Biden supera los 270 votos electorales, pero ¿qué depara el futuro?

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Si bien el recuento de votos no ha terminado, parece que Joe Biden se ha asegurado los 270 votos electorales necesarios para convertirse en el próximo presidente de Estados Unidos. La combinación de un estrecho margen de victoria y la posibilidad de que los republicanos conserven el control del Senado podría repercutir en las futuras políticas de la nueva administración.

Aunque el resultado todavía no es oficial, las agencias de noticias apuntan a Joe Biden como presidente electo. Puede que los medios de comunicación estén en lo cierto, pero el desenlace de la carrera presidencial y de la batalla electoral por el control del Senado sigue siendo incierto debido a los recuentos, los desempates y los desafíos jurídicos pendientes. Esperamos una mayor claridad en los próximos días, pero, en cualquier caso, el resultado no será oficial hasta que el Colegio Electoral se reúna el 14 de diciembre.

La máxima prioridad es la pandemia

Supongamos, pues, que Biden se alza con la presidencia y que los republicanos mantienen el control del Senado, una posibilidad que no sabremos con certeza hasta que se celebre una segunda vuelta (elecciones de desempate) en Georgia a principios de enero. Cabe destacar que si los republicanos solo retienen 50 escaños, entonces el voto de calidad del vicepresidente adquiere aún más importancia.

Mitigar el impacto de la pandemia de la COVID-19 en la economía estadounidense y en los ciudadanos más perjudicados será el principal desafío para Biden y su equipo. Conforme dejamos atrás el dramatismo electoral, resultará crucial que los líderes vuelvan a negociar programas capaces de apoyar a las personas, las compañías y los municipios más afectados por el virus. Dada la mayor posibilidad de un Congreso multipartidista (una Cámara de Representantes demócrata y un Senado republicano), el tamaño del paquete de estímulos probablemente será más reducido, aunque suficiente.

Habida cuenta del retraso en la aprobación de una segunda ronda de ayudas, resulta aún más apremiante la necesidad de actuar rápidamente y centrar el apoyo en los más necesitados. En la primera ronda, la velocidad fue crítica, aunque, visto en retrospectiva, el apoyo se distribuyó para demasiados fines. La sesión del Congreso saliente (conocida como «sesión del pato cojo») ofrece una oportunidad para aprobar ayudas específicas adicionales.

Un gobierno dividido podría limitar la capacidad de Biden para introducir cambios

Los demócratas esperaban una «marea azul» (color del Partido Demócrata), lo que les habría permitido controlar las ramas ejecutiva y legislativa del gobierno, pero ese escenario no parece haberse materializado. La situación de «pato cojo» no significa que nada ocurrirá, sino más bien que resulta poco probable que, salvo las ayudas relacionadas con el coronavirus y la ampliación de una «resolución continua» (CR) para autorizar la financiación del gobierno federal, apenas habrá nuevas iniciativas durante este corto periodo.

Para muchos inversores, un gobierno dividido es el resultado más favorable. En mi opinión, las elecciones y los posteriores cambios de políticas no suelen afectar la dirección a largo plazo de las medias del mercado, puesto que no suelen alterar drásticamente la forma en que la economía general funciona. No obstante, las políticas pueden afectar significativamente a sectores concretos y, a su vez, generar ganadores y perdedores. Por ejemplo, los posibles cambios en las políticas de atención sanitaria podrían influir en las actitudes de los inversores con respecto a los hospitales y los valores farmacéuticos en diferentes direcciones.

Un gobierno dividido podría limitar la capacidad de un presidente o un partido político para adoptar algunas de sus ideas más radicales. Si Biden asume la presidencia con un Senado republicano, sus propuestas de aumentar los impuestos para las empresas y los estadounidenses más acaudalados o hacer mayor hincapié en la regulación afrontarán un camino más tortuoso. Esto no significa que los impuestos no subirán, pero podría llegarse a un compromiso más moderado, es decir, un aumento del 25% en lugar del 28% propuesto. Sospechamos que un gobierno dividido también incidiría en las posibles propuestas de la administración de Biden relativas a los impuestos sobre transacciones financieras, bienes inmuebles y seguridad social. Dado el aparente apoyo de los dos partidos al denominado «impuesto de deslocalización» (offshoring tax), un gobierno dividido no implicaría cambio alguno.

Resumen

La conclusión de las elecciones permitirá a los líderes electos centrarse en la importante tarea de concebir nuevas ayudas para aliviar el daño económico provocado por la pandemia, y podríamos asistir a un periodo de volatilidad hasta que eso ocurra. Si bien Biden se acerca cada vez más a la Casa Blanca, su capacidad para adoptar algunas de sus propuestas políticas podría verse limitada por un gobierno dividido. En cualquier caso, creemos conveniente que los inversores sigan centrándose en sus objetivos a largo plazo.

Anexo: ganadores y perdedores sectoriales

El impacto de los cambios normativos varía de un sector a otro. Los analistas de Columbia Threadneedle han dedicado mucho tiempo a identificar los posibles ganadores y perdedores sectoriales en caso de una victoria de Biden, incluso si gobierna con un Senado controlado por los republicanos. A continuación describimos algunas de las conclusiones principales:

Atención sanitaria

Un gobierno dividido significa que algunas de las propuestas que habrían incidido en la inscripción de Medicare quedarán relegadas a un segundo plano, y también que los interrogantes sobre la ley de atención sanitaria asequible (Affordable Care Act) probablemente seguirán presentes. El control republicano del Senado también debería conllevar una mitigación de los temores sobre los precios de los medicamentos.

Finanzas

El panorama en este sector arroja luces y sombras. La probabilidad de que aumente el impuesto de sociedades es ahora menor, lo que resultaría favorable, pero la perspectiva de nuevas iniciativas reglamentarias más estrictas podría suponer un lastre.

Energía

Un gobierno dividido reduce la probabilidad de que se adopte un Nuevo Pacto Verde radical y podría dificultar la prohibición de nuevos permisos energéticos en tierras federales. La administración de Trump eliminó muchos trámites burocráticos para las compañías de petróleo y gas, de perforación y gasoductos; parte de esta burocracia podría volver a aparecer, incluso con un Senado republicano.

Servicios públicos

El impulso hacia la generación de energías más limpias debería continuar, lo que beneficiaría a los operadores de servicios públicos regulados, aun cuando el Senado esté controlado por los republicanos. Un gobierno dividido supone un camino más complicado para la reforma fiscal, y los operadores de servicios públicos regulados habrían sido un ganador relativo en un escenario de subida del impuesto de sociedades, puesto que dicho impuesto puede trasladarse a los clientes de las empresas de servicios públicos.

 

Columna de Colin Moore, director global de inversiones en Columbia Threadneedle Investments

 

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Problemas gigantes (hijos de descuadres grandes y decisiones pequeñas)

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Algunas veces pequeñas decisiones tomadas pueden llegar a convertirse en una cadena de eventos de consecuencias inesperadas. Por ello, es que los denominados policy makers deben actuar de manera coherente y evitando una afectación tan grande que sus consecuencias sean inconmensurables. En un muy buen artículo del 8 de noviembre (The Rescues Are Ruining Capitalism), Lance Roberts muestra cómo desde la crisis de 2008, los paquetes de ayuda en Estados Unidos, sumados los otorgados por la Fed y por el Gobierno Federal, han costado cerca de 37 trillones de dólares. ¡Sin palabras!

Lo malo de esta cifra es cuando se compara con datos de la economía real: el PIB estadounidense  (sin contar la caída que vaya a tener este año) cuesta unos 21,7 trillones de dólares; desde 2009 (saliendo de la crisis) la economía estadounidense solo ha ganado en términos nominales algo más de 7 trillones de dólares y la deuda del gobierno en Washington, ha pasado de ser algo más del 60% del PIB a ya representar el 138% del mismo. Por donde se le mire, un descuadre total.

Centrémonos en los datos de ayudas y valor agregado a la economía: como se observa, mientras las ayudas han valido 37 trillones de dólares, la economía ha incrementado en 7 trillones de dólares… es decir, de cada 100 dólares que se enviaron en ayuda, la maquinaria norteamericana solo subió en algo cercano a 20 dólares… sí, solo una quinta parte del total gastado. Claramente, hay una ineficiencia en el gasto que es terrible, y parece estarse echando trillones de dólares en un barril sin fondo y creando una maquinaria cada vez más difícil de mover. 

Hay diferencias claras entre la forma en que el dinero se gastó desde 2008 y la manera en que se está haciendo el día de hoy: mientras que luego de la crisis financiera el objetivo fue salvar el sistema financiero, y los dólares no llegaron en masa a la población del común; hoy en día mucho del gasto llega la “la gente de a pie”, teniendo en cuanta que gran parte de la ayuda se ha dado por medio de cheques semanales de 600 dólares que llegaron a gran parte de la población estadounidense.

