Los efectos de los aranceles están en fase de evaluación y podrían afectar al crecimiento y la inflación en todo el mundo pero, para Silvia García-Castaño, CEFA, Cad, CFA ESG, directora de Inversiones en Lombard Odier, podrían pasar a un segundo plano en las narrativas de mercado, que se enfocarán más en los beneficios empresariales y los tipos de interés, en un entorno en el que el BCE, de no haber sustos, podría haber finalizado sus bajadas mientras la Fed podría continuar su senda a lo largo del año que viene, algo ya descontado.
Por ello, explica en esta entrevista exclusiva con Funds Society, en Lombard Odier han reducido su exposición a renta fija soberana, sobre todo al otro lado del Atlántico, mientras favorecen la renta fija corporativa. Y, por geografías, favorecen los mercados emergentes frente a los desarrollados, atraídos por las valoraciones, los beneficios empresariales, los fundamentos macroeconómicos y los factores técnicos, además de su liderazgo en temáticas como la IA y la tecnología.
Pueden leer la entrevista completa a continuación, en la que la experta apoya también el oro como activo refugio y, sobre todo, los activos privados por su fuerte potencial de rentabilidad y diversificación.
La política arancelaria de Trump ya está bastante más definida: ¿están descontadas las consecuencias en los mercados o todavía están por llegar?
En efecto, tras la etapa más difícil de las negociaciones, ahora nos encontramos en la fase de evaluar las consecuencias de los aranceles, así como de finalizar los elementos restantes con algunas regiones —destacando China por su importancia— y ciertos sectores. En Lombard Odier (LO), estimamos que la tasa arancelaria efectiva se situará por encima del 15%. Este peaje sobre el comercio internacional tendrá consecuencias tanto para el crecimiento de EE.UU. como para otros países, así como en las cifras de inflación. Por esta razón, esperamos que el crecimiento de EE.UU. se desacelere ligeramente hasta el 1,4% en 2026, junto con un pequeño aumento de la inflación hasta el 2,8%. Sin embargo, no prevemos una recesión, ya que el consumo se mantiene sólido gracias a unas condiciones financieras favorables y al efecto riqueza. Además, esperamos una política monetaria acomodaticia, que se relajará aún más en la segunda mitad de 2026.
Por tanto, esperamos que los aranceles pasen a un segundo plano en las narrativas de mercado, con un mayor enfoque en la evolución de los beneficios empresariales y los tipos de interés. No obstante, seguiremos vigilando muy de cerca el consumo estadounidense, por si nos advirtiera de un escenario más negativo, que no constituye nuestro caso central. En cualquier caso, los cambios en el panorama comercial afectarían a las divisas, al comportamiento relativo de los mercados emergentes y desarrollados, y a la prima de riesgo de determinados sectores o países. Tras un año de tregua entre EE.UU. y China, no parece probable una nueva escalada de la guerra comercial.
A pesar de la frágil paz en Gaza, los riesgos geopolíticos siguen sobre la mesa. ¿Las tensiones se han relajado, o los mercados han dejado de reflejarlas? ¿Se ha instalado la complacencia?
En Lombard Odier siempre hemos gestionado nuestras carteras con un enfoque prudente, lo que implica evaluar los riesgos geopolíticos en cada momento y sus consecuencias. Durante 2025, no reducimos nuestros niveles de inversión en renta variable, convencidos de que existían factores de apoyo para esta clase de activo a pesar de los riesgos geopolíticos. Finalmente, el mercado los dejó de lado.
Los mercados se han recuperado, pero esto no significa necesariamente complacencia, ya que los indicadores técnicos no muestran niveles de sobrecompra excesivos y el posicionamiento de los inversores no es extremo. Las valoraciones han aumentado, lo que genera dudas sobre si los precios tecnológicos reflejan un posible escenario de burbuja. Creemos que este sólido desempeño está impulsado por un crecimiento real de los beneficios empresariales, especialmente entre las grandes compañías tecnológicas estadounidenses.
Con la Reserva Federal empezando a relajar tipos pero el BCE acercándose al final de su ciclo… ¿aplaudirán los mercados a la Fed o castigarán la interferencia política y los riesgos de inflación? Y en Europa, ¿retrocederán los mercados ante la pausa prevista del BCE?
