Tres grandes bancos centrales han coincidido en celebrar sus reuniones de octubre para dejar patente la divergencia que presentan las políticas monetarias de cada uno de ellos. David Kohl, Chief Economist en Julius Baer, resume a la perfección la situación: “La Reserva Federal mantiene una postura política restrictiva, pero se prevé una flexibilización debido a los indicios de debilitamiento del mercado laboral; el BCE considera que la necesidad de actuar es limitada, ya que la inflación se encuentra dentro del objetivo y los riesgos para el crecimiento no son especialmente graves y el Banco de Japón continúa con su política acomodaticia, a pesar de que la inflación se encuentra por encima del objetivo”.
Una visión similar realiza Salvatore Bruno, subdirector de inversiones y director de gestión activa de Generali AM (parte de Generali Investments). El experto pone el foco en el riesgo de que la Reserva Federal pierda su independencia: la expansión fiscal prometida por la Administración Trump necesita tipos de interés bajos para limitar el coste de los pagos de intereses de la deuda, que ya supera el 10% de los ingresos fiscales. Esto ha provocado una fuerte presión sobre la Fed por parte de la administración para que reanude el ciclo de recortes de tipos. “No será fácil resolver el conflicto entre la Casa Blanca y la Fed antes del cambio previsto del presidente del banco central a mediados de 2026. No obstante, parece haber margen para nuevas bajadas de los tipos de interés, aunque pueden ser menos de las que espera el mercado”, apunta el experto.
Sobre el BCE, Bruno ve la situación diferente. El mercado no prevé nuevas bajadas, ya que se espera que la inflación se estabilice y las perspectivas de crecimiento parecen haber mejorado. Explica que los inversores tendrán que evaluar los planes de expansión fiscal previstos, especialmente en Alemania, y los posibles efectos indirectos de las tensiones políticas francesas sobre los tipos de interés locales.
Y José Manuel Marín Cebrián, economista y fundador de Fortuna SFP, analiza en clave cinematográfica la divergencia en la que se encuentran los bancos centrales en la actualidad. Para ello, tira del film “El bueno, el feo y el malo”, protagonizado por Clint Eastwood.
Para el experto, el bueno sería el BCE y su “siesta monetaria”: Christine Lagarde, cual sheriff que ya ha limpiado el pueblo, ha decidido dejar que el polvo se asiente. Con un IPC en el 2,2%, siente que su trabajo está hecho. No habrá más recortes, ni rescates, ni sorpresas. Los tipos se quedan como están, y el mensaje es claro: “ya hemos hecho bastante, ahora que el resto se apañe”. Mientras tanto, el euro se abanica al sol, los halcones de Frankfurt brindan con Riesling y los inversores respiran tranquilos (por ahora). El BCE se presenta como disciplinado, sereno y con el gatillo frío. Pero, como todo héroe del desierto, podría descubrir que en la calma también acecha el peligro… sobre todo si el crecimiento europeo se queda a medio camino entre el desierto y el saloon.
El papel del feo correspondería, según Marín Cebrián, a la Fed y “su baile con Trump”: Jerome Powell tiene un papel más complicado. En su duelo particular, se enfrenta a tres enemigos: la inflación, el mercado laboral y Donald Trump. La inflación se ha plantado en el 3%, el empleo empieza a dar síntomas de flaqueza y las presiones políticas desde Mar-a-Lago se escuchan incluso en los pasillos de la Fed. El resultado es un guion lleno de dilemas. Powell promete dos bajadas de tipos para 2025 y cuatro o cinco para 2026, intentando contentar a todos. Pero los mercados ya sospechan que este “feeling dovish” podría acabar en tragedia si la inflación decide volver al baile. Powell, sudando bajo el sombrero, mantiene la calma mientras cuenta los cartuchos: cada recorte deberá ser certero, o el sheriff del dólar podría perder el control del pueblo.
