Las principales potencias del mundo planean incrementar el gasto militar en cantidades millonarias de aquí a 2030; esta disposición a gastar está cambiando la percepción general sobre la inversión en defensa, considerada tradicionalmente un nicho, y poniendo a prueba el acercamiento de las firmas que apuestan más firmemente por la inversión con criterios ESG. Aunque la política arancelaria de EE.UU. ha copado la mayor parte de los titulares, a lo largo del primer trimestre de 2025 se han producido otros desarrollos que pueden tener un efecto directo tanto sobre el crecimiento como sobre los ya de por sí elevados riesgos geopolíticos. Destaca particularmente el giro del nuevo gobierno alemán para modificar su estrategia fiscal, históricamente marcada por un estricto control del endeudamiento estatal.
Los planes incluyen la exención del gasto en defensa que supere al 1% del PIB del freno a la deuda que se incluyó en 2009 en la Constitución germana, así como la creación de un fondo de infraestructuras al margen del gasto ordinario dotado con 500.000 millones de euros para gastar en los próximos doce años; en esta partida se incluyen 100.000 millones que se destinarán a apoyar medidas para combatir el cambio climático, como promesa del nuevo canciller Friedrich Merz a Los Verdes. Además, los estados federados podrán pedir prestado el equivalente a unos 16.000 millones de euros.
Lluvia de millones
“Aunque estos cambios fiscales representan una notable evolución de la política alemana, las implicaciones económicas siguen siendo inciertas”, comentan analistas de Candriam sobre este anuncio histórico. Según sus cálculos, el impacto de estas medidas sobre el crecimiento del PIB alemán no superará el 0,6% en 2025 y el 0,8% en 2026, “dada la dependencia de Alemania de las importaciones para el gasto militar y los importantes riesgos de ejecución asociados a las inversiones en infraestructuras”.
El movimiento de Alemania forma parte realmente de una tendencia más amplia hacia el rearme de las principales regiones del mundo. Así, también se produjo en el primer trimestre de 2025 el anuncio del plan ReArmar Europa de la Unión Europea, con el objetivo de dotar a los estados miembros de flexibilidad fiscal para incrementar su gasto militar. “Estamos en una época de rearme. Europa está dispuesta a impulsar masivamente su gasto en defensa”, declaró con motivo del anuncio de este plan Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
ReArmar Europa está estructurado en dos partes: por un lado, se activará la cláusula general de salvaguardia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, permitiendo a los estados miembros incrementar sus gastos de defensa en hasta un 1,5% de su PIB sin tener que activar el procedimiento de déficit excesivo. Por otro, se creará un nuevo instrumento de financiación dotado con 150.000 millones de euros en préstamos para inversiones en el ámbito de defensa. “Se trata básicamente de gastar mejor y de gastar juntos”, afirmó Von der Leyen en un comunicado distribuido a medios europeos.
En conjunto, el gasto en defensa podría alcanzar los 800.000 millones de euros hasta 2030, según estimaciones de la propia UE. No obstante, desde Candriam hablan de la existencia de riesgos de implementación: “Como mencionó Draghi, la base industrial está fragmentada y en el sector de defensa, la planificación común precede al gasto común”.
Mientras tanto, en EE.UU., el presidente Donald Trump y Pete Hegseth, su secretario de Defensa, anunciaron en la primera semana de abril un paquete de gasto militar con la cifra récord de un billón de dólares a partir de 2026, con el objetivo, según sus palabras, de “reconstruir el ejército estadounidense sobre la base de la letalidad y la preparación”.
También la OTAN avanzó en abril que dos tercios de sus miembros ya han alcanzado un gasto en defensa del 2% – objetivo instaurado en 2014- por primera vez en la historia de la organización, alimentando el debte a favor de incrementar el gasto hasta el 3%.
Desde J. Safra Sarasin Sustainable Asset Management (JSS SAM), el responsable de Sostenibilidad, Daniel Wild, constata que los mercados llevan ya meses recogiendo estos acontecimientos, de modo que las valoraciones ya estarían reflejando esas expectativas de crecimiento significativo. “El sector de defensa de la UE superó al Stoxx Europe 600 en más de un 30% durante el pasado año”, observa. Con fecha a 31 de marzo de 2025, 12 de las compañías de defensa con mayor capitalización tienen sede en Europa, y otras 13 en EE.UU. El sector del aeroespacio y defensa pondera un 4,5% en el índice MSCI Europe, y un 2% en el MSCI US.
