En las últimas semanas hemos visto el lanzamiento de nuevas stablecoins “made in Europe” respaldadas en euros: desde el proyecto conjunto del banco ODDO y Bit2Me, hasta el consorcio de bancos europeos (ING, UniCredit, CaixaBank, KBC, DekaBank, Danske, SEB, RBI y Banca Sella) o la iniciativa del BBVA. Son buenas noticias. Europa empieza a dar pasos hacia una economía digital más moderna y alineada con su mercado. Pero ¿por qué justo ahora?, ¿cuál es el detonante?
Nos enfrentamos a un nuevo escenario de riesgos y oportunidades impulsado por el auge exponencial de los criptomercados, especialmente, en el ámbito de las stablecoins y la tokenización de activos.
La vulnerabilidad de la dolarización
El desarrollo global de las criptomonedas está acelerando la transformación financiera, impulsada por la adopción institucional y la innovación tecnológica. Sin embargo, esta transformación conlleva un riesgo crítico para Europa: su creciente dependencia del dólar.
Hoy, las stablecoins dominan los mecanismos de liquidación global, y, más del 99,5%, están vinculadas al dólar estadounidense. Esto plantea una seria amenaza a la soberanía monetaria europea.
Una stablecoin (o moneda estable) es un criptoactivo diseñado para mantener un valor constante, normalmente vinculado a una moneda fiduciaria como el dólar. Actúa como ancla de estabilidad y puente de liquidez para transacciones, tesorería, divisas, o colateral. Su peso actual, con una capitalización estimada en 320.000 millones de dólares, refleja la hegemonía del dólar (58%–60% de las reservas globales, frente al 20% del euro).
“La eficiencia sin soberanía no parece un buen negocio: las stablecoins en dólares ofrecen rapidez y bajo coste, pero el precio a pagar es alto, perder control sobre una infraestructura financiera estratégica”
La dependencia es evidente: más del 70% de las transacciones cripto en la UE utilizan stablecoins en dólares. Además, el 61% de la infraestructura de pagos y custodia cripto europea depende de proveedores no comunitarios. En caso de crisis, esta dependencia se convertiría en una vulnerabilidad estructural.
Aunque existen stablecoins en euros, su escala sigue siendo marginal. La principal, EURC (además emitida por la estadounidense Circle), apenas representa el 0,08% del mercado total.
Pero la eficiencia sin soberanía no parece un buen negocio. Las stablecoins en dólares ofrecen rapidez y bajo coste, pero el precio a pagar es alto: perder control sobre una infraestructura financiera estratégica. Europa se dispone a construir sus propios rieles financieros en euros o a resignarse a importar el riesgo del dólar, que es como si delegara su política de pa gos en un banco central extranjero.
Europa, en posición de liderar la nueva era de las finanzas tokenizadas
Tras el auge masivo de las stablecoins, la tokenización de activos se perfila como la próxima gran ola de transformación financiera. La convergencia entre las finanzas tradicionales (TradFi) y las des centralizadas (DeFi) permite alcanzar liquidaciones instantáneas, mayor eficiencia operativa y propiedad fracciona da de los activos.
El 60% de los bancos europeos ya explora o implementa tecnologías Distributed Ledger Technologies (DLT), que está detrás de estos nuevos rieles, para la custodia, negociación y liquidación tokenizada. Este avance impulsa la competitividad, a la vez que exige una supervisión rigurosa y marcos de gobernanza sólidos.
Los grandes gestores de activos ya experimentan con la tokenización, y las stablecoins bancarias europeas comienzan a multiplicarse. Parece que todo apunta a que el momento de actuar es ahora, para aprovechar un mercado incipiente que puede redefinir el papel de Europa en el sistema financiero global.
Una doble vía para la competitividad: rieles digitales en euros y motor de inversión
Para contrarrestar la dolarización y aprovechar las eficiencias que ofrece la nueva infraestructura digital, Europa avanza por una doble vía: el desarrollo de rieles digitales en euros, impulsados por el euro digital y las stablecoins europeas, y el impulso de iniciativas como la “Capital Markets Union” (CMU), o su evolución, la “Saving Investment Union” (SIU), como motor de liquidez, innovación y competitividad.
“El debate sobre las stablecoins y el euro digital trasciende lo tecnológico; es, en esencia, una conversación sobre soberanía económica, resiliencia y el papel de Europa en el escenario global”
Esta última vertiente busca movilizar el ahorro europeo y orientarlo hacia inversiones productivas, con el objeto de reducir la brecha de inversión en venture capital frente a economías como la estadounidense (actualmente cercana al 77%), y de acelerar las transiciones verde y digital, que marcarán la agenda económica europea de la próxima década.
Esta estrategia dual es un diseño deliberado orientado a fortalecer la competitividad europea. El dinamismo del mercado impulsa la innovación, mientras el euro digital, como activo público, garantiza la confianza y estabilidad.
No obstante, el éxito del euro digital dependerá de un diseño y una gobernanza responsable que integren desde el origen la privacidad avanzada de los datos, la protección de las libertades individuales y la soberanía digital, frente a modelos confiscatorios que concentren el control y la información.
Más allá de la tecnología: una afirmación de identidad
El debate sobre las stablecoins y el euro digital trasciende lo tecnológico. Es, en esencia, una conversación sobre soberanía económica, resiliencia y el papel de Europa en el escenario global.
La cuestión no es adoptar o rechazar la tecnología, sino cómo Europa elige diseñarla, gobernarla y cooperar en torno a ella para construir un futuro financiero que no solo sea eficiente, sino también refleje los valores que siempre la han de finido.
En una era de digitalización acelerada, el modelo humanista europeo puede convertirse en su mayor ventaja competitiva. Construir un euro digital que garantice la privacidad, la libertad y la gobernanza democrática no solo reforzará su identidad, sino que podría establecer un nuevo estándar global.
Europa tiene la oportunidad de demostrar que la innovación tecnológica no está reñida con los derechos fundamentales, sino que puede ponerse a su servicio. Un euro digital concebido bajo esta filosofía, junto con un ecosistema sólido de stable coins en euros, representa una estrategia económica, y también es una afirmación de identidad y principios.
Las decisiones que Europa tome en los próximos meses sobre tecnología, regulación y gobernanza financiera no serán meramente técnicas. Definirán su soberanía económica, su competitividad global y los valores que guiarán su sociedad digital durante las próximas décadas.
Tribuna de Ángela Álvarez, fundadora y CEO de Aglaia y Action Monkey





