Cien años de soledad es para mí intocable. Intocable en el sentido de que no admito crítica en contra de esta novela. Si tuviera que señalar el libro que me hizo amar la lectura sería esta novela. Si tuviera que llevarme un solo libro a una isla desierta, sería este. Si tuviera que aprenderme un libro de memoria para salvarlo de las llamas de una distopía tipo Fahrenheit 451, elegiría Cien años de soledad.
Por eso, cuando una amiga, gran lectora, me dijo recientemente que la novela se le atragantaba porque no podía recordar qué Aureliano hacía una cosa, y qué José Arcadio hacía cuál otra, y que ni siquiera las explicaciones sobre la familia disponibles en internet le ayudaban a meterse en la historia, decidí que iba a crear un árbol gastro-genealógico de los Buendía para ayudar a amar este libro a mi amiga y a quienes todavía no se hayan atrevido con la obra maestra de Gabriel García Márquez.Spoiler Alert: si este es tu primer contacto con Cien años de soledad y no sabes absolutamente nada de la historia, mejor espera a ir leyendo el libro para leer este artículo.
Primera generación: José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán
Son la pareja fundacional de Macondo: unos Adán y Eva expulsados del paraíso que engendran una saga condenada a desaparecer cuando nazca un niño con cola de cerdo que será comido por las hormigas. Pasarán cien años entre la fundación de Macondo y el fin de los Buendía. José Arcadio Buendía es de carácter fuerte y voluntad inamovible. Engendra dos hijos varones y una hija con su prima Úrsula y, gracias a Dios, ninguno sale con cola de cerdo. Vive muchos años pero al final de su vida enloquece y le atan a un castaño donde “encogido en un banquito de madera bajo el cobertizo de palmas, el enorme anciano descolorido por el sol y la lluvia hizo una vaga sonrisa” y se comió con los dedos la mejor porción del pastel de bodas que le había llevado su nuera, Remedios Moscote, el día en que se casó con Aureliano Buendía.
Úrsula Iguarán es el motor espiritual de la familia, así como su cabeza económica. Mientras su esposo José Arcadio ponía orden en el pueblo, Úrsula “consolidaba el patrimonio doméstico con su maravillosa industria de gallitos y peces azucarados que dos veces al día salían de la casa ensartados en palos de balsa”. Este negocio de los animalitos de caramelo se ensancha al de “canastos de pan y una prodigiosa cantidad de púdines, merengues, y bizcochuelos, que se esfumaban en pocas horas por los vericuetos de la ciénaga”.
Segunda generación: el gigante, el coronel, y las dos hermanastras
José Arcadio es el primogénito de Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía. Es impulsivo, descomunal y mujeriego. Trae el escándalo a la familia por partida doble: primero tiene un hijo fuera del matrimonio con una mujer mucho mayor que él -Pilar Ternera-, y muchos años después se casa con Rebeca, su hermanastra, creando un cisma en la familia.
Vamos a recordarle desayunando dieciséis huevos crudos, comiendo medio lechón para el almuerzo, marchitando las flores con sus ventosidades y “con su corpulencia monumental”, y provocando “un pánico de curiosidad entre las mujeres”. El coronel Aureliano Buendía es el segundo hijo de la familia. Tiene un carácter paciente y filosófico y ciertas cualidades paranormales en su infancia. Al igual que su hermano, tendrá un hijo fuera del matrimonio con Pilar Ternera. Posteriormente se casa con Remedios Moscote, casi una niña, que le dejará viudo poco después de la boda. Desencantado por su suegro y por las elecciones se hace liberal y pasará toda la vida luchando contra los conservadores durante 32 guerras civiles que perderá siempre, y durante las que engendrará a 17 Aurelianos con 17 mujeres distintas.
Finaliza su vida fabricando y desmontando pescaditos de oro, en un bucle interminable de soledad del que no saldrá hasta que se muera de puro viejo. Pasa toda su vida tomando café solo sin azúcar, al que a veces suma el dulce de leche que le preparaba su madre mientras pasaba largas temporadas en la cárcel esperando su ejecución, y que siempre compartía con sus carceleros. Amaranta es la tercera hija de José Arcadio y Úrsula, mientras que Rebeca es adoptada por la pareja cuando llega a la casa a los diez años de edad con una carta poco aclaratoria sobre su origen. Ambas tienen amores desgraciados y no engendrarán descendencia. Mueren solas: Amaranta solterona y virgen y Rebeca tiñosa y decrépita. Las hermanastras tienen una vida amarga, igual que la pócima de jugo de naranja y ruibarbo que inventa Úrsula para quitar a Rebeca la costumbre de comer tierra cuando era niña.
Tercera generación: Arcadios y Aurelianos marcados por las guerras civiles
Arcadio y Aureliano José son los hijos nacidos de las relaciones extra maritales de Pilar Ternera, con José Arcadio y el coronel Aureliano Buendía. Ambos siguen la tradición de sus nombres: los Arcadios son impulsivos, y los Aurelianos reflexivos. Ambos morirán por causa de las guerras, Arcadio fusilado y Aureliano José huyendo de los conservadores.
