Previsión 2021: ¿los locos años 20 o los temibles años 20?

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Pixabay CC0 Public DomainJoshua Sortino. Joshua Sortino

Noviembre fue un mes espectacular para los mercados. La subida del 13% del índice MSCI World fue el mejor resultado mensual desde enero de 1975. También se produjo una noticia espectacular: tres vacunas lograron una eficacia muy superior al 50% que se consideraba el nivel mínimo viable. Esto abre la perspectiva genuina de que el mundo regrese a algo parecido a la «normalidad» en la segunda mitad de 2021, lo que podría poner fin a los ominosos ciclos de brotes y confinamientos que habían regresado a Estados Unidos y Europa durante el otoño en el hemisferio norte. Además, el mundo respira aliviado, ya que Estados Unidos parece estar encaminado hacia una transición pacífica del poder; la ausencia de un claro «barrido azul» de los demócratas supone una ventaja adicional y hace menos probables aumentos significativos en el impuesto de sociedades o regulaciones de carácter radical, lo que puede proteger la rentabilidad de las empresas estadounidenses, especialmente, los gigantes tecnológicos.

Si bien las noticias fueron claramente positivas en el mes, la cuestión es si el mercado  ha avanzado mucho demasiado pronto. El índice MSCI World estaba prácticamente en el mismo nivel de comienzos de año a finales de octubre, antes del «mes de los milagros»; en la actualidad y desde sus mínimos de marzo, ha aumentado más del 50%, lo que sitúa el rendimiento anualizado en el 12% hasta finales de noviembre, una rentabilidad anual superior a la media. Esto parecería implicar que las perspectivas a largo plazo para los beneficios corporativos son mejores que a principios de año, a pesar del impacto de la pandemia, que se prevé que reduzca el producto interior bruto (PIB) mundial un 4,4% este año, según el Fondo Monetario Internacional, y que ha reducido los beneficios a futuro un 9% desde principios de año.

Es importante señalar que no hablamos de un mercado que fuera remotamente barato a principios de año, debido al repunte del 26% en 2019, todo lo cual se estaba ajustando al caer las ganancias ligeramente. Esto ha dejado el múltiplo actual de beneficios a 12 meses del índice MSCI World por encima de 20, un indicador que nunca había estado por encima de 17 antes de este año en una serie histórica que se remonta a 2005. Permitiendo otro año de recuperación de los beneficios, el múltiplo a dos años es de 17,7, aún un 15% por encima del máximo anterior a 2020 de 15,4. El riesgo definitivamente parece estar «activado».

Incluso si asumimos que los efectos directos de la pandemia, los confinamientos y los autoaislamientos voluntarios se habrán desvanecido para la segunda mitad del próximo año a medida que la vacunación se propaga entre las poblaciones, la COVID-19 habrá dejado un gran legado. Esto se puede ver en la aceleración de tres grandes tendencias existentes.

La primera es el cambio radical en la adopción de tecnología. El comercio electrónico ha resurgido, junto con el teletrabajo, mientras que el gasto en efectivo se ha desplazado a las tarjetas y las compañías están trasladando su infraestructura tecnológica local a la nube. Esta marcha de la tecnología claramente genera ganadores y puede brindar a las compañías en general la oportunidad de reducir algunos costes de forma permanente, por ejemplo, en el espacio de oficinas o en la contratación de mano de obra nueva y remota en ubicaciones más baratas. Pero también visibiliza a los perdedores, ya seas minoristas tradicionales sin una propuesta de venta única, ciertos segmentos inmobiliarios o empresas de servicios tecnológicos que gestionan la infraestructura local.

 

La segunda es el aumento de la intervención pública. Es probable que el alcance sin precedentes de las medidas de apoyo durante la pandemia se haya sumado al ya creciente gusto de los gobiernos por la participación en la economía. La era en la que las economías se dirigían en beneficio de las grandes corporaciones ya parecía estar llegando a su fin, dados los ataques al libre comercio, la reactivación de la actividad antimonopolio, las presiones para aumentar los impuestos de sociedades y el inicio de medidas para reequilibrar la relación entre trabajo y capital, por ejemplo, mediante el aumento de los niveles del salario mínimo. La acción sobre el cambio climático puede ser la modificación más importante, con movimientos hacia la fijación de los precios del carbono y la restricción de las actividades contaminantes. Los optimistas señalarán el probable impasse en Estados Unidos e incluso el potencial de una ola de lucrativas inversiones en infraestructura verde. Pero, en el lado negativo, gran parte del status quo influido por las emisiones de carbono puede volverse antieconómico o ser incluso prohibido.

La última tendencia que se ha potenciado es el crecimiento de la deuda. Es cierto que la tasa de ahorro de los particulares ha aumentado considerablemente, dados los grandes pagos de transferencias de los gobiernos y la supresión del consumo social, ya sea en vacaciones o fuera de casa. No ocurre lo mismo con el sector empresarial, que ha experimentado un nuevo impulso en el apalancamiento. Moody’s estima que la emisión de deuda con grado de inversión aumentará un 60% este año, e incluso se espera que el segmento de alta rentabilidad experimente una subida del 25%. Sin embargo, esto se ve eclipsado por el aumento de la deuda pública dadas las medidas para proteger las economías de la pandemia. Solo en Estados Unidos se ha producido un aumento de 4 billones de dólares en su deuda nacional en lo que va de año, que ahora ha alcanzado el 107% del PIB1. De nuevo, hay un escenario optimista, donde los consumidores recién liberados gastan mucho en 2021 y 2022, reduciendo sus elevadas tasas de ahorro, mientras que los gobiernos continúan apoyando la demanda con fuertes déficits, ayudados por la política expansiva de los bancos centrales y la actitud acomodaticia de los mercados de bonos hasta el momento. Por tanto, el crecimiento se recuperará con fuerza, pero afortunadamente sin aumentos significativos de la inflación o los tipos de interés que pudieran asustar a los mercados. Los escenarios menos positivos están a ambos lados de este resultado de entorno económico favorable: o demasiado fríos, debido a la cautela del consumidor o los recortes públicos, o demasiado calientes, con la recuperación impulsando la inflación y los tipos de interés.

Hay beneficios potenciales positivos de las tres tendencias: las empresas se vuelven más eficientes, la inversión en infraestructura verde ofrece impulso y los bajos tipos de interés permiten que los gobiernos sigan gastando. Junto con la posibilidad de que los consumidores gasten sus ahorros, los comentaristas más entusiastas sugieren que esto puede desencadenar una segunda parte de los «felices años veinte», presumiblemente despreocupados por lo que sucedió a finales de la década de 1920 la última vez. Todos estos escenarios positivos son posibles, y algunos incluso pueden ser probables, pero el problema es que el múltiplo de beneficios actual, superior a 20, puede estar tomándose como un hecho. Dado lo mucho que puede salir mal, consideramos este múltiplo como los «temibles veinte». Del mismo modo, los inversores growth bien pueden estar observando los beneficios de la aceleración de la disrupción tecnológica para justificar valoraciones elevadas sin preocuparse por las posibles restricciones a los gigantes tecnológicos, mientras que los participantes en valor pueden estar esperando la inminente reflación sin tener suficientemente en cuenta los desafíos medioambientales o disruptivos.