¿Por qué estamos en el descuadre entre valor de rescate y el crecimiento de la economía? Explicaciones hay muchas, aunque parte de ellas parte de las decisiones tomadas en 2008 y de la ideología de cómo deben tratarse las crisis. Los historiadores económicos y quienes estudian las finanzas, dan cuenta de que luego de los acontecimientos de enero a marzo de 2008 (incluyendo la quiebra de Bear Stearns), quizá la salida más sencilla para el gobierno norteamericano era recapitalizar los bancos en problemas, haciéndose a una proporción accionaria de ellos. Lo malo: en medio de la crisis estaba un gobierno Republicano en USA, partido que ideológicamente es más afín al libre mercado que a la intromisión del gobierno en la vida económica.

En un maravilloso libro (CRASH), Adam Tooze relata cómo Hank Paulson, Secretario del Tesoro en medio de la crisis, parece haber contemplado la posibilidad de recapitalziar los bancos, más sin embargo el peso de “pasar a la historia como el primer secretario del Tesoro que nacionalizó la banca estadounidense”, lo llevó por otro camino. Un camino que, claramente hasta aquí, ha sido más tortuoso de lo que se pensaba antes del 14 de septiembre de 2008, día de la caída definitiva de Lehman Brothers.

Hasta aquí un poco de historia para entrar en materia definitiva: al día de hoy, con los resultados electorales en USA, los expertos vaticinan que el escenario más probable en materia económica sea de deflación. Esto a pesar de que un gobierno demócrata estaría más inclinado a un paquete de ayuda gigante y a seguir manteniendo los estímulos.

Mi reflexión analizando todos los puntos tratados, es que quizá las decisiones de los diferentes actores económicos norteamericanos sean trascendentales en estos próximos meses y de cara al nuevo gobierno. Cómo Biden engrane toda la política económica va a ser fundamental para el futuro de la economía norteamericana: parece obvio, pero no lo es tanto. Si Estados Unidos toma algunas pequeñas decisiones pensadas más con “el estómago” que con la cabeza, los resultados pueden ser muy complicados de largo plazo, como hemos visto hasta acá.

El espacio de mayor deuda, cada vez se limita, y un incremento como en que se ha visto este año (casi del 35% del PIB, es decir, una deuda adicional de más de 7 trillones de dólares en solo 10 meses) es insostenible.  Seguir imprimiendo billetes y monetizando la deuda del gobierno federal, tampoco da para mucho más. Es cierto que la deuda como proporción del PIB puede bajar, pero para ello deben confluir dos elementos clave: crecimiento económico e inflación. Estas dos variables las logrará Estados Unidos con un dólar más débil, que encarezca las importaciones y que le genere, vía devaluación del dólar, una ventaja competitiva exportadora que hoy no tiene.

No quiero profundizar en los elementos arriba descritos para no alargarme (ya lo trataré en otra columna de opinión más adelante), sin embargo, todos los elementos apuntan a que la debilidad del dólar sea una variable clave para recomponer la economía norteamericana. Esto solo refuerza la perspectiva que nos hemos trazado desde finales de abril y principios de mayo de que, de los niveles alcanzados en ese momento, el dólar debería perder cerca del 40% de su valor en los próximos años. Lo sigo creyendo y cada vez mas, pienso en variables que se tienen que ajustar y que refuerzan la perspectiva de un dólar débil (y claro, si las decisiones pequeñas desde enero de 2021 llevan a problemas gigantes, la receta monetaria seguirá, y con mayor razón el dólar será el afectado).

 

Manuel Felipe García Ospina es vicepresidente Wealth Management de Skandia

 

 

 

Los grandes desafíos del sector bancario europeo

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Los grandes desafíos del sector bancario europeo
Pixabay CC0 Public Domain. Los grandes desafíos del sector bancario europeo

A diferencia de las crisis financieras anteriores, en 2020 los bancos no se consideran la causa. En cambio, los responsables de la toma de decisiones han dado rápidamente un apoyo masivo para garantizar que los bancos sean parte de la solución. Los gobiernos centrales han concedido estímulos fiscales a particulares y empresas a través de los sistemas bancarios, en forma de moratorias, garantías de préstamos, apoyos directos a la liquidez y una mayor presión para que se concedan más préstamos a las pymes.

Hay que destacar que el sector bancario es muy sensible a las tensiones económicas y geopolíticas. Por ello, con el fin de salvaguardar su estabilidad y amplificar su papel en esta crisis del COVID-19, el Banco Central Europeo (BCE) ha sido muy solidario, permitiéndole temporalmente liquidez, apoyo al capital y alivio contable y regulatorio.

Por un lado, las moratorias de pago de la deuda y otras medidas favorables a los prestatarios han respaldado la calidad de los activos de los préstamos; y, por otro, han enmascarado la situación subyacente de los prestatarios. Esto implica que la calidad de los activos de los bancos puede resultar mucho más débil en comparación con lo que muestran las cifras actuales. De media, los préstamos de los bancos europeos tienen una exposición de entre el 15% y el 20% a los sectores más afectados por el coronavirus.

Un análisis de la transparencia y la sensibilidad tanto de su balance como de su rentabilidad son cruciales para responder a las preocupaciones de los inversores sobre la sostenibilidad de los negocios bancarios.

Desde el comienzo de la crisis, las calificaciones de los bancos han sufrido más que las del sector empresarial, con una importante migración hacia BBB+/BBB y perspectivas de reducción de la calificación a negativa. En algunos casos, esto se ha visto exacerbado por el riesgo soberano, como ha ocurrido en Italia, Bélgica, Francia y el Reino Unido.

La inevitable consolidación

En estas frágiles circunstancias, la banca europea está claramente destruyendo valor, con una rentabilidad financiera (ROE) inferior al coste del capital. El recorte de costes y las fusiones y adquisiciones son las dos opciones disponibles en este entorno económico de tipos bajos y contracción económica. Gracias al enfoque favorable del BCE, la consolidación nacional y transfronteriza está cobrando impulso.

La brecha de rentabilidad con los bancos estadounidenses está creciendo significativamente: a pesar de haber reservado alrededor de 35.000 millones de dólares para posibles préstamos incobrables, los seis bancos más grandes de Wall Street obtuvieron cerca de 13.000 millones de dólares de beneficios durante el segundo trimestre. La consolidación transfronteriza es, por lo tanto, el principal motor para crear campeones europeos capaces de competir internacionalmente.

En Italia, España y Alemania, el sector bancario continúa demasiado fragmentado, por lo que este sería el momento adecuado para resolver las ineficiencias de los sistemas nacionales. En Italia y España, los bancos medianos y pequeños son débiles, tienen baja rentabilidad, una base de costes relativamente alta y un nivel significativo de NPLs.

En mi opinión, la consolidación es también una forma de contar con bancos resolutivos en Europa, a fin de crear instituciones más fuertes, capaces de atraer el interés de los inversores institucionales y de tener mayores fondos propios y reservas de pasivos. En ese sentido, la consolidación de Intesa y UBI en Italia y de CaixaBank y Bankia en España puede considerarse como un factor desencadenante de una mayor actividad de fusiones y adquisiciones en la región.

Mi expectativa es que los diferenciales de los bonos bancarios estarán bajo presión en los próximos meses, debido a la segunda ola de COVID-19, el panorama económico general y los resultados de las elecciones presidenciales de EE.UU. El nivel de NPLs también dependerá de la extensión de los programas de apoyo fiscal y las moratorias de pago de la deuda.

Por ello, sugeriría un enfoque prudente para la segunda mitad del año: es mejor inclinarse por la parte más segura de la estructura de capital (bonos sénior, aunque la proporción de bonos de rendimiento negativo es significativa) y las entidades con mejor rentabilidad y niveles más bajos de NPLs. Los bancos nórdicos y los minoristas de Europa central (principalmente franceses, suizos y del Benelux) son las opciones preferidas, mientras que los del Reino Unido y los de la periferia son los menos atractivos, dadas las valoraciones actuales.

Tribuna de Barbara Mainieri, analista de crédito buy-side en DPAM

Medidas políticas para un mundo con bajas emisiones de carbono

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Hamish Chamberlayne, director de renta variable sostenible global en Janus Henderson Investors. Hamish Chamberlayne, director de renta variable sostenible global en Janus Henderson Investors

Durante el confinamiento, a veces ha sido difícil entender el enorme efecto que el COVID-19 ha tenido en la economía mundial, al quedarnos en casa y recurrir a internet como nunca antes. Aunque la digitalización ha sido una tendencia de inversión importante para nosotros desde hace varios años, indudablemente la pandemia ha acelerado y creemos que la digitalización será uno de los factores dominantes de la rentabilidad de la inversión de la próxima década.

La transición a la energía con bajas emisiones de carbono está estrechamente ligada a la digitalización. Esta tendencia también se ha visto impulsada este año por el compromiso político de invertir en energías renovables, electrificación del transporte, tecnologías de eficiencia energética e infraestructuras sostenibles. Nos ha animado ver estímulo fiscal de los gobiernos destinado a proyectos verdes conformes a nuestra filosofía de inversión de desarrollo sostenible, innovación y crecimiento compuesto a largo plazo.

