Según la Global Infrastructure Investor Association, el mundo necesita invertir unos 3,3 billones de dólares al año en infraestructuras. Una cifra que deja claro que hay muchas oportunidades en una industria que, según los datos agregados del mercado, ha mantenido una rentabilidad media del 10% anual, por encima del 6,5% que ofrecieron las infraestructuras cotizadas en estos últimos 10 años. Descarbonización, datos y silver economy son, en general, los sectores con mayor potencial de crecimiento y Europa, el área con más atractivo.
Las perspectivas para los activos privados son, en líneas generales, positivas. Las firmas entienden que este tipo de inversiones pueden ser una alternativa a unos mercados cotizados que vivirán episodios de volatilidad, con rentabilidades más que atractivas que permitirán compensar el efecto de la inflación. Pero hay un segmento que cuenta con el favor de los expertos: la inversión en infraestructuras no cotizadas.
Según recuerda Ruperto Unzué, socio de Suma Capital, los fondos de capital privado en infraestructuras han crecido de manera exponencial durante los últimos años, de tal manera que el valor agregado de las transacciones a nivel global se sitúa entre los 350.000 y los 500.000 millones de dólares anuales.
Otro barómetro de éxito es la atractiva rentabilidad de este activo. El propio Unzué apunta cómo los datos agregados muestran que las inversiones en los mercados privados de infraestructuras han mantenido una rentabilidad media del 10% anual.
Una tendencia que responde a que los gobiernos tienen restricciones presupuestarias y otras necesidades sociales que atender, por lo que requieren de la ayuda de inversores privados para cerrar la brecha de financiación, impulsar el desarrollo de proyectos estratégicos y garantizar la modernización y expansión de las infraestructuras clave.
En definitiva, según Ramiro Iglesias, CEO y fundador de Crescenta, “la participación de inversores privados permite no solo complementar el capital público, sino también aportar eficiencia, innovación y gestión especializada, asegurando así un crecimiento sostenible y una mejor calidad de vida para la sociedad”.
Un buen momento y atractivos argumentos
En general, los expertos creen que es un buen momento para invertir en infraestructuras. Principalmente, porque el contexto de tipos de interés favorece al activo. Pero el equipo de Infraestructura de AltamarCAM detalla motivos adicionales. Primero, por las grandes oportunidades de inversión relacionadas con cubrir las necesidades en sectores como la infraestructura digital y la transición energética y el transporte. Estos requerimientos “están siendo catalizadores del crecimiento económico mundial”, por ejemplo, en energías renovables o centros de datos. En este sentido, “los fondos privados disponen del capital necesario y están siendo los principales inversores para posibilitar estas inversiones”, aseguran en la gestora.
También en AltamarCAM señalan como punto a favor de la inversión en mercados privados de infraestructuras la insuficiencia de capital para cubrir las necesidades actuales, “lo cual permite realizar inversiones en buenas condiciones de entrada”.
A estos factores se une un perfil de retorno atractivo en relación con el riesgo, ya que existe la posibilidad de obtener rentabilidades estables a largo plazo con independencia del ciclo económico, “como se ha demostrado en los últimos años de gran inestabilidad macroeconómica y donde los activos de infraestructuras se han comportado de manera favorable gracias a la protección que presentan contra la inflación y la subida de tipos de interés y la elevada visibilidad de los cash-flow a largo plazo”.
En este sentido, Carlota Fernández de León, responsable de Inversores Institucionales Internacionales de Bestinver, añade que “las infraestructuras siempre son interesantes, independientemente del momento económico, ya que son activos tangibles y reales que ofrecen una combinación de estabilidad, crecimiento a largo plazo, protección contra la inflación y diversificación”.
Detrás de esta protección contra la inflación se esconde que muchos contratos están indexados a la escalada de los índices de precios al consumo, “lo que protege la inversión”, según la experta. Por otro lado, “su naturaleza esencial y los contratos a largo plazo proporcionan una protección natural contra las caídas del mercado”, a lo que se unen las altas barreras de entrada y el apalancamiento limitado como generadores de “oportunidades únicas para los inversores”. En resumen, “invertir en infraestructuras significa invertir en la base de la economía global”.
¿Private equity o deuda privada?
El capital privado puede invertir en infraestructuras a través de varios tipos de activos. Fundamentalmente, deuda privada y private equity. Pero, ¿cuál de ellos es mejor para el inversor? En Suma Capital creen que ambos productos son una excelente solución para el desarrollo de activos y compañías de infraestructuras. “En función del riesgo/ retorno buscado, una solución u otra puede encajar mejor”, explica Unzué, que puntualiza que tanto en equity como en deuda, “cada vez existe una mayor especialización en las estrategias de inversión, lo cual permite disponer de productos casi para cualquier inversor”. El experto menciona las estrategias core, core plus, value add, o los fondos de deuda sénior, junior, mezzanine o bridge como instrumentos que permiten “cubrir casi todo el abanico de posibilidades y dar solución a casi todos los proyectos”.
