Actualmente, el sector de infraestructura está generando un gran interés. Esto se debe a factores como el aumento del gasto público, la creciente demanda de sistemas preparados para la inteligencia artificial, las preocupaciones sobre la seguridad energética y, en general, una mayor conciencia sobre el papel que puede desempeñan las infraestructuras cotizadas en las carteras en tiempos de incertidumbre. ¿Cómo pueden los inversores aprovechar mejor este potencial?
Cómo aprovechar el potencial de las tendencias estructurales
Los inversores estarán muy atentos a cómo los factores estructurales se traducen en oportunidades reales de inversión. Compromisos como el plan de infraestructuras de 500.000 millones de euros en Alemania darán lugar a nuevos proyectos; la demanda de inteligencia artificial impulsará transformaciones concretas en el sector; y las preocupaciones sobre la seguridad energética están llevando a los gobiernos a invertir en generación, almacenamiento y redes. Ante este panorama, algunos inversores podrían concluir que la mejor forma de beneficiarse de esta ola es apostar por valores de infraestructura más cíclicos y volátiles, con el objetivo de capturar crecimiento. ¿El problema de este enfoque? Que puede diluir muchos de los beneficios que hacen de la infraestructura un componente valioso en las carteras en el nuevo entorno económico: protección frente a caídas, cobertura frente a la inflación y estabilidad en los ingresos.
Algunos inversores podrían pensar que aceptar más volatilidad es razonable si eso les permite acceder a mayores oportunidades de crecimiento. Esta idea puede parecer lógica si se cree que solo hay dos opciones: invertir en empresas defensivas con poco crecimiento —como las de utilities o empresas de servicios públicos tradicionales— o en compañías de infraestructura con más potencial de crecimiento, pero también con más riesgo. Pero ¿y si esa elección no es tan clara como parece?
Es posible beneficiarse del impulso del sector infraestructura sin recurrir a activos cíclicos
El universo de inversión en infraestructura cotizada es muy heterogéneo. Una parte está compuesta por empresas con una exposición más cíclica —como compañías de transporte o aquellas vinculadas a materias primas—, mientras que la otra parte está formada por empresas con un crecimiento más estable y dividendos regulares, como las utilities reguladas, que representan el segmento más defensivo del universo de infraestructura. Curiosamente, el aumento del gasto en infraestructura beneficiará especialmente a este segundo grupo, dado el tipo de factores que están impulsando el crecimiento.
Las utilities reguladas no solo son menos sensibles a los ciclos económicos que las empresas cíclicas, sino que además se perfilan como uno de los principales beneficiarios de las tendencias estructurales actuales, debido al aumento de la demanda energética, especialmente de electricidad. Es importante destacar que los reguladores son conscientes de la importancia de este crecimiento para el conjunto de la economía. Por ello, están incentivando a las utilities a seguir invirtiendo en expansión, aumentando los retornos permitidos. Además, como parte de sus compromisos con el desarrollo de infraestructuras, los gobiernos están destinando inversiones significativas a la electrificación, la modernización de redes y sistemas, y a mejorar la resiliencia del suministro. Todo esto está directamente vinculado a las utilities eléctricas reguladas. Las nuevas fuentes de energía —sean tradicionales o renovables— no solo deben conectarse a la red, sino que también exigen que esta se actualice en términos de capacidad.
La resiliencia será una prioridad para los gobiernos preocupados por la seguridad energética. La descarbonización sigue impulsando la demanda de fuentes renovables, pero para compensar su intermitencia y garantizar un suministro fiable, es necesario invertir en generación flexible y sistemas de almacenamiento, como baterías. Eventos recientes, como el apagón en España, han llevado a un aumento en los pagos por capacidad para las utilities integradas. Esto significa que recibirán mayores compensaciones por garantizar que la energía esté disponible cuando se les requiera.
Un buen ejemplo es el caso de Alemania, cuyo camino hacia la electrificación es mucho más complejo que el de otros países europeos, como Francia, debido a su histórica dependencia de los combustibles fósiles para calefacción. Su red eléctrica necesita mejoras urgentes, tanto para conectar nuevas fuentes de energía como para reforzar las conexiones existentes y así poder gestionar una mayor demanda de electricidad. Como resultado, Alemania tendrá que invertir más intensamente en sus redes que otros países. Esta necesidad, sumada al nuevo enfoque del país en materia de inversión en infraestructuras, crea un contexto favorable para que el regulador aumente los retornos permitidos a las utilities.
No hace falta buscar rentabilidad para obtener retornos
A primera vista, puede parecer que las utilities solo generan beneficios para el inversor a través de los dividendos. Sin embargo, esta visión deja fuera otras fuentes de rentabilidad, como el crecimiento sostenido y la reinversión. Esto lleva a muchos inversores a una falsa dicotomía: “Si solo puedo invertir en activos defensivos, debo buscar los que paguen más dividendos.” Pero si compartes nuestra visión de que el mercado tiende a sobrevalorar la rentabilidad inmediata y a subestimar el crecimiento a largo plazo, hay otra forma de invertir.
Creemos que el crecimiento refleja necesidad y escasez, lo que suele traducirse en apoyo por parte de gobiernos o reguladores. Por eso, enfocarse en utilities reguladas que están creciendo y que se benefician de tendencias estructurales puede ofrecer una combinación atractiva de riesgo y rentabilidad, además de dividendos que aumentan con el tiempo. Esto es especialmente interesante frente a una exposición más amplia a la renta variable.
Las utilities reguladas que reinvierten para crecer —en lugar de limitarse a repartir caja en forma de dividendos— están generando retornos cada vez más atractivos. El principal motor de creación de valor en estas compañías es el nivel de rentabilidad que el regulador les autoriza obtener sobre sus inversiones en infraestructura. En nuestra opinión, los reguladores están reconociendo que deben ofrecer niveles de retorno suficientemente atractivos para incentivar nuevas inversiones. Esta alineación entre compañías y reguladores ya se refleja en propuestas para aumentar los retornos permitidos en muchas redes europeas. Y mayores retornos autorizados implican mayor rentabilidad sobre las inversiones en crecimiento, más allá del dividendo.
Desde hace tiempo creemos que las compañías que reinvierten tienen más potencial para generar valor. Además, muchos marcos regulatorios en Europa —como en Italia, Reino Unido y Alemania— incluyen incentivos que permiten a las utilities obtener rentabilidades superiores a las fijadas como referencia. Estos incentivos pueden ser operativos (por ejemplo, superar objetivos de eficiencia) o financieros (como financiarse a un coste menor que el tipo de referencia del regulador). Así, las compañías con mejor desempeño pueden lograr rentabilidades más altas.
Un ejemplo: aunque los retornos autorizados por el regulador alemán no parezcan muy atractivos a primera vista, las compañías más grandes tienen margen para superar los costes de referencia y mejorar su rentabilidad.
La infraestructura está en auge, pero la verdadera oportunidad está en identificar activos que se beneficien del contexto actual de crecimiento y que ofrezcan rentabilidades atractivas. Creemos que los inversores no necesitan asumir riesgos innecesarios ni exponerse a la ciclicidad para aprovechar las tendencias estructurales. Las compañías estables, que generan ingresos constantes y reinvierten para crecer, son una parte esencial —aunque poco valorada— de la nueva generación de infraestructuras.
Tribuna de opinión firmada por Tom Levering, Global Industry Analyst y Joy Perry, Investment Director en Wellington.
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