Medidas políticas para un mundo con bajas emisiones de carbono

La Unión Europea ha destinado el 30% de los 750.000 millones de euros de su plan de recuperación por la covid-19 a proyectos sostenibles, incluyendo energías renovables y almacenamiento, edificios sostenibles y transporte público. La presidenta de la Comisión Europea dio otro impulso al perfilar los objetivos de reducir las emisiones en al menos un 55% para el año 2030, en lugar del objetivo anterior del 40%. Y las noticias positivas no acaban ahí: China se comprometió a que sus emisiones de carbono toquen techo en 2030, hasta alcanzar la neutralidad en carbono para el año 2060.

En este sentido, China es la segunda mayor economía del mundo y el mayor emisor de CO2, por lo que el anuncio supone un enorme paso hacia una economía global sostenible y esperamos que estos objetivos puedan cumplirse y superarse rápidamente. Por otra parte, más de 20 países han adoptado fechas finales para la venta de motores de combustión interna. Hay una tendencia general a adelantar los objetivos de descarbonización desde un punto impreciso a mediados del siglo hasta una fecha objetivo muy visible, 2030, lo que nos sitúa en una década de innovación.

En el tercer trimestre, la actividad económica en todo el mundo empezó activarse, ya que los gobiernos tuvieron que equilibrar la necesidad de reabrir los países con la pandemia de covid-19. En este contexto, los mercados mundiales de renta variable cerraron el trimestre al alza; el índice MSCI World generó una rentabilidad total del 7,9%, expresada en dólares. Los sectores que mejor se comportaron fueron tecnología de la información, consumo discrecional e industria, mientras que los sectores de energía, finanzas y bienes inmobiliarios se comportaron mal (el sector energético perdió más de un 15%).

La armonización con la transición energética con bajas emisiones de carbono impulsa la rentabilidad superior

Mientras que nuestro posicionamiento sectorial benefició a la rentabilidad ―con una sobreponderación en tecnología de la información y una infraponderación en energía―, nuestra selección de valores fue el factor que más contribuyó a la estrategia durante el trimestre. Cabe destacar especialmente que entre nuestros diez valores más rentables solo hubo uno tecnológico, lo que demuestra la diversidad y amplitud de nuestra cartera. Nuestras inversiones expuestas a la transición energética con bajas emisiones de carbono generaron una rentabilidad excelente, entre ellas los desarrolladores de energías renovables Boralex e Innergex, la compañía de motores eléctricos Nidec, el fabricante de materiales de construcción bajos en carbono Kingspan y la compañía de tecnología e infraestructuras del agua Xylem.

Tesla fue el valor que más contribuyó a la rentabilidad de la estrategia. Este año ha sido la única gran compañía automovilística global que ha registrado un crecimiento de las ventas y en el trimestre alcanzó un hito importante al anunciar su cuarto trimestre consecutivo de beneficios, por lo que cumple los requisitos para su inclusión en el índice S&P 500. Tesla está muy bien posicionada con respecto a la transición energética con bajas emisiones de carbono y tiene una estrategia de crecimiento sumamente ambiciosa para la próxima década. También contribuyó de forma importante a la rentabilidad Salesforce, que notificó un incremento de la adopción de su plataforma en la nube, ya que sus clientes aceleraron sus planes de transformación digital. Nuestro enfoque de inversión nos lleva a buscar empresas con características financieras de crecimiento y resiliencia, y los resultados de Salesforce las demostraron con creces gracias a unos excelentes resultados del segundo trimestre, que provocaron una subida de la cotización de la acción del 25% al día siguiente del anuncio de los resultados.

La rentabilidad también se vio muy favorecida por los valores de nuestro tema de calidad de vida, algunos de los cuales se han beneficiado del paso al comercio electrónico y la distribución digital directa. Nintendo registró un aumento de clientes que compraron directamente de la tienda de Internet de la compañía, mientras que Adidas se recuperó tras los problemas causados por la covid-19 y registró un fuerte crecimiento de las ventas por Internet.

Nuestra rentabilidad relativa se vio lastrada principalmente por valores no incluidos en la cartera, como Apple, Amazon y Nvidia (en ninguno de los cuales invertimos), que se comportaron de forma excelente. En nuestra cartera, nuestras posiciones tecnológicas se comportaron peor. ASML se vio perjudicada por una reintensificación de la guerra comercial entre EE. UU. y China, mientras que algunas de nuestras posiciones en software, como Autodesk y Avalara, se consolidaron tras su excelente comportamiento en la primera mitad del año.

¿Puede la digitalización reducir los daños medioambientales provocados por la actividad económica?

Las dificultades por relajar las medidas de confinamiento en todo el mundo siguen afectando a sectores de la economía que dependen de la cercanía física de las personas. Frente a eso, vemos una aceleración de la digitalización. Aunque alentadas por la covid-19, esperamos que muchas de esas tendencias digitales perduren, porque la gente asimile la facilidad de uso y mayor productividad y eficiencia que ofrece la digitalización.

A pesar de la prometedora adopción de las tendencias digitales, que consideramos complementaria para reducir los efectos medioambientales de la actividad económica, la mayor frecuencia y gravedad de los acontecimientos relacionados con el clima nos recuerdan la urgente necesidad de acelerar la inversión en la transición energética con bajas emisiones de carbono. Afortunadamente, la pandemia no parece haber tenido un impacto muy negativo. Esta transición está cobrando un impulso real gracias a la interesante innovación de las empresas en tecnologías de energías limpias y el fuerte apoyo regulatorio de muchos gobiernos.

Una innovación que se hizo especialmente evidente en el reciente comunicado de Tesla, que trazaba un plan de inversión claro para acelerar la adopción del vehículo eléctrico y las energías limpias. El objetivo de Tesla para 2030 es disponer de una producción de baterías de múltiples teravatios para poder fabricar 20 millones de vehículos eléctricos asequibles al año, así como plantas de almacenamiento a gran escala para apoyar los sistemas de energías renovables. Prevemos que esta visión ambiciosa de Tesla alentará un mayor aumento de la inversión en todos los sectores del automóvil y la energía.

2020 ha sido un año complicado, pero somos optimistas al pensar que la economía mundial saldrá de esta pandemia con una mayor resiliencia y con una senda más sostenible que antes. En lugar de restarle importancia, esperamos que esta crisis sirva para dejar claro el atractivo de la inversión sostenible y cómo produce mejores resultados, no solo para los inversores, sino también para el medioambiente y la sociedad.

Columna de Hamish Chamberlayne, director de renta variable sostenible global y gestor del fondo Global Sustainable Equity en Janus Henderson Investors.

 

 

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Emitido por Janus Henderson Investors. Janus Henderson Investors es la denominación con la que ofrecen productos y servicios de inversión Janus Capital International Limited (número de registro: 3594615), Henderson Global Investors Limited (número de registro: 906355), Henderson Investment Funds Limited (número de registro: 2678531), AlphaGen Capital Limited (número de registro: 962757), Henderson Equity Partners Limited (número de registro: 2606646) (registradas en Inglaterra y Gales, con domicilio social en 201 Bishopsgate, Londres EC2M 3AE y reguladas por la Autoridad de Conducta Financiera) y Henderson Management S.A. (número de registro:  B22848, con domicilio social en 2 Rue de Bitbourg, L-1273, Luxemburgo y regulada por la Commission de Surveillance du Secteur Financier).

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El growth y el value en Estados Unidos: ¿es momento de reconsiderarlos?

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Pixabay CC0 Public Domain. El growth y el value en Estados Unidos: ¿es momento de reconsiderarlos?

El rendimiento superior de los títulos growth respecto al value ha alcanzado niveles sin precedentes, al igual que la brecha de valoración. El entorno para las acciones de crecimiento ha sido ideal: los tipos de interés se han desplomado y las empresas tecnológicas de Estados Unidos se han vuelto cada vez más dominantes en el país y el extranjero.

Sin embargo, creemos que es poco probable que este contexto ideal perdure. La inflación puede aumentar como resultado de las medidas de estímulo e históricamente el value ha superado el growth durante los períodos inflacionarios. Esperamos que las acciones value de calidad que puedan sobrevivir a lo largo de este período económico complicado logren beneficiarse de la recuperación de EE.UU. y la economía mundial y el regreso de la inflación.

Dada la incertidumbre en torno al momento en el que se producirá la reflación de la economía estadounidense y el correspondiente aumento de los tipos de interés, creemos que sería prudente aumentar la exposición tanto a las acciones value de alta calidad como a las growth, al tiempo que se reduce la exposición a las de hipercrecimiento y las de valor profundo («deep value»).

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Por qué el growth ha registrado mejores rendimientos

Identificamos dos motivos principales por los que las acciones growth se han desempeñado mejor que las value. El primero es el descenso de la inflación y los tipos de interés, una tendencia que ha impactado negativamente en empresas con exposición a las materias primas, la mayoría de las cuales pertenecen al universo value. Además, los tipos de los bonos del Tesoro estadounidense se desplomaron desde el 4,5% de octubre del 2007 hasta el 0,68% del pasado septiembre. Esto ha perjudicado a los títulos financieros, que continúan dominando el universo value y se apoyan en diferenciales de tipos de interés saludables para generar beneficios.

