No existen alternativas a la renta variable

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Pixabay CC0 Public DomainCorina Constantinov. Corina Constantinov

Aunque el riesgo político, la segunda ola de COVID-19, la ralentización de la actividad económica y la limitada inflación podrían desatar una espiral de ventas a corto plazo, las elevadas primas de riesgo de la renta variable y los reducidos tipos de interés respaldarán la renta variable a medio plazo.

Tras el espectacular repunte registrado desde los mínimos de marzo, los mercados de renta variable parecen ahora tensionados. Conforme atravesamos la segunda ola de COVID-19, la incertidumbre está empezando a hacer mella en la recuperación de los beneficios y, si bien ya hemos dejado atrás las elecciones presidenciales estadounidenses (aunque con el riesgo de una complicada transición), el recién elegido presidente probablemente seguirá ejerciendo presión sobre China. Las revisiones de beneficios corporativos han ido en aumento en Estados Unidos, aunque podrían estar cerca de sus máximos en estos momentos. En Europa, muestran una trayectoria plana (1). En comparación con muchos analistas, Columbia Threadneedle Investments anticipa un repunte de los beneficios más modesto para el próximo año. Las cifras del consenso parecen demasiado elevadas.

Algo indiscutiblemente positivo es el nuevo marco político de la Reserva Federal estadounidense, que incluye una tolerancia explícita a un rebasamiento del objetivo de inflación. Incluso si la inflación aumenta, la Fed no tomará cartas en el asunto. Al final, eso conllevará una pronunciación de la pendiente de la curva de tipos. Ahora bien, el principal factor determinante de los tipos de interés a largo plazo es la dirección de los tipos a corto plazo. Si los tipos cortos se mantienen anclados en niveles reducidos durante cuatro o cinco años, ¿cómo pueden aumentar los tipos largos?

Las nuevas restricciones impuestas para combatir la pandemia de coronavirus, junto con un menor respaldo fiscal, pasarán factura a las economías hacia finales de año. En el momento de escribir estas líneas, el plan de emergencia federal estadounidense de protección para los desempleados ha llegado a su fin y todavía no se ha acordado un nuevo paquete fiscal. En su conjunto, las demoras en la aprobación de dichos estímulos y la espiral de ventas en las acciones tecnológicas estadounidenses han intensificado el riesgo a corto plazo en los mercados, aunque las noticias sobre la vacuna resultan enormemente favorables. Los estímulos monetarios a corto plazo, medidos por los flujos de crédito a seis meses, alcanzaron un máximo histórico en verano, aunque su efecto se está desvaneciendo. En Estados Unidos y China, dichos flujos alcanzaron su nivel máximo en mayo, con 700.000 millones de dólares y 800.000 millones de dólares, respectivamente.

En la zona euro, el pico se alcanzó en julio, con flujos superiores a 1 billón de dólares. Los flujos totales superaron los registrados durante la crisis financiera mundial. Recientemente, los flujos de crédito a seis meses han descendido hasta los 200.000 millones de doláres tanto en Estados Unidos como en China (2). Aunque todavía estamos a la espera de los últimos datos de Europa, el panorama debería ser similar. Con todo esto como telón de fondo, los estímulos fiscales desempeñarán una función aún más importante.

Atención a la prima de riesgo de la renta variable

Salvo a muy corto plazo, no existe alternativa a la renta variable, dado que la prima de riesgo de la renta variable mundial (a saber, la diferencia entre el rendimiento de los beneficios de la renta variable y el rendimiento de la deuda pública) sigue siendo desproporcionada. El rendimiento por dividendo del índice S&P 500 asciende actualmente al 1,6%, un dato inferior a su media a largo plazo del 4,3%, aunque muy superior al rendimiento del 0,7% que ofrece el bono del Tesoro estadounidense a 10 años. Si los dividendos abonados se mantuvieran en los niveles actuales en los 10 próximos años, el S&P 500 tendría que retroceder un 9% para situarse al mismo nivel que la rentabilidad del bono del Tesoro a 10 años. Si la tasa de inflación se situara en el 2% de media durante el mismo periodo de 10 años, el S&P 500 tendría que retroceder un 25% para coincidir con el bono del Tesoro a 10 años (3).

El panorama resulta aún más impactante fuera de Estados Unidos: la renta variable de la zona euro tendría que ceder un 30% en términos reales, y la renta variable del Reino Unido tendría que descender un 50%, para equiparar sus rentabilidades con las de los bonos (4). Ninguno de estos escenarios parece probable. Aunque los rendimientos de los beneficios estadounidenses se sitúan muy por debajo de la media, la prima de riesgo de la renta variable sigue siendo elevada porque los rendimientos reales de los bonos se hallan en terreno muy negativo.

En efecto, la prima de riesgo de la renta variable sigue rondando su nivel de marzo, cuando los precios de las acciones marcaron mínimos. Si bien los precios de la renta variable han repuntado y los rendimientos por dividendo han caído, el descenso de los rendimientos reales de los bonos ha sido similar. El mercado ha descontado el retroceso temporal de los beneficios corporativos (que acabarán repuntando) provocado por la COVID-19, pero también ha descontado la caída de 94 p.b. del rendimiento del bono a 30 años (considerado “libre de riesgo”) desde principios de año (5). Mientras que el efecto en los beneficios resulta provisional, el efecto en la tasa de descuento es permanente. Así pues, pese a las preocupaciones a corto plazo, los precios de la renta variable deberían ser más elevados.

Mientras tanto, la política monetaria revela una laxitud excepcional. La Fed ha prometido mantener los tipos inalterados hasta que la economía alcance el objetivo de “máximo empleo” y la inflación “suba moderadamente hasta superar el 2% durante algún tiempo”. La mayoría de los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto no prevé alterar los tipos antes de finales de 2023, como muy pronto. Si bien, en ausencia de inflación, no parece probable que los rendimientos de los bonos vayan a aumentar en los próximos años, tampoco parece probable que vayan a caer aún más teniendo en cuenta los niveles mínimos en los que ya se encuentran. La prima de riesgo de la renta variable es lo suficientemente elevada como para permitir que las acciones sigan revalorizándose — incluso si los rendimientos de los bonos aumentan ligeramente.

Crecimiento frente a valor

Este prolongado periodo de reducidos tipos de interés sugiere ciertos paralelismos con la era de los “Nifty Fifty” en las décadas de los 60 y los 70, cuando 50 acciones de crecimiento de calidad dominaron la rentabilidad del mercado bursátil estadounidense. Aun así, si los rendimientos de los bonos solo se estabilizan en lugar de tender al alza, esto podría eliminar un importante obstáculo para los bancos. En comparación con las acciones de estilo crecimiento (growth), las acciones de estilo valor (value) son ahora más baratas que en cualquier punto de la historia, e incluso más baratas que en el punto álgido de la crisis de las puntocoms en 2000 (gráfico 1) (6). Sin embargo, las acciones de valor necesitan un catalizador para iniciar el repunte. Un nuevo acuerdo fiscal o una vacuna efectiva, plenamente aprobada y rápidamente distribuida podría ser el factor desencadenante que necesitan, pero todavía no hemos llegado a ese punto. Son varias las vacunas candidatas que han iniciado los ensayos de fase 3, y tres de ellas parecen efectivas hasta la fecha, aunque todavía debemos esperar algún tiempo para su aprobación definitiva, su fabricación y su distribución a escala mundial.

Columbia Threadneedle

Las acciones de valor suelen registrar una rentabilidad superior a la de sus homólogas de crecimiento cuando el dólar estadounidense se debilita y el crecimiento mundial se acelera. Las acciones de crecimiento mostraron un satisfactorio comportamiento a finales de la década de 1990, cuando el billete verde revelaba fortaleza, mientras que las acciones de valor se comportaron mejor entre 2001 y 2007, cuando el dólar mostraba debilidad. Si el dólar se depreciara en los próximos meses, eso podría ayudar a impulsar todas las acciones de valor que se hallan actualmente de capa caída.

Respaldo para los activos de riesgo

Ahora que ya hemos dejado atrás las elecciones estadounidenses, las vacunas deberían acelerar la recuperación. No parece probable que el actual respaldo político vaya a sufrir cambios, dado que las autoridades desean que las economías se mantengan en funcionamiento para sostener la recuperación. Esto debería impulsar los títulos de renta variable al alza. Hasta ahora, el crecimiento a largo plazo se ha visto rodeado de gran incertidumbre, lo que ha contrarrestado los efectos positivos del descenso de los tipos. Esta incertidumbre también ha sido reflejo de los riesgos deflacionistas extremos y los temores sobre el futuro de la UE y el euro.

Ahora que comenzamos un nuevo ciclo, con un crecimiento moderado, pero con una inflación y unos tipos de interés reducidos, el respaldo político debería mitigar el riesgo de otra recesión. La reanudación de la política de tipos de interés cero respaldará los activos de riesgo en un futuro inmediato. A corto plazo, sin embargo, el actual aumento de los casos de COVID-19, las continuas medidas de confinamiento, la ralentización de la actividad económica y las limitadas expectativas de inflación (es decir, unos tipos reales más elevados) podrían desatar otra espiral de ventas en la renta variable.

 

Columna de Paul Doyle, director de renta variable europea (excluido el Reino Unido) en Columbia Threadneedle Investments.

 

Anotaciones:

(1) Análisis de Columbia Threadneedle, septiembre de 2020.

(2) BCA Research Inc, septiembre de 2020.

(3) Análisis de Bloomberg/Columbia Threadneedle, septiembre de 2020.

(4) Análisis de Bloomberg/Columbia Threadneedle, septiembre de 2020.

(5) BCA Research Inc, septiembre de 2020. 6 BCA Research Inc, septiembre de 2020.

 

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La inversión en deuda high yield en la era del COVID-19

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En el actual entorno, la inversión en deuda high yield requiere evaluar el impacto de la pandemia, en el contexto de las tendencias seculares, así como identificar factores idiosincrásicos específicos de cada título. A efectos de elaborar un marco ilustrativo del impacto del coronavirus en sectores high yield, creamos una matriz dividida en cuatro cuadrantes donde representamos las tendencias seculares y el impacto del virus en los dos ejes (gráfico 1).