No esperamos más recortes de tipos en Europa y prevemos que se mantengan en el 2% durante un tiempo. Solo si el crecimiento de la zona euro, o de países como Francia o Alemania, continúa en niveles muy débiles, el banco central podría considerar un recorte adicional, como han mencionado algunos miembros del BCE. Sin embargo, este no es el escenario base de Lombard Odier. En Estados Unidos, esperamos otro recorte de tipos en diciembre y luego una pausa en este nivel neutral durante la primera mitad de 2026, antes de nuevos recortes que llevarían la tasa a alrededor del 3% hacia finales del próximo año. Estos recortes están, en cierta medida, ya descontados por el mercado. Por ello, hemos reducido nuestra exposición a renta fija soberana, especialmente a los bonos del Tesoro de EE.UU., ya que esperamos que el bono a 10 años se mantenga aproximadamente en los niveles actuales.
La independencia de la Reserva Federal es un asunto serio. El mercado debe confiar en que el banco central es independiente al cumplir su doble mandato de garantizar el crecimiento y la estabilidad de precios, sin interferencias del gobierno en sus decisiones. En Lombard Odier creemos que esta independencia debería permanecer intacta, aunque seguiremos la situación de cerca.
En este contexto, ¿en Lombard Odier favorecéis la inversión en Europa, como parecía ser el consenso a principios de año, o EE.UU. vuelve a estar sobre la mesa?
Creemos que seguimos en un mercado alcista. En la primera parte de 2025 modificamos nuestra asignación de activos, adoptando una posición sobreponderada en Suiza, Japón y los mercados emergentes frente a EE.UU., aunque este último sigue siendo un componente importante en nuestras carteras. La razón es que buscamos mercados que, en nuestra opinión, tienen mayor potencial, una buena tendencia de beneficios y un margen de seguridad en valoración que reduce el riesgo de concentración.
Existen muchos desafíos en EE.UU.: el dólar sigue débil, los rendimientos de los bonos son altos y el déficit puede aumentar… ¿veis oportunidades en la deuda pública del país o es momento de refugiarse en otros activos?
Actualmente vemos un potencial limitado al alza en los bonos del Tesoro estadounidense a largo plazo, ya que nuestros rendimientos esperados se sitúan en torno a los niveles actuales. Dado que los movimientos de la curva de rendimientos ya están descontados, redujimos nuestra exposición a renta fija el mes pasado, pasando de sobreponderar a una posición neutral. En bonos soberanos globales estamos infraponderados.
El segmento de renta fija corporativa —a pesar de los estrechos diferenciales de crédito— sigue siendo la clase de activo más relevante en nuestras carteras. Además, somos positivos en renta fija de mercados emergentes, dado que se esperan recortes de tipos en algunas de estas regiones y los niveles de rentabilidad general resultan adecuados en relación con el riesgo.
Entonces los emergentes, ¿se vuelven ahora más atractivos ante la debilidad del dólar?
Favorecemos los mercados emergentes frente a los desarrollados. Creemos que las valoraciones ofrecen un amplio margen de seguridad, mientras los beneficios continúan creciendo y lo peor de la guerra comercial probablemente haya quedado atrás. Los fundamentos macroeconómicos y los factores técnicos también respaldan nuestra tesis de inversión. Preferimos India sobre China y evitamos Taiwán, ya que sus valoraciones reflejan expectativas muy elevadas.
¿Hay temáticas de inversión que favorecen vuestra tesis?
La inteligencia artificial se ha convertido en un motor clave de desarrollo para las empresas, no solo en el sector tecnológico sino en todas las áreas de la economía. En este contexto global, los mercados emergentes han logrado posicionarse con fuerza, impulsados por empresas innovadoras que lideran el crecimiento. Corea del Sur destaca, con resultados corporativos del último trimestre que reflejan un sólido progreso, mientras que Taiwán parece más limitado. Por otro lado, mantenemos una preferencia por India sobre China, tras un desempeño más moderado, aunque ambos siguen cerca de los líderes regionales. Sin duda, los mercados emergentes seguirán desempeñando un papel clave en el desarrollo de nuevas tecnologías como la IA, donde la competitividad y la capacidad de adaptación serán decisivas.
¿Sigue siendo el oro un activo refugio?