La segunda razón es el dominio de Estados Unidos en los sectores relacionados con la tecnología con un fuerte crecimiento secular: Alphabet, Amazon, Apple, Facebook o Microsoft han surgido como líderes en sus industrias, que han ido creciendo debido a la transformación digital de la economía mundial.

Regresar al value

Creemos que ahora puede ser un buen momento para realizar un giro hacia el value, ya que la diferencia de valoración entre estas acciones y las de crecimiento es amplia: a 30 de septiembre de 2020, el Russell 1000 growth index se negociaba aproximadamente con una prima del 50% sobre la ratio precio-beneficio, lo que constituye la mayor brecha de valoración de la historia reciente.

Amundi Pioneer Value/Growth 2

 

A esto se une que los niveles sin precedentes de estímulo monetario y fiscal pueden dar lugar a una reflación de la economía estadounidense. Los precios de las materias primas han estado muy correlacionados con los índices value frente a los growth, ya que los primeros suelen estar mucho más expuestos a las acciones sensibles a la inflación. Por ejemplo, el sector energético, financiero, industrial y de materiales representaba el 41% del Russell 1000 value index a 30 de septiembre de 2020, en comparación con el 15% del Russell 1000 growth index.

El pasado 30 de junio, los precios de los productos básicos eran más bajos de lo que lo han sido en 200 años. Aunque podrían seguir disminuyendo, creemos que los estímulos y la mejora gradual de la economía los impulsarán al alza, lo que podría hacer que el valor superase al crecimiento.

Aumentar el value conlleva riesgos

El primer riesgo de incrementar la exposición al valor es que la economía de Estados Unidos y la mundial pueden tardar en recuperarse de la pandemia, haciendo que los tipos de interés se mantengan bajos y que los inversores sigan favoreciendo las acciones de crecimiento. El segundo es que una serie de empresas del universo value se vean estructuralmente perjudicadas. Por ejemplo, es probable que algunas aerolíneas sobrevivan solo con la ayuda continua del gobierno.

Por último, la victoria demócrata en las elecciones presidenciales podría dar lugar a una mayor regulación en sectores como el energético y el financiero, que actualmente tienen una mayor ponderación en los índices de valor que en los de crecimiento. Pero las acciones growth también podrían estar en riesgo bajo la administración Biden debido a su propuesta de aumentar los impuestos sobre los ingresos en el extranjero del 10,5% al 21%. Esto podría impactar desproporcionadamente a las compañías tecnológicas estadounidenses, que tienen un peso mayor en los índices de crecimiento.

La clave está en el equilibrio

Dados estos riesgos, vemos fundamental implementar un enfoque activo a la hora de incrementar la exposición al value y lograr un buen equilibrio con el growth. Así, creemos que las oportunidades más atractivas en renta variable estadounidense se hallan en las acciones de crecimiento estable y las de valor de calidad. Las primeras pueden proporcionar una exposición a las tendencias de crecimiento secular que no dependen del crecimiento económico. Las segundas pueden ofrecer una exposición cíclica a empresas que estén en condiciones de superar un contexto complejo en el que la economía estadounidense y la mundial tarden más de lo esperado en recuperarse. Por lo tanto, creemos que es prudente cambiar la exposición de la cartera de las acciones de hipercrecimiento a un crecimiento estable/defensivo y value de calidad, evitando también el “deep value”.

Dado que la pandemia ha incrementado la atención sobre las prácticas laborales y la seguridad, creemos que las estrategias de inversión más exitosas en este entorno pueden ser las que se centran en la sostenibilidad de manera holística; es decir, no solo desde una perspectiva competitiva y financiera, sino también teniendo en cuenta las consideraciones ESG. Así, se hallan empresas que podrían sobrevivir al entorno económico actual y que además saldrían reforzadas de la pandemia.

Tribuna de Marco Pirondini, responsable de renta variable estadounidense; y Alec Murray, gestor de renta variable, en Amundi Asset Management

Gana Biden, pero Estados Unidos se mantiene dividido

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Pixabay CC0 Public Domain. Gana Biden, pero Estados Unidos se mantiene dividido

El ex vicepresidente Joe Biden ha derrotado a Donald Trump para alzarse como el 46º presidente de Estados Unidos. Aunque este no ha cedido todavía, se ha convertido en el tercer mandatario en perder una reelección desde la Segunda Guerra Mundial. La carrera fue notablemente estable a pesar de acontecimientos importantes, como el impeachment, la pandemia, la recesión, la muerte de la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg, el estridente primer debate y, finalmente, el diagnóstico de coronavirus del propio Trump. Al final, la campaña se endureció, pero no lo suficiente para que se mantuviera en el poder.

Trump trató de cambiar la narrativa para que dejase de ser un referéndum sobre su presidencia y se convirtiera en una elección entre él y Biden advirtiendo de que este traería la medicina socializada y mayores impuestos. Las encuestas a pie de urna sugirieron que esto podría haber ayudado a influir en los votantes indecisos de última hora. Sin embargo, al final, la elección fue un referéndum sobre Trump como persona en lugar de una crítica hacia sus políticas.

Se está poniendo en marcha un reajuste político, con el Partido Republicano emergiendo entre la clase trabajadora y dominando el voto en las zonas rurales, y los demócratas manteniendo el control de las ciudades. Además, el voto suburbano que fue clave en la victoria de Trump en 2016 ha regresado al Partido Demócrata. Mientras, el «muro azul» de los estados del medio oeste, como Pensilvania, Michigan y Wisconsin, se ha vuelto competitivo para ambas fuerzas.

Las claves

El resultado de las elecciones puede llevar al repudio de Trump, pero no necesariamente del «Trumpismo», ya que los comicios se convirtieron en un referéndum sobre Trump como persona frente a Biden como persona. El carácter ha sido un factor determinante.

Además, la participación ha alcanzado su nivel más alto desde 1952, con un 62%, al contabilizarse 148 millones de votos. Trump ha tenido más éxito en todos los grupos raciales y de género excepto el de los hombres blancos, donde Biden ha mejorado en un 13%.

Finalmente, las encuestas todavía parecen estar equivocadas, especialmente por el lado del presidente. Es posible que su atractivo siga sacando a relucir a los estadounidenses poco propensos a votar. La caída de las tasas de respuesta es probablemente el argumento más fuerte de por qué los sondeos no han acertado.

Biden no logra imponerse en el Congreso

En contra de lo esperado, los demócratas no han obtenido el control del Senado y les queda un camino por delante, pero existe una posibilidad remota. Hay dos elecciones de desempate en Georgia que tendrán lugar el 5 de enero de 2021. Aunque los republicanos siguen siendo los favoritos para ganar ambos escaños, mucho dependerá de la participación.

Los demócratas han perdido escaños en la Cámara de Representantes en lugar de ganarlos como pronosticaban, pero se sigue proyectando que mantendrán el control. A partir del 9 de noviembre, perdieron cinco, mientras que los republicanos ganaron seis.

El impacto en las inversiones

La reacción del mercado al resultado electoral fue positiva, con el repunte de los mercados de valores, el aumento de los rendimientos de los bonos, la contracción de los diferenciales y el debilitamiento del dólar. La división del gobierno significará que la administración entrante se verá frenada a la hora aprobar un gran paquete de estímulo fiscal, un proyecto de ley de infraestructuras y mayores impuestos. Esto podría ayudar a contener el déficit presupuestario.

Amundi elecciones

 

Sin embargo, las preocupaciones acerca de las perspectivas de crecimiento para el próximo año sin más estímulos fiscales se verán mitigadas por las noticias muy positivas de Pfizer y la alta eficacia de su vacuna. Ambos acontecimientos constituyen un telón de fondo positivo para el sentimiento de los inversores que ayudará a impulsar el repunte de los activos de riesgo, a que los rendimientos de los bonos continúen con una tendencia al alza y a que el dólar mantenga su mercado bajista.

Columna de Paresh Upadhyaya, director de la estrategia de divisas y gestor de carteras de EE.UU. en Amundi Pioneer Asset Management

El diablo está en los detalles

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Pixabay CC0 Public DomainPatrick Metzdorf. Patrick Metzdorf

Septiembre fue el mes más complicado para los mercados financieros desde marzo. La renta variable y el crédito registraron rendimientos negativos, mientras que la deuda pública evolucionó de manera solo moderadamente positiva. La falta de buenas noticias y las elevadas valoraciones fueron los principales factores que propiciaron esta evolución, con la deuda pública comportándose adecuadamente, como es de esperar, cuando los activos de riesgo atraviesan dificultades y los datos económicos / de política decepcionan. El flujo de noticias y datos fue muy poco estimulante en vista de las noticias positivas que hemos ido recibiendo desde abril. Entre la ausencia de un paquete de estímulos fiscales en Estados Unidos, una respuesta relativamente apagada al anuncio de la Reserva Federal de una nueva política monetaria y las malas noticias sobre el virus, no había mucho que celebrar.