Posteriormente, nuestros analistas crearon una selección de sectores en la matriz, e indicaron la gravedad del impacto en el contexto de un crecimiento secular. Las oportunidades de inversión aparecen al superponer las valoraciones, las cuales podrían sugerir anomalías de precios cuando los inversores se centren en exceso en las ramificaciones a corto plazo o en un sector general. A continuación, se detallan las oportunidades en los cuatro cuadrantes.

  • Aunque los sectores del cuadrante A se han beneficiado de la pandemia y unos vientos estructurales a favor, las valoraciones ya reflejan en gran medida estos efectos positivos.
  • El cuadrante B recoge negocios con unas perspectivas de crecimiento a largo plazo por encima de la media y que han experimentado rotaciones en la demanda o se han visto batidos por la pandemia.
  • Los sectores en el cuadrante C podrían haberse visto catapultados de manera temporal por la coyuntura del COVID-19, atrayendo a los inversores por su crecimiento desmesurado, el cual podría caer hasta niveles por debajo de la tendencia frente a otros sectores a medida que se atenúan las inquietudes en torno al virus.
  • Las firmas del cuadrante B se hallan en la infeliz posición de experimentar un retroceso secular que se ha acelerado aún más durante la pandemia.

Estos cuadrantes ofrecen un marco de estudio y denotan nuestros sesgos, si bien aquí no acaban nuestros análisis. Las evaluaciones de las empresas individuales y sus valoraciones constituyen datos adicionales en nuestros análisis fundamentales que pueden identificar oportunidades idiosincrásicas en el conjunto de sectores. Lo que aparece a continuación son discusiones sobre las oportunidades en determinados sectores de cada cuadrante.

MFS IM

  • Cuadrante A – Efectos positivos del virus y tendencias seculares propicias

El cuadrante A en la parte superior derecha de la matriz recoge sectores que han reaccionado positivamente al virus y exhiben tendencias seculares propicias. No es de extrañar que los sectores de este cuadrante suelan mostrar los diferenciales más estrechos. Ahora bien, dada la calidad de las empresas y las perspectivas a largo plazo, podríamos inclinarnos por incrementar las líneas en créditos de mayor calidad o aumentar las exposiciones a crédito de menor calidad con diferenciales atractivos. Construcción de viviendas La construcción de viviendas muestra unas perspectivas cada vez más favorables debidas tanto al COVID-19 como a las tendencias seculares (en lo que se incluyen los reducidos tipos de interés), la creciente demanda de viviendas en propiedad, el escaso inventario de viviendas actual y el apalancamiento relativamente bajo de los consumidores. Dado que la rentabilidad de las empresas presenta, por lo general, una elevada correlación en este sector, otorgamos prioridad a la inversión en una cesta diversificada de deuda con calificación BB. En nuestra opinión, los inversores no reciben una compensación adecuada por el riesgo adicional que entrañan los créditos de inferior calidad relacionados con la construcción de viviendas.

Materiales de construcción

Los materiales de construcción son un sector relacionado con unas perspectivas dispares. En cuanto a la construcción de inmuebles residenciales, el impacto negativo inicial de la pandemia se vio revertido rápidamente por la fuerte demanda de materiales de construcción por parte de quienes deseaban reformar sus hogares, a lo que se sumaron unos tipos de interés extraordinariamente reducidos y la tendencia a la migración desde las ciudades hacia las zonas suburbanas. Por consiguiente, las empresas de materiales de construcción que muestran una elevada exposición a la demanda residencial se han recuperado con rapidez y sus carteras de pedidos siguen aumentando.

En cambio, la construcción de inmuebles comerciales con exposición a los sectores de oficinas, distribución minorista y de ocio han revelado una considerable fragilidad por el freno a la demanda que han representado las restricciones frente al COVID-19. Entretanto, el teletrabajo podría reducir la demanda de espacios para oficinas.

Privilegiamos las empresas con exposición a los inmuebles residenciales, puesto que, en nuestra opinión, esta tendencia de la demanda persistirá, y muchos créditos ofrecen buen valor relativo en comparación con otros sectores.

  • Cuadrante B – Efectos negativos del virus y tendencias seculares positivas

Los sectores presentes en este cuadrante se han visto afectados de manera notable por esta pandemia, si bien podrían ofrecer oportunidades idiosincrásicas o a largo plazo atractivas. Las principales consideraciones son el impacto de la pandemia en los balances corporativos tras el ingente endeudamiento, las posibles restricciones como consecuencia de la propagación del virus, el calendario para la distribución de una vacuna efectiva y las implicaciones sociales a más largo plazo de la pandemia. En este cuadrante figuran sectores ligados al ocio, en los que se incluyen los juegos de azar y el alojamiento, y que se examinan más adelante.

Alojamiento

Aunque la industria del alojamiento ha sido testigo de retrocesos en el precio y en la ocupación derivados de la pandemia, vaticinamos que su recuperación se revelará más vigorosa en los hoteles del categoría baja y media que en los operadores del turismo de lujo, de los viajes corporativos o dedicados a las conferencias. El COVID-19 podría traer consigo descensos prolongados en la demanda de viajes corporativos como consecuencia de la adopción generalizada de reuniones virtuales. Por otra parte, el segmento de los viajes de ocio goza de unas propicias tendencias seculares a más largo plazo a medida que los consumidores optan por las compras basadas en la experiencia.

Juegos de azar

Los efectos de la pandemia son heterogéneos en los diversos subsectores del segmento de los juegos de azar, lo que ofrece la oportunidad de una diferenciación activa. Hemos otorgado prioridad a operadores regionales frente a los operadores de destinos, pues los clientes pueden conducir en vez de volar a los sitios. La accesibilidad ha cobrado una vital importancia en la rentabilidad superior de las empresas de juegos de azar regionales frente a las empresas de juegos de azar en destino durante la pandemia. El juego en línea y las apuestas deportivas, ahora legalizados y menos dependientes de los grupos, representan otros subsectores de interés, dependiendo de su valoración.

  • Cuadrante C – Efectos positivos del virus y tendencias seculares negativas

Este cuadrante incluye sectores con tendencias seculares muy negativas que, sin embargo, se vieron catapultados por la pandemia. En líneas generales, tendemos a infraponderar estos sectores por sus relativamente malas perspectivas a largo plazo, aunque se pueden dar oportunidades idiosincrásicas.

Automóvil

Por lo general, favorecemos los proveedores, más que por los fabricantes, de la industria del automóvil, debido a los ciclos de producto más reducidos, las dinámicas más favorables en materia de capital circulante, la inferior inversión de capital relacionada con la electrificación, y la diversificación de la clientela. Muchos fabricantes de automóviles presentaban unos estrechos márgenes y unos balances limitados con anterioridad a la pandemia, y las turbulencias iniciales desatadas por el coronavirus amplificaron la ciclicidad del sector.

  • Cuadrante D – Efectos negativos del virus y tendencias seculares desfavorables

Los sectores de este cuadrante se enfrentan a unos fuertes vientos en contra tanto por factores seculares como por el virus. Así pues, no se trata de sectores que sobreponderemos por lo general. No obstante, determinados créditos de mayor calidad podrían brindar unas valoraciones atractivas.

Distribución minorista

Las empresas dedicadas a la distribución minorista se han visto penalizadas por años de “efecto Amazon” y por los cambiantes hábitos de compra en los consumidores. La pandemia ha venido a acelerar estas tendencias. La demanda virtual se ha incrementado y el abismo existente entre los ganadores y los perdedores se ha agigantado. El sector había empezado a invertir en la tecnología que se precisa para la distribución virtual y multicanal antes del COVID-19, y la demanda relacionada con la pandemia ha supuesto un impulso adicional para esta tendencia. Hemos invertido principalmente en segmentos defensivos del mercado o en operadores especializados con una fuerte presencia en el mundo virtual.

Energía

Antes de la pandemia, existía un exceso de oferta en el sector de la energía. Los confinamientos por el coronavirus y el descenso en los desplazamientos agravaron el excedente de oferta. El abaratamiento de las materias primas castigó mayoritariamente a productores independientes, refinerías y empresas de servicios para yacimientos petrolíferos, que registraron una caída de ingresos y un incremento del apalancamiento. Las compañías midstream se vieron menos afectadas, dado que las fuentes de ingresos por contrato protegieron, en cierto modo, a estas empresas de la ciclicidad del sector. El sector de la energía lleva años atravesando dificultades, dado que las compañías no han sido capaces de generar rentabilidades apropiadas sobre el capital invertido de manera constante a lo largo de un ciclo económico. Tenemos una opinión negativa sobre el sector, si bien seguimos buscando oportunidades entre las empresas de mayor calidad cuando los diferenciales se amplíen. Las firmas que nos gustan son capaces de cubrir los costes de producción y, a nuestro parecer, generar suficientes beneficios como para cosechar una rentabilidad positiva en un ciclo completo.

Conclusión

Aunque no cabe duda de que la pandemia del coronavirus ha incidido de manera considerable en la economía mundial, el impacto (ya sea negativo o positivo, a corto o a largo plazo) ha sido dispar entre los diferentes sectores. En el proceso de análisis que sustenta las carteras high yield de la firma, nos ha resultado útil examinar el impacto de la pandemia en el contexto de tendencias seculares anteriores al virus y que deberían persistir en el futuro. Este marco ayuda a distinguir entre, por un lado, trampas de valor impulsadas por la demanda a corto plazo y, por otro lado, oportunidades de valor que se han visto restringidas de manera temporal por la pandemia.

Aunque la tabla identifica los sesgos sectoriales generales, el análisis empresa por empresa podría desvelar oportunidades en cualquier cuadrante. Seguirá habiendo anomalías y oportunidades en los mercados high yield tras la acusada volatilidad que presenciamos durante todo 2020. Los gestores activos como MFS podrían aprovechar la situación empleando un horizonte de inversión a más largo plazo.