En este mundo propenso al «riesgo», después de la espectacular subida del mercado durante los últimos ocho meses, podríamos argumentar que los inversores deberían buscar ahora preservar el capital, o mantener las luces encendidas, en lugar de intentar apagarlas. Por citar a Warren Buffett: «Ten miedo cuando los demás son codiciosos». Así, estaríamos defendiendo los beneficios de los «compounders». La idea es que el poder de fijación de precios de estas compañías y los ingresos recurrentes las permitan aumentar los beneficios a lo largo de los ciclos, haciéndolas mucho más resilientes en tiempos difíciles como 2020.

Nuestras carteras globales de hecho han logrado ofrecer esta resiliencia, aumentando los beneficios futuros un 3%-5% en lo que va de 2020, tras el crecimiento del 8%-11% en 2019, lo que contrasta con fuerza con el -9% y el -1% que el índice MSCI World logró en 2020 y 2019, respectivamente. Curiosamente, esta ganancia relativa del 22%-27% en los beneficios durante los dos años no ha resultado en un rendimiento relativo positivo significativo durante el período, dada la violencia del reciente repunte del valor. Como resultado, las carteras se han reducido drásticamente en comparación con el índice y ahora solo tienen una prima de ganancias a futuro del 9%-16% frente al índice MSCI World; esta prima desaparece en términos de flujo de caja libre, a pesar de la enorme brecha en términos de calidad, lo que convierte a los «compounders» en una póliza de seguro relativamente barata.

 

Columna de Bruno Paulson, Managing Director y Portfolio Manager en Morgan Stanley Investment Management.

 

Anotaciones:

  1. Fuente: Departamento del Tesoro de Estados Unidos

 

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¿Back to value? Valor, calidad y margen de seguridad en una cartera equiponderada

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Pixabay CC0 Public Domain. Informes, transparencia, juntas de accionistas y movilización de capital: así se concretan los ODS a través de la inversión

En los últimos tiempos, el menor rendimiento del factor value ha estado motivado por múltiples factores; pero quizás el más prevalente ha sido la caída de tipos de interés tras la crisis financiera de 2008. Históricamente, el factor value ha tenido una correlación positiva con la evolución del yield. Al estar más expuesto a las áreas cíclicas del mercado, los períodos de incertidumbre geopolítica y económica de los últimos años han supuesto un viento en contra. El COVID-19 ha acelerado estas causas y ha provocado un mayor pesimismo hacia el value, propiciando una elevada dispersión de los diferenciales de rendimiento y de valoración entre el value y el growth. De hecho, a pesar de su reciente rally, la dispersión todavía se mantiene en máximos de varias décadas, lo que me hace confiar en que aún queda margen para que el reciente movimiento continúe.

De cara al futuro, vemos dos argumentos a favor del value. El primero es que la brecha de valoración con el growth sigue siendo significativa y puede proporcionar un terreno fértil para los gestores value activos. El segundo gira en torno a su dinámica cíclica. El reciente flujo de noticias positivas sobre el desarrollo de las vacunas podría respaldar un repunte económico a medida que la situación se normalice gradualmente. Por estos motivos, pensamos que el entorno actual puede ser atractivo para una estrategia value con un enfoque disciplinado bottom-up en la selección de valores.

Nuestra estrategia European Equity Value ofrece un enfoque diferente. Para nosotros, el riesgo real al que se enfrentan los inversores no es la volatilidad de los precios, sino el deterioro permanente del capital. Para mitigar este riesgo, solo invierte en compañías viables, es decir, capaces de generar beneficios sostenibles y predecibles. Comprar negocios viables es la forma más efectiva de evitar trampas de valor que conducen al deterioro permanente del capital. Este enfoque generalmente nos ayuda a evitar negocios que se enfrentan a desafíos o caídas estructurales.

El siguiente paso es identificar las compañías que cotizan con un descuento significativo respecto a su valor intrínseco. Esto es clave, ya que nuestra filosofía value se basa más en el valor intrínseco y el margen de seguridad que en múltiplos de precios relativos. Otro aspecto clave es identificar el punto de entrada. Este proceso requiere disciplina y paciencia, dos de los factores de éxito más importantes en la inversión, mientras esta combinación de valor y calidad debería generar rendimientos ajustados al riesgo superiores a la media a largo plazo.

Otro aspecto diferencial es la construcción de cartera mediante un enfoque equiponderado. La cartera está concentrada en alrededor de 40 valores. Este enfoque equiponderado respalda dos objetivos a lo largo del tiempo: superar al índice de referencia y producir mejores rendimientos absolutos ajustados al riesgo a medio plazo, ya que reduce los riesgos de concentración excesiva en la cartera. Además, fomenta el espíritu «contrarian» disciplinado y reduce los sesgos de comportamiento al construir una cartera más eficiente en cuanto al riesgo.

Dicho esto, la cartera del Amundi Funds European Equity Value está expuesta actualmente a las áreas más procíclicas del mercado, que es donde encontramos oportunidades de valor intrínseco. A nivel de sectores, esto se traduce en una mayor asignación a bienes de capital, bancos, energía, medios y entretenimiento, automóvil y bienes de consumo duradero, mientras que tenemos una exposición limitada a áreas como utilities y materiales.

En realidad, durante este año, la estructura general de la cartera no ha cambiado, manteniendo el posicionamiento procíclico. Sin embargo, refleja que 2020 ha sido un año singular para la renta variable, con un nivel de rotación más elevado de lo habitual dentro de la cartera. No en vano, la volatilidad generada por el COVID-19 en el primer trimestre brindó grandes oportunidades para añadir modelos de negocio viables con importantes descuentos respecto a su valor intrínseco.

En las próximas semanas, debemos estar atentos a las noticias en torno al Brexit, desarrollo de la pandemia, infecciones y vacunas, que pueden generar incertidumbre. A medio plazo, a medida que se reanude la actividad comercial y manufacturera en Europa, es probable que veamos que la inversión value recupera el favor de los inversores. Esto no debe interpretarse como una luz verde para comprar cualquier valor value. Creemos que habrá una recuperación gradual, no lineal, que sustenta la necesidad de prestar atención a las compañías resilientes y la implementación de un margen de seguridad estricto.

