Y vosotros, ¿podéis hacer una cyber due-diligence? Recientemente mi hija me hacía esta pregunta. Ella trabaja en un fondo de private equity en el Reino Unido y, durante los procesos de análisis de una potencial inversión, la evaluación de la ciberseguridad de las compañías ya es un trámite más dentro de todo el proceso. De hecho, Reino Unido y Estados Unidos cuentan con compañías especializadas y que solamente se dedican a prestar este tipo de servicios para casos de fusiones y adquisiciones.
Actualmente, la seguridad de la información no es una cuestión tecnológica, sino un factor clave en la gestión de riesgos de negocio, por lo que la evaluación de ciberseguridad resulta necesaria en todos los sectores y no solamente en los relacionados con la tecnología. Y es que, la tecnología es un componente fundamental para desarrollar todo tipo de negocios y depender de la misma hace que cualquiera sea un objetivo potencial de un ciberataque.
Un posicionamiento deficiente en ciberseguridad puede desencadenar un ciberataque con unas consecuencias muy perjudiciales, que puede hacer imposible conseguir los objetivos de negocio planificados, con el consiguiente deterioro de la inversión.
El perjuicio que un incidente puede causar en la continuidad de negocio puede ser inmenso. Podemos pensar, por ejemplo, en casos de ramsomware como el de NotPetya, que causó a Maersk pérdidas superiores a 300 millones de dólares, o en un robo directo -como el realizado mediante transferencias SWIFT fraudulentas por 81 millones de dólares en el Banco de Bangladesh-, a los que también debemos añadir posibles pérdidas de propiedad intelectual, deterioro de la propia imagen, etc. Sin olvidar que esto puede acarrear también las posibles sanciones derivadas de la aplicación del Reglamento de Protección de Datos.
Además, es preciso tener en cuenta que el perímetro a proteger por las organizaciones se amplía con el de sus proveedores, tanto de aquellos que se conectan a los sistemas como de los que procesan la información de sus clientes en los propios del proveedor. En ambos casos, los proveedores suponen una mayor superficie de riesgo de ataque, añadido al de la propia organización.
En el caso de una entidad dedicada a la gestión de activos, que comprende un número más o menos elevado de inversiones, cada una de ellas con su correspondiente cadena de suministro, garantizar un posicionamiento de ciberseguridad con los niveles adecuados y apropiados puede resultar una tarea ingente, a menos que se disponga de una metodología idónea para llevar a cabo esta tarea.
Es imprescindible que este tipo de entidades realicen una evaluación a la hora de abordar una nueva incorporación, en la que además de analizar los aspectos financieros y legales, extienda ese análisis a sus proveedores para garantizar que existe un nivel de seguridad adecuado y suficiente para evitar que un ciberataque conlleve un riesgo inasumible para la inversión.
Quien esté poco familiarizado con la ciberseguridad, puede caer en la tentación de utilizar alguna de las últimas herramientas de “rating” digital que están proliferando en los últimos años (como BitSight, MetricStream o RiskRecon). Estos sistemas ofrecen una valoración de la exposición de la entidad ante posibles ataques procedentes de Internet, lo que supone una visión exclusivamente desde el exterior. Es como asegurar un edificio utilizando sólo una fotografía aérea. Es un método que resulta bastante rápido, pero que no tiene en cuenta aspectos fundamentales, como la madurez de la organización en el establecimiento e implantación de políticas y procedimientos, la formación y concienciación de su personal, o la preparación y la capacidad de recuperación para gestionar los incidentes de seguridad.
Sólo un análisis profundo y riguroso de todos estos factores, que además compruebe cómo la organización extiende la protección a la gestión de sus proveedores, puede aportar una visión y valoración reales y fiables del nivel y capacidades de seguridad, y por tanto permitir controlar el riesgo asociado.
Dicho esto, si este proceso se hace para evaluar una potencial inversión, también es una razón para aplicarlo a las inversiones que ya se tienen en cartera. La exposición es la misma y las consecuencias de sufrir un ciberincidente pueden resultar igualmente perjudiciales. Los ciberdelincuentes no tienen en cuenta el momento en la vida de una organización, sino que todas las oportunidades son buenas y, por tanto, debe realizarse una rigurosa evaluación del nivel de ciberseguridad con la misma regularidad que la revisión del desempeño financiero.
¿Que si podemos hacer una cyber due-diligence? Por supuesto que podemos. De hecho, existen calificaciones que son en sí mismas una cyber due-diligence, mucho más completas y fiables que la gran mayoría de las que se realizan con esta finalidad.
Tribuna de Alfonso Pastor, socio de LEET Security.
Pixabay CC0 Public Domain. ¿Aún sirve la renta fija para cubrir la exposición a renta variable?
Los bonos del Tesoro estadounidense llevan 30 años en un rally alcista que ha llevado los rendimientos a mínimos históricos. Esta tendencia hace que muchos inversores se pregunten si los treasuries aún sirven para cubrir la exposición a renta variable. En este artículo, analizo la relación entre la renta fija y la renta variable estadounidenses, y nos fijamos en lo que sucede en otros mercados y ofrecemos algunas conclusiones sobre la futura relación entre ambas clases de activos.
La renta variable estadounidense también ha generado sólidas rentabilidades en los últimos 30 años, como muestran el gráfico y la tabla que aparecen a continuación.
Pese a ofrecer rentabilidades similares en términos anualizados, la correlación media entre el índice S&P 500 y el Bloomberg Barclays US Long Treasury en el periodo analizado es de -0,15. El hecho de que la correlación media sea negativa implica que los treasuries han funcionado como cobertura para la renta variable. Sin embargo, si miramos más allá de la media a largo plazo, vemos que la relación ha sido más dinámica.
Por ejemplo, si nos fijamos en las correlaciones a tres años consecutivos, observamos que esta relación no siempre ha sido negativa. De hecho, durante gran parte de los noventa, la correlación entre la renta variable y la renta fija fue persistentemente positiva (0,45), sobre todo en los primeros años de la década. Sin embargo, desde el año 2000, en un contexto de baja inflación y constante expansión monetaria por parte de la Reserva Federal (Fed), la correlación entre ambas clases de activo pasó a ser negativa, con una media del -0,30.
Pero las correlaciones tampoco cuentan toda la historia. Un aspecto interesante, y quizás el más importante para los inversores en renta variable, es que los treasuries a largo plazo generaron robustas rentabilidades durante los periodos de inestabilidad de las bolsas (gráfico siguiente). La única excepción fue la llamada masacre de la renta fija de 1994. En todos los periodos, excepto en 1994, los treasuries a largo plazo avanzaron cuando el S&P cayó más del 5%. Y lo hicieron con independencia de si la correlación a tres años era positiva o negativa, o de si los rendimientos de los bonos eran altos o bajos.
El único periodo en el que los treasuries no protegieron contra las caídas en renta variable fue entre febrero y junio de 1994. En marzo de ese año, la renta variable tocó suelo en -6,96% y tardó cinco meses en recuperarse. Los treasuries a largo plazo cayeron junto con la renta variable: el tipo de interés del bono estadounidense a 30 años aumentó en 200 puntos básicos entre febrero y octubre de 1994, lo que equivale a una caída de precio del -11,70%. El mercado culpó a la Fed por aumentar los tipos de interés oficiales de manera prematura e impredecible durante ese periodo.
Durante los dos episodios de mayor inestabilidad en renta variable, la burbuja tecnológica (2002) y la crisis financiera mundial (2008), los bonos del Tesoro estadounidense no solo avanzaron con fuerza cuando el mercado se desplomó, sino que mantuvieron la trayectoria ascendente incluso cuando las bolsas se recuperaron. Más recientemente, y pese a los bajos rendimientos, los treasuries a largo plazo han funcionado como una valiosa herramienta de diversificación para quienes invierten en renta variable.