Quedémonos con Arcadio, que se casa con Santa Sofía de la Piedad y cuyos hijos continúan con la saga. Aureliano Centeno es uno de los 17 Aurelianos que engendra el coronel Aureliano Buendía durante sus guerras, y que Úrsula va bautizando con el nombre del padre y el apellido de cada una de las madres. Todos mueren de forma violenta, también Aureliano Centeno, pero éste tiene la particular idea de concebir sin proponérselo los polos de frutas al experimentar con la elaboración de hielo con base de jugos de fruta en lugar de agua. Es uno de los muchos símbolos de la industrialización y el progreso que traerán la ruina a Macondo.
Cuarta generación: los gemelos “Segundos” y Remedios la Bella
José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo son los gemelos nacidos de Arcadio y Santa Sofía de la Piedad. De niños no se les distinguía, y cada uno parecía mezclarse con el otro hasta el punto que un día su madre “le dio a uno un vaso de limonada, y más tardó en probarlo que el otro en decir que le faltaba azúcar”. Al ir creciendo los gemelos, su bisabuela Úrsula siempre pensó que les habían cambiado al nacer puesto que José Arcadio Segundo tenía el temperamento reflexivo y calmado más propio de los “Aurelianos”, mientras que Aureliano Segundo será bullicioso e impulsivo: el gran parrandero de la familia, gran aficionado al champán y al brandy.
Como en él todo es excesivo, tendrá dos familias: la oficial, con su esposa Fernanda del Carpio, una mujer bastante insoportable que ha crecido en una casa de alcurnia venida a menos, donde solo podían permitirse el chocolate aguado, aunque eso sí, en manteles de hilo y servicios de plata; y la extramarital con Petra Cotes, que es menos fina pero mucho más divertida y que tiene un toque mágico con las gallinas, los cerdos y los terneros de su corral que se reproducen sin fin convirtiendo a Aureliano Segundo en un hombre riquísimo que dilapida su fortuna de mil maneras. Después de muchas historias los dos gemelos morirán el mismo día. Durante el funeral los cuerpos se intercambian por error y así se cumple el orden universal y cada uno volverá a tener su identidad precisa y adecuada para la eternidad. De Remedios la Bella solo podemos decir que era tan simple, tan pura y tan bella que nunca se la vio comiendo ni bebiendo.
Su salida de la novela es tan triunfal que merece ser contada: asciende a los cielos ante la mirada envidiosa de su cuñada Fernanda, disgustada además porque se eleva envuelta en sus sábanas de hilo.
Quinta generación: Meme, Amaranta Úrsula y Jose Arcadio el seminarista
Empecemos por José Arcadio, el hijo varón de Fernanda del Carpio y Aureliano Segundo. Sigue la tradición de los Arcadios al ser aventurero y derrochador a pesar de que su tatarabuela Úrsula pensó que iría para Papa y le envía a Roma al seminario, por eso le apodamos el seminarista. Al encontrar el tesoro de oro enterrado por Úrsula se descarrió hasta la pederastia. Con ese dinero inesperado llenó la alacena de frutas azucaradas, jamones y encurtidos, y el granero de vinos y licores que consumía en sus bacanales con los niños. Muere de forma violenta y prematura.
Renata Remedios (Meme), es la hija mayor de Fernanda del Carpio y Aureliano Segundo. Al regresar del internado donde cursó sus estudios se hará amiga de las jóvenes americanas de la plantación de bananos que la enseñan “a nadar como una profesional, a jugar al tenis y a comer jamón de Virginia con rebanadas de piña”. Meme es aventurera como su padre, y en sus correrías conoce al aprendiz de mecánico Mauricio Babilonia con el que entabla relaciones.
Su madre se entera y la envía a un convento donde Meme dará a luz a un niño, Aureliano Babilonia, que se criará en Macondo, aunque Meme nunca vuelve a casa y muere muda de determinación ante la injusticia de su amor imposible. Amaranta Úrsula es la hija menor de Aureliano Segundo y Fernanda, educada y casada en Bélgica con un extranjero rico con el que regresa a Macondo.
Sus gustos son europeos, por lo que se hacía llevar en tren “pescados y mariscos en cajas de hielo, carnes en latas y frutas almibaradas”. Sus gustos alimenticios contrastan con los de su esposo Gastón, que estaba “tan enamorado de la comida criolla que una vez se comió un sartal de ochenta y dos huevos de iguana”. Tanto le va a dar a Amaranta Úrsula su educación europea y sus gustos sofisticados porque va a sucumbir a la maldición de los Buendía; de hecho, va a ser quien engendre al niño con cola de cerdo.
Sexta y séptima generación: Aureliano Babilonia y Aureliano ‘cola de cerdo’
Aureliano Babilonia es el hijo bastardo de Meme y Mauricio Babilonia, y será el más sabio de toda la estirpe. Escondido en el taller de los pescaditos de oro por su abuela Fernanda, va a estar tutelado por el fantasma de Melquíades. Durante sus años de encierro bebe café negro sin azúcar, como todos los Buendía, y se alimenta solo de arroz con tajadas de plátano frito. Todos los demás miembros de la familia van y vienen, mientras él permanece ensimismado en el estudio, hasta que conoce a su tía Amaranta Úrsula, de la que se enamora y con la que mantendrá la verdadera historia de amor de la novela. De su relación incestuosa nace un niño con cola de cerdo que será devorado por las hormigas.
Es el último Aureliano, que provoca la muerte de la madre en el parto. Aureliano Babilonia consigue entonces sin dificultad descifrar los escritos de Melquíades en cuya última página se puede leer: “Las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”.