Tribuna de Andreas Wosol, director de inversión value en Amundi

 

Dirigido a inversores profesionales. No constituye asesoramiento ni recomendación de inversión; ni constituye oferta de compra ni venta en ningún país donde pudiera ser considerado ilegal. Sin garantía de capital ni de rentabilidad. Rentabilidades pasadas no garantizan resultados futuros. Material promocional a la atención del público general salvo de “US Persons”. Información a octubre 2020. Ver Folleto y DFI. Subfondo de Amundi Funds, registrado en CNMV nº 61. Comercializador principal en España: Amundi Iberia SGIIC registrada en CNMV nº 31 www.amundi.es. Los clientes pueden consultar el listado de todos los distribuidores en España en la página web de CNMV: www.cnmv.es

Acciones chinas clase A: cinco claves sobre su rendimiento en 2020

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Acciones chinas clase A: cinco claves sobre su rendimiento en 2020
Pixabay CC0 Public Domain. Acciones chinas clase A: cinco claves sobre su rendimiento en 2020

¿Cómo se han comportado las acciones chinas clase A en 2020? Todos pensamos que sería un año muy volátil. Pero, en realidad, el mercado chino onshore de acciones A ha desafiado ideas del pasado.

Si se compara con los mercados desarrollados este año, ha mostrado una menor volatilidad y una reducción de la demanda inferior. Y hay cinco razones que creemos que explican este comportamiento.

La primera es que China está en mejor forma. Si nos fijamos en cómo ha gestionado el COVID-19, se observa que el país fue el primero tanto para entrar como para salir de la situación. Y las cosas han vuelto a la normalidad. Si se mira la producción industrial en China, ha vuelto a niveles pre-COVID. Y aunque el gasto de los consumidores no se haya recuperado de forma plena todavía, estamos viendo fuertes signos de recuperación del consumo y la tendencia del lujo o premium ha permanecido intacta.

La segunda explicación estaría medida en términos de autosuficiencia. La economía de China no depende de las exportaciones y las inversiones como ocurría hace 10 o 15 años. Hoy en día está muy influida por el consumo interno y los servicios. Y de nuevo esto es muy importante, considerando lo que sucede en el contexto exterior y la incertidumbre que conlleva. Así que la autosuficiencia en China ha hecho que su economía sea mucho más resistente este año.

La tercera razón sería el aislamiento. El mercado interno de China onshore, al igual que su economía, está más aislado porque está más orientado a factores internos. Y esto queda patente en la fortaleza del mercado que vemos hoy en día.

El cuarto motivo se explicaría en términos de estímulos. La forma en la que los chinos han gestionado esta situación indica una mayor disciplina que el resto del mundo. Y han elegido mantener munición en su arsenal. Esto significa que, si las cosas van a peor, el gobierno chino dispone de mucho más margen de maniobra para hacer más en términos de políticas fiscales y monetarias. Y este es el amortiguador o la red de seguridad, si se quiere, para nosotros.

El último factor tiene que ver con el consumo. La tesis de inversión en China a largo plazo no cambia ni ha cambiado durante la situación del COVID-19. Y creemos que la tendencia a largo plazo de consumo de productos prime y el crecimiento del consumo interno en China seguirá siendo muy estructural.

Tribuna de Pruksa Iamthongthong, directora sénior de inversiones en renta variable europea en Aberdeen Standard Investments

Wall Street vs Main Street, la brecha crece

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CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Leosoueu. b

En la industria financiera llega el momento de hacer tabla rasa para comenzar un año nuevo. Los mensajes no difieren mucho de los de años anteriores, nada de escenarios rupturistas o estridentes.

La desconexión entre la realidad económica y los mercados financieros es cada vez mayor. Los fundamentales parecen perder importancia ante la ausencia de alternativas a la hora de buscar rentabilidad y contar con el apoyo de los bancos centrales. Un apoyo que se ha traducido en un escenario de tipos de interés casi cero distorsionando el precio de los activos financieros

En nuestra opinión, 2021 será un año con volatilidad. Las incertidumbres del escenario siguen siendo elevadas, pese al optimismo reinante en torno a las vacunas. Hoy en día, no es posible determinar cómo impactarán las mismas en el escenario, o si pudieran existir problemas logísticos o la existencia de efectos secundarios no contemplados. Y desde un plano geopolítico, no está claro la dirección que podrá seguir la política norteamericana teniendo en cuenta la estructura final que pueda tener el senado. Como tampoco lo está en Europa, las implicaciones que puedan derivarse del Brexit en el plano económico en el corto plazo. Y eso por no hablar de las tensas relaciones entre China y EE. UU. (aunque la Administración Biden posiblemente sea un término intermedio entre lo visto con Obama y lo visto con Trump).

Por ello, nuestra visión sigue siendo una posición neutral en lo que a la ponderación de la renta variable se refiere en los diferentes perfiles de riego de nuestros clientes. Es cierto que en el mundo de la renta fija las oportunidades son muy escasas. Tan sólo acudiendo a los segmentos de deuda subordinada, bonos high yield o renta fija de países emergentes se puede encontrar algo de rentabilidad. Y en muchos casos esa rentabilidad no siempre compensa el riesgo que se asume. De hecho, dentro de esa terna de productos, actualmente donde más cómodos nos encontraríamos sería en la renta fija emergente.

Pero 2021 será un año largo, y estamos convencidos que ofrecerá oportunidades, y no creemos que haya que comenzar el año con cierta sobre ponderación. Queremos que nuestros clientes tengan margen de maniobra ante las fluctuaciones de mercado. Además, no podemos olvidar que esa neutralidad en renta variable, en parte se ve compensada con la exposición a productos de renta fija que tienen un cierto “proxy” a la renta variable como los bonos híbridos o subordinados, sobre todo si lo comparamos con la renta fija soberana.

Igualmente, el denominado “asset allocation” o asignación por tipo de activos volverá a ser determinante. Terminamos 2020, y muchos se quedan con la sensación de que al final ha sido un buen año en el plano de la renta variable. Pero el comportamiento ha sido muy desigual. El S&P500, índice de referencia de la renta variable norteamericana, registra una revalorización superior el 10% en lo que llevamos de año. Mientras tanto la bolsa europea registra todavía pérdidas. En emergentes, Asia (con China a la cabeza, si es que se le puede llamar emergente) se ha comportado mucho mejor que Latinoamérica. Como también se puede decir que los sectores o valores denominado de crecimiento han registrado mucho mejor comportamiento que los sectores “value”. Y creemos que dentro de la volatilidad del 2021, esas divergencias volverán a existir, y será importante tener las carteras bien posicionadas.