En Bestinver cuentan con una opinión parecida, ya que Fernández de León considera que la elección entre deuda privada o private equity en infraestructuras “no son excluyentes entre sí y ambas pueden ofrecer mayor diversificación a la cartera”. Eso sí, recalca que el inversor debe considerar sus objetivos de inversión, su tolerancia al riesgo y las condiciones del mercado. En este punto recuerda que el private equity permite participar en el capital de las empresas y beneficiarse de su crecimiento, mientras que la deuda privada se basa en adquirir deuda de empresas de infraestructuras a cambio de pagos de intereses regulares.
Los beneficios de los activos reales en la cartera
La inversión en infraestructuras en mercados privados debe tener cabida en las carteras pero, ¿en qué medida? Iglesias es claro a la hora de afirmar que “no existe un porcentaje óptimo de cuánto debieran representar los activos reales en un portafolio”. El experto tiene en cuenta en esta afirmación que la composición de las carteras de inversión “se ve influenciada por múltiples factores, como el horizonte de inversión, las necesidades de liquidez de corto y mediano plazo, el objetivo de la inversión y las preferencias personales como el nivel de aversión al riesgo”. Pero también es consciente de que, en la medida en que no haya necesidades de capital en el corto plazo, “es beneficiosa la incorporación de activos reales en una cartera de inversiones”.
En AltamarCAM son más concisos. Toman como referencia el peso que tienen los activos reales dentro de las carteras de los inversores más exitosos como los endowments de universidades americanas como Harvard, donde el peso alcanza entre el 25% y el 30% del total invertido. “A partir de esa cifra, en función del perfil de rentabilidad/riesgo de los inversores, encontramos grandes grupos aseguradores que dedican a infraestructuras más de un 10% de sus reservas, por el perfil de generación de caja que tiene este activo”.
Descarbonización, digitalización, transporte y silver economy
Infraestructuras es un área muy amplia que cuenta con subsegmentos de inversión que presentan claras oportunidades. Si algo tienen en común los expertos son sus preferencias por la descarbonización y la digitalización.
Así, los sectores donde ven mayor dinamismo de inversión en AltamarCAM son la descarbonización -a través de generación de electricidad con fuentes renovables, el almacenamiento de energía mediante baterías, redes de transmisión eléctrica o redes de carga para vehículos de todo tipo- y la digitalización de la economía. En este ámbito, la firma explica que el atractivo reside en el crecimiento exponencial de tráfico de procesamiento y almacenamiento de datos que se traduce en elevadas inversiones en infraestructuras como redes de fibra óptica, centros de datos o torres de telecomunicaciones.
En la firma añaden una tercera área, la del sector de transporte, a través de puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarriles, “que continúan requiriendo grandes inversiones para posibilitar la reindustrialización de los países desarrollados o el mantenimiento del comercio y el tráfico mundial de pasajeros”. En Bestinver observan potencial de crecimiento en inversiones en infraestructuras hídricas, por ejemplo, en tratamiento de aguas o en plantas desaladoras.
Desde Crescenta, Iglesias hace referencia a las oportunidades existentes en la denominada silver economy, relacionada con el envejecimiento de la población. Una megatendencia que plantea muchos retos, “pero también distintas oportunidades atractivas” a través de nuevas infraestructuras adaptadas a la forma de vida de este segmento de edad.
El experto cita como ejemplo el sector inmobiliario, donde destacan los centros de coliving. “A nivel representativo, en 2020-2021 la gestora de capital privado Carlyle, junto con Greystar, desarrolló un proyecto diseñado para adultos que quieren impulsar su vida social y vivir en una comunidad en la que puedan disfrutar de espacios públicos”, afirma Iglesias
Incluso, Tavis Cannell, responsable global de Infraestructuras en Goldman Sachs Alternatives, añade los negocios de economía circular e infraestructura social, “que abarcan servicios tradicionales como el reciclaje y enfoques más sostenibles para la gestión de residuos, así como nuevas categorías, por ejemplo, empresas de atención sanitaria y educación adaptadas a la evolución demográfica”.
Europa, Norteamérica y China: las áreas favoritas
No todas las áreas geográficas cuentan con el mismo número de oportunidades de inversión privada en infraestructuras. Unzué, desde Suma Capital, admite que su principal exposición está en Europa, un área que “necesita grandes inversiones en nueva infraestructura y en la transformación de la ya existente para alcanzar los objetivos marcados en su agenda”. El experto cita planes como el European Green Deal y el Repower Europe.
Pero Unzué también cree que existen grandes oportunidades en otros mercados, donde las infraestructuras todavía están por desarrollarse. “Por dar un dato, en China el año 2024 se instaló más capacidad foto- voltaica que en todo el resto de los países juntos o que en toda la historia de Estados Unidos”, asegura y matiza que estas cifras “dan una idea del gran potencial que existe tanto en economías más consolidadas, con un mayor protagonismo en la tecnología y la transformación, como en las economías emergentes, con una mayor presencia de nueva infraestructura”.
AltamarCAM cita a Europa y a Norteamérica como las zonas con necesidades de inversión pero también con “marcos regulatorios predecibles y estables, tradición de colaboración público-privada, riesgo de contraparte controlado y condiciones de financiación competitivas”.
No en vano, según Iglesias, se trata de “economías más estables y conllevan un perfil de riesgo más conservador”. El experto de Crescenta ve interesante también dar cierta exposición, “limitada”, al área de Asia-Pacífico (APAC), debido al “alto potencial de crecimiento y las múltiples oportunidades atractivas para invertir en activos reales”.