CC0 Public Domain. La convexidad y la inversión responsable, fundamentales para el valor de los bonos convertibles
La singular crisis en la que se encuentran sumidos los mercados viene marcada por la incertidumbre y una alta volatilidad que determina un fin de ciclo económico. Los bonos convertibles, por su composición híbrida entre renta variable y renta fija, se han visto beneficiados por equilibrar el riesgo y la rentabilidad, convirtiéndoles en un vehículo de inversión muy atractivo.
La convexidad y la inversión responsable en base a criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) son determinantes en los bonos convertibles. En momentos de mercado convulsos, la convexidad proporciona a los inversores una seguridad muy deseable ante potenciales caídas del mercado, a la vez que les brinda la posibilidad de mantener su exposición con una mayor protección ante mercados bajistas. Desde nuestro equipo de expertos en convertibles globales, liderado por Renaud Martin, mantenemos la convicción de que la integración en nuestra cartera de perfiles convexos de convertibles emitidos por empresas con una política de responsabilidad social corporativa sólida y eficaz aumentará el potencial de obtener elevados rendimientos.
Nuestra dilatada experiencia invirtiendo en convertibles nos reafirma en que el potencial de crecimiento a largo plazo de un emisor solo es sostenible si se apoya en prácticas responsables. De hecho, hay una alta probabilidad de impagos entre las empresas que son vulnerables desde el punto de vista de los criterios ESG. Gracias a esta comprensión de los riesgos de los emisores de bonos convertibles en los que invertimos, podemos configurar una cartera sólida en la que excluimos a las empresas que participan en sectores o fabrican productos considerados controvertidos.
Nuestro enfoque nos proporciona una foto completa de los riesgos financieros y no financieros de una empresa. Realizamos un detallado análisis de cada compañía para seleccionar solo aquellas empresas líderes y responsables en todos los sectores y áreas geográficas, centrando nuestra inversión en valores que impactan positivamente en el medioambiente y que se esfuerzan por evitar las actividades no sostenibles y las malas prácticas de gobierno. Asimismo, apostamos por aquellas empresas enfocadas al bienestar de los empleados y que estén mejorando sus condiciones de trabajo.
Sostenibilidad first
Las empresas que se rigen por buenas prácticas ESG contribuyen a construir un mundo más sostenible. Su compromiso, que recae bajo nuestro control, es un elemento clave. En Mirabaud no nos limitamos a ser espectadores de sus acciones, sino que vamos más allá estableciendo una comunicación bidireccional con las compañías para comprender y a veces guiarlas en la mejora de su práctica empresarial, social y de responsabilidad. Debatimos sobre los temas clave como las condiciones de trabajo en la cadena de suministro, la remuneración de los ejecutivos, entre otros. Si no es posible un diálogo constructivo, podemos decidir desinvertir en una empresa que se muestra reacia a mejorar su práctica en estas áreas.
Creemos firmemente en el estrecho vínculo entre las inversiones ambientales de una empresa y su rendimiento económico por la mayor optimización del proceso de producción resultante de un menor consumo de energía y materias primas. Esta es la visión de inversión responsable que aplicamos y que, frente a enfoques más tradicionales, genera oportunidades para comprender mejor los riesgos a largo plazo de las empresas.
Otros elementos clave son la política social de la empresa hacia sus empleados y el buen gobierno corporativo. Respecto al primero, es un catalizador para ayudar a mejorar el rendimiento financiero, especialmente en términos de rentabilidad y productividad. Por su parte, el concepto de buen gobierno corporativo desempeña un papel esencial en los resultados financieros de un negocio. Si cuentan con la confianza de los accionistas, será más sencillo la obtención de capital en el mercado, lo que les proporciona más flexibilidad para gestionar sus planes de expansión o crecimiento.
La incertidumbre y volatilidad del momento impulsa el mercado de bonos convertibles con un enfoque sostenible. Nos encontramos con un mercado fuerte, con muchos nuevos emisores, lo que proporciona una fuente de liquidez sólida y oportunidad. Además, los inversores son conscientes de que los convertibles se comercializan actualmente con un descuento sobre su valor a largo plazo. Esto se aplica en todas las regiones, incluido Estados Unidos, Europa, Asia y Japón.
Nuestro fondo Mirabaud Sustainable Convertibles Global está sabiendo capitalizar este escenario, lo que le ha hecho merecedor del “ESG Label” por parte del ministerio de Finanzas francés. El fondo acumula una rentabilidad a tres años del 27%* y una volatilidad del 8,5%. En lo que va de año**, acumula un retorno del 17%*. Invertimos en una cartera de fuertes convicciones de valores convertibles globales sobre la base de una gestión activa y de diversificación. Actualmente, nuestra cartera se compone de 49 posiciones, con un active share del 90%. Integramos perfiles equilibrados con una delta entre el 30% y el 60%. El fondo ha logrado una integración pragmática de los criterios ESG que refuerza la convexidad, elevando la correlación entre las puntuaciones del ESG y las métricas de crédito.
Tribuna de Nicolas Crémieux, gestor principal del Mirabaud Sustainable Convertibles Global
* Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
** Rentabilidad a cierre del 16 de octubre 2020. Para más información sobre rentabilidades históricas y riesgos asociados a este Subfondo, consulte la Sección la web www.mirabaud.com/es