Y en este escenario, la inversión sostenible seguirá cobrando un mayor protagonismo y mostrando una mayor resiliencia que la nos sostenible. Por ello, la creciente importancia de temáticas como educación, transición energética, ciberseguridad, bienestar, economía circular, desarrollo de ciudades sostenibles, etc, en las carteras de nuestros clientes. Sostenibilidad, rentabilidad y riesgo han de ser el trinomio sobre el que giran las carteas patrimoniales.

Con todo lo dicho, lo cierto es que marcamos un punto de partida para una nueva carrera de doce meses. Entonces, cuando volvamos la vista atrás, posiblemente nos encontremos con un camino recorrido que en poco o nada se pueda parecer al que hoy estamos dibujando. Será el momento de “echar por tierra” los pronósticos actuales. Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele ocurrir. Por ello, en cualquier caso, hay que tener una hoja de ruta que nos permita movernos en diferentes escenarios, y siempre teniendo la gestión del riesgo como soporte. Es cierto que los vaivenes del mercado pueden provocar ciertos sustos temporales, pero una cartera bien posicionada obtiene su recompensa en el medio y largo plazo.

Tribuna de Miguel Puertas, director de gestión discrecional en Portcolom AV

La crisis del coronavirus hace más urgente la agenda de inversión sostenible

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Pixabay CC0 Public Domain. La crisis del coronavirus hace más urgente la agenda de inversión sostenible

La respuesta global a la crisis del coronavirus ha reforzado la importancia de la inversión sostenible. El sector privado ha desempeñado un papel clave en los esfuerzos para detener el virus y acomodarse a las cambiantes tendencias de consumo, por lo que los inversores deberían buscar empresas con credenciales medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) sólidas para los drásticos cambios que se están produciendo en todo el mundo.

Los valores sostenibles cayeron mucho menos que el mercado general durante el histórico desplome del primer trimestre. Sin embargo, una agenda de inversión sostenible proporciona mucho más que protección frente a las bajadas. Creemos que las carteras centradas en los factores ESG pueden ofrecer resultados en diversidad de condiciones de mercado y proporcionar ventajas a los inversores durante la crisis de la COVID-19 y la eventual recuperación.

Resiliencia en la oleada de ventas

Las empresas con las prácticas ESG más sólidas en relación con sus homólogas son, por definición, empresas de mayor calidad. Son más rentables, sus beneficios son menos volátiles y, según los análisis de MSCI, mitigan mejor los riesgos empresariales graves, que pueden provocar importantes pérdidas financieras e incluso quiebras. En consecuencia, tienden a proporcionar más protección frente a las caídas en tiempos de tensión en el mercado.

Estos atributos fueron muy demandados durante la oleada de ventas. En el primer trimestre, las empresas con las calificaciones ESG más altas (AAA y AA) del índice MSCI ACWI cayeron un 15,6% de media, unos 650 puntos básicos menos que aquellas con las calificaciones más bajas (B y CCC). El diferencial fue incluso más amplio en el caso de la renta variable estadounidense, donde los líderes en ESG experimentaron un declive del 10,8%, mientras que el mercado perdió un 19,6%.

AllianceBernstein ESG

 

El capitalismo de los grupos de interés, a prueba

La crisis del coronavirus está redefiniendo el liderazgo en ESG. Al aumentar el impacto social y económico de la pandemia, asistimos a la primera gran prueba de la era del capitalismo de los grupos de interés.

El verano pasado, 181 CEOs estadounidenses firmaron una declaración conjunta en la que se comprometían a que sus empresas incluirían consideraciones para todos los grupos de interés, no solo los accionistas. En una declaración emitida por la Business Roundtable, los líderes empresariales ratificaron su compromiso con el apoyo a la salud medioambiental y social de las comunidades en las que llevan a cabo su actividad y la adopción de prácticas sostenibles. Medidas que en el pasado podrían haber sido desdeñadas como meramente filantrópicas o de relaciones públicas, se están contemplando de forma totalmente diferente.

Aunque es posible que estas medidas no favorezcan directamente a las ganancias a corto plazo, los inversores entienden cada vez más que las empresas que siguen los criterios ESG verán reforzado su posicionamiento competitivo al rebajar el riesgo regulatorio, fortalecer la fidelización de los clientes y reforzar el compromiso de los trabajadores.

Llamada a la sostenibilidad global

Los desafíos creados por la crisis del coronavirus son una llamada a la sostenibilidad global. Del mismo modo en que los gobiernos no pueden vencer al virus sin el sector privado, los mayores desafíos medioambientales y sociales del mundo no pueden resolverlos por sí solas las políticas públicas. Los gobiernos pueden crear marcos legales favorables, pero, en última instancia, precisan de la capacidad innovadora y financiera del sector privado para impulsar un cambio significativo. Además, las empresas con las mejores soluciones pueden aprovechar oportunidades de crecimiento a largo plazo.

Sin embargo, no siempre es fácil para los inversores identificar qué empresas pueden beneficiarse de estas tendencias sostenibles. En nuestra opinión, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS) suponen una buena guía, pues señalan el camino hacia cambios estructurales a largo plazo que impulsarán el crecimiento.

Identificar temas de crecimiento a largo plazo

Los temas de inversión derivados de los ODS ofrecían una amplia gama de oportunidades de inversión incluso antes de que el mundo se viera sacudido por el coronavirus. Ahora, la crisis está cambiando comportamientos y creando oportunidades, así como acelerando algunas tendencias que ya estaban presentes.

Las TIC ya eran vitales para la agenda de los ODS como un medio para compartir conocimiento y conectar comunidades. En el mundo actual de distanciamiento social, las tecnologías de la comunicación digital que respaldan la “virtualización de todo” están cobrando una fuerza enorme. Las empresas que ofrecen el hardware y el software que nos permiten trabajar, comprar, aprender, hacer ejercicio y recibir asistencia sanitaria de forma digital asistirán claramente a un fuerte aumento de la demanda a corto plazo.

Las compañías de tecnología financiera y de pagos contribuyen al crecimiento de las pymes, otro objetivo clave de los ODS. Aunque estas empresas suponen una parte importante del empleo y el crecimiento económico, a menudo las entidades financieras tradicionales no las atienden en la medida necesaria. Las soluciones fintech amplían el alcance de las firmas más pequeñas, aumentan su rentabilidad y les proporcionan un mejor acceso al capital.

Seguir con valores sostenibles

Desde nuestro punto de vista, las empresas sostenibles tienen poder de permanencia en el largo plazo. Han demostrado con claridad su resiliencia en épocas de debilitamiento de los mercados. Y aunque es cierto que una recuperación podría favorecer, al menos temporalmente, a los títulos que se comportaron peor en la oleada de ventas, creemos que las perspectivas a largo plazo para los valores sostenibles son muy prometedoras. Desde nuestro punto de vista, la crisis está brindando nuevos catalizadores para aquellas empresas que pueden proporcionar soluciones innovadoras a nuestros mayores desafíos medioambientales y sociales.