Finalmente, el experto de Fortuna SPF adjudica el personaje del malo el Banco de Japón y “su revólver oxidado”: El eterno “malo” incomprendido. Después de décadas disparando tipos negativos, ahora parece dispuesto a lo impensable: subirlos. El yen, al que nadie temía, empieza a moverse como un forajido desbocado, y los mercados se preguntan si el BoJ se atreverá por fin a hacer justicia con su inflación. Su dilema es de manual: si sube tipos demasiado rápido, mata al crecimiento; si no los sube, el yen se desangra. El resultado es un guion de Kurosawa, con economía zen, decisiones milimétricas y un protagonista que dispara solo cuando medita tres días seguidos.
Marín Cebrián describe el duelo final en clave monetaria: el bueno (BCE), el feo (Fed) y el malo (BoJ) se encuentran en la encrucijada de la economía global. Lagarde observa con calma, Powell intenta mantener la compostura y Ueda afila su katana monetaria. “Los mercados, como siempre, mueven las apuestas y esperan el primer disparo. Porque, en la economía mundial, no gana el más rápido… sino el que logra mantener el tipo”, concluye el experto.
Reserva Federal
Tras la última bajada de tipos en octubre, las reacciones de las firmas no cesan. Guilhem Savry, responsable de análisis estratégico en Edmond de Rothschild Banca Privada, ve probable que los tipos de interés a largo plazo en EE.UU. se mantengan más altos de lo previsto anteriormente. Sin embargo, el fin del endurecimiento cuantitativo, según el experto, es un motivo para apoyar los bonos a corto plazo, mientras que es probable que la Fed comience a comprar letras del Tesoro nuevamente.
En este punto, observa que se han dado opiniones fuertemente divergentes en el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) y se ha puesto de manifiesto que algunos participantes podrían considerar la falta de datos oficiales como una razón de peso para no hacer un nuevo recorte de tipos en diciembre. Esta dispersión entre los miembros del FOMC y las incertidumbres sobre el nuevo presidente de la Fed “podrían dificultar nuevos recortes de tipos en los próximos meses”, pero el experto sigue pensando que es probable un recorte en diciembre que debería seguir apoyando a los mercados de renta variable y a los bonos y letras del Tesoro estadounidense.
BCE
Konstantin Veit, gestor de carteras en Pimco, opina, tras el mantenimiento de los tipos por parte del BCE, que la autoridad monetaria europea tiene pocos motivos para ajustar la política monetaria y es probable que el tipo de interés del 2% “sea un nivel considerado como el punto medio de un rango neutral por la mayoría de los miembros del Consejo de Gobierno”. El experto admite que en la firma tienden a coincidir con la opinión mayoritaria del Consejo de Gobierno del BCE de que el riesgo para las perspectivas de inflación a medio plazo sigue estando, en general, equilibrado y, tras recordar que la función de reacción del BCE no está orientada al ajuste fino de la política, sigue esperando “un período prolongado de inactividad en los tipos de interés oficiales”.
Por su parte, Sandra Rhouma, vicepresidenta y economista europea del equipo de Renta Fija de AllianceBernstein, sigue esperando un recorte en diciembre, pero dada la reacción del BCE y los datos recientes, “el listón está más alto que hace unos meses”.
Banco de Japón
Tampoco dio sorpresas el Banco de Japón (BoJ), a juicio de Sree Kochugovindan, economista senior de investigación de Aberdeen Investments, tras el mantenimiento de los tipos. El experto admite que el tono general de la rueda de prensa fue moderado: las negociaciones salariales de primavera siguen siendo la piedra angular de la orientación política de la autoridad monetaria y el gobernador Kazuo Ueda expresó su preocupación por que sectores afectados por los aranceles, como el manufacturero, puedan tener dificultades para aumentar los salarios.
En medio de las dudas sobre su independencia, Ueda dejó claro que el Banco de Japón actuará de acuerdo con su mandato, y no bajo presión política. Incluso el primer ministro Takaichi reiteró la Ley del Banco de Japón, que consagra legalmente la independencia de la entidad.
Kochugovindan reitera su opinión de que el banco esperará al menos hasta enero para subir los tipos 25 puntos básicos, hasta el 0,75%. “Más allá de eso, vemos probable un ritmo muy gradual de subidas, ya que el Banco de Japón esperará a que la inflación subyacente impulsada por factores internos acelere su ritmo”, concluye.
 



