2025 avanza para Latinoamérica con un crecimiento económico desigual y condicionado por una elevada incertidumbre global. Según el último informe elaborado por Solunion, compañía de seguros de crédito y de servicios asociados a la gestión del riesgo comercial, la región combina dependencia del consumo, baja inversión y el reto de equilibrar competitividad exterior con poder adquisitivo interno, en un contexto de inflación persistente, tensiones políticas y mayor exposición a riesgos comerciales y de seguridad.
Entre sus conclusiones apunta que el crecimiento en Latinoamérica en los últimos años ha estado impulsado por el auge de las materias primas, el aumento de los volúmenes agrícolas y un sólido consumo interno, factores que permitieron revisiones al alza en las previsiones económicas entre 2022 y 2024. Sin embargo, este periodo de expansión estaría dando paso en 2025 a una fase de crecimiento estancado.
Principales conclusiones
«La incertidumbre sistémica, derivada de tensiones comerciales, conflictos geopolíticos y volatilidad financiera, se combina con la apreciación de las divisas regionales frente al dólar. Este movimiento, que mejora el poder adquisitivo interno, sin embargo, reduce la competitividad exportadora y favorece un aumento de importaciones, desplazando la producción local», apunta Luca Moneta, Senior Economist for Emerging Markets & Country Risk de Allianz Trade, uno de los accionistas de Solunion.
Según el documento, en algunos casos, este efecto se ha visto impulsado por el adelanto de operaciones comerciales para evitar aranceles, que añade volatilidad a los flujos comerciales. Para 2025 , se prevé un estancamiento del crecimiento en muchas economías, así como riesgos adicionales en 2026 para mercados clave como México y Brasil, donde factores como la desaceleración del consumo, la caída en las remesas y la bajada en los precios de las materias primas podrían afectar negativamente la actividad económica. «Un escenario en el que Argentina gana protagonismo y compensa parcialmente la menor contribución de estas dos economías al crecimiento regional», matiza el informe.
Según explica, la inflación sigue siendo uno de los principales retos para la región, con presiones persistentes en varios mercados pese a unas políticas monetarias restrictivas. En varios países, los tipos de referencia parecen haber alcanzado su nivel máximo y, según las comunicaciones de sus bancos centrales, podrían comenzar a bajar, ya que la tasa de interés real media regional mantiene una diferencia de aproximadamente dos puntos frente a Estados Unidos, lo que ha contribuido a la fortaleza de las divisas locales.
«Si las tasas de interés bajaran antes de tiempo y la Fed no reanudara el ciclo expansivo, las monedas locales podrían debilitarse y aumentar la inflación. En economías más dolarizadas como México y Chile, el impulso adicional al crecimiento se vería casi anulado por este efecto sobre los precios», explica el documento.
Un apretado calendario electoral
Un punto relevante según el informe es que el ciclo electoral 2025-2026 en Latinoamérica se desarrolla en un contexto de creciente polarización y ausencia de mayorías claras, un fenómeno generalizado que añade incertidumbre al panorama económico. «La inseguridad es otro factor que afecta la inversión, especialmente en sectores orientados al consumo. A ello se suma un incremento de los litigios internacionales, incluidos los iniciados entre países e inversores de la propia región, con especial incidencia en sectores estratégicos como la minería y los recursos energéticos», afirma.
¿Cómo impactan estos factores a cada economía?
Desde una visión por países, apunta que México ha sorteado mejor de lo esperado el proteccionismo estadounidense, pero la confianza del consumidor cayó tras las elecciones en EE. UU. La fortaleza del peso permitió cierta flexibilización monetaria, aunque la revisión del T-MEC en 2026 será un desafío. Y, en cuanto a Brasil, protagoniza un crecimiento modesto pero constante, respaldado por el consumo y un gasto público superior al previsto. Sin embargo, enfrenta desaceleración del crédito y dificultades de inversión.
Por su parte, Argentina comienza a salir de la recesión gracias a medidas de estabilización económica, aunque la inflación seguirá siendo elevada (24% al cierre de 2025), mientras que en Chile repunta el consumo por la revalorización del cobre y la estabilidad macroeconómica, pero la volatilidad del peso condiciona la inversión; y Colombia mantiene un crecimiento impulsado por el consumo (77% del PIB), pero con baja inversión fija, riesgo fiscal elevado e incertidumbre política.
Por último, apuntan que Perú sostiene estabilidad macroeconómica, con inflación < 2% y bajo desempleo, aunque el consumo interno sigue débil y la producción minera cae, mientras que Ecuador muestra signos de recuperación, con el cacao como nuevo protagonista del sector primario.
Hacia un crecimiento más equilibrado
Su principal conclusión es que, en la región, el crecimiento continúa, pero con motores excesivamente centrados en el consumo y una inversión insuficiente (salvo excepciones como Perú). «Los principales retos son las tasas de interés elevadas, los factores externos que limitan el margen de maniobra y un contexto político y de seguridad incierto. La clave para sostener la recuperación será diversificar la producción y mejorar las condiciones de inversión, reduciendo así la exposición a riesgos internos y externos que puedan frenar el dinamismo», defiende el documento.