Tribuna de Dan Roarty, jefe de inversión en renta variable temática y sostenible de AllianceBernstein

 

El AB Sustainable Global Thematic Portfolio tiene como objetivo lograr la revalorización del capital a largo plazo invirtiendo en una cartera diversificada de empresas expuestas positivamente a temas de inversión orientados a cuestiones medioambientales o sociales basados en los ODS. La estrategia aspira a obtener un rendimiento superior al MSCI AC World Index invirtiendo exclusivamente en empresas bien gestionadas según estos criterios. Para ello, integra factores ESG en todas las decisiones de inversión y detecta así inversiones atractivas con perspectivas de crecimiento y valoraciones interesantes.

Las infraestructuras, una oportunidad única para diversificar una cartera

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Pixabay CC0 Public Domain. Las infraestructuras, una oportunidad única para diversificar una cartera

Las infraestructuras, al igual que el inmobiliario, ofrecen oportunidades únicas de diversificación de la cartera, flujos de efectivo regulares y crecientes, apreciación de capital y protección contra la inflación. 

En la última década, estas inversiones han proporcionado en términos totales rendimientos más altos que las acciones y los bonos. El fuerte apalancamiento operativo de la mayoría de los modelos de negocio de las empresas de infraestructuras, combinado con las elevadas barreras de entrada, produce rendimientos sostenibles a largo plazo en forma de atractivos ingresos por dividendos y por la apreciación del capital.

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Hay dos factores principales que impulsan esta clase de activos: el apetito de los consumidores por los activos de infraestructuras y la demanda de los inversores.

Demanda de los consumidores. Los gobiernos no son capaces de atraer la inversión necesaria para satisfacer la demanda en infraestructuras. El flujo de capital privado es fundamental para el desarrollo de infraestructuras, que son una palanca para el crecimiento económico. Tienen una tasa de rentabilidad socioeconómica del 20% (un dólar de inversión en infraestructura puede aumentar el PIB en 20 centavos), según McKinsey.

Demanda de los inversores. Las infraestructuras son uno de los pocos activos alternativos reales de calidad para incorporar en las carteras de los inversores institucionales. Con la crisis, la pronunciada caída de los precios de los activos líquidos ha creado lagunas de financiación para muchos planes de pensiones, y las perturbaciones exógenas de las dislocaciones del mercado en todo el mundo han tenido un impacto negativo en los presupuestos de riesgo, por lo que los inversores buscan ahora formas de aumentar la eficiencia de sus carteras.

¿Por qué compañías de infraestructuras no cotizadas?

Las inversiones directas ofrecen a los inversores la posibilidad de elegir proyectos individuales en lugar de una determinada cartera de una empresa que cotiza en bolsa. Asimismo, las inversiones directas proporcionan a los inversores los beneficios de participar en la toma de decisiones de gestión.

Además, podemos considerar otras tres buenas razones para preferir la inversión directa en infraestructuras: mayor rendimiento, menor volatilidad y descorrelación con los mercados financieros.

¿Por qué Bestinver Infraestructure FCR?

Bestinver es una de la principal gestora de activos independiente en España, fundada en 1987 y 100% propiedad de Acciona, que cotiza en el IBEX35. Actualmente, Bestinver cuenta con más de 6.800 millones de euros en activos bajo gestión, y los inversores internacionales representan más de un tercio del total de los activos.

El área de infraestructuras está liderada por Francisco del Pozo como director de fondos de infraestructuras y gestor de Bestinver Infra FCR desde septiembre de 2020. Cuenta con más de 20 años de experiencia en el desarrollo, diseño, construcción, operación y financiación de infraestructuras.

Las características diferenciales del fondo son:

  • Su objetivo es muy específico: periodo de inversión corto, rendimiento anual muy atractivo, plazo reducido y una tasa interna de retorno (TIR) final elevada de un solo dígito. El fondo tiene un objetivo de 300 millones de euros, con un first close previsto en enero de 2021 y un second close provisional para junio de 2021. El rendimiento anual está calculado entre un 4% y un 5%.
     
  • Una base de activos de mucha calidad desde el inicio: el fondo invertirá prioritariamente en activos maduros para proporcionar visibilidad sobre los flujos de caja y los rendimientos desde el primer día. El fondo ya ha comprometido alrededor del 40% de su cartera: una participación del 5% en Acciona Energía Internacional (AEI) y tres concesiones en España (Autopista CM-42, Hospital de Ibiza y Hospital de Alcobendas).
     
  • Sólido know-how de la empresa matriz, con más de 100 años de experiencia en el desarrollo, diseño, construcción y explotación de activos de infraestructuras. Bestinver aprovechará la posición de Acciona como agente clave en el sector de las infraestructuras a nivel mundial para capturar un valor que no está al alcance de otros competidores, asegurándose de que no haya conflictos de intereses para sus inversores.
     
  • La cartera está diversificada tanto en áreas de negocio como geográficamente. Por sectores, el fondo participa en los ámbitos de la energía renovable, social, transporte, telecomunicaciones y agua. En cuanto a la distribución regional, la cartera se diversificará entre Europa, América del Norte, Colombia, Chile y Perú. Además, solo la participación en AEI le permite estar presente en 11 países.
     
  • Equipo experto en el sector de las infraestructuras: su enfoque busca crear valor a través de la gestión activa y la implementación de mejoras operativas. Además, el fondo aplica criterios ESG en sus inversiones, del mismo modo que el resto de los productos de Bestinver, continuando así el compromiso de Acciona con la sostenibilidad.

Conclusión

Las infraestructuras proporcionan beneficios tanto sociales como económicos y han sido un importante activo real en los últimos años para los inversores institucionales.

Hay grandes necesidades de inversión en infraestructuras a nivel mundial y el sector público no tiene suficiente capacidad para satisfacerlas. Esta necesidad de participación del capital privado hace que las infraestructuras tengan ventajas económicas únicas: flujos de caja estables y previsibles gracias a los contratos o normativas que las sustentan, una elevada protección frente a la inflación y las subidas de los tipos de interés y tienen la capacidad de generar rendimientos de caja recurrentes.

Todo esto hace que la inversión en infraestructuras ofrezca rendimientos ajustados al riesgo realmente atractivos, presentando una baja volatilidad y correlación con otros activos, lo que proporciona un efecto positivo en términos de diversificación de cartera.