Pero el pasado es el pasado. ¿Qué nos deparará el futuro? ¿Seguirán ofreciendo protección los bonos ahora que los tipos de interés se acercan a cero? No podemos predecir qué sucederá, pero podemos fijarnos en qué ha ocurrido en otros mercados. Aunque los tipos se han reducido notablemente en EE.UU., en Europa hace tiempo que tocaron fondo. El Viejo Continente nos ofrece un adelanto de lo que podría ocurrir al otro lado del Atlántico.
El análisis de la renta variable europea y los bunds alemanes arroja una imagen muy parecida a la de EE.UU. De hecho, en cada periodo en el que las acciones europeas cayeron más del 5%, los bunds avanzaron. Resulta especialmente destacable que, incluso en los últimos cinco años, un periodo en el que los bunds han generado rendimientos nulos o negativos, siguieron aportando diversificación. Obviamente, los rendimientos de los bonos han sido más bajos en este entorno, pero siguieron ofreciendo protección direccional.
Conclusiones
Actualmente, la correlación entre la renta variable y la renta fija de EE.UU. sigue siendo negativa, lo que indica que los bonos siguen funcionando como cobertura para las acciones. Aunque el entorno de bajos rendimientos podría acabar alterando esta relación, la experiencia de otros mercados, como Alemania (y Japón), sugiere que incluso en un entorno de este tipo, los bonos siguen protegiendo de forma eficaz. De hecho, una escuela de pensamiento atribuye en parte la correlación negativa a la eficacia del objetivo de inflación de la Fed.
Además de los treasuries a largo plazo, otra posible cobertura para la exposición a renta variable es el efectivo. ¿Por qué los inversores no recurren al efectivo? Creemos que puede deberse a varias razones. La más obvia es que el efectivo básicamente no ofrece rendimientos. Además, la correlación entre la renta variable y el efectivo es prácticamente nula. Como ya hemos señalado, la correlación actual entre la renta variable y la renta fija es negativa, por lo que es probable que los bonos ofrezcan más protección que el efectivo.
Por último, aunque no es algo que se mencione a menudo, los instrumentos con duraciones más largas no solo ofrecen una mejor cobertura para la renta variable (que puede considerarse el instrumento de larga duración definitivo), sino que también ofrecen la posibilidad de generar rentabilidad adicional gracias al roll-down. Mientras la pendiente de la curva de tipos sea positiva, la rentabilidad que aporta el roll-down es un beneficio adicional de mantener treasuries a largo plazo. Además, el efectivo ha sido históricamente una buena cobertura frente a la inflación, a diferencia de los bonos nominales a largo plazo. Sin embargo, un entorno de inflación muy baja y predecible debería reducir el riesgo de mantener bonos con vencimientos a más largo plazo (que implican duraciones más largas).
Durante las caídas de la renta variable, los treasuries a largo plazo han ofrecido una cobertura eficiente y efectiva. Aunque unos rendimientos más bajos les restan atractivo desde la perspectiva de la prima a plazo (term premium) y las rentas, en momentos de inestabilidad en renta variable estas cuestiones pasan a un segundo plano, ya que los inversores tienden a buscar seguridad y liquidez. En nuestra opinión, estos instrumentos también generan rentabilidad positiva durante las caídas de la renta variable (desde el máximo hasta la recuperación). Creemos que los bonos del Tesoro estadounidense deberían seguir ofreciendo una cobertura razonable y efectiva para la renta variable estadounidense, sobre todo si la Fed y otros bancos centrales mantienen una política monetaria acomodaticia y mientras persista la correlación negativa entre la renta variable y la renta fija.
Tribuna de Syed Zamil, CFA, estratega de inversión global de Mellon.
Pixabay CC0 Public Domain. Mejor visibilidad en la carretera de 2020
Tras las fuertes subidas de semanas anteriores, resultado en esencia del fin del proceso electoral estadounidense y de los anuncios de éxitos en la investigación para obtener vacunas contra el COVID-19, los mercados parecen tomar un breve receso en su recuperación, tanto por lo que se refiere a bolsas como a bonos. El tono positivo se mantiene pero parece que un nuevo asalto a la parte alta de los índices tal vez necesite más gasolina.
Esta gasolina podría proceder de nuevos anuncios de estímulos, tanto de carácter fiscal como monetario, en Europa y los EE.UU., algo que, en todo caso, no es probable que suceda a muy corto plazo. Seguramente habrá que esperar a mitad de mes, en las respectivas reuniones del BCE y la FED, por lo que se refiere a bancos centrales. En cuanto a gobiernos, va tomando forma un futuro gabinete Biden, lo que empieza a eclipsar posibles problemas de reclamaciones judiciales, por parte de Trump. Pero la realidad es que la nueva administración no será una realidad palpable hasta mediados de enero. En ese sentido, esperamos pocas sorpresas.
En la parte negativa, los datos de contagio global siguen marcando tendencias no especialmente positivas, aunque lejos, en general, de los peores momentos de marzo y abril. Las vacunas han tenido un efecto moral muy importante en los inversores, pero pasará tiempo hasta que se conviertan en una realidad social, a efectos sanitarios, y un cambio de tendencia, a efectos de vuelta a la normalidad de la actividad económica. Mientras tanto, será necesaria una dosis adicional de paciencia y, probablemente, una extensión de los tiempos de confinamiento.
En cualquier caso, el marco de fondo ha cambiado de manera notable: hasta hace apenas unas semanas, la palabra clave en todo informe económico era “incertidumbre”. Sin duda, esta incertidumbre persiste en buena medida: aún es muy pronto para determinar las vías y, sobre todo, la velocidad de la normalización. Pero la realidad es que, en las últimas semanas, otra palabra está tomando el relevo como protagonista en el ámbito financiero: visibilidad. Si bien la carretera sigue siendo peligrosa y sazonada de curvas, la niebla que cubría el trayecto ha desparecido, como barrida por un viento súbito y poderoso: queda claro cuál es el final del camino en la política estadounidense, claro que habrá vacunas en 2021 a más tardar y claro que los bancos centrales van a sustentar el complejo entramado de deuda que esta crisis ha originado. Bajo estos supuestos básicos, lo que resta es conducir bien el automóvil. Sin contar que no todos los automóviles son iguales…
Por todo ello, razonable optimismo cuando encaramos la última semana de mercados del penúltimo mes en un año que, sin duda, pasará a la historia como el año del coronavirus. Aún son muchos los movimientos que podemos ver en los mercados en estas cinco semanas que faltan para el cierre de ejercicio. De momento, algo de enfriamiento es casi necesario, especialmente en el IBEX, que ha tenido un impulso adicional de la mano de un sector financiero que, esta vez sí, parece poner en marcha acciones corporativas. La sobrecompra está alta, y conviene algún tipo de estabilización, sana y razonable, para hacer más sólidas posteriores subidas. Los tipos bajos siguen contribuyendo, en todo caso, a que las valoraciones estén muy por encima de lo que en otros tiempos podría considerarse razonable, en términos de PER. No obstante, son muchas las cosas que pueden no salir del todo bien o según previsto: la carretera puede tener tener piedras no señalizadas, de algún desprendimiento. Por ello, a pesar de que existe una base razonable para pensar en el futuro, la prudencia debe ser el punto de partida de toda decisión, de manera más importante, si cabe, en las últimas fases del año.
Tribuna de Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía
Pixabay CC0 Public Domain. Una etapa de mayor relevancia para los mercados emergentes
Desde el anuncio de los resultados de las elecciones estadounidenses, los inversores han comenzado a aumentar la asignación a riesgo de sus carteras, poniendo a trabajar las posiciones que habían permanecido en contado hasta ahora. Este movimiento del mercado se ha visto reforzado tras los anuncios de que una vacuna está más cerca.
Estos acontecimientos han sido particularmente beneficiosos para los mercados emergentes (EM, por sus siglas en inglés), donde el presidente electo Joe Biden es considerado un “globalista” y, por lo tanto, es probable que deshaga algunas de las disrupciones provocadas por la administración Trump. El comercio mundial se beneficiará, ayudado también por la noticia de que se ha firmado un acuerdo de libre comercio en Asia, la Asociación Económica Regional Integral (RCEP).
