Carlos Magán: «La inversión sociablemente responsable (ISR) es algo completamente estructural en el mundo de las inversiones»
| Por Clara Suarez | 0 Comentarios

En los últimos años, el mundo de las finanzas se ha visto inundado por las nociones de sostenibilidad e inversión responsable. ¿Se trata de una moda pasajera? Según Carlos Magán, socio de Analistas Financieros Internacionales (Afi), nada más lejos de la realidad: “La inversión sociablemente responsable (ISR) es algo completamente estructural en el mundo de las inversiones. No es ética, es finanzas y ha llegado para quedarse”.
Las inversiones sostenibles tienen su punto de partida en 2015, en el discurso del gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015 en París. Carney ya avisaba de una “tragedia en el horizonte” y de los riesgos financieros del cambio climático.
Durante la masterclass “Inversión socialmente responsable: no es la rentabilidad, es el riesgo”, celebrada en las instalaciones del Instituto Afi, Magán ha hecho referencia a la responsabilidad del sector financiero en este aspecto: “Tenemos que afrontar un cambio hacia un mundo más sostenible y eso necesita financiación”. Los avances necesarios para una economía sostenible necesitan capital con el que llevarlos a cabo y, en un contexto internacional donde los estados no pueden asumir más deuda y el sistema bancario está limitado por el Comité de Basilea, la única alternativa para la financiación son los mercados de capitales, aseguró el inversor.
Además, a esto se suma que cada vez más inversores dirigen sus flujos de capital a la economía real lo que conlleva dos factores en los que Magán hizo especial hincapié: el riesgo y la responsabilidad.
Riesgo, por un lado, porque los inversores son ahora quienes financian directamente a las empresas y asumen directamente las posibles pérdidas. Es decir, se colocan en primera línea de riesgo frente a la seguridad que podían ofrecer otras alternativas de inversión como los depósitos bancarios hace unos años.
Sin embargo, también pasan a situarse, según el gestor, en primera línea de responsabilidad. Magán asegura que, al financiar determinadas compañías, el inversor también pasa a ser partícipe de las actividades de estas, lo que supone una responsabilidad fiduciaria para los gestores de cara a un mundo más sostenible.
Más allá de factores financieros
Aquí es donde entra en juego la ISR que se entiende, en términos generales, como aquella que tiene en cuenta el impacto social o medioambiental de una inversión, más allá de factores financieros como la rentabilidad o el riesgo. Durante la masterclass, Magán resaltó tres estrategias de ISR: la exclusión, el impacto y la implementación de criterios medioambientales, sociales y de buena gobernanza (ESG).
La inversión de exclusión consiste en descartar determinados sectores, empresas o actividades de un fondo o cartera en base a criterios ESG. Pese a ser la práctica más empleada hasta ahora, Magán la considera perniciosa. Por un lado, afecta a la economía real porque puede hacer desaparecer empresas o sectores, con la consiguiente pérdida de empleos y el impacto que supone esto en el mercado. Por otro lado, reduce el universo de inversión, lo que limita las elecciones y la diversificación de la cartera.
La inversión de impacto incluye, a su vez, consideraciones éticas o morales que determinan dónde invertir. Es la categoría más subjetiva ya que medir el impacto real de una empresa es un criterio cualitativo, según el gestor, pero no la descarta como herramienta complementaria.
Finalmente, Magán destacó la implementación de criterios ESG como la opción más completa. “Un gestor no puede quedarse sólo con los factores financieros cuando analiza una compañía”, subrayó. Así, esta estrategia apuesta por la inclusión de factores extrafinancieros a la hora de elegir dónde invertir, lo que amplía el análisis y reduce los riesgos de cola de las compañías lo que “hará que la rentabilidad sea mejor”, afirmó.
Procesar los datos
Sin embargo, estas inversiones suponen un problema a la hora de discernir qué factores influyen dónde y cómo. De ahí la importancia de la metodología y el rating de las compañías, campo en el que se han producido numerosos avances en los últimos años gracias a la normativa, por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero que aún queda trabajo por hacer, según el gestor. Lo importante, señaló, es saber cómo procesar todos estos datos ESG de las compañías y combinarlos con el análisis extrafinanciero de las empresas.
Como resultado de la represión financiera, la cantidad actual de dinero en fondos de inversión y planes de pensiones duplica el PIB mundial y un 30% de la financiación en Europa proviene de estos vehículos. “Cada vez el inversor tendrá más que decir”, destacó Magán en referencia al crecimiento de la inversión privada que se ha producido en los últimos años.