Tribuna de Nicholas Burdett, CFA, CAIA, responsable de productos y análisis en Capital Strategies Partners

La gestión activa y la selección temática seguirán marcando el rumbo de la inversión en renta variable en 2021

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Pixabay CC0 Public Domain. La gestión activa y la selección temática seguirán marcando el rumbo de la inversión en renta variable en 2021

El 2020 llega a su fin y con ello cerramos un año complicado, pero también de grandes oportunidades en renta variable global. Con la irrupción de la pandemia se produjo la bifurcación de los mercados entre los ganadores del confinamiento y los que apostaban por la recuperación. En el primer grupo, se alinearon las empresas del sector tecnológico, si bien el mercado también recompensó a compañías de consumo como a los fabricantes de equipos de limpieza y sanitización, así como a empresas del entorno sanitario dedicadas a la realización de tests de COVID-19 o que trabajan en el desarrollo de vacunas. Incluso en el ámbito de los productos químicos, empresas expuestas a la nutrición como DSM han experimentado una aceleración interesante.

Desde nuestro punto de vista, la clave reside en que muchas de las temáticas que ya eran relevantes en la era pre-COVID se han acelerado con la pandemia. Aquellas como explosión del dato, salud y bienestar, automatización o entretenimiento no desaparecerán cuando el mundo empiece a recuperar algo de normalidad. Hasta qué punto se refleja ya esta realidad en las valoraciones es otra cuestión, pero las tendencias son claras.

Por otro lado, muchas de las empresas que se han enfrentado a la recesión pertenecen al sector servicios, tales como compañías de consumo y retail orientadas al ocio, el entretenimiento y los viajes. No se ha tratado de una «recesión industrial» o «bancaria» como tal y, por lo tanto, no se podían aplicar los clásicos escenarios «cíclicos» o «defensivos». Cada sector y empresa requería de un análisis personalizado en base a sus propios méritos. Así, por ejemplo, una empresa como Compass, líder en el sector de la hostelería global con ingresos defensivos recurrentes, esta vez se ha visto en medio de la tormenta.

Al mismo tiempo, es precisamente aquí donde reside la oportunidad a nivel mundial, ya que hay muchas franquicias de buena calidad con balances que les permiten soportar un descenso de la demanda, pero que tienen tendencias seculares. Un ejemplo muy claro son las residencias de ancianos, ya que el envejecimiento demográfico se está acelerando. Compañías como Starbucks, que se han visto muy afectados por la pandemia, han aprovechado la crisis para acelerar su proceso de digitalización. Asimismo, muchas empresas del sector industrial expuestas a la construcción han eliminado costes y podrán aprovecharse de un gran apalancamiento operativo cuando recuperen ingresos.

A nivel temático, cabe destacar la incorporación de la temática «energías renovables», un sector en auge con gran potencial. En esta temática contamos con Orsted, el principal proveedor mundial de energía eólica marina. En cuanto a la diversificación geográfica, Asia ha salido de la crisis claramente en mejor forma que Occidente, con la excepción de la India. China, Taiwán, Corea, Hong Kong y Singapur, con su experiencia en la gestión de pandemias, fueron más rápidos en reaccionar y aventajan al resto del mundo.

Enfoque temático a través del “quality growth”

En este contexto de mercado tan complejo, nuestro equipo de expertos en renta variable global mantiene una estrategia de inversión basada en la selección de temáticas que lideran el crecimiento global a largo plazo, convicción, gestión activa, flexibilidad y criterios ESG.

Nuestro fondo Mirabaud Sustainable Global Focus, con 564 millones de dólares bajo gestión a cierre de noviembre, se concentra en 25 valores, cuenta con un active share del 92% y un sharpe ratio de 1.12. El fondo cuenta con el apoyo y reconocimiento de la industria, que le ha galardonado como “Mejor Fondo de Renta Variable Global” por el FT Adviser 100 Club 2019 (Londres) y Expansión/Allfunds en 2019 (España) y forma parte de la «Insight List» de la plataforma AllFundsBank.

Tribuna de Anu Narula, director del equipo de gestión de renta variable global de Mirabaud Asset Management

Para obtener más información acceda a la web www.mirabaud-am.com/es/

Por qué la crisis del COVID-19 acelerará las inversiones vinculadas al clima

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Pixabay CC0 Public Domain. Por qué la crisis del COVID-19 acelerará las inversiones vinculadas al clima: gestión pasiva y acción climática

El 13 de marzo de 2020, cuando la pandemia del COVID-19 se acercaba a su primer pico y los mercados bursátiles mundiales entraban en caída libre, tres de los planes de pensiones más conocidos del mundo, el fondo de pensiones del gobierno de Japón, el sistema de jubilación de profesores del Estado de California en EE.UU., y USS Investment Management, el fondo de pensiones más grande del Reino Unido, emitieron una declaración conjunta. Advirtieron que el objetivo de beneficios a corto plazo frente a eventos climáticos extremos, la innovación para reducir la dependencia de combustibles fósiles y la presión social para desinvertir en activos de combustibles fósiles crearían “riesgos sistémicos potencialmente catastróficos”.

Sin embargo, añadieron a esta terrible advertencia el hecho positivo de que muchos planes de pensiones ya han comenzado a incluir la nueva realidad del cambio climático en sus carteras. Así lo confirma la encuesta global realizada por CREATE-Research (Inversión pasiva 2020: abordando el cambio climático en las carteras de inversión) a solicitud de DWS. Más de cuatro quintas partes de los encuestados de nuestros planes de pensiones ya cuentan con algunas inversiones relacionadas con el clima en sus carteras. Para casi una cuarta parte (el 22%) esas partidas superan el 15% del total de sus carteras.

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El principal impulsor de esta tendencia es la comprensión inicial de que las métricas financieras en las que nos hemos fijado tradicionalmente (relación precio-beneficio, precio-valor contable, deuda-capital y beneficio) son guías insuficientes para realizar valoraciones a futuro en un mundo de calentamiento global, con eventos sin precedentes y, hasta ahora, de gran magnitud como inundaciones extremas e incendios que pueden afectar el valor de los activos a través de catástrofes físicas, respuestas políticas o un cambio hacia nuevas tecnologías y nuevos centros de valor. 

Si el Acuerdo Climático de París de 2015 fue un estímulo para pasar de la preocupación por el clima a la construcción de carteras enfocadas en la temática del clima, el colapso de Pacific Gas & Electric Company tras los incendios de California de 2019 destacó la urgente necesidad de asignar una valoración a los riesgos climáticos. La sostenibilidad está en el camino de convertirse en una métrica por derecho propio.