En un escenario de incertidumbre macroeconómica, fragmentación geopolítica y volatilidad en los mercados tradicionales, el oro destaca como una alternativa estratégica. Su capacidad para diversificar, cubrirse frente a la inflación y aportar resiliencia a las carteras en tiempos de crisis lo convierte en un diversificador eficaz, gracias a su baja correlación con los mercados cotizados, lo que reduce la volatilidad total de la cartera, especialmente en entornos de estrés. Además, los desequilibrios fiscales han incrementado la demanda de activos refugio de valor.
A pesar de mantener una perspectiva negativa para el dólar frente a otras divisas como el franco suizo o el euro, creemos que el oro aún tiene potencial alcista dentro de las carteras. La demanda reciente por parte de bancos centrales —especialmente en mercados emergentes— y de inversores privados refuerza el papel del oro como activo refugio.
Los mercados alternativos y privados: ¿son útiles en las carteras en un entorno como este?
En un entorno de mercado cada vez más complejo, la diversificación sigue siendo una de las principales herramientas para construir carteras sólidas. Los activos privados, en sus diferentes formas —capital riesgo (VC), capital privado (PE), coinversiones o estrategias secundarias—, ofrecen una vía eficaz para que los inversores elegibles accedan a rentabilidades atractivas, con características diferenciadas frente a los activos tradicionales.
Aunque estos vehículos no reducen necesariamente el riesgo en términos de liquidez, sí aportan valor en otras dimensiones: su baja correlación con los mercados cotizados, especialmente en estrategias como infraestructuras, ayuda a suavizar la volatilidad agregada de la cartera. Además, algunas estrategias permiten un uso más eficiente del capital, ayudando a mitigar la clásica curva en “J” y, en ciertos casos, los inversores pueden acceder a descuentos relevantes en las valoraciones.
Históricamente, las rentabilidades han sido sólidas. El mercado de activos privados ha generado un rendimiento anual promedio del 12,1% en la última década. Aunque las rentabilidades futuras podrían moderarse, se espera que mantengan una prima estructural de aproximadamente 3 puntos porcentuales sobre la renta variable pública. Sin embargo, la dispersión de rendimientos entre gestores es significativa, lo que refuerza la importancia de una selección rigurosa. El entorno actual ofrece condiciones especialmente atractivas. Desde 2020, las valoraciones se han corregido tanto en los mercados públicos como en los privados, abriendo oportunidades de entrada con mayor potencial de revalorización. A ello se suma una menor competencia en algunos segmentos y señales de recuperación en la captación de fondos, que podrían beneficiar a los inversores con capital disponible.
Desde un punto de vista macroeconómico, los tipos de interés más altos y la inflación persistente han reforzado el papel de los activos reales. Las infraestructuras, por ejemplo, no solo ofrecen ingresos vinculados a la inflación, sino que en muchos casos operan dentro de marcos regulatorios que permiten trasladar los aumentos de costes a los usuarios finales. Así, incluso en un escenario de presión inflacionaria, estos activos pueden preservar —o incluso mejorar— su rentabilidad real. En resumen, los activos privados representan no solo una fuente potencial de rentabilidad, sino también una herramienta estratégica para construir carteras más sólidas y diversificadas, alineadas con los desafíos del nuevo ciclo económico.
¿Y los criptoactivos? ¿También tienen cabida en las carteras?
El bitcoin, al igual que las acciones globales y el oro, es muy sensible a las condiciones de liquidez del mercado. Sin embargo, durante los periodos de aversión al riesgo, su comportamiento diverge del del oro, mostrando habitualmente caídas cuando el riesgo aumenta. Esta diferencia se acentúa por su elevada volatilidad, lo que significa que incluso asignaciones pequeñas a bitcóin pueden representar una parte significativa del riesgo total de una cartera, diferenciándolo claramente de otros activos tradicionales.
Dado que no existen marcos fundamentales sólidos para estimar su valor razonable, el análisis técnico puede ofrecer cierto contexto a los inversores. Si se mantiene por encima de los 105.650 dólares, la tendencia alcista del bitcoin parece sostenerse. No obstante, su inclusión en una cartera requiere un análisis cuidadoso y riguroso. Por esta razón, no consideramos los criptoactivos dentro de nuestras asignaciones estratégicas o tácticas.


Por Alicia Miguel Serrano