Es probable que 2021 sea un año de gran crecimiento en emergentes; pero, de momento, solo existen signos aislados de inflación. Los indicadores PriceStats®, desarrollados por State Street Global Markets, sugieren que hay pocas presiones inflacionistas en EM fuera de Brasil y Turquía.
Esperamos una etapa de política monetaria más equilibrada, en la que algunos bancos centrales, como el de Turquía, aumenten los tipos de interés, mientras otros mantienen un régimen de relajación, como el de Indonesia. El enigma en el mundo emergente sigue siendo China, donde la expansión de la economía en 2020 ha dado lugar a que el rendimiento de los bonos a 10 años suba 80 puntos básicos desde los mínimos observados inmediatamente después de la crisis del COVID-19. Esta subida se produce a pesar de las señales de que la inflación sigue contenida y del fortalecimiento del yuan.
La Asia emergente es particularmente atractiva en términos relativos, con ventajas estructurales inherentes al cambio demográfico y las industrias tecnológicas avanzadas. China tiene una ponderación de cerca del 50% en el índice MSCI Emerging Asia y se espera que el país sirva como motor del crecimiento mundial en los próximos años. Otros contribuyentes importantes son Corea del Sur y Taiwán (junto a China, los tres representan alrededor del 80% de la capitalización del mercado). En el gráfico, pueden observarse las proyecciones de crecimiento del PIB para 2020 y 2021.
En State Street Global Advisors, esperamos que los retornos en Asia emergente sean más altos que en América Latina o Europa emergente durante el próximo año y en un periodo de tres a cinco años. A partir de entonces, la Europa emergente disfrutará de un pronóstico más alto, en parte debido al crecimiento de Rusia. A pesar de los atractivos factores de crecimiento de Asia emergente, el rendimiento de las ganancias es apenas marginalmente inferior al de la región en general.
El equipo de investigación de State Street Global Markets cree que el dólar continuará depreciándose. La combinación de una moneda que goza de poco apoyo por los diferenciales de los tipos de interés junto con las esperanzas de un regreso a un entorno más normal podría erosionar el atractivo del dólar como moneda refugio. Como se muestra en el gráfico siguiente, esto favorecería a los bonos emergentes en moneda local. Existe una relación inversa especialmente estrecha entre los cambios del dólar ponderado respecto al comercio (en el índice DXY) y los rendimientos del índice en moneda local, pero mucho menos en el caso del índice en moneda fuerte.
Para poner en contexto la importancia de la moneda, como se señaló anteriormente, los rendimientos de los bonos chinos pueden haber aumentado desde principios de abril, pero los retornos generales han seguido siendo positivos (4,5%), ya que los retornos combinados de la moneda (7,2%) y de los cupones (2%) han compensado las pérdidas de los bonos (-4,5%). Además, la cesta de monedas representada por el Bloomberg Barclays EM Local Currency Liquid Govt Index sigue pareciendo un 7,3% infravalorada frente al dólar desde una perspectiva histórica, y tiene una mayor exposición a los mercados asiáticos que otros índices.
El mayor repunte en los rendimientos del índice de moneda local frente al de moneda fuerte desde las elecciones presidenciales de Estados Unidos (también visible en el gráfico) sugiere que los inversores tienen ahora una mentalidad más favorable a la toma de riesgo. El repunte de la demanda también puede ser producto del mayor rendimiento ofrecido, ya que el Bloomberg Barclays EM Local Currency Liquid Govt Index proporciona un yield to worst de más del 3,7%.
Cómo posicionarse frente a esta temática
State Street dispone de una amplia experiencia en la gestión de inversiones en mercados emergentes y actualmente gestiona más de 30.000 millones de dólares en estrategias de renta variable y renta fija emergente.
Si finalmente se cumplen las previsiones a largo plazo de un dólar más débil, esto podría impulsar los activos de los mercados emergentes. Tener la capacidad de cubrir este riesgo también podría ayudar en gran medida a los inversores con carteras denominadas en euros.
Ante esta coyuntura, SPDR junto con Bloomberg Barclays ha creado una metodología de cobertura, donde se cubre a euros únicamente el retorno del dólar como divisa base del índice, y así mantener los costes de la estrategia controlados. Se trata del único ETF de este tipo con dicha característica, lo que permite a los inversores aprovechar todo el potencial de la deuda emergente en moneda local en los próximos meses.
Tribuna de Jason Simpson, estratega sénior de renta fija para SPDR ETF en State Street Global Advisors
Para obtener más información sobre las estrategias que proporcionan exposición a las temáticas aquí planteadas y ver el historial completo de rendimiento de estos fondos, acceda a los siguientes enlaces:
Pixabay CC0 Public DomainJessica Knowlden. Jessica Knowlden
La salud mental es un componente integral y esencial de la salud según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que define el término como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades» (1).
Los problemas de salud mental y de bienestar se han visto agravados durante la crisis de la COVID-19. Por nombrar tan solo algunas de las causas, muchas personas se enfrentan a situaciones de desempleo, incertidumbre económica, pérdida de seres queridos, aislamiento y trabajos «en primera línea», que pueden contribuir a un deterioro de la salud mental.
Un informe de la OMS publicado en octubre de 2020 indica que la COVID-19 está perturbando los servicios de salud mental en la mayoría de los países. Casi el 90% de los 130 países encuestados comunicaron que han integrado en sus planes nacionales de respuesta frente a la COVID-19 servicios de salud mental y apoyo psicosocial. Sin embargo, solo 17 de estos países han garantizado a dichos servicios adicionales toda la financiación necesaria (2).
Antes de la pandemia, las estadísticas sobre el estado de la salud mental en el mundo ya eran alarmantes. Según la OMS, la economía mundial pierde más de 1 billón de dólares estadounidenses al año como consecuencia de la depresión y la ansiedad (3), y a escala mundial hay menos de un profesional de la salud mental por cada 10.000 personas (4). Además, un informe elaborado por la Comisión Lancet afirma que los trastornos mentales están aumentando en todos los países y costarán a la economía mundial 16 billones de dólares de aquí a 2030 (5).
Desde el punto de vista del inversor y el empleador
En Janus Henderson, hemos abordado esta cuestión desde el punto de vista del inversor y también en nuestra calidad de empleadores. En el marco de nuestras actividades de inversión, nuestros equipos de inversión celebran cada año miles de reuniones con empresas, en las que a menudo se abordan cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés).
El tema de la salud mental tiene cada vez mayor presencia en nuestras conversaciones con empresas y nos complace mucho comprobar en sus respuestas que este es un asunto que los equipos directivos corporativos consideran muy importante y están tratando de abordar. Como es lógico, la COVID-19 ha puesto sobre la mesa la situación de la salud mental y son muchas más las empresas que nos han explicado cómo están apoyando a sus trabajadores en este momento tan complicado.
Interacción colaborativa
Como inversores, nos planteamos la interacción con las empresas en las que invertimos como un esfuerzo de colaboración y con frecuencia compartiremos con ellas perspectivas sobre buenas prácticas y recursos en el ámbito de la salud mental. En general, las empresas que ya contaban con buenos recursos de salud mental y bienestar antes del brote de COVID-19 estaban bien preparadas para dar a sus trabajadores toda la ayuda adicional necesaria. Por ejemplo, las compañías que dedican una parte de las prestaciones de salud a recursos de salud mental, programas de asistencia para los trabajadores, representantes internos de salud mental y formación han podido apoyar debidamente a sus trabajadores durante este complicado período. Otro aspecto destacado de nuestra interacción con las empresas en materia de salud mental es la importancia de reflexionar sobre ella desde el punto de vista del cliente. Siempre que proceda, interactuaremos con las empresas en las que invertimos para analizar cómo conciben y ponen en práctica políticas para proteger la salud mental de sus clientes, así como para recalcar la importancia de esas políticas.
