Tras años de ostracismo en el panorama inversor mundial, las acciones europeas están empezando a mostrar los primeros signos de recuperación. Durante mucho tiempo descartadas como una trampa de valor -lastradas por un crecimiento anémico, la disfunción política y unos marcos normativos rígidos-, la región presenta ahora un panorama muy diferente.
Si bien las bajas valoraciones siguen siendo una base atractiva, las crecientes señales favorables al crecimiento por parte de los responsables políticos están empezando a cambiar el discurso. Aunque las recientes subidas de aranceles y la fortaleza del euro pueden suponer un lastre de entre un dígito bajo y medio para los beneficios del ejercicio fiscal 2025, la situación estructural general compensa estos obstáculos a corto plazo.
Lo que estamos presenciando es el inicio de una Europa más atractiva para la inversión y favorable al crecimiento.
Dónde estamos hoy
El sentimiento está mejorando desde una base profundamente deprimida. Tras cinco años de salidas sostenidas por un total de 105.000 millones de dólares estadounidenses, los datos más recientes muestran un cambio de tendencia, con entradas que vuelven tanto a las estrategias activas como a las pasivas de gran capitalización. Aunque solo se han recuperado 202 dólares estadounidenses por cada 100 perdidos desde el inicio del conflicto en Ucrania, el cambio de dirección es notable y puede marcar el comienzo de un reposicionamiento largamente esperado. Los reclamos extranjeras sobre activos estadounidenses se han disparado desde menos de 5 billones de dólares en 2010 hasta los 263 billones de dólares actuales. Un reequilibrio modesto podría desbloquear un capital significativo para regiones infravaloradas como Europa. Por primera vez en años, la región se está posicionando no solo como barata, sino también como invertible.
Moldeada por la austeridad, marcada por la negatividad
Las raíces de la debilidad histórica de Europa se encuentran en los errores políticos cometidos tras la crisis financiera mundial (CFM). Mientras que Estados Unidos aplicó un estímulo fiscal masivo, Europa se encerró en sí misma, optando por la austeridad, una regulación más estricta y el conservadurismo fiscal. Como resultado, casi la mitad del mercado, en particular los bancos, los servicios públicos, la energía y las telecomunicaciones, entró en un periodo de desapalancamiento y reducción de beneficios. Entre 2007 y 2019, las empresas europeas registraron una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) acumulada del 0 %. Tras casi una década sin crecimiento de los beneficios, las acciones europeas se convirtieron en sinónimo de «excrecimiento», y esa etiqueta ha resultado difícil de cambiar, a pesar de que el periodo 2007-2019 fue una anomalía histórica. No es de extrañar que la cuota de Europa en el MSCI ACWI se desplomara del 27,6 % en 2009 a solo el 13,6 % en 20244, consolidando su estatus de infraponderación estructural en las carteras globales.
La política de la UE está impulsando un cambio real
Lo que faltaba era un catalizador claro, y ahora parece que se está formando uno. Se está produciendo un cambio silencioso pero profundo en el pensamiento político de la UE. En septiembre de 2024, Mario Draghi (el hombre que «salvó» el euro) presentó un plan para la estrategia industrial de la UE bajo el lema «cambiar o morir«. Identificó una inversión en infraestructuras críticas de 845 billones de euros necesaria para 2040 con el fin de modernizar las redes obsoletas, las conexiones de transporte y la columna vertebral industrial de Europa. Al mismo tiempo, la creciente inestabilidad geopolítica ha obligado a replantearse la política de defensa. Cumplir los objetivos de la OTAN podría requerir 60 billones de euros adicionales al año (basándose en el compromiso de los Estados miembros del 2 % del PIB), con beneficios directos para el sector de defensa europeo, competitivo a nivel mundial, que incluye nombres como Rheinmetall y Leonardo.
El giro se aceleró en marzo de 2025 con una ola de presión política: Draghi acusó a la UE de autosabotaje por sus errores proteccionistas en un artículo de opinión publicado en el Financial Times; JD Vance cuestionó la cohesión de la UE en un acto celebrado en Múnich; el avance en las encuestas de los partidos de extrema derecha en Alemania y el Reino Unido despertó la alarma en los círculos centristas; y las arenas de la geopolítica siguieron cambiando bajo el mandato de Trump 2.0. Esta combinación de acontecimientos desencadenó lo que llamamos un «pánico hermoso«: el reconocimiento entre los poderosos de la UE de que el crecimiento ya no puede posponerse.
Conclusión
Tras haber estado en desgracia durante gran parte de la última década, Europa está empezando a cobrar impulso. El cambio de la UE hacia una estrategia favorable al crecimiento, coincidiendo con recortes de los tipos de interés, es muy significativo. Esto replantea las oportunidades para los gestores activos, con un abanico cada vez más amplio para los seleccionadores de valores en nombres apalancados a nivel nacional (bancos, industriales, infraestructuras, servicios públicos) que se beneficiarán directamente de la expansión fiscal y el aumento de la inversión.
Aunque el contexto es constructivo, hay que tener en cuenta algunos riesgos potenciales, como los riesgos arancelarios a corto plazo para los beneficios, el retorno a una inflación más alta, cualquier escalada en Ucrania, la seguridad energética europea o la inestabilidad geopolítica. Sin embargo, Europa lleva tiempo lidiando con estas cuestiones. Una repentina restricción de la política fiscal alemana podría sin duda perturbar las perspectivas de crecimiento de Europa en general, pero en el momento de redactar este informe el impulso es muy expansionista y favorable al crecimiento. Dado que las valoraciones actuales se encuentran cerca de mínimos históricos, y que, en nuestra opinión, gran parte de las malas noticias, tanto pasadas como presentes, ya están descontadas, la relación riesgo/recompensa para los inversores a largo plazo parece atractiva, con posibles riesgos al alza derivados de la desregulación incremental que se está debatiendo o de una auténtica reforma del lado de la oferta, como la unión de los mercados de capitales.
El artículo completo se puede leer en la web oficial de Ninety One.
Tribuna de Ben Lambert y Adam Child, gestores de carteras en Ninety One