En medio de la volatilidad macroeconómica y geopolítica vista en 2025, los mercados privados se han beneficiado de una descorrelación cíclica y de diversas fuentes de riesgo que han aumentado su atractivo relativo y mejorado su posición en las carteras. Según las perspectivas de las gestoras internacionales, esta dinámica continuará el próximo año. Ahora bien, ¿qué activos serán los más atractivos para los inversores?
En opinión de Nils Rode, director de inversiones de Schroders Capital, ante las preocupaciones sobre la incertidumbre y los efectos secundarios de los aranceles, determinadas estrategias de los mercados privados pueden ofrecer cierto grado de protección frente a algunos de estos riesgos macroeconómicos y de mercado predominantes. “La amplitud y diversidad de las clases de activos proporcionan exposición a fuentes diferenciadas de riesgo y rentabilidad que, en combinación, pueden mejorar los resultados de la cartera”, defiende.
Visión general
Marta Pérez, directora de Inversiones en Infraestructuras de Allianz GI, y Sebastián Schroff, director de Inversiones en Crédito Privado y Capital Riesgo de Allianz GI, consideran que, de cara a 2026, los mercados privados continúan siendo un pilar clave del rendimiento a largo plazo de las carteras. Según explican, se observa una mayor madurez en los mercados secundarios, un incremento de la diversificación entre estrategias y regiones, una ampliación de la brecha de resultados entre gestores, un crecimiento de la participación de clientes particulares y un contexto macroeconómico y geopolítico en reajuste constante.
Ambos destacan que el crédito privado y las infraestructuras se están consolidando como motores sólidos de creación de valor a largo plazo, al financiar la economía real y facilitar transformaciones estructurales como la descarbonización y la digitalización. Subrayan, además, la importancia de “una selección rigurosa de gestores y un análisis disciplinado del riesgo”, especialmente en un entorno en el que la diferencia de rendimiento entre los mejores y los peores gestores continúa ampliándose.
Private equity: saliendo del embudo
A la hora de hablar de activos concretos, las gestoras especializadas en mercado privados tienen el foco puesto en la evolución del private equity. Según explica María Sanz, socia de Private Equity de Yielco, se produce un momento de paradoja: “Las carteras están llenas de compañías con una media de cuatro años, por lo que hay una gran cantidad de fondos que deberían estar deshaciendo sus posiciones. Sin embargo, se han producido muy pocas operaciones este año dado el alto nivel de valoración de las compañías”.
Esta reflexión que lanza Sanz significa que 2026 será un año de grandes movimientos y oportunidades en private equity. “Aunque existe cierto optimismo respecto a una mejora en las oportunidades de salida gracias a posibles recortes de tipos de interés y mejores condiciones para las OPV, persisten los desafíos en la captación de fondos, con una caída prevista del 25% en 2025. Los mayores periodos de permanencia de las empresas privadas en cartera están reduciendo las distribuciones a los inversores, lo que favorece a las firmas más grandes y con mayor enfoque doméstico. En conjunto, el mercado apunta a una recuperación cautelosa, con una fuerte demanda en el segmento de buyouts y con las inversiones de venture capital centradas en áreas de alto crecimiento como la inteligencia artificial (IA) y la tecnología verde”, argumenta Philippe Faget, director de Activos Privados de VEGA Investment Solutions, firma afiliada a Natixis IM.
En consecuencia, Faget ve oportunidades claras en el segmento de buyouts. “Seguirá dominando, respaldado por una demanda sostenida de operaciones en el mid-market, mientras que las inversiones de venture capital se concentrarán en áreas de alto crecimiento como la IA, la tecnología verde y las ciencias de la vida. Es previsible que los mercados secundarios sigan expandiéndose a finales de 2025, apoyados en parte por la creciente popularidad de los vehículos de continuación. Tanto las operaciones lideradas por GPs como las lideradas por LPs podrían aportar liquidez a activos de alto rendimiento y, al mismo tiempo, ofrecer flexibilidad a los inversores institucionales”, afirma.
Infraestructuras: gasto y demanda
Por su parte, el experto de Schroders Capital señala a las infraestructuras renovables. Según explica, esta clase de activos ofrecen exposición a los precios de la energía, que suelen mostrar una correlación limitada con el crecimiento económico general. “En general, estrategias como las de infraestructura y bienes raíces, que incluyen tanto exposiciones a renta variable como a deuda, suelen estar respaldadas por activos tangibles, lo que puede contribuir a un perfil de rentabilidad más resistente durante los periodos de elevada volatilidad”, argumenta Rode.
La socia de Yielco coincide en que el interés de los inversores por las infraestructuras seguirá aumentando. “Este ha sido un año récord en términos de levantamiento de capital. Los inversores han tenido buenas experiencias en los primeros pasos para invertir en infraestructuras y sus objetivos se han cumplido, entre ellos protegerlos frente a la inflación. Este ha sido un buen argumento, que se suma al importante gasto anunciado en Alemania en infraestructuras y a las expectativas de nuevas oportunidades de inversión que esto supone. Sin duda, hay bastante apetito por las infraestructuras”, señala Sanz.
En opinión de Faget, las infraestructuras siguen ofreciendo sólidos retornos a medio y largo plazo, lo que confirma que esta clase de activo ha soportado bien los últimos años de volatilidad macroeconómica. Según señala, “la valoración resulta atractiva sobre la base de una mayor confianza, impulsada por la estabilización de los múltiplos. Las energías renovables y los centros de datos se benefician del auge de megatendencias como la transición energética y la digitalización, que previsiblemente respaldarán de forma sostenible su desarrollo. Además, la deuda de infraestructuras continúa siendo atractiva en términos de rentabilidad, con bajas tasas de impago y altos niveles de recuperación”.