Oportunidades de inversión
La salud mental también es un tema de inversión que está adquiriendo una creciente relevancia. Actualmente, hay muchas empresas que desarrollan productos, soluciones y servicios cuyo objetivo directo es mejorar la salud mental de las personas. Por ejemplo, este es un ámbito en franco crecimiento para los proveedores de servicios sanitarios y se extiende a otros sectores relacionados.
Una correlación positiva
Nuestra interacción con las empresas ha corroborado nuestra creencia de que las compañías que tienen políticas de bienestar y salud mental suelen tener una tasa más elevada de retención de trabajadores, una cultura laboral positiva y una plantilla más resiliente. Como inversores, reconocemos la importancia de continuar interactuando con las empresas sobre este tema, puesto que estamos convencidos de que para tener éxito nos es imprescindible que las empresas en las que invertimos tengan una cultura saludable y beneficiosa. Es evidente que las buenas empresas han evolucionado con los tiempos y abordan la salud mental dentro de sus organizaciones. Varios estudios de la OMS han demostrado que cada dólar gastado en tratamientos de la depresión y la ansiedad basados en datos empíricos genera un retorno de 5 dólares (6).
Promoción del apoyo a la salud mental
Janus Henderson lleva mucho tiempo abogando por el apoyo a la salud mental y ofrece una amplia variedad de recursos a sus trabajadores. Trabajamos para promocionar la salud y el bienestar global de nuestros trabajadores y sus familias centrándonos en cinco elementos que se relacionan entre sí dentro de un marco de bienestar: la trayectoria profesional, la situación financiera, la salud mental, la salud física y el bienestar social. Nuestro objetivo es mejorar el bienestar de nuestros empleados mediante actividades de concienciación y poniendo a su disposición distintos recursos y programas que les ayuden a plantearse la adopción de un estilo de vida más saludable. Una de las iniciativas es la suscripción gratuita a Headpace, una app móvil concebida para facilitar el mindfulness y la meditación mediante ejercicios muy breves, con el apoyo de un programa de asistencia para trabajadores.
This is Me
Desde 2018, Janus Henderson se enorgullece de patrocinar la innovadora campaña This is Me, cuyo objetivo es reducir la estigmatización de los problemas de salud mental, acabar con los mitos sobre ellos y proporcionar una plataforma en la que los trabajadores puedan compartir con sus compañeros sus historias y su experiencia afrontándolos. Cada año celebramos el Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre) y organizamos actos que sirven para concienciar y apoyar la salud mental y el bienestar de nuestros trabajadores.
Formación y Centro de Bienestar
Por otra parte, Janus Henderson ha impartido formación en materia de salud mental a sus directivos y trabajadores. Tenemos más de 50 responsables internos de salud mental en todo el mundo, que están a disposición de todos nuestros trabajadores que lo necesiten y que pueden apoyar a sus compañeros y orientarles sobre los recursos más adecuados.
Durante la pandemia pusimos en marcha el Centro de Bienestar, con recursos de nuestros socios proveedores para contribuir al bienestar de nuestros trabajadores durante estos momentos tan complicados. Por ejemplo, cada miércoles del mes de julio estuvo dedicado al bienestar de los trabajadores: compañeros de todo el mundo fueron invitados a asistir a seminarios virtuales y a explorar el abanico de recursos sobre salud social, física y mental a su disposición. Este programa, en el que participaron más de 1.000 trabajadores, sirvió también para incrementar la conexión social. El Centro continúa siendo un valioso recurso, que los trabajadores de Janus Henderson podrán continuar disfrutando, junto con otras iniciativas que se emprendan en el futuro.
Tras la pandemia
Después de la pandemia, es probable que se produzca un incremento de la presión sobre los servicios de salud mental de todo el mundo, que ya sufrían una carencia de recursos antes de la pandemia y ahora tendrán que atender a un gran número de personas con problemas de salud mental a largo plazo. La pandemia ha deteriorado la salud mental de muchas personas y ha creado nuevos obstáculos para quienes ya padecían alguna enfermedad de este tipo, pero también ha pasado factura a personas que nunca habían tenido problemas de salud mental anteriormente.
La Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido, por ejemplo, dio a conocer recientemente que el número de adultos que dicen tener síntomas de depresión en el Reino Unido prácticamente se ha duplicado con respecto al mismo período del año pasado (7). Por lo tanto, para nosotros es importante, como inversores, animar a las empresas que tenemos en cartera, o a las que analizamos con vistas a invertir en ellas, a dotarse de los recursos adecuados para apoyar a sus trabajadores. Y, como empleadores, continuaremos poniendo recursos a disposición de nuestros trabajadores, con el fin de ayudar a cualquier persona que tenga dificultades durante este período y en el futuro.
Tribuna de Charlotte Nisbet, analista de gobierno corporativo e inversión responsable en Janus Henderson Investors.
Anotaciones:
(1)Salud mental: fortalecer nuestra respuesta, marzo de 2018: www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response
(2) Los servicios de salud mental se están viendo perturbados por la COVID-19 en la mayoría de los países, según un estudio de la OMS: https://www.who.int/es/news/item/05-10-2020-covid-19-disrupting-mental-health-services-in-most-countries-who-survey
(3) Salud mental en el lugar de trabajo, mayo de 2019: https://www.who.int/mental_health/in_the_workplace/es/
(4) Policy Brief: COVID-19 and the Need for Action on Mental Health, 13 de mayo de 2020: https://www.un.org/sites/un2.un.org/files/un_policy_brief-covid_and_mental_health_final.pdf
(5) Comisión Lancet: Inaction on Mental Health Crisis Will Cost World $16 Trillion by 2030: https://globalmentalhealthcommission.org/wp-content/uploads/2018/10/Lancet-Commission-on-Global-Mental-Health-Press-Release.pdf
(6) Los servicios de salud mental se están viendo perturbados por la COVID-19 en la mayoría de los países, según un estudio de la OMS: https://www.who.int/es/news/item/05-10-2020-covid-19-disrupting-mental-health-services-in-most-countries-who-survey
(7) Coronavirus and depression in adults, Great Britain: junio de 2020: https://www.ons.gov.uk/peoplepopulationandcommunity/wellbeing/articles/coronavirusanddepressioninadultsgreatbritain/june2020
Información importante:
Este documento recoge las opiniones expresadas por el autor en el momento de su publicación y podrían ser diferentes de las de otras personas y otros equipos de Janus Henderson Investors. Los sectores, los índices, los fondos y los valores que se mencionan en este artículo no constituyen ni forman parte de ninguna oferta o invitación para comprarlos o venderlos. La rentabilidad pasada no es indicativa de rentabilidades futuras. El valor de las inversiones y las rentas derivadas de ellas puede disminuir y aumentar y es posible que los inversores no recuperen la cantidad invertida inicialmente. La información recogida en este artículo no reúne las condiciones para considerarse recomendación de inversión.
Emitido por Janus Henderson Investors. Janus Henderson Investors es la denominación con la que ofrecen productos y servicios de inversión Janus Capital International Limited (número de registro: 3594615), Henderson Global Investors Limited (número de registro: 906355), Henderson Investment Funds Limited (número de registro: 2678531), AlphaGen Capital Limited (número de registro: 962757), Henderson Equity Partners Limited (número de registro: 2606646) (registradas en Inglaterra y Gales, con domicilio social en 201 Bishopsgate, Londres EC2M 3AE y reguladas por la Autoridad de Conducta Financiera) y Henderson Management S.A. (número de registro: B22848, con domicilio social en 2 Rue de Bitbourg, L-1273, Luxemburgo y regulada por la Commission de Surveillance du Secteur Financier).
Pixabay CC0 Public Domain. ¿Por qué la resistencia a los antimicrobianos es importante para las compañías de alimentos?
