Gescooperativo -sociedad de inversión colectiva del Grupo Caja Rural- dentro de su iniciativa de impulsar la educación financiera entre los ciudadanos, ha reunido en una guía un conjunto de pautas para ayudar a los inversores a definir y entender bien su perfil de riesgo, con independencia de cuál sea su nivel de experiencia, antes de plantearse la configuración de sus correspondientes carteras de inversión.
Según los expertos de Gescooperativo, “definir bien el perfil de riesgo no solo influye en las decisiones de inversión, sino que también ayuda a construir una estrategia coherente y sostenible con las metas financieras individuales”.
Por “perfil de riesgo”, según apunta la guía de la firma, se entiende la relación entre el nivel de riesgo que un inversor está dispuesto y preparado a asumir y el rendimiento que espera obtener de su inversión. Se trata, según estos mismos expertos, de una evaluación que combina factores emocionales y subjetivos con elementos más cuantitativos, como la capacidad financiera. “En otras palabras -explican-, permite medir la tolerancia de un inversor a las fluctuaciones del mercado y su predisposición psicológica ante posibles pérdidas”.
¿Por qué es crucial entender el perfil de riesgo?
Desde la gestora del Grupo Caja Rural, explican que “comprender el perfil de riesgo ayuda a los inversores a tomar decisiones fundamentadas y evitar elecciones impulsivas o mal informadas”, y consideran que un perfil de riesgo bien definido debería facilitar la selección de productos financieros adecuados; permitir a los asesores financieros personalizar sus recomendaciones y reducir el riesgo de asumir inversiones incompatibles con las necesidades y capacidades del inversor.
Los expertos de la entidad señalan que la identificación del perfil de riesgo de un inversor se basa en una combinación de factores cualitativos y cuantitativos entre los que figuran la edad, la experiencia, la formación, los ingresos y el patrimonio del inversor.
Respecto de la edad, comentan que, si bien los inversores jóvenes suelen tener un horizonte temporal más amplio, lo que a priori permitiría pensar que pueden tolerar mayores niveles de riesgo, lo cierto es que hay otra serie de factores que pueden corregir o matizar esta apreciación. Por ejemplo, a la hora de definir el perfil de riesgo de un inversor resulta determinante averiguar el conocimiento que éste tiene sobre los mercados financieros, así como su experiencia. Todo ello puede ayudar a manejar mejor las fluctuaciones y evitar reacciones impulsivas en situaciones de pánico.
Además, la estabilidad financiera del inversor, determinada por los ingresos regulares y su patrimonio acumulado, influye en su capacidad de asumir riesgos, lo mismo que las obligaciones financieras que haya contraído. Es decir, las deudas, los compromisos futuros o las compras importantes que se proponga realizar en el futuro. Además, es muy importante conocer el propósito de inversión, ya sea para la compra de una vivienda, la jubilación o la generación de ingresos pasivos.
A todo ello, hay que sumar la capacidad emocional para afrontar pérdidas.
Ajuste de las carteras según el perfil de riesgo
Las entidades financieras utilizan los test de idoneidad para determinar el perfil de riesgo de sus clientes. Esta herramienta recoge información sobre las variables mencionadas y genera una evaluación personalizada, clasificando a los inversores como conservadores, moderados, decididos o dinámicos. Estas categorías permiten después ajustar las recomendaciones y las carteras de inversión a las necesidades individuales.
Los asesores financieros de las oficinas de Caja Rural actualizan periódicamente las carteras modelo, adaptándolas de manera personalizada a cada cliente según su perfil y las condiciones del mercado. De este modo, garantizan una selección de fondos adecuada y ajustada a sus necesidades y objetivos.
Asimismo, revisan periódicamente las carteras y las ajustan a cada cliente según su perfil y la evolución del mercado. De esa manera, configuran una selección de fondos acorde a sus necesidades y objetivos.
Los jóvenes y su percepción del riesgo
Uno de los principales retos a los que se enfrentan las entidades financieras es el de medir la tolerancia al riesgo de los clientes más jóvenes o menos experimentados, quienes suelen ser más influenciables por la información poco fiable o por las expectativas poco realistas fomentadas desde las redes sociales.
“La falta de experiencia también puede llevar a subestimar el impacto emocional de las pérdidas financieras”, advierten desde Gescooperativo. Por eso, sus gestores recomiendan a los inversores que, a la hora de enfrentarse al test de idoneidad, “hagan un ejercicio completo de sinceridad y respondan con honestidad para obtener una evaluación realista. Eso incluye reconocer, si es el caso, o conocer el funcionamiento de los productos que les sean ofrecidos”.
Asimismo, es fundamental establecer unas metas financieras concretas y revisar periódicamente el perfil de riesgo, pues las circunstancias cambian.
En definitiva, definir y entender el perfil de riesgo es una tarea imprescindible para optimizar las inversiones. Gracias a la combinación de herramientas tecnológicas, asesoramiento experto y una sincera introspección por parte de los inversores, es posible tomar decisiones financieras más informadas y alineadas con las metas personales.