Por lo tanto, casi dos tercios (el 62%) de los encuestados ven las inversiones climáticas como activos seguros a futuro, que generarán buena rentabilidad ajustada al riesgo a largo plazo. Poco menos de la mitad (el 49%) de nuestros encuestados no solo destacaron los riesgos de las condiciones climáticas extremas, sino también los riesgos comerciales para las empresas de combustibles fósiles. Más de la mitad (el 54%) afirmó que el cambio climático es cada vez más importante para la fijación de precios y la creación de valor, aunque los mercados (un 59%) lo cotizan con excesiva lentitud en sectores distintos a los de las energías renovables. Tal y como dijo un encuestado de un fondo de pensiones sueco: “los mercados tardan en valorar los riesgos climáticos debido al capitalismo trimestral actual”.

Lentas o no, estas percepciones individuales de riesgo se suman a la presión para cambiar a una gestión de riesgos a largo plazo en línea con la duración de las obligaciones del plan de pensiones y las necesidades sociales y ambientales del propio planeta. No considerar estos aspectos sociales de la inversión se está convirtiendo en un riesgo en sí mismo.

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Sin embargo, esta es una imagen compleja de pioneros, tanteos y puntos de resistencia. Mientras que el 81% de los planes de pensiones consultados tienen inversiones relacionadas con el clima, la mayoría (un 59%) ha asignado entre menos del 5% y el 15%. Esto es normal en las primeras etapas de una tendencia, donde la investigación, los requisitos, los resultados y las declaraciones públicas de los primeros usuarios modelan lentamente la herencia de los que les siguen. Uno de los primeros planes de pensiones suecos afirmaba: “en nuestra experiencia, esperar a que el tiempo o los eventos confirmen una estrategia significa despedirse de todas las ventajas. El alfa de hoy es el beta del mañana”.

Los planes de pensiones han concentrado sus inversiones vinculadas al clima entre las gestionadas de forma activa. Menos de la mitad (un 44%) de los encuestados tenían inversiones relacionadas con el clima en sus carteras de inversión pasiva. La razón principal de esto es el estado actual de la inversión climática en sí. Con datos, definiciones y metodologías básicas aún por resolver (el 60% de los encuestados afirmaba que la falta de definiciones consistentes y datos fiables son factores limitantes), muchos planes buscan gestores especializados con un buen historial en temas de inversión relevantes, con acceso a activos menos líquidos y no indexados. En contraste, asocian las inversiones pasivas con la captura de alfa en los principales mercados y, sobre todo, con el largo periodo alcista que siguió a la caída de 2008. Sin embargo, esto está cambiando rápidamente, ya que los gestores de activos de primer nivel están dedicando grandes esfuerzos al desarrollo de sus capacidades en inversión temática.

Los planes con inversiones pasivas vinculadas al clima tienen una tendencia ligeramente mayor a favorecerlos: un 26% de estos planes dirige más del 15% de sus activos pasivos a inversiones vinculadas al clima, un poco más del 22% de la cartera total.

Esta disparidad revela la tendencia dentro de la tendencia: una vez más, pioneros entusiastas dan forma a la oferta y a las metodologías para quienes finalmente adoptarán la inversión pasiva vinculada al clima.

Por pioneros que sean, estos emprendedores tienden a aferrarse al índice de referencia: casi tres cuartas partes de los encuestados que acceden a inversiones climáticas pasivas prefieren un error de seguimiento de menos del 1% en el índice principal, aunque una minoría significativa (el 6%) supera el 5%, sobre todo en cuanto a bonos verdes que financian la infraestructura de transporte y energía. Esperan que el desempeño marcado por el índice de referencia se sesgue de forma ascendente por exclusión de negocios no sostenibles e inclusión de negocios sostenibles. El autor principal del informe, Amin Rajan, describe esto como una “opción sin coste” sobre el carbono.

Dada la dirección general de avance, casi dos tercios de los encuestados esperan que la proporción de fondos de gestión pasiva relacionados con el clima aumente durante los próximos tres años, mientras que el resto (un 35%) no espera ningún cambio. Esta expectativa positiva se deriva del hecho de que las inversiones pasivas personifican la inversión a largo plazo, compra y retención en una época en la que la sostenibilidad a largo plazo se presenta como una métrica económica global.

Ninguna de las personas que respondió a la encuesta consideró negativas sus experiencias hasta la fecha. Casi el 40% dijo que los resultados habían sido positivos y el resto pensó que era demasiado pronto para saberlo. El tiempo fue un factor importante en términos de cifras concretas: los pioneros pudieron mantener parte de su ventaja incluso tras la corrección del mercado en marzo de este año. Aquellas personas que aún no se han pronunciado, han experimentado reducciones, pero vieron sus inversiones como un medio para bloquear el valor a largo plazo o una forma de eliminar las debilidades de la cartera. Esperan que las inversiones climáticas puedan emerger como puntos brillantes durante el futuro incierto que el COVID-19 ha desatado.

Hay otro sentido en el que el COVID-19 es relevante en este aspecto. Las encuestas en todo el mundo desde el inicio de la crisis económica y de salud pública revelan que hay otros impulsos, más allá de los típicos cliché, por superar la vieja normalidad. A pesar del miedo y del duelo, amplios sectores de la población dieron la bienvenida a cielos más despejados, carreteras vacías y a la renovada sensación de cercanía con la naturaleza que proporcionaban los confinamientos. Dieron la bienvenida a las intervenciones estatales para salvar vidas y medios de subsistencia y expresaron su esperanza en un futuro sostenible.

Puede que el COVID-19 haya retrasado medidas como el plan de acción de la UE sobre finanzas sostenibles, pero ha profundizado tanto en el clamor por la sostenibilidad como en la expectativa de que las finanzas deberían ser una parte importante de la solución.

Tribuna de César Muro, responsable de Gestión Pasiva en DWS

Los índices climáticos que van más allá de la ‘A’ en ASG

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Pixabay CC0 Public Domain. Los índices climáticos que van más allá de la 'A' en ASG

Los índices alineados con el clima están diseñados para la acción climática, reduciendo inmediatamente la intensidad de carbono de una cartera y los niveles de emisión absolutos, basados en una trayectoria-objetivo. Este fin también puede ayudar a abordar otras cuestiones ambientales y sociales, que normalmente se identifican por separado en otras estrategias ASG.

¿Cómo se comparan estas estrategias con otras de tipo ESG? Los índices climáticos también abordan temas de buen gobierno y de naturaleza social. Los criterios ambientales forman parte, cada vez más, de las políticas de compromiso de los dueños de activos en su interacción con las empresas. Dos ejemplos de esos criterios ambientales son: la transparencia en la divulgación de datos de emisiones de gases de efecto invernadero; y el seguimiento de las recomendaciones de la TCFD (Task Force on Climate-related Financial Disclosure).