La producción de proteína animal supone aproximadamente el 73% del uso mundial de antibióticos.1 Debido a la creciente demanda de carne, productos lácteos y pescado en los países de ingresos bajos y medios, junto con el auge de las operaciones de ganadería intensiva a gran escala, se prevé que el uso de antibióticos en el sector aumente un 67% para 2030, y casi se duplique en Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.2
La resistencia a los antimicrobianos (AMR, por sus siglas en inglés) es un fenómeno natural en el que los microorganismos desarrollan resistencia a los agentes antimicrobianos. Sin embargo, esto se está acelerando debido a la mala administración de antibióticos en la atención sanitaria y la agricultura. Se ha estimado que, si la AMR continúa sin control, habrá una pérdida del 11% en la producción ganadera para 2050.3
Las bacterias o los genes que codifican los mecanismos de resistencia a los antimicrobianos pueden transferirse de los animales a los humanos a través del medioambiente, la cadena alimentaria o contacto directo. Un número creciente de infecciones bacterianas comunes en los seres humanos, incluyendo infecciones del tracto urinario y la neumonía, se están volviendo más difíciles de tratar.
Si los antibióticos siguen perdiendo su eficacia, las cesáreas, la quimioterapia y otras intervenciones médicas habituales podrían empezar a conllevar un riesgo extremadamente alto. Esto socavaría gravemente la medicina moderna. Alrededor de 700.000 muertes por año en todo el mundo son causadas por infecciones resistentes a los antibióticos, y esto podría aumentar si no abordamos la AMR de manera adecuada.
El uso de antibióticos para tratar las enfermedades de los animales protege su bienestar y evita muertes innecesarias. Sin embargo, no es necesario usarlos para prevenirlas en grupos de animales si ninguno está enfermo, ni para promover el crecimiento en los que están sanos.
Muchos países han tomado medidas para frenar el uso de antibióticos en la ganadería en los últimos años. Los productores de proteína animal deben asegurarse de que cumplen con las restricciones a las que están sujetos en los países en los que operan.
Y, además de gestionar los riesgos asociados al uso de antibióticos, deben considerar las oportunidades, ya que la demanda de los consumidores de carne “sin antibióticos”* está aumentando: las ventas de carne “sin antibióticos” en EE.UU. crecieron cerca de un 29% anual entre 2011 y 2015, comparado con el 5% de la carne “convencional”.4
Una encuesta reciente realizada por Consumer Reports en Estados Unidos reveló que más de un tercio de los consumidores compran frecuentemente carne, aves y otros alimentos con la afirmación “sin antibióticos”. Por lo tanto, se puede decir que los productores de proteína animal que estén dispuestos a responder a las preocupaciones de los consumidores sobre el uso de antibióticos en los animales destinados a la alimentación estarán mejor posicionados para el crecimiento.
Nuestro compromiso
Desde 2109 hasta la fecha, hemos comprometido a 47 empresas con la AMR, aprovechando la investigación de FAIRR y la Access to Medicine Foundation, organizaciones que están evaluando cómo las empresas de alimentos y las farmacéuticas están abordando este tema. Tyson Foods, McDonald’s y Tesco, actores clave en sus respectivas industrias del sector alimentario, están dando un paso adelante para asegurar que los antibióticos se utilicen de forma más responsable.
Tribuna de Catherine McCabe, analista del equipo de inversión responsable de BMO Global Asset Management
*No hay una definición estándar de “carne sin antibióticos”. La etiqueta -como la de «sin antibióticos»- puede significar animales criados sin ningún antibiótico.
The value of investments and any income derived from them can go down as well as up and investors may not get back the original amount invested. Views and opinions have been arrived at by BMO Global Asset Management and should not be considered to be a recommendation or solicitation to buy or sell any companies that may be mentioned. The information, opinions, estimates or forecasts contained in this document were obtained from sources reasonably believed to be reliable and are subject to change at any time.
La bolsa en USA tocó máximos históricos, y muchos (al menos en redes sociales) mostraron su sorpresa por este hecho en un año en el cual la economía ha sufrido uno de sus peores golpes de los últimos 70 años. Sin embargo, este es un hecho que no debería extrañar a nadie. Las toneladas de dinero que se han lanzado a la economía son uno de los elementos clave que determinarán el comportamiento de muchos activos. No lo digo hoy, viéndolo en retrospectiva, lo he dicho en varias oportunidades y hoy, más que nunca, lo repito.
El M2, una de las medidas monetarias por excelencia, ha pasado de febrero a hoy, de cerca de 15,2 trillones de dólares a más de 19 trillones, representando un incremento superior al 20%, lo cual en condiciones normales, debería crear inflación. Si bien dentro de la carpeta de los analistas ya empieza a considerarse seriamente la inflación (lo interesante es que, hastas pocos días después de elecciones se hablaba de deflación), no es un fenómeno inmediato. Entonces, esa fuerte expansión monetaria, debe ir a terminar en algún lado y, cómo no, eso es en activos financieros.
Ahora bien, hay activos de activos, y por ello es que las acciones fueron las beneficiadas. Los bonos podían haber sido, pero su atractivo cada vez es más bajo: un Tesoro a 10 años con una tasa de 0,85% es poco atractivo, y si tomamos en cuenta que, casi una cuarta parte de los bonos que existen hoy en el mundo están en tasa negativa (cerca de 15 trillones de dólares tienen tasas por debajo de cero y el yield global promedio se ubica en 0,94%), la renta fija no era el destino más atractivo. Así, los inversionistas se fueron hacía acciones.
Tan es así este hecho, que la posición neta internacional de USA se ha deteriorado a pasos agigantados en este año (este indicador mide lo que tienen los extranjeros en USA, menos lo que tienen los norteamericanos en el exterior), pasando de cerca de 11 trillones de dólares a algo más de 13 trillones…parece poco, pero eso significa que en solo 6 meses del año, los extranjeros aumentaron en cerca de 2 trillones de dólares sus posesiones en USA (y midiéndolo como indicador del PIB, pasó de representar un negativo de cerca del 50% del PIB, a más del 70% del PIB). Esto tiene unas implicaciones también muy fuertes sobre la desigualdad de la riqueza, pero será tema de otro análisis.
La otra cara de la moneda son los Mercados Emergentes. Soy fanático de las inversiones en emergentes, y me he aventurado a decir en espacios anteriores, que serán los grandes ganadores en los próximos años. Ya muchas casas de inversión también lo creen. Y sigo creyendo firmemente, que el dólar (de sus niveles de abril e inicios de mayo) debe caer cerca del 40% vs las principales monedas del mundo emergente.
Al momento de escribir esta nota, llevamos 9 semanas consecutivas recibiendo flujos hacía bonos, las últimas dos con flujos muy positivos. Un hecho no menor, es que las primeras semanas de flujos, se destinaron especialmente hacía ETF, las últimas semanas ha visto ya flujos directos hacía bonos específicos y, especialmente hacía bonos internos, es decir, hacía moneda local.
Esto no es poco, y sigo altamente convencido que los flujos a EM vendrán por cuatro vías, que las repito aquí:
Inversión de portafolio
Inversión Extranjera Directa
Endeudamiento
Procesos de Fusiones y Adquisiciones
Muchos analistas argumentan que los EM somos mucho más riesgosos, y sí, lo somos. Pero hoy en día, en particular, el análisis de riesgo vs retorno nos favorece mucho más que a la mayoría de mercados desarrollados. Nuestra expectativa de retorno puede estar por arriba del 20% medido en dólares en muchos casos, con un nivel de “riesgo controlado” (los analistas estiman que la bolsa en USA puede ganar algo más del 12% en 2021, que es muy bueno, pero que quizá no sea sostenible de mediano plazo).
Nos vuelve muy atractivos el hecho de que el Equity Risk Premium para la bolsa norteamericana se estima para los próximos años en más del 7%, mientras que para ponerle punto de comparación, un CDS a 5 años en muchos casos, está debajo de los 200 puntos básicos.
Así mi pregunta es: ¿qué sorprende más, los 30.000 puntos del Dow Jones actualmente; o el hecho que sigo creyendo que el mundo emergente puede dar retornos superiores al 100% en un lapso de unos 4 o 5 años?