 

Columna de Michael Adams, gestor institucional de renta fija, Grace K. Lee, analista de renta fija, y Michael J. Skatrud, gestor de carteras de renta fija en MFS IM.

 

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Estas son las razones por las que el petróleo y la mayoría de las materias primas muestran una tendencia alcista

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Pixabay CC0 Public Domain. Nordea AM endurece sus estándares sobre calentamiento global que aplica en sus fondos

La mayoría de las materias primas están instaladas en una racha ganadora en este momento. Incluso el petróleo, que todavía se enfrenta a una demanda frágil, tiene el potencial de comercializarse en torno al nivel de 60 dólares a mediados de año gracias a los recientes recortes unilaterales de la producción llevados a cabo por Arabia Saudita.

En la actualidad, los principales mercados de materias primas se están recuperando debido al efecto combinado de la debilidad del dólar estadounidense, la recuperación cíclica del COVID-19, los estímulos de los bancos centrales y el aumento del gasto fiscal en proyectos de infraestructura.

Todas las materias primas cíclicas, incluidos la soja, el maíz y el azúcar, se están comercializando actualmente en una situación de backwardation (que es aquella en la que el precio de los futuros financieros tiene un precio menor que el precio spot), lo que pone de manifiesto el desajuste entre la oferta y la demanda. Incluso los granos, que se habían mantenido en una trayectoria descendente desde 2012, se han recuperado más del 45% en los últimos seis meses debido a las sequías relacionadas con La Niña en América Latina y China, ya que estos países se aseguraron reservas estratégicas de estos productos. Además, los mercados corren el riesgo de subestimar las consecuencias de las expectativas de inflación, ya que todos los principales bancos centrales están señalando su renuencia a endurecer el estímulo monetario, incluso si la inflación se elevara por encima del 2,5%.

Arabia Saudí estabiliza el mercado del petróleo

En la última reunión de la OPEP, Arabia Saudí sorprendió a los mercados anunciando un recorte de la producción autónoma de 1 millón de barriles diarios (mbpd) para febrero y marzo. Este recorte compensa con creces el aumento combinado que Rusia y Kazajstán habían exigido principalmente para cubrir la demanda de calefacción doméstica en invierno. Por lo tanto, el petróleo pudo continuar su fuerte subida de precios hacia el nivel de 55 dólares para el barril de brent. Arabia Saudí está apuntando a más reducciones de inventario en el primer trimestre, aunque normalmente ve acumulaciones estacionales en los inventarios mundiales de petróleo, lo que permite al cártel de la OPEP+ aumentar la producción en grandes cantidades en el segundo trimestre, cuando es probable que la vacuna y las temperaturas más cálidas aumenten la movilidad y la demanda de petróleo.

La demanda actual de petróleo sigue siendo frágil (-7 millones barriles de petróleo diarios frente a los niveles de 2019) debido a los confinamientos en Europa, pero para finales de año la demanda podría recuperarse ligeramente por debajo de los niveles de 2019 de 100 millones barriles de petróleo diarios. El repunte de la actividad de vuelo (todavía un 40% más bajo que en 2018) sigue siendo clave. Asia infunde esperanza, ya que allí la actividad ya se ha recuperado hasta el 100%. La acción de Arabia Saudí dará lugar a retiradas diarias de más de 1,4 millones de barriles diarios en 2021, con lo que el exceso de almacenamiento en tierra se despejará por completo. El almacenamiento flotante ya ha sido liquidado.

También parece que el país saudí extiende una mano amiga a Rusia para allanar el camino de las negociaciones amistosas con ese país en el segundo trimestre sobre los aumentos de producción. Rusia teme un rebote en la producción de petróleo de esquisto si los precios del petróleo suben demasiado alto y rápido. Sin embargo, la capacidad sobrante fuera de la OPEP+ es limitada, ya que un repunte en la producción de petróleo de esquisto se ve limitado por las medidas de ESG que conducen a mayores costos de financiación. Es probable que esto ayude al cártel a recuperar el control del mercado. 

Tampoco está claro si el nuevo gobierno de Biden permitirá que Irán exporte petróleo más adelante este año. Por lo tanto, el precio del petróleo tiene el potencial de subir con el Brent cotizando por encima de los 60 dólares a mediados de año e incluso en un entorno de mayor backwardation.

Tribuna de Michel Salden, Head of Commodities de Vontobel Asset Management.

 

Este artículo es una opinión personal de su autor y no necesariamente refleja la opinión de Vontobel Asset Management.

Inteligencia artificial: ¡la revolución está en marcha!

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Entre el mito y la realidad, la inteligencia artificial suscita numerosos fantasmas en el inconsciente colectivo. Aunque la IA constituye una fuente de progresos considerables en el ámbito de la salud. Investigación, epidemiología, prevención, diagnóstico, tratamiento,…etc. Los campos de aplicación son múltiples. Los expertos son unánimes: la IA mejorará la calidad, la pertinencia y la eficiencia de la atención sanitaria. Asimismo, contribuirá a optimizar el tratamiento y el seguimiento de numerosas enfermedades, y también a reducir los costes. A medio plazo, la IA favorecerá la emergencia de una medicina más predictiva, más precisa y sobre todo más personalizada.

Considerados durante mucho tiempo como un freno insalvable, los temores de los profesionales médicos se desvanecen. Evidentemente, el factor humano continuará siendo preponderante, aunque solo sea en relación con las cuestiones de responsabilidad. La inteligencia artificial será una mera herramienta de ayuda a la toma de decisiones. El profesional de la salud validará o no la decisión propuesta por la máquina, de acuerdo con su experiencia y sus competencias. Otra certeza: la IA no será suficiente por sí sola. De carácter no exhaustivo, la IA únicamente podrá responder a una cuestión determinada, para la que habrá sido previamente «entrenada». Para llegar desde el aprendizaje programado hasta la autonomía total, se deberán realizar enormes avances.

Trabajos prometedores

Especialmente dinámico, el sector del diagnóstico médico por imágenes concentra en la actualidad los proyectos de mayor éxito. Diversas publicaciones científicas reflejan este hecho, determinadas herramientas son capaces de detectar lesiones cancerosas con una precisión formidable, muy superior a la de los métodos convencionales. Investigadores de la Northwestern University Feinberg School of Medicine y científicos de Google AI [1] han desarrollado conjuntamente un algoritmo capaz de identificar los nódulos pulmonares malignos -en ocasiones mínimos- con un porcentaje de eficacia del 94,4%. A título de comparación, el margen de error fue más importante para los seis radiólogos que participaron en este estudio, tanto en relación con los falsos positivos (11%) como con los falsos negativos (5%). Esta IA presenta dos ventajas concretas: la detección precoz del tumor maximiza el potencial de curación, y la precisión del diagnóstico limita el recurso a los exámenes de control invasivos, caros y de riesgo.

Un mercado colosal

Impulsado por el desarrollo tecnológico y los progresos de la investigación, el mercado de la IA experimentará una expansión sin precedentes en la próxima década. El último informe publicado por el instituto ReportLinker ratifica esta tesis [2]. Con un valor calculado de 4.900 millones de dólares el pasado junio, este mercado podría alcanzar 45.200 millones en en 2026, con una tasa de crecimiento anual medio del 44,9%. Asistido por una potencia de cálculo en progresión constante, el segmento del «machine learning» adquirirá un valor especial. Consolidado gracias a la proliferación de datos sobre salud, el análisis predictivo del riesgo también lo hará. Por el contrario, la falta de recursos humanos cualificados y las reticencias de los profesionales de la salud son los dos principales obstáculos a superar. Con independencia de las previsiones, se dibuja una tendencia clara. Gracias a las numerosas inversiones realizadas en el transcurso de los cinco últimos años, Estados Unidos será la punta de lanza de este mercado.

Las palancas de la transformación

Una cosa es segura, la revolución prometida no sucederá de la noche a la mañana. La inteligencia artificial todavía está dando sus primeros pasos. Su nivel de rentabilidad es relativamente limitado. El grado de madurez de las aplicaciones propuestas actualmente es muy dispar, también en el sector de la salud. Las primeras de estas aplicaciones probablemente no serán operativas antes de varios años, en el mejor de los casos. Por muy prometedoras que sean, las hipótesis científicas resultan siempre difíciles de demostrar a gran escala.

Con el fin de optimizar el potencial de la IA, su ecosistema se deberá estructurar y formalizar, y también se deberá promover y financiar. La fiabilidad y la seguridad de las soluciones desarrolladas deberán constituir retos prioritarios para los promotores y los inversores. La medición del valor añadido y la creación de un modelo económico especializado constituirán asimismo parámetros determinantes con el fin de favorecer la implementación de estas nuevas técnicas en la atención sanitaria. Por otra parte, la puesta en marcha de una reglamentación propia para los usos digitales será inevitable. Entre la necesaria protección de las libertades individuales y la perspectiva de frenar iniciativas potencialmente innovadoras para la colectividad, la línea divisoria será estrecha. En realidad, el futuro de la inteligencia artificial dependerá en gran medida de la explotación que se lleve a cabo de los datos sobre salud que constituyen su combustible.

Observador atento de las transformaciones en curso en el sector sanitario, Candriam pretende apoyar el desarrollo de las aplicaciones más pertinentes y más útiles para los pacientes. Candriam cuenta con una red de expertos, capaces de analizar, identificar,  y valorar a las empresas que producirán las soluciones tecnológicas del futuro.

 

Columna de Rudi Van den Eynde, responsable de renta variable global temática de Candriam.

 

 

Anotaciones:

[1] «Artificial intelligence in healthcare market with Covid-19 impact analysis by offering, technology, end-use application, end user and region – Global forecast to 2026», ReportLinker (Junio 2020).

[2] » End-to-end lung cancer screening with three-dimensional deep learning on low-dose chest computed tomography», Nature Medicine (Mayo 2019).

