Una tasa de ahorro escasa, la falta de concienciación de los ciudadanos y una información deficiente por parte del Gobierno son solo algunas de las piedras en el camino de la industria de fondos de pensiones. Así ha quedado de manifiesto durante el XI Encuentro Nacional de la Inversión Colectiva en el que representantes de esta industria ha admitido también una parte de la culpa al hablar de falta de eficiencia y de una comercialización de productos poco acertada y en la que sigue primando la estacionalidad. «Históricamente se han vendido planes de pensiones a personas que no eran susceptibles de contratar ese producto y, por lo tanto, realizaron una primera aportación y no han vuelto a hacerla», ha admitido Antonio Fernández Vera, presidente de Renta 4 Gestora.
Uno de los datos que más preocupa a la industria, al margen de la pérdida constante de partícipes, es el de quienes a pesar de tener planes de pensiones no realizan ninguna aportación. Según los datos de la Dirección General de Seguros, son hasta un 65% los que se olvidan de que tienen este producto. Sin embargo, según Fernández Vera, hay que tener en cuenta más cifras para tener una visión más certera sobre este tema. «Si tenemos en cuenta que una misma persona puede ser partícipe en más de un plan de pensiones, nuestros cálculos rebajan ese porcentaje al 47%. Además, no llegarían ni al 30% aquellos que no han hecho nunca ninguna aportación. Es una gran diferencia respecto al porcentaje inicial», asegura.
La innovación de la industria pasa, según Juan José Cotorruelo, director de Vida y Pensiones de Caser, por los nuevos productos financieros que pretenden impulsar la tasa de ahorro con vistas a la jubilación. En este sentido, Cotorruelo destaca los que combinan el ahorro con el consumo. «Como industria se están incubando iniciativas de pensión por consumo a las que se les añade elementos como el redondeo y los descuentos en determinados establecimientos. Toda la aportación que se realice de forma agregada y a lo largo de 20 o 30 años puede suponer hasta 10.000 euros en derechos consolidados. Creo que en 4 o 5 años esto va a ser una commodity».
Añadir más riesgo, clave de la rentabilidad
En opinión de Joseba Orueta, consejero delegado de Kutxabank Gestión, nos tenemos que acostumbrar a este entorno de bajos tipos de interés y a «tener a la mayoría de nuestros clientes con una exposición del 15% de su cartera a renta variable». En cuanto a la rentabilidad, Orueta opina que, «un vehículo de inversión para la jubilación que registre un retorno por encima del 5% consigue duplicar nuestro dinero en un plazo de 14 años, el horizonte temporal de la mayoría de los que invierten de cara a la jubilación». En este sentido Orueta afirma que «no hay forma de conseguir ese tipo de rentabilidad sin añadir algo más de riesgo ajustado a la volatilidad con renta variable».
José Manuel Jiménez, director de Desarrollo de Negocio de Santalucía Servicios Compartidos, ha definido los retos de futuro tanto desde la parte de la gestión como desde la distribución. «Por la parte de la gestión tenemos que enfocarnos al riesgo e incorporar activos alternativos, ilíquidos… y por la parte de la distribución tenemos que ir pensando en ser más eficientes y conseguir trasladar al cliente el enfoque de la prevención incluyendo a los más jóvenes que son nuestra base de clientes futura», ha afirmado Jiménez. A su juicio, la industria debe fomentar las aportaciones periódicas y alejarse de la estacionalidad que todavía a día de hoy sigue vigente en el producto plan de pensión. Además, «tenemos que pensar también en la fase de desacumulación y trasladar a nuestros clientes el riesgo de longevidad».
El desarrollo del segundo pilar: el modelo británico
Frente el caso de España donde solo un 0,4% de las empresas tienen planes de pensiones de empresa, el modelo que Reino Unido implantó en 2012 es el espejo más cercano en el que mirarse. Se trata de un plan de afiliación automática a planes de pensiones de empresa para todos los trabajadores mayores de 22 años y con ingresos superiores a los 10.000 euros. Para David Angulo, Chairman de Dunas Capital, «la sorpresa es que los que tienen salarios más bajos son los que más aguantan en el plan». Las claves del sistema británico son, por un lado, que las aportaciones realizadas, con un mínimo del 8% del salario, son deducibles y que la aportación del empleado es voluntaria.
La fiscalidad se presenta como un impulso esencial en el desarrollo de los planes de empleo. De hecho, según José Carlos Vizárraga, director general de Ibercaja Pensión, los beneficios fiscales han ido para atrás durante los últimos años y, en esta materia, «estamos en el vagón de cola de la OCDE». Vizárraga invita, además, al legislador a ser innovador en materia fiscal. «A lo mejor el beneficio fiscal debería ir al fondo de pensiones en lugar de al bolsillo del partícipe», señala.
Para Cotorruelo el sistema británico ha tenido la capacidad de atraer a los jóvenes y lo cierto es que el 92% se queda dentro del sistema. «La asunción de riesgo se ha modificado por la longevidad», admite. Sin embargo, uno de los aspectos que peor valora este experto es la libre disposición de los derechos consolidadeos que permite el sistema británico. «La consecuencia es que muchos mayores de 65 años han dispuesto de su dinero para hacer reformas en sus hogares, comprarse vehículos…», advierte Cotorruelo.