Manuel Felipe García Ospina es vicepresidente Wealth Management de Skandia
Los casos de coronavirus están aumentando a un ritmo alarmante en Estados Unidos y en Europa. Entonces, ¿cómo puede ser que la renta variable esté marcando nuevos máximos? Dado que el número de casos de COVID-19 está registrando un rápido aumento en Estados Unidos y en Europa, el panorama económico inmediato asociado a los nuevos confinamientos resulta cada vez más lúgubre.
Ahora bien, los anuncios de Pfizer y Moderna sobre la eficacia de sus vacunas han reavivado considerablemente el entusiasmo de los mercados financieros. En este contexto: ¿Cómo abordamos el posible deterioro a corto plazo de los datos económicos cuando existe una mayor certidumbre sobre el camino a más largo plazo hacia la normalización?
Unos resultados mejores de lo previsto impulsan los mercados al alza
Habíamos previsto, al igual que muchos analistas, que las nuevas vacunas lograrían una eficacia decente, en lugar de espectacular, y que comenzarían a estar disponibles hacia finales de 2020. Así pues, las últimas noticias han deparado una sorpresa positiva, en comparación con el escenario base. Además, el riesgo de cola ligado a la posibilidad de no tener una vacuna eficaz de manera inmediata se disipó con rapidez la semana pasada, y sus consecuencias para los mercados han sido profundas. Las compañías que carecían de atractivo de inversión sin la perspectiva de una vacuna de éxito han vuelto a ser objeto del escrutinio de los analistas. Por lo tanto, el significativo avance y la rotación en los mercados de renta variable tienen sentido:
El valor de las firmas más perjudicadas por el COVID-19, como las compañías de viajes y ocio, se ha disparado en los últimos días, dado su renovado atractivo de inversión.
Las compañías que normalmente muestran un buen comportamiento en un entorno reflacionario también han avanzado de forma impresionante, aunque no en la misma medida.
Las firmas de buena calidad que prosperarán en la mayoría de los escenarios (excepto el que sugiere la ausencia de una vacuna eficaz) también han evolucionado satisfactoriamente, dado que el escenario de cola izquierda se ha eliminado prácticamente.
Análisis de los efectos a largo plazo del COVID-19
No obstante, la crisis sanitaria ha incidido notablemente en la economía y en los mercados financieros. Sin el nuevo coronavirus no habríamos asistido al impresionante y repentino despertar de la economía real que ha ofrecido a las grandes compañías cotizadas la oportunidad de acelerar la disrupción de los sectores de la «vieja economía». El tiempo dirá el grado en que las respuestas antimonopolio o reglamentarias ralentizarán o revertirán estos últimos avances.
Sin la crisis tampoco habríamos sido testigos del desplome de los rendimientos de los bonos a largo plazo (y con ellos los tipos de descuento utilizados para valorar los activos de riesgo), lo que ha catapultado el valor actual de los flujos de caja futuros. La magnitud del daño económico todavía se desconoce, pero la mayor parte de los analistas, inversores y responsables políticos consideran que los rendimientos a largo plazo no experimentarán un rápido aumento, dado el impacto desinflacionista de la COVID-19, probablemente durante los dos próximos años.
Y sin la pandemia de coronavirus no habría repuntado el nivel de endeudamiento de los hogares, las compañías y los gobiernos. Unos mayores niveles de endeudamiento no implican necesariamente unos mayores niveles de servicio de la deuda, dado el colapso de los rendimientos de los bonos, pero sí limitan en cierto modo el grado en el que los tipos pueden subir antes de que se adopten medidas de endurecimiento monetario —lo que significa que, suponiendo constantes los demás factores, los tipos de interés de equilibrio se situarán, a buen seguro, en cotas más reducidas.
Resumen
Puede parecer paradójico que los mercados de renta variable estén repuntando cuando se aproxima una nueva desaceleración económica, si bien cabe recordar que las grandes compañías cotizadas son solo un subconjunto de la economía y que los títulos de renta variable representan activos de larga duración. Así pues, lo más importante que hemos aprendido en los últimos días ha sido que uno de los escenarios posibles (es decir, un futuro sin una vacuna eficaz) ya no parece probable. Y estas noticias resultan sumamente alentadoras tanto para los mercados financieros como para las personas.
Columna Toby Nangle, director global de asignación de activos en Columbia Threadneedle Investments.
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¿Cambiará la crisis del coronavirus nuestra forma de abordar los desafíos sociales y medioambientales? La respuesta dependerá de nuestra capacidad para aprender de los errores cometidos tras la crisis financiera mundial de hace una década.
Cuando el mundo se recuperaba de esa crisis, la dependencia exclusiva de las fuerzas del mercado y los préstamos baratos solo logró agravar los problemas en muchos casos; se perdió, en gran medida, la oportunidad de lograr una recuperación económica más inclusiva y centrada en los beneficios a largo plazo de abordar las cuestiones sociales y medioambientales más urgentes.
Si bien la llegada de la expansión cuantitativa (QE) en 2008 contribuyó a la recuperación económica, los gobiernos perdieron la oportunidad de introducir incentivos en el sistema para promover el flujo de capital hacia áreas necesitadas, en lugar de para engrosar los beneficios corporativos, a menudo a expensas de los retos sociales y medioambientales. Ahora que empezamos a dejar atrás la pandemia mundial, el plan de recuperación verde de la UE proporcionará un paquete de estímulos centrados en la renovación de edificios, la movilidad sostenible, el hidrógeno y las energías renovables.
Aunque todavía estamos a la espera de conocer más detalles, este plan demuestra la ambición de algunos gobiernos de aprovechar la crisis para acelerar la transición energética hacia un mundo neutro en carbono y de reconocer la importancia de compartir recursos sociales como hospitales, escuelas, viviendas sociales y transporte público.
Adoptar “la economía del donut”
La ciudad de Ámsterdam es un ejemplo de que un crecimiento más inclusivo y más sostenible puede formar la base de la recuperación del daño económico y social causado por la pandemia del COVID-19. La ciudad ha adoptado oficialmente el marco de desarrollo sostenible creado por la economista de Oxford, Kate Raworth, conocido como “la economía del donut”. Ámsterdam se ha propuesto salir de la crisis equilibrando las necesidades de las personas sin dañar el medioambiente: un compromiso ambicioso, y una especie de experimento, pero precisamente el tipo de pensamiento nuevo que creemos que es necesario para no volver a caer en los errores del pasado.
Objetivos de Desarrollo Sostenible
Una parte central del modelo de la economía del donut de Raworth es la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para 2030. Se trata de un ambicioso conjunto de objetivos creados para alcanzar prosperidad compartida y salvaguardar el bienestar del planeta que pone el énfasis en las necesidades sin atender.
Los ODS se lanzaron por primera vez en 2015 con el objetivo de poner fin a la pobreza mundial. En principio, los 17 ODS fueron diseñados para que los gobiernos colaborasen con la sociedad civil para mejorar la salud y la educación, reducir la desigualdad y estimular el crecimiento económico inclusivo, combatir el cambio climático y preservar la salud de nuestra biosfera. Estos objetivos representan un conjunto verdaderamente ambicioso de metas universales, que ya han firmado 193 países.
Coste elevado
Considerar los ODS desde la óptica de la crisis del COVID-19 subraya su papel decisivo para lograr una recuperación económica que aporte beneficios duraderos para el bienestar de las personas y del planeta. Sin embargo, el gasto necesario para cumplir con estos objetivos asciende a billones de dólares.
Para muchos, el coste original representaba una carga poco rentable que los países no podían permitirse en un momento en el que todavía se resentían por los años de austeridad sufridos tras la crisis financiera mundial. Los optimistas veían esta oportunidad de otra manera: lograr el objetivo general de poner fin a la pobreza mundial y garantizar la salud del planeta crearía mercados más grandes y resistentes de una manera en la que podrían estar de acuerdo tanto los activistas sociales y medioambientales como los inversores y las empresas. En nuestra opinión, el enorme coste humano de la crisis del COVID-19 muestra claramente que alcanzar estos objetivos representa una visión de la recuperación alternativa a la mentalidad del mercado libre –por la que “el ganador se lo lleva todo”– que ha imperado durante los últimos cuarenta años.