 

Algunas de las medidas fiscales que nos traerá el año 2021

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Pixabay CC0 Public Domain. DPAM

Durante el año 2021 entrarán en vigor la Ley de Medidas de Lucha contra el Fraude Fiscal (que además de recoger el contenido de la Directiva comunitaria anti-elusión fiscal, aprovecha para modificar ciertas normas tributarias) y los Presupuestos Generales del Estado, dos normas de gran impacto en el ámbito tributario.

Sólo mencionaremos algunas de esas medidas que consideramos que puedan tener más relevancia para la fiscalidad de las personas físicas, las rentas del ahorro y previsión social, que afectan a todo el espectro de impuestos: Impuesto sobre Sociedades (“IS”), Impuesto sobre la Renta de las Persona Físicas (“IRPF”), Impuesto sobre el Patrimonio (“IP”), Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (“ITPAJD”) e Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (“ISD”), que indudablemente persiguen una mayor recaudación tributaria dada la situación de grave crisis económica que afronta España por los efectos de la COVID.

En primer lugar, se incrementa en tres puntos porcentuales la tributación para las rentas del ahorro (dividendos, intereses, ganancias patrimoniales por la transmisión de elementos, etc.) que a partir de 200.000 euros será del 26%. Por lo tanto, se añade un nuevo tramo a los actualmente vigentes: rentas del ahorro hasta 6.000 euros, tributación al 19,00%; entre 6.000 euros y 50.000 euros, tributación al 21%; entre 50.000 euros y 200.000 euros, tributación al 23,00%.

También se añade un tramo en la escala general del impuesto para bases liquidables generales a partir de 300.000 euros con un tipo de gravamen del 24,50%. Esta modificación conlleva la consecuente rectificación de la escala de retenciones para rentas del trabajo, con un tipo de retención del 47% para las bases a partir de 300.000 euros.

En segundo lugar, destacaremos la modificación de los límites de reducción por las aportaciones y contribuciones a sistemas de previsión social. En este sentido, la cantidad máxima que se podrá reducir en la base imponible del IRPF derivada de las aportaciones y contribuciones a sistemas de previsión social (planes de pensiones, mutualidades de previsión social, planes de previsión asegurados, planes de previsión social empresarial y seguros de dependencia severa o gran dependencia) será de 2.000 euros anuales en lugar de los 8.000 euros actuales.

El límite anterior de 2.000 euros pasará a 8.000 (en total, 10.000 euros) cuando el incremento provenga de contribuciones empresariales (aportaciones propias que el empresario individual realice a planes de pensiones de empleo o a mutualidades de previsión social, de los que, a su vez, sea promotor y partícipe o mutualista, así como las que realice a planes de previsión social empresarial o seguros colectivos de dependencia de los que, a su vez, sea tomador y asegurado). Asimismo, se disminuye la reducción adicional por aportaciones a favor del cónyuge de 2.500 a 1.000 euros anuales. En definitiva, el beneficio fiscal máximo será para quien aporte al año 2.000 euros a su plan de pensiones y otros 8.000 euros al plan de empresa, en caso de tenerlo.

Se propone homogeneizar el tratamiento fiscal de los ETFs con independencia del mercado en el que coticen (sin distinguir si el ETF inicialmente cotizaba en un mercado extranjero o español). Además, se deniega a los ETFs el acceso al régimen de diferimiento fiscal o de traspaso definido en la Ley del IRPF, ya sea el ETF español o extranjero, y cotice en un mercado nacional o extranjero.

Por lo tanto, con esta medida se abandona el criterio mantenido por la Dirección General de Tributos (“DGT”) que había considerado que un ETF cotizado en un mercado extranjero y comercializado en España mediante su negociación en la bolsa española quedaba excluido del régimen de diferimiento y de retención. Sin embargo, se permitía que estos ETFs pudieran aplicar el diferimiento o traspaso si su comercialización se realizaba en nuestro país a través de entidades financieras con las que la gestora del ETF hubiera suscrito un contrato de comercialización, y no en la bolsa española.

En cuanto a los Unit Linked, se adaptan los requisitos exigibles para no aplicar la imputación fiscal en el IRPF, en concordancia con la modificación de la normativa de seguros. Por otro lado, en el Impuesto sobre el Patrimonio, se elimina la exención de tributar de los Unit-Linked cuando el tomador no tenga la facultad de ejercer el derecho de rescate que se computarán por el valor de la provisión matemática.

También está prevista la subida de un 6% al 8% del tipo de gravamen del Impuesto sobre las primas de seguro. La medida va a afectar significativamente a familias y empresas al tratarse de un recargo externo a la prima de seguro.

Sometidas a gran presión mediática, se incluyen medidas para reforzar el control de las sicavs y se otorga a la Agencia Tributaria la competencia para comprobar que cumplen con los requisitos de los vehículos de la inversión colectiva y “no es una herramienta de planificación fiscal de grandes patrimonios”. Según declaraciones de la Secretaría de Estado, se requerirá que los accionistas de la sicav tengan una participación mínima de 2.500 euros para beneficios fiscales.

Otra de las medidas que sin lugar a dudas tendrá trascendencia es la creación de un “valor de referencia” previsto en la norma reguladora del catastro inmobiliario para valorar los inmuebles. El mismo se determina según el valor de las compraventas inmobiliarias realizadas ante fedatario público. Esto tendrá un gran impacto en la valoración de los inmuebles a efectos del IP dado que, en la actualidad, para inmuebles con fechas de adquisición antiguas se suele usar el valor de adquisición.

En el IP, se introduce, con vigencia indefinida, una nueva escala estatal del impuesto, pero sufriendo variación con respecto a la existente, solamente en el último tramo de la tarifa, elevando el tipo de gravamen aplicable del 2,5% al 3,5%.

Por último, señalaremos dos medidas en el impuesto sobre sociedades que sin lugar a dudas tendrán su impacto en la planificación del ahorro y que son las siguientes: (i) la limitación al 95% de la exención de dividendos y plusvalías lo que implicará una tributación efectiva del 1,25% (hasta ahora la exención era del 100% sujeto a los requisitos de tenencia de la participación al menos con un año de antelación y un porcentaje mínimo de inversión del 5% o superior a 20 millones de euros), exceptuando por un periodo de tres años a entidades con cifra de negocios inferior a 40 millones de euros del impuesto de sociedades que no formen parte de un grupo mercantil y (ii) la tributación mínima del 15% de las socimis, sobre los beneficios no distribuidos. Esta nueva regulación sitúa en clara desventaja a las socimis españolas frente a los REIT de los países de nuestro entorno, que tributan al 0%.

Tribuna de María Cortizas, partner de Dentons

 

Defender y diversificar: ¿están todavía a la altura los bonos del gobierno?

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Pixabay CC0 Public DomainRicardo Resende. Ricardo Resende

La pandemia del coronavirus ha puesto de relieve la eficacia de las herramientas tradicionales de diversificación. Los bonos del gobierno, generalmente vistos por los inversores como refugios seguros para mitigar la volatilidad, fueron barridos en la oleada de ventas inicial de principios de marzo, antes de que niveles sin precedentes de estímulo monetario empujaran las tasas de interés a niveles mínimos récord, limitando cuánto más pueden caer sin hacer más daño que bien.

A medida que las segundas oleadas del virus se apoderan de gran parte del hemisferio norte, siguen existiendo riesgos importantes de que la recesión económica se prolongue. En este contexto, este documento explora si los bonos del Estado pueden seguir cumpliendo su función tradicional de diversificación y, de no ser así, cómo se puede lograr una diversificación eficaz de la cartera.

¿Qué es la diversificación y por qué es importante?

La diversificación se basa en el concepto de mantener una combinación de activos que reaccionan de manera diferente a un mismo evento económico, reduciendo así el riesgo de sufrir una caída significativa a nivel de cartera en los momentos de tensión del mercado. La mayoría de los clientes están ansiosos por mitigar las grandes caídas del mercado de valores, el ejemplo más reciente fue en marzo de 2020, y son los bonos del gobierno los que generalmente han servido como diversificadores de cartera efectivos, no solo por sus rendimientos sólidos, sino fundamentalmente por su baja volatilidad y, a menudo, una negativa correlación con la renta variable. El valor de los bonos del gobierno generalmente aumenta a medida que disminuye el valor de las acciones, y estas cualidades defensivas y de diversificación han asegurado su lugar en las carteras de inversores para contrarrestar la debilidad del mercado de acciones.

Sin embargo, el entorno actual es marcadamente diferente a las normas históricas. Los tres factores principales de la diversificación de bonos en las carteras (rendimiento, valor y correlación) se están deteriorando o, en el mejor de los casos, son cada vez más inciertos. Como tal, en Ninety One dudamos de su capacidad para contrarrestar las caídas materiales de las acciones con la misma eficacia en el futuro, un dilema para los inversores que asignan capital tanto a acciones como a bonos soberanos. Entonces, ¿qué hace que estos tres factores sean diversificadores efectivos y qué impide que los bonos gubernamentales desempeñen su papel tradicional?

1. Los rendimientos de los bonos proporcionan un ancla, pero se han desplomado

El flujo de ingresos proporcionado por el rendimiento de un bono proporciona un ancla para su precio; incluso durante episodios de turbulencia, los bonos del Estado (en particular los de alta calidad) han podido actuar a la defensiva, ayudando a compensar la depreciación de precios en otras partes de una cartera. Sin embargo, la demanda de estos activos seguros ha hecho que los precios de los bonos suban cada vez más durante los últimos 40 años, con solo algunos retrocesos significativos en el camino. En la última década, los rendimientos en todo el mundo han caído aún más a mínimos antes impensables gracias a una política monetaria coordinada.

Ninety One

La implicación del nivel de rendimientos en la inversión, independientemente de la dirección, es significativa en términos de cómo los inversores utilizan los bonos del gobierno para lograr sus objetivos de rendimiento y diversificación. Si bien es probable que muchos inversores continúen asignando a los bonos del gobierno en cierta proporción, los inversores deberán pensar de manera diferente sobre cómo utilizan los bonos para diversificar su cartera. Una búsqueda de rendimiento moviéndose hacia abajo en la calidad del espectro crediticio, puede que no esté impuesto en el mandato de una cartera, y obviamente, conlleva riesgos adicionales que un inversor debe comprender en su totalidad.

