El gobierno argentino de Javier Milei inició esta semana una nueva fase de su programa monetario que contempla la principal demanda de los inversores internacionales y el FMI: la acumulación de reservas internacionales y con ella, la modificación de las bandas cambiarias que mantienen el mercado intervenido. Hasta dónde llegará el cambio es la gran pregunta de los analistas.
Desde Adcap Grupo Financiero consideran que, en este nuevo plan, que empieza en enero de 2026, “la única pieza que falta es la eliminación de los controles de capital que aún permanecen”.
A partir del 1 de enero de 2026 las bandas cambiarias que ponen un tope al dólar y el peso se ajustarán mensualmente al ritmo de los datos de inflación, un anuncio que tuvo una repercusión inmediata en el mercado local, con una subida de la cotización del dólar. Además, los bonos subieron en los mercados internacionales y el riesgo país bajó, en una señal de aprobación de los inversores extranjeros.
Evitar una corrida del peso y una brusca devaluación
La proyección de los economistas locales es que para 2026 la inflación en Argentina estará entre el 20% y el 25%. El control del déficit fiscal y los ingresos por las exportaciones deberían incrementar la llegada de dólares a la economía y, de este modo, ayudar a aumentar las reservas del Banco Central y proveer de munición al gobierno para sostener el peso – cosa que lleva haciendo dos años – frente al dólar.
Provisto de amplias mayorías en el Congreso, el presidente Milei y su gobierno mantienen el rumbo: evitar una devaluación mientras, progresivamente, cumplen con sus compromisos antes los acreedores y el FMI.
En su primer análisis, los expertos de Banco Mariva se muestran optimistas sobre las posibilidades de que este nuevo plan no resulte en un aumento de la inflación, pero con condiciones: mantener un superávit presupuestario y una política monetaria restrictiva.
“Primero, mantener un superávit presupuestario. Esto se debe a que la eliminación de la monetización del déficit y la estabilización de la deuda pública permitirían satisfacer la demanda de pasivos monetarios mediante la venta de activos del sector privado al banco central, lo que facilitaría la acumulación de reservas internacionales sin presiones inflacionarias. Segundo, mantener una política monetaria restrictiva para evitar tener que esterilizar aumentos de la base monetaria si el crecimiento de la demanda de dinero es inferior a las proyecciones del banco central”.
Los primeros análisis muestran que la nueva fase del plan del gobierno Milei será un cambio pequeño pero progresivo, un gesto hacia los inversores internacionales pensando en ganar tiempo.
Proyecciones para las reservas internacionales
El primer informe de Cohen sobre el cambio analiza la evolución de las reservas y el estado actual de las mimas: “En el principal escenario, el BCRA proyecta un aumento de la base monetaria desde el 4,2% actual hasta el 4,8% del PBI hacia diciembre de 2026, compatible con compras de reservas por hasta 10.000 millones de dólares. No menos relevante, el monto de ejecución diaria estará alineado a una participación de hasta el 5% del volumen operado, que en la actualidad ronda los 400 millones de dólares diarios, para preservar el normal funcionamiento del mercado”.
El 9 de enero de 2026, el Tesoro deberá afrontar el pago de capital e intereses de Bonares (con Ley Argentina) y Globales (con Ley Extranjera) por valor de unos 4.200 millones de dólares. Se calcula que las reservas del gobierno rondan actualmente los 1.500 millones de dólares. Para hacer frente a esta desafío el gobierno Milei podría recurrir a un préstamo garantizado con bonos (REPO) con bancos internacionales. También tiene vigente el intercambio de monedas firmado con el Tesoro de Estados Unidos.



Por Guadalupe Barriviera