Satisfacer futuras necesidades
Dada la magnitud de los paquetes de estímulo puestos en marcha para sacar adelante la maltrecha economía mundial, obtener la financiación necesaria para cumplir los ODS de pronto parece mucho más factible. En un momento en el que los tipos de interés rozan niveles negativos de forma casi universal, las autoridades tienen ante sí la oportunidad de adoptar el desarrollo sostenible como la piedra angular de una recuperación económica generalizada al coste de financiación más bajo de la historia.
Aspiraciones como el fin de la pobreza (ODS 1), salud y bienestar (ODS 3), trabajo decente y crecimiento económico (ODS 8), ciudades sostenibles (ODS 11) y producción y consumo responsables (ODS 12) forman los pilares de un sistema económico fuerte y dinámico, capaz de adaptarse a nuestras necesidades futuras y de resistir los inevitables shocks que sufriremos de forma periódica. Creemos que cualquier sociedad civil que aspire a gozar de paz, justicia e instituciones sólidas (ODS 16) debe aspirar también a contar con un plan económico que abarque estos objetivos.
A lo largo de la historia hemos sufrido graves situaciones económicas que se convirtieron en crisis sociales. La Gran Depresión de los años treinta y la recuperación tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial requirieron una acción coordinada entre naciones y entre la sociedad civil y las empresas. En mayo de 1932, durante el peor momento de la Gran Depresión, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt pronunció en la Universidad de Oglethorpe un histórico discurso de graduación que marcó el comienzo de su «New Deal». Una frase de ese discurso presagiaba la importancia de los ODS y del desarrollo sostenible para hacer frente a una crisis económica: “Para inyectar vida en nuestro debilitado orden económico, no podremos hacer que dure mucho tiempo a menos que logremos redistribuir de forma más justa y equitativa la renta nacional”.
La importancia del activismo
Defender la sostenibilidad no es nada nuevo: el transcendental Informe Brundtland, publicado en 1987[2], sigue siendo el punto de referencia de un enfoque científico, revisado por pares, para alcanzar una economía sólida basada en los principios reflejados casi tres décadas después en los ODS de la ONU. Cada vez más, el término «capitalismo de los grupos de interés» (stakeholder capitalism) se considera el sucesor del modelo centrado en los accionistas (shareholder capitalism) que surgió tras la crisis económica de los años setenta. Si queremos lograr esta transición, los gobiernos, los reguladores y las empresas deben aprovechar plenamente la oportunidad que plantea la definición de sostenibilidad de Brundtland: “Desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, garantizando el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medioambiente y bienestar social”.
La crisis de la COVID-19 es una experiencia muy humana, que ha alterado la vida de cientos de millones de personas en todos los continentes. La pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de muchos sistemas sanitarios, incluso en las economías desarrolladas más prósperas, algo que ha socavado la salud y el bienestar futuros de muchas personas (ODS 3) y que probablemente dejará secuelas que durarán años.
Aunque los inversores no pueden abordar fácilmente las deficiencias de los sistemas de salud individuales, sí pueden influir en que se obtengan mejores resultados en todos los países colaborando activamente con las empresas para reconocer los beneficios de contribuir al bienestar de sus empleados. Para muchos trabajadores, la falta de acceso a atención médica, ya sea a través del sistema público o como un beneficio corporativo, ha tenido un coste personal considerable, especialmente entre los trabajadores peor remunerados.
¿Una recuperación sostenible?
Al final, el concepto de desarrollo sostenible, e incluso los ODS de la ONU, hacen referencia a una forma de capitalismo “bueno” que despliega capital en áreas que aborden las necesidades desatendidas de la sociedad global –una especie de “opción de compra” de la prosperidad futura– identificando así áreas estructurales de crecimiento.
Teniendo en cuenta que decenas de millones de personas probablemente perderán sus empleos, su medio de vida y, potencialmente, su bienestar como resultado de la pandemia, tenemos que apoyar conjuntamente una recuperación intolerante con la pobreza (ODS 1) que se vea respaldada por la idea de que la sostenibilidad es una visión de un futuro posible que ofrece múltiples beneficios para la sociedad y el mundo en el que vivimos. Para que esta visión se haga realidad es necesario que la sociedad civil valore las aspiraciones que plantean los 17 ODS y reconozca los beneficios compartidos, tanto presentes como futuros, que presenta este enfoque.
Formar alianzas (ODS 17) será decisivo para alcanzar este resultado, si queremos garantizar un futuro mejor para todos. En nuestra opinión, los ODS, junto con las consideraciones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), no son una etiqueta para señalar la virtud, sino aspiraciones para el futuro que requieren que actuemos ahora.
Es posible que no todas las sociedades evolucionen con estas aspiraciones en mente, ya que, en momentos de crisis económica, existe una tendencia a intentar aprovecharse de los demás y a darle prioridad al interés propio. Sin embargo, vemos señales esperanzadoras que apuntan a que está surgiendo una manera mejor de gestionar nuestro destino, que solo requiere que intentemos liberarnos de los lastres del pasado.
Tribuna de Andrew Parry, responsable de inversión sostenible en Newton, parte de BNY Mellon IM.
Pixabay CC0 Public DomainFrans Vledder. Frans Vledder
Los primeros nueve meses de 2020 se han caracterizado por la crisis de la COVID-19, que ha provocado fuertes sacudidas en los mercados, grandes cambios en las políticas monetarias y presupuestarias y unas perspectivas económicas particularmente sombrías. Este periodo ha albergado el primer hundimiento generalizado —y posterior recuperación— de los mercados en la era de la inversión sostenible y, por tanto, brindado un terreno propicio para analizar la relación entre sostenibilidad y rentabilidad.
En un reciente estudio, Fidelity International ha evaluado las rentabilidades de la inversión atendiendo a sus propias calificaciones ESG, comparándolas con el índice MSCI All Country World. Los resultados muestran que las empresas en la parte alta de nuestra escala de calificaciones ESG (A y B) superaron a las que poseen calificaciones más bajas (D y E) todos los meses entre enero y septiembre de este año, exceptuando abril. La diferencia acumulada en las rentabilidades relativas de los dos grupos se amplió hasta el 17% durante ese periodo.
Analizando en mayor profundidad los resultados, hemos visto que los grupos con calificaciones más altas cayeron menos cuando los mercados se hundieron, pero también subieron menos que los valores con calificaciones ESG más bajas cuando se produjo la recuperación en abril. Este mejor comportamiento relativo durante una caída acusada y peor comportamiento relativo durante un fuerte rebote de los mercados sugiere que los valores con calificaciones ESG más altas también tienen un factor de beta baja y alta calidad, además de ser menos propensos a sufrir la volatilidad del conjunto del mercado.
También observamos una relación lineal entre los grupos formados por las calificaciones ESG, de tal modo que cada grupo batió al de calificación inferior desde la A hasta la E en el periodo de nueve meses analizado. Este hecho confirma la hipótesis de la que partíamos, a saber, que las empresas con buenas características de sostenibilidad cuentan con directivos más prudentes y demostrarán una mayor resistencia ante una crisis.
Comparamos la evolución de 2.659 empresas cubiertas por nuestros analistas de renta variable, además de 1.450 en renta fija, usando el sistema propio de calificaciones ESG de Fidelity International. Descubrimos que la sólida correlación positiva entre el comportamiento relativo de una empresa en los mercados y su calificación ESG se sostenía claramente en el periodo más largo de nueve meses.
Las empresas en la parte alta de nuestra escala de calificaciones ESG (A y B) superaron a las que poseen calificaciones más bajas (D y E) todos los meses entre enero y septiembre, exceptuando abril. En el periodo de nueve meses, los valores con calificación A batieron al MSCI AC World, mientras que la relación lineal entre los grupos formados por las calificaciones ESG del estudio anterior -en la que cada grupo batió al de calificación inferior desde la A hasta la E- también se sostuvo en el periodo de nueve meses.