2. El valor razonable: un alcance limitado para compensar las reducciones en activos de riesgo

La solidez del mercado de bonos durante los últimos 40 años pone en duda el valor futuro. En Ninety One, nuestro equipo de multiactivos evalúa el valor razonable de los bonos en función de sus fundamentos subyacentes, adoptando una visión estructural de la valoración basada en la tendencia del PIB y una visión cíclica basada en factores como la inflación, las encuestas del índice de gestores de compras y el precio del petróleo. En octubre, en Ninety One determinamos que el valor justo estructural y cíclico de los bonos del gobierno de EE. UU. (a 10 años) era del 1,4% y 1,6%, respectivamente; sobre la base del rendimiento actual de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años (0,8%), los bonos del Estado parecen, por lo tanto, caros.

Nuestras expectativas de rendimiento total futuro a 10 años para los bonos del Tesoro de los EE. UU. a 10 años se han reducido a solo un 0,5% anual, y esos rendimientos mediocres de los bonos del gobierno se traducirán en una capacidad decreciente para compensar las pérdidas sufridas por las acciones y otros activos de riesgo similares, lo que resulta en mayores caídas y mayor volatilidad a nivel de cartera.

3. Correlación

La correlación entre la renta variable y la rentabilidad de los bonos soberanos de los mercados desarrollados ha sido un poderoso factor en las decisiones de asignación de activos de los inversores dado su impacto directo en la diversificación potencial. Esta correlación fue negativa en las décadas de 1950-1960, positiva en las décadas de 1970-1990 y volvió a ser negativa en los últimos 20 años. El cambio en la correlación entre la renta variable y los bonos del gobierno de alta calidad está relacionado con cambios similares en la correlación entre la inflación y el crecimiento económico y entre la inflación y las tasas de interés reales, como se puede ver en el gráfico siguiente.

Ninety One

El cambio estructural en la correlación a finales de la década de 1990 ha contribuido a la compresión de los rendimientos a largo plazo y ha demostrado ser útil para mejorar las decisiones de asignación de activos de los inversores. Una correlación negativa implica que los bonos pueden cubrir una cartera de acciones en caso de una recesión económica, como lo hicieron con éxito cuando estalló la burbuja de las empresas punto.com y también durante la crisis financiera mundial. Sin embargo, en ausencia de un nivel de tasas de interés que pueda descender sustancialmente por debajo del límite inferior cero, el beneficio de diversificación de los bonos es limitado a medida que las correlaciones se vuelven cada vez más inestables, como se ilustra en el anterior gráfico.

Las correlaciones ascendentes y positivas son problemáticas para una cartera combinada de acciones/bonos cuando los rendimientos están aumentando desde un nivel bajo. Esto se debe a que cuando las tasas de interés son bajas, los rendimientos de los bonos pueden volverse negativos más fácilmente. Atribuimos esto principalmente a la relación inversa entre las tasas de interés y la duración: la sensibilidad del precio de un bono a los cambios de rendimiento. Durante los últimos 40 años, la caída constante de las tasas de interés ha visto un aumento correspondiente en el vencimiento de la deuda a medida que los gobiernos emiten deuda por períodos más largos para asegurar unas tasas más bajas. Con el fin de asegurar carteras de mayor rendimiento, los inversores han aumentado la duración de los bonos, lo que se traduce en una mayor sensibilidad a los cambios en los rendimientos, junto con una mayor probabilidad de pérdidas.

Además, dado que los rendimientos de los bonos del Tesoro se han desplomado desde mediados de febrero de 2020, su mercado se ha vuelto cada vez más desordenado y la volatilidad de los bonos del gobierno de EE. UU. ha alcanzado su nivel más alto desde la crisis financiera de 2008. En la opinión de Ninety One, de cara al futuro, es posible que los bonos del Estado ya no proporcionen suficiente resistencia a las carteras de inversores. Con los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE. UU. que han alcanzado mínimos históricos, la volatilidad realizada se mueve al alza y la correlación negativa con las acciones se vuelve menos estable, los inversores se preguntan razonablemente dónde más pueden encontrar la diversificación.

Esto no es un problema nuevo; los inversores han tenido que aceptar unas turbulencias mucho mayores a nivel de la cartera durante la última década para obtener unas unidades de rendimiento cada vez más pequeñas al invertir en una cartera de acciones y bonos del gobierno. Sin embargo, como ilustra la siguiente gráfica, mientras que las mayores reducciones suelen ocurrir en las recesiones, los inversores han experimentado reducciones más pronunciadas y frecuentes en el mercado alcista que siguió a la crisis financiera global en comparación con las anteriores. Esto es en parte un reflejo de la creciente incapacidad de los bonos del gobierno para compensar eficazmente las pérdidas de capital y tiene un impacto significativo para los inversores.

Ninety One

  • Una opción alternativa: la estrategia Ninety One Global Multi-Asset Income

Entonces, en un mercado que ofrece poco rendimiento, con incluso menos valor y con características de correlación que en realidad han aumentado las turbulencias para los inversores en lugar de traer estabilidad, ¿existe una alternativa a los bonos del gobierno? En Ninety One creemos que existen argumentos sólidos a favor de un enfoque que posea las mismas características que buscan los inversores para actuar como una asignación central confiable dentro de una cartera general.

El fondo Ninety One Global Multi-Asset Income (GMAI) tiene las siguientes características:

– Un retorno total defensivo

– Un rendimiento atractivo y sostenible

– Una volatilidad similar a la de un bono (1)

Desde sus inicios, el fondo GMAI ha cumplido estos tres objetivos principales en relación con los bonos gubernamentales de mercados desarrollados, el activo que los inversores suelen utilizar como compensación defensiva de las acciones (2). En definitiva, ha generado un rendimiento superior ajustado al riesgo con un rendimiento más alto y estable.

1. Rendimiento: consistente y sostenible 4% anual

Una proporción significativa del rendimiento total del fondo GMAI se deriva de los ingresos; se centra en un nivel de rendimiento atractivo y sostenible que actúa como un bloque de construcción confiable al que se puede buscar agregar un crecimiento de capital modesto. Desde su inicio (mayo de 2013) los gestores de Ninety One hemos generado un rendimiento constante y sostenible de aproximadamente un 4% anual mientras se mantienen los valores de capital; esto se ha logrado independientemente del contexto del mercado y ha sido más alto y consistente que el de los bonos soberanos de los mercados desarrollados.

Como se mencionó con brevedad anteriormente, la búsqueda de rendimientos obliga a los inversores a considerar la asunción de un mayor riesgo mediante la asignación de activos de mayor rendimiento, como bonos corporativos o la deuda de mercados emergentes, a menudo sin una consideración adecuada de los comportamientos de estos valores individuales y de los valores más altos asociados a unos mayores niveles de volatilidad. Sin embargo, estos inversores pueden conseguir sin darse cuenta una menor diversificación generando una «beta» positiva para las acciones, lo que significa que normalmente se moverán en la misma dirección. Esto puede ser particularmente perjudicial durante las oleadas de venta en el mercado de valores, justo cuando los inversores necesitarán más la diversificación de la renta fija.

El fondo GMAI se enfoca en construir una cartera de abajo hacia arriba, con cada participación elegida por su capacidad para cumplir con nuestros objetivos; como tal, si bien el objetivo de Ninety One es un nivel atractivo de rendimiento, esto no es a expensas del capital o de nuestro perfil de rendimiento defensivo. En Ninety One nos enfocamos en identificar valores individuales de un conjunto de oportunidades de múltiples activos que tienen un rendimiento atractivo, están respaldados por flujos de efectivo resistentes y tienen el potencial de crecimiento de capital. Al centrarnos en valores que ofrecen estas características, hemos podido ofrecer un perfil de rentabilidad asociado a menudo con la renta fija defensiva.

La capacidad de implementar en un solo nivel de seguridad también nos da la capacidad de ajustar nuestras posiciones para maximizar las oportunidades que hemos identificado y garantizar que las exposiciones (y los riesgos) no se dupliquen en diferentes áreas de la cartera.

2. El valor se asegura mediante un enfoque ascendente

Desde su creación, GMAI ha entregado un rendimiento total ajustado al riesgo superior en relación con los bonos soberanos de los mercados desarrollados; En esencia, hemos entregado un perfil de retorno que es más defensivo que los indicadores de refugio seguro.

De cara al futuro, seguimos viendo valor en la cartera. Si bien la volatilidad del mercado este año ha sido inquietante para muchos inversores, ha creado oportunidades de compra, especialmente para los inversores de activos múltiples. Esto ha puesto de relieve la importancia de poder identificar oportunidades desde abajo hacia arriba mientras se mantiene una perspectiva de arriba hacia abajo en todas las clases de activos. El fondo invierte en renta variable (desarrollada y emergente), bonos gubernamentales (desarrollados y emergentes), bonos corporativos de grado de inversión, bonos corporativos de alto rendimiento, infraestructura cotizada, propiedades cotizadas y divisa activa.

A continuación, se muestra una instantánea de las características de la renta variable y las tenencias de bonos soberanos de los mercados desarrollados, que ilustra el valor del fondo en relación con el mercado en general. Los gestores de Ninety One creemos que las acciones mantenidas dentro de GMAI son de mayor calidad y mejor valor que las del mercado, mientras que los bonos soberanos mantenidos son de mayor calidad y tienen un nivel de rendimiento positivo y atractivo. Asimismo, creemos que la construcción de una cartera con tales características nos ofrece la flexibilidad necesaria para navegar en un entorno incierto mientras continuamos brindando un rendimiento total consistente de una manera controlada por el riesgo.

3. Diversificación generada a través de una beta baja

La correlación, si bien es útil en el sentido de que mide la tendencia de dos activos a moverse en la misma dirección, no tiene en cuenta el tamaño relativo de esos movimientos. Otra medida estadística clave, la beta, tiene en cuenta tanto la dirección como la volatilidad relativa y, por lo tanto, puede ser más reveladora al comparar los flujos de retorno de dos inversiones.

