El año termina con una consigna clara entre los inversores de renta variable: es necesario diversificar más allá de EE.UU.. “La prima de riesgo compuesta de EE.UU. -acciones, deuda soberana y crédito— es la menor desde 2000 y apunta a rentabilidades por debajo de la media los próximos años. Además, esperamos que las empresas nacionales de tamaño medio y acciones orientadas a valor en Europa superen al índice MSCI World, así como ciertas empresas de crecimiento en EE.UU. y, sobre todo, los mercados emergentes”, afirma Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM.
En opinión de Paolini, a medio plazo, hay más argumentos a favor de los mercados emergentes más allá de beneficiarse de su crecimiento secular y sus valoraciones atractivas. “Deben beneficiarse de un dólar más débil, tendencia a menores tipos de interés reales y mayores precios de las materias primas. La incertidumbre sobre acuerdos comerciales globales fomenta mayor inversión y flujos entre estas economías”, añade.
Además, como ocurre con otras regiones, el estratega jefe considera que muchas de las empresas de los mercados emergentes están bien situadas para aprovechar la expansión de la inteligencia artificial. “Asia emergente está a la vanguardia de la revolución tecnológica con un creciente grupo de empresas que desempeñan un papel indispensable en la cadena global de suministro de IA (como fabricantes avanzados de semiconductores) y otras que pueden suponer un desafío para los líderes estadounidenses, por escalabilidad y monetización (como hiper escaladores de China). India depende menos de flujos de inversión extranjera lo que debe conducir a menor volatilidad, cuando sus inversores nacionales poseen 18,5 % del mercado de renta variable, la mayor cifra en más de dos décadas”, comenta Paolini.
Aranceles y cadenas de suministros
En opinión de Martin Schulz, director del Grupo de Renta Variable Internacional de Federated Hermes, estamos viendo cómo las esferas de influencia regionales se fortalecen a medida que evolucionan las relaciones geopolíticas, lo cual favorece a que los inversores presten atención a las oportunidades de los mercados emergentes.
“En lugar de globalización, ahora estamos viendo regionalización y agrupaciones en torno a centros de poder, alianzas, bloques monetarios e intereses comunes. El comercio mundial continuará, pero probablemente a menor escala. Sin embargo, no todo está cambiando. No nos enfrentamos a una repetición de la Guerra Fría, en la que los flujos comerciales a través del Telón de Acero eran prácticamente inexistentes. Por ahora, China y Estados Unidos han puesto en pausa su rivalidad: China necesita lidiar con una economía débil sumida en la deflación y la administración Trump necesita centrarse en la política interna. No veo que Apple o Tesla abandonen China. Las cadenas de suministro se están volviendo más locales que antes. También estamos viendo cómo las empresas chinas producen para el mercado local en Europa y, potencialmente, incluso en Estados Unidos”, señala Shulz explicando cómo ven el escenario global.
Además, recuerda que en 2026 se celebrarán numerosas elecciones en todo el mundo, especialmente en Sudamérica. Según su análisis, esto puede alterar las expectativas y aumentar la incertidumbre a corto plazo, pero puede conducir a una mayor estabilidad a largo plazo. “En China, la guerra comercial con Estados Unidos se ha resuelto por ahora, lo que le da al país la oportunidad de centrarse en el estímulo económico mientras ejecuta su próximo plan quinquenal. A medida que la industria manufacturera sigue saliendo de China debido a los costes y las restricciones comerciales, esto debería ayudar a muchas otras economías asiáticas. Por último, creemos que el ciclo de flexibilización monetaria mundial respaldará a los mercados emergentes en general”, argumenta.
Nueva frontera para los rendimientos reales
Este contexto macro se complementa con un dato clave: tras más de una década de baja rentabilidad en comparación con los mercados desarrollados, los mercados emergentes registraron en 2025 algunas de las mejores actuaciones a nivel global, con ganancias superiores al 30%. De hecho, los índices de renta variable duplicaron el retorno del S&P 500, y la renta fija—tanto en monedas locales como en dólares estadounidenses (USD)—también generó rendimientos significativos. Para Mauro Ratto, cofundador y CIO en Plenisfer Investments (parte de Generali Investments) este es el mejor argumento a favor de incluir activos emergentes en las carteras.
“Se trató, en muchos sentidos, de un comportamiento atípico: aunque un dólar débil suele favorecer a los mercados emergentes—dada su elevada proporción de deuda denominada en dólares—los nuevos aranceles estadounidenses deberían haber supuesto un obstáculo. Sin embargo, estas economías mostraron un sorprendente grado de adaptabilidad en un entorno global poco favorable, marcado por tensiones geopolíticas generalizadas y un ciclo económico mundial débil”, reconoce Ratto.
Según el experto, los mercados emergentes siguen siendo un universo altamente diverso y heterogéneo, pero la mayoría de los países comparten un rasgo común: la búsqueda, durante varios años, de la ortodoxia fiscal y monetaria. “Mientras Occidente lidia con niveles récord de deuda pública y déficits crecientes, muchos países emergentes exhiben hoy una sólida disciplina presupuestaria, políticas monetarias que se han mantenido restrictivas y una inflación contenida”, destaca.
Para la gestora, los mercados emergentes no solo representan una fuente de potencial de retorno, sino también una oportunidad de diversificación y protección en caso de una corrección en los mercados desarrollados, que hoy enfrentan un riesgo de concentración significativo en el sector tecnológico estadounidense. “Este riesgo también existe dentro de los índices de mercados emergentes—donde las seis principales compañías pertenecen al sector tecnológico y representan más de una cuarta parte del índice—pero la diversificación sigue siendo sustancial: los inversores obtienen exposición tanto a empresas chinas que compiten directamente con las grandes tecnológicas estadounidenses, como a compañías que operan en nodos clave de la cadena de valor de la IA, como fabricantes de chips o productores de componentes críticos, como la memoria de gran ancho de banda. Además, el conjunto de oportunidades se extiende mucho más allá de este tema—especialmente en India, la ASEAN y, de manera selectiva, en Latinoamérica”, concluye Ratto.