Afortunadamente, tampoco hay mucho por lo que preocuparse, pero, dado el repunte al que hemos asistido en los precios de los activos (el S&P 500 subió un 8,9% en el tercer trimestre), era de esperar una pausa. Consideramos que la rentabilidad relativa negativa registrada recientemente por el crédito y los mercados emergentes no es más que una consolidación constructiva que puede crear un punto de entrada atractivo para incorporar riesgo. Las buenas noticias ya se han descontado. La volatilidad en los ámbitos normativo, político y de la pandemia ha aumentado, al tiempo que las valoraciones, en general, han repuntado. Dicho esto, los fundamentales siguen favoreciendo una recuperación económica, si bien más lenta con respecto a los trimestres tercero y cuarto. El empleo sigue repuntando, el comercio global y las manufacturas continúan recuperándose con fuerza y el consumo en particular mantiene la solidez, con las ventas minoristas evolucionando por encima de las cotas previas a la COVID-19 en numerosos países desarrollados.

Todo esto sugiere que nuestra posición de riesgo, moderadamente larga, es, en nuestra opinión, la mejor manera de posicionar las carteras entre datos y políticas decepcionantes (cualquier riesgo es demasiado) y las posibles sorpresas al alza en clave de política y la pandemia. Seguimos posicionados para aspirar al beneficio que nos podría brindar un rendimiento relativo positivo de los activos de renta fija de mayor riesgo y que la deuda pública de bajo riesgo tienda a una evolución lateral. Estas posiciones se adaptarán al dinamismo de los fundamentales según tengan que ver con la política monetaria y fiscal, los datos económicos, las novedades sobre las vacunas y, por supuesto, la persistente pandemia.

Aunque seguimos mostrándonos optimistas con respecto a la evolución de la economía y los diferenciales de crédito, persisten los riesgos. El aumento de las tasas de infección y los consiguientes confinamientos, más amplios y más agresivos, podrían fácilmente ralentizar las economías y dar un vuelco a nuestros puntos de vista. No pensamos que esto sea probable, pues todos los gobiernos parecen estar imponiendo confinamientos más selectivos y concretos para abordar la situación local. Mientras los problemas locales no se expandan y las tasas de hospitalización y mortalidad no aumenten demasiado, es de esperar que las economías evolucionen de manera positiva. Las vacunas siguen siendo el eje clave de una solución más amplia para que sectores de la economía como el turismo y el ocio recuperen cierta normalidad, lo cual podría permitir que los ingresos nacionales recuperaran los niveles previos a la COVID-19.

Hasta entonces, las políticas fiscal y monetaria desempeñarán un papel importante. La política fiscal estadounidense, en concreto, sigue siendo clave. La política fiscal debería endurecerse significativamente de manera pasiva el año próximo y se trata de un extremo que debe abordarse. El punto muerto de Washington no parece que vaya a resolverse antes de las elecciones. El crecimiento de los ingresos ha sido sólido y las elevadas tasas de ahorro de los hogares debería amortiguar el golpe siempre que las expectativas de un paquete de estímulos para el año próximo permanezcan intactas.

En caso de que la política fiscal se torne netamente de estímulo el año próximo (teniendo en cuenta el endurecimiento pasivo derivado de que expiren los programas existentes), es de esperar que el crecimiento continúe recuperándose. El aumento de las tasas de ahorro de los hogares en 2020 podría también impulsar el consumo en la medida en que este responda a la satisfacción de la demanda acumulada y los ingresos de los hogares sigan siendo sólidos. La claridad sobre cómo se implementará el nuevo marco de política monetaria de la Reserva Federal es crucial. Una cosa es decir que queremos que la inflación suba, pero ¿en qué medida? ¿Durante cuánto tiempo? El diablo está en los detalles.

La buena noticia es que la evolución de la situación podría traducirse en diferenciales más estrechos para las empresas y los mercados emergentes para finales de año o sin duda en 2021. Con la inflación muy por debajo de los objetivos de los bancos centrales y los riesgos económicos (crecimiento e inflación) todavía orientados a la baja, es probable que los bancos centrales mantengan un enfoque marcadamente acomodaticio en los próximos años. El descenso de la rentabilidad de la deuda pública implica carta blanca para que los gobiernos gasten más si consideran que deben hacerlo. Las compañías han podido reforzar sus balances a precios mínimos en términos históricos. Los datos económicos continúan apuntando una mejora y, en vista de los avances médicos en relación con la COVID-19, hay riesgos al alza y a la baja en torno a la pandemia. Todavía nos inclinamos por pensar que comprar en la parte baja es la estrategia adecuada.

Gráfico 1: Rendimiento de los activos desde el comienzo del año

Morgan Stanley IM

Gráfico 2: Variaciones mensuales de divisas frente al dólar estadounidense

Morgan Stanley IM

Gráfico 3: Variaciones mensuales considerables de las rentabilidades a 10 años y los diferenciales

Morgan Stanley IM

 

  • Perspectiva para la renta fija

La corrección de septiembre de la renta variable probablemente se veía desde hacía tiempo. Los diferenciales de crédito, aunque se ampliaron durante el mes, evolucionaron mejor que en el caso de la renta variable y sus correlaciones históricas. Dicho extremo pone de manifiesto la capacidad de la liquidez de impulsar los mercados y la confianza en las capacidades de los responsables de política y su disposición a ofrecer estímulos suficientes para mantener un crecimiento de la economía superior a la tendencia en 2021. No hay duda de que estas creencias se pondrán a prueba en los próximos meses, concretamente, después de que conozcamos quién gana las elecciones en Estados Unidos.  

En vista de que las tendencias a medio plazo no han variado, nuestra perspectiva de inversión también permanece en buena parte sin cambios. Mantenemos un cauto optimismo dados los buenos datos económicos (aunque el ritmo de cambio se esté ralentizando) y porque sí creemos que llegarán más estímulos de política monetaria, bien vía aclaración de las repercusiones de la nueva estrategia de política monetaria de la Reserva Federal, bien mediante una expansión cuantitativa mayor. Es de esperar que, en la mayoría de las hipótesis, lleguen nuevas medidas sustanciales de apoyo fiscal tras las elecciones de noviembre.

De hecho, las observaciones del presidente Powell, presidente de la Reserva Federal, a principios de octubre indican que el banco central respalda que se adopten nuevas medidas fiscales, pues considera que los riesgos que implica hacer demasiado poco son mayores que los de la situación contraria. El enorme impacto sectorial, que posiblemente dure largo tiempo, de la pandemia sobre la economía es otro argumento de peso para que se tomen más medidas fiscales. Sin embargo, las valoraciones de la mayoría de los ámbitos de la renta fija ya no se encuentran por debajo de sus niveles razonables, según nuestra estimación, ni siquiera con la corrección de septiembre; esta situación se traduce tan solo en una posición moderadamente larga en activos de renta fija de mayor riesgo.

Persisten considerables riesgos a la baja. El crecimiento económico sigue muy por debajo de su potencial, concretamente, en el sector de servicios. La demanda acumulada se está desvaneciendo, así como el respaldo fiscal. Numerosos países se están enfrentando a tasas de infección de COVID-19 cada vez mayores, tanto en términos localizados como en general, que se traducen en confinamientos y restricciones locales que pesan sobre el crecimiento. No podemos olvidar los riesgos geopolíticos que no se disiparán: las tensiones entre Estados Unidos y China, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, las tensiones entre Rusia y Europa y, por último, pero no por ello menos importante, las elecciones estadounidenses. Al mismo tiempo, prosiguen los avances hacia el desarrollo de posibles vacunas contra la COVID-19, lo cual podría llevar a una resolución más sostenida de la pandemia.

La reacción del mercado al anuncio de la Reserva Federal de una nueva estrategia de política monetaria y un marco objetivo fue, cuando menos, indiferente, en parte, porque no se trataba de nada nuevo. El presidente Powell ya había expuesto esos puntos, en esencia, en su discurso de Jackson Hole. Por tanto, dado que apenas se añadieron detalles en septiembre, el mercado se mostró indiferente. No hay duda de que ha cambiado la postura de la Reserva Federal sobre el modo en que variará los tipos de interés en respuesta al dinamismo de la situación económica (por ejemplo, el crecimiento, el desempleo y la inflación). Sin embargo, la pregunta es: ¿en qué medida? ¿Será un cambio moderado? ¿Será un cambio drástico?  

La realidad es que la Reserva Federal no ha dado a conocer más datos y el lenguaje empleado es ambiguo. Además, el hecho de que hubiera disidentes y quizá más factores que desconozcamos sugieren que la Reserva Federal podría no haber tomado una decisión sobre los pormenores de su nuevo marco. Necesitamos más información. Lo que sin duda es cierto es que la Reserva Federal no cree que la economía esté fuera de peligro. La política fiscal sería la primera herramienta de política que desplegar (las observaciones del presidente Powell respaldan esta idea), si bien el banco central será el responsable político de último recurso si la economía no evoluciona según las expectativas y la política fiscal no sale al rescate. La situación de la Reserva Federal puede trasladarse también a la mayor parte de los demás bancos centrales. Los riesgos apuntan hacia una mayor flexibilización global en un intento por cumplir los mandatos de inflación y empleo. De manera similar, los datos económicos han sido mejores de lo esperado, pero las economías siguen funcionando tan por debajo de la normalidad que la mejora de los datos plantea una exigua amenaza para el sesgo acomodaticio.