El fondo GMAI tiene una beta baja para las clases de activos tradicionales. En comparación con la renta variable, la beta media del fondo GMAI frente al MSCI World es inferior a 0,3 desde su inicio con períodos de tiempo en los que la beta del fondo ha sido cercana a cero. Combinado con sus tres objetivos principales, esto significa que el fondo debería ayudar a mejorar el rendimiento general ajustado al riesgo de la cartera de inversores y proporcionar una alternativa para aquellas carteras que tienen exposiciones de riesgo más altas en otros lugares. Del mismo modo, la beta de los mercados de bonos del Estado también ha sido muy baja.

El fondo GMAI ha podido generar un rendimiento que está a la par con activos con mayor riesgo, como acciones y deuda de mercados emergentes, pero con menos volatilidad que los bonos que normalmente se mantienen por sus características defensivas.

Ninety One

Atribuimos este perfil de retorno de baja volatilidad y beta baja a nuestro proceso de gestión de riesgos. Nuestro objetivo es gestionar el riesgo a la baja en cada parte de nuestro proceso, de una manera que aborde la naturaleza variable del riesgo. Nuestro enfoque se centra en impulsores de ingresos sostenibles dentro de los valores, la diversificación estructural a través de comportamientos, no etiquetas, y la cobertura táctica de riesgos (como acciones, duración, crédito y riesgo cambiario).

Al enfocarnos en limitar las reducciones y con el objetivo de maximizar la captura al alza, buscamos generar un perfil de retorno consistente a través de un ciclo de inversión completo. El fondo tiene la capacidad de variar su sensibilidad a otras clases de activos, y el resultado es un claro sesgo positivo en la rentabilidad.

Ninety One

Es importante destacar que GMAI ha brindado protección tanto a la baja como a la participación al alza. Sin embargo, es cuando los mercados están a la baja, cuando el fondo realmente brilla. Las acciones tienen una dinámica de rentabilidad cercana a 1: 1 en la que la rentabilidad media de los meses positivos desde el inicio es del + 2,8%, pero la rentabilidad media de los meses negativos es del -3,4%.

Sin embargo, la flexibilidad del fondo significa que su mes positivo promedio es de + 0,9%, pero el mes negativo promedio es de -0,6%; este elemento de sesgo positivo es lo que nos permite acumular rendimientos positivos a lo largo del tiempo. Esto es incluso cierto cuando se compara con los bonos; en promedio, cuando los bonos han disminuido de valor, el fondo GMAI ha generado un rendimiento positivo. En Ninety One creemos que esta relación será particularmente importante de cara al futuro, dada la sensibilidad de los bonos a los cambios en la política fiscal y monetaria.

Un momento oportuno para considerar un enfoque alternativo

La diversificación de una cartera ha sido durante mucho tiempo un principio fundamental de la inversión segura a largo plazo y durante décadas los bonos del Estado fueron una herramienta clave que ofrecía rentabilidades atractivas, con baja volatilidad y, a menudo, una correlación negativa con las acciones, lo que las convertía en eficaces diversificadores de cartera. Sin embargo, la pandemia de coronavirus ha acelerado las tendencias preexistentes, con bajos rendimientos, mayor volatilidad y correlaciones cada vez más inestables que reducen el beneficio de diversificación de los bonos. Si bien el principal factor del colapso dramático de los precios de los activos en marzo de 2020 fue único, nos preocupa que el telón de fondo de las economías y los mercados haya sido inherentemente inestable desde la Crisis Financiera Global y, por lo tanto, los inversores deberían seguir esperando caídas más frecuentes y mayores de los mercados financieros. Es en este entorno donde los inversores necesitarán más la diversificación de la renta fija; sin embargo, la incorporación de activos de alto rendimiento y más riesgosos también puede comprometer su capacidad para actuar como un lastre frente a las reducciones de las acciones.

Estas compensaciones no son nuevas, pero ahora, más que nunca en este entorno recesivo, el papel de la diversificación de bonos se ha vuelto cada vez más importante. En Ninety One creemos que esto respalda el caso de una asignación a estrategias defensivas que tienen múltiples herramientas a su disposición que les permiten resistir condiciones de mercado menos estables. Un ejemplo sería el fondo Ninety One Global Multi-Asset Income, que tiene un historial de éxito a la hora de navegar por contextos de mercado variados y, a menudo, desafiantes. De cara al futuro, creemos que la beta de renta variable baja y la volatilidad relativamente más baja del Fondo, junto con una expectativa de rentabilidad razonable a largo plazo impulsada por un rendimiento atractivo y sostenible, lo convierten en una participación fundamental fiable en la cartera de un inversor.

Ninety One

 

Columna de Jason Borbora-Sheen, co-gestor junto con John Stopford de la estrategia Ninety One Global Multi-Asset Income.

 

 

Anotaciones:

Es posible que los objetivos de rendimiento y volatilidad no se logren necesariamente, se pueden producir pérdidas. La cantidad de ingresos puede aumentar o disminuir.

El objetivo de rendimiento de alrededor del 4%, si bien se ha logrado hasta la fecha desde el inicio (31 de mayo de 2013), depende de las condiciones del mercado y, en consecuencia, es posible que deba revisarse.

(1) El fondo GMAI tiene un objetivo de menos de la mitad de la volatilidad de las acciones globales.

(2) Renta variable global definida como MSCI ACWI Total Return.

Solo para inversores profesionales y asesores financieros. No para distribución al público o dentro de un país donde la distribución sería contraria a las leyes o regulaciones aplicables.

El gasto en infraestructuras en Estados Unidos alcanza un punto de inflexión tras las elecciones

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Pixabay CC0 Public Domain. Bandera Estados Unidos

Cuando se trata de la política estadounidense, mucho permanece incierto todavía. Un área en la que las elecciones de 2020 parecen suponer un punto de inflexión decisivo es el gasto en infraestructura del país. Por supuesto, las esperanzas de cooperación bipartidista en infraestructura no han dado frutos antes. Aun así, somos cautelosamente optimistas de que las cosas podrían ser diferentes en los próximos cuatro años.

Lo más evidente es que la principal economía del mundo puede ahora apoyar la descarbonización, al volver a sumarse al acuerdo de París sobre el cambio climático. Con Joe Biden, es probable que la próxima administración traiga un enfoque nuevo a la transición energética y el fomento de las renovables. Como resultado, habría más inversiones en redes, almacenamiento de baterías y una mayor promoción de la electrificación del transporte. Los intentos de reducir las emisiones y apoyar una naciente economía de bajo carbono probablemente comenzarán a principios de 2021, en lo que se refiere a medidas reglamentarias. Sin embargo, la mayoría solo se desarrollarán a medio plazo.

Ya hay fuertes fuerzas económicas subyacentes que empujan hacia la descarbonización, como la electricidad renovable. De manera algo independiente a la formulación de políticas, la electrificación del transporte también ha seguido avanzando durante la presidencia de Trump, con la difusión de estaciones de recarga para vehículos eléctricos. En nuestra opinión, es probable que la alineación de políticas a nivel federal refuerce estas tendencias.

Dicho esto, los debates sobre la exploración de petróleo y gas durante las últimas semanas de la campaña presidencial sirven como un recordatorio de que la nueva administración quizás deba tener cuidado. Los combustibles fósiles y el shale en particular siguen siendo importantes motores económicos en Estados clave del campo de batalla, así como para la economía de EE.UU. en su conjunto. La infraestructura existente es fundamental para apoyar el proceso de transición energética en los próximos años. Sin embargo, el grueso del flujo de nuevo capital puede pasar gradualmente a una plataforma de infraestructura más ecológica.

Es probable que el panorama sea similar en otras áreas, reflejando la interacción de consideraciones económicas y políticas a nivel estatal, local y nacional. Por ejemplo, el capital privado ya está fluyendo en torno a las tendencias de digitalización, con inversiones en cables de fibra, centros de datos y redes móviles 5G. La demanda de conectividad y los volúmenes de datos siguen acelerándose, lo que las respalda.

Pero el sector privado solo puede actuar por sí mismo allí donde la economía se suma, y la banda ancha rural ha surgido como un tema clave en muchas carreras para el Congreso y el Senado. El gobierno de Biden haría bien en ponerse en contacto con los republicanos en el Congreso y a nivel estatal, que se presentaron con la promesa de hacer de la banda ancha rural una prioridad.

La infraestructura más tradicional, en particular el transporte, las carreteras, los puentes, los aeropuertos y las redes de abastecimiento de agua, ya experimentaron un fuerte impulso para acelerar el gasto durante la administración saliente. Un área de interés a nivel estatal y local ha sido la infraestructura social, que consiste en la construcción y el mantenimiento de instalaciones que sirven como vertebración de comunidades y sociedades. Es el caso de hospitales, escuelas y universidades, e instalaciones públicas, como las viviendas comunitarias y las prisiones.

En general, vemos una oportunidad decente de obtener suficiente apoyo interpartidario para el gasto en infraestructura, sobre todo como una forma de apoyar la economía y el empleo, de acuerdo con el programa «Build Back Better» de Biden. Pero los cambios llevarán algún tiempo, y el resultado final de cualquier proyecto de ley estará sujeto a compromisos y negociaciones.

Eso nos lleva a un área clave de incertidumbre que aún queda pendiente. El control del Senado está muy dividido y se trata de saber qué medidas (créditos fiscales, capital público o garantías) se utilizarán para impulsar las inversiones en infraestructura. Huelga decir que son precisamente esos detalles los que creemos que determinan la economía de las oportunidades potenciales y que estaremos observando de cerca.

Transacciones históricas de infraestructura

Tradicionalmente, el sector de la energía ha representado la mayor parte de los proyectos y de la corriente de capital hacia las infraestructuras en Estados Unidos, mientras que el transporte y la infraestructura social han estado subdesarrollados.