Reto para la inversión ESG
El posible despegue del sector de defensa puede ser visto como una oportunidad de inversión, pero, tras décadas de implementación generalizada de criterios de sostenibilidad en la industria de gestión de activos, la realidad se presenta más compleja. Por tanto, el objeto de este artículo no es abordar si la tendencia general hacia un mayor gasto militar puede ser un estímulo necesario para reactivar a las economías, sino de entender hasta qué punto podría ser posible conjugar la exposición a este sector con un acercamiento netamente ESG.
Según datos publicados por Efama, los fondos UCITS calificados como artículo 8 terminaron 2024 con un patrimonio gestionado de 7,1 billones de euros, mientras que el patrimonio gestionado en fondos artículo 9 equivaldría a unos 300.000 millones. En un informe de la asociación que recoge la actividad de 2024 se constata que los fondos artículo 9 encadenaron cinco trimestres consecutivos de reembolsos netos, con salidas equivalentes a 7.500 millones solo en el cuarto trimestre del año pasado. Según los datos de Efama, el patrimonio en fondos artículo 9 se ha mantenido en los mismos niveles desde el primer trimestre de 2023, mientras que los fondos artículo 8 han experimentado un incremento en el patrimonio gestionado del 84,5%.
Concretando más, el experto de JSS SAM cita un estudio publicado recientemente por Bank of America (BofA) según el cual menos del 9% de los fondos europeos con designación ESG cuentan con alguna compañía de defensa en cartera y menos del 3% de los fondos sostenibles poseen nombres con más del 50% de exposición de sus ingresos a este sector.
La principal piedra de toque para el sector es la exposición a armas controvertidas, fuertemente regulada y generalmente excluida, particularmente de los artículo 9. A partir de datos de Morningstar y Spainsif (tracker de fondos artículo 8 y artículo 9 comercializados en España), más del 90% de los fondos artículo 9 (66,8% en el caso de los artículo 8) no opera empresas implicadas en el negocio de las armas controvertidas, mientras que este porcentaje desciende al 50% en el caso de empresas implicadas en la generación de energía nuclear (45% para los artículo 8). En el caso del tabaco, estos porcentajes son del 86,1% para los fondos del artículo 9 y del 72,6% para los articulo 8.
De acuerdo con una nota de Morgan Stanley firmada por los analistas Stanley Arushi Agarwal y Rachel Fletcher, que fue citada por Bloomberg el 24 de marzo de 2025, ambos expertos calculaban que los fondos europeos clasificados bajo los artículos 8 y 9 del reglamento SFDR podrían canalizar entre 53.000 y 119.000 millones de dólares hacia el sector aeroespacial y de defensa, de eliminarse las restricciones actuales.
¿Cambios en la percepción?
Cabe pensar en vista de estas cifras que la posible afluencia de dinero a estrategias con criterios ESG podría estar abriendo las mentes de las gestoras de fondos, buscando la manera de aprovechar nuevasoportunidades sin sacrificar su sello de sostenibilidad. A partir del análisis de los últimos tres estudios de mercado de Spainsif, Andrea González, directora general de la organización, habla de una tendencia hacia la segmentación, entendida como la evolución desde una exclusión general del sector armamentístico hacia un enfoque más matizado: “Las entidades empiezan a distinguir entre armamento convencional y armamento controvertido (como armas químicas, biológicas o minas antipersona), lo cual abre la puerta a la posibilidad de financiar actividades relacionadas con la defensa que se consideren compatibles con el marco normativo internacional y los derechos humanos».
La experta explica que el contexto geopolítico ha actuado como un catalizador, particularmente desde 2022-2023 con el estallido de la guerra de Ucrania: “Se empieza a reconsiderar la exclusión total del sector defensa, reconociendo su papel en la seguridad europea y su alineamiento potencial con valores democráticos y sostenibilidad estratégica”.
González añade que “algunos gestores de activos han manifestado explícitamente su intención de revaluar estas exclusiones, ya que consideran que la sostenibilidad también incluye la estabilidad institucional, la seguridad ciudadana y el respeto al Estado de derecho, donde las capacidades defensivas tienen un papel relevante”. Spainsif está actualmente en una fase de recopilación de datos para la publicación de un estudio en profundidad sobre la materia en 2026.
Con ánimo de pulsar los ánimos respecto a esta lluvia de millones, en Funds Society nos hemos puesto en contacto con las firmas que mayor compromiso han mostrado con la sostenibilidad en los últimos años. Vaya por delante que la mayoría declinaron participar en el reportaje por diversas razones, por lo que solo citaremos a continuación a las que sí han mostrado opiniones al respecto.