Por tanto, percibimos un riesgo escaso de que las rentabilidades de la deuda pública suban significativamente a corto plazo. Creemos que los recientes aumentos de las rentabilidades han sido de una naturaleza más técnica o han tenido que ver con el giro en las probabilidades de victoria de cada uno de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Sin embargo, también parece improbable que sigan descendiendo los rendimientos, pues la mayoría de los bancos centrales ya han reducido los tipos de interés hasta el máximo en que se sienten cómodos. No obstante, podrían sucederse nuevas rebajas y otras medidas de política innovadoras si la situación empeora, por lo que todavía tiene sentido, en nuestra opinión, mantener deuda pública de calidad como cobertura frente a nuevos embates de tensión, aunque se trate de una situación en absoluto normal.

La percepción de que es probable que la Reserva Federal aplique una política monetaria excepcionalmente laxa con respecto a otros bancos centrales ha provocado un abaratamiento del dólar. Sin embargo, el aumento de la aversión al riesgo global en septiembre provocó que el dólar se recuperara en parte. Si bien seguimos mostrándonos moderadamente bajistas más a largo plazo en torno a dicha divisa, no creemos que haya suficiente certidumbre sobre la evolución económica relativa y el resultado de las presidenciales como para confiar en gran medida en que el dólar vaya a caer notablemente a corto plazo. Las monedas de mercados emergentes siguen a la zaga, pues el crecimiento de estos mercados es inferior al de las economías de mercados desarrollados. Hasta que esta dinámica cambie, resulta prematuro mostrarse demasiado optimistas sobre las monedas de mercados emergentes salvo en situaciones específicas.

Pensamos que el crédito corporativo, en particular el grado de inversión, también sigue contando con un muy buen respaldo de las medidas tomadas por los bancos centrales, concretamente, los programas de compras. Sin embargo, esta buena noticia se refleja cada vez más en los precios, pues los diferenciales de crédito se encuentran en sus promedios a largo plazo o por debajo de ellos a pesar de la perspectiva económica todavía complicada. El high yield también ofrece oportunidades razonables. La reciente ampliación de los diferenciales en septiembre ha mejorado su atractivo relativo. Si bien mantenemos una posición larga, venderemos cuando se produzcan alzas significativas, fijándonos al mismo tiempo en retrocesos sustanciales que pudieran darse en los diferenciales para ampliar las posiciones.

Los mercados emergentes siguen siendo una fuente atractiva para la posibilidad de mejorar la rentabilidad. La laxitud monetaria de los países desarrollados sigue siendo un factor muy positivo para esta clase de activos. Sin embargo, persisten riesgos macroeconómicos considerables, pues numerosas economías emergentes no están rindiendo mejor que sus homólogos de la esfera desarrollada. Las valoraciones también han subido, por lo que, si bien percibimos oportunidades en situaciones y países específicos, nos mostramos cautos hacia una exposición generalizada a esta clase de activos. Las oportunidades idiosincráticas siguen siendo la clave.

Los productos titulizados de alta calidad siguen rindiendo adecuadamente de forma silenciosa, ofreciendo el que consideramos un potencial alcista limitado, en vista de las bajas rentabilidades y el bajo riesgo de refinanciación, pero también un potencial a la baja asimismo limitado, en vista del respaldo de los bancos centrales. La perspectiva de baja volatilidad implica que esta clase de activos sigue siendo atractiva para las carteras, incluso aunque ello implique un menor nivel de rendimiento esperado. Existen oportunidades para obtener rentabilidades más altas en productos titulizados de menor calificación, cuyos diferenciales han cedido en menor medida, pero cuyos riesgos fundamentales son mayores. En general, los impagos han sido mucho menores de lo que se temía en un primer momento.

  • Tipos y monedas de mercados desarrollados

Análisis mensual

En septiembre, los mercados viraron a un enfoque de aversión al riesgo al registrar varios embates de volatilidad con motivo de las próximas presidenciales en Estados Unidos, el coronavirus y otros acontecimientos geopolíticos. Diversos bancos centrales de mercados desarrollados se reunieron a lo largo del mes y actualizaron a los mercados sobre qué esperar para el resto de este año en términos de datos económicos y política monetaria. La recuperación económica global pareció estancarse al expirar o agotarse las medidas de algunos paquetes de estímulo. La rentabilidad de la deuda pública a 10 años en los diferentes mercados desarrollados cayó, salvo en el caso de Estados Unidos, cuyos rendimientos permanecieron en gran medida sin cambios durante el mes.

Perspectiva

De cara al último trimestre de 2020, continuamos previendo que la política monetaria seguirá siendo acomodaticia y que los activos de riesgo gozarán de buenos soportes en los diferentes mercados desarrollados. A corto plazo, las elecciones estadounidenses y la tendencia al alza de los casos de coronavirus podrían causar que prosiga la volatilidad en los mercados financieros. Por otra parte, debe alcanzarse un acuerdo para la salida del Reino Unido de la Unión Europea para mediados de octubre si se pretende culminar el proceso para finales de año. Aunque unos datos económicos mejores de lo esperado también impulsarían las rentabilidades al alza, es probable que eso se produzca principalmente si aumentan las primas de riesgo de los tipos de interés, más que por la expectativa de que los bancos centrales eleven el precio del dinero. Prevemos que el dólar continuará debilitándose en los próximos meses frente a otras monedas del G-10 dado el carácter acomodaticio de las políticas financiera y monetaria.

  • Tipos y monedas de mercados emergentes                        

Análisis mensual

Las rentabilidades globales cedieron en septiembre: los rendimientos del Tesoro estadounidense a 10 años cayeron 2 puntos básicos (pb), al 0,68% y la curva de rentabilidades se aplanó en un entorno de aversión al riesgo. Septiembre fue el primer mes desde la primavera en que la aversión al riesgo dictó la evolución de los precios. Los datos económicos perdieron parte del dinamismo forjado durante el verano al avivar el aumento de las infecciones los temores a mayores restricciones y su consecuente daño económico. Esta evolución sometió a presión a los activos de riesgo e impulsó el USD al alza, creando un entorno desfavorable para los mercados emergentes. En cuanto al conjunto de los mercados, Venezuela, Surinam, Rumanía y Georgia fueron los que mejor rindieron en septiembre, si bien Venezuela y Surinam permanecen sumidos en territorio marcadamente negativo desde comienzos de año. Por su parte, los bonos de Sri Lanka, Argentina, El Salvador y Ecuador fueron los que peor evolucionaron. Por sectores, las compañías papeleras, de transporte y diversificadas lideraron el mercado, mientras que las de petróleo y gas, consumo y metales y minería quedaron a la zaga.

Perspectiva

Mantenemos un cauto optimismo en torno a la deuda de mercados emergentes de cara al corto plazo por el persistente carácter acomodaticio de las políticas monetaria y fiscal a escala global. Que persista el repunte del crecimiento de China, en la medida en que se extienda a la economía global, también debería brindar un impulso adicional a los activos de riesgo, así como los posibles avances hacia tratamientos y vacunas contra la COVID-19. Por otra parte, nuestro relativo optimismo acerca de los activos de mercados emergentes a corto plazo se ve moderado por unas valoraciones menos atractivas, el aumento de la volatilidad ante las presidenciales estadounidenses y algunos reveses en la lucha contra la pandemia, tal y como evidencian las cifras de Europa y los confinamientos más estrictos impuestos en diversos países (aunque creemos que es improbable un regreso a confinamientos integrales).

  • Crédito

Análisis mensual

Los diferenciales se ampliaron en el mes. El factor impulsor clave de esta evolución fue el menor momentum positivo de los fundamentales y la abultada oferta tras el verano. Las mejoras de los datos económicos comenzaron a ralentizarse (y, en algunos casos, no alcanzaron las expectativas), no se desplegaron nuevos programas de respaldo monetario o fiscal, al contrario de lo que se preveía (en particular, se esperaba otro paquete fiscal en Estados Unidos) y las noticias sobre el coronavirus se centraron en el agravamiento de la segunda oleada sin noticias definitivas sobre una vacuna, todo ello combinado con las dudas acerca del resultado de las elecciones estadounidenses.

Perspectivas de mercado

De cara al futuro, creemos que la corrección de septiembre es una rotación adecuada del riesgo durante un periodo de oferta abundante. Nuestra hipótesis de referencia refleja la visión de consenso de que el coronavirus es una situación coyuntural y que la política monetaria es proclive al riesgo de crédito, lo cual podría estrechar los diferenciales a medio plazo, hasta un punto próximo a la media a largo plazo, lo cual podría ofrecer a los inversores carry, pero plusvalías limitadas.