DWS infraestructuras

 

Tribuna de Gianluca Minella, responsable de análisis de infraestructuras, y Hamish Mackenzie, jefe de infraestructuras en DWS

 

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La presente oferta privada toma vigencia el date y está sujeta al Reglamento General No. 336 de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), conocida como la Comisión de Mercados Financieros (CMF). Esta oferta cubre aquellos instrumentos que no están registrados en el Registro de Valores o Registro de Valores Extranjeros de la Comisión de Mercados Financieros (CMF), por lo tanto, dichas acciones no están sujetas bajo la supervisión de la CMF. Debido a que no están registrados, el emisor no tiene la obligación de proporcionar información sobre dichos instrumentos en Chile, los mismos no pueden ser ofrecidos bajo una oferta pública hasta que estén registrados en el Registro de Valores que corresponde.

Additional disclaimer for Peru: The Products have not been registered before the Superintendencia del Mercado de Valores (SMV) and are being placed by means of a private offer. SMV has not reviewed the information provided to the investor. This Prospectus is only for the exclusive use of institutional investors in Peru and is not for public distribution

For investors in Argentina: Without limitation, this document does not constitute an offer, an invitation to offer or a recommendation to enter into any transaction neither does it constitute the offer of securities or funds. The offer of any services and/or securities or funds will be subject to appropriate local legislation and regulation.

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Previsión 2021: ¿los locos años 20 o los temibles años 20?

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Pixabay CC0 Public DomainJoshua Sortino. Joshua Sortino

Noviembre fue un mes espectacular para los mercados. La subida del 13% del índice MSCI World fue el mejor resultado mensual desde enero de 1975. También se produjo una noticia espectacular: tres vacunas lograron una eficacia muy superior al 50% que se consideraba el nivel mínimo viable.

Esto abre la perspectiva genuina de que el mundo regrese a algo parecido a la «normalidad» en la segunda mitad de 2021, lo que podría poner fin a los ominosos ciclos de brotes y confinamientos que habían regresado a Estados Unidos y Europa durante el otoño en el hemisferio norte. Además, el mundo respira aliviado, ya que Estados Unidos parece estar encaminado hacia una transición pacífica del poder; la ausencia de un claro «barrido azul» de los demócratas supone una ventaja adicional y hace menos probables aumentos significativos en el impuesto de sociedades o regulaciones de carácter radical, lo que puede proteger la rentabilidad de las empresas estadounidenses, especialmente, los gigantes tecnológicos.

Si bien las noticias fueron claramente positivas en el mes, la cuestión es si el mercado  ha avanzado mucho demasiado pronto. El índice MSCI World estaba prácticamente en el mismo nivel de comienzos de año a finales de octubre, antes del «mes de los milagros»; en la actualidad y desde sus mínimos de marzo, ha aumentado más del 50%, lo que sitúa el rendimiento anualizado en el 12% hasta finales de noviembre, una rentabilidad anual superior a la media. Esto parecería implicar que las perspectivas a largo plazo para los beneficios corporativos son mejores que a principios de año, a pesar del impacto de la pandemia, que se prevé que reduzca el producto interior bruto (PIB) mundial un 4,4% este año, según el Fondo Monetario Internacional, y que ha reducido los beneficios a futuro un 9% desde principios de año.

Es importante señalar que no hablamos de un mercado que fuera remotamente barato a principios de año, debido al repunte del 26% en 2019, todo lo cual se estaba ajustando al caer las ganancias ligeramente. Esto ha dejado el múltiplo actual de beneficios a 12 meses del índice MSCI World por encima de 20, un indicador que nunca había estado por encima de 17 antes de este año en una serie histórica que se remonta a 2005. Permitiendo otro año de recuperación de los beneficios, el múltiplo a dos años es de 17,7, aún un 15% por encima del máximo anterior a 2020 de 15,4. El riesgo definitivamente parece estar «activado».

Incluso si asumimos que los efectos directos de la pandemia, los confinamientos y los autoaislamientos voluntarios se habrán desvanecido para la segunda mitad del próximo año a medida que la vacunación se propaga entre las poblaciones, la COVID-19 habrá dejado un gran legado. Esto se puede ver en la aceleración de tres grandes tendencias existentes.

La primera es el cambio radical en la adopción de tecnología. El comercio electrónico ha resurgido, junto con el teletrabajo, mientras que el gasto en efectivo se ha desplazado a las tarjetas y las compañías están trasladando su infraestructura tecnológica local a la nube. Esta marcha de la tecnología claramente genera ganadores y puede brindar a las compañías en general la oportunidad de reducir algunos costes de forma permanente, por ejemplo, en el espacio de oficinas o en la contratación de mano de obra nueva y remota en ubicaciones más baratas. Pero también visibiliza a los perdedores, ya seas minoristas tradicionales sin una propuesta de venta única, ciertos segmentos inmobiliarios o empresas de servicios tecnológicos que gestionan la infraestructura local.

La segunda es el aumento de la intervención pública. Es probable que el alcance sin precedentes de las medidas de apoyo durante la pandemia se haya sumado al ya creciente gusto de los gobiernos por la participación en la economía. La era en la que las economías se dirigían en beneficio de las grandes corporaciones ya parecía estar llegando a su fin, dados los ataques al libre comercio, la reactivación de la actividad antimonopolio, las presiones para aumentar los impuestos de sociedades y el inicio de medidas para reequilibrar la relación entre trabajo y capital, por ejemplo, mediante el aumento de los niveles del salario mínimo. La acción sobre el cambio climático puede ser la modificación más importante, con movimientos hacia la fijación de los precios del carbono y la restricción de las actividades contaminantes. Los optimistas señalarán el probable impasse en Estados Unidos e incluso el potencial de una ola de lucrativas inversiones en infraestructura verde. Pero, en el lado negativo, gran parte del status quo influido por las emisiones de carbono puede volverse antieconómico o ser incluso prohibido.

La última tendencia que se ha potenciado es el crecimiento de la deuda. Es cierto que la tasa de ahorro de los particulares ha aumentado considerablemente, dados los grandes pagos de transferencias de los gobiernos y la supresión del consumo social, ya sea en vacaciones o fuera de casa. No ocurre lo mismo con el sector empresarial, que ha experimentado un nuevo impulso en el apalancamiento. Moody’s estima que la emisión de deuda con grado de inversión aumentará un 60% este año, e incluso se espera que el segmento de alta rentabilidad experimente una subida del 25%. Sin embargo, esto se ve eclipsado por el aumento de la deuda pública dadas las medidas para proteger las economías de la pandemia. Solo en Estados Unidos se ha producido un aumento de 4 billones de dólares en su deuda nacional en lo que va de año, que ahora ha alcanzado el 107% del PIB1. De nuevo, hay un escenario optimista, donde los consumidores recién liberados gastan mucho en 2021 y 2022, reduciendo sus elevadas tasas de ahorro, mientras que los gobiernos continúan apoyando la demanda con fuertes déficits, ayudados por la política expansiva de los bancos centrales y la actitud acomodaticia de los mercados de bonos hasta el momento. Por tanto, el crecimiento se recuperará con fuerza, pero afortunadamente sin aumentos significativos de la inflación o los tipos de interés que pudieran asustar a los mercados. Los escenarios menos positivos están a ambos lados de este resultado de entorno económico favorable: o demasiado fríos, debido a la cautela del consumidor o los recortes públicos, o demasiado calientes, con la recuperación impulsando la inflación y los tipos de interés.

Hay beneficios potenciales positivos de las tres tendencias: las empresas se vuelven más eficientes, la inversión en infraestructura verde ofrece impulso y los bajos tipos de interés permiten que los gobiernos sigan gastando. Junto con la posibilidad de que los consumidores gasten sus ahorros, los comentaristas más entusiastas sugieren que esto puede desencadenar una segunda parte de los «felices años veinte», presumiblemente despreocupados por lo que sucedió a finales de la década de 1920 la última vez. Todos estos escenarios positivos son posibles, y algunos incluso pueden ser probables, pero el problema es que el múltiplo de beneficios actual, superior a 20, puede estar tomándose como un hecho. Dado lo mucho que puede salir mal, consideramos este múltiplo como los «temibles veinte». Del mismo modo, los inversores growth bien pueden estar observando los beneficios de la aceleración de la disrupción tecnológica para justificar valoraciones elevadas sin preocuparse por las posibles restricciones a los gigantes tecnológicos, mientras que los participantes en valor pueden estar esperando la inminente reflación sin tener suficientemente en cuenta los desafíos medioambientales o disruptivos.

En este mundo propenso al «riesgo», después de la espectacular subida del mercado durante los últimos ocho meses, podríamos argumentar que los inversores deberían buscar ahora preservar el capital, o mantener las luces encendidas, en lugar de intentar apagarlas. Por citar a Warren Buffett: «Ten miedo cuando los demás son codiciosos». Así, estaríamos defendiendo los beneficios de los «compounders». La idea es que el poder de fijación de precios de estas compañías y los ingresos recurrentes las permitan aumentar los beneficios a lo largo de los ciclos, haciéndolas mucho más resilientes en tiempos difíciles como 2020.

Nuestras carteras globales de hecho han logrado ofrecer esta resiliencia, aumentando los beneficios futuros un 3%-5% en lo que va de 2020, tras el crecimiento del 8%-11% en 2019, lo que contrasta con fuerza con el -9% y el -1% que el índice MSCI World logró en 2020 y 2019, respectivamente. Curiosamente, esta ganancia relativa del 22%-27% en los beneficios durante los dos años no ha resultado en un rendimiento relativo positivo significativo durante el período, dada la violencia del reciente repunte del valor. Como resultado, las carteras se han reducido drásticamente en comparación con el índice y ahora solo tienen una prima de ganancias a futuro del 9%-16% frente al índice MSCI World; esta prima desaparece en términos de flujo de caja libre, a pesar de la enorme brecha en términos de calidad, lo que convierte a los «compounders» en una póliza de seguro relativamente barata.