El incumplimiento de estos criterios por las empresas y consejos de administración puede llevar a que los inversores voten en contra de las resoluciones o del propio consejo y sus miembros. Lo mismo pasa en relación con los temas sociales: aunque estos índices no aborden estas cuestiones tal y como se definen en las políticas tradicionales de inversión ASG, criterios como resiliencia de la cadena de suministros global, producción y distribución de energía sostenible y reducción de desigualdades. Éstos son criterios que ayudan a construir una visión social sobre la compañía.

Los índices climáticos penalizan en lugar de excluir. El uso de filtros ASG tradicionales supone la exclusión de muchas compañías, incluso algunas que podrían estar en la vanguardia de la transición climática, mientras que los filtros de los índices climáticos penalizarían esas compañías en términos de su peso en los índices, incentivándolos a mejorar su puntuación de reducción de carbono.

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Los índices climáticos están más diversificados en sus fuentes de rendimiento: el índice S&P Global Developed PAB, un ejemplo de un índice climático, permite una trayectoria de temperatura implícita mucho más baja comparado con el índice MSCI World SRI, que se encuentra entre los índices de ESG más restrictivos. Para el período analizado, el S&P Global Diversified PAB se benefició de una mejor diversificación de las fuentes de rendimiento frente al MSCI World SRI: el índice muestra un desempeño similar al MSCI World SRI; sin embargo, nuestro análisis de atribución de rendimiento muestra que el rendimiento superior del MSCI World SRI vs. el MSCI World se explica por sólo un puñado de sus componentes.

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Tribuna de Pedro Coelho, responsable para Société Générale de Lyxor ETF para España, Portugal y Latinoamérica.

 

Invertir en capital natural para obtener mejores rendimientos

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Pixabay CC0 Public Domain. Invertir en capital natural para obtener mejores rendimientos

En una cumbre virtual organizada por Naciones Unidas el mes pasado, 76 líderes mundiales se comprometieron a revertir las pérdidas de biodiversidad del planeta en la próxima década. Esto es importante para cualquier inversor, pues nuestras economías dependen de los recursos naturales del mundo. 

A medida que éstos disminuyen, y su explotación contamina nuestro planeta, debemos alentar la transición a un modelo económico sostenible, e invertir en consecuencia. El capital natural es la base sobre la que descansa toda nuestra economía. Los ecologistas John Seymour y Herbert Girardet advirtieron en 1986 que las civilizaciones desde los sumerios se han derrumbado sistemáticamente al fracasar sus prácticas agrícolas. Los humanos, argumentaron, todavía dependen fundamentalmente de unos pocos centímetros de la capa superior del suelo. Cinco mil años después de que la agricultura mesopotámica en el Creciente Fértil se salinizara, ahora tenemos las herramientas tecnológicas que permiten nuestra transición a un modelo económico más sostenible.

La necesidad es urgente. Nuestros niveles de consumo y contaminación son insostenibles, ya que hemos cruzado cuatro umbrales irreversibles: el cambio climático, la extinción y el desplazamiento de especies, la pérdida de hábitats y la degradación de los suelos por la agricultura intensiva, que ha agotado un tercio de las tierras de cultivo en tan sólo unas décadas. Según las estimaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, solo en 2017 extrajimos 92.000 millones de toneladas de materiales de la tierra. Esto equivale a 10 toneladas de materia prima por persona en el mundo desarrollado y es tres veces la extracción de recursos que se ha visto hasta 1970. De todos los recursos que usamos, sólo se recicla un 9%.

La naturaleza también proporciona servicios, además de los recursos que extraemos. En su mayor parte, estos servicios pasan desapercibidos y no se valoran, en gran parte porque, por ejemplo, las abejas no envían facturas por polinizar nuestros cultivos. Tampoco ponemos precio a otras funciones naturales como el filtrado de nuestra atmósfera, el control de enfermedades y plagas, la prevención de la erosión y la estabilización de nuestros patrones climáticos. Intentando contabilizar algo de esto, así como las tierras de cultivo, el agua y los océanos, y la silvicultura (de la que obtenemos el 60% de los nuevos productos farmacéuticos), el Foro Económico Mundial estimó el año pasado que más de la mitad de la economía mundial depende en gran medida o moderadamente del medio natural.

Nuestra dependencia del capital natural y nuestras vulnerabilidades económicas asociadas se revelaron crudamente este año con la pandemia de la Covid-19. El salto de los patógenos de la vida silvestre a los humanos para crear este virus es probablemente una consecuencia del desplazamiento de especies o la pérdida de hábitat. Estas enfermedades zoonóticas son responsables de más del 70% de las enfermedades infecciosas emergentes, y su número está aumentando. Hoy en día entendemos que la salud de los humanos, el ganado, la vida silvestre, nuestros alimentos y el medio ambiente están todos conectados.

Nuevos modelos de negocio
Como inversores, queremos fomentar la transición a una economía circular, ajustada, inclusiva y limpia (CLIC TM ), capaz de generar un crecimiento económico basado en el verdadero valor añadido, y no en el agotamiento de los recursos. Esto no se puede lograr haciendo negocios como de costumbre. En su lugar, buscamos empresas que puedan ofrecer mejores soluciones, más baratas y rápidas.

Esas nuevas soluciones pueden proporcionar los productos o servicios que necesitamos y, al mismo tiempo, eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera y regenerar los océanos o los bosques, por ejemplo. Todos los aspectos de nuestra economía se verán afectados y pueden ser transformados. En la industria textil altamente contaminante, por nombrar una, ahora es posible teñir la ropa en un proceso que no utiliza agua en absoluto, y no hay otros productos químicos que los propios tintes. El reciclaje también puede generar nuevas líneas de negocio a través de leasing, pago por uso y planes de devolución, creando nuevas fuentes de ingresos.

La digitalización permitirá muchas de las nuevas soluciones, ya que la conectividad se puede garantizar sin necesidad de recurrir a los viajes aéreos, por ejemplo. Esta es nuestra principal estrategia de inversión. Es donde estamos convencidos de que se crearán retornos financieros superiores. También es donde creemos que los riesgos serán relativamente menores, ya que no adoptar la transición conlleva riesgos de gran envergadura, incluso para los que contaminan poco.

En este contexto, favorecemos a las empresas que pasan del marrón al verde mediante el desarrollo de nuevas tecnologías y productos, incluso si hoy en día es posible que sean los mayores emisores de CO2. A medida que las empresas se sometan a esta transformación, contribuirán de manera significativa a enfriar el clima. Preferimos estas empresas a una compañía en una industria de bajas emisiones que hace poco por evolucionar y contribuir a la transición climática. A medida que repensamos nuestro futuro, también debemos repensar la forma en que invertimos, no sólo por el bien de nuestro planeta, sino porque así es como se generará el rendimiento financiero.

Tribuna de Stéphane Monier, CIO de Lombard Odier Private Bank.