  • Productos titulizados

Análisis mensual

Septiembre continuó la tendencia del tercer trimestre, en que los rendimientos de los bonos de titulización hipotecaria de agencia fueron mediocres, mientras que los diferenciales de crédito de los activos titulizados siguieron estrechándose. Los bonos de titulización hipotecaria de agencia se debilitaron ligeramente en septiembre y, en esencia, no registraron cambios en el tercer trimestre, respaldados por la continuada compra de estos activos por la Reserva Federal y restringidos por el riesgo de amortización anticipada. En función del sector y la calificación, los diferenciales de los bonos de titulización de activos estadounidenses no registraron cambios o se estrecharon en septiembre. Los diferenciales de los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales europeos en general no variaron en septiembre, pero casi han recuperado los niveles previos a la COVID-19. Los bonos de titulización de aeronaves, los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales con préstamos fallidos y los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles comerciales respaldados por hoteles y centros comerciales siguen rindiendo peor que los bonos de titulización de vehículos y tarjetas de crédito y los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles comerciales con alquiler unifamiliar.

Perspectiva

Los bonos de titulización hipotecaria de agencia parecen razonables en las valoraciones actuales y es de esperar que sigan contando con el respaldo de las compras de la Reserva Federal. Nos decantamos especialmente por valores to-be-announced (TBA) con cupones inferiores a 30 años (2% y 2,5%), pues ofrecen valor adicional debido a las compras de la Reserva Federal y las inquietudes acerca de su amortización anticipada son menos pronunciadas. Prevemos que el mercado estadounidense de la vivienda permanezca estable y que los bonos de titulización hipotecaria sobre inmuebles residenciales no de agencia sigan evolucionando relativamente bien desde una perspectiva de crédito en el cuarto trimestre. Los estímulos monetarios y fiscales adicionales siguen contribuyendo a la situación y resultan muy positivos para numerosos activos titulizados.

 

 

Columna de Jim Caron, portfolio manager y miembro senior del equipo de Renta Fija Global de Morgan Stanley Investment Management.

 

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La Gran Inestabilidad: 5 lecciones, el aprendizaje continúa

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Foto cedida. La Gran Inestabilidad: 5 lecciones, el aprendizaje continúa

La Gran Inestabilidad es la etiqueta que elegimos el año pasado para describir la fragilidad de la sociedad moderna. Desde su inicio, consideramos que la pandemia de coronavirus no era una anomalía o una excepción a la regla, sino que encajaba de forma natural en dicho marco.

El artículo original, elaborado en marzo, abordaba este tema a través de cinco lecciones principales. Ahora repasamos lo que nos han enseñado los últimos seis meses sobre la Gran Inestabilidad y reflexionamos sobre cada una de estas cinco lecciones. 

1. El riesgo de sucesos extremos

Nuestra premisa principal era que la pandemia no debía considerarse como la excepción que confirma la regla, sino como la última de una larga serie de conmociones. Aunque esto sigue siendo así, la envergadura del desplome económico desencadenado por la crisis convierte a 2020 en un año excepcional. El impacto de esta montaña rusa todavía es palpable, y es poco probable que volvamos a los niveles de actividad previos a la pandemia hasta que no exista una vacuna y un estímulo sostenido de las autoridades.

2. Un ecosistema frágil

La pandemia ha supuesto una llamada de atención, tanto para las empresas como para los gobiernos, sobre la fragilidad de nuestra economía compleja, interconectada y cada vez más globalizada. La preocupación en torno a la resiliencia de las cadenas de suministro ha sido un catalizador de la repatriación generalizada de producción manufacturera en industrias clave. El auge del teletrabajo ha exacerbado esta fragilidad al amplificar la dependencia de la industria en la tecnología.

3. Un papel para el Estado

En las democracias liberales y de libre mercado, la pandemia ha obligado al Estado a jugar un papel prominente en la gestión de la crisis, la movilización de recursos, la implementación de medidas fiscales y la redefinición de cómo vivimos. Aunque todo esto ha sido necesario para salvar vidas, está claro que algunos gobiernos han abordado la situación de forma más eficiente que otros. Los estados patricios parecen haber estado mejor preparados que las administraciones populistas, pero la tan esperada distribución de una vacuna segura y eficaz podría ser la verdadera prueba de esta hipótesis.

4. La única alternativa ha terminado

Previamente, argumentábamos que los bancos centrales habían agotado la mayor parte de su munición monetaria antes de que estallara la pandemia, y esta predicción acabó cumpliéndose. Los tipos de interés se recortaron allí donde fue posible, y las compras de deuda adicionales lograron devolver la calma a unos mercados disfuncionales. Sin embargo, las proyecciones sugieren que los bancos centrales del universo desarrollado tienen pocas posibilidades de actuar, al anticiparse niveles de paro elevados y una inflación demasiado baja durante un periodo prolongado. Así, el papel del banco central ha quedado relegado al de un defensor apasionado del estímulo fiscal.

5. El día de mañana

El brote de coronavirus ya ha causado profundos cambios en la sociedad, pero no está claro cuánto tiempo durarán mientras no se supere la crisis. Dicho esto, todo apunta a que el teletrabajo va a convertirse en la nueva normalidad, y es probable que el abandono del empleo concentrado en los centros urbanos acelere otros cambios sociales. Al mismo tiempo, la rápida expansión de los balances de los bancos centrales para respaldar un mayor gasto fiscal plantea preguntas en torno a la sostenibilidad de los niveles de endeudamiento. El fin de la actual era de predominio monetario podría suscitar temores de inflación y desencadenar una fuerte corrección de los precios de los activos.

Nuestro repaso exhaustivo a estas cinco lecciones nos lleva a la conclusión de que la inestabilidad seguirá siendo el tema dominante, con lo que los inversores necesitan adoptar una perspectiva a largo plazo. Esto encaja con nuestro enfoque, porque en BNP Paribas Asset Management estamos acostumbrados a investigar antes de invertir y a examinar las cosas desde distintos ángulos.

Tribuna de Richard Barwell, director de estrategia y análisis macroeconómico de BNP Paribas AM

Para leer la versión completa del artículo de opinión, en el que Barwell evalúa estas cinco lecciones clave en mayor detalle y reflexiona sobre la Gran Inestabilidad y el impacto del COVID-19, pulsa aquí.

Esta vez es diferente: de la crisis al auge, la recesión en forma de «t» explicada

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La recesión de 2020 es el resultado directo de unas políticas públicas globales cuyo objetivo es proteger a la población frente al brote de coronavirus. Esto ha reducido drásticamente el crecimiento, aunque de forma muy diferente a recesiones anteriores. En este blog, analizamos sus continuas consecuencias, con la mirada puesta en 2021.

Esta vez es diferente:

Esta es una recesión provocada principalmente por los servicios: si nos fijamos en el desplome de los servicios frente a la actividad industrial, su singularidad resulta evidente (véase el gráfico abajo). No es de extrañar. El consumo de servicios requiere interacción humana, algo que actualmente se desalienta. De acuerdo con los manuales económicos, esta sería una recesión provocada por barreras comerciales: la actividad del sector servicios se ha prohibido o desalentado, una barrera que ha dado lugar a una recesión.

M&G Investments

La magnitud y la naturaleza extraordinaria de esta desaceleración resultan evidentes en el dato del PIB estadounidense total: vemos un desplome récord y ahora el inicio de una recuperación récord (véase el gráfico abajo). 

M&G Investments

Estas barreras comerciales de los servicios son sumamente eficaces para reducir el PIB. Afortunadamente, la respuesta de los gobiernos de todo el mundo a esta recesión ha sido magnífica. Ha provocado una enorme transferencia patrimonial del sector público al sector privado. Ambos factores hacen que esta recesión sea muy diferente a otras recesiones anteriores. Si nos fijamos en los gráficos siguientes, ¿podrían decir que estábamos en recesión?

M&G Investments

 

M&G Investments

M&G Investments

Todos estos gráficos muestran la eficacia del sector público para mitigar el impacto económico de las políticas relacionadas con el virus. La Fed también se ha mantenido optimista con respecto a la económica, comparado con recesiones anteriores, según su comentario de su «Libro beige» bitrimestral (cuya denominación más forma es «Comentario resumen sobre las condiciones económicas actuales»). En el gráfico de abajo se muestra la frecuencia relativa con que aparecen los términos negativos (p. ej., «lento», «débil») en los informes de la Fed, muy inferior a la de anteriores crisis.

M&G Investments

¿Recesión o depresión?

El desplome del PIB este año ha sido enorme. Por su gran magnitud, quizá deberíamos hablar de una depresión en lugar de una recesión. Por lo general, se acepta que una depresión es un desplome del PIB de al menos el 10% durante dos años. En lo que va de año, ya hemos registrado un hundimiento del PIB de más del 10% interanual. De cara a más largo plazo, ¿estamos en una depresión?

Las probabilidades de una depresión deberían depender de un diagnóstico simple: de la retirada gradual de las medidas públicas en el sector servicios. Esto probablemente dependerá del desarrollo de una vacuna, la atención hospitalaria, los efectos estacionales y la potencia del virus. En los dos primeros ya hay avances, mientras que, al igual que en hechos similares en el pasado, es razonable suponer que el virus llegará a su fin de forma natural gracias a la intervención humana para mitigarlo y controlarlo. ¿Qué tipo de economía tendremos después del virus?