 

Columna de Bruno Paulson, Managing Director y Portfolio Manager en Morgan Stanley Investment Management.

 

 

Anotaciones:

  1. Fuente: Departamento del Tesoro de Estados Unidos

 

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Emergentes asiáticos de calidad y enfoque a largo plazo, con BNY Mellon

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Pixabay CC0 Public Domain. Integrar los factores ESG es clave para la inversión responsable en deuda de mercados emergentes

Los emergentes asiáticos en general, y China en particular, han despuntado por su positiva evolución económica este año, marcado por la pandemia en todo el mundo. Y las estimaciones indican que China será un motor clave del crecimiento mundial en 2021, gracias a su eficacia en la gestión del coronavirus, que lo han situado en una posición envidiable respecto a otros países.

Dentro del Asia emergente, es probable que la recuperación continúe, pero a un ritmo algo más pausado en 2021, a medida que entra en una fase más mecánica. El banco central de la India debe encontrar un equilibrio entre un crecimiento más lento de su economía, que potencialmente podría estimular una inflación excesiva, y una depreciación de la divisa. La posibilidad de que la carga de deuda aumente, como consecuencia de los gastos relacionados con el COVID-19, podría reducir la probabilidad de otro paquete fiscal.

Otras zonas de Asia emergente se enfrentan a riesgos políticos que podrían impedir el crecimiento. Vietnam es una excepción, sin embargo, con potencial para generar un crecimiento económico positivo, dado el éxito obtenido manteniendo el virus a raya y a su posición ventajosa como beneficiario de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China.

Reflejando este entorno económico relativamente benigno, la categoría VDOS de Renta Variable Internacional Asia ex-Japón es la más rentable, en lo que va de año, del grupo de fondos de renta variable, excluyendo sectoriales, con una revalorización media del 8,34%. De esta categoría, uno de los fondos más rentables es el BNY Mellon Asian Equity, obteniendo desde el pasado enero una rentabilidad del 36,39% en su clase C de acumulación en euros.

La gestora, Newton Investment Management, toma un enfoque diferenciador de inversión temática, aportando valor añadido gracias a su minucioso método de análisis propietario. Su inversión se centra en acciones de crecimiento de la región asiática, excluyendo Japón.

El fondo está gestionado por Sophia Whitbread, gestora de carteras del equipo de Oportunidades de Renta Variable. Se incorporó a Newton en 2005 como analista financiera, especializándose en el sector bancario. Tuvo responsabilidades adicionales, específicamente en gestión de activos y en seguros de vida, con cobertura de todos los sectores a nivel mundial. Pasó brevemente por Edimburgo en 2010, trabajando para Baillie Gifford, antes de regresar a Newton en enero de 2011 para asumir su puesto actual. Es gestora de carteras de mercados emergentes globales y estrategias de renta variable asiática. Sophia cuenta con Masters (con honores) y MPhil en Clásicas por la Universidad de Cambridge, además de con la certificación CFA.

La filosofía de inversión de Newton se basa en su convicción de que los mercados son, a menudo, eficientes al poner en precio las noticias a corto plazo, pero pueden ser ineficientes cuando se trata de reflejarlas a largo plazo. Su proceso de inversión está configurado para explotar estas ineficiencias, de forma que puedan generarse fuertes retornos a largo plazo. Para lograrlo, se combinan temas, seleccionados a partir de un proceso de análisis (top-down) de arriba hacia abajo, y un análisis fundamental (bottom-up) de abajo hacia arriba, con la integración de los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en el proceso analítico.

En los mercados emergentes, las perspectivas de crecimiento varían significativamente entre economías y sectores. Además, hay grandes diferencias en la calidad de las empresas, sobre todo, dado el fuerte peso que las entidades de propiedad estatal representan en los índices de mercado. Las expectativas a largo plazo de la gestora, al considerar perspectivas de inversión y valoración, junto con el peso que asignan a su consideración sobre calidad, con el gobierno corporativo como uno de los factores más importantes, pueden aportar una visión muy diferenciada respecto al retorno ajustado por riesgo, en comparación con la del mercado. Como selectores de acciones, su uso de temas se traduce en una alta y diferenciada convicción, permitiéndoles formar carteras con las que pretenden proporcionar a los inversores mayores rendimientos al tiempo que se reduce el riesgo absoluto.

La cartera final incluye entre sus mayores posiciones acciones de Samsung SDI Co. Ltd (7,80%), ADRs de Alibaba Group Holding Ltd. Sponsored (7,40%), Meituan Class B (7,10%), LONGi Green Energy Technology Co Ltd Class A (6,90%) y Tencent Holdings Ltd (6,10%). Por sector, servicios al consumidor (30,20%), tecnología (25,20%), industrial (11,70%), financiero (11,90%) y materiales básicos (7,90%) representan los mayores pesos en la cartera del fondo. Por país, las mayores posiciones corresponden a China (45,20%), India (20%), Corea (11,10%), Australia (5,60%) y Taiwan (5,20%).

Por rentabilidad, la evolución histórica del fondo lo sitúa entre los mejores de su categoría, en el primer quintil, durante 2019 y 2020, batiendo al índice de su categoría en 2017. Su volatilidad a tres años es del 22,65% y del 25,09% a un año. En este último periodo su Sharpe es de 1,74 y su tracking error, respecto al índice de su categoría, es del 5,83%. La suscripción de la clase C de acumulación en euros supone una inversión mínima de 5 millones de euros, aplicando una comisión fija del 1% y de depósito de hasta el 0,15%. El fondo dispone también de una clase A, con un requerimiento mínimo de inversión de 5.000 euros y comisiones fija y de depósito del 2% y del 0,15%, respectivamente.

El equipo gestor cree que el nivel relativamente más alto del crecimiento de los ingresos, el aumento de la penetración de productos y la consolidación de la industria, pueden proporcionar oportunidades de crecimiento atractivas para los inversores en mercados emergentes a largo plazo, siempre que mantengan una exposición a los temas y empresas adecuados.

A corto plazo, el contexto actual de un dólar estadounidense más débil, el crecimiento del PIB mundial por encima de la tendencia, la política monetaria ultra laxa y la distensión de los factores de riesgo más importantes para el mercado (las elecciones estadounidenses y los avances en la vacuna para el COVID-19) son constructivos para los mercados asiáticos. Y todo ello en un contexto en el que, además, la evolución de los índices de renta variable de Estados Unidos, como el S&P 500, ha superado la del FTSE All World Asia-Pacific ex Japan en los últimos años.

La rentabilidad del BNY Mellon Asian Equity a lo largo de su historia, respecto al riesgo incurrido medido por volatilidad, especialmente en los últimos tres años, lo hace merecedor de la calificación cinco estrellas de VDOS.

Tribuna de Paula Mercado, directora de Análisis de VDOS

Malas prácticas transfronterizas

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CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: RufusGEfangenen. m

El pasado 24 de noviembre, la Comisión Nacional del Mercado de Valores hizo público un comunicado en el que alertaba de ciertas prácticas emprendidas en nuestro país por entidades de servicios de inversión radicadas en otros estados miembros de la Unión Europea.

El comunicado es todo un aviso a navegantes transfronterizos: sin especificar ninguna medida concreta, el regulador alerta a estos operadores de que no va a permitir ciertos modelos de negocio que puedan suponer un daño al inversor minorista o a la integridad del mercado.

En primer lugar, la CNMV apunta a la comercialización de servicios y captación de clientes por terceros no autorizados. Se trata de un método de comercialización por el cual la entidad transfronteriza, mediante el pago de una comisión fija o variable, encarga a un tercero no autorizado para que ofrezca de forma masiva y por toda suerte de vías (internet, call-centers, etc.) un producto a potenciales clientes.

Estos métodos tan extendidos en otros ámbitos (como la telefonía) no son trasladables a la comercialización de servicios de inversión; no en vano la Ley del Mercado de Valores exige que la captación de clientes en esta materia sea realizada siempre por una empresa de servicios de inversión (ESI) o por un agente vinculado. Toda campaña de captación que sea realizada por cualquier otro operador es y será considerada como inadmisible por la CNMV, ya que supondría amparar un modelo en que la primera toma de contacto es realizada por personal que no reúne la formación y aptitudes precisas para informar con solvencia a un inversor minorista.

La segunda actividad referida en el comunicado es la promoción de CFD por entidades de grupo situadas en terceros países que no cuentan con autorización para operar en la UE. Es consabida la posición de la mayoría de reguladores en la UE respecto de los CFD, un producto de alto riesgo y que genera, frecuentemente, un conflicto de intereses en el operador, y también son conocidas por muchos abogados las complicaciones de reclamar una indebida comercialización de este producto por entidades radicadas en ciertos estados miembros (habitualmente Chipre).

Esta vez, la CNMV hace referencia a portales en castellano de intermediarios comercializadores de CFD situados en otros países de la UE en los que se publicitan servicios de inversión ofrecidos por entidades, generalmente pertenecientes a su mismo grupo, radicadas, a su vez, fuera del territorio de la UE. Precisamente, se usa como atractivo la inaplicabilidad de las normas comunitarias y las posibilidades que ofrece la laxitud extracomunitaria para ampliar las posibilidades de inversión. Atractivo que enmascara el desamparo del inversor, que se ve privado de la regulación que asiste al inversor minorista en la UE.

Esta advertencia del regulador español se alinea con la postura de ESMA, que ha venido advirtiendo a los supervisores de los estados miembros de su rechazo a cualquier tipo de  publicitar a minoristas de la UE cualquier operativa CFD que no se ajuste estrictamente a la regulación comunitaria vigente.

La hoja de ruta del supervisor español tras esta doble advertencia pasa por dirigirse al resto de supervisores comunitarios, a fin de que hagan conocedores a toda entidad que opere en España de su postura, no descartando la adopción de medidas más ambiciosas en el futuro por lo que, a la vista de la contundencia de su comunicado, se vaticinan más movimientos de la CNMV en la lucha contra este tipo de práctica.

Tribuna de Guillermo Setién, abogado de Gabeiras & Asociados.