Ya hemos pasado la mitad de 2025 y la agenda de reformas de la administración Trump está en pleno desarrollo. Sin embargo, dadas las preocupaciones en torno a los aranceles y el aumento de las tensiones geopolíticas, se han planteado dudas sobre la fiabilidad y estabilidad del mayor mercado de inversión del mundo.
A nuestro juicio, tales temores están sobredimensionados. Los datos subyacentes muestran una economía que sigue siendo resistente, con un crecimiento del PIB real anualizado del 2%, consistente con su tendencia de 10 años.
Mientras tanto, los mercados de crédito funcionan bien, con bajos niveles de impago, un entorno técnico sólido y diferenciales estrechos.
Si bien los diferenciales reducidos en el high yield de Estados Unidos pueden implicar un potencial alcista limitado, una selección cuidadosa de valores y un enfoque en la solidez del balance -especialmente en sectores bajo presión- pueden ser herramientas útiles para generar alfa. Las características estructurales, como la convexidad (grado de sensibilidad que cada bono tiene a la fluctuación de las tasas de interés) también pueden ser instrumentos críticos para gestionar el riesgo y mejorar el potencial de rentabilidad.
Disciplina y detalle
Los tipos de interés más altos en Estados Unidos han disuadido a algunos inversores no denominados en USD debido a los elevados costes de cobertura. Sin embargo, dado que estos costes se actualizan cada tres meses, podrían disminuir rápidamente si la Reserva Federal empieza a recortar los tipos, un escenario que consideramos posible, sobre todo teniendo en cuenta el repunte en el extremo corto de la curva del Tesoro, en particular en el tramo a cinco años. Aunque los recortes de tipos suelen favorecer al grado de inversión, también benefician al high yield, especialmente a los bonos con precios bajos, que ofrecen potencial de ganancia de capital en un entorno de tipos a la baja.
A diferencia del grado de inversión, donde la asignación sectorial desempeña un papel mayor, creemos que la inversión en high yield debe basarse principalmente en la selección de crédito desde abajo hacia arriba (bottom-up). Esto ayuda a mitigar la exposición a burbujas sectoriales específicas -como la crisis energética del high yield estadounidense en 2015/16- que pueden provocar picos de impagos y pérdidas desproporcionadas para los inversores con posiciones concentradas. En su lugar, nos centramos en emisores con balances sólidos, rendimientos atractivos y bajo apalancamiento para construir carteras más resilientes.
Hemos aplicado este enfoque al sector sanitario, que ha estado bajo presión ante la incertidumbre sobre posibles recortes de Medicaid. A pesar de la debilidad general del sector, creemos que se puede encontrar valor sobre una base selectiva, lo que ha dado lugar a un rendimiento sólido.
Otra forma posible de mejorar el potencial alcista es asignar a bonos en dólares de corta duración que actualmente cotizan por debajo de la par, pero que ofrecen una asimetría favorable en la rentabilidad. Aunque las rentabilidades pueden no parecer atractivas a los diferenciales actuales, su corta duración y la alta probabilidad de ser amortizados 5-6 meses antes del vencimiento crean una oportunidad interesante.
En un entorno de tipos a la baja, estos bonos pueden proporcionar un perfil de rentabilidad convexa, aportando valor sin aumentar significativamente el riesgo. Este enfoque busca capturar el potencial de subida derivado del pull-to-par y de las amortizaciones anticipadas, manteniendo al mismo tiempo un perfil de riesgo conservador gracias a la duración limitada y a la baja exposición a caídas. En un entorno de diferenciales ajustados, creemos que es apropiado mantener una inclinación hacia la alta calidad, con un valor limitado en emisores de calificación más baja.
Mantenerse defensivo
Ante la incertidumbre en torno a la política y al contexto macroeconómico en general, hemos adoptado una postura más defensiva en nuestras carteras, aumentando la exposición a sectores como el arrendamiento de aeronaves, software, infraestructura de telecomunicaciones (línea fija) y otros no cíclicos. En nuestra opinión, estas áreas están en gran medida aisladas de los riesgos arancelarios, ofrecen flujos de caja recurrentes estables y se benefician de vientos de cola seculares como la adopción de la inteligencia artificial y la consolidación sectorial.
Como resultado de nuestros esfuerzos por limitar el riesgo a la baja, creemos que nuestras carteras están bien posicionadas para beneficiarse de cualquier ampliación futura de diferenciales. Nuestra posición infraponderada en cíclicos refleja la incertidumbre persistente sobre el impacto de la reciente legislación fiscal y de gasto. Al mismo tiempo, nos mantenemos cautos con la energía, donde creemos que las valoraciones actuales no compensan adecuadamente riesgos como una infraestructura frágil.
Oportunistas pero defensivos
En un mercado definido por unos sólidos fundamentos económicos subyacentes pero empañado por la incertidumbre política y los diferenciales estrechos, invertir en high yield requiere un enfoque disciplinado y selectivo. Aunque las políticas de la administración Trump aún no han alterado significativamente la dinámica sectorial, una buena selección de crédito puede desbloquear oportunidades, incluso en áreas bajo presión como la sanidad.
Al mismo tiempo, vigilar de cerca la convexidad y los valores de corta duración podría adquirir cada vez más importancia a medida que los inversores naveguen por un ciclo crediticio maduro. Con diferenciales que ofrecen un margen limitado para comprimirse, pero con la volatilidad probablemente reapareciendo periódicamente, seguimos posicionados de manera defensiva, pero con margen para aprovechar cualquier episodio de ampliación de diferenciales. En nuestra opinión, todavía hay mucho valor que encontrar en el high yield estadounidense para aquellos inversores dispuestos a profundizar, ser selectivos y mantener la disciplina crediticia.