En general, pudimos constatar la relación entre las calificaciones ESG elevadas y las rentabilidades durante un hundimiento y posterior recuperación de los mercados, lo que apoya la idea de que el énfasis de una empresa en la sostenibilidad es un indicio fundamental de la calidad de sus órganos de administración y dirección.
Renta variable
La súbita caída de los mercados entre febrero y marzo fue impactante por su gravedad y se sintió en todo el mundo. Por ejemplo, en EE. UU. solo hicieron falta 16 sesiones para que el S&P 500 cayera un 20% desde los máximos de febrero, dando lugar al mercado bajista más rápido de la historia estadounidense.
La recuperación ha sido igual de impresionante y ha dejado el índice MSCI All Country World en el mismo nivel al que empezó el año. Durante este periodo, las cotizaciones de las empresas con una calificación de sostenibilidad de Fidelity elevada (A) se anotaron una rentabilidad equiponderada positiva del 0,4%, superando así al índice de referencia internacional, mientras que las empresas con calificaciones entre B y E se depreciaron. Aunque cada grupo superó al grupo inmediatamente inferior en la escala de calificaciones, es importante señalar que la mayoría de los grupos se comportaron peor que el índice MSCI debido a las abultadas ganancias del sector tecnológico durante 2020. Los valores tecnológicos se encuentran dispersos entre nuestras diferentes calificaciones ESG, desde la A hasta la E, de ahí que las cinco categorías no hayan podido moverse a la par que el índice de referencia.
Abril rompe la racha ganadora de los valores sostenibles
Realizamos un análisis mensual de las rentabilidades durante los nueve primeros meses de 2020 comparándolas con el índice MSCI AC World. Observamos que los valores con mejores calificaciones ESG (A y B) presentaban mayores ganancias que los valores con peores calificaciones todos los meses, exceptuando abril.
Los grupos con calificaciones más altas cayeron menos cuando los mercados se hundieron y subieron menos que los valores con calificaciones ESG más bajas cuando se produjo la recuperación en abril.
Los grupos con calificaciones más altas cayeron menos cuando los mercados se hundieron y subieron menos que los valores con calificaciones ESG más bajas cuando se produjo la recuperación en abril. Eso sugiere que los valores con calificaciones ESG más altas también tienen un factor de beta baja y alta calidad, además de ser menos propensos a sufrir la volatilidad del conjunto del mercado.
Ajustes por calidad
Además de la dispersión de rentabilidades coincidentecon las categorías de calificaciones ESG, observamosuna correlación similar con la rentabilidad sobrerecursos propios (RoE). Eso indica que aquellos valores con una calificación ESG más alta también tienden a ser valores de mayor calidad, lo que da pie a extraer conclusiones sobre la dimensión ESG a partir de la calidad del negocio de una empresa.
Con esta idea en mente, calculamos un promedio a cinco años de la RoE de nuestras empresas, clasificamos el universo en orden descendente, lo dividimos en cinco segmentos promedio y después analizamos el comportamiento de los valores para identificar mejor la dimensión ESG como factor a la hora de evaluar las rentabilidades de mercado.
En el cómputo global, la dispersión observada anteriormente se sostiene en este nuevo análisis. Los valores con calificaciones ESG de A y B siguieron batiendo a los valores integrados en las categorías inferiores (D y E) en los cinco niveles de RoE promedio, lo que indica que la calificación de sostenibilidad se sostiene como factor de rentabilidad con independencia de esta definición de calidad.
Además, descubrimos que la evolución de las empresas con las calificaciones más bajas (D y E) en un segmento de RoE elevado fue en muchos casos peor que la de los valores con calificaciones A y B de empresas con una RoE relativamente más baja. Eso sugiere que, en general, el mercado ha recompensado los rasgos de sostenibilidad de una empresa frente a la simple rentabilidad sobre el capital en 2020.
La tendencia de las calificaciones: peor comportamiento relativo de las empresas cuyas perspectivas en materia de sostenibilidad se deterioran
A la hora de asignar a las empresas una calificación ESG, nuestros analistas también indican si creen que el desempeño de una empresa en los factores ESG está mejorando, deteriorándose o se mantiene estable. Nada menos que el 31% de las empresas está mejorando sus perspectivas, mientras que solo el 4% parece estar empeorándolas, lo que demuestra la seriedad con la que los consejos de administración de las empresas están tomándose la dimensión ESG.
Fijándonos en las rentabilidades, las empresas cuyas perspectivas se deterioran se comportan peor que sus homólogas con perspectivas estables o al alza en la mayoría de niveles de calificación.
Tomadas en conjunto, sus acciones perdieron una media del 11% durante los nueve primeros meses de 2020, frente a la caída del 6,8% que se anotaron las empresas con una perspectiva estable y el descenso el 6,3% que registraron los títulos que mejoran. De nuevo, esto viene a refrendar la hipótesis de que las empresas con equipos directivos que se implican en cuestiones ESG registran un mejor comportamiento en los mercados. El mismo efecto del sector tecnológico se evidencia de nuevo aquí.
Renta fija
En la renta fija, las conclusiones son similares a las que se obtienen en la renta variable. De media, los títulos de empresas con calificaciones ESG más altas se comportaron mejor que sus homólogas con peor calificación desde el 2 de enero hasta el 30 de septiembre (en tasa no ajustada). Los bonos de las 154 empresas con calificación A rentaron alrededor de un -0,5% de media, frente al -1,5% de las 557 empresas con calificación B y el -4,6% de las 225 empresas con calificación D. Existe cierta concentración entre las empresas con calificaciones D y E, lo que puede explicarse por el reducido tamaño de la muestra de estas últimas (únicamente 24).
Ajustes por calidad crediticia
No todos los bonos nacen iguales. Observamos que las empresas con una calificación ESG elevada también tenían un diferencial medio de partida (diferencial ajustado a la opción) más bajo, lo que indica que son títulos de alta calidad y cabría esperar que superaran a sus homólogos de peor calificación en mercados volátiles.
Cuando controlamos el nivel de partida de la beta de crédito de cada emisor, la evolución en los diferentes niveles de calificación ESG de Fidelity es persistente y los bonos de empresas con calificaciones más altas siguieron comportándose mejor que sus homólogos de calificaciones más bajas.
Para este cálculo, separamos los títulos por su diferencial de crédito de partida en quintiles y calculamos la rentabilidad media para cada combinación de quintil y calificación ESG, promediando de nuevo por los segmentos de diferencial para conseguir una única cifra para cada calificación A-E. Suprimimos del análisis todos los títulos con calificación E y todos los títulos en el quintil de calidad crediticia más baja, debido al bajo número de los dos.
Desglose mes a mes
En nuestro último análisis, desglosamos las cifras de conjunto por meses para obtener más detalles sobre el comportamiento de los títulos durante los diferentes periodos de un 2020 volátil. Los datos ajustados por calidad muestran que los bonos de empresas con calificaciones más elevadas batieron a sus homólogas de inferior calificación durante el hundimiento de marzo y la recuperación de abril.
Mayo fue el único mes en el que los títulos C y D lo hicieron mejor que sus homólogos más sostenibles, pero incluso entonces, la diferencia fue escasa.
Conclusión
La volatilidad que han sufrido los mercados en 2020 recuerda a la de 2008, a pesar de las diferencias en las circunstancias. Una reacción natural en un periodo de incertidumbre sería reducir los horizontes de inversión y postergar inquietudes a más largo plazo como la sostenibilidad medioambiental, el bienestar de las partes interesadas y el buen gobierno.
Sin embargo, nuestros estudios sugieren que, de hecho, el mercado discrimina entre las empresas en función de su atención a las cuestiones de sostenibilidad, tanto en los desplomes como en las recuperaciones, y eso demuestra por qué la sostenibilidad es un importante pilar de la gestión activa de carteras.
Estudio realizado por Jenn-Hui Tan, responsable mundial de supervisión e inversión sostenible en Fidelity International.
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