Aunque la “desdolarización” avanza en algunos mercados emergentes y varios países buscan reducir su dependencia del dólar, esta sigue siendo la moneda principal para comercio internacional, así como para las reservas globales y los mercados financieros. «El dólar no ha muerto, pero está adoptando nuevas formas», afirma Philippe Dauba-Pantanacce, Global Head of Geopolitics & Senior Economist de Standard Chartered, quien considera que el futuro de la divisa estadounidense se enfrenta a un contexto global marcado por las tensiones políticas, los cambios en las cadenas de suministro y una globalización que tampoco ha muerto y que también está adoptando nuevas formas.
Según explica el economista, el dólar se enfrenta a desafíos crecientes: «Cada vez más países buscan reducir su dependencia del dólar, en parte porque Estados Unidos ha utilizado el dólar como arma con fines políticos”. Para Dauba-Pantanacce un ejemplo de ello es la exclusión de bancos rusos de SWIFT o las sanciones prolongadas a Irán, lo que «ha llevado a muchos mercados emergentes a cuestionar la neutralidad de una moneda que consideran demasiado ligada a las decisiones de Washington», matiza.
Aun así, el experto de Standard Chartered insiste en que esta tendencia no implica un colapso del dólar. Según su análisis, la “desdolarización es real, pero avanza de forma lenta y no cambia el hecho de que el dólar sigue siendo la moneda dominante en comercio internacional, reservas globales y mercados financieros». Y recuerda que, incluso en episodios recientes de volatilidad, esta moneda ha recuperado su papel de activo refugio, lo que demuestra que su liderazgo permanece intacto.
Al hablar de posibles alternativas, Dauba-Pantanacce subraya que ninguna está en posición de reemplazarlo. En el caso del renminbi, explicó que la ambición de China choca con sus propios controles de capital. En cuanto al euro, reconoce que tiene potencial, pero habla de que “para elevar una moneda, necesitas un mercado de capitales líquido”, y hoy Europa todavía no ofrece la profundidad financiera que permitiría al EUR competir con el dólar en igualdad de condiciones. Sobre los BRICS, añade que la idea de una moneda común es poco realista y carece tanto de voluntad política como de estructuras financieras integradas.
En su conclusión, Dauba-Pantanacce considera que el mundo se está moviendo hacia una estructura más multipolar, con varias monedas ganando algo de terreno a medida que la globalización evoluciona. Pero matiza que este proceso no significa el fin del liderazgo del dólar: «Su enorme liquidez, el tamaño del mercado de Treasuries y su condición de refugio global siguen sin competencia. El dólar está siendo cuestionado, pero no está siendo reemplazado”.



