Tras alcanzar un máximo de dos años a comienzos de 2024, el índice del dólar estadounidense ha perdido desde entonces más del 7% de su valor frente a una cesta de principales monedas. En contraste, el euro y el yen se han fortalecido. Con las acciones internacionales superando de forma significativa a sus contrapartes estadounidenses por primera vez en décadas, muchos inversionistas se preguntan por las perspectivas del mercado cambiario (FX).
El Dollar Index o Índice del Dólar (DXY) es una medida del valor del dólar estadounidense en relación con una cesta de monedas extranjeras. El índice compara al dólar contra seis monedas principales de socios comerciales de Estados Unidos, ponderadas según su importancia relativa en el comercio: euro (57,6%), yen 13,6%, libra (11,9%) dólar canadiense (9,1%), corona sueca (4,2%) y franco suizo (3,6%). Se utiliza comúnmente para evaluar la fortaleza o debilidad relativa del dólar frente a otras divisas importantes del mundo.
Los economistas y estrategas lo siguen como indicador de condiciones monetarias globales. Y, empresas exportadoras/importadoras lo consideran para evaluar competitividad y riesgos de tipo de cambio. Pero para entender las perspectivas del mercado cambiario, es crucial examinar sus factores determinantes.
Balances fiscales y comerciales
Los países que registran grandes déficits fiscales suelen tener también déficits comerciales importantes. Si consumen más de lo que producen, parte de esa demanda debe satisfacerse externamente. Estos déficits gemelos suelen ser negativos para la moneda: aumentan la oferta de la divisa nacional en el mercado global, debilitando su valor.
Diferenciales de tasas de interés
Tasas de interés más altas en un país frente a otro hacen que la deuda del país con tasas más altas sea más atractiva. Si ese diferencial se reduce, la ventaja relativa disminuye. Además, los diferenciales de tasas suelen reflejar divergencias económicas, ya que una economía más fuerte tiende a sostener tanto tasas más altas como mercados bursátiles más sólidos, lo que refuerza la fortaleza de su moneda.
Intervención gubernamental
China ha trabajado durante mucho tiempo para evitar la apreciación del yuan, con el fin de apoyar su economía orientada a las exportaciones, generalmente absorbiendo los dólares entrantes de sus superávits comerciales y reciclándolos en bonos del Tesoro de EE. UU. Esta estrategia tanto respalda al dólar como limita el ascenso del yuan, incluso cuando las fuerzas del mercado indican lo contrario.
Mientras tanto, en Estados Unidos, la retórica política ha elevado cada vez más las preocupaciones sobre la independencia de la Reserva Federal. Socavar la confianza en el banco central puede acelerar las salidas de capital y debilitar al dólar.
Teniendo en cuenta estas fuerzas, varias tendencias apuntan a una posible debilidad adicional del dólar: déficits persistentes en EE. UU., una prima de tasas en disminución y una creciente preocupación por la inestabilidad política. La narrativa creciente de “vender a EE. UU.” –basada en la guerra comercial, el desliz fiscal y la interferencia en el banco central– puede sumar presión adicional.
Incluso, por momentos, se ha llegado a poner en duda la continuidad del dólar como moneda de reserva internacional, en un contexto de fragmentación geopolítica y búsqueda de alternativas por parte de algunos países. Sin embargo, este escenario parece poco probable en un horizonte de tiempo considerable, dado que el comercio internacional sigue estando ampliamente denominado en dólares y no existe, por ahora, una alternativa creíble con la misma profundidad, liquidez y aceptación global.
Como resultado, es razonable asumir que la fortaleza del dólar ya alcanzó su punto máximo y ser constructivos respecto a monedas internacionales, particularmente aquellas de mercados desarrollados.
Por ejemplo:
- El euro podría beneficiarse de un crecimiento local en aceleración, en parte impulsado por la expansión fiscal alemana. La salida de tasas de interés negativas debería favorecer a los bancos europeos –un motor clave del desempeño económico– mientras que un superávit comercial con socios importantes proporciona vientos de cola adicionales.
- El yen podría encontrar apoyo en sorpresas económicas positivas, como el aumento de salarios y la inflación, que brindan al Banco de Japón margen para continuar con las subidas de tasas. No obstante, la elevada deuda de Japón y su dependencia de las exportaciones podrían limitar el alcance de ese ciclo, especialmente si el crecimiento global se desacelera.
Dicho esto, un repunte del dólar es posible. Reducciones adicionales de aranceles, como la recientemente acordada con China, o un aumento en la claridad de las políticas podrían mejorar las perspectivas de crecimiento de EE. UU. y respaldar su moneda. Por lo tanto, al evaluar acciones internacionales, los inversionistas no deberían basarse únicamente en posibles movimientos cambiarios para tomar decisiones de asignación. En su lugar, sería prudente centrarse en el crecimiento local real.
Este artículo fue publicado en la pagina 24 de la revista Numero 43 de Funds Society Americas. Para acceder a la revista, haz click aquí