“Estamos tratando de conciliar una reticencia natural a invertir en defensa, debido a su asociación inherente con conflictos insostenibles y no deseados, con el hecho de que somos inversores multiactivo, y queremos equilibrar la compensación entre riesgo, rendimiento y sostenibilidad cuando se trata de gasto en defensa”, afirma Aliki Rouffiac, gerente de cartera de Robeco Sustainable Multi-Asset Solutions.
El experto considera que Robeco sí debería posicionarse en el largo plazo para beneficiarse de los cambios significativos en la política europea para aumentar el gasto en defensa. La previsión de la firma es que, al materializarse ReArmar Europa, el peso del subsector aeroespacial y de defensa supere el 2% de exposición actual en el índice de renta variable global, “mientras que otras partes del mercado también se beneficiarán del incremento en el gasto”.
“Antes considerada incompatible con los criterios ESG, la defensa está emergiendo ahora como un sector dinámico que está reformulando lo que realmente significa la inversión ética”, afirma Kate Donegan, directora asociada de Producto, Legal y ASG de WisdomTree. Dicho esto, Donegan insiste en que “la creación de carteras centradas en defensa exige un desarrollo meticuloso, especialmente en torno a las implicaciones geopolíticas y las sensibilidades éticas vinculadas a las armas controvertidas”.
Donegan señala que los tres principales riesgos que deben tener en cuenta los inversores que quieran acercase a esta temática son los riesgos regulatorios, los riesgos reputacionales y el riesgo de sanciones, dado que pueden plantear problemas jurisdiccionales. En este sentido, la experta destaca el buen posicionamiento de las empresas europeas de defensa: “Operan bajo algunos de los marcos normativos más estrictos del mundo, incluidas las prácticas empresariales éticas y las normas ESG. Además, estas empresas operan en jurisdicciones signatarias del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), lo que garantiza su concordancia con las normas mundiales de control de armamento”.
La experta insiste en que tanto los resultados en materia de ESG como sus actividades empresariales ”están a disposición del público y pueden verificarse de forma independiente a través de fuentes de terceros, como la herramienta de calificación ESG de MSCI, que ofrece una mayor transparencia y confianza a la hora de evaluar la alineación de una cartera con los criterios ESG y permite a los inversores evaluar la implicación de una firma en actividades empresariales específicas, incluida la producción de armas controvertidas”.
Dadas todas estas características, la representante de WisdomTree – que acaba de lanzar un ETF que replica esta temática- concluye: “Las empresas europeas de defensa no solo ofrecen ventajas estratégicas y financieras potenciales, sino que también representan una oportunidad atractiva para que los inversores apoyen la paz, la estabilidad y la resiliencia democrática, valores centrales de la inversión sostenible”.
Una postura más escéptica
Sin embargo, no todas las firmas de gestión consultadas muestran el mismo nivel de convencimiento. Léa Dunand-Chatellet, gestora y directora de Inversión Responsable para DNCA (Natixis IM), relativiza el margen para invertir con criterios sostenibles: “Los inversores deben tener claro que la defensa es una inversión de nicho”. Coincide en señalar que es un sector fuertemente regulado, lo que obliga a los operadores que cotizan en bolsa a cumplir con una serie de restricciones y disponer de licencias, además de encontrarse con limitaciones para comercializar ciertos productos, una situación que también comparten otros sectores tradicionalmente problemáticos para la inversión ESG, como el tabaco.
En este sentido, la experta declaró en el contexto de un foro para medios organizado por Natixis IM el pasado mes de marzo en París que lo más importante para abordar esta problemática será “mantener la coherencia” a lo largo del tiempo. “El primer paso para invertir depende de la filosofía de inversión y de la diversificación. Pero no podemos desarrollar un producto de inversión basado solo en criterios éticos. Necesitamos transparencia, ser muy claros con los filtros de exclusión; tenemos que aplicar un acercamiento gradual en función de inversores que sean más estrictos u otros que sean más flexibles. El cliente necesita saber en qué está invirtiendo”.
En una línea similar, desde Candriam recuerdan que “los inversores sostenibles deben ser conscientes de los retos intrínsecos de los distintos sectores”. En particular, indican que, aunque el sector de la defensa haya sido una inversión “gratificante” en los últimos tres años, también conlleva ciertos riesgos: “La complejidad del sector, desde las fases iniciales hasta los mercados finales, suele traducirse en una falta de transparencia y trazabilidad. Esto puede exponer a los inversores a desafíos legales y éticos, como la corrupción y las violaciones de los derechos humanos, que a su vez pueden representar riesgos de reputación y regulatorios. Estos riesgos son inherentes al sector de la defensa”.
Lee el artículo completo aquí.