La economía tras la covid-19

Creo que es razonable pensar que la economía vivirá un auge cuando las actividades restringidas vuelvan a permitirse. A diferencia de anteriores recesiones, el balance general de los consumidores no se ha visto tan perjudicado como cabría esperar. De hecho, en algunos casos ha mejorado gracias a las ayudas económicas de los gobiernos (véase el gráfico abajo). Al inicio de 2021, no solo el PIB dejará atrás las cifras del hundimiento del año anterior, sino que además cabe esperar que los gobiernos eliminen las barreras impuestas el año pasado. Además, con la enorme deuda y pocas ganas de austeridad, parece poco probable que los gobiernos y los bancos centrales traten de endurecer las condiciones financieras o preocuparse por controlar el déficit fiscal y la inflación como han hecho en el pasado. Esto, junto con un sector privado sorprendentemente sólido con mucho ahorro y deseo de consumir, podría dar lugar a un fuerte auge económico a corto plazo. Por tanto, la depresión es poco probable.

M&G Investments

Una pregunta interesante es si el PIB real volverá al nivel de antes de la recesión. Creo así será en los primeros seis meses posteriores a los eventuales cambios en las políticas públicas. El exceso de ahorro, los consumidores liberados y las pocas prisas de los gobiernos para imponer la austeridad apuntan a un alto crecimiento y un consumo récord.

En los últimos años, ha existido el deseo de erradicar el auge y la crisis económicas. Esperemos que esta vez el ciclo vaya de crisis a auge: una recesión en forma de «t».

 

 

Columna de Richard Woolnough, gestor de fondos en el equipo de Renta Fija de M&G Investments

 

Ensayos clínicos: la clave ante el escepticismo frente a las vacunas

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COVID Vaccine Markus Winkler
Pixabay CC0 Public DomainMarkus Winkler. Markus Winkler

La mayor parte de los mercados de vacunas son monopolios o duopolios. Ahora bien, en el caso de la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud afirma que hay 42 vacunas en fase de evaluación clínica y unas 149 en fase preclínica. Esta es una carrera en la que participan varios caballos y, con suerte, saldrán varios ganadores. No hace falta decir que albergamos la esperanza de que esto se vuelva un mercado con una gran cantidad de actores en el que seremos testigos de una competencia atroz y un alto grado de éxito. No obstante, analicemos este asunto desde la perspectiva de un inversor.

El mercado mundial de vacunas en su conjunto genera unos 30.000 millones de dólares en términos anuales. Dado que existe un optimismo creciente en torno a la creación de vacunas exitosas frente al coronavirus, los inversores se han decantado significativamente por las acciones biofarmacéuticas, lo que ha incrementado en cerca de 100.000 millones de dólares sus capitalizaciones de mercado.

En el caso de que los precios de los activos reflejasen las probabilidades de futuros flujos de caja, el mercado ha descontado unos desenlaces optimistas, como podrían ser el descubrimiento exitoso de nuevos fármacos, el mantenimiento prolongado de los precios y unos ingresos recurrentes.

Sin embargo, tras las aprobaciones normativas, los fabricantes de vacunas afrontan complicaciones en lo que respecta a la producción y distribución masivas. Por poner un ejemplo, China y la India manufacturan el grueso de las vacunas de todo el planeta, lo que podría provocar cuellos de botella.

Asimismo, las limitaciones en el transporte aéreo o la necesidad de un envío a temperatura controlada podrían ralentizar la distribución, en particular en regiones con un clima cálido como África, Asia y Centroamérica.

Aparte de los problemas en la fabricación y la distribución, existe una gran probabilidad de que las tasas de eficacia no traigan consigo la inmunidad colectiva en un futuro próximo. El gráfico 1 que aparece a continuación ofrece una retrospectiva de 10 años sobre la eficacia de las vacunas contra la gripe en Estados Unidos. La eficacia se revela baja y ha ido cayendo a lo largo de los últimos años.

MFS IM

Por otra parte, en circunstancias normales, una parte de la sociedad suele mostrarse escéptica ante las nuevas vacunas. Si a eso le añadimos la politización de esta enfermedad, la proporción de la población que no está dispuesta a inyectarse la vacuna podría ser mayor de lo normal. Hipotéticamente, una vacuna contra la COVID-19 que presente un 50% de eficacia (aplicando una sencilla media del gráfico anterior) y que sea inyectada al 50% de la población solo inmunizaría al 25%. Aunque hablamos de un simple supuesto, se trata de un hecho constatado, dado que una tasa de inmunización del 25% se situaría muy por debajo del mínimo del 70%-90% que, con frecuencia, citan los epidemiólogos como necesario para lograr la inmunidad colectiva.

Esta es la razón por la que la sociedad necesita realizar más pruebas de detección de la COVID-19. Si bien se han abordado todos estos notables retos —como el descubrimiento de nuevos fármacos, pasando por la fabricación y la distribución, hasta el hecho de granjearse la confianza de la sociedad—, la identificación de los infectados y su aislamiento temprano pueden prevenir o limitar los contagios.

Aunque los tratamientos terapéuticos acelerarán los tiempos de recuperación y reducirán las hospitalizaciones, la sociedad necesita aún dar un salto cualitativo en materia de pruebas de detección. La capacidad de hacer pruebas ha crecido de forma considerable, como muestra el gráfico 2. De acuerdo con el Proyecto de Seguimiento de la COVID (COVID Tracking Project), Estados Unidos ha experimentado un crecimiento exponencial en materia de pruebas de detección durante la primavera y principios del verano. Aunque la tasa de crecimiento se ha desacelerado en fechas recientes, la última media móvil a siete días se halla justo por debajo del millón de pruebas diarias. Esa cifra sigue sin resultar suficiente.

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De acuerdo con un informe de la Universidad Duke y la Fundación Rockefeller, los asintomáticos transmiten aproximadamente entre el 30% y el 60% de los casos. El informe concluye que, dadas las actuales tasas de contagio, Estados Unidos precisa de unos 200 millones de pruebas mensuales, en comparación con la tendencia vigente de en torno a los 25 millones. Teniendo en cuenta la razonable posibilidad de que presenciemos una propagación comunitaria notoria del virus durante algún tiempo, la mejor solución para retornar a la vida «normal» radicaría en las pruebas de detección masivas.

Se habla mucho de las vacunas, pero poco de los fabricantes de pruebas de detección

Aunque las acciones biotecnológicas —y puede que los mercados financieros en su conjunto— han descontado una elevada probabilidad de que se descubra una vacuna con éxito, pensamos que los inversores podrían estar infravalorando la oportunidad que ofrecen los fabricantes de pruebas de detección para la COVID-19 y las empresas que prestan servicios relacionados.

En un lenguaje más transparente, llevamos muchos años sobreponderando las empresas de instrumentación del ámbito de ciencias de la vida, dispositivos médicos y servicios relacionados de mayor calidad en varias estrategias de renta variable. En líneas generales, creemos que estas firmas exhiben unas atractivas características de inversión a largo plazo como las siguientes:

  • un modelo de ingresos recurrentes del tipo «razor blade» en el que, tras la venta de instrumentación, se materializa un flujo de ingresos predecible de altos márgenes proveniente de los consumibles y los reactivos;
  • una base de clientes científicos que valora la calidad, las características y la precisión por encima del coste, que alienta la innovación y que puede exigir un precio excepcional;
  • mercados diversos y finales especializados que permiten dominar la cuota de mercado a solo un puñado de empresas innovadoras en sus categorías de producto.

En nuestra opinión, estas tres características crean fosos económicos sostenibles a largo plazo que se manifiestan a través de un historial de unas sólidas rentabilidades relativas y una volatilidad menor en términos de beneficios.

Unas pocas de las mayores compañías de ciencias de la vida no solo desarrollan, fabrican y distribuyen pruebas de detección de la COVID-19 por todo el mundo, sino que también desarrollan y fabrican vacunas y tratamientos terapéuticos a los que, además, realizan evaluaciones de calidad.

No creemos que constituya una coincidencia que la actual gestión del virus mediante las pruebas de detección y su futura gestión mediante la vacunación sean posibles gracias al mismo tipo de compañías extremadamente innovadoras que respaldan los avances científicos modernos.

En pocas palabras, creemos que las firmas presentes en la cadena de suministro mundial del ámbito de las ciencias de la vida generarán unos beneficios más sostenibles que aquellas pertenecientes a un mercado de vacunas más que competitivo. Aunque gran parte de sus ventas actuales relacionadas con las pruebas de detección revestirán un carácter único a medida que la sociedad se va dirigiendo, a lo largo de la pandemia, hacia la vacunación masiva y la inmunidad natural, las inversiones, la innovación y el crecimiento futuro impulsados por los ingresos a corto plazo derivados del virus permitirán que estas empresas, a buen seguro, saquen partido de su dilatado historial de inversión en iniciativas innovadoras, sostenibles y de gran rentabilidad.

 

Columna de Robert M. Almeida, gestor de cartera y estratega global de inversiones, Matthew Scholder, analista de renta variable, y Nicholas A. Demko, analista de renta variable en MFS Investment Management.

 

 

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